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Mensaje a los hombres de la Nueva Tierra. Gracias a esa comunidad de vida y sus reuniones, conoci la


Entre 1986 y 1992 pertenecí a la Comunidad de Vida conocida como "Los Peregrinos" que fue considerado como una secta, con gran alboroto de los medios, incluyendo una "visita" de la DISIP a la sede de La Alta Florida, Caracas. Nuestras reuniones consistían en reflexionar con un guía, las palabras del "Mensaje a los Hombres de la Nueva Tierra" canalizado por la srta. Josefina Chacín Ducharne en la década de los 60, quien firmaba como "la esclava del Señor". Fueron años extraordinarios, de una riqueza profunda para las almas que escuchamos no sólo las reflexiones de esos mensajes sino el trabajo sobre el "ego humano" realizado por el filósofo J.R.Guillent Pérez, quien habitaba en la llamada "Granja Hogar "los Peregrinos", escritos que fueron registrados en las páginas dominicales del Diario "El Universal" de esos años.

El día 8 de septiembre de 1979 12:00 m. fue recibida la orden de transmitir este Mensaje al mundo. Y fue publicado en diarios de Italia, Venezuela y México, además de los libros publicados.

Josefina Chacín Ducharne, la esclava del Señor, hija de padres venezolanos y primogénita de doce hermanos, nació en la isla de Trinidad, el 22 de marzo de 1920. De pequeña fue traída a Venezuela por sus padres y criada en una granja, en una remota región sin escuelas ni iglesias. A los diecisiete años se trasladó con su familia a Caracas. Nunca realizó estudios oficiales ni recibió formación religiosa. La naturaleza y la vida familiar fueron sus maestros, y la voz de la conciencia su guía espiritual. A los veintisiete años, al morir su padre, Josefina asumió la responsabilidad de proveer a las necesidades de su madre y hermanos. Debido a su natural habilidad e inteligencia, fundó una fábrica de caramelos, llegando a ser una de las primeras y más exitosas mujeres de empresa de la Venezuela de entonces. A la edad de treinta y cuatro años tuvo una inesperada experiencia que transformó su vida, experiencia que ella misma describe, en diferentes momentos, como sigue: «El día domingo, fecha 22 del mes de agosto, del año 1954, a eso de las once de la mañana, encontrándome en la casa de mi residencia en la Urbanización “Alta Florida”, en Caracas, el Señor se me manifestó como el Ser que “ES”; fue una explosión de AMOR, LUZ, SABIDURÍA y BONDAD que se realizó en lo más profundo de mi ser dándome a conocer quién es Él y quién soy yo: el TODO y la nada...». «No tengo palabras cómo expresar en qué consistió esa “experiencia”... En ese momento lo único que comprendí fue que ESO era Todo y yo era nada, me vi como si yo hubiese sido una inmensa panela de hielo que en un instante, al contacto con ESO, se convirtió en una gota de agua y que todo lo que me atribuía a mí era obra de ESO, y sin ESO yo era nada...». «Fue lo que cambió totalmente mi vida, no deseando otra cosa desde entonces que cumplir Su Divina Voluntad...». «Esa toma de conciencia del Todo y la nada, que considero es fruto del esfuerzo realizado por toda la Humanidad, es “el Mensaje” dirigido a todos los seres humanos que estén dispuestos a reconocer su “nada” y dar paso al TODO, al Ser, en sí mismos...». «La repercusión que tuvo esa experiencia en mí fue un cambio de valores, un cambio de vida... Ya no sentía atracción por las fiestas ni otras reuniones sociales, hasta que tuve que dejarlo todo para dedicarme solamente a obedecer a esa fuerza que se manifestaba en mi interior como una voz a la cual me era muy difícil desobedecer porque se manifestaba como una voluntad superior a la mía; no porque viera malos aquellos valores que dejaba sino que en relación a lo que había recibido, quedaban superados porque no me satisfacían como antes...». «...y así me fui retirando poco a poco del contacto con el mundo exterior, en que entonces vivía, e identificándome cada vez más con esa Fuerza interna que poco a poco fui reconociendo como Voz que me orientaba en todos los actos de mi vida; era algo muy íntimo y personal que no sentía entonces transmitir a otras almas». Posteriormente se le revela a Josefina una unidad profunda entre su primera experiencia y la realidad viva y la conciencia de Jesucristo: «...tuve una experiencia viva reconociendo en él [Jesús] esa misma realidad de mi primera experiencia; de este modo pude reconocer ESO que ES y que hoy llamo el Ser, en el hombre, en la naturaleza humana, y que ha de manifestarse en todo ser humano». De niña fue bautizada por sus padres en la Iglesia Católica. Pero fue sólo después de su primera experiencia que ella comenzó a practicar la fe católica, y lo hizo con gran fervor y total dedicación: «Cuando vine a la ciudad, la religión no tenía ningún significado para mí, fue después del año 1954 cuando empecé a practicar la religión y lo hice profundamente y en convicción durante veinte años hasta el año 1974, cuando los sacramentos y los ritos religiosos fueron superados por la adoración a Dios en Espíritu y en verdad. Creo que ésta es la meta de toda religión». Siguiendo un impulso interior, que ella sentía como Voluntad de Dios, viajó varias veces a diferentes países de América, Europa y del Medio Oriente, residenciándose por algún tiempo en importantes centros de espiritualidad, como Fátima, Ávila, Asís, San Giovanni Rotondo, etc., y con más frecuencia en Jerusalén y en Belén. Muchos de sus escritos de este tiempo expresan sus internas inspiraciones e intuiciones con relación a la espiritualidad de cada lugar y a las personas con quienes entraba en contacto. En el año 1963, durante un retiro con un pequeño grupo de personas, fue sorprendida por una voz interior que le hizo comprender que ella tenía la misión de transmitir a otros lo que había recibido: «...esa Voz, a quien ahora llamo el Señor, para sorpresa mía y de los asistentes se manifestó ante todos, dándoles a conocer que se trataba de un MENSAJE para toda la humanidad y que yo debía transmitir a las personas que Él mismo pondría en mi vida...». A mediados de los años 70', varias familias, atraídas por su ejemplo de vida, expresaron el deseo de vivir junto a ella en colectividad, a fin de poner en práctica el Ideal de vida del Mensaje. Acordaron comprar un terreno en las afueras de Caracas, que más tarde se llamó “Granja Hogar Los Peregrinos”. Con el tiempo, muchas otras personas y familias se les unieron, no sólo provenientes de Venezuela, sino de otros países: México, Estados Unidos, Italia, Tierra Santa... Al crecer la colectividad, otros lugares en Venezuela y en otros países surgieron con el mismo fin. Los principios básicos de la Colectividad que se formó espontáneamente en torno a Josefina Chacín Ducharne fueron, desde sus comienzos, la exclusión de toda forma de institucionalización, jurídica o religiosa, y el rechazo consciente de cualquier clase de proselitismo. Su ideal de vida puede resumirse así: fidelidad a la propia conciencia y respeto a la libertad y conciencia de los otros, así como el esfuerzo de centrar la propia vida en la Voluntad de Dios, a ejemplo de Jesucristo, renunciando a toda forma de egoísmo. En el seno de la Colectividad, Josefina fue la madre amorosa totalmente dedicada a sus hijos espirituales, pequeños y grandes, satisfaciendo sus necesidades, desde sus inquietudes internas hasta los pequeños detalles de la vida diaria. Ella tenía el don especial de traducir las más elevadas enseñanzas en formas concretas y simples de la vida práctica. Su destacada personalidad y su profunda y sencilla sabiduría tocaron la vida de muchas personas, más allá de la Colectividad, a través de contactos personales y una nutrida correspondencia. Sus últimos veinticinco años de vida estuvieron marcados por crecientes padecimientos físicos que ella aceptaba con paciencia y valentía como parte de su entrega a la Voluntad Divina, viéndolos como un regalo de Dios para ayudarla a encarnar el Mensaje que ella sentía que debía transmitir más con su vida que con sus palabras. No obstante su continuo sufrimiento y su constante atención a las muchas personas que acudían a ella, siguió desplegando una fructífera actividad, escribiendo muchos otros libros con ulteriores comprensiones y elucidaciones acerca del Mensaje. El 4 de enero de 2007, a los 86 años de edad, Josefina fue llamada a su eterno descanso en el Señor, dejando un ejemplo de total correspondencia entre sus palabras y su vida, siempre fiel a su misión de entrega incondicional a la Voluntad Divina. Vivió hasta el final la conciencia de su “nada con relación al Todo” que se dio en ella desde su experiencia primordial.

01/10/1993

El nuevo retorno de los brujos

Fabrizio Mejía Madrid (Ciudad de México, 1968)

En el cierre del siglo, a la hora de la pulsión modernizadora, la proliferación de cultos religiosos, la derrota de las ideologías y otros requiebros del espíritu y la materia, nuevos milenarismos locales, compañeros de ruta de las disidencias más disímbolas, comulgan en una mística que apuesta por su propia, peculiar, historia.

El 2 de octubre de 1988, en columnas de diez, un grupo de mujeres marcha de la Plaza de las Tres Culturas al Zócalo, en sentido contrario a la conmemoración luctuosa y política del 68 mexicano. Celebran a "Regina", una estudiante de medicina y edecán de la Olimpíada de México 1968, muerta el 2 de octubre en Tlatelolco y convertida en semidiosa por el abogado Antonio Velasco Piña. Según algunos testimonios, Velasco vio la fotografía del cadáver de Regina Teuscher en las páginas de Siempre! e inventó una diosa a lo largo de tres novelas (La mujer dormida debe dar a luz, Regina y Cartas a Elizabeth). En la presentación de su último libro, El retorno a lo sagrado, la hermana de Regina interrumpió a Velasco Piña para preguntarle quién le había autorizado a usar el nombre de su hermana para su nueva religión. La polémica continuó en la prensa en boca de Elena Poniatowska y Luis González de Alba. Negado por los gobiernos de las últimas dos décadas, el 68 parece entrar por la puerta del misticismo o quizás en México no existe más historia que la que se asemeja a los mitos y a las religiones.

Marqué. Velasco Piña me contestó el teléfono:

-No doy entrevistas. Todo lo que usted quiera saber está en mis libros.

En los libros de Velasco, la mitología arranca cuando Adolfo Hitler envía a un personaje de las S.S. llamado "El Coronel" a Japón con los "guardianes de la cultura aria" a estudiar la religión Bon y sus "conocimientos acerca del poder de la mente y la voluntad". Rechazado por los Bon, "El Coronel", cuenta Velasco, es aceptado por los lamas del Tíbet y, con el permiso del Führer, es educado en su religión hasta 1938. Diez años después, nace Regina en México con Velasco Piña como "testigo" (la función del "testigo" consiste en "redactar el fiel testimonio de lo que va a ocurrir en México"). Hitler avanza sobre la URSS para bombardear a los lamas que se niegan a entrenar a un número suficiente de alemanes para formar un "campo magnético-mental". Cuando termina la guerra, "El Coronel" ayuda a la reconstrucción alemana en una empresa de su amigo Karl, exmiembro del Partido Nazi, quien lo envía a México para la exposición industrial en la recién inaugurada Ciudad Universitaria en 1954. Ahí conoce a un estudiante de historia, Ayocuan, amigo de Velasco Piña, entonces alumno de la Facultad de Derecho. Ayocuan y "El Coronel" salvarán al Dalai Lama durante la anexión del Tíbet a China Popular.

"El Coronel" muere en el intento. Precisamente en ese año, 1958, Regina y sus padres se encuentran en la casa del Dalai en Lhasa. Ayocuan iniciará a Velasco y morirá en 1975 de un infarto en un Ashram en la Tarahumara. Regina, por su parte, iniciará un proceso de estudio en el nuevo hogar de los lamas en India y llegará en marzo de 1968 a México con una misión específica despertar -el término "despertar" es una idea de los teosofistas rusos G. I. Gurdjieff (1866-1949) y de P. F. Ouspensky (1878-1947) y alude al estado somnoliento de los seres humanos manipulados por la Luna-, despertar el chakra (centro energético)

mexicano contenido en los volcanes del Anáhuac desactivando la energía lunar mediante la manipulación de una pirámide en Teotihuacán, purificar a un grupo de estudiantes, congregar a 400 mil personas en el altar del poder y, después de un silencio, nombrar tres veces el nombre de México (un mantram) y despertar a los dos volcanes. Como en 1473 todas las deidades femeninas -Coyolxauqui, Coatlicue- que se veneraban en Tlatelolco fueron sustituidas por deidades masculinas, produciendo un desequilibrio en el que lo femenino está más aletargado que lo masculino, Regina no logra despertar al Iztaccíhuatl. Organiza entonces el sacrificio de 401 personas para lograr este despertar e iniciar un proceso de ampliación de conciencia mundial. Ese sacrificio ritual es la matanza del 2 de octubre.

Es un mito que da para todos. Frente a las críticas de los líderes del 68 y de la familia de Regina Teuscher, el también abogado Francisco Lerdo de Tejada, amigo y seguidor de Velasco desde los setentas, explica en su despacho de Polanco: "González de Alba tiene razón. Tanta valentía y entrega para que ahora les digan que fue Regina la que dirigió el movimiento... pero, ¿y en Francia, en Alemania, en China, en Estados Unidos, también dirigieron ellos? Fue un movimiento mundial". Y asegura: "La familia de Regina no podía saber de su misión, Regina lo hizo todo en forma secreta".

El reginismo no es un hecho aislado ni el resultado exclusivo de los libros de Velasco Piña; miles de personas pertenecen a grupos o participan en rituales eclécticos desde 1987. Se ubica en una tendencia mundial autodenominada New Age, cuya representante más vociferante es la actriz Shirley McLaine. En México ha adquirido el nombre de "movimiento de la nueva mexicanidad" y actualmente se divide en dos grupos: unos, los ligados al reginismo y sus combinaciones "azteco-orientales", insisten en que cualquier expresión que reivindique la síntesis de lo esencial de las religiones 1es pertenece; otros, los identificados con un culto purista de lo "auténtico mexicano", niegan su cercanía con toda religión que no sea la del Altiplano mexicano. Sin embargo, entre ambos existe una amplia franja de grupos que niegan las diferencias "teóricas". Se calcula que actualmente, sólo en la Ciudad de México, existen entre 30 y 40 calpullis iniciáticos.

La historia es más larga El primer llamado fue de José Argüelles del Earth Celebrations 2000 en marzo de 1986: con la radiación nuclear de la postguerra, se ha liberado "una señal que llamó la atención inmediata de las inteligencias superiores galácticas, a las que los humanos conocemos como OVNIS o platillos voladores". Según Argüelles, nos acercábamos al principio de la última etapa de la evolución humana la era posthistórica que nos llevaría a la "percepción intuitiva de las leyes naturales". Era inevitable: el "campo psi" de la Tierra, el "Dios del DNA terráqueo" (una supuesta franja de energía, también llamada Campo M, que funciona como memoria colectiva con dos hemisferios "cerebrales": racional e intuitivo) así se lo estaba ordenando a los seres humanos y anunciaba también el regreso de Quetzalcóatl. En febrero de 1987, Argüelles hace el "último llamado". Siguiendo un texto del poeta místico norteamericano, Tony Shearer, Argüelles indica que la nueva era sólo se abriría, como "Convergencia Armónica", si 144 mil personas "crean un campo energético de confianza a las inteligencias superiores galácticas quienes guían y controlan el planeta".

En México, Domingo Días-Porta del Movimiento para una América India Solar, el Instituto Mexicano de Astrología y la comunidad hippie-ecológica de Tepoztlán, Huehuecóyotl, organizan las "cadenas energéticas" en los principales sitios arqueológicos del país. Simultáneamente, en Santiago de Compostela, Velasco Piña encabeza una "convergencia" por el despertar de la conciencia en España, preparativo para la formación de los "clanes de Quetzalcóatl" de la Fundación Planeta Gaia en 1992. Los rituales se consideran un éxito: a los centros rituales asisten miles de personas atraídas bien por los OVNIS de Argüelles, bien por el comienzo del Sexto Sol que, según todas las agrupaciones, tanto tradicionales como neomexicanistas, había anunciado Cuauhtémoc el 13 de agosto de 1521.

El 2 de octubre de 1988, ante el estupor de los convocados a la marcha de los veinte años de la matanza de 1968, un grupo de mujeres vestidas de blanco esparce pétalos rojos en Tlatelolco para formar la figura de Coyolxauqui. Pretenden marchar en sentido contrario al de las organizaciones políticas haciendo sonar cuatro caracoles. Velasco Piña a la cabeza, el asunto estuvo a punto de suscitar un enfrentamiento entre los adoradores de "la reina de México", Regina, y "los campesinos y seguidores de Cuauhtémoc Cárdenas", como se los definió Ruz Buenfil de Huehuecóyotl a Argüelles.

El 12 de marzo de 1989, 200 personas concurren en Palenque por iniciativa de Velasco Piña con el objetivo de "reabrir los centros ceremoniales mayas". Tres meses después, el 30 de junio, Velasco trae al XIV Dalai Lama Tenzin Gyatso a una Ceremonia Ecuménica por la Paz en la Catedral Metropolitana para restablecer los flujos de energía del continente, interrumpidos por el Canal de Panamá -a este conjuro los "reginos" atribuirán más tarde tanto la caída de los regímenes socialistas en Europa del Este como la caída de presidentes constitucionales en América del Sur- y el 2 de julio se inaugura la Casa Tíbet-México, que desde ese momento será un centro de reunión de los new-agers en México. Las tareas que se abren a partir de esos años, según Ruz Buenfil, son el fin de las ideologías materialistas "que sustentaban a los estados del socialismo real" y abrir un "tiempo de perestroikas globales, de purificar los sistemas políticos obsoletos... de cambiar la frecuencia y entrar en la Cuarta Dimensión, la dimensión galáctica".

En 1990, patrocinado por la Casa Tíbet-México, Velasco Piña hace una gira con Banyacya de la nación hopi de Estados Unidos y el 13 de diciembre presenta su libro Cartas a Elizabeth. En 1991, Tíbet-México, Pro-ser (una red de establecimientos naturistas y esotéricos) y la editorial Círculo Cuadrado organizan el Primer Encuentro sobre el Despertar de la Conciencia en México. Velasco Piña es el ponente. En marzo el Sagrado Consejo de Nacionalidades, el Congreso Biorregional de Grupos Ecologistas de México y el Consejo Intertribal de la Nación Arcoiris (una red multinacional de organizaciones que va desde la corriente de Jesse Jackson dentro del Partido Demócrata de Estados Unidos hasta experiencias de ecologismo profundo en Europa) convocan al Consejo de Visiones en Temoaya, Estado de México y, junto con algunas etnias mexicanas y representantes del New Age de Estados Unidos, peregrinan a Teotihuacán el 21 de marzo con los primeros rayos del sol. Y en la que quizá fue la concentración en Teotihuacán más numerosa de fieles -medio millón-, un ritual que unifica no tanto a las "cuatro razas" del mundo como a los principales líderes de la neomexicanidad cierra el ciclo de despertares antes del eclipse de 1991.

El 11 de junio, los neomexicanistas representan una danza "azteca-tibetana" en el atrio de la Catedral de Santiago de Compostela en España. Eran "citlalminos", otro nombre para los "reginos" que combinan, como símbolo de la nueva cultura de síntesis, al Tíbet con las culturas precortesianas, el ecologismo profundo, los mayas y los extraterrestres. Según Juan Anzaldo, editor de la revista Cé-Acatl, sus encuentros internacionales son auspiciados por la Gran Fraternidad Universal, fundada por Serge Raynaud de la Ferriere de la Orden de Acuario o por las cuotas que, según Anzaldo, rebasan los 30 salarios mínimos y que pagan las señoras de Polanco por conocer al Dalai Lama. En la Casa Tíbet-México, la inscripción a un curso introductorio tántrico-tibetano de tres meses rebasa los 550 nuevos pesos.

Y el movimiento parece encontrar reflejos en los medios de comunicación. Para principios de 1994, se planea el estreno de la película Regina en la que el papel de Velasco Piña será interpretado por Richard Gere. Explica Consuelo Sáizar, editora de los libros de Velasco Piña, Argüelles, Ruz Buenfil, Víctor Sánchez y Emma Godoy: "La primera edición de Regina, de dos mil ejemplares, se agotó en tres semanas, la segunda fue en noviembre y la tercera en marzo. De la cuarta a la séptima fue una venta constante pero nada espectacular. No sé de qué manera el libro cayó en manos de Raúl Velasco y empezó a hablar del libro en Siempre en Domingo en marzo de 1991. Comenzó a hacer una publicidad gratuita que redundó en el gran éxito de librerías y creo que la participación de Raúl Velasco, que no ha sido mencionada, fue fundamental para la masificación del libro. Desde la séptima edición Regina es de 15 mil ejemplares y su éxito arrastra a los otros libros de Toño (Velasco Piña). Nuestro sello editorial, Círculo Cuadrado, parte de la cosmovisión femenina, pero no tenemos vinculación con ningún grupo. El hecho de que el sello editorial se llame igual que los grupos de mujeres organizados en torno a la figura de Regina fue una coincidencia. De esos grupos ni puedo hablar ni estoy muy enterada".

Por otro lado, en Tamaulipas Manuel Cavazos Lerma, que bajo el lema de campaña "El Despertar de Conciencias", consiguió elegirse como gobernador, anunció una "reforma educativa" ayudado por la Universidad Internacional Maharishi que consistía en la impartición de cursos de yoga en todos los niveles educativos. Ello "permitirá trabajar hasta veinte horas diarias con una verdadera mística de servicio" anunciaba el boletín del estado. Dos días después del anuncio, el gobernador se desdijo. Las relaciones entre modernización y mística son todavía inexpugnables.

Veintitrés de febrero de 1993. Museo de la Ciudad de México. La voz en el teléfono me había dicho: "Ocurrirá un acto de traspaso de energía". Cuando llegué me dieron un programa en el que se anunciaban las celebraciones por el emperador Cuauhtémoc. Andrés Segura Granados, con un pebetero de copal y escoltado por Juan Guerrero y otro jefe de la Tradición en silla de ruedas, invita a dos "hermanos mayas" a sentarse en el presídium. De pie, el auditorio saluda a los cuatro puntos cardinales siguiendo los movimientos del pebetero en las manos de Segura y una canción en náhuatl que se saben los que portan cintas rojas en la frente. Habla durante casi dos horas del escudo de la bandera: el águila, el "mensaje solar", la serpiente: la energía que se manifiesta por ondas como el "agua quemada", el nopal como espíritu y la tuna como corazón que "nos habla de esa manera de estar sanos a través de lo que comemos" -según él, el nopal ayuda al riñón y la tuna al intestino y por ello, dice, un plato de nopal y un vaso de pulque son más sanos que "otras cosas sofisticadas como el huevo con jamón o el pollo"- y la piedra, el sostén, la perdurabilidad, Dios.

Con voz aguardentosa y modulada, Segura recuerda a un predicador gringo que puntualiza a sus "hermanos" las verdades: los indios vivían en armonía con la naturaleza, el águila no está devorando a la serpiente sino que la sostiene, Einstein pensaba como azteca pues decía que entre más dividía las partículas subatómicas, más se acercaba al espíritu. "Ser mexicano es ser cósmico", ofrendar el corazón con conciencia solar. Una rubia sostiene una efigie en bronce del escudo nacional en tiempos de Iturbide. Al auditorio, menos adinerado que el de Velasco Piña, no parece importarle otra cosa que el fin del mundo. Un confeso universitario cita a Vasconcelos y anuncia que cuando "despierte Huitzilopochtli, México será líder mundial" y empieza la danza de las cifras para el inicio del Sexto Sol, el de la Justicia: 1974, 19 de septiembre de 1985, 1987, 6 de julio de 1988, 2026. Y ante la profecía de la unción de un Papa negro, de un cisma en el Vaticano y el establecimiento de un segundo Papa blanco en Puebla, el Maestro Segura anuncia que "debemos prepararnos porque el Quinto Sol está por terminar"; sus signos: "Las cosas que son de México regresarán y ya han vuelto el Códice que un héroe nos trajo del Louvre y el Códice Badiano que devolvió Juan Pablo II. Regresarán más". Antes de la despedida cardinal, algunas personas abandonan el Museo, confundidas. Alguien comenta: "Esto es tan nuevo".

Horas más tarde, a un costado del Templo Mayor, un grupo de menos de cien personas se arremolina en el espacio del eclecticismo: algunas mujeres riegan pétalos hacia los "rumbos cósmicos" y encienden veladoras, otros meditan en círculo y uno más, en soledad y recostado sobre el pavimento, grita sin decir nada. Ha empezado la velación de Cuauhtémoc que concluirá con cantos y danzas a la salida del nuevo sol y el inicio de un maratón del Templo Mayor a Ixcateopan, Guerrero, donde existe un supuesto sepulcro de Cuauhtémoc.

En ese entonces me la pasaba pensando que sería de la vida de Ana María. Su camino había sido de terracería un día conoció a una pareja que pedía aventón para salir de Cipolite. Los recogió y tiempo después los tres vivieron juntos. La pareja creía que se iba a acabar el mundo.

-Era difícil vivir con ellos- decía Ana María-. Yo trabajaba, me levantaba temprano y cargaba el tanque de gas mientras ellos saludaban al sol y hacían todo para salvarse de la destrucción final. No aguante mucho y me fui. Como el mundo no se acabó, los dos dejaron a su Maestro y ahora siguen juntos.

Ana María se mudó a una casa de huéspedes en Coyoacán. El hijo de la dueña creía firmemente que era Dios y curaba gente con la palma de su mano. Ana María abandonó la casa cuando "Dios" fue detenido por delitos contra la salud. Fue la primera persona que me habló del misterio y el silencio en torno a los "Círculos Cuadrados de lo Sagrado Femenino". Nos vimos en San Angel:

-Los juramentos de los "Círculos Cuadrados" de Regina -continuó Ana María- son secretos: ninguna mujer involucrada te los va a dar y ningún hombre los puede tener. Es un misterio lo que trae ese juramento. Pero algo tiene que estar pasando. Mi madre, una señora con amigas de las Lomas y Polanco, viene a decirme que resulta eficaz la cura contra el dolor por su divorcio que le recetó el brujo de Coyoacán, el Maestro Lorenzo. Algo esta pasando cuando las señoras de Polanco llenan los jacuzzis de sus residencias con petalos de rosas rojas y vino tinto y entran a las "pirámides" de los productos naturistas Sunshine para adelgazar.

Ana María me presenta a una amiga suya, Cristina Barajas, quien, junto con Froylan Rascón y un pequeño grupo de colaboradores, transmiten un programa de radio que aborda asuntos campesinos. Su opinión es distinta:

-El éxito de Velasco Piña está en que es fácil que un "prieto", consciente de toda la carga peyorativa que significa serlo en nuestro país, se identifique cuando le dicen que pertenece a algo que va a "despertar las conciencias". Se le abre un espacio en el que, siendo mestizo, puede colaborar con alguien en una empresa trascendental. Velasco y algunos grupos mexicanistas han oscurecido el clima. A la verdad se llega, según Castaneda, después de desechar los accesos mediocres. Esto es lo mismo. La verdad de los indígenas es la de sus demandas y sus propuestas a la situación de sus comunidades y países. Eso es lo que vale la pena escuchar.

Ana María me da el teléfono de "El testigo", un "auténtico mexicano". No puede decirme su nombre. Llamo. Nadie contesta.

La mexicanidad, por la vía de idealizar a las culturas precolombinas como sexualmente igualitarias, y la neomexicanidad con la reinvención de la mitología femenina alrededor de la luna y la tierra con "diosas" como Regina, han conseguido una base organizativa formada fundamentalmente por mujeres. Desde las iniciativas de construir Cihuatlahtocanes -consejos de mujeres que recuperen el papel de la mujer en "educar, curar, alimentar e integrar al hombre como su pareja dentro del hogar"- hasta la construcción de "Círculos Cuadrados de lo Sagrado Femenino", iniciados en los rituales "aztecatibetanos", el feminismo toma una ruta mística. Benardina Green, una gruesa mujer de 53 años, líder desde hace 14 años de la Comunión de la Mexicanidad Liberal -"mexicanidad y liberalismo significan lo mismo"-, explica los objetivos del neomexicanismo feminista y su larga marcha hacia la formación de un partido político:

-El 27 de octubre de 1979 decido iniciar un movimiento cultural trascendental con la mexicanidad. A este movimiento se une Rodolfo Hernández y nos dedicamos nueve meses a pintar un cuadro de Cuauhtémoc con el objetivo de reivindicar su figura como águila ascendente. El 25 de diciembre de ese año, conozco a Andrés Segura Granados y junto con el Capitán Felipe Aranda y sus danzantes, me propongo una labor de 21 años: 7 de promoción cultural, 7 de concientización y 7 de consolidación política para prepararle el camino al señor Cuauhtémoc al poder político del país. No tiene que ver con Cárdenas, el solo es una señal en el camino trazado por maestros abuelos.

-¿Y qué tipo de gobierno plantea tu movimiento? -le pregunto. Estamos en su departamento de Narvarte. En silencio, me da un cartel que muestra un mapa de México encerrado en un círculo de fuego que flota sobre el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. Atrás del cartel esta impresa la declaración de principios: "El parto de la mujer dormida y la calpucracia moderna".

-La palabra que sintetiza la idiosincrasia política de nuestros pueblos: el calpulli -continua Green-. He empezado la difusión de la calpucracia, que es la sublimación estructural de la democracia, la filosofía de la ecopolítica, el autogobierno comunitario, el sistema de educación vocacional e integral, el sistema de economía participativa y compartida que se fundamenta en la ley de la sociedad laboral en donde todos seamos socios, el administrador y el obrero. El proceso del pluripartidismo es irreversible. Y por eso, después del fraude de 1988, contemplo la posibilidad de fundar un partido y antes de un año pretendo haber recorrido los 32 estados de la República proponiéndole al pueblo la ideología auténtica. La calpucracia es una gran verdad porque todo en el universo es comunitario, el universo es una calpucracia.

-Yo llegué a México en 1968 de Tijuana. Estaba embarazada y di a luz a mi hijo aquí con el impacto de Tlatelolco. Está marcado que sea México el lugar del cambio porque tenemos la capacidad grabada en nuestros códigos genéticos, como pueblo sabio. Hay que despertarlos. Y este 21 de marzo colaboraremos en el despertar con unos hermanos de Acapulco que desde hace dos años trabajan para abrir a nivel espiritual 7 puertas que traigan el progreso espiritual y material de nuestro pueblo. Si todo es matemática en el universo, todo lo que sea matemática en esta tierra tiene relevancia. En 1993 se inicia una nueva cuenta en México, pues es depositado en nuestro poder circulante -al tocar la moneda con las manos transmitimos nuestra energía, al contarla aplicamos la energía mental-, el nuevo peso. Este 21 de marzo que es el parto de nuestra Madre Tierra queremos las mujeres parir en Acapulco nuestra bendición a estos nuevos pesos.

Political correctness de la mexicanidad tradicional: no llamar "conquista" a lo que es "invasión", ni derrota a lo que es "resistencia". No llamar "marido" ni "compañero" a tu "dualidad". No llamar "Imperio" a lo que era una "confederación de Anahuac", no llamar "Emperador" al "Tlatoani y su contraparte administrativa Cihuacóatl". Nunca mencionar los sacrificios humanos pues eran, o bien operaciones avanzadísimas del corazón, o bien "un infundio de Cortes para justificar el genocidio". Los españoles no derrotaron a los mexicas por superioridad técnica o habilidad política sino porque los preamericanos "no conocían el latrocinio, la mentira, la calumnia y la traición". El "machismo" es un termino aplicable sólo a los europeos porque los indios creían en la "dualidad": Ometéotl, que no es sino la combinación de cromosomas XX-XY. Nuestros ancestros no eran politeístas: creían en el Gran Espíritu, porque "no tenían dioses sino energías

naturales a las que se les pedía y agradecía". "Plaza de la Constitución" y "Zócalo" son palabras colonialistas y falsas para Huey Itualli, y el Templo Mayor no lo es porque es el Huey Teocalli. Las pirámides no son monumentos sino "maquinaria generadora de energía", los aztecas no eran pueblos explotados por una teocracia sino comunidades socialistas. No debe llamarse "indígena" al "Auténtico Mexicano". La difusión de la cultura mexica se debe llamar "ofrenda". El 30 de junio, que ha trascendido como "la Noche Triste", es la noche victoriosa de Cuitláhuac. El 13 de agosto no es el fin del sitio a los aztecas sino "la defensa heroica de Tenochlitlán como una fecha para homenajear a los defensores de la soberanía nacional ante la primera invasión extranjera". Las "elecciones" de 1994 serán una reinstauración de las "guerras floridas".

Cuando me bajo del auto, son ya las cinco de la tarde del 21 de marzo. Teotihuacán parece la Basílica en 12 de diciembre: danzantes, círculos de respiración, meditadores con las manos al cielo, miles vestidos de blanco acostados boca arriba, jóvenes encendiendo incienso y copal al ritmo de un caset de Jorge Reyes y una larga cola para subir, entre empujones, a recibir energía de la cúspide de las pirámides. Según me dicen, esta concentración de fieles se ha prolongado desde el día anterior y como a las 4 de la mañana del 21 llegó a su punto más alto. Antes de que anochezca muchos se retiran: "Es que más tarde te pueden asaltar".

De regreso de Teotihuacán me acuerdo de esos dos jóvenes que viven en Real de Catorce. Un día llegaron al pueblo con sus libros de Carlos Castaneda y un puñado de ácidos, buscando a alguien que les enseñara el camino del guerrero. Un hombre les dijo que cada uno escogiera una piedra y la arrojara a la mitad del desierto: en el lugar donde cayera, ahí estaría el peyote que les tocaba, el peyote que los había elegido. Nadie sabe bien que fue lo que sucedió pero los encontraron después de varios días tirados en la arena. Cuando volvieron en sí, quizás habían encontrado el puente entre su "tonal" y su "nagual" y estaban ya en el segundo anillo de poder. Los jóvenes no se acordaban de dónde habían venido ni de sus nombres: perdieron su pasado, aniquilaron su lugar en el mundo. Y viven en Real de Catorce ayudándole a una señora a hacer de comer y a cargar leña. Y te miran como si te traspasaran, con los ojos empeyotados de la sabiduría.

La industria de la mexicanidad: cursos de lengua azteca, matemáticas y filosofía autóctona, dibujo ideográfico, danza mexihca (sic), cursos introductorios sobre los gobiernos socialistas del Anáhuac, alpinismo y meditación, cultivos de autosuficiencia, medicina tradicional, elaboración de atuendos mexicanos, cursos de poesía y canto, filosofía náhualt, calendarios, visión cósmica, astronomía, artesanía, visitas guiadas a sitios arqueológicos una vez al mes, centro cultural y ceremonial con biblioteca, librería y aulas acondicionadas en espacios arquitectónicos de inspiración autóctona, medicina tradicional, taller de raíces, alimentos y dulces mexicanos, interpretación de códices, venta de cuadernos de trabajo para aprender náhualt, tecnología del mundo preamericano, ecodesarrollo, taller de teatro y chitontequiza Cuauhtleco, taller de textiles, alimentación natural de acuerdo a la caracterología de la persona, ecología mágica mexicana.

La nueva religión sintetiza el Pensamiento anticolonialista de los setentas, la idealización del pasado indígena, la espiritualidad "natural" opuesta a la idea de progreso, la coyuntura mundial a favor de las minorías étnicas y el secreto gubernamental alrededor del 68, el discurso de la globalización como sincretismo que elimina la sensación de caos que trae el respeto a las diferencias, la medicina no alopática en un momento de rezago de la seguridad social, las teorías como "Gaia" -que, por cierto, nada tiene que ver con la idea de Lovelock sobre las relaciones de la atmósfera con los primeros organismos vivos- para vincularlo a un ecologismo profundo que cree que la tierra esta viva y que, por tanto, debemos regresar a las deidades femeninas, al matriarcado. Por último, las semejanzas entre la Virgen de Guadalupe y las diosas tibetanas. Rechaza las religiones tradicionales, insiste en una transformación personal y, de esa manera, se enlaza con discursos como los de la superación personal. Homologa sanidad y santidad, reivindica la intuición y las sensaciones. Cree en el regreso de un dios indefinido y cósmico que es pura energía. Equipara hechos históricos con los estados espirituales superiores a lo material. Trabaja por la paz y rescata prácticamente todas las técnicas de meditación y relajación conocidas -desde la yoga hasta la hipnosis-, incluyendo la danza y la música autóctonas. Promete una Edad de oro que comenzara en México y Perú: los new agers mexicanos son los únicos que, frente al derrumbe de las certezas, aseguran conocer casi matemáticamente el futuro.

La Iglesia Católica se preocupa por las nuevas religiones. En El New Age. Presentación y juicio cristiano, un informe editado en Roma en 1992 para los católicos, Donal Leonard asegura que el New Age "abre la puerta a una religiosidad sin Dios, donde las experiencias psicológicas toman el lugar de la divinidad... Se revela como radicalmente anticristiano al negar sus verdades fundamentales": es panteísta, egocéntrico -búsqueda personal y ego-building-, "Cristo se reduce a un maestro o a un extraterrestre", descentra al hombre en el mundo, quien "no es ni una persona, ni libre, ni responsable de sus acciones, solo participa del todo cósmico" y "no es del todo ajeno a una ideología de izquierda, de cariz anticapitalista y anti-industrial". En el discurso del New Age, el termino espiritualidad significa "anti-institucional" y "religiosidad indefinida" y "meditación ya no indica un método fundamental de orar" sino "una técnica anti-stress". "Este cambio de lenguaje -continua el informe- hace casi imposible todo dialogo porque se elimina la unidad de conceptos que lo permite".

El catolicismo no puede dialogar, pero se preocupa: "Según los últimos sondeos sociológicos, estamos ante una religiosidad destinada a convertirse en fenómeno de masas debido a su ambigüedad, a su fuerza comercial...". En consecuencia, llama a los ministros del culto católico a combatir a la nueva religión: "El cristiano debe reafirmar que Cristo es el único capaz de dar un sentido autentico al hombre y a su vida... El cristiano no puede ser ajeno a la nueva sensibilidad ecológica... [Llamar] a una vida más simple, capaz de resistir a las tentaciones materialistas y hedonistas... Superar el racionalismo frío en las expresiones y en la practica religiosa... Revalorar la dimensión comunitaria del pueblo de Dios, capaz de atraer a aquellos expuestos al peligro de entrar en nuevos movimientos religiosos que prometen relaciones humanas animadas y vivificadas por energías o fuerzas misteriosas". Por último, llama a los obispos a enviar "pastorales de prevención a los cristianos contra el New Age".

Rosa María Zúñiga, del grupo de danza, filosofía náhuatl, yoga y Tai-chi, de nombre Chicomecóatl -Siete serpientes, es decir, las siete energías que el maíz, el amaranto y el nopal absorben para alimentar al hombre-, piensa que existe otro camino distinto al de los concheros y a los Círculos Cuadrados de lo Sagrado Femenino de Regina: "Estuvieron a punto de expulsarme de un grupo de concheros por ser mujer y criticar al capitán de la danza. Hay un trato despectivo hacia las mujeres: te tratan como sirvienta. Y en los Círculos de la `Madre Regina' -como ellas dicen- existe mucho fanatismo. Nos ponían a meditar visualizando a Regina y todas veían algo y le hablaban, pero yo no. Nosotras no queremos saber `citlalmina' (la mezcla de la danza guerrera y la tibetana) y estoy en contra de que este movimiento sirva para enriquecerse algunos, fanatizarse muchos y dividirse todos. De hecho, esto que llaman la nueva mexicanidad es solo para algunos, para quienes pueden pagar los cursos. Viendo así las cosas, nosotras mismas desde abril de 1992 hemos empezado a prepararnos en algunas disciplinas con la ayuda del Maestro Arturo Meza, tratando de no caer en fanatismos ni en abismos de Personalidad".

¿Que es todo eso del penacho de Moctezuma? -le pregunté a una amiga que fue "regina" y luego se decidió a apoyar luchas campesinas en la Sierra Norte de Puebla.

-Nada, un escándalo. Si quieres saber, ve al Club de Periodistas y habla con el Maestro Coacóatl... Miguel Angel Mendoza. ¿No sabes quien es? Es un sabio de la cultura mexica que se opone a Xoconoztle, el que quiere recuperar el penacho de Moctezuma en Viena.

-¿Está en contra?

-Sí, parece que descubrió que todo era un negocio, no sólo para llevar gente de aquí para Austria y que le saliera gratis el boleto, sino que además los pone a danzar allá y pide dinero. Se queda con todo y se esta haciendo millonario. Uno de los chavos indígenas que llevó a Austria anda diciendo que Xoconoztle trató de prostituirlo con unas austriacas a las que les vendió la idea de que un acostón con un "auténtico mexicano" les aumentaba la energía corporal. Las austriacas querían probar aquello y pagaron, pero el chavo no quiso y se regresó. Eso da muy mala impresión de los mexicanos en el extranjero, ¿no?

Vuelvo a llamar al teléfono de "El Testigo". Contestan. Pido con él. Hacemos la cita.

Diez de abril. Zócalo de la Ciudad de México. En una nueva confusión de demandas, los neomexicanistas confluyen con las marchas campesinas en el aniversario luctuoso de Emiliano Zapata. Los mexicanistas le han llamado "Día de la Conciencia y la Unidad" para exigir al gobierno su apoyo para la recuperación del penacho de Moctezuma, uno de los signos que abrirán el Sexto Sol.

Entre la multitud que espera el inicio de una danza conchera, encuentro a Gabriela vestida de blanco. Hace unos cuatro años vendió su casa en la Del Valle y quemó todas sus cosas para emprender una "búsqueda", como ella anuncio entonces. Anduvo en Chiapas y llegó a escribir alguna postal desde Palenque sobre la tumba de Pacal, "el viajero galáctico 13 66 56", sobre los chamulas, los campamentos de refugiados guatemaltecos y luego no supimos nada porque le dio paludismo. Alguna vez me platicó de una especie de terapia sin psicoanalista que realizaba periódicamente: la "recapitulación", que consiste en meterse a una caja de muerto a tratar de recordar las sensaciones más fuertes de la vida, desde las prenatales hasta las del día anterior en cualquiera de sus reencarnaciones. Recuerdo que me advirtió -como si yo fuera a probarlo- que nunca me metiera en una caja de muerto de otro, porque sentiría los recuerdos del dueño y las energías negativas a lo mejor cerraban la caja para siempre. Me acerco a ella mientras grita que ha tenido un sueño en el que se abre la tierra y se traga todo lo malo. Ha cambiado. Enrojecida por el calor y los alaridos, la saludo pero no estoy seguro de que me reconozca. Tengo la sensación de que ha estado en la caja de otro. Me sonríe. Parece feliz. Y con esa sonrisa rígida, Gabriela se va y a mí me parece que explotará como un globo ante mis ojos.

En una casa cerca del Bosque de Chapultepec, "El Testigo" me recibe. Es delgado y tiene la cabeza blanca. No tiene nombre, pero es extremadamente cordial. A 25 años de 1968, el tema es ineludible:

-El 68 no se puede explicar sin el 48. En 1948 termina la Era de Piscis, una Era basada en la fe, que tuvo como defecto un énfasis en el fanatismo tanto religioso como político. Y como ventaja, cierto desarrollo de la parte intuitiva de la Humanidad. La Era de Acuario tiene un mayor énfasis en la parte intelectual del ser humano y de los anhelos de libertad. Tiene un impulso cósmico que lleva a todo lo que es planetario, a todo lo que abarca a toda la Humanidad y el eje de captación de las energías cósmicas cambia de los Himalayas, que era donde había estado durante 2 mil años, a los Andes, de Asia a América.

Por la polaridad Norte/Sur que se da en todo -el Norte siempre es más activo- entonces se necesitaba que el primer centro que se reactivara fuera el de México. Regina es la capacitada en los Himalayas para iniciar el proceso de despertar de los Andes. El 68 es el primer acontecimiento importante de la Era de Acuario. Si un grupo lo manejo con una finalidad política, eso no quiere decir que no haya otros grupos con otras finalidades y la central fue Ia espiritual. El movimiento del 68 fue planetario y en todos los casos siguió un mismo esquema: no lo inician los partidos políticos. El Partido Comunista Mexicano se ve rebasado. Y es casi cómico: en los países capitalistas acusan a los partidos comunistas de generarlo y en los países comunistas, los gobiernos acusan a la CIA y a los Estados Unidos. Si somos honestos, veremos que las demandas que se hacían no entrañaban la típica finalidad política: quitar a un grupo político para poner otro. Eran cosas más integrales como recuperar la imaginación, alcanzar la justicia, la no violencia una recuperación del sentido de respeto a la Tierra, que es un organismo vivo. Esto no tiene nada que ver con los enfoques políticos de la época.

Una de las más grandes místicas vivas, Josefina Chacinto que vive en Venezuela, que estudió hasta tercer año de primaria y que escribió un libro de teología que se llama La Tierra Nueva, encuadra a Regina dentro del Apocalipsis. Entonces tardara tiempo para que la visión que los místicos tienen sobre Regina se comprenda y se entienda también al 68. Pero los Grandes Maestros nunca dan la cara, guían todo desde la sombra. Siempre ha pasado lo mismo. En el siglo I, la mayor parte de la gente no entendió lo que había hecho Cristo. Cristo fue un redentor, Regina sólo una despertadora de conciencias volcánicas. Si la Virgen de Guadalupe es la representación de lo sagrado cósmico femenino tutelar de México, Regina es lo mismo pero en el terreno humano, encargada de velar por México en el sentido físico, es un personaje histórico. Realizan la misma función pero en planos distintos. Cada quién capta a Regina desde el nivel de conciencia que tiene.

Por todo eso, los líderes del CNH nunca van a tener claro lo que sucedió en 1968 porque desde el principio entraron al movimiento con un enfoque puramente político, no pueden entender la totalidad. Es ingenuo suponer que el país entero se movilizo porque se estaba pidiendo que se quitara al jefe de la policía de la Ciudad de México y dos artículos del Código Penal, uno de los cuales era bis, o sea que no era tan importante. Esa gente se movilizó por un sentimiento profundo, espiritual, que era el despertar de México. La frase que movilizo fue "México-despierta-México". Quizá los muchachos del CNH creían que sólo era un slogan pero para la gente era una tarea vital. Si para ellos el despertar era sólo político no entendieron por que en el momento en que se suspende el movimiento la gente ya no los apoya ya no pueden reunir ni a 500 personas.

Ahora critican al gobernador de Tamaulipas porque no entienden que es ya un político de la Nueva Era, es plenamente válido que se establezcan intercambios de tradiciones religiosas como la católica y la hindú. Ahora puede causar burla, pero es un proceso que esta en marcha desde las instituciones políticas que se transforman.

Y México es el centro de estas transformaciones. La identidad nacional esta en volver a considerar a México como un espacio sagrado que tiene funciones especificas en la sacralización planetaria No es sólo una República es un espacio sagrado, como lo consideraron los prehispánicos. Habiendo una base espiritual común, todo lo político y lo económico se tendrá que replantear.

Ultimamente Gandhi, la librería más importante del sur de la ciudad, introdujo una mesa de textos esotéricos. Con ofertas de libros clásicos de la literatura, los compradores no tienen ojos para otra cosa que no sean las nuevas religiones.

Para hacer tiempo mientras escampa la lluvia, tomo el libro esotérico de P. D. Ouspensky, Psicología de la posible evolución del hombre y encuentro una tira de papel con un mensaje. Reviso los ejemplares que hay sobre la mesa. Todos traen el papel escrito en letra de máquina de escribir y fotocopiado. Es como un anuncio del periódico para buscar pareja: "¿Gurdjieff? ¿Ouspensky? Han llegado unos cuantos. Algunos permanecen. Son los que tienen más interés y más decisión. Pronto (no se cuando) no podre aceptar a nadie mas, pues siempre seremos pocos. Mayo/1993".

Una angustia, un malestar indefinido se percibe en este grito anónimo, loco de soledad. Afuera sigue lloviendo.

Gilberto Guevara Niebla fue líder del Consejo Nacional de Huelga en el movimiento estudiantil de 1968. Entre sus libros se encuentran La democracia en la calle, La rosa de los cambios. La catástrofe silenciosa (coord.) y, en colaboración con Néstor García Canclini. La educación y la cultura ante el TLC.

ILUSTRACION DE CARMEN PARRA

25 años después de haber sido uno de los protagonistas principales del movimiento estudiantil, Gilberto Guevara Niebla recapitula los momentos y las circunstancias que culminaron en la noche de Tlatelolco, testimonio que es a un tiempo reconstrucción y memoria. Este texto es el resultado de varias horas de conversación que Luis Miguel Aguilar y Rafael Pérez Gay sostuvieron con él.

La mañana del 3 de octubre de 1968 me asomé por la pequeña claraboya de la celda en que me encontraba. Difícilmente vi un cuadro de césped recortado a la perfección, con la neblina flotando encima de él. Meses después supe que no había sido el único habitante de la Ciudad de México que ese día se sintió cercano a la neblina y extrañado de ver a la ciudad, precisamente ese día, como suspensa. Tampoco fui el único impactado por el silencio de esa mañana. El silencio del lugar en el que estaba. El silencio de México.

Quizás esa neblina y ese silencio fueron lo único agradable, o con más exactitud lo único neutral, de mi estancia en ese sitio. Eso y la novela de Somerset Maugham, La luna y seis peniques, que me prestó el general que dirigía la prisión del Campo Militar número 1, pocos días después, cuando buscaban "tratarme bien" luego de los golpes y la tortura. El general Limón me ofreció esa novela diciéndome: "Gilberto, tú eres un buen muchacho, con aficiones intelectuales. No sé cómo te metiste en esto. Aún puedes recapacitar. Te dejo este libro". Leí la novela de Maugham ese mismo día. He leído y releído otras cosas de Maugham. No La luna y seis peniques.

Cuatro días antes, la noche del 1o. de octubre de 1968, hubo una reunión de los dirigentes principales del Consejo Nacional de Huelga, que llevaba cerca de tres meses de encabezar el movimiento estudiantil de 1968. Empezaron a ocurrir cosas raras. Al llegar a la reunión, uno de los líderes, Sócrates Amado Campos Lemus y otros compañeros del Politécnico mostraron de pronto y cínicamente pistolas de calibre muy alto. Hasta ese momento en el Consejo Nacional de Huelga nunca se había planteado la menor posibilidad de recurrir a las armas como una opción defensiva para el movimiento. Sócrates y otros cercanos a él propusieron la integración de "columnas", gente armada, para proteger a los líderes del movimiento, particularmente a Raúl Alvarez Garín y a mí. Argumentaban que en los últimos mítines del movimiento habían llegado muchas gentes sospechosas y que había peligro de un atentado contra los líderes del CNH.

El temor efectivo a la detención comenzó desde el 27 de agosto, desde que los tanques del ejército entraron al Zócalo a barrer la guardia que habían montado los estudiantes. Pero el momento más grave al respecto se dio cuando el ejército ocupó Ciudad Universitaria. En ese momento la persecución de estudiantes entró al grado de la ferocidad, y como se supo que la operación del ejército en CU tenía como primer objetivo la captura de líderes, los miembros del CNH nos sentimos efectivamente amenazados.

Para evitar la aprehensión, los líderes buscábamos estar rodeados de gente. A donde fuera yo llevaba a diez o quince compañeros. Yo tenía una especie de guardia personal, si se quiere, en la que estaban algunos muchachos fuertes. Algunos eran deportistas; otros eran amigos míos que no se me despegaban. Yo pensaba, equivocadamente, que esto equivalía a exagerar el peligro de una detención. Lo cierto es que había momentos en que nos sentíamos como en una película. Una vez yo caminaba frente a la Unidad Juárez con una compañera y de repente pasó un automóvil. El automóvil comenzó a avanzar lenta y sospechosamente al ritmo de nuestros pasos. Volví la vista. Adentro del automóvil venía un estudiante de arquitectura al que yo conocía y lo saludé en voz alta. El me hizo unas señas extrañas desde el carro. Lo saludé otra vez y él me dijo en voz baja que me callara y que me subiera al carro. A la muchacha que venía conmigo le dije que me esperara y me subí al carro. Me sorprendió ver que aquel joven, un joven totalmente alejado de la violencia, traía una pistola enorme en el asiento del carro. La tenía escondida y desenvolvió el trapo para enseñármela. Estoy absolutamente seguro de que él nunca usó esa arma. Ni sabía usarla. Es el mismo caso de todos nosotros. No sabíamos usar armas. Personalmente, en mi niñez yo iba de cacería con mi padre. Usábamos un rifle 22. Pero nunca en mi vida había disparado una pistola.

Nuestra idea de las cosas estaba muy influida por la imaginación. Por las películas y las novelas policiacas. Usábamos claves para identificarnos. Todos sentían que su teléfono estaba intervenido, aunque no fueran líderes. En efecto, había detenidos; pero en mi caso, durante toda la época del movimiento, hasta el 2 de octubre, nunca sufrí un atentado serio ni me detuvieron. Las armas eran de otro mundo. Por eso aquella noche del 1o. de octubre de 1968 me sorprendió muchísimo que por primera vez en la existencia del CNH alguien hablara de la posibilidad de usar armas para defendernos.

Fue una reunión muy pesada por esa sugerencia de formar "columnas" y recurrir a las armas. Además, esa misma noche llegó Fernando Solana y nos dijo que el presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, había nombrado dos representantes y proponía una reunión a la mañana siguiente, la mañana del 2 de octubre, para negociar el conflicto.

Para entonces los líderes comenzábamos a cansarnos. No estábamos en nuestras casas, dormíamos en casas de amigos y todo era muy divertido por un lado, sobre todo por las muchachas que conocíamos; pero por otro lado era muy agotador. El ejército se había retirado de CU y nosotros, nuestro temor y nuestro cansancio, comenzábamos a alimentar la esperanza de que se recuperaría la normalidad y que incluso podría encontrarse una salida negociada al conflicto, por la cercanía de las olimpíadas.

A todo esto se sumaba el hecho de que al movimiento lo habían golpeado duramente. El movimiento había retrocedido. La gente hoy, por ejemplo, ve la manifestación silenciosa como algo triunfal. No fue así. La manifestación silenciosa fue un acto con un formidable sentido político, una manifestación muy heroica a su modo, pero absolutamente defensiva. Fue la expresión, no de la victoria gradual, inevitable o inminente, sino del miedo real que todos teníamos. Le escribimos cartas al presidente Díaz Ordaz, firmadas primero con pseudónimo y firmadas luego por uno de los líderes, Marcelino Perelló; cartas que significaban algo ligeramente próximo al retroceso, si no a la claudicación. Nos volcamos haciendo declaraciones a la prensa para asegurar que el movimiento estudiantil no haría ningún atentado durante las olimpíadas.

El movimiento se estaba desbalagando. El día que el ejército desocupó CU, el 30 de septiembre, hubo un mitin, una conferencia de prensa en la Facultad de Ciencias. El mitin estuvo muy concurrido pero CU estaba vacía. El día martes lo. de octubre hubo dos mítines, uno en la mañana y otro en la tarde, que organizamos uno de los representantes de la Facultad de Economía, Gustavo Gordillo, y yo para dar a conocer la solidaridad internacional con el movimiento. Fueron mítines muy poco asistidos. El movimiento se dislocaba. No era un movimiento para hacer la guerra, no era para enfrentarse con armas al gobierno; era un movimiento pacífico, legal, y en el momento en que la situación se cargó hacia la violencia, los estudiantes se desorganizaron y perdieron gradualmente su capacidad de respuesta. Desde la manifestación silenciosa, los estudiantes fueron cada vez menos a las escuelas. Desde el punto de vista político, el movimiento vivía una catástrofe.

La noche del 1o. de octubre llegó el signo alentador de que el gobierno estaba dispuesto a negociar. Esa noche, después de la reunión, me fui a dormir como a la una de la mañana y me levanté como a las seis de la mañana del 2 de octubre, porque a las siete de la mañana nos reuniríamos en San Angel, en la casa del entonces rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, con los representantes del presidente Díaz Ordaz, Andrés Caso Lombardo y Jorge Martínez de la Vega.

Fue una reunión muy tensa y muy desmoralizante para los miembros del CNH que habíamos ido a negociar. El trato que nos dieron los representantes del presidente no incluía el menor respeto por la investidura del Consejo Nacional de Huelga, al cual representábamos. Fue como una burla lo que hicieron de la Vega y Caso. Mientras ellos se asumían con mayúsculas como Representantes del Presidente de la República, de la Vega francamente nos insultaba y nos faltaba al respeto.

Cuando comenzamos a hablar nos trataron como a unos imbecilitos irresponsables que -así nos lo dijo literalmente de la Vega- estábamos poniendo en peligro a toda una generación de jóvenes mexicanos, y que en un momento determinado tendríamos que rendir cuentas al país entero por lo que estábamos haciendo. No nos bajaron de agitadores profesionales. Era también un doble juego: de la Vega más agresivo y Caso un poco más conciliador.

En un momento dado, Caso nos dijo: "Venimos en plan de amigos". Muy molesto por la falta de respeto con que nos trataban, yo dije: "Nosotros no venimos a hacer amigos. Venimos a buscar la solución a un conflicto que está afectando al país". Y de la Vega intervenía con mayor intolerancia. Hasta que en un momento yo les pregunté: "¿Cuál es la capacidad de decisión que tienen ustedes? Porque nosotros sí tenemos capacidad de decisión". Entonces de la Vega y Caso nos confesaron que ellos no tenían ni la más mínima capacidad para decidir algo importante. Entonces la reunión no tenía mucho sentido.

Esa reunión debió durar unos cuarenta y cinco minutos. No se prolongó más porque muy pronto se puso en claro que no había capacidad de decisión por parte de ellos. Al fin yo dije: "Sería deseable que se hiciera una negociación pero tomando decisiones. Vamos a establecer un diálogo de hechos. Ustedes den pasos ostensibles, visibles hacia atrás, y nosotros daremos los mismos pasos hacia atrás, mientras nos volvemos a reunir". Después de la Vega y Caso usaron lo que yo dije como una expresión de ellos. Pero fueron palabras mías. Después se hizo claro que esa comisión presidencial nunca fue un puente real para negociar, sino un simple medio de disuasión y de captación de informaciones que usó el gobierno contra el movimiento estudiantil. Fue muy útil para el gobierno y sirvió para dividir al movimiento. Con los años me entero por sus propias declaraciones de que Anselmo Muñoz, líder estudiantil que estuvo en esa reunión, en el instante en que salíamos de casa de Barros Sierra se le acercó a de la Vega y tuvieron un intercambio de palabras donde Anselmo Muñoz, prometió algo y pidió protección a cambio. Protección que luego, como contaré más adelante, le sería dada.

Esa mañana del 2 de octubre salimos de casa del rector y en un pequeño coche que nos prestaba Julio Labastida nos fuimos a Tlanepantla a desayunar unos tacos. De ahí cruzamos a Zacatenco a la reunión del CNH que estaba convocada en la ESIME a las diez de la mañana. La reunión sería ahí porque el Casco de Santo Tomás estaba ocupado por el ejército y la ESIME era lo más cercano a Tlatelolco, donde desembocaría la manifestación en la tarde. La ESIME, además, era la escuela que tenía más estudiantes.

Fue una asamblea semiasistida, con unos cuarenta o cincuenta miembros del CNH. Había un ambiente sombrío. No era el mismo ambiente de otras reuniones del CNH. Como si hubiéramos ido al infierno y el miedo nos hubiera cambiado las caras. En esa reunión ocurrieron también cosas extrañas. Fue inolvidable la intervención de Ayax Segura Garrido, quien dijo en una oportunidad: "Hay que darle una organización militar al movimiento. Hay que tomar las lecciones de la batalla de Argel, conseguir armas, distribuirlas y formar una organización triangular y guerrillera". Después sabríamos que Ayax era un policía, agente de la Federal de Seguridad, pero en ese momento Raúl y yo simplemente nos miramos con mucha preocupación. Dijimos a la asamblea que la propuesta de Ayax era una estupidez, pero no nos atrevimos a decir que una propuesta así sólo podía venir de un policía y expulsar a Ayax.

En esa reunión yo propuse la suspensión de la marcha de la tarde y que exclusivamente se realizara el mitin. A las razones para suspender la marcha se sumaban informaciones como la de otro líder, Florencio López Osuna, quien dijo en la asamblea que el ejército estaba apostado en varias calles y que había mucha tropa en el Casco de Santo Tomás. Se deliberó y se decidió no hacer la manifestación. Es curioso. En caso de que el gobierno pensara en un plan para golpear, un plan de masacre, ese plan tuvo que considerar la posibilidad de que en vez de mitin hubiera manifestación. En el mitin, a diferencia de la marcha, hay una multitud detenida. Sin embargo, a las doce del día de ese 2 de octubre el CNH aún no tomaba la decisión de suspender la marcha. Luego se decide hacer el mitin y se nombran oradores. En ese momento alguien obtiene ya una información importantísima de tipo militar, y la filtra: no habrá marcha sino mitin. A estas alturas, el movimiento estaba infiltrado de policías. En esa misma reunión no habría menos de cinco agentes de la Dirección Federal de Seguridad.

La asamblea terminó como a las dos de la tarde. Nos comimos una torta en la ESIME y nos fuimos a organizar el mitin. Llegamos a Tlatelolco cerca de las cuatro de la tarde. Anselmo Muñoz estaba instalando el equipo de sonido. El siempre se encargaba de eso. Tomamos la energía eléctrica de un departamento. Una novia de otro de los líderes, Félix Lucio Hernández Gamundi, vivía en el quinto piso del edificio Chihuahua, del complejo habitacional Nonoalco Tlatelolco, junto a la Plaza de las Tres Culturas, donde sería el mitin esa tarde. Como la tribuna estaría en el tercer piso, tiramos un cable hasta el quinto piso del mismo edificio.

Raúl Alvarez Garín y yo habíamos decidido que él no estaría en la tribuna esa tarde, y que yo sí estaría. En la tribuna yo empecé a hacer un poco las veces de organizador. En ocasiones anteriores la tribuna se llenaba de gente que se subía a ella para ver desde ahí y mitotear. Esta vez decidimos poner control. Colocamos una guardia de estudiantes, de los fortachones que jugaban fútbol americano, en las escaleras de los dos accesos al tercer piso donde estaba la tribuna. Pusimos también una cuerda para evitar la entrada franca. Yo me dediqué sobre todo a cuidar el acceso.

Se había decidido que los oradores incluirían una protesta tajante por la tortura a Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, líder de la Escuela de Chapingo que estaba detenido y que un par de días antes había escrito una carta denunciando la tortura de que había sido objeto. Luego se anunciaría la huelga de hambre que iban a empezar los presos políticos. Raúl Alvarez y yo pensamos que en la medida en que el gobierno utilizaba medios violentos para combatir a los estudiantes, los estudiantes debían utilizar métodos pacíficos, irreprochables, de lucha, como la huelga de hambre. Se pensaba también en una huelga de impuestos y en colectar millones de firmas. Procedimientos de esta índole eran difícilmente reprimibles y no ponían en riesgo a la gente. Era lo que debía buscarse en un momento en que el gobierno utilizaba cada vez más las armas. La huelga de hambre debía abrir una nueva etapa y convertirse en el motor del movimiento estudiantil.

El mitin empezó con mucho retraso, como a las cinco y media de la tarde de ese 2 de octubre. El maestro de ceremonias era Anselmo Muñoz. El primer orador fue Florencio López Osuna, que se extendió muchísimo hasta donde atendí. Yo en realidad le estaba dando la espalda al mitin porque en los accesos a la tribuna ocurrían, de nuevo, cosas muy extrañas.

Llegó hasta la tribuna un sujeto de baja estatura, con todo el aspecto de guerrerense, y como tal me dijo: "Gilberto, traigo una carta de Genaro Vázquez para que ser lea en el mitin". Tomé la carta, la leí y rápidamente me di cuenta de que era falsa. Di entonces instrucciones para que no dejaran pasar a ese sujeto. En seguida llegó otro tipo, muy alto y muy rubio, que me gritaba: "Oye Gilberto, yo soy de la Facultad de Derecho. Déjenme subir a la tribuna". Yo les dije a los muchachos de la guardia que no lo dejaran entrar y el tipo me hizo una señal de amenaza. Ni siquiera dejé entrar a Selma Beraud, de la Facultad de Filosofía. (Desde entonces ella dice que le salvé la vida.)

De cualquier modo las dos entradas se llenaron de gente atrás de la cuerda que habíamos puesto. Dejamos entrar únicamente a los periodistas. Después nos dimos cuenta de que muchísimos policías estaban disfrazados de periodistas. Sobre todo, de la parte de abajo del mitin comenzaron a llegarme numerosos recados. Subían muchos compañeros a decirme lo mismo: "Gilberto, el mitin está lleno de 'pelones'. Está lleno de judiciales". Yo había estado en todos los mítines anteriores y nunca había pasado eso.

Serían como las seis de la tarde cuando de la multitud salió un bramido gigantesco, un grito de terror que crecía. Yo volví la vista desde la tribuna y vi que el ejército avanzaba hacia la plaza del mitin desde el puente de Nonoalco, lo que es hoy el eje número uno. Sentí que todo se iba a acabar en ese instante. El ejército avanzaba en posición de ataque, a bayoneta calada, ordenadamente. Hasta ese momento, en la tribuna no habíamos oído un solo balazo. Yo tampoco vi las luces de bengala, pero efectivamente las hubo.

Volví la vista al micrófono. Cerca del micrófono estaba Sócrates Campos Lemus. En una reunión anterior del CNH se había decidido que Sócrates no volviera a agarrar el micrófono en los mítines, porque era muy provocador. En el mitin anterior en Tlatelolco él prácticamente le había mentado la madre al presidente Díaz Ordaz desde la tribuna. Se apoderaba siempre del micrófono y hablaba sin decisión previa del CNH. Esta vez se había parado junto al micrófono, sin tomarlo. Lo tomó hasta que vimos a los soldados. Dijo por el micrófono: "Calma, compañeros. Esto es una provocación. Calma, compañeros". Yo pensaba entonces en el fin de todo, en la multitud inerme y en cómo saldríamos de ahí.

En ese momento la multitud formó un remolino gigantesco. Se me ocurrió ir abajo. Corrí a las escaleras, seguido de varios compañeros, y de repente vi que venían subiendo unos jóvenes armados, vestidos de civiles. Cuando los vimos subir, Florencio López Osuna pensó lo mismo que yo: "Son las `columnas' ". Creyendo que eran estudiantes, David Vega les dijo: "íCálmense, compañeros! íSin violencia!".

En ese instante los muchachos que iban conmigo me alzaron prácticamente en vilo y me subieron por la escalera en cosa de segundos. Ya se oían los disparos. En el quinto piso toqué en el departamento de la señora que nos había dado energía eléctrica para el equipo de sonido. "¿Quién es?", preguntó alguien. "Guevara", les dije. Entonces me abrieron, entré, me asomé por la ventana en plena balacera y volví la vista a la tribuna, porque ya en el quinto piso la tribuna me quedaba hacia la izquierda desde el departamento, y entonces vi algo impresionante: vi decenas de armas que habían aparecido en la tribuna como por arte de magia y que desde el edificio apuntaban en dirección del ejército o de la multitud. No vi una sola cara. Sólo alcanzaba a ver las armas y las manos que las manejaban.

Entonces, en un acto milagroso, los estudiantes que me acompañaban me jalaron en el instante en que entró una metralla y destruyó el techo y los cristales. Comenzaron a entrar balas de un calibre enorme. Nosotros estábamos tirados en el suelo, cubiertos por el yeso que se desprendía. Al rato las tuberías empezaron a romperse y el departamento se inundó. Eramos como treinta jóvenes los que estábamos ocultos en el departamento, entre ellos Eduardo Valle Espinoza "El Búho", Pablo Gómez, Anselmo Muñoz, Félix Lucio Hernández Gamundi.

Empezaba a oscurecer y las balas seguían entrando. A veces rebotaban. En esos momentos uno sólo piensa en sobrevivir. Cuando la metralla se suspendía nos íbamos arrastrando hasta el final del departamento. El departamento era muy largo. En la entrada había un cubo de escalera. Al entrar se llegaba directamente a la sala y más allá estaban las recámaras. Tenía tres ventanales, el de la sala y dos de cada recámara, que daban a la plaza. El ventanal de la sala era de vidrio; los otros, de plástico amarillo.

Arrastrados llegamos a la parte de atrás y hacia el lado izquierdo del departamento, donde estaban la cocina, un baño y otra recámara. Pero hasta ahí llegaban las balas. Había ya una capa de balas en el suelo.

En un momento la balacera se detuvo y alguien aconsejó destruir nuestras credenciales. Yo no destruí la mía. Vi una pequeña hendidura en el yeso despedazado y la metí ahí. La señora me la recogió después. En el respiro, antes de que regresara la balacera, yo me repetía en la cabeza que las famosas "columnas" habían actuado. Fue mi obsesión durante toda esa noche y en los días siguientes. Creía ingenuamente que habían defendido el edificio Chihuahua.

Para mí, el tiempo transcurría muy lentamente. Parecía que las balaceras duraban horas cuando en realidad duraban minutos. El lapso de tiempo que había entre una balacera y otra también me parecía larguísimo, y no lo era. La balacera se detenía y comenzaba otra. Había provocadores que disparaban desde lejos y de pronto se daba la respuesta abrumadora del ejército. Al oírse el disparo lejano se soltaban todas las miles de armas que había esa noche en Tlatelolco.

Y de pronto empezaron a disparar con cañones desde los tanques. Espantoso. Mucha gente dice que eran tanquetas. Aparte de las tanquetas, sobre la plaza había tanques de oruga, que hacían un ruido absolutamente peculiar, de metal en movimiento.

En algún instante nos metimos en el baño El Búho, Anselmo Muñoz y yo, los que éramos más amigos. Sin decírselos, yo me inventé un nombre y una coartada para explicar mi presencia ahí cuando me detuvieran. Sabíamos ya que estábamos atrapados.

En el baño yo temblaba, muerto de frío y empapado. Anselmo Muñoz llevaba un suéter rojo con una franja amarilla: la ropa más llamativa que hubiera en Tlatelolco en ese momento. Anselmo Muñoz me dijo que yo tenía más frío que él y me ofreció el suéter, que me puse, en un gesto que entonces me pareció todo lo contrario a una señal para que me identificaran.

Los soldados se habían apoderado ya de las escaleras y de los pasillos, y subían golpeando gente. Oíamos los gritos de los estudiantes cuando los golpeaban y los gritos de los soldados: "íAgáchese, cabrón! íAgáchese, hijo de la chingada!". Y luego otros gritos de los mismos soldados: "íBatallón Olimpia! íBatallón Olimpia!".

A las once y media de la noche los soldados tocaron a la puerta del departamento. Gritaron: "íAbran, hijos de la chingada! íAbran! íSi no abren vamos a volar la puerta!". Nosotros estábamos atrás, petrificados, y ni siquiera nos planteamos el hecho de abrir la puerta. Anselmo Muñoz, con una frialdad inesperada, fue hacia la puerta y la abrió. Entraron tres soldados con ametralladoras, gritando: "íA ver, cabrones, ¿traen armas?!". Entonces Anselmo Muñoz les dijo a los soldados la cosa más extraña que hubiera oído en mi vida: "Voy a orinar", y se abrió la bragueta y empezó a orinar ahí mismo, delante de los soldados y de todos. Entonces gritó un soldado: "íA ver: pónganse las manos atrás de la nuca y van saliendo de uno en uno!". Y avanzamos agachados para que nuestra imagen no diera a las ventanas, porque desde fuera le disparaban a todo lo que se movía.

Fuimos saliendo y nos hicieron bajar al segundo piso. Entre el segundo y el tercer piso había un tipo sentado en la escalera, gordo, güero, muy corpulento, que interrogaba a todos los que pasaban por ahí y luego los distribuía "íTú por aquí! íTú por allá!". Llegó mi turno. "¿Cómo te llamas?", me preguntó el gordo. Entonces le dije el nombre inventado que ya no recuerdo. "¿De qué escuela eres?", preguntó el gordo. "De la Facultad de Ciencias", le dije. "Tú para allá", me dijo y yo pensé que había pasado el primer filtro. "¿Cómo te llamas?", le preguntó el gordo entonces al muchacho que venía detrás de mí. "No tengo por qué decirle, no tengo por qué contestarle", dijo de pronto el muchacho. Entonces aquel gordo de 1.90 se levantó, tomó la pistola muy grande que llevaba y de un cachazo le rompió toda la cara al muchacho. Era un estudiante más joven que varios de los que estábamos ahí. Luego lo enviaron a mi lado y ni siquiera había modo de consolarlo. La cara rota le sangraba mucho y él no se quejaba.

Nos metieron a un cuarto en el que había un clóset con las puertas rotas. Ahí estaba sentado un oficial militar, platicando con Sócrates. Sócrates estaba esposado pero platicaba, sentado cómodamente. "Ah qué Sócrates cabrón", le decía el militar.

Habíamos como veinte detenidos en el departamento vacío. Nos ponían contra la pared, con las manos atrás, y nos esculcaban para robarnos todo lo que tuviéramos de valor. Luego de robarnos, nos sacaban. Cuando yo bajé, no por el lado de la plaza, sino por el otro lado del edificio Chihuahua, había una multitud de soldados que gritaban histéricos, nerviosos, todos muy excitados, seguramente bajo el efecto de narcóticos. Lo primero que vi fue al policía rubio que unas horas atrás se había fingido estudiante de derecho para subir a la tribuna Al verme, gritó: "íAy hijo de la chingada! Ahí está ese cabrón de Guevara!". Entonces fue a buscarme. Había una doble hilera de soldados, por la que atravesábamos, y él me alcanzó hasta ahí para golpearme y patearme. Pero lo peor es que cuando salí y di el primer paso hacia afuera alguien dijo, señalando el suéter llamativo que me había dado Anselmo Muñoz: "íEse del suéter rojo con la franja amarilla es el presidente de debates!". Entonces todos los soldados se lanzaron a patearme y golpearme por todas partes. Me tiraban, me levantaban y volvían a darme. Hasta que logré unirme con los otros estudiantes. En un momento vi también, entre los soldados, al sujeto de baja estatura que horas antes dijo traer un mensaje de Genaro Vázquez. También estaban ahí, ya desembozados, todos los que se habían fingido periodistas.

Cuando llegamos al final de ese túnel, en la calle de Manuel González había ya varias filas de camiones del ejército, de los que tienen una cubierta de manta con bancas a los lados. Entonces nos tomaban de los pelos y de los pelos nos subían a los camiones. Terrible. Los soldados nos gritaban: "íHijos de la chingada! íAnden, cabrones agitadores!", y nos golpeaban con las culatas. En el camión nos echaron en varias capas. Cuando arrancó, íbamos tirados unos encima de otros. Formábamos por lo menos cuatro capas de cuerpos, una cosa tremenda sobre todo para los que iban abajo, mientras los soldados iban sentados en las bancas laterales del camión. De pronto se oía un quejido de alguno de nosotros y un soldado gritaba: "íNo levanten la cabeza, hijos de la chingada!". A quien levantaba la cabeza, lo golpeaban. A mí me golpearon en una ocasión. Sentí el mayor vacío de mi vida.

No sabíamos a dónde nos llevaban. Luego lo supe. Me pareció eterno el viaje al Campo Militar número 1. Cuando llegamos ahí sería ya como la una de la noche. Sobre una superficie plana de cemento nos formaron en un cuadrado a unos cien estudiantes. Por lo visto ya nos habían seleccionado porque ahí estaban varios de los líderes. Me hundió todavía más ver a Luis González de Alba sin camisa, golpeado. Lo mismo que a los otros compañeros. El más golpeado de todos era Florencio López Osuna, que estaba en calzoncillos.

A mí me tocó estar en el vértice de ese cuadrado. Mi posición era pésima de cualquier modo. De pronto llegó un soldado muy bajo de estatura y muy feo de aspecto, y me señaló, gritando: "íEste es del partido central comunista!". Entonces vino un oficial acompañado de otros dos o tres soldados y me separaron de los otros compañeros. Volvieron a golpearme y me metieron en una hilera de celdas. Después supe que nos estaban encerrando en los dormitorios conyugales del Campo Militar número 1. Eran cuartos pequeños de dos metros de ancho, tres de fondo y dos de alto. Adentro sólo había una cama con tambor metálico, con un colchón muy delgado. Los soldados que me llevaban quitaron ese colchón y me aventaron ahí. Fue una noche muy fría. Yo traía las ropas mojadas y traté de acomodarme inútilmente. Esa noche no dormí.

Mi esperanza de esa noche y de varios días siguientes era que Raúl Alvarez estuviera libre. Raúl era la única persona con autoridad y arrastre para mantener unido al Consejo Nacional de Huelga. Mientras Raúl estuviera libre yo sabía que el movimiento podía levantarse otra vez. Habría una negociación y saldríamos libres. Pero la libertad no era exactamente lo que más me preocupaba en ese momento; en ese momento el problema era el de la vida misma. Pensaba que me iban a matar. Después de lo que había ocurrido en la plaza de Tlatelolco, todo era posible.

Vinieron a buscarme a las ocho de la mañana del 3 de octubre, mientras yo veía la neblina a través de la claraboya, un oficial y unos soldados. Me esposaron con las manos en la espalda y así me llevaron ante un oficial militar de alto rango, sentado en un escritorio en una pequeña habitación, con otros soldados de pie. Era un hombre rubio, muy alto; pero la más alta jerarquía era la de un señor moreno sentado también ahí.

Me pusieron de espaldas a la puerta y el militar moreno me dijo: "No vayas a voltear hacia la puerta". Era de mañana, la luz entraba con fuerza y entre el baño de luz alcancé a ver una sombra que se paró en el umbral. El oficial volteó a ver a la sombra, la sombra se retiró y entonces supe que me habían delatado, identificándome. El oficial me dijo: "A ver, ¿cómo te llamas tú?". Dije el nombre inventado que al parecer nunca más recordaré y no acababa de decirlo cuando ya habían comenzado a golpearme. "Mira, cabrón", me dijo el oficial, "tú eres fulano de tal y déjate de chingaderas". Más golpes. obviamente, yo dije: "Sí, soy fulano de tal". Y más golpes de cualquier modo.

Me llevaban a la celda, me sacaban de la celda y volvían a interrogarme. Junto con los golpes, lo más recurrente que hacían los militares era preguntarme: "A ver, ¿dónde compraron las armas?". Y la pregunta, que era absurda, a mi me parecía lógica porque yo seguía pensando en las "columnas", pensaba que los mismos compañeros nos habían trampeado con las "columnas". Ante la presión, comencé a sentir la increíble culpabilidad de la víctima. Pero frente a los interrogatorios, me tracé mentalmente una estrategia. Me dije, me prometí que ante la ilegalidad yo defendería siempre una posición legal. "Nosotros no usamos armas", contestaba yo cada vez, y cada vez volvían a golpearme. "A ver", decían entonces los oficiales, "¿y la dinamita?". Resulta que yo no sabía: había kilos de dinamita comprada. Sócrates Amado Campos Lemus compró metralletas y compró dinamita. ¿De dónde y a quién? No lo sé. La descubrieron porque después del 2 de octubre un muchacho fue a esconderse donde estaba la dinamita. Pero entonces yo contesto con la verdad: "No sé nada de ninguna dinamita", y vuelven a golpearme. "A ver, ¿a quién mandaron a Estados Unidos?". Y otra vez. "¿Quién disparó?". Y otra vez.

Un día después de que el general Limón me dio la novela de Maugham, me sacaron de la celda para volverme a interrogar. Entonces comenzaron a hacerme preguntas más concretas. Me decían algunos nombres y me preguntaban si yo conocía a esas personas. Yo respondía a todo con la verdad. Volvían a golpearme. Eran continuas las amenazas de muerte. "O nos dices dónde están las armas o te va a cargar la chingada. De aquí no vas a salir vivo". En una de esas me enseñaron un sitio del campo y me dijeron: "Mira, ahí te vamos a fusilar". De repente el oficial más alto le dice al oficial rubio: "íChínguenselo de una vez. Ora sí te cargó la chingada, cabrón. A ver, tráiganselo". Y los soldados me fueron a dar un paseo por el Campo Militar. Fue la primera vez que me sacaron de mi celda a la parte exterior del campo; no había sentido aún el tamaño ni la importancia de la prisión. Había ahí unos delincuentes siniestros, que purgaban delitos militares. Después del amago de fusilamiento me regresaron a la celda.

En el tercer día, durante un momento en que me interrogaban por las armas y la dinamita, el oficial rubio le quitó el rifle a uno de los soldados. Yo estaba de pie, con las manos esposadas a la espalda. El militar empezó a pasearse con el rifle de un lado a otro, frente a mí, mientras el otro oficial me interrogaba. En una de esas el rubio se interpuso entre el oficial y yo, dándome la espalda. "¿Dónde están las armas, hijo de la chingada?", me preguntó de nuevo el oficial. En eso el rubio impulsó el rifle hacia atrás con todas sus fuerzas y me reventó la culata contra el pecho. En todo ese tiempo no habían dejado de golpearme, pero ningún dolor comparable al de ese culatazo. El culatazo me desvaneció, me desmayé no sé por cuánto tiempo. Luego me regresaron a mi celda, y así hasta el siguiente interrogatorio.

Un día se aparece el general Limón, el director del penal, y se pone a hablar con Sócrates en voz alta, para que todos lo escucháramos. Decía "Sócrates, quiero felicitarlo. Es usted un hombre valiente, un buen mexicano, porque usted ha sabido ponerse a la altura". Sócrates le contestaba cosas del tipo: "Mi general, sólo he cumplido con mi deber porque nosotros no hemos querido disolver México sino que nos preocupan el país y los más altos intereses de la patria". Antes de irse, Sócrates y el general alargaron bastante ese show de respectivos patriotismos.

Uno de esos días llegó también el ministerio público. A la gente se le olvida lo que vivíamos en 1968: la legalidad era una burla absoluta y estábamos bajo una dictadura de facto. El ejército era usado como policía y las prisiones militares eran usadas como reclusorios para civiles. El agente del ministerio público ya tenía armada mi declaración. Era un hombrecillo pequeño, con lentes, dócil, típico burócrata. Mi declaración sólo confirmaba algunas cosas que me habían preguntado los interrogadores. Me decía el agente del ministerio público: "A ver, usted conoce a fulano". Ya estaban los nombres. Así me hicieron un acta en la cual yo aparecía dando nombres de mucha gente. Lo mismo les pasó a los otros líderes. Luego, simplemente, me hicieron firmar el acta. En ella yo no decía nada que no se apegara a la legalidad. Poco después la hicieron pasar como un acta delatoria, por los nombres que venían en ella.

Al terminar mi "declaración" me llevaron a un lugar, me cortaron el pelo, me quitaron la camisa rota que traía, me pusieron una camisa no nueva sino entera y de repente me sacaron a un escenario donde estaba un banquillo, un cordón y soldados alrededor, atrás del cordón, periodistas, flashes y faramalla. Respiré con algo de tranquilidad: "Al menos ya no van a matarme", pensé, puesto que me exponían a la prensa.

Entre los periodistas había otra vez varios policías y soldados disfrazados de chicos de la prensa. Me empezaron a gritar. "íAsesino, asesino!". Casi se saltaban el cordón para golpearme. "Yo no soy asesino", dije. "Ninguno de nosotros es un asesino. El movimiento estudiantil es un movimiento absolutamente legal". Los "periodistas" volvían a gritarme. Por fortuna ahí estaba Claude Kiejmann, la corresponsal en México de France Press, que era amiga mía. Me hizo con los ojos una señal de apoyo y yo volví a decirme: "Al menos ya no me mataron". Claro que a ella no la dejaban ni hablar. Los "periodistas" me preguntaban casi como lo que eran, como policías o soldados: "¿Quién disparó en Tlatelolco?". Yo decía "Disparó el ejército, yo vi disparar al ejército". "Pero del otro lado, ¿quién disparó?", preguntaban. "No sé", decía yo; "la CIA, el MURO, no sé". Yo pensaba que habían disparado las "columnas".

En esa "rueda de prensa" hice una defensa abierta del movimiento. Incluso dije una frase que habíamos manejado durante todo ese tiempo: "Las únicas armas del movimiento estudiantil con las que hemos luchado, han sido nuestras ideas". Esta frase salió reproducida en Le Figaro y otros diarios de la prensa europea. En México no salió nada. Meses después pedí los recortes de la prensa nacional y eran una cosa terrible. Casi me desmayo al ver que habían publicado textualmente mi "declaración" ante el ministerio público. Parecía la declaración de un delator. En cambio Le Monde publicó: "El líder más importante que se ha presentado a declarar hasta ahora después de Sócrates Campos, Gilberto Guevara le echó abajo el teatro al gobierno porque no confirmó ninguno de los cargos de violencia que el gobierno le está haciendo al movimiento". El día anterior habían presentado a Ayax Segura Garrido, quien confirmó todo lo que Sócrates había dicho y aseguró también que los estudiantes habían disparado.

El mismo día de mi "rueda de prensa", para neutralizar o rebatir mi declaración, sacaron ante la prensa a un muchacho, un estudiante de derecho al que en la cárcel apodamos malévolamente El Licenciado Metralleta. Luego de que lo capturaron, llevaron a su madre al Campo Militar y empezaron a torturarla a golpearla, delante de él. Así lo obligaron a confesar que él había disparado una metralleta. "¿De qué calibre era la metralleta?", le preguntó un periodista inteligente que lo quería defender. "Era como de 28 milímetros", dijo el muchacho, haciéndose evidente que no tenía la menor idea de lo que era una metralleta.

La ley indica que no deben transcurrir más de 72 horas de la detención a la consignación. En nuestro caso fue una cosa absurda, porque estuvimos nueve días en el Campo Militar.

El 11 de octubre nos dieron el acta de formal prisión y ese mismo día nos trasladaron a Lecumberri, con un gran despliegue de carros, ametralladoras y alta seguridad, como si fuéramos prisioneros de guerra.

Aclaración. Por un error editorial, el recuadro "1968 para quien nada sabe", incluido en el artículo "68: La fiesta y la tragedia" de Luis Gónzalez de Alba (Nexos 189) está incompleto en su parte final.

Debió decir: "13. La tarde del 2 de octubre un mitin fue masacrado por el ejército y muchos de los dirigentes fueron detenidos".

En Lecumberri nos aislaron en celdas distintas. No sabíamos nada, no habíamos visto periódicos, estábamos incomunicados. De pronto me asomo por una mirilla, veo pasar a Raúl Alvarez Garín y me doy cuenta de que también está detenido en la celda de junto. Yo quería hablar con él sobre todo de las "columnas". Me colé de trampa a esa celda, los celadores me descubrieron y me sacaron a empujones después de amenazarme. Ahí me dieron mi primer ablandamiento para que entrara a la cárcel de Lecumberri como un cordero. Quien me amenazó era un expolicía judicial que estaba en la cárcel porque había matado a una persona de un golpe de karate en el cuello.

En Lecumberri dormí dieciocho días seguidos. Luego pedí que me llevaran a la enfermería porque me dolía muchísimo el pecho por el culatazo del oficial. Me dijeron que no tenía nada y les dije que me sacaran una radiografía, porque al respirar me dolía mucho. Me dijeron que yo no tenía nada y al final acabaron por confesarme que lo que no tenían ellos eran rayos X.

Poco después empezaron los juicios, los supuestos juicios. En realidad sólo fueron ratificaciones de cárcel. En mi declaración no había un solo agravante que justificara mi detención. Yo nunca acepté haber cometido el menor acto ilegal. Me acusaban de unos veinte delitos, cosas absurdas: homicidio, atentado a las vías públicas, robo, asociación delictuosa, uso de armas. En fin. Eran entre diez delitos comunes y diez delitos federales.

La ley dice que un juicio debe desarrollarse en un año de tiempo. Al año de estar en Lecumberri no habíamos ido a una sola audiencia con el juez. No hubo juicios; hubo actas y la acusación absurda del juez. La acusación se remontaba al 26 de julio, al inicio del movimiento, e incluía todo lo que había pasado hasta Tlatelolco. El juez nos acusaba por la muerte de dos soldados en Tlatelolco -al parecer murieron ocho en total-, y en los "juicios" también se nos adjudicaba la muerte de 38 personas en la Plaza de las Tres Culturas.

En Lecumberri comenzamos a recibir información de afuera. Por primera vez me formé una idea real de lo que había pasado. No había habido estudiantes con armas: eran los soldados y los efectivos del Batallón Olimpia, disfrazados de civiles. El primero que disparó fue un hombre muy alto, con una chamarra o una gabardina gris, al parecer miembro de la Dirección Federal de Seguridad; un tipo al que apodaban Junior y se apellidaba Yáñez.

El único estudiante armado fue Florencio López Osuna, que llevaba una pistola .25 ó .38, y no se pudo deshacer de ella. Ni siquiera la usó. Se entregó a los soldados, diciéndoles: "Yo vengo armado", y con la misma pistola que entregó los soldados lo golpearon hasta medio matarlo. Ahora me cuenta Luis González de Alba que él también llevaba pistola y que logró deshacerse de ella antes de que lo aprehendieran. Pero la verdad es que la mayoría de los que estábamos ahí no íbamos armados, ni creo que haya habido un solo estudiante, por lo menos del nivel del CNH, que haya disparado contra el ejército.

En Lecumberri comenzamos a articularnos. Nos informamos en qué estado se encontraba el movimiento estudiantil y tratábamos de influirlo hacia afuera. La persecución había arreciado. Ese mismo mes de octubre habían matado al estudiante José Luis Sánchez cuando hacía una pinta. La policía apretaba en la calle, a las brigadas se les tendían cercos, en las escuelas se discutía si debía o no levantarse la huelga.

El movimiento empezó a dividirse. Los meses de octubre, noviembre y diciembre los sufrimos con la desesperación de ver cómo se desmoronaba el movimiento. Había intrigas, pleitos, descomposición. Los dos actos que intentó el CNH, uno en octubre y otro en noviembre, fueron catastróficos. La gente dejó de ir a los actos, a las asambleas, a las escuelas. Después del 2 de octubre, los miembros del CNH, de lo que quedaba del CNH, del modo más humillante propusieron al gobierno declarar una "tregua" durante las olimpíadas. Se preparaba, como llegó, un rendimiento vergonzoso e incondicional. Los meses que siguieron resultaron de mero tránsito. La posición de levantar la huelga triunfó finalmente el primero de diciembre en una votación. El día 4 de diciembre desapareció el CNH. Nuestros compañeros más cercanos comenzaron a quedarse solos. Arrinconados, durante 1969 y 1970 formaban el caldo de cultivo para el radicalismo y la guerrilla que siguieron después.

El mismo mes de octubre salió de la cárcel un grupo de presos. Nos sorprendió mucho ver entre ellos a Anselmo Muñoz, y nos sorprendió menos ver salir entre ellos a Ayax Segura, que ya estábamos convencidos de que era un policía. A los pocos meses Ayax Segura trabajaba abiertamente con la Dirección Federal de Seguridad.

En ese entonces yo tenía una especie de novia, hija de europeos, que me visitaba en la cárcel. Sufrí un golpe no tan demoledor visto desde ahora, pero un golpe al fin: como a los tres meses de estar en la cárcel, ella decidió no visitarme más. Había dos factores. Uno, su familia. Y dos, ella tenía una relación más formal con alguien que le ofrecía lo que yo no. Ahora bien, desde el movimiento estuvimos rodeados de muchachas. Ellas asociaban lo que uno proyectaba como orador en las asambleas, con cierta aura erótica. Cuando nos metieron a la cárcel algunas siguieron visitándonos en busca de alguna relación amorosa. Ahí me enamoré de una mujer bellísima, y tuve que cortar ese enamoramiento por mi situación de preso. De cualquier modo, la soledad es siempre algo más profundo, algo que no se supera con compañía.

En la cárcel organizamos cursos, lecturas, obras de teatro, incluso hicimos una pastorela que representamos ante las personas que iban a visitarnos. Formamos un coro dirigido por Luis González de Alba y Raúl Alvarez Garín. Cantábamos cosas como Greensleaves y aquella canción francesa, muy hermosa que dice: el placer de amor no dura sino un momento, y el dolor de amor dura toda la vida. En la cárcel, mediante un tocadiscos portátil, continué una afición que tenía desde tiempo atrás por la música clásica. El Búho y yo hicimos también un dueto: cantábamos muy mal las rancheras pero nos divertíamos muchísimo cantándolas.

Estuve en la cárcel de Lecumberri dos años y siete meses, del 11 de octubre de 1968 al 4 de mayo de 1971. México estaba ya bajo el gobierno de Luis Echeverría, y se hablaba de "apertura democrática". Por el mes de marzo de 1971, la mamá de Raúl Alvarez Garín y otra señora fueron invitadas a conversar a la secretaría de Gobernación. Ahí el entonces secretario Mario Moya Palencia les dijo que había una oportunidad de que saliéramos. La condición, nos dijo la mamá de Raúl poco después de su entrevista, era que nos fuéramos al extranjero. De inmediato contestamos que no; a la semana contestamos que sí. Perú había ofrecido asilarnos.

El día de nuestra salida de Lecumberri se había corrido la voz entre los estudiantes y muchos de ellos estaban reunidos a las puertas de la cárcel. Nos sacaron por la puerta de atrás a Luis González de Alba, El Búho, Raúl Alvarez, Cabeza de Vaca, varios más. Nos subieron a un coche y nos llevaron al aeropuerto. Fue muy emocionante: el aeropuerto también estaba lleno de jóvenes esperándonos. Sin importarles que los policías estaban armados y los amagaban, se subían al coche en que íbamos para detenerlo. Por fin los policías nos bajaron del coche advirtiéndonos que debíamos ir directamente al avión.

Era la primera vez que yo viajaba en avión, y no fue un buen principio. En Perú la policía nos identificó y nos negó el asilo: nos confinaron en una casa del barrio rico de Miraflores en Lima. Al principio nos dejaban salir a la calle. En cuatro días nos detuvieron nuevamente, nos metieron en una celda y a la mañana siguiente nos largaron a Chile. En Chile estaba ya otro de los líderes, Roberto Escudero, que fue nuestro guía las primeras semanas en ese país.

Regresé a México y pasé aquí los siguientes cinco años. Me casé. Hice trabajo académico y me dediqué otra vez a la biología. Pero sobre todo retomé una de mis viejas obsesiones: la certeza de que la educación era el centro de todo. Conseguí una beca para ir a París a estudiar al respecto en La Sorbona.

En París quise escribir un libro sobre el 68 y puse a mi alrededor todo el material disponible. Pegué un tablero en una de las paredes del departamento: un eje de fechas, día por la del movimiento, cruzado por columnas que consignaban los hechos y los sucesos. No sirvió. No tenía el suficiente estado de ánimo para hacerlo. Y no podía hacerlo, precisamente, por falta de distancia a pesar del paso del tiempo: mi vida toda seguía alienada por la experiencia del 68. Después de esa experiencia mi vida no transcurría sin volver eventualmente a la angustia, el nerviosismo, la confusión respeto a mi propia persona. Perdí contacto con el mundo real y me ensimismé. Tenía un sentimiento de responsabilidad y culpa mezclado con un tinte megalomaniaco. Lo digo autocríticamente: yo llegué a sentirme responsable de los destinos del país; quería desesperadamente reparar al 68 y de paso a todo lo otro que estuviera, o hubiera estado mal, en México. Y era más desalentador porque ante tanta responsabilidad había tan pocas vías -políticas, sobre todo- para cumplirla. Durante muchos años vi al mundo como a través de un cristal opaco, un velo en los ojos, provisto por mi experiencia en el 68.

Con todo y velo, era imposible no disfrutar París. Dejé a un lado El Libro del 68 y escribí poemas, cuentos, deambulé, gocé muchísimo los cursos en La Sorbona. Pude, cómo decirlo, separarme un tiempo de mí mismo: de mi experiencia en el 68.

Una mañana en París se me recrudeció el dolor en el pecho que desde aquel culatazo un día de octubre, con intermitencias y gradaciones, me acompañaba regularmente. Fui a ver a un médico que me atendió con gran seriedad y me hizo varios estudios y análisis. Me dijo al fin que no iba a morirme de eso pero que mi esternón era un desastre: lo tenía desviado y el cartílago se había unido exóticamente a las costillas. De ahí el dolor. No había, sin embargo, nada qué hacer. De algún modo mi esternón se había adaptado a las circunstancias lo mejor posible. Me dijo entonces, no sé si por un golpe de intuición o a la luz de los análisis: "Esto a usted se lo hicieron". Me lo habían hecho, en efecto. Pero yo estaba en París y no era el lugar adecuado para revivirlo, aunque la molestia en el pecho hiciera todo lo posible por recordármelo.

Reflexión antes del Cambio – Informe 119 – Marzo 2013 – Ana María Frallicciardi.

Posted on 11 marzo, 2013 by malejandrasv

Enrico Mariani: Venezuela, tiempo de transformaciones

por Enrico Mariani el 29/05/2014 a las 12:37 horas

La intensa vibración que por medio de una fuerza regeneradora produce grandes civilizaciones, está comenzando a irradiarse sobre la cabeza de la cordillera de los Andes, específicamente en Venezuela.

Autor: Enrico Mariani

Durante el siglo pasado los grandes iniciados han estado informando que en la era de Acuario se produciría un desplazamiento de los puntos magnéticos espirituales de oriente hacia occidente. En efecto, los altos santuarios del saber se están trasladando hacia el continente americano, específicamente a la América del Sur. Desde el Tíbet, instructores secretos en calidad de mensajeros especiales están esparciendo las enseñanzas ancestrales para activar la evolución espiritual de la humanidad. El magnetismo espiritual que ha tenido vigencia desde hace siglos sobre el extremo oriente se desplazo hacia Europa y comienza a manifestarse en América. Este electro-magnetismo, después de haber vibrado con alta frecuencia en las cadenas de los Himalayas, se desplazó por los Alpes para luego estacionarse en la cordillera de los Andes. La intensa vibración que por medio de una fuerza regeneradora produce grandes civilizaciones, está comenzando a irradiarse sobre la cabeza de la cordillera de los Andes, específicamente en Venezuela.

En efecto, el mundo entero conoce lo que está sucediendo en Venezuela. A partir del 12 de febrero se inició un proceso irreversible de cambios y transformaciones que marcarán el futuro del país y que abrirá la puerta a la gran regeneración que vivirá Sudamérica. Las energías de luz comienzan a manifestarse, pero por otro lado, las fuerzas establecidas se resisten y no quieren reconocer que ha llegado el tiempo de las grandes transformaciones.

De acuerdo al esquema natal de la República de Venezuela nacida el 5 de julio de 1811, el Sol se ubica a 12 grados y 41 minutos del signo de Cáncer. Específicamente el 12 de febrero de este año, Plutón (el planeta de los cambios profundos, de la desintegración y de la regeneración) comenzó a hacer una oposición exacta al sol (180 grados) desde Capricornio. Este aspecto estará presente todo el año, pero se puede identificar a junio y diciembre como los meses más intensos de esta oposición. En otras palabras, esta confrontación revela el enfrentamiento de dos fuerzas contrarias muy fuertes. El Sol, que es el poder, la esencia y el orgullo contra Plutón, que es la transformación, la crisis y la necesidad de hacer un borrón y cuenta nueva. Son los extremos de nuestro sistema solar enfrentándose; el Sol desde el centro y Plutón el último de los puntos planetarios que orbita al astro rey. Esta oposición de Plutón en Capricornio y el Sol en Cáncer de Venezuela, es la primera vez que se presenta en la historia contemporánea del país. El maestro de Astrología y amigo, José Hernández, lo interpreta así: "Está en pleno proceso de terminación una etapa muy oscura y nefasta para el país. Un proceso muy complicado que sin embargo, no será de corta duración. Una verdadera decadencia. Las estructuras de una democracia que relega los valores del ser humano para privilegiar los intereses personales y mezquinos no tendrán cabida en un país de luz como el nuestro. Plutón es el verdadero revolucionario. Actúa con total intensidad, desde lo más profundo del ser esencial para limpiar toda impureza. Las estructuras corruptas están destinadas a caer estrepitosamente. Plutón regenera pero actúa de una forma muy contundente, lo suficiente como para crear una nueva etapa de mayor luz y paz, pero no será sencillo." Sin lugar a dudas el proceso se siente lento, el resultado final parece no llegar nunca, pero tengamos la seguridad que este principio irreversible de transformaciones ya ha comenzado y no se detendrá hasta llegar a su final. Entiéndase que están comprometidos, el autoritarismo político, las mentiras institucionales, los proyectos engañosos, la falsedad de sentimientos y vinculaciones promovidas solo por el interés y la ambición material. En pocas palabras, sólo lo genuino, natural, esencial y sobre todo, transparente echará raíces en el nuevo país que surgirá. La esencia de vida se nos manifiesta en el presente para evolucionar desde una nueva perspectiva. Estamos en tiempo de profundos desafíos y transformaciones. No olvidemos que somos seres espirituales realizando una experiencia en un cuerpo físico para lograr la evolución de la conciencia. Definitivamente Venezuela está llamada a ser la nueva Jerusalén.

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