Como en los años 60 cuando se libró LA GUERRA DE RÓMULO BETANCOURT CONTRA LA INVASIÓN CUBANA, su equ
Antonio Sánchez García | agosto 28, 2017 | Web del Frente Patriótico
“Lo que sí quiero decir lo diré aún más claro. Si el régimen de Castro continúa en su política de agresión a Venezuela y otros países del Caribe, llegará el momento en que los gobiernos de esos países concierten una acción conjunta de sus fuerzas de aire, mar y tierra para hacerle la guerra a Fidel Castro, a sus 300 mil milicianos y a sus asesores militares soviéticos.”
Si ese era el pensamiento del fundador y líder indiscutible de Acción Democrática en 1972, ¿qué pensaría hoy del Caribe cómplice y de quienes se dicen sus compañeros de partido y toleran la colonización de su amada Patria por una agresión consumada de Fidel Castro a Venezuela? No es difícil imaginárselo.
El 16 de agosto pasado, The Wall Street Journal publicó un estremecedor Informe Especial sobre Venezuela de la analista política Mary Anastasia O´Grady bajo el título Intervención masiva de Cuba en Venezuela. Se trata del recuento más pormenorizado publicado hasta la fecha sobre la práctica invasión de Cuba a Venezuela, en donde se ha apoderado de las palancas institucionales claves del control de un país inmensamente más grande, poblado, rico y poderoso hasta estrujarlo, exprimirlo y convertirlo en un arruinado despojo de lo que fuera, imponiendo bajo las políticas que les ha dictado al agente encargado de lo que se ha convertido en la primera satrapía de la tiranía cubana en Tierra Firme incluso una crisis humanitaria. El control del gobierno cubano, iniciado abierta y desembozadamente luego de la crisis de abril de 2002, comenzó con la ocupación de miles de funcionarios cubanos tras las mamparas de la asistencia médico hospitalaria, la ocupación estratégica de los barrios más populares de las ciudades y poblados venezolanos mediante establecimientos ambulatorios ocupados por paramédicos y personal sanitario cubano bajo el paraguas del por ellos inventado programa de asistencia social llamado Barrio Adentro, más miles de asesores deportivos, y el control de notarías e identificación por personal cubano. Simultáneamente a la presencia activa de oficiales y soldados en los altos mandos de las fuerzas armadas venezolanas. Incluido algunos generales.
Como retribución por esa intervención armada y esas asesorías muy sui generis, además de un pago exorbitante por los servicios prestados al estado cubano, del que los funcionarios cubanos, tratados in situ como esclavos, han recibido una parte insignificante, el gobierno venezolano de Hugo Chávez Frías se comprometió a hacerle entrega al de Fidel Castro la bicoca de cinco mil millones de dólares anuales, así como cien mil barriles de petróleo diario, sin ninguna contraprestación. El regalo más cuantioso y de más larga duración que le haya hecho gobierno alguno en el mundo a la isla colonizadora. Muy superior al que le otorgara la Unión Soviética a cambio de su incorporación al bloque comunista y los servicios militares que le prestara en su política imperialista en África.
Jamás se conocerá en detalles la política diseñada, planeada e implementada por los hermanos Castro para, luego de apropiarse de los deseos más ínitmos, la voluntad y la salud del pobre infeliz que se les rindiera a sus pies creyendo que en lugar de ser recompensado con un cáncer fulminante y apropiarse hasta de sus suspiros, sería premiado con la creación de una nueva república del Caribe – Cubazuela o Venecuba – y él coronado como su primer presidente revolucionario. penetrarla hasta en sus más íntimos resquicios, infiltrarse en el aparato de Estado venezolano, corromper, someter, dominar y amaestrar a sus fuerzas armadas, lavarle el cerebro a las autoridades venezolanas, dirigir la sala situacional de Miraflores en la que se seguía el día a día de la dominación y aplastamiento de Venezuela a los propósitos cubanos, aunque es fácil deducir que los planes diseñados en La Habana buscaban apropiarse de las riquezas venezolanas, quebrarle el espinazo a la oposición, esclavizar al funcionariado chavista, hundir la economía y terminar por desquiciar y devastar una república que Fidel y Raúl Castro han odiado hasta llevarla al borde de su extinción física. La vaca horra de una PDVSA devastada por la politiquería y el saqueo fue exprimida hasta sus últimos extremos para mantener con vida a los parásitos cubanos. Sin pretender otro objetivo que su desaparición. Sobre la misma mesa en que deshuesaron el cadáver de Hugo Chávez firmaron la entrega de sus despojos a China y Rusia. Venezuela ha sido violada, ultrajada, explotada y exprimida hasta su última gota de sangre en un festín de canibalismo político sin precedentes en la región. Con el aplauso y el beneplácito de todos los gobiernos latinoamericanos, concertados por el Foro de Sao Paulo, Lula da Silva, Néstor Kirchner, Rafael Correa, Daniel Ortega, Evo Morales y el chileno José Miguel Insulza, que dirigió, desde la OEA, el asalto concertado a una nación víctima de un saqueo en cambote.
Si los precios del petróleo no se hubieran derrumbado y el cáncer no se hubiera devorado al teniente coronel que salió de lo oscuro, el obsceno carnaval imperial seguiría rumboso. Si las elecciones presidenciales norteamericanas hubieran consolidado al clan Obama-Clinton y la concupiscencia de los demócratas y el papa Francisco con la tiranía castrista hubiera terminado por cuadrar su hegemonía en la región, no estaríamos viviendo la profunda crisis en que naufraga la satrapía de Nicolás Maduro. Para fortuna de una Venezuela que se encuentra a pasos de su liberación, triunfó Donald Trump y la iglesia venezolana se impuso en el Vaticano. Por cierto, gracias a los factores que comparten su frontal rechazo a la tiranía cubana y a su satrapía en Tierra Firme. Que no es el caso de Jorge Alejandro Bergoglio, por quien la iglesia no debe meter sus manos en Cuba. Ni en Venezuela.
Deja mucho que desear sobre la integridad moral y la densidad intelectual, en primer lugar, de la oposición venezolana y, en segundo lugar, de todos los gobiernos de la región la torpe e hipócrita indignación con la que han reaccionado al mero anuncio de Donald Trump a considerar entre las opciones políticas de su gobierno también el empleo de la fuerza para resolver la trágica extinción de Venezuela como Nación y República independiente. Así los socialdemócratas venezolanos le hagan coro al griterío filocastrista en su horror a una intervención militar en Venezuela, debieran tomar cuenta de lo que respecto de Cuba y el inmenso peligro que representaría, ha representado, representó y representará para América Latina la maldición de la llamada “revolución cubana” quisiera dar a conocer una nota absolutamente inédita de las memorias manuscritas de Rómulo Betancourt de 1972 en la que expresa, de su puño y letra, lo siguiente:
“Lo que sí quiero decir lo diré aún más claro. Si el régimen de Castro continúa en su política de agresión a Venezuela y otros países del Caribe, llegará el momento en que los gobiernos de esos países concierten una acción conjunta de sus fuerzas de aire, mar y tierra para hacerle la guerra a Fidel Castro, a sus 300 mil milicianos y a sus asesores militares soviéticos. Los pueblos y gobiernos democráticos no son bélicos, pero pelean cuando se les agrede, como peleó la India del Padit Nehru cuando su país fue agredido por la China de Mao.No es una perspectiva agradable ni deseable la que se avizora, pero entre las previsiones de los gobiernos y pueblos del Caribe y Centro América debe contarse con una coyuntura futura de una acción militar conjunta para ponerle cese a la exportación a la exportación desde Cuba de profesionales del terrorismo y de alijos de implementos bélicos. Llegada esa oportunidad de paralizar la acción perturbadora del régimen de Cuba sobre la zona americana de su más cercana vecindad geográfica apreciarán los dictadores de La Habana que no es lo mismo dominar con tropas y policías numerosísimas a un pueblo inerme que vérselas con pueblos también armados…” (De sus memorias inéditas, cortesía de Alfredo Coronil Hartmann).
Si ese era el pensamiento del fundador y líder indiscutible de Acción Democrática en 1972, ¿qué pensaría hoy del Caribe cómplice y de quienes se dicen sus compañeros de partido y toleran la colonización de su amada Patria por una agresión consumada de Fidel Castro a Venezuela?
No es difícil imaginárselo.
Aegon Targaryen (conocido como Jon Snow en la adaptación televisiva de la obra que vemos en Venezuela) es un personaje ficticio de la saga de libros Canción de hielo y fuego del escritor estadounidense George R. R. Martin y de su correspondiente adaptación televisiva, Juego de tronos. Se trata de uno de los personajes principales en la serie, teniendo capítulos desde su punto de vista en cuatro de los cinco libros lanzados hasta la fecha.
Aparecido en el primer volumen de la serie, Juego de tronos, Jon aparece como el hijo ilegítimo de Eddard Stark, Señor de Invernalia y Guardián del Norte. Debido a que en la obra de Martin los bastardos no poseen ningún derecho hereditario, Jon decidió unirse a la Guardia de la Noche, una hermandad de hombres de la cual toma parte Benjen Stark, el hermano menor de su padre. Ésta hermandad custodia el Muro, la frontera que separa el continente de Poniente de las tierras heladas del norte donde viven los salvajes, liderados por Mance Rayder.
En el último capítulo de la Séptima Temporada, se revela que, en realidad, Jon es el hijo legítimo de Lyanna Stark y Rhaegar Targaryen, y por tanto, el verdadero heredero del Trono de Hierro. Su verdadero nombre es Aegon Targaryen.
En la adaptación televisiva Game of Thrones es interpretado por el actor inglés Kit Harington
Como lo vivimos todos los opositores al gobierno castro/comunista/madurista en la séptima temporada de “Games of Thrones” cuyo final pudimos disfrutar anoche 27 de agosto del 2017, vemos a Jon Snow intentando reforzar las defensas del Norte. Jon se siente frustrado cuando su autoridad es alterada por SansaStark quien es la hija mayor de Lord Eddard Stark y Lady Catelyn Tully. Tiene tres hermanos, Robb, Brandon y Rickon; una hermana, Arya, y un medio hermano bastardo, Jon Nieve. Está casada con Tyrion Lannister. Sansa es descrita como una muchacha tradicionalmente hermosa; su apariencia favorece su lado materno, los Tully, pues posee pómulos altos, ojos azules y espeso cabello castaño rojizo. Al crecer, su figura ha sido descrita como alta, agraciada y femenina Sansa fue criada para ser una dama, aprendiendo y poseyendo naturalmente todas las gracias tradicionalmente femeninas, con un interés marcado en la música, la poesía, el canto, la danza y el bordado. En su juventud tenía nociones románticas ingenuas sobre príncipes gallardos, caballeros honorables y amor verdadero, tal como los describían las historias y canciones. No tuvo una buena relación con su hermana Arya, cuyos intereses eran totalmente opuestos a los de Sansa. Adora los pastelillos de limón, y es devota de la Fe de los Siete, esto último al contrario que casi toda su familia. En vísperas del ataque de Stannis Baratheon a Desembarco del Rey, Sansa experimenta su florecimiento, haciéndola oficialmente una mujer Durante la Batalla del Aguasnegras, Sansa se refugia con muchas de las otras damas de la corte en el Septo de la Fortaleza Roja. Ella se mantiene fuerte e intenta calmar a muchas de las otras mujeres asustadas, a pesar de las amargas y cínicas palabras de una Cersei borracha. Tras la batalla, un borracho Sandor Clegane le ofreció llevársela con él y huir de Desembarco del Rey. Cuando ella lo rechazó, el Perro le hizo cantar una canción bajo amenazas Sansa permanece en Desembarco del Rey, siendo una rehén de los Lannister. Dontos le asegura que el plan para llevarla a casa sigue en pie después de la boda, dándole una redecilla adornada con amatistas moradas. Luego de unas largas historias se convierte en la Señora del Nido de Águilas de facto y empieza a entender cómo juega Meñique (Diosdado Cabello) y los Lannister (Jorge y Delcy Rodríguez) y la oposición en general al juego de tronos.Se encarga del desalojo final del Nido de Águilas, ya inhabitable debido al invierno y sigue su lucha según su conciencia. Para mi trabajo de comparación con los personajes de la serie “Games of Thrones, Sansa Stark
es María Corina Machado Parisca (Caracas, 7 de octubre de 1967) política, ex-diputada, profesora, ingeniera venezolana fundadora del movimiento político Vente Venezuela y co-fundadora de la asociación civil Súmate. Es la mayor de las cuatro hijas del empresario del acero Henrique Machado Zuloaga, vinculado a la empresa SIVENSA, y de la psicóloga Corina Parisca Pérez, a su vez tataranieta del escritor venezolano Eduardo Blanco y familiar de Armando Zuloaga Blanco (tío abuelo), quien murió en una rebelión en 1929 contra el dictador Juan Vicente Gómez
Fue elegida diputada de la Asamblea Nacional de Venezuela por el estado Miranda, iniciando su mandato en enero de 2011 siendo la candidata con más votos en la historia de la Asamblea Nacional (Parlamento de Venezuela).
El 21 de marzo de 2014 aceptó el cargo de "representante alterna" de Panamá ante la Organización de Estados Americanos, tres días más tarde el presidente de la Asamblea Nacional notificó que Machado había perdido su condición de diputada, de manera automática, por una violación a los artículos 149º y 191º de la Constitución de Venezuela de 1999, esta actuación fue ratificada por las autoridades judiciales venezolanas. Es reconocida como una de las voces más enérgicas del parlamento venezolano.Ha mostrado sus diferencias con la administración Chávez, llegando a increpar directamente al fallecido presidente en ocasión de la presentación de la memoria y cuenta presidencial del año 2011: "Expropiar es roba
Fragmento de la ceremonia de presentación de la memoria y cuenta de 2011 por parte del Jefe del Estado de la República Bolivariana de Venezuela, comandante Hugo Chávez Frías, que tuvo lugar en Caracas el viernes 13 de enero de 2012, de 14 a 24 horas, en el Palacio Legislativo. Habían transcurrido ocho horas de la intervención de diez horas sin interrupción que protagonizó el presidente venezolano, cuando la diputada María Corina Machado, aprovechando la amabilidad del orador al permitir que hiciese uso de la palabra, fue irrespetuosa con él y llegó a llamarle ladrón. Chávez respondió, entre otras cosas, los ya famosos "águila no caza moscas" y "usted está fuera de ranking". "¿Ladrón me dijiste?, No, yo no te voy a decir ladrona, sólo mujer venezolana." "Yo primero le sugiero que gane las primarias, diputada, es lo primero que tiene que hacer porque está fuera de ranking para debatir conmigo. Lo lamento mucho, pero esa es la verdad."
Su tradición hasta el presente dentro de la política venezolana desde Súmate hasta su militancia en su partido político “Vente Venezuela ha sido éste “Es hora de hablar con la verdad. Hay una operación que está en marcha, que es muy oscura y que en la práctica convierte la transición en una transacción, en una traición a la lucha de millones de venezolanos, que durante 18 años han buscado enfrentar a la peor dictadura y tiranía que jamas se había instalado en nuestro país”, expresó la opositora en un audio difundido por Vente Venezuela, revelando una y otra vez “operaciones oscuras” en las reuniones políticas de Venezuela pues su preocupación es¿Dónde quedamos los ciudadanos en los pactos que se han querido establecer con el Rey de los ejércitos de la muerte, Nicolás Maduro?Como Sansa no quiere que repita los errores que causaron por sus ancestros su padre Ned y su
hermano Robb en el presente.
Jon rechaza un mensaje de Cersei Lannister(en nuestro caso la Dra. Delcy Eloina Rodríguez, Presidenta de la Asamblea Nacional Prostituyente Comunista) que lo obliga a doblar la rodilla. Jon recibe una invitación a Rocadragón de Tyrion Lannister en nombre de Daenerys Targaryen (Emilia Clarke), otro personaje que como mujer debe aparecer en la “Guerra de Tronos” que se libra en Venezuela Posteriormente recibiendo un mensaje de Sam de que afirma de una gran reserva de vidriagón que se encuentra debajo del antiguo castillo de Rocadragón, Jon decide reunirse con Daenerys, dejando a Sansa sorprendida como su regente.
En Rocadragón, se niega a jurar lealtad a Daenerys, y en su lugar pide su ayuda para luchar contra los Caminantes Blancos (la FANB y la Milicia Bolivariana).
Los Caminantes Blancos son la mayor amenaza a la que se enfrenta Poniente, y su origen, su naturaleza y sus poderes es un gran misterio por resolver. Este clip pretende recopilar los datos que conocemos de ellos y dar alguna teoría sobre su desenlace en la saga de Juego de Tronos
Luego de que Daenerys vuelve de su ataque a la armada Lannister, esta se sorprende cuando su dragón Drogon se acerca a Jon y le permite al Rey en el Norte acariciarlo.
Determinado a convencer a Cersei de que el verdadero enemigo es el ejército de los muertos, Jon conduce una expedición al norte del Muro para capturar un espectro y llevarlo a Desembarco del Rey. Jon junto con sus aliados se las arreglan para capturar un espectro más allá del muro, pero están rodeados por un ejército de muertos. Daenerys llega con sus dragones, pero el Rey de la Noche mata a uno de ellos con una lanza de hielo, obligando a los otros a huir sin Jon. Él es salvado por la reaparición de su tío Benjen Stark, que se sacrifica para que Jon pueda escapar. Poco después, él finalmente llega al Muro herido y es atendido. En su cama descansando, Daenerys lo visita y promete luchar con él contra los Caminantes Blancos, y este acepta jurar lealtad a ella como su reina.
En el barco se le puede ver teniendo intimidad con Daenerys Targaryen, mientras Brandon Stark confirma el origen de este.
Antonio Sánchez García:Cuba, el corazón de nuestras tinieblas
¿Aceptaremos que esa verdadera proeza, la de atravesar con coraje, con honor y grandeza la frontera entre la esclavitud y la libertad de la mano de Rómulo Betancourt, que provocara el asombro del mundo civilizado, vaya a ser anulada por quienes, en la misma circunstancia, se anclaran para siempre del lado de la esclavitud, esclavizándonos ahora, sesenta años después, a nosotros? Es la pregunta que no le formulo a nuestro pueblo, que riega con sangre inocente las calles de la patria y está dando una gloriosa respuesta de honor y dignidad. Se la formulo a Ud., Vladimir Padrino López. Y a aquellos de sus hombres y mujeres que sirven al esclavismo castrocomunista. Se acabaron los tiempos de la traición. Llegó la hora de la honra. Asúmala.
Lo dijo Carlos Franqui, uno de los hombres más cercanos a Fidel Castro en la Sierra Maestra: “La revolución es la más grande tragedia que le haya podido ocurrir a Cuba en toda su historia”. Una amputación que le castrara todas sus energías vitales y la convirtiera en el reino de Drácula. Una isla como la del Doctor Moreau, de H. G.Wells. Habitada por zombis que han sobrevivido comiendo del Manifiesto Comunista y La historia me absolverá, alucinados por los poderes mediúmnicos del último brujo de la tribu afrocubana, posiblemente el más despótico, cruel y devastador caudillo que haya existido en la historia de América Latina y comparado con el cual todos nuestros tiranos, desde el doctor Francia en adelante, han sido niños de pecho.
Si la segunda mitad del siglo XX fue para América Latina lo que bien podría considerarse un medio siglo perdido –con la notable excepción de Venezuela, que viviría el medio siglo más deslumbrante y productivo de su historia– se debió al influjo devastador y a la insólita capacidad de encantamiento del poseso de Birán. Fue el corruptor de generaciones enteras, de las que hablo con plena propiedad pues pertenecí a una de ellas. Logró fundirse en el imaginario de millones de latinoamericanos con Ulises y Bolívar, con Zeus y Jesucristo, con Pablo de Tarso y Caupolicán. Conmoviendo hasta la médula a los pobres infelices que creyeron en su palabra, cogieron el fusil y se adentraron por el corazón de nuestras tinieblas, encontrando una muerte inútil, estúpida, sangrienta y fantasiosa. No se ha hecho la contabilidad de los muertos debidos a su inverecundia, a su maldad, a su monstruosa megalomanía, pero solo en Venezuela deben aproximarse al medio millón de almas. Como que solo en el último mes sus esclavos de uniforme, que actúan directa o indirectamente bajo su influjo y control, han asesinado a 47 muchachos. Asesinados por los traidores de la guardia nacional que actúan como mastines de sus herederos.
No se requiere excepcional perspicacia para imaginar que la porfía con las que Vladimir Padrino y sus subordinados insisten en sostener el moribundo régimen de Nicolás Maduro y continúan reprimiendo y matando a nuestros hijos, se debe a la presencia intimidante y asesina de los esbirros de Raúl Castro y Ramiro Valdés. Incluso a su capacidad de chantaje y exterminio.
Causa, cuando menos, asombro. Estar entre los puñales degolladores de los espías y agentes del G2, la invasora y asesina oficialidad castrista y las bolsas y botellas de excrementos que les disparan nuestras mujeres no es como para recordar las glorias de Las Queseras del Medio ni vanagloriarse de pertenecer a los ejércitos que vencieron en Junín, Ayacucho y Carabobo. Algo con lo que los asesinos cubanos no pueden medirse, pues sus antepasados estuvieron colgando del cordón umbilical del Imperio español hasta que las cañoneras norteamericanos decidieron cambiarles un imperio por otro. ¿Se niegan a formar parte y a ser dignos y viriles representantes de esa aplastante mayoría de nuestro pueblo bravo como para rebelarse y llamar a degüello a ese pueblo de esclavos que nos esquilma y oprime? ¿No queda en el seno de nuestros ejércitos un solo oficial capaz de emular al general José Antonio Páez y gritarles a sus lanceros, como él lo hiciera en aquella histórica e inolvidable jornada que se hiciera sangre de nuestra sangre: “¡VUELVAN CARAS!”?
Acaba de morir en Londres Hugh Thomas, el más grande hispanista inglés, autor de obras extraordinarias e imperecederas como La historia de la Guerra Civil española –tengo su primera edición de Ruedo Ibérico sobre mi escritorio– Cuba or the poursuit of Freedom, que me regalara también en su primera edición Simón Alberto Consalvi, y la Historia de la Conquista de México, ya indispensable para completar nuestra visión de la más grande y admirable epopeya de nuestra historia. Para recordar su profunda admiración por Rómulo Betancourt, que a muchísima honra corre por las venas de todos quienes hoy nos rebelamos contra la infame tiranía de quien sirve de sátrapa a esa tenebrosa tiranía afrocubana, releo su introducción a la obra cumbre del más gran político de nuestra historia, Venezuela, política y petróleo. En ella escribe Hugh Thomas: “Entre los países que han traspasado la frontera que separa a esos dos mundos, el libre y el cautivo, y lo han logrado en forma victoriosa, Venezuela se destaca en las últimas décadas, no solamente en Latinoamérica, sino también con respecto al mundo entero. Venezuela ha cruzado esa frontera… En la década de los 20 apareció una nueva generación de venezolanos que, desde la juventud, estaban empeñados en establecer un gobierno constitucional para su país. Entre estos hombres se destacó Rómulo Betancourt, y después de muchos años de luchas, de exilio, de peligro personal y de organización política, alcanzó el honor inmortal de ser el primer Presidente venezolano, libremente elegido bajo el sufragio universal, directo y secreto, que dejó el poder en forma normal y democrática. ¿Qué hombre, en toda la historia venezolana, ha logrado tantos éxitos? Ninguno”.
¿Aceptaremos que esa verdadera proeza, la de atravesar con coraje, con honor y grandeza la frontera entre la esclavitud y la libertad de la mano de Rómulo Betancourt, que provocara el asombro del mundo civilizado, vaya a ser anulada por quienes, en la misma circunstancia, se anclaran para siempre del lado de la esclavitud, esclavizándonos ahora a nosotros? Es la pregunta que no le formulo a nuestro pueblo, que riega con sangre inocente las calles de la patria y está dando una gloriosa respuesta de honor y dignidad. Se la formulo a Ud., Vladimir Padrino López. Y a aquellos de sus hombres y mujeres que sirven al esclavismo castrocomunista. Se acabaron los tiempos de la traición. Llegó la hora de la honra. Asúmala.
Antonio Sánchez García: Cuba y la gran estafa
7 Junio, 2017
A Robert Gilles Redondo
Nada más parecido al nazismo hitleriano o al fascismo mussoliniano que el castro comunismo cubano. Si bien en versión subdesarrollada, miserable, africanizada y polvorienta. Pero si los resultados no son los mismos – la Alemania de Hitler pudo salir del abismo de su crisis y alcanzar un poder militar e industrial por su propio y solitario esfuerzo – los efectos en cuanto a la esclavización mental de sus fieles e infelices oprimidos, la cuartelera subordinación de sus súbditos, la militarización de todos sus ámbitos y la pavorosa sumisión a los dictados de un solo caudillo, sin contar con las absurdas pretensiones injerencistas e imperiales de someter a un continente entero, nadie puede sostener en su sano juicio que la tiranía cubana no sea una mala copia al carbón de los ímpetus totalitarios y exterminadores de la dictadura nazi fascista.
Quítesele el Holocausto y disminúyase la dimensión alcanzada por el nacionalsocialismo, redúzcasele su territorio al de la isla caribeña y póngasele en su verdadera dimensión política, económica y cultural, y se tendrá a Fidel Castro y a su revolución, en versión pigmea. Pero con una asombrosa capacidad de intervenir en los asuntos mundiales e incordiar sobre la región, morderle los talones a la principal potencia planetaria y arrastrar a la ruina a quienes creyeron en sus delirios.
No encuentro otra metáfora para situar a esa isla miserable en el contexto real, en el que hoy por hoy los venezolanos sufrimos sus desaforados y hamponiles desmanes, que una de la epidemiología: Fidel Castro y su personal revolución han sido tan potentes, tan inútiles, tan insignificantes y devastadores como el Sida. A punta de delirante desmesura, osadía, farsantería, fortuna y una tenacidad digna de mejor causa han sido capaces de torcer los destinos del vecindario, como torcieran el nuestro gracias a la obsecuente y adulante inferioridad de un teniente coronel llamado Hugo Chávez y la veleidad y estulticia de un importante sector de su humanidad, llevando al matadero de paso a generaciones enteras de latinoamericanos. Habitantes e historias, entre otros, de dos países señeros en América Latina. Un país serio con dos premios nobeles de literatura, Chile, y un país no tan serio pero inmensamente más rico, pues es la principal reserva petrolífera de Occidente, Venezuela. Y lo verdaderamente asombroso es que tal insólita contradicción – una micro potencia tiránica en miniatura, una Unión Soviética de comiquitas, ilustrada por un marxismo leninismo de cojones y kindergarten – haya podido sobrevivir a media docena de papas, una docena de presidentes de los Estados Unidos y los hechos más asombrosos ocurridos luego de esa guerra de juguetería librada como en un filme de Francis Ford Coppola bajo un libreto de Joseph Conrad dirigido por Spielberg: Sierra Maestra Now. Cuento entre dichos acontecimientos la conquista del espacio, la revolución tecnológica y la urdimbre de la red interestelar. El mundo ya visita el espacio como promesa turística, se apronta a colonizar Marte, acaricia a Jupiter, mientras las estirpe del terrófago Ángel Castro sigue haciendo en la isla de los doctores de su apellido lo que a bien les salga del forro. Ante el aparatoso atragantamiento de los Estados Unidos, la OEA, la Unión Europea, Rusia, China y el Estado Islámico. Y la aparente complicidad del Vaticano. ¿No es alucinante?
¿Por qué Adolf Hitler, a quien Fidel Castro tanto admirara y quien terminara rigiendo desde el más allá del desastre el comportamiento habitual y cotidiano del Caballo, tan cruento, tan implacable, tan tozudo, tan sanguinario y tan ególatra y megalómano como él, se ha hundido en el más ominoso de los olvidos, y el nacionalsocialismo alemán, que alcanzara el prodigio de tener al mundo en sus manos, han desaparecido en la deshonra y la vergüenza, sin que nadie ose siquiera dispensarles un modesto homenaje silencioso, mientras el último de sus efectos marginales, la tiranía cubana, y sus dos caudillos zarrapastrosos que soñaran con emularlos, siguen recibiendo el respeto, incluso la admiración de millones y millones de seres humanos, muchos de ellos destacados intelectuales, artistas y científicos a lo largo y ancho del planeta?
Venezuela en el laboratorio del socialismo real
Los enfermos de utopías, o de maldad pura y simple, siempre dispuestos a disparar, masacrar y huir
Manuel Malaver
Es aterradora la minuciosa improductividad del socialismo que, en pocos años, puede convertir a economías prósperas en devastadas e irrecuperables ruinas, perpetuándolas como monumentos de uno de los fraudes más escandalosos de la historia.
Certeza que, con todo lo perturbadora que puede resultar, esconde otra, tan o más destructiva, como es el carácter depredador de un modelo político y económicoque engulle insaciablemente riquezas, bienes, servicios, oportunidades, infraestructura y, lo que es más trágico e intolerable, vidas humanas.
De la guerra, la violencia, los golpes de Estado, las insurrecciones y las subversiones vienen, indefectiblemente, todos los socialismos y, una vez en el poder, -como observó magistralmente el historiador alemán, Ernest Nolte, en el clásico “La guerra civil europea: 1917-1945” (Fondo de Cultura Económica: 1994)-, era inevitable que no devinieran en desgarradoras guerras civiles, pues, el odio, la división, la exclusión, y la intolerancia que le son ínsitas, no pueden sino prejuiciar a unos hombres contra otros hombres.
Se ha argumentado, por cierto, que quizá sea esta suerte de pecado original fundacional la causa de que los socialismos pierdan el rumbo y que, de promesas para la conquista de la tierra prometida y el reino de Dios en la tierra, pasen a ser infiernos donde desaparecen para siempre la paz, el bienestar, la igualdad, la tolerancia, la justicia y los derechos humanos.
Pero hubo experimentos socialistas como el chileno de comienzos de los 70 que advino después de unas elecciones democráticas, pacíficas e incuestionadas, o el sandinismo que debió su acceso al poder a una guerra de guerrillas relativamente corta y benigna, pero sin que sus respectivos orígenes los privaran de unos y otros grupos que los desviaron rápida e inescapablemente a olas de violencia que por acción o reacción produjeron miles de muertos.
Sin embargo, no es sino inmerso en el laboratorio socialista de mi propio país, Venezuela, desde donde podría ofrecer los datos más actualizados, calientes, on line y sin sesgos de una realidad que, no por herirme en lo más personal, correría el riesgo de la adulteración y el énfasis.
No, aun creo que puedo pronunciarme “sine ira et studio” (como pedía el historiador romano Tácito) sobre sucesos que sacuden a casi los 28 millones de mis compatriotas que día a día a se preguntan: “¿Y por qué a nosotros?”
Aparte de que, por ahí podría perderse este y miles de artículos sin describir qué es lo que es y será siempre el socialismo, como una ideología del fanatismo, del odio, la división, la intolerancia, la exclusión, y el resentimiento que, en cuanto se basa en el supuesto metafísico de que cumple un mandato de la historia, proclama que la moral, el bien y la justicia pueden ser atropellados sin culpa.
En lo que se refiere a los orígenes también evitaré pronunciarme, pues especialistas como Moisés Naím, Aníbal Romero, Carlos Castañeda, Germán Carrera Damas, María Teresa Belandria, Carlos Raúl Hernández, Colette Capriles, Antonio Sánchez García, Elías Pino, Enrique Krauze y María Teresa Romero lo han hecho desde una perspectiva más apropiada, aunque jamás dejará de asombrarme cómo cientos de miles de venezolanos, quizá millones, -de todas las clases sociales, profesiones, credos, edades, razas-, corrieron a apoyar, o darle el beneficio de la duda, a un militar de baja graduación que salió de un cuartel a derrocar a un gobierno legítimo que las mayorías del país se habían dado en unas elecciones inobjetables.
Y hablo de empresarios, profesionales, comunicadores, intelectuales, sacerdotes, estudiantes, obreros, campesinos, etc., en su mayoría formados o nacidos en democracia, puesto que llevaban 40 años conociéndola, experimentándola, enriqueciéndola, y construyéndola.
Pero tampoco quiero detenerme en asuntos que dejo a los psicohistoriadores, o a disciplinas aun no intuidas para viajar a los rincones más oscuros del alma: hoy quiero referirme al socialismo, al real, al de carne y hueso, tal como se vive hoy en mi país, en una revulsión que puede, sin hipérboles, retrotraernos a las que pudieron haber sido las ráfagas de la inquisición española, o las hambrunas que nos acostumbramos a ver en las portadas de National Geographic cuando hablaban de los estragos de las sequías en los países del Cuerno de África.
El socialismo tal como puede verse día a día, y noche a noche en las colas donde cientos de miles, millones de personas, buscan o piden lo indispensable para vivir (leche, carne, maíz, aceite, azúcar) en las afueras de bodegas, abastos, mercados y supermercados, porque el estado benefactor socialista dejó de producir o importar y lo poco que da y reparte es para regatearlo y casi siempre con violencia y retaliación por los que sufren.
Otra cosa son las noches, y en especial las que se viven en hospitales, centros ambulatorios, dispensarios y clínicas, donde más de la mitad de los que buscan asistencia son enviados a sus casas porque no hay camas, ni medicinas, ni material médico-quirúrgico, ni personal que los atienda y alivien tanto dolor y tanta impotencia.
Y por allá, por sus casas, mueren o siguen padeciendo, ya no tanto por su mal personal, sino por la enfermedad que a toda una sociedad han inoculado otros enfermos.
Los enfermos de utopías, o de maldad pura y simple, de los que se acostumbraron a vivir en oficinas, o cuarteles, o en tiroteos, o en cárceles, o en barrios o en quintas de superlujo, en 4×4, aviones, yates, o carretas, pero siempre protegidos de enjambres de pistolas, fusiles y ametralladoras que manejan guardaespaldas, siempre dispuestos a disparar, masacrar y huir.
Es la rutina de la vida convertida en una crónica roja, pero sin periodistas, periódicos, revistas, televisoras y emisoras que la cuenten porque ¿para qué?, si la historia es una sola donde los ricos seguirán ricos, y los pobres, pobres.
“El socialismo, mi hermano” parecía decirle el martes el presidente de Cuba, Raúl Castro, al de Estados Unidos, Barack Obama, desde un Congreso del Partido Comunista cubano, “el mismo que dejó sin luz a Cuba hace 57 años, y en semanas dejará en la oscuridad a Venezuela. Porque nuestra misión es dejar sin luz al mundo”.
Y no hablaba en vano, porque unas horas después el ministro venezolano para la Energía Eléctrica y presidente de Corpoelec, general Motta Domínguez, anunciaba que mañana lunes comenzaban cortes de más de cuatro horas en toda Venezuela.
Racionamiento pavoroso en un país que fue pionero en el mundo en electrificación, que tiene la tercera gran hidroeléctrica del continente, reservas hídricas que lo convierten en un paraíso para inversiones donde la energía abundante y barata es la clave de la creación de riqueza y en el cual no había un solo rincón que no dispusiera de luz noche y día.
Y llegó el socialismo y apagó la luz, como ya había acabado con el suministro de agua, y de comida, y de medicinas, y de servicios, y de infraestructura, y de seguridad, que en conjunto ciegan la vida de 30.000 venezolanos al año por dejarse imponer un sistema contra natura.
Militares de todos los pelajes (torvos, silenciosos, crueles, ávidos de dólares, de autoridad, e impunidad) nublan en estos días la desolada tierra de Venezuela, una fuerza de ocupación no se sabe si del gobierno cubano, si del cartel de Sinaloa, del Valle del Cauca, o si de las bandas de criminales que aquí llaman pranes y con los cuales comparten, igualmente, parte del territorio nacional.
Armados hasta los dientes y dispuestos a matar por quienes les pagan, como son los dueños de las instituciones y poderes públicos que hace cerca de 17 años fueron asaltados y prostituidos para que sirvieran al entronizamiento de caudillosque hace tiempo pulverizaron la república y gobiernan como monarcas sin coronas.
Chávez, Maduro son de los más connotados, pero hay una miríada de ellos, como Cabello, Tareck El Aissami, Rangel Gómez, Jaua, Arias Cárdenas, Vielma Mora, Ameliach, Rodríguez Chacín, todos metidos en el saco de un ladrón de honras que los tiene a las puertas de juicios, tribunales y cárceles donde no es descartable que pasen el resto de sus días.
Por eso su estandarte, consigna y emblema es la de los extraditables de Colombia: “Primero una tumba en Colombia, que una cárcel en los Estados Unidos”.
Pero que aprendan del Chapo Guzmán que está pidiendo ser juzgado en Estados Unidos y no en un país donde otra vez se va a fugar y otra vez lo van a capturar.
De todas maneras, lo que, por último, quería subrayar en este artículo es que Venezuela no está siendo descuartizada por una élite con grados de equivocación, extravíos, delirios y desequilibrios sino por delincuentes que se niegan a rendir cuentas ante los tribunales.
Pero que cada día están más cercados, acorralados, sitiados, acosados, por más que simulen ignorar la voluntad popular que se pronunció en las parlamentarías del 6D y ha tardado en ejecutarse, pero no por un déficit de legalidad y justicia, sino por la prescripción democrática que aconseja a arreglar los conflictos en paz y no en guerra.
Antonio Sánchez García: La unidad democrática, esa ficción suicida
Emisora Costa del Sol FM
22 Agosto, 2017
Que tras veinticinco años de inclemente asalto de la barbarie a esta única forma de convivencia social civilizada que conocemos y aceptamos como propia, la democracia liberal, no se haya consolidado una unidad de las fuerzas políticas que hasta ahora la han representado para enfrentar exitosamente la homogénea, coherente y monolítica unidad de las fuerzas asaltantes, es digno de un profundo análisis y un correspondiente examen de 0. Toda vez que el objetivo que debiera impulsar al logro de dicha unidad no requiere de mayores esfuerzos intelectuales: desalojar a un régimen culpable de la devastación material, espiritual y moral de nuestra República. Doscientos años pisoteados, ultrajados y pervertidos bajo el concierto del golpismo militarista y el castro comunismo cubano. ¿Es de tan difícil comprensión?
Antes que impulsar e imponer esa unidad esencial en torno a muy concretos y elementales propósitos, los distintos partidos han preferido cautelar sus propios intereses y competir por apoderarse del respaldo de la sociedad civil, apegados a viejas concepciones, a viejos hábitos y a ritos formales de representación, sin otra perspectiva que esperar pacientemente el desgaste del régimen para heredar el gobierno. Sin siquiera haber aclarado la naturaleza del régimen que debieran combatir y el proyecto específico que los anima, salvo la trágica dialéctica del poder por el poder. Enmascarando esa descarnada competencia por imponer sus propias apetencias con la falacia de una supuesta naturaleza inherente a la democracia: la diversidad de sus componentes.
Ponen de manifiesto, con ello, una visión absolutamente oportunista, vacía, mezquina y utilitaria de la acción política como el combate, a veces despiadado, por el derecho a apropiarse de parcelas de poder formal. Desencajadas, bajo la definición de “espacios”, de la dialéctica totalidad nacional en crisis. O creyendo, en un caso de insólita ignorancia y desconocimiento de lo político y de la naturaleza del Estado, que la Nación, la República o como quiera llamársele a la unidad nacional de identidad e historia, es la simple y mecánica sumatoria de espacios geográficos, políticos o territoriales. Y no ese virtual e inasible complejo dialéctico, vital, en perpetuo movimiento, de naturaleza, tradiciones, esencia y existencia que conforman la identidad nacional. Articulados bajo el Estado: no un ciego, mecánico y aritmético conglomerado de componentes, un amasijo de poderes interrelacionados, sino el espíritu que da vida a esa unidad nacional. Habiéndose conformado y decantado en los esfuerzos de sus mejores hombres, que dieran su vida, su sudor, sus lágrimas y su sangre para despertar y levantarse dándole vida superior y suprema a la colectividad hasta entonces colonizada. Vuelvo a recordar el magnífico diagnóstico con que Mario Briceño Iragorry definiera en 1950 las causas últimas y primeras de esta inveterada crisis que hoy sufrimos los venezolanos: no es una crisis de circunstancia. Es una crisis de pueblo. Gravemente atacado de desmemoria. Y ahistoricidad.
Esta visión mecánica, formalista y carente de toda auténtica inteligencia política que se acopla a esta crisis de pueblo, es la razón de la trágica situación que vivimos. La barbarie, por contradictorio que parezca, infinitamente más capacitada intelectualmente para comprender la naturaleza de lo político – el enfrentamiento mortal entre amigos y enemigos para asaltar y hacerse de la propiedad material, espiritual y política de una nación: el Poder – ha terminado por hacerse de la República, desencajarla, devastarla y arruinarla para reducirla a las riquezas de que requiere para su proyecto totalitario. Una siniestra forma de fagocitosis político militar. Para los cipayos al servicio de Cuba, que nos coloniza tras la vil y espantosa traición del golpismo militarista, nuestro país, por insólito que parezca, aún siendo su propio país, no es más que un amasijo explotable de dólares, petróleo y minerales –incluido el uranio – para el proyecto imperial cubano, que se asienta y proyecta sobre el proyecto comunista de dominio universal fundado teóricamente por Carlos Marx y prácticamente por Vladimir Ilich Lenin. Que no por haber implosionado tras la histórica derrota de la Unión Soviética ha desaparecido. Continúa alimentando los fuegos de las izquierdas marxistas y sus parientes socialdemócratas en todo el mundo, pero muy en particular en América Latina. Aliadas hoy, en un juego de inestimables consecuencias, con el terrorismo talibán que sacude al mundo. Y dispuestas a conquistarlo. Llámense Estado Islámico, Podemos, Foro de Sao Paulo, Partido Comunista o Partido Socialista. Y lo que jamás me cansaré de reiterarlo: con la insólita complicidad del Vaticano y los demócratas norteamericanos. Incapaces de poseer una visión macro política, dialéctica, de los conflictos globales que nos aquejan. Lo que posibilita la aberración de un papa que se niega a comprender la principal responsabilidad y el siniestro papel, incluso anticristiano, que juega la tiranía cubana en la actual devastación de Venezuela.