Honrando a dos grandes libreros de Caracas y amigos siempre...(I)
EL LIBRERO AGUSTIN GONZALEZ
La muerte del librero, apasionado lector y gran meló-mano Agustín González (1930-2008), el 10 de diciembre pasado, a la edad de setenta y ocho años, sume al mundo las letras en un hondo pesar aunque al recordarlo es imposible no escuchar su voz y su risa por lo cual al hacer memoria de él, no podemos más que nombrar la vida de quien algún día se calificó ante este amigo como un lector de novelas y fue un operómano apasionado. La colección del género lírico que logró reunir es singular, lo que él logró tener, pocos aficionados de la ópera, la opereta y la zarzuela lo poseen.
Pero fue Agustín por encima de todo un hombre de libros y de ello desde los años en los cuales trabajó en distribuidora “Rivero Suárez” y más tarde de sus librerías “Gombel” e “Índice” y después desde su labor para la Biblioteca Nacional, la Academia Nacional de la Historia y para Monte Ávila Editores, su último lugar de trabajo antes de su retiro.
Agustín González fue uno más de aquella fecunda inmigración española, él era canario, llegada a Venezuela en los años sesenta. Puso su pie en nuestra tierra en 1961, según recuerda ahora su sobrina Ana María Rodríguez, el ser más cercano entre sus afectos, y al año siguiente ya había recibido la residencia. Y aquí vivió, difundió el libro, aquí buscó las obras que los clientes de sus librerías, muchos destacados intelectuales venezolanos, requerían. Y muchas veces, muchísimas, recomendó el libro preciso que un estudiante requería o aquel otro que iba a permitir resolver un problema a un hombre o una mujer. Esa fue su función como librero: la propia de un consejero.
No recordamos hoy cuándo fue el día que lo conocimos, debió ser en 1969, muy posiblemente la noche de la presentación del libro de Salvador Prasel(1920-1990), los cuentos de Apartamento 22, del siempre querido croata. Es por ello que nuestra amistad ya pasa de los cuarenta años de trato ininterrumpido que sólo su deceso pudo cerrar.
Pero fue tan antigua la relación, asidua, constante, continúa, propia del apasionado de los libros, del crítico literario, quien constantemente se dirige a la librería en búsqueda de las últimas novedades, en nuestro caso de las literarias, de las históricas, de aquellas obras que tratan de los acontecimientos y personajes de la escena internacional o de esas obras que sólo leemos los bibliófilos: los libros sobre los libros: las bibliografías y las ediciones críticas. Y siempre, y Agustín González nos ayudó mucho además porque puso en nuestras manos aquellos libros que dieron vida a nuestra columna de comentarios de libros, que este año ha arribado a sus cuarenta y cinco años.
Nos ayudó también en búsqueda de los mejores diccionarios de todas las especies, una de nuestras pasiones secretas. Y ello porque ningún escritor puede trabajar sin una batería de ellos cerca; los nuestros pasan de sesenta, de diversas materias. Siempre hemos sido tentados por aquello que decía nuestro Miguel Otero Silva(1908-1985) de nunca repetir un vocablo en un mismo texto: utopía de la palabra. Por ello hay que tener siempre un diccionario cerca, al lado, enfrente, en nuestra mesa de trabajoo al lado de la coputadora.
Y en todos esos casos Agustín González siempre estuvo a tiempo para dar el consejo preciso. Aleluya sea dada otra vez, hoy por Agustín González, a la amistad entre gente de letras.
Publicado por Roberto Lovera De Sola, en su columna "Taller Critico" en Caracas 3 de febrero 2009