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La batalla astrológica de la Segunda Guerra Mundial

La batalla astrológica de la Segunda Guerra Mundial

ISRAEL VIANA ISRA_VIANA / MADRID

Día 03/12/2013 - 08.38h

Hitler fue asesorado por astrólogos para diseñar sus operaciones e Inglaterra tuvo un Departamento de Investigación Psicológica, para montar predicciones astrológicas contra el «Führer»

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En el verano de 1941, durante una convención en Cleveland de la Federación Americana de Astrólogos (AFA, por sus siglas en inglés), Louis de Wohl aseguró que Hitler estaba tomando decisiones militares en la guerra bajo el asesoramiento de «los mejores astrólogos alemanes», los cuales estaban conspirando para que Alemania atacara a Estados Unidos. La invasión, según Wohl, se iba a producir en la siguiente primavera, una vez que Saturno y Urano, los dos planetas «maléficos», hubieran entrado en géminis, el signo del país entonces gobernado por Roosevelt. Así, como lo oyen.

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Recorte de prensa del New York Sun

Louis de Wohl

Esta interpretación del que fue, además de astrólogo, uno de los grandes escritores de novela histórica de siglo XX, era cuanto menos fríbola si tenemos en cuenta que en la Segunda Guerra Mundial murieron más de 70 millones de personas. Pero lo cierto es que la interpretación de las estrellas, por extraño que parezca, tuvo cierto papel en el devastador conflicto, y no solo en la mente de los jerarcas nazis.

Según comentó De Wohl a aquellos crédulos espectadores, «Estados Unidos siempre había sido objeto de graves sucesos cuando Urano transitaba por Géminis». Su evaluación «especializada» iba más allá, al asegurar que las estrellas presagiaban un inminente desastre para Hitler: «No podemos predecir una fecha exacta –añadió–, pero si Estados Unidos entra en la guerra antes de la próxima primavera, él está condenado», declaró.

El juego de los astros

Lo que nadie se dio cuenta es que la conferencia de Wohl era un burdo intento de propaganda por parte del Gobierno británico para arrastrar a la administración Roosevelt hacia al enfretamiento directo con la Alemania nazi. Quería aplastarla fuese como fuese, y los ingleses sabían que la astrología podía ser una de esas vías persuasivas, después de que el 2 de noviembre de 1939 el astrólogo suizo Kart Ernst Krafft informara al mando alemán, tras su interpretación de los astros, de que Hitler corría peligro entre los días 7 y 10 de ese mes.

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Cuando el 8 de noviembre Hitler sufrió el atentado de Munich, en el que murieron ocho personas -aunque él no-, y la Gestapo comprobó que Krafft no sabía absolutamente nada de aquella conspiración, los nazis comenzaron a dar crédito a sus predicciones y establecieron un Departamento Astrológico. El objetivo era que dicha sección sirviera de apoyo a la hora de diseñar sus operaciones militares.

Pronto los ingleses tuvieron su homólogo, con Louis de Wohl a la cabeza, tras formar en septiembre de 1940 el Departamento de Investigación Psicológica, que se encargaba de crear predicciones astrológicas contra la Alemania nazi. Y como en 1937 Wohl había titulado su autobiografía, con cierto humor, bajo el título de «Yo sigo a mis estrellas», se convirtió candidato perfecto para su dirección.

Su debut como astrólogo coincidió con los bombardeos de Londres por parte de Alemania, en una aciaga noche en la que dijo: «Cuando tenemos que vivir cerca de la muerte día tras día, percibimos mejor que todo depende, no de bombas, ni de uno mismo, si no principalmente de Dios».

Guerra psicológica

De Wohl, como empleado de la unidad de sabotaje durante la guerra (SOE), había recibido instrucciones de marchar a Estados Unidos y presentarse como un reconocido astrólogo, con el fin de derrumbar la creencia en el país de que Hitler era invencible. Y no se les ocurrió otra cosa que utilizar la predicción astrológica, tan extendida entonces.

«Un vidente ve un complot para matar a Hitler», publicó «New York Sun»

Wohl dio conferencias por todo el páis y fue entrevistado por un buen número de periódicos, bajo títulos como «Un vidente ve un complot para matar a Hitler» («New York Sun»). La prensa publicó cartas de Karl Ernst Krafft, que supuestamente había conseguido Wohl, en las que el astrólogo suizo aseguraba que Hitler no ganaría la guerra. O informes como el de «Los Angeles Times», en los que Wohl hacía sus predicciones, asegurando que, a menos que Estados Unidos se uniera en el esfuerzo de derrotar a los nazis, Alemania invadiría el país a través de Brasil.

Es como si el mundo comenzara a creer que las estrellas tenían algo que decir en Segunda Guerra Mundial. Wohl, que ganó mucho crédito, no vacilaba en hacer predicciones más puntuales, algunas de la cuales parecían cumplirse. El mundo entero se vio contagiado por esta fiebre de pronósticos: un periódico de El Cairo publicaba las profecías de un astrólogo egipcio sobre la caída de Hitler, en Nigeria ocurría lo mismo con un sacerdote y en Sierra Leona con un astrónomo.

Astrólogo aficionado

Nadie sospechaba que los informes publicados por la prensa fueron filtrados por el MI5 o que la carta de Krafft era una invención. Y ni que el joven novelista nacido en Berlín era un astrólogo aficionado que, en momentos de penuria económica, había aprovechado esta afición para sacar dinero como vidente entre los círculos más poderosos de Londres.

Wohl hizo dinero en Londres como vidente de los círculos más poderosos

Dada naturaleza de su clientela, que incluía diplomáticos extranjeros y personal militar, llamó la atención del MI5, que lo reclutó para su Departamento de Investigación Psicológica, que, por otro lado, estaba formado por él solo como una herramienta de propaganda.

¿El objetivo? Asustar a los alemanes, a quienes el destino de las estrellas, como demostraba su propio departamento astrológico, no era algo que les despreocupara. Las estrellas «hablaron», pero ni Hitler murió pronto, ni Alemania perdió la guerra de inmediato. Aún tuvieron que pasar cuatro años más… y producirse millones de muertos.

El hechicero alemán que trató de derrocar a Hitler

Wilhelm Wulff quiso expulsar al Führer del poder debido a que su carta astral afirmaba que sería derrotado en 1945

Aunque Adolf Hitler prohibió este tipo de prácticas, sus militares se dejaban aconsejar por los astrólogos - Archivo abcMANUEL P. VILLATORO - @abc_es - Madrid02/02/2015 00:00h - Actualizado: 02/02/2015 17:25h.Guardado en: Cultura Libros

A día de hoy se pueden contar por centenares las ocasiones en las que Adolf Hitler quiso ser sacado por sus enemigos de su poltrona a base de balazos (o, en un mayor número de casos, a bombazos). Sin embargo, de entre todos los curiosos complots para acabar con su vida –algunos tan sonados como la «Operación Valkiria»- hay uno que destacó por encima del resto gracias a su originalidad. Éste fue el que protagonizó el sádico Heinrich Himmler quien, en base a las predicciones de Wilhelm Wulff (su astrólogo personal), urdió un plan que finalmente no llevó a cabo para acabar con el Führer. La razón era sencilla: este «mago» había pronosticado que el líder nazi sería derrotado en 1945 «causando un gran dolor» a Alemania y que la única forma de detener este desastre era sacándole del poder.

Esta historia, al igual que otras tantas, forma parte del nuevo libro escrito por el periodista e historiador Jesús Hernández. Publicado bajo el título «Los magos de Hitler» (y editado por «Melusina»), el ensayo narra el doble rasero con el que la hechicería era tratada en el Tercer Reich. Y es que, mientras que personajes como los astrólogos y los adivinos fueron perseguidos y desprestigiados por los nazis, no eran pocos los oficiales de las SS que acudían a ellos para saber cuál sería su porvenir, recibir consejo militar y tratar –a cambio de un buen puñado de monedas- de que les ayudaran con sus embrujos a modificar el tiempo atmosférico para obtener ventaja en sus ataques.

El hechicero que pintaba cuadros

Wilhelm Theodor Heinrih Wulff vino al mundo el 27 de marzo de 1892. Poco supo durante su infancia de la astrología (el estudio de la posición y del movimiento de los astros con el objetivo de pronosticar sucesos terrestres, según afirma la Real Academia), pues su padre hizo todo lo posible para que se dedicase al comercio marítimo. Sin embargo, los años quisieron que este joven alemán nacido en Hamburgo se fuera acercando cada vez más a los estudios relacionados con los cuerpos celestiales y, a su vez, hacia el arte.

«Wulff llegó a la conclusión de que, si el hombre había sido capaz de calcular las estaciones o las mareas con exactitud gracias al estudio de la posición de los astros, no era descabellado pensar que el destino de las personas pudiera estar también influido del mismo modo. Wulff aprendió así los rudimentos de la astrología y se dedicó a confeccionar cartas astrales para familiares y amigos. Según sus memorias, en 1913 vaticinó a su hermano pequeño que resultaría gravemente herido y perdería una pierna, una predicción que resultó cierta. Mientras tanto, prosiguió con sus estudios de arte», explica Jesús Hernández en su obra «Los magos de Hitler».

Con el paso de los años se fue introduciendo más en la astrología, al principio como un pasatiempo (haciendo cartas astrales a sus compañeros de trabajo, a los soldados cuando combatió en la Primera Guerra Mundial…) y, posteriormente, a nivel profesional. Según explica Hernández en su obra, Wulff siempre afirmó que nunca cobró en esta época por sus predicciones, a pesar de lo conocido que se hizo entre la sociedad alemana. Por el contrario, prefirió tomarse esta práctica como una mera diversión mientras se ganaba la vida vendiendo obras de arte. Todo ello, a pesar de que su lista de aciertos se iba engrosando según pasaban los meses y las predicciones. Por entonces ya había llegadola década de 1920 a la región, unos años en los que un descocido Adolf Hitler comenzó a hacerse notar en Alemania.

De prisionero de los nazis a trabajar para las SS

Con el auge de Hitler y del nazismo llegó también la pesadilla para algunos de los maestros de las artes ocultas como los adivinos y los astrólogos, los cuales fueron perseguidos hasta la saciedad por el Reich y maltratados en centros de confinamiento por ejercer estas actividades. «A pesar de que ellos tuvieron también como destino los campos de concentración no han recibido la consideración de víctimas de la represión nazi. Es cierto que ellos no sufrieron el terrible castigo que el régimen dispensó a los judíos o a los gitanos, a quiénes intentó exterminar masivamente, pero aún así se vieron arrojados al infierno que los nazis tenían reservado a los que consideraban enemigos del régimen», determina Hernández.

Wulff no fue una excepción. De nada le sirvió ser uno de los astrólogos más famosos de la región cundo cuatro agentes de la Gestapo se plantaron frente a su puerta y decidieron que debería pasar una buena temporada entre rejas para pensarse dos veces eso de andar prediciendo el futuro en base a los astros. Con todo, y aunque esta práctica le granjeó la cárcel, también le garantizó un buen trato por parte de los soldados alemanes, quienes procuraban que no sufriera demasiado con las tareas cotidianas a cambio de alguna que otra predicción. Así anduvo este germano durante cuatro meses, tiempo tras el cual volvió a ser «reinsertado» en la sociedad bajo promesa de darle de mamporros si se le veía haciendo un mísero cálculo usando los planetas como punto de partida.

A pesar de todo, la casualidad quiso poner a este alemán de nuevo en el camino de la astrología apenas unos pocos meses después. Concretamente, este reencauzamiento de su vida tendría que agradecérselo a Felix Kersten, el masajista personal de Heinrich Himmler (más conocido por ser el Comandante en jefe de las SS de Hitler). Según determina Hernández en su obra, Wulff conoció casi por casualidad a este personaje quien, al saber que nuestro protagonista era un reconocido astrólogo, no dudó en preguntarle por lo que decía el cielo en relación al devenir del Führer y al de la guerra contra los aliados.

En teoría, el propio líder nazi había prohibido expresamente los vaticinios sobre su persona y la contienda. Sin embargo, el miedo a las represalias provocó que el astrólogo agachase las orejas y, con más miedo a volver a la cárcel que sensatez, le explicara lo que los cuerpos celestiales decían de Hitler. «Wulff reconoció que la situación de los astros en referencia a Hitler era especialmente mala. El astrólogo, afrontando los riesgos que entrañaba su sinceridad, no disimuló su pesimismo, pues veía acontecimientos amargos que iban a ocurrir a menos que hubiera un cambio radical en la política alemana. […] El horóscopo del Tercer Reich, tomando como fecha de nacimiento el día que Hitler ascendió al poder, el 30 de enero de 1933, auguraba su próximo hundimiento», señala el historiador y periodista español. A partir de ese momento, pasó de estar perseguido por las SS a ser el astrólogo no oficial de esta sanguinaria organización.

La carta natal

Entre otras cosas, la especialidad de Wulff en las SS consistía en elaborar cartas astrales para predecir los acontecimientos que acaecerían en la vida de una persona (un método que, a día de hoy, siguen utilizando cientos de especialistas en la materia). Concretamente, este estudio se basa en la idea de que la posición de los cuerpos celestes influye drásticamente en la vida humana y en el devenir de un individuo (algo que también sucedería con los signos del zodíaco). En base a ello, y mediante una serie de cálculos, los astrólogos afirman que son capaces de hacer predicciones sobre el futuro.

«Con la carta astral podemos saberlo todo de una persona»

«La carta astral (también llamada carta natal) es la proyección geocéntrica (tomando como centro la Tierra) en un plano de las coordenadas celestes del Sistema Solar para un instante dado. Para calcularla necesitamos, en primer lugar, el día de nacimiento u ocurrencia del suceso (ya que una carta natal puede calcularse para estudiar un evento concreto y no solo está relacionada con una persona), así como el lugar y la hora -de forma lo más exacta posible-. Si no se conocen con exactitud hay que realizar un estudio en base a los acontecimientos comprobados de la vida de la persona para ajustar estos datos de capital importancia», explica, en declaraciones a ABC, Juan Trigo –astrólogo, psicoterapeuta y presidente de la Sociedad Española de Astrología-.

Con todo, la carta astral no sirve sólo para descubrir el futuro, sino también para averiguarlo todo acerca de un sujeto concreto. «Con ella podemos conocer prácticamente todo de una persona: su herencia patrimonial, genética, psicológica. Podemos saber cómo fue su infancia y a que estímulos se vio sometida, o de cuales se le privó. Además es posible saber los contenidos traumáticos, las facultades personales, sus virtudes, sus carencias, sus angustias, su capacidad para vivir una vida plena, etc.», completa Trigo.

La astrología al servicio de Himmler

Durante su etapa como astrólogo no oficial de las SS, a Wulff se le encargó elaborar decenas de cartas astrales. De hecho, los grandes jerarcas del nazismo le usaban no sólo para saber su porvenir, sino para descubrir a aquellos oficiales que pretendían arrebatarles su puesto. Bajo estas órdenes, y aunque parezca increíble, el astrólogo afirmó en sus memorias haber descubierto casos de espionaje contra varios líderes nazis. Es imposible saber si sus palabras son ciertas o no, pero lo que es seguro es que se fue ganando poco a poco un hueco entre las personas con cierta influencia en el Tercer Reich. Entre sus trabajos más destacados, en 1944 Walter Schellenberg (el jefe del contraespionaje nazi) le solicitó que elaborase las cartas astrales de Stalin, la U.R.S.S., Gran Bretaña y EE.UU.

Himmler, junto a Adolf Hitler

Pero la prueba de fuego de este astrólogo todavía estaba por llegar. Y es que, cuando Kersten observó que sus predicciones se cumplían, le concertó una cita con el mismísimo Heinrich Himmler. La vida de nuestro protagonista estaba a punto de cambiar drásticamente de nuevo, pues –después de haber tenido el dudoso honor de residir en un campo de concentración de las SS- ahora tendría que presentar al líder de esta organización sus conclusiones sobre las cartas astrales de sus enemigos. La reunión se celebró, según las propias memorias del astrólogo, una soleada mañana de 1944 en Salzburgo. Fue en una de las residencias del jerarca alemán. Allí –tras dar buena cuenta de un almuerzo- ambos debatieron durante más de cinco horas los pormenores de sus cálculos estelares.

Un plan secreto para derrocar a Hitler

Durante la conversación, Himmler y Wulff hablaron ampliamente sobre astrología. De hecho, el Comandante de las SS era un gran aficionado a ella a pesar de que, al principio de la contienda, había prohibido que se ejerciese en Alemania si no era al servicio del ejército alemán. También revisaron las cartas astrales de Churchill, Stalin y –aunque era absolutamente ilegal por orden expresa del Reich-, la del propio Adolf Hitler. Para desgracia del Führer, el análisis realizado no le revelaba un futuro muy halagüeño. «Wulff insistió en que el fin de Hitler y la derrota de Alemania llegarían en 1945, es decir, en tan sólo un año», determina Hernández. Fue en ese momento cuando el oficial sorprendió a nuestro protagonista haciéndole la siguiente pregunta: «¿Qué cree que debemos hacer?».

Se desconoce si fue por percibir una cierta debilidad de Himmler o si, simplemente, fue un arrebato de valentía, pero el astrólogo miró al nazi y le señaló que la opción más viable para la pervivencia de Alemania era… ¡Derrocar a Hitler antes de que fuera derrotado! El Comandante de las SS, por su parte, dijo algo que dejó helado al astrólogo. «El dirigente nazi respondió sin dudar un momento: “Eso no sería difícil. Podría enviar una división Panzer y mis hombres podrían hacerse con el control de todos los puntos importantes”. Esa sorprendente afirmación le dio a Wulff una buena oportunidad: Himmler realmente había previsto la posibilidad de una revuelta contra Hitler e incluso había pensado en liderarla él mismo», añade el periodista e historiador español.

El astrólogo, en lugar de calmar los ánimos, siguió indagando en la idea y señaló que, ya que la guerra estaba perdida si se continuaba bajo el mandato de Hitler, lo mejor era actuar, y hacerlo rápido. Para corroborar esta afirmación, también señaló al oficial alemán que los astros le eran favorables en los siguientes meses, por lo que no debía preocuparse de lo que sucediera. Himmler, por su parte, se mostró abierto al tema, pero hizo hincapié en que no estaba convencido de que la sociedad aceptara el golpe de estado. «”En el peor de los casos –argumentó Wulff- las revueltas serían aplastadas en dos o tres meses, siempre y cuando consiga de antemano el apoyo de los principales generales”. Himmler valoró en silencio la situación y le dijo: “En ese caso tendríamos que actuar con rapidez. Voy a pensar en ello…”», explica Hernández.

Himmler, el cobarde que no pudo hacer caer a Hitler

Tras la extensa conversación con Himmler, Wulff salió convencido de que, más temprano que tarde, el líder de las SS armaría sus carros de combate y sus tropas y se plantaría en el Reichstag para hacerse con la poltrona por las bravas. Desgraciadamente, para él, la indecisión del oficial se alargó durante semanas y meses. Ni el desembarco aliado en las playas de Normandía logró aclararle los pensamientos. Por ello, y en vista de que no parecía que hubiese pensado en el plan, el astrólogo aprovechó una nueva cita que mantuvo con él en julio de 1944 para volver a meter el dedo en la herida. Al fin y al cabo, no tenía nada que perder, pues ambos podían ser condenados a muerte si la situación se descubría. Si caía él, caería también su interlocutor.

Durante esa cita, Wulff instó de nuevo a Himmler a tomar el poder afirmando que no era una opción, sino una responsabilidad. El oficial alemán se mostró varias veces dubitativo, por lo que nuestro protagonista le mostró de nuevo la carta astral de Hitler y la de los aliados. Si se cumplía lo que decían los cuerpos celestiales, todo se trasformaría en un desastre. «Himmler puso todo tipo de pretextos para no afrontar los hechos. En sus manos tenía la posibilidad de derrocar a Hitler, negociar de inmediato la paz y evitar así sufrimientos estériles al pueblo alemán. Himmler sentenció: “Le debo todo. No señor, es imposible hacerlo”», destaca el periodista e historiador español en su obra.

A pesar de su frustración, Wulff achacó este cambio de parecer a algún repentino temor de Himmler, pues había visto al jerarca nazi tan ansioso por derrocar a Hitler que le extrañaba sobremanera esta forma de actuar. Por ello, volvió a intentar convencerle a finales de abril de 1945 en una nueva reunión que ambos mantuvieron. No obstante, aquel momento no fue mejor que el anterior. De hecho, fue el peor con diferencia que pudo seleccionar, pues el jefe de las SS se hallaba absolutamente superado por la invasión aliada sobre Alemania y desconocía qué medidas tomar.

«Entonces, durante la reunión, sucedió algo que sorprendió mucho a Wulff, Himmler, mostrando una gran agitación, lamentó no haber seguido su consejo de apartar a Hitler del poder y entrar en negociaciones de paz. Consideraba que era entonces cuando tenía que haber actuado y que ahora era demasiado tarde. Después de esa confesión, la agitación del jefe de las SS fue en aumento, hasta que su voz quedó quebrada por el miedo, cuando dijo: “Ahora Hitler me va a arrestar”. Pálido y desencajado, Himmler empezó a repetir una y otra vez: “¿Qué va a pasar?, ¿qué va a pasar?, ¡todo se ha acabado”», señala el español. Esa fue la última vez que Wulff trató convencer al líder nazi sobre el derrocamiento del que, a la postre, sería conocido como uno de los mayores asesinos de todos los tiempos. Tampoco tuvo más opciones, pues este curioso dúo no tuvo más reuniones.

Tres preguntas a Juan Trigo, astrólogo profesional y psicoterapeuta

1 - ¿Qué relación tienen para los astrólogos los planetas y los signos del zodíaco con el devenir de una persona y su carta astral?

Los planetas indican qué energías, previstas desde el nacimiento se ponen en juego en cada momento, períodos de la vida, momentos difíciles, gloriosos, predisposición a enfermedades (psico-somatización), reacción del cuerpo a ellas (defensas y debilidades) y los signos son los filtros a través de los cuales los planetas modifican su naturaleza esencial.

2 - Wulff afirmaba que era posible conocer cuando sería derrotado Hitler ¿Puede una carta astral dar ese dato?

Sí. La historia de nuestro entorno cultural europeo está plagada de esos ejemplos. Nostradamus predijo el día y las circunstancias de la muerte del Príncipe, la peste que asoló Montpellier, etc. Morin de Villefranche, astrologo del Cardenal Richelieu, predijo un sinfín de acontecimientos asociados a Luis XIV. En la antigüedad la predicción astrológica era una actividad científica rutinaria para el astrólogo del rey o de los gobernantes. En la actualidad los astrólogos hemos recuperado parte de ese saber antiguo para hacer predicciones concretas sobre la vida de nuestros consultantes.

3 - Wulff también señalaba que Napoleón y Hitler tenían una carta astral similar ¿Dos cartas astrales iguales o parecidas llevan a un desenlace igual o parecido?

Parecido, nunca exacto. La carta natal solo es una parte de la totalidad de la persona, el entorno histórico es otra y en entorno familiar y genético otra. Por similares que puedan parecer dos cartas natales, los aspectos diferenciales pueden predecir desenlaces distintos, porque la precisión en astrología es tal que unas diferencias mínimas en la hora de nacimiento pueden ocasionar eventos distintos, aunque similares en su definición básica. Por ejemplo si un jefecillo de tribu africana tuviera la misma Carta Natal de Hitler muy probablemente no hubiera desencadenado la Segunda Guerra Mundial.

El día en que un horóscopo predijo la llegada de Hitler al poder

Una «astróloga profesional» anunció en 1914 que un hombre nacido el mismo día que el Führer «daría el ímpetu definitivo al movimiento de liberación alemán»

Hitler saluda a sus seguidores junto a Rudolh Hess, quien posteriormente huyó de Alemania - OH3MANUEL P. VILLATORO - Madrid27/06/2014 00:00h - Actualizado: 14/05/2016 10:40h.Guardado en: Actualidad

Son muchas las ciencias ocultas que, a día de hoy, se sabe que utilizaron los nazis en un intento de ganar la guerra y crear un nuevo orden mundial. Y es que, Adolf Hitler era un fiel seguidor de prácticas tales como la parapsicología o las predicciones llevadas a cabo por personas que afirmaban estar en relación con el «otro» mundo. Sin embargo, y a pesar de su contacto con éstas prácticas, el Führer no pudo disimular su sorpresa cuando leyó un horóscopo realizado en 1914 por una «astróloga profesional» en el que, entre otras cosas, se afirmaba que un hombre nacido el mismo día y año que él sería el encargado de dar «el ímpetu definitivo al movimiento de liberación alemán».

Ésta historia, que el tiempo se ha olvidado bajo la alfombra durante años, es una de las docenas de relatos que el periodista Óscar Herradón cuenta en su nuevo libro, «Los magos de la guerra» (editado por «Libros Cúpula»), un extenso tratado que -según explica el propio autor a ABC- pretende desempolvar el importante papel que tuvieron la magia y la astrología en la lucha por la conquista del mundo durante la Segunda Guerra Mundial. El escritor español se ha acercado a la apasionante historia de aquellos nazis que, cubiertos por un aura de misterio y ocultismo, usaron todos los medios a su disposición (terrenales y sobrenaturales) para combatir contra sus enemigos. Por supuesto, el autor también se ha ocupado en su texto de la defensa paralela que hacían de estas artes ocultas los aliados.

Una curiosa carta

Corría por entonces 1923, una época dura para Alemania ya que, tras haber sido derrotada en la Gran Guerra, se veía obligada a pagar con descontento las llamadas «reparaciones de guerra» a sus antiguos enemigos. En ese territorio germano hastiado fue donde germinó la semilla del Partido Nacional Socialista Alemán y la de su joven líder, Adolf Hitler, un antiguo soldado de apenas 34 años que, poco a poco, se iba abriendo paso hacia la cumbre de la política. No obstante, y a pesar de que empezaba a dejar su huella en la sociedad, el futuro Führer no era en aquellos días más que un desconocido cabecilla local con un futuro incierto, aunque prometedor.

Precisamente el 30 de septiembre de ese mismo año, el líder recibió una curiosa misiva de una de sus «fans». «Hitler recibió una carta de una de sus miles de admiradoras, de nombre María Heiden, quien se hacía eco de la publicación de un horóscopo que de él había realizado Frau Elsbeth Ebertín, quien pertenecía a una importante estirpe de astrólogos alemanes y que utilizaba innovadoras técnicas astrológicas que todavía hoy emplean los profesionales de los astros tanto en Europa como en Estados Unidos», señala Herradón en su nuevo libro.

Nacida en 1880 y experta en las ciencias ocultas, Ebertín era conocida por ser la primera astróloga profesional de Alemania y contaba con un extenso currículum -entre sus clientes, de hecho, se había encontrado el rey de Bulgaria-. Al ser famosa en todo el país, Hitler leyó atentamente el horóscopo que había redactado la mujer. Curiosamente, éste estaba fechado en 1914 (año en que el futuro dictador se hallaba dándose de tiros en las trincheras de media Europa en plena Primera Guerra Mundial) y se refería a un hombre nacido el 20 de abril de 1889 –el mismo día y año en que el joven Adolf había venido al mundo-.

La increíble predicción

La predicción comenzaba así: «Un combatiente nació el 20 de abril de 1889 y en su nacimiento el Sol se encontraba a 29 grados de Aries (…) Es posible que pronto contribuya al ímpetu que pondrá la piedra a rodar. De acuerdo con las constelaciones estelares, en definitiva, el hombre debe ser considerado con seriedad, y está destinado para el papel de un líder en futuros conflictos. Casi parece que, quien yo tengo en mente, fue escogido por el destino bajo esta fuerte influencia de Aries, para sacrificarse él mismo por el pueblo alemán y soportar todo con valentía y bravura (…), pero al menos dará el ímpetu a un movimiento de liberación alemán, que entonces irrumpirá de repente de una manera elemental».

Treinta años antes de la subida de Hitler al poder, Ebertín había dado en el clavo. Con todo, el horóscopo continuaba, aunque aderezado con algo de nacionalismo: «El pueblo alemán sólo podrá regresar a ser él mismo de nuevo en los campos políticos y religiosos mediante algunos líderes espirituales enviados por Dios, en especial por el grupo de individuos que creen en Dios y tienen una sensibilidad cosmológica, y quienes se encuentran por encima de los partidos políticos. (…) Una vez que el momento correcto en el tiempo llegue (…) entonces las estrellas, que ahora brillan en lugares ocultos, aparecerán como meteoros brillantes de gran belleza».

Según parece, la profecía agradó al joven Adolf Hitler quien, a partir de ese momento, la usó como forma de propaganda afirmando que su destino estaba escrito en las estrellas. Realmente parecía estarlo, pues Ebertín –fuera por los astros o por pura suerte- acertó en el futuro que esperaba al líder del partido Nacional Socialista, quien se alzó con el poder de Alemania en 1933 e inició una de las guerras más sangrientas de la historia el 1 de septiembre de 1939 tras invadir Polonia.

Hitler, dos años antes de la guerra, pasea frente a sus seguidores en Alemania«En la práctica, los nazis utilizaron las "profecías" que aventuraban un triunfo del Reich de los Mil Años y que hablaban en tono mesiánico del advenimiento de Hitler en su propio beneficio, como arma propagandística, y un departamento secreto comandado por Goebbels, el temible Ministro de Propaganda nazi, llevó a cabo una reescritura de algunas Cuartetas de Nostradamus a través del astrólogo suizo Karl Ernst Krafft, que falleció precisamente en un campo de concentración nazi, el de Buchenwald. Todo esto lo cuento extensamente en la obra», afirma Herradón en declaraciones a ABC.

«Los Magos de la guerra»

«Los magos de la guerra» es uno de los múltiples ensayos que Herradón ha llevado a cabo sobre la Segunda Guerra Mundial. En él, este periodista explica en primer lugar cómo utilziaron la magia los seguidores de Hitler en un intento de ganar la contienda. «La influencia del esoterismo y las ciencias ocultas en el Partido Nazi se remonta a sus propias bases, puesto que está demostrado que el ideario del NSDAP se basa, en no poca medida, en postulados de sociedades secretas nacionalistas –völkisch– que durante el periodo anterior a la Primera Guerra Mundial tenían gran influencia en ciertas zonas de Alemania y Austria. Organizaciones como la Orden de los Nuevos Templarios, en cuyas bases ya se clamaba por el exterminio de los judíos y, para estos exaltados, “otras razas inferiores”», explica el escritor en declaraciones a ABC.

Sin embargo, el mayor de todos estos grupos dedicados al esoterismo y la magia negra era la Sociedad Thule, la cual estaba comandada por el barón Rudolf Von Sebottendorff (quien, como señala el escritor en el libro, posteriormente financió a los grupos nazis que fueron surgiendo con el paso del tiempo). «Se sabe que a Thule pertenecieron personajes tan relevantes en los primeros años del nazismo como Dietrich Eckart, Karl Harrer y Rudolf Hess, más tarde mano derecha de Hitler en el Partido nazi, uno de los personajes más imbuidos por lo esotérico dentro del Tercer Reich junto a Heinrich Himmler, líder de las SS. De todos ellos hablo en la obra», completa Herradón a ABC.

Tampoco se libraron de esta guerra mágica los aliados quienes, con los británicos al frente, protagonizaron todo tipo de extrañas prácticas para combatir al invasor alemán. «En el bando aliado hicieron lo propio y el llamado "Black Team" de Churchill, del que formaban parte personajes como el también astrólogo Louis de Wohl, utilizaron los horóscopos y las cartas astrales como un “arma” más en las operaciones clandestinas que llevaron a cabo los servicios de Inteligencia», finaliza el autor.

Personajes para el recuerdo

A su vez, en «Los magos de la guerra», el lector podrá hallar la historia de varios personajes determinantes en esta guerra ocultista. En el bando nazi, por ejemplo, destacó Erik Jan Hanussen. Conocido como «el profeta del Tercer Reich», este alemán ascendió rápidamente en el escalafón de Hitler –de hecho, se convirtió en uno de sus ocultistas y astrólogos de cabecera con el paso de los años- hasta que fue asesinado misteriosamente por sus propios acólitos.

Aleister Crowley, mago, ocultista y agente secreto británico durante la IIGMLos aliados, por su parte, también tuvieron su propio espía amante de las artes ocultas. Éste fue Aleister Crowley, un personaje odiado en su país de origen pero que se convirtió en una pieza esencial de la guerra mágica británica. Tampoco fue desdeñable la aportación del ilusionista Jasper Maskelyne, un hombre que, según cuenta la leyenda, logró hacer desaparecer de la vista de los nazis el Canal de Suez y la ciudad de Alejandría con sus trucos para evitar el bombardeo enemigo.

Tres preguntas a Óscar Herradón

M.P.V.Madrid

1-¿Cree, tras el estudio realizado, que fue útil el uso de las ciencias ocultas en la II Guerra Mundial?

Es difícil asegurar hasta qué punto fue útil en el desarrollo de la guerra el uso de las fuerzas ocultas y la astrología, puesto que nos adentraríamos en un delicado terreno, muy complejo, sobre la realidad o no del «poder» de dichas disciplinas, en la que entran en juego numerosos factores e intereses enfrentados. De lo que no cabe duda es de que los servicios secretos de ambos bandos, tanto los aliados como los nazis, supieron hacer un efectivo uso de la llamada «lucha mágica» como una forma más de confundir al enemigo, de alentar a sus propias tropas, infundiendo moral con «falsas profecías».

La importancia por tanto de los horóscopos, las cartas astrales que se trazaron o los vaticinios –fueran o no fruto de una verdadera facultad supranatural, lo que cuesta creer–, fue decisiva en diversas operaciones clandestinas que tuvieron a los «magos de la guerra» como piezas imprescindibles de ese juego de contraespionaje y propaganda negra, camuflaje en el campo de batalla e incluso ceremonias rituales que, en muchos casos, eran temidas por la población.

2-¿Qué personaje tratado en este libro no podrá olvidar jamás?

Es difícil que algún día pueda olvidar siquiera a alguno de los personajes que salpican cada página del libro, puesto que he dedicado muchísimas horas a conocer sus avatares, sus heroicidades –en algunos casos– y sus crímenes –en otros–. Por afinidad con su pasión por derrotar al nazismo me quedaría con el ilusionista inglés Jasper Maskelyne y por la singularidad de su vida y sus hazañas «mágicas» con Erik Jan Hanussen.

Pero sin duda alguna, al margen de Hitler, uno de los personajes que jamás podré olvidar es a Heinrich Himmler, al que defino como «el mago negro del Tercer Reich», líder de las SS, la Gestapo, toda la policía alemana, responsables de los campos de concentración, jefe de los Ejércitos del Vístula e incluso Ministro del Interior del Reich. Sus atrocidades –él fue uno de los principales responsables del Holocausto y también de los terribles experimentos médicos en los campos de la muerte nazis– dejan una huella indeleble en la memoria de aquel que se acerca a su persona, un individuo contradictorio, enfermizo e iluminado que, sin embargo, se erigió en el burócrata más eficaz del complejo organigrama del Tercer Reich y por tanto en el más sanguinario de los hombres del Führer.

Fue, además, el nazi más entregado al misticismo y a una pasión por lo oculto rayana en la locura, llegándose a creer la reencarnación del emperador medieval Enrique «el Pajarero» y el responsable de crear una de las fuerzas militares más temibles de la historia humana, la Orden Negra, un ejército de hombres «arios» que sembró el terror en Europa. Es difícil olvidar su paso devastador por la Historia.

3-¿Ha encontrado alguna situación relacionada con el ocultismo, la astrología... que, a día de hoy, siga sin tener explicación?

Existen numerosos episodios en relación a la llamada «guerra mágica» que siguen sin poder explicarse al cien por cien, primero, porque aquellas acciones se llevaron a cabo a través de espías y en departamentos secretos cuya principal función era, evidentemente, pasar desapercibidos y que sus operaciones no trascendieran, y, por otro, el hecho de que muchos de los informes que los servicios de Inteligencia de los países que estuvieron involucrados en la guerra todavía no han sido desclasificados. Hay que tener en cuenta que, poco después de la derrota del nazismo, el gran enemigo de los Estados Unidos, Inglaterra y las demás democracias fue la Unión Soviética. La Guerra Fría creó una barrera en la información que afectó también a los expedientes sobre los nazis.

El mismo vuelo de Rudolf Hess, episodio en el que tuvieron no poca influencia las creencias astrológicas del nazi y el hecho de que frecuentara círculos ocultistas –y que recojo ampliamente en el libro– continúa rodeado de claroscuros, aunque todo parece indicar que aquella fracasada misión fue un golpe maestro de la Inteligencia británica. No obstante, sí, quedan capítulos de la Segunda Guerra Mundial donde el misterio continúa siendo el elemento principal. Espero que algún día podamos desvelarlos completamente.

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