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TESTIMONIO SOBRE ESDRAS PARRA:“Mi camino hacia mi misma ha sido largo y tortuoso. Un camino que tien


Esdras Parra (Santa Cruz de Mora, Estado Mérida1939-Caracas 2004) fue una poeta, ensayista, narradora y traductora transgénero venezolanaFue miembro fundador de la revista Imagen, en la cual trabajó como editora por varios años. Mantuvo una constante presencia en el mundo literario a través de publicaciones periódicas y como promotora cultural. Después de haber elegido el género femenino y luego de un largo silencio editorial, publica poesía.

Dejó varios poemas y textos inéditos, al igual que dibujos, actividad a la que se dedicó en sus últimos años

Me da un gran gusto, mi querido Edgar Moreno Uribe, contribuir con el libro que preparas sobre la escritora venezolana, nacida en Santa Cruz de Mora, Mérida, Esdras Parra(1939-2004). Creemos que ella debe ser mirada más en sus dos facetas como escritora y destacada promotora cultural a través de las revistas literarias, sobre todo de Imagen y no solamente por medio de el gran suceso de su vida: el cambio de sexo operado en ella al inicio de los años ochenta, si mis recuerdos no me traicionan fue una tarde de ese año cuando la noticia llegó a la tertulia que varios escritores teníamos habitualmente en la Librería Suma cuando nos enteramos. Esa tarde al saber la noticia dijo Oswaldo Trejo(1924-1997) que estaba allí: “Esa es una decisión que no se toma a esa edad”. A nosotros, varón al fin, nos agustió profudamente la elimiación del pene que debió hacerse. Recordamos que la misma noche del dia en que lo supimos, comiendo con nuestros papás, se lo contamos, mi papá dijo: ”Bueno has visto algo que yo en toda mi vida no he visto”.

Fue en algún momento de los años siguientes, en Valencia, cuando ella regresó al país, desde Londres, después de la transmutación, cuando nos encontramos en un desayuno en Valencia organizado por su fielísimo amigo perenne el narrador José Napoleón Oropeza.

TRANSEXUAL

Pero a Esdras Parra creemos, es una opinión personalísima, no se debe seguir refiriendo sólo por el hecho de aquella operación que convirtió al escritor Esdras Parra en una mujer, una perfecta mujer por cierto, con sus modos tan femeninos de ser, de actuar, de moverse, de vestirse, de cargar la cartera en el hombro. Este es un suceso de su vida íntima que no debe ser el único tocado cuando se habla de ella, hay que hacerlo así porque esta última fue su elección y decisión, las dos palabras al unísono. Pero ante Esdras Parra debemos presentar siempre su escribir, su actividad cultural y también, y no sólo ello pese a que sin duda ocupó el lugar primero en su existencia, lo relativo a la sexualidad, a su transexualidad.

A FINES DE LOS SESENTA

Cuando nosotros nos asomamos a la vida literaria venezolana en los años finales de la década del sesenta los mejores escritores jóvenes, todos pasaban los treinta años, eran los que ahora llamamos “los creadores de los sesenta”. Eran los que habían formado los grupos “Sardio”, “El Techo de la Ballena” y “Tabla Redonda” y aquellos que sin pertenecer a esas agrupaciones, como Esdras Parra, quien tenía entonces veinte y nueve años, estaba cerca de aquel proceso. Ellos eran para nosotros jovencitos aspirantes a escritores los creadores, que siempre encabezaron Salvador Garmendia, quien tenía entonces cuarenta años, y Adriano González León, de treinta y siete años, quien en esos meses triunfó internacionalmente con País portátil. Salvador vivía entonces en Mérida, hablamos de 1968, acababa de terminar su novela La mala vida, la primera en proyectarlo fuera de nuestras fronteras, e iniciaba Los pies de barro.

Fue por ellos por los cuales más interés teníamos, eran los que nos encontrábamos en las tertulias de cada tarde, sobre todo en las del bar “Páprika”, atendido por una grata y soez señora húngara, cercano a Sabana Grande. Aquellos eran los días también de “El Viñedo” o del “BQ”, la “República del Este” no existía aun. Allí llegaban todos ellos. Y también, para nosotros es inolvidable, el pintor Alberto Brandt(1924-1970), muy pronto ido, quien tantas lecciones de vida nos dio a los más jóvenes, sobre todo con lo relacionado con la sexualidad. Escuchando a Alberto aprendimos muy temprano la gran paradoja que existe dentro de la vida sexual, que no todo era siempre tan simple, que había seres, como fue el caso de Alberto, cuya elección homosexual era a la vez esencial y paradójica porque que si bien era el suyo el caso de un absolutamente gay(una tarde llegó y dijo en la barra, tajantemente, “vengo de estar con un tipo que no sabe lo que es cojerse a un hombre”). Pero Alberto era un homoerótico quien vivía con una bella mujer, que era su pareja, no sabemos si era incluso su esposa, llevaban años juntos, viajaban a Europa los dos cada cuanto tiempo, ella lo aceptaba como era porque su amor por él era superior a todo, pero a ella en los dos últimos años de la vida de Alberto, muy enfermo, sólo la buscó como mujer, para estar con ella, para hacer el amor con ella, casi cada noche como ella misma nos lo confesó en su velorio. Fue aquella, como muchas más, otras de las lecciones de Alberto, además de las muchas literarias y sobre todo artísticas, que con el tiempo hemos visto reproducida varias veces en el vivir sexual de nuestros amigos y de nuestras amigas inmersos en la diversidad sexual.

Uno de esos escritores de finales de los sesenta era Esdras Parra un constante enamorado de las mujeres a quienes muchos de nosotros le teníamos cierta envidia, en el buen sentido del término, por ser buenmozo, aquellas bellísimas y atractivísimas mujeres que eran sus novias y sus parejas, muchachas demasiado atractivas todas ellas, como Tamara Williams. También fue muy sonado su romance con la escritora Antonia Palacios(1904-2001). Por ello, se podrán imaginar, las conjeturas que nos pudimos hacer al tener la noticia del cambio de sexo de aquel hombre a quien tanto gustaron las mujeres, que tan intensamente vivió todos los sortilegios del erotismo con ellas. En ese momento supimos que la gran Antonia Palacios se había conturbado tanto con la noticia que estuvo una semana sin salir de su habitación. Y cuando Esdras Parra, ya transformada en mujer, se presentó ante Raúl Bethencourt, una tarde en su librería “Suma”, este vomitó angustiado por aquel encuentro inesperado. Y era que para los hombres, los masculinos, los varones, los heterosexuales, como Raúl y quien esto escribe, sólo imaginar la mutilación del pene al que Esdras Parra se había sometido no sólo nos dio horror sino miedo. Creemos que lo consideramos demasiado porque la integridad del cuerpo es algo hondamente esencial, más que importante, para cualquier ser humano. En este caso para un hombre, pero podría ser también para una mujer, como aquella que desea ser hombre que aparece en Villa diamante(2007) la bella novela de Boris Izaguirre o aquel muchacho que cambia de sexo, en un inquietante cuento de Fernando Cifuentes de sus Jóvenes cuentistas muertos(2003), y va a visitar a su papá por vez primera ya transformada. Y, claro, que si bien sentimos terror en ningún momento asumimos la actitud condenatoria. Aquello fue sin duda una decisión personal. Desgraciadamente, al parecer, no la llevó a ningún lugar, mucha gente le dio la espalda, quedó viviendo en la más absoluta soledad en medio de una sociedad tan machista y anti mujer como la nuestra. Muchos no la volvieron a tratar, otras cultivaron con ella una amistad un tanto falsa, como lo vimos, como si Esdras Parra sólo fuera el personaje del escándalo, como alguien que saliera desnudo a caminar por las calles. No pensaron lo que había sido por dentro de Esdras Parra, el por qué de aquella decisión tomada empujado por una lesbiana de la cual se había enamorado y la cual le puso como condición que se transformara en mujer si quería que ella fuera suya. Eso hizo Esdras Parra. Todo esto está relatado, con un tanto dejo de perversión, en la novela Voces del atardecer.(Caracas: Planeta, 1990. 203 p.) de Francisco Rivera(1933), un auténtico “roman a chef”, una novela en clave, cuyo autor fue buen testigo del suceso. Creemos que el tal ayuntamiento con aquella hija de Safo nunca se realizó. Y Esdras Parra siguió plenamente sola, sólo con algunos amigos y amigas cercanas, entre los que se destacó siempre

José Napoleón Oropeza, hasta el final de sus días. Murió sola en Caracas en compañía de su hermana, en su apartamento de Los Palos Grandes. Y una de sus amigas, Lidia Rebirj, nos comentó al darnos la noticia la tarde del deceso: “Tanto que hizo y nunca pudo ser feliz”. Esa fue su historia.

Buena parte de esta historia está relatada sin ningún dejo de mala intención en el perfil que de ella hizo el librero Walter Rodríguez en sus memorias Casi toda la verdad.(Caracas: Espasa Calpe, 2002,p.102-104), texto con el cual Esdras Parra se molestó tanto que no volvió a tratar más a su autor.

CREADORA

La primera parte de este exordio trata de Esdras Parra cuando era hombre y cuando publicó su celebrado libro de narraciones cortas, el único impreso en vida, Juego limpio.(Caracas: Monte Avila Editores, 1968. 125 p.) en donde está su cuento “Al norte el mar de las antillas” que no sólo es el mejor de los que concibió sino una de los grandes cuentos de nuestra literatura contemporánea. En este relato está presentido ya, para alguno de sus más agudos lectores, el drama humano que Esdras Para viviría una década más tarde.

Dos de los cuentos de Juego limpio, espléndidos, El insurgente.(Maracaibo: Universidad del Zulia, 1967. 16 p.) y Por el norte al mar de las antillas(Maracaibo: Universidad del Zulia, 1968. 18 p.) circularon antes de insertarse en Juego limpio en sendos folletos por haber obtenido el premio literario que en esos años celebraba anualmente la Universidad del Zulia. El titulado “Juego limpio”, que dio título al volumen, lo consideró antológico uno de los grandes estudiosos del relato corto entre nosotros, Luis Barrera Linares, quien lo insertó en su copiosa muestra Re-cuento.(Caracas: Fundarte, 1994,p.129-140). Nosotros consideramos como el mejor “Por el norte el mar de las antillas”.

La etapa final de su vida, y no porque tuviera que ver con el cambio de sexo, como algunos lo han considerado erróneamente, lo dedicó Esdras Parra a la poesía. De esa labor surgieron sus dos poemarios Este sueño secreto.(Caracas: Monte Avila Editores, 1995. 204 p.) y Antigüedad del frío.(Mérida: Mucuglifo, 2001). No fue Esdras Parra el único narrador venezolano de pasar de un género a otro. También otro narrador de su generación Jesús Alberto León dejó la ficción breve para dedicarse en las últimas décadas al cultivo del verso. Y al revés también existen entre nosotros poetas, como Carlos Noguera, Julio Miranda e incluso Antonieta Madrid, quienes más tarde pasaron de las trovas a la narrativa.

Entre los poemas de Esdras Parra escogieron Ana Teresa Torres y Yolanda Pantin(El hilo de la voz. Caracas: Fundación Polar,2003,p.347-349) como los más significativos: “Si la voluntad te exige como potro”, “Has indagado en el lujo de tus amores”, “Un día te olvidaste de tu cuerpo”, “El destino te señaló”, “Abandonaste tu infancia, ese portento” y “Si alguna vez despiertas”.

También en El hilo…recogieron sus compiladoras su sobrecogedor “Autorretrato”, en prosa(p.344-347).

Pero no se quedaría completa esta semblanza de la actividad creadora de Esdras Parra sino señaláramos la importancia que ella tuvo como gestora y directora de revistas, sobre todo de la revista Imagen(1967) de la cual fue jefa de redacción cuando se fundó y al poco tiempo, al irse Guillermo Sucre, su fundador, como profesor a los Estados Unidos, quedó en sus manos. En aquella primera vez frente a Imagen, hubo una segunda en los años ochenta e inicios de los noventa tan extraordinaria como la anterior. Pero en la primera Imagen sus fundadores, Esdras Parra en el comando, definieron para la cultura venezolana lo que significó el llamado “boom” de la literatura latinoamericana e hicieron conocer a sus grandes autores a través de reseñas y artículos críticos y a través de la reproducción de muchos de los textos de estos creadores. Aquella Imagen que tanto nos trajo no fue bien vista por los sectores más conservadores de nuestra vida literaria, se le llamó “revista extranjera”, creadora de “vasallaje intelectual” y otros epítetos sin sentido. La verdad es todo lo que nos enseñó de nuestras letras continentales y de los mejor que sucedía en nuestra literatura nacional, sino véase allí, por ejemplo, los comentarios a los Ensayos de Andrés Mariño Palacio o a Espejos y disfraces y los Diez cuentos de Guillermo Meneses. El artículo sobre Mariño Palacio firmado por Rodrigo Antunez hemos presumido siempre que fue escrito por Guillermo Sucre, utilizando ese seudónimo, ello es evidente en el correr peculiar de su prosa. Y allí en Imagen la presencia de Esdras Parra fue sustancial, muchos de aquellos iluminadores editoriales fueron redactados por ella. Y todo eso es hoy historia viva y nutrida.

Detrás estuvo siempre Simón Alberto Consalvi, presidente del INCIBA en aquellos años, quien los impulsó a fundar Imagen y quien en aquellos mismos días creó a Monte Ávila Editores.

Pero antes de fundarse Imagen ya Esdras Parra estaba presente como magnífico crítico de cine del “Papel Literario” de El Nacional. En esa época también se habló mucho de una novela que escribía, que se hizo legendaria en los corrillos literarios, aunque nunca fue publicada, titulada Al margen.

La última etapa de su vivir las dedicó a trabajar, además que en su escritura, en el Ateneo de Valencia, junto a José Napoleón Oropeza, gracias a un especial permiso que le otorgó el Consejo Nacional de la Cultura(1975-2008), ahora en proceso de liquidación, del cual fue ella funcionaria y el cual le otorgó al final de sus servicios su correspondiente jubilación.

REVIVIDO

Recientemente se ha revelado a través de una página virtual(elespectadorvenezolano.blogspot.com: abril 29,2008), escrita por el crítico teatral venezolano Edgar Moreno Uribe, que el gran escritor peruano Mario Vargas Llosa recrea la historia de la transexualidad de Esdras Parra en su pieza, estrenada hace pocas semanas en Lima, Al pie del Támesis(Lima: Alfaguara, 2008. 82 p.). Su protagonista es precisamente el mismo cuentista y poeta que hemos evocado en estas páginas.

DOS AMIGAS

Podríamos añadir además, porque se trata de un asunto de la misma índole del caso de Esdras Parra, el artículo de Sergio Dabhar: “Ser hombre y mujer en una vida”, El Nacional, Caracas: junio 14,2008, relativo al inglés James Humphrey Morris, nacido hombre y quien al cambiar de sexo pasó a llamarse Jan Morris. Sin embargo, tuvo en su vida la peculiaridad de haberse casado con Elizabeth Tucknis en 1949 quien no sólo lo aceptó siempre tal cual era sino que aprobó su operación de transmutación sexual(1972), realizada en Marruecos. Con los años ambos se divorciaron pero con el tiempo se volvieron a casar. Y en su casa en Inglaterra tienen una lápida escrita para ser colocada en la tumba de ambos en la cual se lee “Yacen aquí dos amigas, al final de una vida”. Como se puede ver el caso de Esdras Parra no fue único porque todo sucede bajo el sol.

Roberto Lovera De Sola

Junio 17,2008

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