¿Cuál es la raíz del mal?
MIGUEL ÁNGEL CAMPOS (MOTATÁN, VENEZUELA. 1955)
Sociólogo (LUZ, 1987), profesor universitario y escritor (ensayista, narrador), con residencia en el Zulia desde su niñez, caracterizado por su agudeza crítica y conceptual sobre la problemática literaria. Ha obtenido el premio de ensayo de la I Bienal Nacional de Literatura Mariano Picón Salas (1991), con La imaginación atrofiaday el premio Fundarte, mención ensayo literario (1994), con Las novedades del petróleo. Ha sido director-fundador de la revista Dominios, órgano de la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt, donde se desempeñó como docente y coordinador de cultura. Profesor de la Universidad del Zulia en la Escuela de Comunicación Social y director de la Revista de Literatura Hispanoamericana, en su segunda época, así como colaborador de Imagen y de otros periódicos y revistas del país. Se le otorgó el premio Regional de Literatura mención ensayo (1997), pero lo rechazó. ´Fue miembro de redacción del suplemento “Signos en rotación” del diario La Verdad. Estuvo a su cargo la selección, estudio preliminar y notas del libro Ensayos Escogidos, de Mario Briceño Iragorry, con motivo del centenario de su nacimiento (1997); participó en el libro colectivo El teatro Baralt y la ciudad (1998) con motivo de su reapertura.
Obra publicada: Tonos (1987); La Imaginación Atrofiada (1992); Andrés Mariño Palacio y el Grupo Contrapunto (1993); Las Novedades del Petróleo (1994); La ciudad velada (2001); Desagravio del mal (2005); La fe de los traidores (2005); Incredulidad(2009).
(LA ENTREVISTA): Miguel Ángel Campos: “La ideología de la clase media no resiste un rebajón de precios de este calibre”
Publicado el 16 de noviembre de 2013
NOTA: El contenido de esta entrevista sigue vigente, como si aqui no ha pasado nada.
El ensayista y sociólogo Miguel Ángel Campos, catedrático de la Universidad del Zulia, deshuesó los hechos que acontecen hoy en Venezuela tras las medidas contra la llamada “Guerra económica”.
Analiza las raíces del mal de los especuladores y el doble discurso del mismo Gobierno, pero secciona, como quien estudia la patología de un órgano, al pueblo y su crisis de principios, su voracidad y hasta explica lo que podría catalogarse como un canibalismo amparado en las prácticas corruptas emergentes en toda institución.
Así transcurrió la entrevista con el destacado escritor:
¿Hubo o no hubo saqueos en Venezuela en estos días?
Inicialmente hubo saqueos, pero esto fue un accidente, el gobierno está actuando para otro sector, no para el circo. Los compradores pacientes que vemos no son misionados de Mercal y Pedeval. Los llevaron al límite de la inanición y ahora es tiempo de cotizarlos, para qué seguir nutriendo a unos parásitos con los dólares del ingreso público, cuando una mínima redistribución de esa riqueza puede mostrarse como un acto de justicia y de enorme rédito político. Tuvimos saqueos en 1812, y con puntualidad en todos los momentos de reacomodo y fractura del siglo XX, la excepción parece haber sido el 23 de enero de 1958, la gente había estado metida en cintura y los paralizó la memoria de la represión, una pavlonía civil, pues. Y conste que no se saquea por furia moral, sino para repartirse un botín. Saquear es una pulsión de las hordas, pero también de los estafados que nunca han conciliado con el Estado de Derecho, la rapiña del comerciante y su conducta miserable, documentada a lo largo del costumbrismo y, sobre todo, del criollismo, determinó un actitud retaliativa de los pobres. Esta herencia gamonal se fortaleció con la llegada del petróleo, éste redimió a los palúdicos, pero los sucesivos gobiernos lo utilizaron de manera clientelar, ha sido una manera de retener el poder a corto plazo; las bondades, desde corotos hasta comedores escolares, tuvieron un origen mágico, gratuito, todo sale de la nada ante los ojos de las muchedumbres expectante, nada está asociado al trabajo creador y el ejercicio de responsabilidades ciudadanas, entre la exoneración de la deuda milmillonario de los ganaderos, durante el gobierno de Lusinchi, y las misiones del chavismo soló hay una diferencia de motivos.
¿Y entonces, el Gobierno contentó a la clase media?
En esta oportunidad habrá ganado simpatías entre los sacrificados, la ideología de la clase media no resiste un rebajón de precios de ese calibre, y además tocado de acto de justicia. La clase media venezolana se abstiene de saquear por el qué dirán, no por principios, su visión del trabajo la igualaría con la pobrecía en unos impulsos donde aquél no es un factor de bienestar, a unos amarga y a otros les despierta abiertos recelos, hay razones fundadas para eso: al cabo de treinta años de vida asalariada sólo el Seguro Social te garantiza una mínima pensión con que sobrevivir. La educación se hizo pedazos, desde hace treinta años ya no es instrumento de ascenso social, fue desplazada por las promesas de la economía informal: buhonerismo, compra-venta, las grandes fortunas de hoy tienen ahí su origen, modesto pero ruidoso. Educarse para impactar el bienestar fue un experimento exitoso en Venezuela, pero los actores de ese tráiler, dolidos por un pasado de servidumbre, se dedicaron a ostentar ese bienestar, su mejoría de consumo y corotos, en vez de atesorar ciudadanía desde el solaz. Cuando los bienes no tienen origen en un proceso de transformación, de la materia prima y conversión de insumos en productos, resulta muy fácil estafar con el precio final, pues se hace invisible la relación precio-valor, ha ocurrido desde 1935, la prosperidad del sector terciario estuvo fundada en la capacidad de compra de una población de creciente poder adquisitivo, y hábitos montunos, es decir, poco exigente, siempre ha pagado a precios altos bienes y servicios de pésima calidad. En sus días de factotum del chavismo Miquilena se refirió así en público a los empresario, cuestionando su aporte al desarrollo: “Ustedes lo que hacen es importar un container de pantaletas, que compran a bolívar y las venden a cien”, supongo que en aquel entonces no estaba en posición de completar la información recordando que lo hacían con dólares preferenciales. El “ta barato, dame dos”, escondía en realidad los amplios límites de la demanda solvente de financiar el sobreprecio, la estafa. Al Estado no se le ocurrió sino amparar a este sector en la estúpida creencia de que allí se generaba la riqueza; léanse los informes y alocuciones al Congreso de López Contreras y Medina, aquello es un carnaval de providencias y exoneraciones. Pero cuando hacia 1940 se acordó crear el Banco Central, ese empresariado saltó despavorido, le hicieron la guerra propagando que el gobierno nacionalizaría el comercio y ya no habría libertad de gestión, aquella fue una de las oposiciones más feroces de que se tenga memoria, nombres distinguidos de nuestra vida pública e intelectual estuvieron en esa infiel trinchera.
¿Qué efectos benéficos le traerá al Gobierno las medidas contra los especuladores?
Los compradores de esa mercancía adquirida con dólares blandos no es la pobrecía, y es una manera de ampliar la definición de pueblo por parte del gobierno, no es una medida populista, es más bien de mercadeo, pero es sólo la punta del iceberg, la especulación enfermó atragantó al sector, cuando estuvo ahíto enfermó la demanda y comprometió todo el funcionamiento de la estructura de consumo, casi destruye la demanda solvente. Para el crimen no puede haber efectos benéficos, es como una contradicción, pero le atenúa la mala conciencia.
¿Usted cree que la especulación se acaba tocando a las tiendas de electrodomésticos y demás rubros?
En sana lógica deberían tocar también la especulación ejercida por el pueblo, sectores populares que estafan a su propia clase, delincuentes del mismo talante que los importadores, la miríada de revendedores que cuadruplican los precios en bodegas y mercadillos en todos los barrios de las ciudades del país, es un cordón de alambre en el cuello de los verdaderamente pobres, los votos duros del gobierno; quien compra en la bodeguita está pagando diez veces el precio real, de ahora en adelante la clase media debiera ser toda chavista. Pero ellos mismos no tienen certidumbre de sus acciones, al segundo día un alto funcionario habló de premiar a los comerciantes que vendían precios justos, un disparate de marca mayor. Si el propio gobierno está actuando como realizador a fortiori de la mercancía, lo que debe seguir es la sanción, para aparecer en el segundo acto revestido de la legitimidad institucional, pero apela a la concesión del perdonavidas, sin el menor sentido de su estatuto garantizador del acuerdo, cuando deben ser jacobinos, e ir a fondo con la medida sanitaria, entonces se les ocurre ser alcahuetes.Venezuela se ahoga en el pragmatismo y se permite respirar en ausencia de Estado de Derecho, pero no soporta un día más ese gran escándalo de delitos sin delincuentes. La frasecita “guerra económica” les parece grandilocuente para definir un escenario que los excede, las causas de la inflación son de un origen simplista y palmario, pero ellos hablan de conspiración de la “extrema derecha” dirigida por la burguesía, es, pues, un enemigo que no existe, a menos que burguesía sea un hatajo de malandros inscritos en CADIVI. Borges (Jorge Luis, no Julio Andrés) dice que quien se plantea falsos problemas obtiene falsa soluciones.
Para usted, ¿cuál es la raíz del mal?
El venezolano se reveló como un sujeto sin la menor pizca de solidaridad, avaricia, ventajismo y venalidad están en el centro de una conducta pragmática que ignora todo ordenamiento social, incapaces de asociar rapiña y egoísmo con deterioro de la herencia, el venezolano de hoy representa el tipo miserable de todas las sociedades en trance de canibalismo; los precios no corresponden con el valor, pero la gente atribuye la hiperinflación, en su fetichismo de indigentes, a secretas leyes de la economía, de manera resignada llegan a admitir: eso es lo que cuesta. El chavismo tuvo a los especuladores como aliados naturales en una fase de este ciclo de empobrecimiento, al disminuir el estándar de bienestar, de satisfacción de necesidades básicas, al tener que dedicar más tiempo al trabajo remunerado, acortar el de descanso y recuperación, prescindir del esparcimiento y el ocio. La población no tutelada por las misiones entró en colapso, añádase a eso los efectos destructivos de stress y la angustia tras la aparición de eso que eufemísticamente llaman inseguridad, es decir, el crimen, todo esto ha obrado como un conjunto de agentes de control social, tenemos una sociedad desmovilizada: por la especulación, el miedo, la impunidad en todo el espectro del fracturadoetat du droit.Enfrentar a sus exaliados es una tarea fácil, lo pueden hacer desde la institucionalidad, y así le harían un favor al acuerdo y aleccionarían civilmente. Pero el escenario jurídico es una ficción, así como la justicia que restaura el equilibrio entre los miembros del acuerdo se extinguió y dio paso a la autogestión (sicariato, violencia vecinal, etc), los mecanismos regulares ya son obsoletos en la emergencia, por lo demás el espectáculo es rentable a corto plazo y con hechos que reditúan en términos de popularidad, pero no hay justicia pragmática, sólo ajuste de cuentas, juzgar y condenar a un atracador a través del ordenamiento e imponerle la pena más severa, es distinto a mandarlo a matar, en un acto expedito y menos costoso, porque en el segundo caso la sociedad no habrá percibido los efectos aleccionadores.
¿Las medidas acabarán con los importadores privados?
Tendrán que meter la lupa y el bisturí a todo el sector terciario, desde la venta de vehículos hasta el ramo de mercería, lo que tenemos es un efecto bola de nieve, todo ha sido condicionado por la avaricia de quienes venden y compran, impactando de manera criminal el bienestar de los que sólo compran, es decir, la población que vive de un salario, la economía formal de nómina, compran pero no venden, por esa razón es que la actividad de los comerciantes se mantiene en medio de la deformación de los precios
¿Puede mantener el ritmo de importación el propio Gobierno?
Los países árabes nada producen, es una economía de puertos, pero los petrodólares están dedicados a mantener el equilibrio de esas sociedades tradicionales en medio de un proyecto de modernización, son tan racionales y sensatos que hasta se permiten desarrollar aspectos novedosos como arte y arquitectura, urbanismo, son el modelo minero de bienestar y prosperidad, y se trata de monarquías y sistemas de castas, pero no están imbuidos de ideas en torno a la salvación del mundo, la épica de la clase obrera, y la lucha contra el imperio del mal. Financian su confort adquiriendo en los países industrializados bienes y servicios, ciencia y tecnología, y en eso sí son buenos negociadores. En las bodeguitas de Maracaibo un plátano rebusco cuesta diez bolívares y las tarjetas de teléfonos tienen un recargo al uso del malandro de la bodega de dos bolívares (nota para la gentecita de Movilnet: los llevo y les presto los dos bolívares), pero para los sociólogos de pacotilla del chavismo, vrg, Luis Britto García, esto se llama idiosincrasia, maneras originales de la pobrecía de enfrentar el realismo del día, es la santificación de lo pintoresco, son los estilos dominantes en una sociedad que aprendió a desenvolverse prescindiendo del Estado de Derecho, del acuerdo formal y hasta societario.
¿La crisis sigue siendo de pueblo?
La frase es de Briceño Iragorry, alguien insospechado de difamar al pueblo. Aquí se reivindican prácticas criminógenas, en abierta pugna con cualquier modelo de bienestar y justicia; ya el escenario económico no puede ser entendido fuera de la perturbación general de una comunidad cuyo bienestar se fundamente en dos expectativas: aceras y harina pan, por un lado, por otro, orgía electoral. Hoy, la diferencia entre la clase media y la pobrecía es que la primera es feliz comprando corotos a precios justos, y la segunda no tiene necesidad de comprar.Las expectativas de bienestar del imaginario de la sociedad venezolana no resisten el más ligero análisis: consumo como libertad, lista y carnet como civilidad. Para ambas la democracia es un asunto de tercer orden, la ejercen armados de cédula de identidad y registro electoral, reducida a jolgorio dominical, es una palabra vacía, una experiencia carente de emociones cívicas, preparados para resistir 24 horas en una cola bajo el sol, el aguante que Picón Salas veía casi como una virtud, es en realidad el fluir empozado de un pueblo sórdido, hoy, como nunca antes, camina alelado, directo a la tragedia que ni siquiera presiente.
Redacción/Carlos Moreno/DiarioRepública/Foto: José Alfredo Angulo
08-11-2012 a las 14:18:40
El ensayista dice que el venezolano ve el trabajo como un peso. “Quiere que lo ascienda sin haber hecho grandes esfuerzos”, ejemplifica
Johandry A. Hernández
José Ignacio Cabrujas habló sobre la viveza criolla en una conferencia en el Ateneo de Caracas en 1995. Se preguntaba -estupefacto- cómo podía catalogarse de viva una sociedad que había despilfarrado una de las más colosales fortunas por la renta petrolera y, sin embargo, vivía sumida en una crisis permanente. Una de las críticas más duras de Cabrujas se relaciona con la distorsionada cultura del trabajo del venezolano. “En Venezuela se paga mal, la relación entre salario y trabajo es caótica, es artificial. No hay una imagen del logro del trabajo, porque en Venezuela no hay imagen de riqueza, porque en los ricos, que podrían ser un paradigma de la imagen del trabajo como lo fue Ford para los americanos, no existe. El venezolano no tiene imagen del bienestar”, espetaba. El profesor jubilado de la Facultad de Humanidades y Educación, Miguel Ángel Campos, dice que el país necesita una reflexión que va más allá de ver la situación política, fuera de su condicionamiento forense. Desde las “profecías” de Úslar Pietri hasta las de Cabrujas sobre la viveza, se ha entronizado este mal que ha impedido una verdadera formación de ciudadanos. ¿Por qué?
El mal de la viveza para mí es la caracterización más estable del tipo medio del venezolano que tenemos a la mano. Desde 1958 hasta hoy se profundizó un acuerdo no ligado al Estado de derecho, y la sociedad espera todo del Estado porque tiene fe en un origen incierto en la representación, que cumplirá tarde o temprano. Esa fe viene del hecho de que el Estado administra la riqueza social y nunca se discutió en Venezuela su autoridad.
¿Cuándo inició el arraigo por la viveza?
El venezolano sintió que dejó de ser la estrella del continente cuando la expectativa del bienestar no le llegó. Pensó que era un cuento, esa idea de que somos especiales, que tenemos lo mejor, que tenemos un origen noble, abierto, igualitario, de intercambio y que eso nos hacía diferentes. A fin de cuentas, entendió el autoengaño. De alguna manera, se reencontró con sus taras, he allí la abierta descomposición social de hoy -que va en la pérdida absoluta de la solidaridad, pasando por la violencia, la criminalidad-. Su tolerancia al crimen, por ejemplo, tiene que ver con que descubrió su verdadera constitución: es artero, taciturno, violento.
Siempre se apela en el discurso público a las virtudes del venezolano, nunca se admite un defecto como la viveza…
Hay un paradigma de un país totalmente falso, un cierto nacionalismo que construyó el culto a una venezolanidad adornada de supuestas virtudes que simplemente funcionan como proclama retórica: que si es solidario, no es racista, es demócrata, comparte el pan. Es una definición de la venezolanidad que no tiene asidero. Nadie dice que es violento, por ejemplo, y sin embargo, hay 60 homicidios por cada 100 mil habitantes. El mejor consejo es desconfiar de las definiciones previas de ese nacionalismo y no temer al qué dirán cuando tengas que hacer juicios duros y estigmatizar. Los Gobernantes no están interesados en señalar los vicios de la sociedad, por considerarlo inconveniente. ¿Podemos imaginar a un Gobernante exigir sacrificios al pueblo? No, porque no sacaría ni un voto. Y el país le tiene miedo al mea culpa.
¿Por qué el venezolano siente al trabajo como un peso y no como una vía de superación?
El venezolano entiende el trabajo como un peso que agobia, que engendra tristeza, desencanto. La idea de trabajo que introduce la industria petrolera es distinta y ha debido contrastar aquel otro imaginario, agrario, gamonal, rural, de subordinación. Desde los empleados públicos hasta la empresa privada se da la misma concepción. ¿Por qué el venezolano no concibió el trabajo como un instrumento de emancipación? Porque tú trabajas 30 años en Venezuela y no tienes casa, sigues siendo pobre, estás endeudado. Ahí hay una explicación: no puedes amar algo que nunca te liberó.
¿Por eso busca las salidas cortoplacistas?
Querer tomar el camino corto, nos llevó a un abismo. Fíjate en el caso del empresariado venezolano: quiere invertir en la mañana y recuperar el capital en la tarde. El empleado venezolano quiere que lo ascienda sin haber hecho grandes esfuerzos, porque la cosa laboral está tutelada. El esfuerzo personal no se ve recompensado en una sociedad urgente, donde los méritos se ponen a un lado. Recuérdese aquella frase que decía que en Venezuela nada quita ni da honra.
¿Al venezolano no le gusta trabajar?
El trabajo está asociado estrictamente con un salario. Ese sentimiento hacia el trabajo se acentúa como humillante, doloroso y fortalece un espíritu de resentimiento en toda la sociedad, que no logró mediante la educación y profesionalización ascender en la escala social. Eso era posible en Venezuela hasta hace 30 años, tener un título universitario determinaba que ibas a impactar en el medio económico. Hoy a la gente se le dice que tienes que ser doctor para que te reconozcan. Hay un contrasentido.
Juan Bimba es un conocido personaje gráfico producto del venezolanismo histórico. La tradición local de Cumaná atribuye la etimología de «Juan Bimba» al nombre de un habitante de las cercanías con problemas mentales que vivió hacia 1853. Lo cierto es que en 1860, Juan Vicente González usa Juan Bimba como sinónimo de tonto o mentecato. «Juan Bimbe», «Juan Bimba» o «Juan Bimbas», como también se le llamaba, está documentado desde 1900 como el nombre que se le aplica al prototipo del hombre humilde del pueblo. Con ese sentido la fijó y la popularizó Andrés Eloy Blanco en diversas composiciones y en forma humorística desde la revista Fantoches durante los años 1930. Su creación se atribuye a Mariano Medina Febres, médico y diplomático venezolano que, como dibujante, firmaba con el seudónimo de «Medo». La imagen original de este «muñequito» apareció en 1936 en el diario caraqueño Ahora, donde «Medo» tenía a su cargo la «Caricatura del Día». El personaje vestía franela, pantalón enrollado, calzaba alpargatas o iba descalzo y llevaba sombrero de cogollo.
Con él, se quería representar al pueblo venezolano en la condición de hombre rural que aún prevalecía durante la pirmera mitad del siglo XX. El nombre y la imagen de este personaje alcanzó una alta popularidad entre 1936 y 1948. Se hablaba no sólo de Juan Bimba, sino también de «juanbimbero» o de «juanbimbada», título este último de una obra escrita por Andrés Eloy Blanco en 1936.
En caricaturas de Leoncio Martínez («Leo») y de Manuel Martínez («Manuel») publicadas en 1938 en Fantoches, aparecía Juan Bimba con la indumentaria mencionada, a veces con un pañuelo alrededor del cuello y un garrote en la mano. En la misma revista y durante el mismo año, «Leo» creó un personaje gráfico parecido a Juan Bimba, al cual llamaba «Juan de Caracas», en representación del pueblo caraqueño. Utilizado también como símbolo del
partido Acción Democrática, el personaje de «Juan Bimba» desapareció del folklore gráfico venezolano a mediados de los años 1960.
Por su carácter personificador de la sociedad venezolana, el personaje de Juan Bimba fue usado ocasionalmente como en el campo de la política y la sociología. Uno de los ejemplos más tempranos de esto estuvo en el ensayo Carta a Juan Bimba, escrito en 1936 por el propio Andrés Eloy Blanco, en el cual hacía reflexiones sobre la historia de Venezuela y las ideologías de izquierda. Posteriormente, el partido Acción Democrática usó y difundió su iconografía como forma de propaganda durante la campaña hacia las elecciones presidenciales y parlamentarias de Venezuela de 1963, haciendo hincapié en su simbolismo y acompañándolo con el eslogan «El Partido del Pueblo», especialmente después de que la Corte Suprema de Justicia prohibiera el uso de la bandera partidista.
Recientemente, el expresidente Hugo Chávez solía representar frecuentemente una versión muy particular de Juan Bimba como técnica de campaña política, al asumir la indumentaria de un llanero
Miguel Ángel Campos: “Juan Bimba se cree merecedor de todos los parabienes”; por Hugo Prieto
Por Hugo Prieto |PRODAVINCI 29 de noviembre, 2015
Le propongo a Miguel Ángel Campos, sociólogo, profesor de la Universidad del Zulia, escritor y ensayista, un desafío: ubicarnos en la cercanía de su obra (Desagravio del Mal, La imaginación atrofiada, Incredulidad, La Fe de los Traidores, entre otros títulos), para descifrar el áspero y sombrío reflejo que proyecta la sociedad venezolana.
Quizás el resultado sea el eco de una voz que provenga de esas páginas. En este punto es donde el diálogo se vuelve interesante, entre otras cosas, porque Campos no evade la necesidad de adjetivar lo que somos, lo que nos rodea. ¿Sería preferible otra cosa? Quizás, pero en algún momento hay que dejar de posponer la complejidad del conflicto, y enfrentar el drama que estamos viviendo. Si hay que llamar las cosas por su nombre, Campos lo hace. Si hay que formular cargos, también lo hace. Un aviso: si van a buscar una sola idea de autocomplacencia, no la van a encontrar.
1936 puede ser un buen punto de partida. Ese año se habló de Un nuevo amanecer. Ingresamos al siglo XX con 30 años de atraso, sedientos de modernidad. ¿Qué papel jugó la sociedad civil en la modernización del país? ¿Qué fue lo que pasó allí?
El año 36 es una fecha clave. A mí no me cabe ninguna duda. No sólo porque es el fin del gomecismo, sino porque queda servido el escenario político para la refundación del país y había cómo hacerlo. Había recursos materiales, pero aún más importante, había una generación, una élite de gestores públicos, que tenía esa determinación. 1936-1948 es el período en el cual el país ejecuta, por un lado, un proyecto de modernización y, por otro, avanza en la modernidad desde el punto de vista de la creación de instituciones, entiende que la educación es clave, y las ideas de democracia, como una práctica del día, como una gestión, una diligencia, están presentes allí. Es el período estelar del siglo XX en Venezuela, entre otras cosas, porque todavía no aparecen los males del igualitarismo, los males que penetraron a los partidos políticos, no aparece todavía la mala conciencia.
El período que usted señala (1936-1948) fue de una gran pugnacidad en Venezuela, de grandes conflictos. Quizás hubo la intención de darle continuidad a ese propósito. ¿Cómo es que nos convertimos en esta sociedad donde el Estado “quita de allá y pone aquí” para enmascarar o posponer los conflictos y mira a otro lado?
A mí no me interesa magnificar, digo en el análisis sociológico, ni la lucha por el poder ni hacer de la coyuntura el protagonismo. Volvamos a ese lapso, en el cual hay dos golpes de Estado y una gran pugna con relación a lo que se va hacer con ese gran escenario: apertura civil, ciertamente, riqueza petrolera y una sociedad expectante. Es un escenario extraordinario para los hombres públicos, para los que van a hacer la gestión. Más allá de la relación con el poder, el país avanza en la creación de instituciones, se urbaniza, se destierran las enfermedades endémicas, se crean nuevos hábitos. No sólo eso, hay la presencia de un estado de ánimo, de un optimismo frente a la novedad, la novedad entendida como el relativo éxito que tiene la gestión pública en una sociedad que espera allí la redención. Pero sabe que se está rompiendo con el pasado. Eso es lo que verdaderamente interesa, creo yo, para entender lo que es la Venezuela de hoy.
¿Cuál sería el punto?
Ver qué ha pasado con los taciturnos, con esa gente que está allí esperando la redención. Ver qué ha puesto y que no ha puesto en ese negocio. Porque aquí tenemos un grave problema. Aquí estamos victimizando permanentemente a la sociedad y haciendo cargos para el Estado, para la democracia, para los estilos de gestión y la maldición del petróleo. Pero bueno, ¿las responsabilidades de la sociedad dónde están? Es decir, una sociedad que conoce la prosperidad extraordinaria, en el sentido de convivencia, de modelo potencial (entre 1936 y 48) y que aparentemente va bien, ¿cómo es que produce grandes estallidos donde no se reconocen procesos, donde no parece haber vestigios del pasado? Vamos a hacerle cargos a la sociedad, a ver qué ha pasado allí, porque no son grupos inerciales, son grupos beneficiarios de los grandes procesos que ha adelantado el Estado. Me refiero, por ejemplo a la educación.
¿Cuándo aparece “la mala conciencia”, según su propia definición? ¿En qué consiste la mala conciencia?
Alguien me haría un cargo, me diría: la mala conciencia no es una categoría sociológica, eso es metafísica. Pero el problema es que en Venezuela hay que adjetivar. Aquí las ciencias sociales se han vuelto demasiado burocráticas, demasiado cientificistas y han perdido de vista su objeto. ¿La mala conciencia? Es la incapacidad de producir efectivamente modernidad, en un escenario de intercambio de grupos organizados, que han llegado a un acuerdo previo que, entre otras cosas, es la representación del hecho electoral. ¿Qué es la mala conciencia? Creer que la democracia es una elección solamente, no es el ejercicio del criterio. ¿Ha faltado criterio en los electores, no? ¿La mala conciencia? En Venezuela teníamos 1.000 estudiantes universitarios en 1958, en los 80 teníamos 200.000, ¿pero eso significó que la educación universitaria formó a la sociedad? No, creo profesionales y consumidores. Pero no aportó mayor cosa en la constitución de los ciudadanos. Habilitó al venezolano como sujeto económico, pero no como sujeto político.
Ningún país se ha librado de la fricción, del conflicto latente, entre Estado y sociedad, pero al escucharlo uno podría sospechar que en Venezuela se trata de otra cosa.
Y podría decir más sobre la mala conciencia. Aquí las universidades gradúan gratuitamente a los profesionales y los profesionales no retribuyen en nada a la sociedad, creen que eso se lo merecen. Aquí no hay un solo médico que disponga de una hora al año y pase consulta gratuita, por ejemplo. El vínculo que podría tener el impacto de la gestión del Estado en la reconstitución de la sociedad parece que ha sido subestimado. Pero más aún la responsabilidad que ha debido haber frente a esos hechos inobjetables, como la modernización del Estado, el proceso de urbanización del país, la vigencia de la democracia hasta hoy con financiamiento óptimo por parte del Estado. Eso sería suficiente para haber construido una sociedad de primera, un estado de bienestar, pero no ocurrió así. ¿Qué pasó? ¿Hemos tenido corrupción? Sí. ¿Hemos tenido mala gestión? Sí. Pero, por Dios, ¿qué ha pasado con la sociedad obrando discrecionalmente frente a esos dones? ¿Cómo explicaríamos, como cargo al Estado, la tasa de homicidios que tenemos, la tercera más alta del mundo? ¿Cómo explicaríamos el horror del bachaqueo? Son cargos que hay que hacerle a los estilos de vida de la sociedad.
Hubo una interrupción de ese lapso con la dictadura de Pérez Jiménez, pero quizás se retoma a partir de 1958, con el Pacto de Punto Fijo. ¿Ese acuerdo significó un cambio de relación entre el Estado y la sociedad? ¿Significó una mayor participación política para la gente? ¿El sujeto político estuvo allí representado?
Pero claro que sí. El Pacto de Punto Fijo es la gran donación que le hacen los actores de la vida pública a la sociedad civil. La donación en el sentido de que esos tres partidos (AD, Copei, URD) están representando a la sociedad civil, ciertamente. Entonces, es claro que se trata de fortalecer un hecho de carácter forense con la ascensión de (Rómulo) Gallegos. Fortalecerlo en términos protocolares. Es decir, la democracia va a ser una rutina a partir de ese momento.
¿No cree que fue una democracia restrictiva?
No, no lo creo, entre otras cosas, porque la ampliación de la democracia ya no depende del Estado, ni de las instituciones. Depende de la sociedad misma. Entonces, cuando se le hacen cargos a la democracia del 58, señalando que era una democracia de acuerdos de grupos partidistas, habría que decir que el hecho importante de la participación, por ejemplo, de la renovación de la estructura de poder, ya no del estilo, cada cinco años, la alfabetización, la erradicación de las enfermedades endémicas, el bienestar, que es un hecho inobjetable, esos eran elementos de responsabilidad para esa sociedad civil, a partir de los cuales ella ha debido construir herramientas de sustentación de la democracia en el tiempo y de la convivencia que se fundaba meramente en un hecho político.
¿Qué fue lo que pasó entonces? ¿Dónde fallamos?
Esas son las preguntas que nadie quiere hacerse. Porque cuando te formulas esas preguntas tienes que salirte de la coyuntura y de la lucha por el poder. Tienes que irte a lo más estable. A lo más hondo. Tienes que encarar el comportamiento de la sociedad en general.
¿Qué nos convirtió en una sociedad inercial, incapaz de aceptar ese desafío? ¿Qué nos llevó a esta crisis tan compleja y llena de variables tan negativas?
La fuerza… yo diría que la fuerza del igualitarismo. En Venezuela se consagró el igualitarismo como una energía estabilizadora. Pero en el fondo era una energía profundamente perturbadora. El igualitarismo uniforma y, al uniformar se pierden las responsabilidades, se pierden las jerarquías y se destruye toda la expectativa, digamos, de mejoramiento de una sociedad basada en el conocimiento, en el pensamiento, en el arte y en la vida intelectual. Toda la posibilidad de la sociedad se hace descansar sobre un equilibrio precario. Un poco repartir, bajo falsos supuestos, digamos, porque estamos aptos para eso, porque no somos racistas, porque no hemos tenido guerras fratricidas (lo cual es totalmente falso), porque somos solidarios. Es decir, el discurso de cierto criollismo político, que exalta de manera chovinista, una nacionalidad, un pueblo y unas pretendidas virtudes. El punto es que una sociedad tiene que probarse. Y más en tiempos como estos, en que esas virtudes van a ejecutarse y a reflejar un estado de bienestar.
¿La sociedad venezolana no se probó en el negocio petrolero, en la creación de empresas, por ejemplo?
En los 90, acá hubo una polémica entre los notables. Todo el mundo acatando el canon de Uslar de que el Estado había destruido a la sociedad. Responde Mayz Vallenilla. No fue el Estado. ¿Cómo va haber destruido a la sociedad el Estado que construye carreteras, expulsa la malaria, que crea los servicios, que funda hospitales? Es un Estado altamente eficiente desde el punto de vista de la distribución de la riqueza, pero también de la inversión y de la creación de los escenarios materiales de esa riqueza. Dice Mayz Vallenilla. No fue el Estado, fue la empresa privada. Algunos se escandalizaron. Y por empresa pública tienes que ver sociedad civil. En Venezuela, el empresariado se contentó con tener compradores; creyó que los compradores no eran ciudadanos. No tenían más vínculos con la novedad que vender y adelantar el sector terciario.
Advierte Miguel Ángel Campos que “el igualitarismo es un obstáculo para generar riqueza en un modelo liberal”. ¿El empresariado no hizo nada para borrar esa mácula?
Aquí el empresariado ha servido, históricamente, para financiar la gestión del poder político, desde el siglo XIX. Incluso por la vía de la fuerza. Algunos participaban y a otros les arrebataban. Lo que quiero decir es que el empresariado en Venezuela, y por empresariado entiéndase un aspecto importante de la vida civil, ha carecido de perspectiva social. No ha entendido que estabilidad política, seguridad y bienestar es, fundamentalmente, la reproducción de un modelo de entendimiento y de reproducción de la riqueza, es decir, es ciudadanía, es civilidad, es cultura. Eso también es economía. El empresariado se ha comportado como un bodeguero, exclusivamente, ¿no?
¿Qué cargos le formularía a Juan Bimba?
A Juan Bimba habría que hacerle el cargo que se le hace siempre al que se cree merecedor de todos los parabienes. Creo que es un cargo grave. El Juan Bimba que fue fortalecido e idealizado como el objeto de redención de parte de quienes buscaban el poder. Acuérdate de lo que dijo Salustio: “el mayor hallazgo para los que buscan el poder son los pobres”. Ese es un gran hallazgo en Venezuela. Pero el propio Juan Bimba se auto enalteció, como un agraviado histórico que debía ser resarcido y redimido. Yo no sé si se lo dijeron o lo entendió así, incluso, el Juan Bimba de hoy. Lo cierto es que está como a golpe y cuida ese Juan Bimba todavía. Es decir, por donde vaya la promesa y por donde fluya la ventaja para mis intereses, por ahí voy a ir.
Ha dicho que no le interesa en el análisis la coyuntura y la cuestión del poder. Pero lo que se está discutiendo en Venezuela, y de forma descarnada, es la lucha por el poder. Y tenemos una pulsión, no sólo en el chavismo, sino generalizada, de no cuestionar el igualitarismo, de no hacerle cargos a Juan Bimba o al empresariado. Aquí estamos en la fase inercial de todos los conflictos de esta sociedad.
Efectivamente, haz hecho el catálogo de los puntos nodales. Aquí, primero, hay que cuestionar el igualitarismo. Aquí hay que hacerle cargos a los grupos pensantes de este país (no sólo a los intelectuales, sino a las universidades que llegaron a ser oficinas para sellar papeles). La Universidad es una de las grandes instituciones de América Latina, llegó a ser política, beligerante, pensadora, y ahora mismo es un lugar donde la gente va a que le sellen un título. Esos cargos, sin duda, hay que hacerlos. ¿Y quién los va hacer? Aquel que entienda que la coyuntura actual del poder político tiene, digamos, un piso más largo, de un alcance más tenebroso que lo que aparentemente está en juego: sacar a unos administradores ineficientes, corruptos y verdaderamente pervertidos.
¿Y dónde ve eso en el horizonte?
No lo veo en lo electoral, por cierto. Si llegamos a esto por la vía electoral, significa que la sociedad llegó a estar demasiado convencida de que la cosa no era tan grave e insistió en lo electoral vacío, en lo electoral sin criterio, en el voto puramente forense. De tal manera que intentar salir de esto por la vía electoral, me parece un acto de irresponsabilidad, en el sentido de pretender que el acuerdo protocolar democrático, que aún está presente, entre otras cosas, porque el chavismo no llegó por un golpe de Estado, es capaz de remodelar el estado de perturbación al que llegó la sociedad venezolana. De ninguna manera. Y aquí me voy a meter en algo que no quería nombrar. La Asamblea que va hacer elegida el 6-D, no va a tener ninguna posibilidad de modificar el escenario de poder.
¿Por qué lo dice?
Porque en Venezuela llegamos a tener exclusivamente poder Ejecutivo. Ya no tenemos, en la práctica, ni poder Legislativo, ni poder Judicial. Esa es la característica de una sociedad pragmática, de una sociedad igualitaria, que se permite, por ejemplo, funcionar sin estado de Derecho, sin espanto y sin ningún ruido, ¿no? Yo no tengo mayores expectativas en la posibilidad de transformar, o iniciar un proceso de transformación, a partir de un hecho que hasta ahora ha resultado relativamente ineficiente.
Los conflictos siguen, la pugnacidad sigue, así como esa tendencia inercial a hacer lo menos posible. ¿Y los desafíos que encara la sociedad? ¿Cómo se va a resolver esto? ¿Mediante la violencia?
Si vas a pretender que hay un acuerdo que está funcionando, de consenso electoral, y que va a resolver a corto plazo el drama que tenemos en Venezuela, mediante un voto que no tiene mayores tensiones sociales, espirituales, ciudadanas, civiles, sino que es un voto solamente elector, estamos manejando un instrumento relativamente frágil. Es decir, no tiene potencia moral, digo, ese voto, el consenso electoral. El asunto de la violencia…
… ¿Entra dentro de las probabilidades?
Es que no lo puedes descartar.
¿Qué cargos le haría al chavismo? Me permitiría mencionar uno: la forma en que resucitó y elevó a la ene potencia el tema del igualitarismo.
Sin duda, importante, pero es un cargo abstracto. Vamos a ponerlo como número uno, para ser consecuentes con el método. Número dos: Desmanteló el Estado moderno en Venezuela. ¿Qué te parece? Lo quebró. Está totalmente destruido. Desmanteló la economía de mercado liberal, pero no la sustituyó por otra cosa. Desmanteló el estado de Derecho. Parece que son muchos los cargos. Pero hay uno que es verdaderamente aterrador. Educó. Es decir, el chavismo ha educado a la sociedad venezolana en unos estilos de convivencia absolutamente primitivos, básico, esenciales, para el chavismo la convivencia es que un grupo de gente ocupe un espacio. Todo lo que tiene que ver con futuro, expectación, intereses individuales, vida intelectual, pensamiento, eso no existe en la convivencia del chavismo.
¿Con qué propósito? ¿Con que intencionalidad?
Bueno, con la idea de incorporar a las masas hambrientas, a la pobrecía, a una beligerancia y legitimar el ejercicio del poder desde allí, ¿no? Y la sociedad terminó creyéndoselo.
¿Qué alternativas tenemos? ¿Qué botones pulsar para ver qué instrumentos, qué ideas, se activan para superar esta crisis?
A mí me interesa ver a esta sociedad, luego de haber salido del tremedal, una vez que la novilla se ha liberado de la anaconda, como en Doña Bárbara, verla en la sabana. ¿Qué va hacer la novilla en la sabana? Y tiene herencia, tiene la educación que la democratizó, tiene todavía la renta petrolera. Si paseas por Venezuela y conversas con la gente sin guión, advertirás que aquí hay un sentido de la venezolanidad que se vació de elementos concretos y que tal vez fueron históricamente constitutivos. El venezolano de hoy es un sujeto indiferente, que no está políticamente formado. Es un poco un poblador, que se mueve en una pequeña geografía. No es, de ninguna manera, un actor de su tiempo.
¿Agarramos el pasaporte y subimos al primer avión que se pueda?
No puedo permitirme juicios demasiados benévolos de la sociedad venezolana de hoy. De lo que se trata, creo yo, es de hacer un mea culpa. Y si el futuro es difícil, ciertamente tiene que ver con un diagnóstico previo, que es un hecho. Aquí la gente está creyendo que el petróleo nos va a sacar del foso. Que hay un conjunto de instituciones solventes: las famosas reservas morales de una sociedad. ¿Y que con eso vamos a salir adelante? Yo creo que no. Se trata de entender la profundidad del abismo donde estamos actualmente y, en esa medida, no nos queda sino ser pesimistas, sí, pesimistas para evitar encontrarnos otra vez con los clásicos errores, cuando ocurra el paso de la tormenta y que quede la sabana despejada. En el pasado hemos hecho así y no hemos querido enfrentar, no de donde vinieron los males, sino los males que se acumularon.
Paginaretro
Reseñas de hechos nacionales o internacionales, ocurridos en el siglo XX, que han influido en la vida política, social y económica de Venezuela.
viernes, 18 de noviembre de 2011
Juan Bimba vive en la Revolución Bolivariana
Luego del éxito editorial de La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo, el autor explora otras características que están condicionando nuestra economía y la forma de relacionarnos
Axel Capriles, sicólogo jungniano, está empeñado en ayudarnos a entender cómo somos los venezolanos. Primero descubrió que la picardía ha sido nuestra arma secreta frente a los poderosos que rugen como tigres (La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo, Editorial Tauros 2008). Ahora nos ofrece un espejo que nos muestra “los mitos que nos dominan y los estereotipos que nos confunden” (Las fantasías de Juan Bimba, Editorial Taurus, 267 págs)
--Este libro está en la misma búsqueda de comprensión de quiénes somos, cómo vivimos y cómo convivimos. Pero traté de tocar otros puntos. En La Picardía me refiero a dos arquetipos muy importantes en la vida del venezolano: el héroe y el pícaro. Dos caras de una misma moneda. Aquí busco otras miradas sobre el venezolano.
Para Axel Capriles, los mitos y los arquetipos que guían la conducta de los venezolanos son: El Dorado, El mestizaje y el mito de Kanaima, Juan Bimba, El arquetipo del alzao, La Gozadera y El mito de María Lionza.
--Kanaima era un tema que no había trabajado y me interesó por todo este resurgir de la venganza y del resentimiento en tiempos de la revolución bolivariana. Kanaima es una de las figuras de nuestra mitología más influyentes: la de los Caribes. Es un espíritu maligno de venganza de las razas vencidas. Estaba en nuestros orígenes y ahora reaparece en el discurso político, en el discurso público y en la Asamblea Nacional. Pareciera que ese espíritu está vivo y presente.
El espíritu de Juan Bimba anda suelto
El uso de la palabra “pueblo” es uno de los muchos estereotipos que nos confunden y Axel Capriles se sumerge en esas aguas turbias:
--En la historia de Venezuela ha habido cantidad de modelos de pueblo. Yo cito un concepto de Cecilio Acosta que sería totalmente opuesto a lo que hoy se considera pueblo. Él decía que pueblo es la persona que trabaja, que tiene propiedad, el profesional, el labrador y no los contestatarios y quienes protestan, que era la gente que seguía a Antonio Leocadio Guzmán. De manera que pueblo es una palabra vacía que construye cada ejercicio del poder, cada hegemonía política y el pueblo tiende a verse a través de ese cristal. Juan Bimba es una de esas imágenes.
Juan Bimba nace para la Constituyente de 1947 y era la representación que del pueblo hacía Acción Democrática, que se hacía llamar “el partido del pueblo”. Se mantuvo hasta la década de los 60 y era un campesino en alpargatas, pantalones arremangados, con sombrero de cogollo y los hombros algo caídos,
Para Capriles, el chavismo busca mantener vivo el espíritu de Juan Bimba, “con la concepción de pueblo como víctima, dependiente, como un ser que tiene que ser ayudado por un político paternal y un estado protector porque él solo no puede. Juan Bimba siempre pierde porque le va mal con el gobierno y con la oposición. Esa concepción del hombre explotado que nunca puede ser dueño de sí mismo no es realmente una figura exaltadora de empoderamiento. No creo que sea una imagen que de sensación de empoderamiento de un pueblo y de asunción de un nuevo tipo de ciudadanía y de acción ciudadana fuerte y eficaz.”
Los héroes no ordeñan
Para Axel Capriles los héroes de la independencia, comenzando por Bolívar, es el mito central de los venezolanos: “Lo único que todos tenemos en común es el concepto de Simón Bolívar y el mito del libertador y la revolución bolivariana ha exacerbado ese mito, lo cual tiene importantes consecuencias económicas. La alusión a Bolívar y a otros héroes de la independencia es una constante en los discursos del presidente Chávez. Ya tomó hasta el nombre de la República. Eso tiene consecuencias prácticas y cotidianas que la gente pasa por alto como si no fueran importantes. Pero implica una concepción de la economía, de la vida social, una concepción de las relaciones entre derechos y deberes ciudadanos que impactan como por debajo. Son cosas que están determinando muchísimos de los problemas que estamos viviendo los venezolanos”.
--¿Esos nos paraliza?
--¡Claro! La economía heroica es desastrosa. No conozco a héroe alguno que ordeñe o que siembre. Aquiles, el héroe arquetípico, se monta en un barco, se va a Troya y se roba los tesoros. La economía heroica es de saqueo. El héroe no concibe la creación, la producción. El héroe busca quién produce algo, quién tiene riquezas y las expropia. Esa concepción está viva en la Venezuela de hoy.
El Dorado existe
Ese es otro de los mitos explorado por Axel Capriles: “Tenemos la idea de que la riqueza está ahí, que le pertenece a la naturaleza y yo sólo tengo que tomarla y repartirla, no producirla. Si reparto bien o mal, con corrupción o sin ella es algo estrictamente moral, y las sociedades son muy complejas como para depender de buenas o malas voluntades”.
Luego de desmontar nuestros principales mitos y estereotipos, Axel Capriles finaliza con una conclusión: “Tenemos que ampliar nuestra imaginación y ver en perspectiva las metáforas y los mitos que nos dominan. Debemos desmontar las creencias y estereotipos que nos confunden y desencaminan. Es asunto de soltar el lastre del pasado –sin perder vínculos ni memoria-, de volver la mirada hacia adelante y de suscribir la responsabilidad compartida sobre nuestro destino colectivo”.
Publicado por Enrique Rondón Nieto
El estereotipo venezolano: de Juan Bimba a Tío Conejo
"Esa mente que no puede desprenderse de un logro que existió en el pasado, es señal de locura"
El caraqueño publicó la semana pasada "Las fantasías de Juan Bimba: Mitos que nos dominan, estereotipos que nos confunde" ÁNGEL DE JESÚS
DANIEL FERMÍN , AXEL CAPRILES , SICÓLOGO Y ESCRITOR | EL UNIVERSAL
miércoles 28 de septiembre de 2011 12:00 AM
Andrés Eloy Blanco publicó en 1938 un poema titulado Juan Bimba. Con ello, popularizó un prototipo del venezolano que hoy, siete décadas después, Axel Capriles utiliza como base para analizar la sicología colectiva criolla. En el libro Las fantasías de Juan Bimba: mitos que nos dominan, estereotipos que nos confunden, el sicólogo intenta cambiar una percepción que ya está arcaica. -¿Cómo sería el estereotipo del venezolano de hoy? -El libro va en contra de esos estereotipos. El venezolano de hoy, como un ciudadano contemporáneo de una sociedad democrática, es un venezolano plural, diverso, individualizado, que no se adapta a un prototipo único particular. Sin embargo, nos viene desde afuera una cantidad de prototipos de los que significa el venezolano, que son los que trato de explorar en el libro. Uno, obviamente, esa idea del extrovertido, alegre, gozón, echador de broma. Otro es el estereotipo del alza'o, bravo, el tipo que no acepta nada ni nadie por encima de él. Otro es la figura de Juan Bimba, que es la representación del pueblo venezolano como un pueblo muy golpeado, víctima, dependiente, que necesita una guía para salir adelante. Otro es la idea de Venezuela y, por lo tanto, el venezolano como los hijos de una gesta heroica. Venezolanos hijos de grandes logros y que, por lo tanto, ya somos merecedores de un mundo, de una serie de derechos sin necesidad de luchar por ellos.
-¿La globalización no acabaría con esos prototipos que define como arcaicos? En un principio, son dos movimientos hasta opuestos. Por un lado, sí. Porque en un mundo globalizado, multicultural, multirracial, es difícil pensar en estas identidades fijas, tradicionales. Pero al mismo tiempo pareciera que la falta de referentes y la falta de orientación que trae toda esta diversidad hace que muchas personas tiendan como a protegerse o a acurrucarse en identidades fijas, en identidades pasadas que le den como un nicho de seguridad. Entonces hay como un revivir de los prototipos y estereotipos nacionales. El tema de la identidad social, del carácter nacional es muy importante porque no hay una sociedad sin lazos de pertenencia y de conexión. El problema del carácter social es que atribuir las identidades a una serie de rasgos fijos empieza a llevar a posiciones sectarias y a posiciones que más bien rompen el flujo de lo que es ese sentido. -¿La identidad nacional es un síntoma de locura? -Yo creo que la idea de nación es una idea que está bastante caduca. Lo que sí es signo de locura es la identidad con ciertos símbolos de esa nacionalidad. La identidad con Simón Bolívar, sentirnos que somos hijos de Bolívar, esa fijación en el pasado y la fijación en los héroes muertos. Esa mente que no puede desprenderse de un logro, de algo que existió en el pasado y no puede adaptarse a los retos contemporáneos, yo sí creo que es señal de locura. -¿Y el "Patria, socialismo o muerte" dónde queda? -Eso queda en parte de toda la locura colectiva que hemos vivido estos últimos años. Hay una serie de señalizaciones colectivas que nos han impuesto de afuera y nos han impedido ver un poco más allá. -Ya lleva tiempo analizando la sicología colectiva del venezolano, ¿por qué? -Yo creo que es al observar esa contradicciones tan fuertes que existen en Venezuela. Y una de las cosas que pensaba es cómo se explica que hubo un país con tal abundancia de riqueza petrolera, con tal nivel de ingreso como el que recibimos en el siglo xx, todavía mantenga los niveles de pobreza que tenemos. No es un asunto de sistema económico, por ejemplo. Es un asunto de actitudes sociales, de forma de carácter, y en la medida que analicemos sobre este tema vamos a ir aflojando los problemas culturales que nos tienen atrapados. -¿Al final, predomina Juan Bimba o Tío Conejo? -De los dos, y por eso hay una retroalimentación entre ellos. La persona que espera que el Estado la proteja es Juan Bimba. Es la débil, que es incapaz de asumir su destino, pero como es tan débil, como no tiene ningún recurso, sabe que lo que tiene para la supervivencia es la astucia. Entonces busca con su viveza la forma del contacto para que le den la casita. Es un engranaje que hace que sean ciertos rasgos que se mantengan activos en la sicología colectiva del venezolano.
Nicolás Maquiavelo (en italiano Niccolò di Bernardo dei Machiavelli (Florencia, 3 de mayo de 1469-ib., 21 de junio de 1527) fue un diplomático, funcionario público, filósofo político y escritor italiano, considerado padre de la Ciencia Política moderna. Fue asimismo una figura relevante del Renacimiento italiano. En 1513 escribió su tratado de doctrina política titulado El príncipe, póstumamente publicado en Roma en 1531
Nicolás versus Maquiavelo
Por Luis Manuel Aguana
No existe mejor obra acerca de cómo ejercer y conservar el poder que aquella escrita en 1513 por Nicolás Maquiavelo, El Príncipe, dedicada al Magnifico Lorenzo de Médeci (ver la obra completa utilizada en esta nota en http://tinyurl.com/yddnwlaf ). Políticos de todos los tiempos la han referenciado como su manual de cabecera porque “presenta como característica sobresaliente el método de dejar de lado sistemáticamente, con respecto a las estrategias políticas, las cuestiones relativas a la moral y a la religión. Solo interesa conservar el poder” (ver El Príncipe, en https://es.wikipedia.org/wiki/El_príncipe).
Es por esa razón que sobresale que el régimen pretenda conservar el poder haciendo precisamente todo lo contrario a lo que recomendó desde hace mas de 500 años el tocayo de Maduro en su obra, que es algo así como pretender ir en contra de las leyes de la gravedad política.
Pero también resalta que desde un comienzo la oposición oficial no haya hecho uso de ese manual para identificar el mal que nos aquejaba. De allí que se encuentren también en la obra de Maquiavelo líneas que le corresponden a ella. Los males de Venezuela comenzaron hace mucho tiempo. El gobierno de Chávez intentó constitucionalizar el comunismo en el año 2007. Pero ese comunismo comenzó antes, cuando el pueblo se echó a las calles en el año 2002 oponiéndose a una Ley Habilitante que pretendía imponer 48 leyes inconstitucionales. Para esa época ya era una dictadura comunista en gestación -y algunos lo identificamos así-, aunque la dirigencia política de la oposición lo llamaba mal gobierno:
“Sucede lo que los médicos le dicen al tísico: que al principio su mal es difícil de conocer, pero fácil de curar, mientras que, con el transcurso del tiempo, al no haber sido ni conocido ni atajado, se vuelve fácil de conocer, pero difícil de curar. Así pasa en las cosas del Estado: los males que nacen en él, cuando se los descubre a tiempo, lo que solo es dado al hombre sagaz, se los cura pronto; pero ya no tienen remedio cuando, por no haberlos advertido, se los deja crecer hasta el punto de que todo el mundo los ve. Pero como los romanos vieron con tiempo los inconvenientes, los remediaron siempre, y jamás les dejaron seguir su curso por evitar una guerra, porque sabían que una guerra no se evita, sino que se difiere para provecho ajeno…” (El Príncipe, Cap. III, Sobre los Principados Mixtos).
Pero los venezolanos no hicimos como los romanos y ya está a la vista de todo el mundo que estamos muy enfermos. En el 2002 no era tan evidente. El mal siguió su curso y la oposición oficial evitó llamar al pan, pan y al vino, vino “por evitar una guerra”. Pero “una guerra no se evita sino que se difiere para provecho ajeno” como escribió Maquiavelo. Y vaya que el régimen la ha aprovechado en su beneficio…
Sin embargo, la “guerra” comenzó y el régimen pensó que el pueblo venezolano se quedaría con la imposición pura y simple de una ideología que rechaza el 85% de la población. Y ahora es el gobierno el que necesita garantizarse su gobernabilidad y poner orden en las calles. La regla de Maquiavelo está operando ahora en sentido opuesto a sus intereses porque son ellos los que ahora necesitan paz: “…para evitar una guerra nunca se debe dejar que un desorden siga su curso, porque no se la evita, sino se la posterga en perjuicio propio” (El Príncipe, Cap. III, Sobre los Principados Mixtos). Es por eso que el régimen a finales de mayo ordenó a toda costa acabar con las protestas en la calle en 8 días (http://soncriticos.com/2017/05/31/maduro-quiere-acabar-las-protestas-en-8-dias-con-las-fuerzas-del-estado-video/). Vano intento porque se la postergado en perjuicio propio.
Claramente en este momento el perjudicado en las calles es el régimen, al punto que se ha erosionado su estabilidad. Al parecer entonces han decidido seguir el manual de Maquiavelo, intentando destruir a toda costa lo que encuentran en su camino. Lo estamos viendo con las atrocidades en contra de los Derechos Humanos cometidas en invasiones salvajes de la GNB a edificios y casas en Caracas y en el interior: “Porque, en verdad, el único medio seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla. Quien se haga dueño de una ciudad así y no la aplaste, espere a ser aplastado por ella. Sus rebeliones siempre tendrán por baluarte el nombre de libertad y sus antiguos estatutos, cuyo hábito nunca podrá hacerle perder el tiempo ni los beneficios…” (El Príncipe, Cap. V, De qué modo deben gobernarse las ciudades o principados que, antes de ser ocupados, se gobernaban con leyes propias). De acuerdo a esto, tendrán que aplastar la rebelión con mucha gente muerta o esperar “ser aplastado por ella”, porque nuestra rebelión tiene, como bien indicaba Maquiavelo, “el nombre de libertad”.
Pero si en algo no siguió Maduro las enseñanzas de El Príncipe fue esforzarse en conservar el afecto de la gente. Tal vez con Chávez eso hubiera resultado mucho más fácil, dada su condición de liderazgo natural. Pero en el caso del Ilegitimo, al acabarse los reales se acabó el afecto y comenzó la represión: “El que llegue a príncipe mediante el favor del pueblo debe esforzarse en conservar su afecto, cosa fácil, pues el pueblo sólo pide no ser oprimido.” (El Príncipe, Cap. IX, Del Principado Civil). De acuerdo a Maquiavelo, conservar el afecto es cosa fácil pues el “pueblo solo pide no ser oprimido”. Sin embargo observando lo que pasa en las calles, ni Maduro, ni Padrino, ni Benavides ni Reverol están de acuerdo con eso.
Al esfumarse el afecto comienza el abandono de los más cercanos en el poder, que en su obra Maquiavelo los llama “nobles”. Ese es el caso de la Fiscal Luisa Ortega Díaz y el resto del chavismo original, y que además se vuelven sus enemigos: “Lo peor que un príncipe puede esperar de un pueblo que no lo ame es el ser abandonado por él; de los nobles, si los tiene por enemigos, no sólo debe temer que lo abandonen, sino que se rebelen contra él; pues, más astutos y clarividentes, siempre están a tiempo para ponerse en salvo, a la vez que no dejan nunca de congratularse con el que esperan resultará vencedor.” (El Príncipe, Cap. IX, Del Principado Civil).
¡Qué interesante! ¿Con quién se estarán congraciando aquellos que se bajan del barco que se hunde? Ya se están rebelando contra el régimen. Entonces, en esta regla rota de Nicolás esta su perdición: “…en definitiva, no hay mejor fortaleza que el no ser odiado por el pueblo, porque si el pueblo aborrece al príncipe, no lo salvarán todas las fortalezas que posea, pues nunca faltan al pueblo, una vez que ha empuñado las armas, extranjeros que lo socorran.” (El Príncipe, Cap. XX, Si las fortalezas, y muchas otras cosas que los Príncipes hacen con frecuencia son útiles o no). ¡Lean bien eso! ¿Será que Maquiavelo ya predijo lo que pasará en Venezuela?
La poca ilustración de Nicolás tampoco le favorece en este momento: “Porque ésta es una regla general que no falla nunca: un príncipe que no es sabio no puede ser bien aconsejado y, por ende, no puede gobernar, a menos que se ponga bajo la tutela de un hombre muy prudente que lo guíe en todo. Y aun en este caso, duraría poco en el poder, pues el ministro no tardaría en despojarlo del Estado.” (El Príncipe, Cap. XXIII, Cómo huir de los aduladores). Muchos “ministros” podrían andar detrás de despojar del Estado a Maduro y tal vez esa sea la reciente advertencia de Henry Ramos Allup (ver http://epmundo.com/2017/ramos-allup-advierte-golpe-de-estado-contra-maduro/). Ramos sin duda prefiere que Maduro se quede en el poder hasta el 2019 –o más si el fraude constituyente se lleva a cabo- porque de ser despojado perjudicaría su futuro electoral personal, a que alguien detenga ahora mismo de alguna manera la debacle de este “Príncipe” que está matando venezolanos en las calles. Es cuestión de perspectivas…
No hay que haber leído a Maquiavelo para advertir que el régimen ha ido en contra de su propia permanencia en el poder, al punto que Nicolás contradice lo que Maquiavelo dejo para la historia como las reglas básicas para su conservación. En consecuencia no es de esperar que lo conserve por mucho tiempo.
La obra El Príncipe dejó también algo para aquellos que desesperadamente buscan el poder: identificar cuando las circunstancias de un Estado están dadas para que surja un liderazgo nuevo que sea capaz de asumir el control. Maquiavelo lo identificó para la Italia de 1513 en palabras que pueden ser perfectamente aplicadas a la Venezuela de 2017, en especial cuando los bárbaros están de salida. Cambiando solo el nombre de Italia por Venezuela, lo escrito por Maquiavelo en el último capítulo de su obra es increíblemente aplicable:
“Después de meditar en todo lo expuesto, me preguntaba si en Italia (Venezuela), en la actualidad, las circunstancias son propicias para que un nuevo príncipe pueda adquirir gloría, esto es necesario a un hombre prudente y virtuoso para instaurar una nueva forma de gobierno, por la cual, honrándose a sí mismo, hiciera la felicidad de los italianos (venezolanos). Y no puede menos que responderme que eran tantas las circunstancias que concurrían en favor de un príncipe nuevo, que difícilmente podría hallarse momento más adecuado. Y si, como he dicho, fue preciso para que Moisés pusiera de manifiesto sus virtudes que el pueblo de Israel estuviese esclavizado en Egipto, y para conocer la grandeza de Ciro que los persas fuesen oprimidos por los medas, y la excelencia de Teseo que los atenienses se dispersaran, del mismo modo, para conocer la virtud de un espíritu italiano (venezolano), era necesario que Italia (Venezuela) se viese llevada al extremo en que yace hoy, y que estuviese más esclavizada que los hebreos, más oprimida que los persas y más desorganizada que los atenienses; que careciera de jefe y de leyes, que se viera castigada, despojada, escarnecida e invadida, y que soportara toda clase de vejaciones. Y aunque hasta ahora se haya notado en este o en aquel hombre algún destello de genio como para creer que había sido enviado por Dios para redimir estas tierras, no tardó en advertirse que la fortuna lo abandonaba en lo más alto de su carrera. De modo que, casi sin un soplo de vida, espera Italia (Venezuela) al que debe curarla de sus heridas, poner fin a los saqueos de Lombardia (Cuba) y a las contribuciones del Reame y de Toscana (a las contribuciones de todos los chulos de Venezuela) y cauterizar sus llagas desde tanto tiempo gangrenadas…” (El Príncipe, Cap. XXVI, Exhortación a liberar a Italia de los bárbaros). (Resaltado y subrayado nuestro) Imposible algo más cercano a nuestra realidad…
Les dejo para el final el cierre de El Príncipe que igualmente nos aplica como si fuera escrito para nosotros, en una frase de Petrarca: “La virtud tomará armas contra el atropello; el combate será breve, pues el antiguo valor en los corazones italianos (venezolanos) aun no ha muerto…”. Amén…
Caracas, 19 de Junio de 2017
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