YA QUE EL 12 DE OCTUBRE SE CELEBRA EL "DIA DE LA RAZA" AHORA LLAMADO "DIA DE LA RESIS
EN COMPAÑÍA DE TONTOS
Arturo Pérez-Reverte | 15/10/2017 | Web del Frente Patriótico
Puestos a ser justos, no sólo es España. Gracias a Dios. Las habas de la estupidez y la mala fe se cuecen en todas partes; y si eso no consuela demasiado, al menos lo hace más llevadero. Saber, por ejemplo, que la estatua de Colón en Barcelona no es la única que tiene la piqueta de demolición en el cogote, consuela un poco. Nada hay más tranquilizador que la estupidez compartida, global, en un mundo donde, ya desde la más remota antigüedad -y ahí seguimos-, juntas a un fanático o un malvado con 1.000 tontos y, matemáticamente, obtienes 1.001 hijos de la gran puta.
La tendencia actual de borrar la parte oscura del pasado y reinventar éste con la parte buena, o la que cada uno considera como tal, está sumiendo el mundo en un caos cultural ajeno a los hechos y razones que lo definen. Ignoramos que la historia no es buena ni mala, sino sólo historia, y borrándola creemos corregirla o librarnos de ella, cuando el resultado es justo lo contrario. Sin memoria, sin las claves que nos explican, somos monigotes en manos de oportunistas y sinvergüenzas, o rehenes de los estúpidos apóstoles de lo políticamente correcto. Y más cuando éstos se empeñan en que miremos el pasado, tan diferente en espíritu y maneras, con ojos del presente. Exigiéndole, por ejemplo, a una banda de aventureros hambrientos, duros, ambiciosos y desesperados que se comportaran en el siglo XV con los criterios morales de una oenegé del siglo XXI. Así nunca pueden salir las cuentas. Todos tuvimos bisabuelos que lucharon en guerras, invasiones, conquistas y reconquistas. Que mataron y murieron por un plato de comida, por una ambición, por una mala suerte, por una idea. Ocultarlos es amputarnos a nosotros mismos. Olvidar que somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos.
Al pobre Colón, como digo, lleva tiempo cayéndole la del pulpo. Él sólo quería descubrir un mundo nuevo al otro lado del Atlántico, y se jugó el tipo para conseguirlo, gracias al apoyo que le dieron los reyes de España -ese país ahora de pronto inexistente- allá por el año 1492. Pero ya ven. Ha acabado comiéndose un marrón genocida como el sombrero de un picador: Cristina Kirchner le demolió la estatua en Buenos Aires, Ada Colau y la CUP quieren demolérsela en Barcelona, e innumerables cantamañanas de toda condición y pelaje andan buscándole las vueltas a don Cristóbal. Jugándole la del chino.
La última que yo sepa, se la han montado en Los Ángeles, California, ciudad hispana por excelencia empezando por el nombre (Nuestra Señora Reina de los Ángeles) y por quienes la fundaron. Pues bueno. Allí, con el silencio cuando no el aplauso de la abrumadoramente mayoritaria comunidad hispana, o sea, gente que se apellida Sánchez y Martínez, han suprimido el Columbus Day o Día de Colón -con el único voto en contra de un concejal de origen italiano, para más guasa-, y colocado en su lugar el Día de los Pueblos Indígenas. Lo cual estaría muy bien en muchos sitios, sobre todo de México para abajo; pero en Estados Unidos suena a sarcasmo guarro, porque allí precisamente, en la pulcra América anglosajona, y a diferencia de la sucia y grasienta América hispana, los pueblos indígenas fueron sistemáticamente exterminados, y los escasos supervivientes confinados en infames reservas. Y así, el gran John Ford pudo decirle a Peter Bogdanovich en una entrevista: «Los indios son un pueblo digno incluso en la derrota, pero eso no está bien visto en los Estados Unidos. Al público le gusta ver cómo matan a los indios. No los consideran seres humanos».
Así que, en fin. Qué quieren que les diga. Estos días va a estrenarse una película dirigida por Agustín Díaz Yanes, Oro, basada en un relato del arriba firmante, donde se cuenta mi manera de ver lo que fue la conquista de América: una sucesión de episodios fascinantes, terribles, épicos a veces y, desde luego, crueles y poco simpáticos. Pero asumiendo cuanto de terrible haya que asumir de la Historia, del horror y de la vida, que en el caso de la Conquista es mucho, el hecho cierto es que los indios de la América hispana siguen ahí, vivitos y coleando, compartiendo una lengua formidable entre quinientos millones de personas. Y muchos, por simple justicia histórica, han venido a vivir a España; mientras en los Estados Unidos ni están ni se les espera, entre otras cosas porque allí, con la Biblia y la cochina supremacía blanca por delante, se los cargaron a todos. Así que, por mí, como hispano que soy, como español que asume sin complejos su pasado en lo bueno y lo malo, la municipalidad de Los Ángeles puede irse a hacer puñetas. A excepción del concejal de origen italiano, claro. Ese tío cachondo.
Una de las escenas más célebre y divertidas de La Vida de Brian es cuando los rebeldes de Judea, para probar que lo mejor que les podría suceder es liberarse de la opresión del Imperio, se preguntan: “¿qué han hecho por nosotros los romanos?”. Cuando parecía que la respuesta evidente debía ser: “nada”, empiezan a darse cuenta de los beneficios que les habían correspondido precisamente por ser súbditos de Roma. No es casualidad que, para ilustrar sus tesis anti-independentistas, en UPD hayan recurrido a una parodia de esa escena.
La “imperiofobia”, en tanto que “inevitable estereotipo nacido de la mezcla de admiración y envidia”, es el título del reciente libro de María Elvira Roca Barea, publicado por Siruela. Dice esta investigadora que la imperiofobia es un prejuicio racial, de un pueblo débil hacia otro más poderoso, pero un prejuicio feliz porque goza de prestigio intelectual. Es un racismo inmune a la crítica, no como los demás racismos, y no es propagado especialmente por el pueblo sino por las elites más cultas. “No hay leyenda negra donde no haya una clase letrada con capacidad para convertir el malestar de un pueblo que orbita alrededor de un imperio o se opone a él, en un conjunto de motivos bien organizados que justifiquen la opinión común de que el pueblo imperial es bárbaro, cruel, inmoral y poco dotado intelectualmente”.
Estos tópicos imperiofóbicos surgen de modo parecido en los diversos casos: “Su semejanza resulta de las circunstancias análogas que provocan su nacimiento: orgullo herido y necesidad de no sentirse inferior (o agradecido), y oligarquías regionales asentadas desde antiguo que se ven en peligro”.
Para que la imperiofobia se extienda, la propaganda debe subrayar dos mensajes: que el imperio impide la prosperidad económica, y que despliega una crueldad incomparable. Esa propaganda tuvo mucho éxito en nuestro país, cuando lo cierto es que la economía creció en la España imperial, y la represión no fue mayor aquí que Inglaterra, Alemania u Holanda, países protestantes que se destacaron por sus campañas antiespañolas.
Así, todo el mundo sabe lo que le sucedió a la Armada Invencible, pero pocos saben que Inglaterra intentó invadir España y el ultramar español en cinco ocasiones, y en todas esas oportunidades fue derrotada. Ahora se conoce algo más en España de la victoria de Blas de Lezo en Cartagena de Indias en 1740, pero pocos están familiarizados con el desastre de la llamada “Contra-Armada” de 1589, y sospecho que solo los argentinos sabemos que los ingleses intentaron conquistar Buenos Aires infructuosamente dos veces, en 1806 y 1807.
Concluye la profesora Roca Barea: “Lo que hay que preguntarse no es por qué el Imperio español se vino abajo en la primera mitad del siglo XIX, sino cómo consiguió mantenerse en pie tres siglos, porque ningún fenómeno de expansión nacido en Europa Occidental (y nunca dentro de ella) ha conseguido un periodo más largo de expansión con estabilidad y prosperidad”.
Este artículo fue originalmente publicado en La Razón (España) el 29 de septiembre de 2017.
LA PELICULA, CONSIDERADA LA MEJOR COMEDIA DE INGLATERRA, FUE PATROCINADA POR GEORGE HARRISON EL BEATLE DE “My sweet Lord” ESCRITA CUANDO LOS BEATLES en febrero de 1968, viajaron a Rishikesh, en el norte de la India, para asistir a una sesión de entrenamiento avanzado de Meditación Trascendental(MT) en el ashram de Maharishi Mahesh Yogi. Incluso con toda la atención de los medios de comunicación, su visita fue uno de los períodos más productivos de la banda. Aunque la iniciativa fue liderada por George Harrison, el interés de The Beatles en el Maharishi cambió la percepción occidental sobre la espiritualidad india y animó a muchas personas a introducirse en la Meditación Trascendental.
NOTAS.
The Beatles se reunieron por primera vez con el Maharishi en Londres en agosto de 1967 y luego asistieron a un seminario en Bangor, Gales. Habían planeado asistir a una sesión de diez días en Reino Unido, pero debido a la muerte de su gerente, Brian Epstein, tuvieron que interrumpir la asistencia. Sin embargo, la banda quería aprender más, así que mantuvieron contacto con el Maharishi y comenzaron a planear pasar tiempo con él en su centro de enseñanza situado cerca de Rishikesh, en "el Valle de los Santos", en las faldas del Himalaya.
Junto con sus esposas, novias, asistentes y numerosos reporteros, The Beatles llegaron a la India en febrero de 1968 y se unieron al grupo de 60 personas que estaban entrenando para ser profesores de MT, incluyendo a los músicos Donovan, Mike Love de Beach Boys y Paul Horn. Mientras estaba allí, John Lennon, Paul McCartney y Harrison escribieron varias canciones; Ringo Starr terminó de escribir su primera composición. Dieciocho de esas canciones fueron grabadas para The Beatles (The White Album, en español "el álbum blanco"), también dos canciones compuestas en esta época aparecieron en el álbum Abbey Road, y otras canciones fueron utilizados para varios proyectos en sus carreras en solitario.
Ringo Starr y su esposa se marcharon el 1 de marzo, después de una estancia de diez días; McCartney se fue después de un mes debido a que tenía otros compromisos comerciales; Lennon y Harrison permanecieron cerca de seis semanas, dejando repentinamente el ashram después de desacuerdos financieros con el Maharishi y sumado a los rumores del comportamiento inadecuado que él tenía con sus alumnas. Harrison más tarde se disculpó por la forma en que él y Lennon habían tratado al Maharishi, y en 1992 dio un concierto beneficioso para el Partido de la Ley Natural asociado con Maharishi. En 2009, McCartney y Starr se presentaron en un concierto beneficioso para la Fundación David Lynch, que recauda fondos para la enseñanza de la Meditación Trascendental.
Canciones
The Beatles escribieron muchas canciones durante su visita a Rishikesh: 30 según algunos autores, y "48 canciones en siete semanas" según otros. Lennon afirmó: "Hemos escrito unas treinta nuevas canciones entre nosotros, Paul debe haber hecho una docena, George dice que tiene seis, y yo escribí quince"
Muchas de las canciones se convirtieron en parte del álbum The Beatles (conocido como "The White Album"), mientras que otros aparecieron en Abbey Road, y en discos en solitarios de los miembros de la banda. Varias de las canciones contenían influencias musicales orientales.
Grabadas para The Beatles:
"Back in the U.S.S.R."
"Blackbird"
"Cry Baby Cry"
"Dear Prudence"
"Don't Pass Me By"12 (escrito por Ringo Starr)
"Everybody's Got Something to Hide Except Me and My Monkey"
"I Will"
"I'm So Tired"
"Julia"
"Long, Long, Long"
"Mother Nature's Son" (Inspirado en una conferencia que dio el Maharishi)
"Ob-La-Di, Ob-La-Da"
"Revolution"
"Rocky Raccoon"22 (Co-escrito con Donovan e inspirado por el nuevo álbum de Bob Dylan, John Wesley Harding, que escucharon por primera vez estando en Rishikesh
"Sexy Sadie" (originalmente se llamó "Maharishi" pero se cambió para evitar problemas)
"The Continuing Story of Bungalow Bill" (Inspirado por el hijo de un estudiante americano)
"Why Don't We Do It in the Road?" (Inspirado en los monos que se apareaban en la carretera)
"Wild Honey Pie"
"Yer Blues"
Grabado para Abbey Road:
"Mean Mr. Mustard"
"Polythene Pam"
Grabado para discos solitarios y otros:
"Child of Nature" (re-escrita como "Jealous Guy", de Lennon para el álbum de Imagine)
"Circles" (de Gone Troppo en 1982)
"Cosmically Conscious" (de Off the Ground en 1993)
"Dehradun"
"Junk" (de McCartney en el año 1970)
"Look at Me" (de John Lennon/Plastic Ono Band en el año 1970)
"Not Guilty" (de George Harrison en el año 1979)
"The Rishikesh Song" (también llamada "The Happy Rishikesh Song")
"Sour Milk Sea"
"Spiritual Regeneration/Happy Birthday Mike Love"
"Teddy Boy" (de McCartney en 1970)
"What's the New Mary Jane" (publicada oficialmente en el año 1996, en el recopilatorio Anthology 3)
NOTA: La vida de Brian (Life Of Brian, 1979) es el tercer largometraje del grupo de comedia inglés Monty Python. Trata la historia de un judío que nace el mismo día que Jesucristo y ya de adulto es varias veces confundido con él. Con canciones clásicas de los Python como «Always Look On The Bright Side Of Life» (Mira siempre el lado positivo de la vida), cantada por un coro de crucificados, la película es, junto con Los caballeros de la mesa cuadrada, la más exitosa de Monty Python.
La vida de Brian fue un éxito de taquilla, logrando la cuarta mayor recaudación de cualquier película en el Reino Unido en 1979, y la más alta de cualquier película británica en los Estados Unidos ese mismo año. Ha recibido críticas muy positivas, siendo considerada como "la mejor película de comedia de todos los tiempos" por varias revistas especializadas y cadenas de televisión.
El protagonista, Brian Cohen, nace en el portal de un establo, a unos pasos del lugar de nacimiento de Jesús, lo que en un principio confunde a los tres Reyes Magos, que venían a alabar al "rey de los judíos". Estos ofrecieron los tres regalos (oro, incienso y mirra) a la madre de Brian, Mandy; poco después de salir del portal de Belén, se dan cuenta de su error y regresan a quitárselo de las manos. Brian crece siendo un joven idealista que se resiste a la ocupación romana de Judea, incluso después de saber que su padre fue un centurión romano llamado Traviesus Maximus, que violó a la madre de Brian («¿Quieres decir que fuiste violada?», «Bueno, al principio, sí»). Mientras asiste al Sermón de la Montaña del verdadero Mesías, Brian se enamora locamente de una joven rebelde y atractiva, Judith. Su amor por ella y el odio hacia los romanos le llevan a unirse al Frente Popular de Judea (FPJ), una de las muchas organizaciones partidistas y separatistas, que dedican la mayor parte de su tiempo a pelearse entre sí, en vez de acabar con la ocupación romana. El cínico líder del grupo, Reg, le da su primer encargo a Brian: debe garabatear una pintada en la pared del palacio del gobernador. Recién acabada, se encuentra con un centurión y dos guardias que se detienen y, tras observar el escrito e indignados por la defectuosa gramática latina de Brian (escribió «Romanes eunt domus», a lo que el centurión le dice que significa «los llamados romanos marchad la casa»), lo fuerza a escribir el mensaje corregido («Romani ite domum», o «Romanos, marchaos a casa») cien veces. Al amanecer, las paredes del palacio están cubiertas por las pintadas. Cuando se hace el cambio de guardia a la madrugada, los nuevos guardias intentan detener a Brian, pero se escapa con la ayuda de Judith.
Brian entonces acepta participar en un complot para secuestrar a la hija del gobernador, con el fin de extorsionarlo. Sin embargo, durante la misión se encuentran con el grupo «Frente Judaico Popular», una facción rival con el mismo objetivo de intención separatista y que también quiere capturar a la hija del gobernador. A pesar de los intentos de Brian, que les dice que deben trabajar juntos, las dos partes empiezan a pelear y el plan acaba siendo un fracaso. Esto deja a Brian de nuevo intentando huir, pero esta vez es capturado y citado a comparecer ante el gobernador Poncio Pilatos. Intenta escapar al castigo argumentando su ciudadanía romana, como hijo de un centurión llamado Traviesus Maximus, pero el capitán de la guardia se niega a creer la autenticidad de su nombre. Pilatos no entiende su duda, a la que el capitán afirma que ese nombre no existe, comparándolo con «Quasimeus» o «Pijus Magnificus». Los guardias caen en un ataque de risa después de que, furioso, Pilatos revela que uno de sus mejores amigos es un centurión de alto rango, de nombre Pijus Magnificus, quien tiene una esposa conocida como Incontinentia Summa, y Brian aprovecha la distracción para escapar.
Después de varios contratiempos, incluyendo un breve viaje al espacio en una nave extraterrestre tripulada que se estrella al pie de la misma torre de donde se cayó, la huida del fugitivo lo lleva a terminar en un atril de oradores, en una concentración de aspirantes a místicos y profetas que gustan de arengar a la multitud que pasea por una plaza. Obligado a hablar de algo plausible para camuflarse y mantener a los guardias alejados de su espalda, Brian balbucea pseudo-verdades religiosas, y rápidamente atrae a un mayor número de personas que los demás, formando un público pequeño pero intrigado. Una vez que los guardias se han ido, Brian trata de poner fin a la farsa, pero se da cuenta de que con su "discurso" acababa de inspirar un movimiento religioso. Tras una larga —y no exenta de gracia— huida, el grupo crece cuando se encuentra con que más personas han empezado a seguirle, aclamándole como "el mesías".
Incluso llegan a aparecer dos sectas distintas. El éxtasis se alcanza con el descubrimiento de un arbusto por parte del populacho, aclamado como un «milagro». Después de escabullirse de la multitud, que se ocupa de perseguir a un «hereje» —en realidad, un ermitaño que Brian involuntariamente ha molestado y que se enfada con él—, Brian se encuentra con Judith, y pasan la noche juntos en la casa de su madre. Por la mañana, Brian abre las cortinas para contemplar el paisaje, pero descubre una enorme masa de personas frente a la casa. Todos lo proclaman como el Mesías. Horrorizado, Brian intenta, impotente, cambiar sus pensamientos para que no le consideren el salvador, pero sus palabras y acciones son inmediatamente tomadas como puntos de doctrina, dando lugar a divertidas situaciones.
Tampoco puede el infeliz Brian encontrar consuelo de vuelta a la sede de la FPJ, donde las personas acercan sus cuerpos afectados por enfermedades y le exigen curaciones milagrosas. Reg incluso afirma que ha reservado una sesión en el monte para él. Después Brian es finalmente capturado y deciden crucificarlo (¡Una cruz por persona!). Mientras tanto, una gran multitud se reúne fuera del palacio, impulsada por el sentimiento general de rabia en la comunidad, que desea librar de la muerte al «profeta». Pilatos, junto con la visita de Pijus Magnificus, trata de acabar con el sentimiento de la revolución mediante la concesión de la decisión de quién debe ser perdonado. En su lugar, Pilatos elige varios nombres que empiezan con la letra «R», destinado esto a destacar su impedimento en el habla, proponiendo a un candidato que no tiene el apoyo de la población. Pijus Magnificus, a continuación, intenta tomar el control de la situación mediante la lectura de la lista de prisioneros, pero la combinación de su ceceo grave y el nombre de los prisioneros -tienen todos nombres empezados por «S»- hace que la horda estalle en risas.
Finalmente Pilatos, por decisión popular, ordena la liberación de Brian. Pero, en un momento, parodiando el clímax de la película Espartaco, varias personas crucificadas dicen ser Brian, un hombre incluso dice «Yo soy Brian, y mi mujer también», y los guardias eligen al hombre equivocado. Brian también tiene varias oportunidades para librarse de la muerte, pero no lo consigue, ya que, uno por uno, sus «aliados», incluyendo a Judith y a su madre, dan un paso adelante para explicar por qué están dejando morir al «noble luchador por la libertad» que cuelga envuelto en el calor del sol. In extremis llega un ejército de liberación, de parte del «Frente del Pueblo Judaico», pero en lugar de salvarlo, sus integrantes proceden a suicidarse
clavándose sus propias espadas. Condenados a una muerte larga y dolorosa, varios compañeros de crucifixión intentan animarle cantando “Always Look on the Bright Side of Life”, acabando con esta canción la película.
Generalidades
La película fue dirigida por Terry Jones y escrita por los Monty Python: Terry Jones, Terry Gilliam, Eric Idle, John Cleese, Michael Palin y Graham Chapman. Un dato que pocas veces se menciona, es que fue financiada por George Harrison, el mítico componente de los Beatles, debido a que EMI se negó a financiarla días antes del inicio del rodaje.
Se inspira en clave de parodia en la filosofía mesiánica que propició el nacimiento del cristianismo. Es una comedia de ficción situada en el contexto de la Palestina de la época de Cristo, durante el imperio romano. Se sustenta en las aventuras de un hombre común y corriente, Brian, hijo bastardo de un soldado romano y una feminista judía, al que las multitudes confunden repetidamente con el Mesías. La trama es bastante sencilla, no obstante, parodia entre otras cosas la intolerancia, el sectarismo y el dogmatismo, mostrando las divisiones internas envenenadas y los enfrentamientos mezquinos, tratando temas que siguen ocurriendo actualmente, como la negación de la realidad por parte de los fanáticos. Algunos gags famosos están protagonizados por un ficticio "Frente Popular de Judea" y sus rivales políticos, la pintada "Romani ite domum", que se inspira en el famoso "Yankees go home", entre otros, y haciendo uso de nombres, palabras y conceptos modernos, supuestamente pronunciadas en latín.
Fue el ex-beatle George Harrison, amigo del grupo de comediantes, el que salvó finalmente el proyecto, aunque para ello tuvo que crear su propia productora e hipotecar su casa y un estudio de grabación. En ese entonces Harrison manifestó que, sencillamente, le apetecía ver una película como esa. Como dijo Eric Idle, financiar los tres millones de libras que costó el filme fue "la entrada de cine más cara del mundo". Aunque George Harrison no colaboró en la banda sonora de esta película, sí lo hizo años después para otro film de los Monty Python, aportando un tema para El sentido de la vida. En la película, el músico aparece en un cameo sin acreditar, vestido con una túnica, en una escena junto a John Cleese.
Con la elección del protagonista, además de conseguir que Graham Chapman moderase su adicción al alcohol y pudiera interpretar el papel de Brian, los Monty Python consiguieron definir el personaje clave de la parodia. Usar directamente como personaje a Jesucristo quedó descartado. No trataban de hacer "La vida de Jesús de Nazareth", ya que hubiese "robado" el protagonismo al guion. "Jesucristo no era divertido", dijo años después Terry Jones en un documental de Channel 4. "La comedia estaba en la interpretación de los evangelios", dijo, por eso crearon el personaje de Brian, un contemporáneo de Jesús que sufría muchas de las situaciones que rodean a la religión. Y eso que, como decía su madre, "él no es el Mesías, sólo es un chico travieso". Sin reparar en ello, solucionaron uno de los mayores problemas jurídicos que podían haber tenido tras el estreno.