Francisco Alfaro Pareja: No es la guerra sino la paz la partera de la historia...Jovenes historiador
Francisco Alfaro Pareja: No es la guerra sino la paz la partera de la historia
14 marzo, 2017 \ ENPAISZETA
Especial / Por Macky Arenas
Es Magister en Historia de Venezuela. Se fue a España y allá se especializo en Paz, Desarrollo y Conflictos. Acaba de presentar su libro “La historia oculta de la Independencia de Venezuela: de la guerra idealizada a la paz imperfecta”.
¿Qué tiene de oculta la historia de Venezuela?
Hay una buena parte de la historia de la Independencia de Venezuela que aún no ha sido contada: la historia de las instancias, momentos, espacios, acciones y documentos de paz entre los bandos en pugna. En síntesis, la historia compleja del conflicto.
¿Cómo abordar los conflictos desde una visión pacífica de la historia?
Se puede. Más allá del enfoque de los relatos tradicionales que han puesto el énfasis en las regulaciones violentas, se pueden analizar las dinámicas pacíficas entre patriotas y realistas desde una visión de paz imperfecta y de construir las interacciones violentas. Hay que atender esta visión incompleta y develar que el proceso por la Independencia de Venezuela fue un conflicto del cual la violencia y las regulaciones pacíficas fueron dos formas de canalización.
¿Qué es la paz?
No es un estado perfecto sino un proceso imperfecto que alcanzamos a través de la negociación cotidiana. Nuestra historia ofrece innumerables testimonios de cómo, en medio de los más cruentos episodios, hemos sido capaces de sentarnos y llegar a importantes acuerdos. Se puede demostrar que hubo más encuentros, pactos y acuerdos durante los períodos más complicados como la “Guerra a Muerte” que en toda nuestra historia de paz.
¿Por qué hoy es tan difícil que parece imposible?
Uno de los elementos fundamentales para que un diálogo, acercamiento o intercambio, como se le quiera llamar, tenga éxito y las partes convengan es sentarse es que el facilitador presente ofrezca confianza. Es preciso identificar cuáles intereses y objetivos se mueven en la mesa, qué metas quiere alcanzar cada una de las partes. Cuando existe un conflicto es porque cada parte tiene intereses y objetivos diferentes. Determinar qué zonas de acuerdo posible existen es primordial, lo cual es un proceso que demora.
Aquí se pensó que por sentarse un par de veces era suficiente. Hablan de fracaso del diálogo cuando, en toda regla, ni siquiera lo hubo
El diálogo es en sí mismo un proceso de maduración, en que las partes van progresivamente demoliendo los mitos que han construido sobre cada una. Por eso es necesario que se conceda tiempo a los participantes.
Probablemente no funcionó porque el gobierno incumplió y eso implosionó el proceso
Es un conflicto que se ha agravado por la circunstancia de que, desde el año 2007, el gobierno viene socavando lo que está establecido en la Constitución e imponiendo un modelo distinto y paralelo, el llamado socialismo del siglo XXI el cual, además del problema económico, es lo que ha venido generando toda esta conflictividad social donde ahora estamos inmersos. Estamos hablando de un actor que cuenta con la fuerza armada, con los mecanismos de inteligencia, con el sistema financiero, con el mercado petrolero.
¿Con qué cuenta la oposición?
Con la mayoría del voto popular. Eso indica que hemos estado en presencia de una negociación muy asimétrica y es necesario que el gobierno comience a dar señales claras y contundentes como para que se perciba que vale la pena seguir en el diálogo, si en verdad lo quiere.
¿Qué debe el gobierno?
No hay que olvidar que colocó una serie de trabas para impedir el revocatorio. Igualmente, desde el año pasado vienen ocurriendo procedimientos, el dudoso nombramiento del TSJ, el aplazamiento de las elecciones regionales, la ausencia del debido proceso para los juicios entre otras irregularidades.
El gobierno ha venido alterando todos esos mecanismos pero la tirantez hace prever que en cualquier momento, ¿cómo ha ocurrido a lo largo de la historia, veamos nuevas “sentadas”?
Y para que valga la pena, en el marco de una mesa de negociación, todo debe valerse en el buen sentido y, en aras de recuperar el hilo constitucional, debía considerarse opciones como unas mega elecciones, o adelantar las presidenciales o generar un gobierno de transición y unidad nacional. Todo eso se mantendrá vigente entre las opciones para evitar males mayores.
¿Ve usted posibilidades de que el gobierno ceda en lo electoral, muy a pesar de las legitimaciones y cualquier otro paso previo?
Es complicado porque no tienen apoyo popular. Perderían capital político en un contexto económico muy comprometido y con un futuro inmediato aún más complejo en cuanto a crisis de recursos. No hay posibilidad alguna, ni en el mediano ni largo plazo, de una recuperación del madurismo ni de cualquier otro sector del oficialismo como para captar esos votos. Así que ceder en materia electoral no es algo que pueda estar en su panorama, al menos en primera instancia.
¿Cuál es el panorama oficialista?
Hay gente que ve al gobierno nacional como algo monolítico y no lo es. Incluso hay sectores del chavismo que están más cerca de la oposición que del propio gobierno. Es un hecho que está dividido en varios grupos entre militares y civiles. Así como no toda la oposición está en la MUD, a pesar de los esfuerzos por su renovación y por buscar la unidad.
A pesar de que ambas partes solicitaron facilitación a la Santa Sede, se han escuchado críticas muy rudas al Papa y a sus representantes ¿A dónde conduce esa postura?
Hay sectores radicales. Históricamente hubo estos actores en ambos lados. Gente que está menos dispuesta a acceder al diálogo. Para los marxistas, es un contrasentido dialogar, se parte de la premisa de que eres amigo o enemigo. La ideología liberal es diferente pues en la democracia no existen enemigos sino adversarios y la negociación es siempre un recurso y algo fundamental y cotidiano. Para la oposición debía ser mucho más lógico ir a un diálogo. Pero para ambos representa un costo político pues para la oposición significa sentarse con un gobierno que ha venido violando la Constitución de manera reiterada. Pero, insisto, es la paz y sus mecanismos, los que hacen historia.-
Foto cortesía.
TALLER CRÍTICO
LA HISTORIA OCULTA DE LA INDEPENDENCIA DE VENEZUELA
POR: ROBERTO LOVERA DE-SOLA[1]
Nos da una gran alegría recibir hoy en nuestro Círculo de Lectores al historiador Francisco Alfaro Pareja(1980) de quien presentaremos y comentaremos su segundo libro La historia oculta de la Independencia en Venezuela (Prólogo: Tomás Straka.Caracas: Alfa,2016. 354 p.), libro sugerente y sugeridor de nuevos puntos de vista para el análisis de su tema. Obra que nos hace ver los nuevos caminos que el aprendizaje y análisis de nuestra historia está tomando en estos tiempos. No hay, desde luego, que perder de vista en ningún momento su subtítulo: “De la guerra idealizada a la paz imperfecta”.
QUE FUE
Creemos que para entrar en esta obra estamos obligados a darnos cuenta en aquello que fue el proceso emancipador, que para nosotros fue: “no sólo fue una contienda bélica sino una controversia ideológica, la pugna de dos concepciones dentro de una sociedad para que ésta pasara de colonial a políticamente independiente. De allí lo equívoco que es pretender comprender aquellos arduos días sólo a través del estudio de los sucesos bélicos, que en muchos casos no explican aquel momento sino en sus zonas más superficiales. Es el estudio de las ideas que sustentaron los protagonistas de aquella intensa controversia lo que puede permitirnos comprenderla”[2].
Ahora bien, si nos detenemos a examinar ese proceso, si seguimos los pasos de sus actores, si los observamos actuar, en la plaza pública, en el parlamento en el campo de batalla, los hallaremos, como dijo el maestro Pedro Grases(1909-2004): “traduciendo textos para la formación de la conciencia cívica...promoviendo periódicos... reuniendo bibliotecas para la educación ciudadana... o exponiendo teorías y principios para orientar el pensamiento y fortalecer las voluntades. Siempre utilizando la imprenta para divulgar la buena nueva de la emancipación”[3].
Es eso ante lo que estamos al leer y analizar las ricas páginas del libro Alfaro Pareja.
En él “a partir de un giro metodológico, el presente libro busca mostrar que el proceso por la independencia de Venezuela fue un conflicto, del cual la violencia y las regulaciones pacíficas fueron dos formas de canalización; constatar que el conflicto se puede abordar desde una visión pacífica de la historia”(p.33).
De allí que indique su ángulo de examen:
“la paz imperfecta”: es la que se sitúa “mas allá de la suma de la paz negativa, positiva y cultural, es una herramienta que nos permite reconocerlas e interrelacionarlas. Hay que hablar de ‘paces imperfectas’, porque son muchos los espacios y momento en los que se producen (y se han producido) regulaciones pacíficas”(p.28-29), en ello sigue Alfaro a su profesor el historiador español Francisco A.Muñoz.
De allí que indique:
“Algunas expresiones de regulaciones pacíficas en el conflicto político por la Independencia de Venezuela fueron negociaciones, mediaciones(en el sentido tradicional y en el sentido imperfecto), regulación de la guerra, diálogos. Concertación, armisticios, amnistías, acuerdos de paz, vindicaciones políticas, sociales, y/o económicas, reinserciones, trato igualitario ante la ley, reconocimientos, procesos de perdón y olvido y aplicación de justicia…algunas expresiones de regulaciones violentas en el conflicto de la Independencia de Venezuela fueron la desaparición física intencional de personas, los enfrentamientos armados, la guerra(como máxima expresión de la violencia), las injusticias sociales, politicas y económicas, el trato desigual ante el ordenamiento jurídico, la discriminación por raza o lugar de origen, la tortura, el irrespeto a los preceptos del Derecho de Gentes, la agresión a[la] población no combatiente, la violencia extrema por raza o grupo social, entre otros”(p.30).
Así su exploración: “Metodológicamente, el análisis parte de la interrelación de la Historia y los estudios de la paz y los conflictos a la luz de la transdisciplinariedad, condición sino qua non para el análisis de la complejidad de la realidad y de los conflictos que esta genera”(p.31).
Consecuencia es
1)la elaboración de una Teoría general de los conflictos “que tenga capacidad explicativa de las diversas entidades humanas
2)pensar desde una ‘paz imperfecta estructural’, entendida la paz como una dinámica y no como un estado estático;
3) “desconstruir la ‘violencia estructural imperfecta y entenderla(al igual que la paz) como un fenómeno humano que se potencia y que interactúa con diversos tipos de paces;
4) identificar las mediaciones y dialécticas sutiles y abiertas donde los conflictos se dinamizan y catalizan;
5) el empoderamiento pacifista, a través del reconocimiento de las experiencias de paz a lo largo de la historia”(p.31-32).
Hay para Alfaro dos grandes períodos: el primero, el de la guerra(1811-1820); el segundo: el del Trienio Liberal(1820-1823) en el que poco hemos, pese a su singularidad, en el cual se produce en Venezuela, en especial en la Gran Colombia, los acuerdos de paz que fueron, en 1820, los Tratados de Trujillo, armisticio y regulación de la guerra; el tercero, para nosotros, el que va de 1823 a 1831, cuando ya la emancipación ha sido lograda; el cuarto, de de 1831 a 1846, cuando se disuelve la Gran Colombia, en 1830 y comienza, especialmente a partir de 1833, fecha de la muerte de Fernando VII(1784-1833) el proceso del reconocimiento de nuestra Independencia por parte de España y se inicia y comienza el período en que comienzan las relaciones diplomáticas, en igualdad de condiciones, entre España y Venezuela, que nosotros datamos de 1833 pero que tiene sus primeros intentos en el año de 1831 y quizá antes, con la primera representación diplomática de la Gran Colombia en España, por breve tiempo, en 1821.
Así, apunta Alfaro, “El período comprendido entre 1811 y 1820 fue el de mayor intensidad desde el punto de vista de la violencia directa y cultural entre Patriotas y Realistas, también fue un período rico en mediaciones y regulaciones de paz positiva”(p.77). Luego, tras los sucesos liberales de la península, lo que hizo posible el inicio del Trienio Liberal(1820-1823), todo va a cambiar, se van a iniciar las conversaciones de paz, los acuerdos, lo que facilitará la obtención de la Independencia y el fin de los hechos bélicos,
Así, desde la perfectiva señalada, desde 1820, La Historia oculta de la Independencia en Venezuela, es un estudio de conjunto del decisivo período, desde el ángulo que hemos indicado, de aquello que Alfaro llama “la paz imperfecta”.
Casa de La Estrella (Valencia. Edo. Carabobo) donde se firmo la separacion de Venezuela de la Gran Colombia (1830)
LOS GRANDES TEMAS DEL LIBRO
Tiene la investigación de Alfaro, en su conjunto, varias secciones, pero deseamos detenernos en las que consideramos son las centrales:
1) el proceso de la complejidad de ese proceso hasta 1820, inicio del Trienio Liberal;
2) Los acuerdos de Trujillo, consecuencia del Trienio Liberal;
3) las Capitulaciones y negociaciones después de las grandes batallas:
4) La desmovilización y la inclusión de los Realistas Venezolanos en la vida del país, con especial énfasis en Dionisio Cisneros(1796-1847), María Antonia Bolívar(1777-1842), Feliciano Montenegro y Colón(1781-1853) y el Marques del Toro. Pero no solo ellos. El estudio de los Realistas Venezolanos es tema abierto dentro de las indagaciones sobre nuestro pasado y en particular durante el período emancipador.
5) El proceso del reconocimiento de nuestra Independencia por parte de España, que incluye además los “conflictos no resueltos” (p.216): los impaces diplomáticos posteriores, en 1860,1848, 1849, 1860, 1863.
DENTRO DE LA HISTORIA OCULTA
Subrayamos lo importante que es para entrar en este libro retener su subtítulo “De la guerra idealizada a la paz imperfecta”, es allí donde encuentra lo que sun autor denomina “la historia oculta”, ante la cual explora con sus nuevos ojos, bien formados en su caso, todo el proceso de la emancipación, de 1810 a 1846. Es decir, más que lo oculto lo no visto como se debería.
Para ello es importante para Alfaro
“ir revelando la historia de las voces silenciadas: la de civiles, las de los vencidos, la de las mujeres, la de los indígenas, la de los estratos mas bajos de la sociedad colonial, la de las regiones, la de las contradicciones, la de las mentalidades…la historia de las instancias, momentos, espacios, acciones y documentos de los bandos en pugna”(p.19)”[4]
Ello para llegar a lo que es la esencia de su propósito de examen:
“Develar una historia de paz que hasta ahora permanecía oculta o traspapelada como materia tangencial de una guerra idealizada, sobredimensionada o, por lo menos, simplificada”(p.20)
Es un conflicto grande y grave este, de consecuencias aun vivas en la sociedad venezolana:
“Este conflicto, si bien complejo, estará lleno de instancias o regulaciones pacíficas imperfectas poco relatadas por la historia, en la que los Realistas(defensores de la monarquía y de la pertenencia de Venezuela del imperio español) desarrollan sus capacidades para canalizar los conflictos por vías constructivas y de diálogo…Gran parte de las regulaciones pacíficas serán impulsadas por el liberalismo político que funge como ‘espacio mediador’ entre Patriotas y Realistas a lo largo del conflicto”(p.23).
E insiste: “La gran mayoría de estas regulaciones pacíficas serán favorecidas, impulsadas o estarán enmarcadas dentro del espíritu del liberalismo político, especialmente a lo referido a la ‘valoración de la persona en si misma’ y a la ‘valoración de su racionalidad”(p.24).
Y subraya: “en el marco de la complejidad de este conflicto, hay que reconocer que hubo, por una parte, algunas prácticas de igualación social, emprendidas por caudillos como José Tomás Boves(1782-1814) y José Antonio Páez(1790-1873) y, por otra, se implementó la corriente política republicana”(p.24).
“Así los sucesos del 19 de abril de 1810 fueron la puerta que abrió el camino hacia el proceso de independencia de Venezuela, acompañado del inicio de un conflicto que se extendería hasta 1846”(p.57)- ¿Por qué 1846 puede preguntarse el lector? Por el Reconocimiento de nuestra Independencia por parte de España, ese año? ¿O por el estallido de la rebelión liberal de aquel año, primer suceso cuestionador del orden establecido en 1830?. Desde luego, téngase en cuenta que los hechos de 1846 dentro de Venezuela de ningún modo los observamos de la forma tergiversadora, como los vio Federico Brito Figueroa(1922-2000)[5], de hecho no hubo aquel año, en ningún momento, la “insurrección campesina y antiesclavista” que él dice(p.103), hay que verlo como el suceso con sentido que fue.
Anota Alfaro: “Es prudente recordar que, para 1815 y al menos hasta 1820, los puntos de encuentro entre Patriotas y Realistas eran escasos, ya que ambos pugnaban por la satisfacción de objetivos encontrados”(p.125). Así lo podemos ver: en 1815: “la llegada de Morillo tiene varias implicaciones para el bando Realista que no era homogéneo en sus ideas y en su accionar”(p.126). 1820 fue el momento decisivo: ”una vez se reinstaura el gobierno liberal en la península ibérica en el año 1820, recibe instrucciones que le darán un importante giro a la dinámica del conflicto. Estas plantean abrir el diálogo con los rebeldes y la propuesta de igualdad de trato a los pobladores de las provincias de ultramar bajo los designios de la Constitución y de un rey limitado. Este cambio político en España producirá consecuencias en Venezuela…A mediados del año 1820, Realistas y Patriotas comienzan a establecer contacto para buscar una salida que permita regular al conflicto por vías pacíficas o, menos violentas. Siete años de Guerra a Muerte[6] habían generado en desgaste en ambos bandos…El cambio de actitudes radicales por otras mas moderadas en los principales líderes del conflicto, en este caso Bolívar por los Patriotas, y Morillo, por instrucciones del nuevo gobierno liberal, por los Realistas, repotenciará las regulaciones de ‘paz negativa’ y ‘cultura de paz’. A partir de 1820, se redefinirán las formas y el empleo de las regulaciones pacíficas y violentas en el marco del conflicto por la Independencia de Venezuela”(p.129-130)[7].
Expuesto esto, apunta:
“El Armisticio de Trujillo fue beneficioso para ambas partes. Para los Realistas fue una oportunidad para descansar, reabastecerse, reorganizarse y diseñar nuevas estrategias. Para los Patriotas fue más beneficioso, ya que, además del reabastecimiento, lograron el reconocimiento formal de Colombia y Bolívar como su presidente. Si bien con esto no se reconocía la Independencia, era un paso importantísimo para la causa patriota” (p.147)
ALGUNOS COMENTARIOS Y OBSERVACIONES
Lo que se dice que Bolívar, Bello y López Méndez viajaron a Londres con la idea de invitar a Francisco de Miranda(1750-1816) a retornar a Venezuela “para impulsar la campaña libertadora”(p.58) contradice las instrucciones que para ellos estableció la Secretaría de Relaciones Exteriores de la Junta Suprema de Caracas, más bien lo que se les pidió era no acercarse al general Miranda. Pero para ellos tres conocer a Miranda fue un hecho decisivo, tanto que llegaron a suscribir un informe(octubre 3,1810) a su cancillería sobre la personalidad, destacadísima, de Miranda, escrito del puño y letra de Bello, fue firmado por López Méndez, ya que Bolívar, jefe de la misión, había regresado a Caracas. En aquel papel hay una observación que contradice lo dicho por Alfaro, cuando se lee: “Caracas debería llamarle por su propio interés; pero cuando así no fuese, su restitución a esa Patria que tanto le debe es un acto indispensable de humanidad, de gratitud, y un de justicia”[8]. Este el primer alegato a favor de la personalidad del Precursor suscrito por venezolanos, país que hasta ese momento había sido adversario de Miranda, incluso por el propio Juan Germán Roscio(1763-1821), quien era nuestro canciller. Véase la correspondencia que durante aquellos años sostuvo, desde Caracas, con Andrés Bello(1781-1865), funcionario del país y amigo cercano suyo[9].
Es un error llamar “partido” (p.58) a la Sociedad Patriótica, ya que en esa época, y hasta la década del cuarenta del siglo XIX los partidos políticos no existieron ni siquiera fuera de Venezuela. Lo que fue, sobre todo en 1811, la Sociedad Patriótica fue un grupo de presión, cuya influencia fue importante en la decisión de declarar la Independencia.
No en Los Teques (p.80), pueblo entonces de 3000 habitantes, sino en El Teque a lo que se refiere. Fue en El Teque, en Caracas, donde hubo la sublevación de los Canarios contra la República(julio 11,1811). El Teque es la zona de Caracas cerca de donde está hoy el Palacio de Miraflores.
Dudamos que se puede llamar a Domingo Monteverde persona institucionalista (p.95), ya que faltó a las leyes y no acató las decisiones de la Real Audiencia, que encabezaba en aquellos días por aquel magistrado integérrimo que fue el Regente José Francisco Heredia(1776-1820).
Llamar a Boves “soldado no profesional” (p.96) es un yerro pues él era un oficial de la marina española. Fue años después que fue comerciante en los llanos (p.101), pero sin perder su grado castrense. De hecho cuando Morillo llegó a Venezuela, en 1815, traía entre sus papeles el acta de ascenso de Boves a Coronel, como ya había muerto sus salarios los recibió su madre en Asturias. Y sus ascensos continuaron.
No creemos que Bolivar, en 1813, decidiera continuar la dictadura de Miranda(p.100), ya que al llegar a Caracas, al frente de la Campaña Admirable(agosto 6) convocó a los más capacitados para escuchar sus opiniones sobre el régimen que mejor convenía establecer[10]. Su gobierno fue una dictadura, dada la situación que se vivía, aunque ofreció la pronta reunión del congreso. Esta fue la primera de las dictaduras que ejerció, las otras fueron las del Perú, en 1824-1825 y la grancolombiana de 1828-1830, regímenes de emergencia los tres: para errumbar el proceso independentista en 1813-1814, para obtener la emancipación del Perú y para reordenar la república grancolombiana.
Cuando el Libertador “ordena a principios de febrero de 1814 la ejecución de alrededor de mil españoles en Caracas, La Guaira y Valencia, potenciando así sus capacidades para la violencia” (p.105) fue por razón, explicable en aquellas horas. En verdad aquello fue la aparición del Bolívar terrible, el mismo que había decretado la Guerra a Muerte el año anterior. Pero aquello, siendo como fue un hecho propia de la guerra, tuvo su razón y su sentido: con ello quiso impedir el Libertador que esos Realistas se levantaran de nuevo contra la República como lo habían hecho, en 1812, en Puerto Cabello, siendo él Jefe Patriota de la ciudad, lo cual facilitó la caída de la Primera República. Fue un acto durísimo, hay que ver el horror con que lo narra Juan Vicente González (1810-1866) en su Biografía de José Felix Ribas(1865).
Cuando Bolívar salió al exilio (1814) desde Carúpano (p.108-109) no lo hizo “rumbo a las islas del Caribe”(p.108) sino hacia la Nueva Granada, desde allí, al año siguiente, en 1815, fue que se trasladó a Jamaica y después a Haití a fines de aquel mismo año.
Se pueden añadir otras consideraciones, distintas (p.109), a las que sobre la Carta de Jamaica hace Alfaro basándose en la interpretación de un solo autor, lleno de animadversión contra Bolívar, pese a los dos siglos pasados desde el momento en que dictó la Carta de Jamaica y sin entender su fondo mas esencial: el Libertador para nada renunció a su condición de Mantuano, como se dice en aquella interpretación, si lo hubiera hecho hubiera sido un descastado, cosa que nunca fue. Bolívar nació Mantuano y murió Mantuano, de hecho nació en la casa de un hidalgo, pese a sus ordalías sexuales y murió en la de otro, por cierto un español, en San Pedro Alejandrino.
Es una necesidad adentrarse aun mas en el estudio de la relación de Fernando VII (1784-1833) y la independencia latinoamericana, en particular la venezolana (p.120), en la relación Bolívar-Fernando VII. Se debe tener siempre en cuenta la carta, llena de sentido diplomático que Bolívar remitió a este Rey (enero 24,1821) en que en su afán por obtener la paz llegó a decirla: “Es nuestra ambición ofrecer a los españoles una segunda patria, pero erguida, pero no abrumada de cadenas. Vendrán los españoles a recoger los dulces tributos de la virtud, del saber, de la industria; no vendrán a arrancarlos de la fuerza”[11].
Esta cita de la carta a Fernando VII había tenido tres años antes (junio 12,1818) su preámbulo en una comunicación a Luis López Méndez (1758-1841), en dos de cuyos renglones se lee: “Paz a la nación española, y guerra de exterminio a su gobierno actual”[12], misiva en la cual está clara su decisión de luchar contra el absolutismo de Madrid, pero a la vez su deseo de convivencia, “paz a la nación española” se lee en ella.
La Constitución de Angostura fue la de 1819, la de Cúcuta es la de 1821(p.223).
“Quizá uno de los actores mas destacados, a los efectos de este estudio, es Francisco Martínez de la Rosa”(p.193), no diríamos “quizá” sino que enfáticamente afirmaríamos, dado que su presencia fue esencial en aquella negociación.
BOLÍVAR Y LA ABOLICIÓN DE ESCLAVITUD
Hemos dejado para último el tema de la esclavitud, que aparece, como es lógico, en el volumen de Alfaro, porque dada su relevancia merece ser tratado con especial atención, ya que la idea de Bolívar de dar la libertad a los esclavos era una convicción, antes de su primer decreto de 1816, en Carúpano, él en 1814 había liberado a sus propios esclavos, para comenzar dando ejemplo
Por ello no creemos que se pueda sostener lo que dice Alfaro: “A pesar de que es ingenuo creer que el abolicionismo en Bolívar fue consecuencia de anecdóticos compromisos de índole personal, como es el caso de la respetable oferta que le hizo [Alejandro] Petión (1770-1818) a cambio de apoyo en equipos y armas”(p.111). El asunto es mucho más importante y grave.
Es cierto que la esclavitud fue abolida en Venezuela en fecha muy tardía, 1854. El asunto merece una cuidadosa reflexión. Es verdad que llegar al decreto de abolición fue un camino lleno de piedras, pese a que la época era, fuera de Venezuela, bastante antiesclavista, nuestra clase alta era esclavista. Por ello logramos el fin de la esclavitud tan tardíamente, apenas nueve años antes que los Estados Unidos (1863).
Se trata de un asunto que ha sido mal interpretado con relación al Libertador, incluso por plumas doctas. Se ha llegado hasta negar que aquello haya sido cierto, o a decir que fue una decisión insincera de su parte porque aquella libertad se obtenía gracias a pasar a servir en el ejército patriota. Pero como el asunto es de mucho bulto lo tratamos aquí teniendo la documentación a la vista.
Hay que comenzar señalando que la abolición de la esclavitud, el poner fin a ese inicuo régimen, estaba contenido dentro del ideario de la Ilustración, que hizo posible la Revolución Francesa (julio 14,1789), en ella la esclavitud fue abolida en 1794. Y Bolívar bebió aquello por vez primera, si es que no tenía información previa por las tertulias familiares, antes de salir del país en 1799, o por sus lecturas europeas, en el período que pasó primero en España(1799-1802) o en Europa(1804-1806), en Francia e Italia, que fue en el que el Bolívar político surgió con claridad y firmeza. Volverá a encontrarse con ello en su encuentro con Francisco de Miranda(1750-1816) en Londres, en 1810, cuando el asunto fue uno de los temas centrales de sus coloquios con el Precursor, en los que participaron también Bello y López Méndez. Pero entre su regreso a Venezuela, en 1807, y su viaje a Inglaterra el año diez, aparece, en el año 1809, el primer documento suyo sobre la esclavitud, en este caso apoyando a sus propios esclavos en una solicitud hecha ante la autoridad en defensa de algunos bienes que habían heredado aquellos de sus amos. La actitud de Bolívar es clara en ese papel(Escritos, t.II,Vol.I,p.175-176). Es posible que lo que allí dice sobre ellos explique lo que seis años más tarde mantendrá sobre ellos en la Carta de Jamaica, concepción que le ha sido criticada sin penetrar en su por qué, esta se puede razonar desde seis años antes. Es por ello que no puede decirse que Bolívar no mencionó “ni a los indígenas, ni a los mestizos, ni a los negros, ni a los pardos, ni a los canarios”(p.109) en la Carta de Jamaica. Este es el momento de su vida en que se produce la “metanoia”, que refiere Francisco Herrera Luque(1927-1991), la que le permite pasar de Mantuano a Libertador, sin dejar de ser lo primero, pero poniéndose al frente a todos, de todas las clases, con las cuales realizó la emancipación[13]. Recuérdese que es en la Carta de Jamaica en donde deja claro qué clase de sociedad éramos, cuales eran sus componentes. Lo hace cuando señala “Nosotros somos un pequeño género humano, poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares; nuevos en casi todas las artes y ciencias, aunque en cierto modo viejos en los usos de la sociedad civil”(Escritos,t.VIII,p.232). Allí están implicadas, en el “pequeño género humano”, todas las clases: indios, españoles y negros. Por ello, no se puede decir que no mencionó en la Carta de Jamaica a los indios. De hecho, desde allí en adelante, se puso frente a todos para lograr la emancipación. Además, en la aseveración que hemos citado fue Bolívar el primero en definir a la sociedad civil.
Ese documento de 1809, en defensa de sus esclavos, tiene el valor de ser el primero de Bolívar relativo a la esclavitud. Los que habían sido de su primo hermano el canónigo Juan Félix Jerez Aristiguieta (1732-1785) le pertenecían por ser él heredero él del Vinculo de la Concepción, que su pariente sacerdote, quien había casado a sus padres y le había administrado a él el bautismo, le otorgó en su testamento. Curiosamente también aparece, en las hojas de 1809, entre los familiares de Nicolás de Ponte, la famosa Negra Matea (1773-1886), aya del Libertador, de quien se dice vivió 113 años, lo cual seguramente es incierto, es una típica invención del general Antonio Guzmán Blanco(1829-1899), como lo señala Augusto Mijares[14].
El ideario anti esclavista, repetimos, formaba parte de las doctrina de la Ilustración por lo cual Bolívar lo hizo suyo muy atrás y debió interiorizarlo aun más en su contacto con Miranda en 1810, en Londres, cuando este le presentó e hizo posible sus diálogos con William Wilberforce(1759-1833), el gran adalid de la lucha anti esclavista de la época[15].
En Venezuela, por ello, el gran anti-esclavista sería el Libertador, siendo su concepción sobre este hecho esencial en su ideario y en su acción.
Con el tiempo el Libertador, en 1814, liberó a sus propios esclavos, para dar ejemplo (Escritos, t.VI,p.,372), es posible que el decreto haya sido dado en Caracas, pero es válido también pensar que pudo de ser del momento, ese mismo año, cuando estableció su Cuartel en San Mateo, en donde estaba la hacienda de su familia[16]. Desde luego en 1821 confirmó lo hecho el año catorce y la decisión fue ratificada por escrito en 1827.
Y, en 1815, en la Carta de Jamaica confió otra grave observación a favor del fin de la esclavitud, primero explicó que se dolía de “las penalidades de los esclavos” (Escritos,t.VIII,321).
Y prosiguió al expresar, al comparar lo dañino que era que se unieran oro y esclavos. Dijo entonces: “dos elementos enemigos de todo régimen justo y liberal: oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el segundo está corrompido por sí mismo. El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad; se enfurece en los tumultos, o se humilla en las cadenas…estas reglas serían aplicables a todo América”(Escritos,t.VIII,p.244). Esta consideración trajo a la pluma de don Augusto Mijares (1897-1979) jugosas reflexiones, como todas las suyas, “la corrupción política engendrada por la riqueza fácil, y el exagerado distanciamiento económico de las clases sociales, convierten las dos palabras claves que usa Bolívar, oro y esclavos, en un símbolo de todos nuestros problemas”. Esto lleva a don Augusto a anotar, a partir de la reflexión del Libertador, “Esclavo no es solamente el que arrastra visibles ataduras; esclavo es todo ser humano que sintiéndose explotado e impotente, sin ninguna esperanza de mejoramiento individual o colectivo, fatalmente oscila entre las dos únicas alternativas que se le dejan y ‘se enfurece en los tumultos o se humilla en las cadenas”. Y volviendo a nuestro tiempo, estableciendo el contrapunteo presente pasado añade: “Pero, ¿no es acaso la situación actual de casi todas las naciones americanas? El empobrecimiento de nuestras clases medias, su pasividad política, su desaliento y desmoralización, apenas permiten distinguirlas de los rebaños humanos de nuestro proletariado urbano y rural. ¿Y qué son entonces nuestros pueblos americanos, a pesar de la ruidosa retórica que rueda sobre ellos?”. Y prosigue, siempre en nuestra época, en Venezuela a partir de 1973, alza de los precios del petróleo y, 1974, mal uso de esos recursos que podían haber financiado nuestro desarrollo pleno. Por ello escribe: “Desgraciadamente, cuando se abrieron para Venezuela recursos que hubieran permitido reorganizar el país, comenzando por una clase media ilustrada y económicamente independiente, otro factor adverso volvió a extraviarnos: que el aumento repentino de la riqueza amonedada y de fácil manejo, en contraste con la pobreza íntima del país, ha venido agravar el desnivel entre los que tienen mucho y los que no tienen nada; entre los que todo lo pueden y los que a nada se atreven. Oro y esclavos” [17].
Fue así, que una decisión positiva, como la del presidente Rafael Caldera(1916-2009), de auspiciar la subida de los precios del petróleo en un 50%(octubre 26,1973), que iba darnos muchas posibilidades de desarrollo, tanto que en los años del siguiente presidente, Carlos Andrés Pérez(1922-2010), ello no se hizo, todo aquello se frustró. Venezuela era considerada entonces, por expertos internacionales, como la única nación del Tercer Mundo, que podía asegurar su desarrollo. Cuando un destacado profesor norteamericano nos dijo aquello, en Bloomington, Indiana, después de un largo palique sobre nuestro país, nosotros le expresamos que ello no iba a ser posible porque nuestra elite política solo pensaba en enriquecerse a costa de la nación, aquel magnífico intelectual nos respondió, “si estos no sirven ustedes deben sustituirlos, mediante elecciones, por una elite que pueda ponerse en acción para lograr aquello, que como tu dices, es el deseo de los buenos venezolanos”.
Consciente de las graves circunstancias que se vivían en aquellos años, después de expresar sus proposiciones sobre el sistema político que nuestra América debería adoptar, el Libertador deslizó una observación, esta le ha sido muy criticada, no ha sido bien leída, se ha llegado a pensar, incluso hoy en día, que en ella se expresaba un dictador, un autoritario, sobre todo en su examen no se tenido en cuenta la hora y fecha en que la expresó, el momento psicológico que aquel pensador que era el Libertador. En ella dijo: “Los Estados Americanos han menester de los cuidados de gobiernos paternales que curen las llagas y las heridas del despotismo y la guerra”(Escritos,t.VIII,p.239), desde luego, su idea no ha sido leída completa, solo hasta la palabra “paternales”, dejando de lado la línea siguiente, que es en donde está la esencia del pensamiento, “¡que curen las llagas y las heridas del despotismo y la guerra”, lo cual él estaba viviendo todos los días, desde que se desató la guerra, en la que él participó, desde 1811 en adelante, y especialmente desde 1813. El sabía lo que vivía. No proponía, como han leído algunos, un gobierno autoritario sino un gobierno paternal para poder encaminar la sociedad. Ello lo amplió en el Discurso de Angostura(febrero 15,1819) en palabras que no se han entendido aun, sin tenerse en cuenta las graves horas en que aquello fue expresado, olvidando que Bolívar era un político activo y no un ángel.
Y por ello mismo, fue sus insistencia en la necesidad de educar al pueblo porque como escribió a su hermana mayor María Antonia Bolívar Palacios (1777-1842), “Un hombre sin estudios es un ser incompleto. La instrucción es la felicidad de la vida; el ignorante, que siempre está próximo a revolverse en el lodo de la corrupción, se precipita luego infaliblemente en las tinieblas de la servidumbre”(Escritos, t.III,Vol.II,p.12). Esa era la única manera de encausar la democracia, poner fin al régimen paternal. Véase además lo ligadas que están estas líneas con los renglones de la Carta de Jamaica que antes hemos citado. Casi todo lo que hemos señalado, con excepción de la carta de 1825 a su hermana, lo hizo antes de su paso por Haití, en donde se ha pensado que surgió aquella decisión, aunque era vieja en él. Lo hizo por la necesidad que tuvo en complacer una petición del magnánimo presidente Alejandro Petión (1770-1818). En verdad, como lo podemos ver, aquello ya estaba incardinado en su espíritu. Y, desde luego, fue fiel a lo prometido a Petión, jefe de una nación antiesclavista, la única entonces en todo el continente.
Ya en 1816, en Margarita, al llegar al frente de la Expedición de los Cayos, dijo muy claro(mayo 23,1816): “No habrá más esclavos en Venezuela que los que quieran serlo. Todos los que prefieran la libertad al reposo, tomarán las armas para sostener sus derechos sagrados, y serán ciudadanos” (Escritos,t.IX, p.178). Nos detenemos aquí en este crucial asunto dentro de la vida y el ideario del Libertador. Lo hacemos en sus días en Carúpano pues fue en ese pueblo en que por vez primera dio la libertad a los esclavos a través de un decreto (junio 2,1816). A esta la acompañaron cuatro decisiones más: una segunda al mes siguiente en Ocumare(julio 6) de lo que existen los documentos respectivos(Escritos, t.IX,p.185 y 317); en 1818 reiteró la decisión(marzo 11) en Villa de Cura(Escritos,t.XIII,p.210), en La Victoria y en El Consejo, casi con las mismas palabras (Escritos,t.XIII,p.211 y 212) y el 15 de febrero de 1819 la “imploró”, esa fue la palabra que utilizó, ante el Congreso de Angostura, en su célebre oración de aquella mañana(Escritos,t.XV,p.32). “Infeliz suerte tuvo ese patético ruego”, escribió José Luis Salcedo Bastardo (1926-2005[18]. Este parlamento, que era republicano, no puso en práctica su idea de forma rotunda, de hecho la difirió (enero 11,1820) y remitió al Congreso de Cúcuta(1821), tampoco lo hicieron los parlamentos grancolombianos, pese a haber presentado el Libertador nuevos argumentos, pero nada se logro, aunque Bolívar siguió con su prédica.
Cuando Bolívar decretó la libertad de los esclavos en Carúpano y en Ocumare cumplió así con su conciencia y también con lo prometido al presidente Petión, quien con sólo esa petición le había ayudado a armar la Expedición de Los Cayos y, meses más tarde, lo volvió a apoyar económicamente, para organizar la expedición de Jacmel.
Pero no se detuvo el Libertador en las decisiones parlamentarias de 1821. Aunque no había logrado hacer verdad su iniciativa de dar la libertad plena a los esclavos, la incluyó en su Proyecto de Constitución para Bolivia presentado allá en 1826(Capítulo Dos, Artículo 10, Parágrafo 5). Como se ve el asunto estuvo siempre presente en él.
Ahora, con relación a lo que se ha señalado de que la declaración de la libertad de los esclavos no fue un acto sincero del Libertador porque quienes la aceptaban debían pasar al ejército sino retornar a la servidumbre(Escritos,t.IX,p.186), tenemos una explicación del propio Libertador, en carta(abril 18,1820) al general Francisco de Paula Santander(1792-1840) en donde se refiere al punto: para él la mejor escuela de aprendizaje de la libertad, para los que no la habían tenido, era pertenecer al ejército y luchar desde él por la implantación de la emancipación. En la carta primero expresa su convicción sobre el asunto:
“Es pues demostrado por las máximas de la política, sacada de los ejemplos de la historia, que todo gobierno libre que comete el absurdo de mantener la esclavitud, es castigado por la rebelión y algunas veces por el exterminio, como Haití” (Escritos, t.XVII,p.219-220)[19].
A continuación señala lo que hemos observado antes:
“En efecto la ley del Congreso es sabia en todas sus partes. ¿Qué medio más adecuado ni más legítimo para obtener la libertad que pelear por ella?¿Sería justo que mueran solamente los hombres libres por emancipar a los esclavos?¿No será útil que estos adquieran sus derechos en el campo de batalla y que se disminuya su peligroso número por un medio necesario y legítimo?...Hemos visto en Venezuela morir la populación[sic] libre y quedar la cautiva; no sé si esto es política, pero sé que si en Cundinamarca no empleamos los esclavos, sucederá otro tanto. Yo, pues, usando de las facultades que me concede la ley de la libertad de los esclavos, reitero mis anteriores órdenes: que él ejército del sur tome los esclavos útiles para las armas que necesite y que vengan 3000 jóvenes solteros para el ejército del Norte. Sobre estos últimos insisto fuertemente”(Escritos,t.XVI,p.220)[20].
Aquí está la explicación dada por el propio Libertador. No era un amo el que gobernaba sino un ciudadano, un patriota, un estadista que era a la vez un hombre previsor. un educador, quien sabía que el ejército era la mejor escuela para la libertad. Era aquel pensamiento consecuencia de un país que estaba en plena guerra de liberación, desde ese ángulo debe ser vista esta problemática, no hay otro ángulo para comprenderla. No había doblez en el Libertador quien desde niño trató a los negros en Caracas, ya fueran los esclavos de su casa, o los niños negros con los cuales jugaba en las calles, por lo cual su rígida hermana María Antonia Bolívar Palacios(1777-1842) llegó a denunciarlo en 1795, en un tribunal, diciendo que
“andaba solo por las calles y paseos a pie y a caballo y lo que es peor, en juntas con otros muchachos no de su clase con nota y censura de toda la ciudad”[21].
Fueron aquellos los mismos que le siguieron después a todo lo largo de la contienda. A su lado siempre estuvo su mayordomo José Palacios(c1770-d1842), un antiguo esclavo de la familia Palacios, después liberado, que lo acompañó desde la muerte de su mamá(1792) hasta que exhaló el último aliento en San Pedro Alejandrino(1830).
Y redentor político de las clases bajas lo fue Bolívar a lo largo de toda su peripecia vital. Fue el Libertador, como lo observó, hace varias décadas, Salcedo Bastardo y lo advierte hoy Carrera Damas, un absoluto antiesclavista[22].
De todo esto se concluye que al estudiar a Bolívar hay que ver siempre su luz y sus sombras, no solo lo oscuro. Y, siempre que se vaya hacer una afirmación, leer previamente toda la documentación suya que toque el tema que se refiera.
El camino venezolano hacia la abolición de la esclavitud fue tortuoso, y, desde luego, anti-bolivariano. En el Congreso de 1830 amplió la edad de servicio obligatorio de los esclavos para obtener su libertad a los 21 años, además se señala que cada año solo podrían ser manumitidos 20 en toda la nación; en 1840(abril 27) Páez amplia la edad para la manumisión efectiva a los 25 años.
Esta es la razón por la cual dentro de Venezuela la esclavitud duró en hasta 1854. Pero cuando esta fue decretada, como lo anota Salcedo Bastardo, “para entonces tal bandera ha perdido mucho de la importancia que tuvo antes. Mientras las oligarquías y las autocracias han estado eludiendo la libertad de los esclavos, se ha verificado un cambio apreciable en la situación. La esclavitud ha llegado a transformarse en un régimen antieconómico de producción, se ha convertido en una empresa onerosa; su liquidación se promueve como negocio para los amos”[23].
[1] Leído en el Círculo de Lectura de la Fundación Francisco Herrera Luque, en su sesión de la mañana del sábado 4 de marzo de 2017.
[2] Citado en nuestro El Libertador con el periódico en las manos. Caracas: El Perro y la Rana, 2010.153 p. La cita procede de la p.23.
[3] Pedro Grases: Obras. Barcelona: Seix Barral, 1981-2001. 21 vols. La cita procede de “Libros y libertad”, t.XIV, p.478.
[4] A todo lo largo de esta reseña las palabras Patriotas o Realistas las citamos en mayúsculas por ser estos vocablos los nombres propios que definen a los protagonistas del proceso que tratamos.
[5] Federico Brito Figueroa: Tiempo de Ezequiel Zamora.5ª.ed. Caracas:Universidad Central de Venezuela,1981.565 p.
[6] Recuérdese que el Libertador había puesto fin a la Guerra a Muerte al llegar a Margarita, en 1816, tras la Expedición de Los Cayos. En su Proclama (mayo 8,1816) se lee: “Españoles que habitáis a Venezuela, la guerra a muerte cesará si vosotros la cesáis”, lo que se lee Escritos del Libertador. Caracas: Sociedad Bolivariana de Venezuela/Academia Nacional de la Historeia,1964-2011. 33 vols. La cita procede del t.IX, p.139.
[7] Será muy útil el estudio de la investigación de Robinson Meza: Las politicas del Trienio Liberal Español y la Independencia de Venezuela,1820-1823. Caracas: Academia Nacional de la Historia,2010.176 p.
[8] Andrés Bello: Obras completas.2ª.ed. Caracas: La Casa de Bello,1981-1984. 26 vols. El informe sobre Miranda está en el t.XI,p.64-68. La cita procede de la p.67, se trata de una edición crítica del documento. Fue considerado de tal importancia, y lo es, que el profesor Oscar Sambrano Urdaneta(1929-2011) lo incluyó en su antología: Andrés Bello: Antología general. Caracas: Edime,1981. 2 vols. Ver: “Francisco de Miranda”(t.II,p.1586-1589). Veáse en las mismas Obras completas de Bello.t.XVV, la correspondencia entre Roscio y Bello, también anotada por Sambrano Urdaneta.
[9] Andrés Bello: Obras completas.2ª.ed. Caracas: La Casa de Bello,1981-1984. 26 vols. El informe sobre Miranda está en el t.XI,p.64-68, se trata de una edición crítica del documento. Fue considerado de tal importancia, y lo es, que el profesor Oscar Sambrano Urdaneta(1929-2011) lo incluyó en su antología: Andrés Bello: Antología general. Caracas: Edime,1981. 2 vols. Ver: “Francisco de Miranda”(t.II,p.1586-1589). Veáse en las mismas Obras completas de Bello.t.XVV, la correspondencia entre Roscio y Bello, también anotada por Sambrano Urdaneta.
[10] Pedro Grases: Simón Bolívar y la ordenación del Estado en 1813. Caracas: Colegio Universitario Francisco de Miranda,1979.108 p., incluye los textos que fueron redactados a petición del Libertador: por Francisco Javier Ustariz, dos textos por Miguel José Sanz, Miguel Peña, Ramón García Cádiz, uno firmado con las iniciales de su autor J.R.M. y uno anónimo Ver nuestra interpretación en El Libertador con el periódico en las manos,p.105-110. En este caso se trata el punto en las p.105-107.
[11] Simón Bolívar: Escritos del Libertador,t.XIX, p.115-116. La cita procede de la p.115.
[12] Simón Bolívar: Escritos del Libertador,t.XIII, p.293-297. La cita procede de la p.295.
[13] Francisco Herrera Luque: La historia fabulada. Barcelona: Pomaite,1981-1983. 3 vols. Ver:”De Mantuano a Libertador” (t.I,p.299-311).
[14] Augusto Mijares: El Libertador. Caracas: Editorial Arte,1964. 586 p. La cita procede de la p.18, nota 1.
[15] José Luis Salcedo Bastardo: Crisol del americanismo. La casa de Miranda en Londres. Caracas: Cuadernos Lagoven,1982.107 p. Ver especialmente la p.50.
[16] Asdrubal González: Noticias de la Guerra Larga. Caracas: Feduez, 2005.506 p. Ver las p.255-256.
[17] Augusto Mijares: Longitud y Latitud. Caracas: Seguros Horizonte, 1971. 228 p. Ver: “Oro y esclavos”(p.71-74). La cita proceden de las p. 73-74.
[18] José Luis Salcedo Bastardo: Historia fundamental de Venezuela.13.ed. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 2006. 649 p. La referencia está en la p.344.
[19] Se refiere aquí a la rebelión de los esclavos en Haiti en 1791.
[20] Ha sido el profesor Germán Carrera Damas quien ha subrayado el valor de esta carta de Bolívar en El bolivarianismo-militarismo, una ideología de reemplazo.2ª.ed. Caracas: Alfa, 2011. 210 p. Ver las p.197.
[21] Litigio ventilado ante la Real Audiencia de Caracas sobre el domicilio tutelar y educación del menor Simón Bolívar. Año 1795. Caracas: Imp. Nacional, 1955. 64 p.La cita procede de la p.32. El mismo documento está en Simón Rodríguez: Obras completas. Caracas: Universidad Simón Rodríguez,1975. 2 vols. Está en el t.I,p.159-193. La cita procede de la p.169.
[22] José Luis Salcedo Bastardo: Visión y revisión de Bolívar. 10.ed. Buenos Aires: Imp.López, 1966.335 p. Ver especialmente el capítulo VII “Problemática racial”(p.169-274); Germán Carrera Damas: Colombia,1821-1827: aprender a edificar una república moderna. Caracas: Universidad Central de Venezuela/Academia Nacional de la Historia,2010. 686 p. Ver las referencias que trae en las p.337 y 341.
[23] José Luis Salcedo Bastardo: Historia fundamental de Venezuela,p.351.