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En el cincuentenario del Mayo Francés...Tenía razón Roman Polanski...


Nuestro amigo común: Mayo del 68. Un flashback

El papel de los cineastas y su sabotaje al Festival de Cannes como parte del Mayo francés o Mayo del 68

Por NARCISA GARCÍA

El Nacional Papel Literario 11 DE MAYO DE 2018

Mientras había un desastre en las calles de Francia, un grupo de cineastas se reunía para boicotear uno de los más prestigiosos festivales de cine del mundo, Cannes. Era 1968 y Alain Resnais, Jean-Luc Godard, Louis Malle, y el que parecía el más tranquilo de aquella Nueva Ola, François Truffaut, entre muchos otros, aparecen en un video declarando sus postulados en contra de que el festival continúe, mientras otros se niegan, muchos de ellos invitados internacionales, productores y exhibidores. Que ninguna película que haya sido o fuese a ser proyectada por el festival atendía, describía o apoyaba en su forma o contenido las protestas de los estudiantes y obreros, exclama Godard, jurado del certamen junto a otros cineastas seguidores del boicot, y añade que el cine francés está instado a aprehender el compromiso con los oprimidos frente a semejante empresa, reflexiones secundadas enérgicamente por los demás cineastas franceses.

Dos aparecen en el video a los que no se les ve muy convencidos de la arenga. Se trata, cómo no, del checo Milos Forman y del franco-polaco Roman Polanski. Forman comunica el retiro de su película en vista de todos los inconvenientes –y es que, además, el ministro de Cultura Malraux había despedido hace poco a Henri Langlois, el célebre director de la Cinemateca francesa, noticia que solo hizo enardecer más a quienes se oponían al gobierno de De Gaulle– y se aparta de los oradores más fervorosos. Polanski, quien se sienta a la diestra de Truffaut, no está tan seguro de que todo esto sea buena idea, y con la luz y los micrófonos de la prensa sobre sí, dice con mucha tranquilidad que toda la situación le recuerda a las maniobras estalinistas.

II

Polanski, hombre herido y desolado donde los haya, perdió a su madre en Auschwitz, su padre estuvo en otro campo de concentración, y él en el gueto de Cracovia, donde sobrevivía a duras penas, siendo además testigo de ejecuciones y torturas. Vivió luego la llegada a Polonia de los comunistas y su régimen de terror correspondiente. Precisamente, no tenía sentido alguno que ese hombre apoyase semejantes revueltas, inspiradas en corrientes maoístas y guerrilleras revolucionarias. Forman tampoco. En 2008, la revista Variety publicó una entrevista donde ambos comentan aquel Cannes del sesenta y ocho: “Todos retiraban sus películas del festival, y por solidaridad con los realizadores franceses, retiré la mía también. Era una suerte de convulsión marxista. Lo absurdo es que (otro cineasta checo, Jan) Nemec y yo estábamos esperando que la bandera roja en nuestro país cayese”, declara Forman. Como ha dicho Milan Kundera, mientras en Praga luchaban por salir del comunismo, en París querían llegar a él.

“Fui forzado a renunciar (como jurado). Yo venía de la Polonia comunista, y sabía de momentos de elación como ese en los que sientes que estás haciendo algo genial, cuando en realidad es solo una ilusión”, cuenta Polanski. “Pensé que era ridículo. No podía ver ninguna conexión entre lo que sucedía en París con los estudiantes y el festival. Había muchos que pensaban lo que yo, pero había otros que eran vehementes con respecto a clausurar el festival, como Louis Malle, quien también era jurado. A su vez estaba Truffaut, pero no gritaba tanto como Godard, quien era el agitador principal”. Y cómo: durante la por ellos indeseada proyección de Peppermint Frappe de Carlos Saura, el agitador llevó a cabo un espectáculo colgándose de manera simiesca en las cortinas de La Grand Salle junto al español, el joven Truffaut y Geraldine Chaplin. El festival se suspendió a continuación, y Godard, aquel infante, se dedicó a hacer cine sobre las huelgas y protestas junto con el también francés Chris Marker.

III

Y es que, en realidad, Marker y Godard solo alcanzaron a dirigir –con nombre en los créditos– unos pocos cortos o mediometrajes: se prestaron a trabajar con los propios obreros, dejando que estos fuesen los directores y protagonistas de sus propias películas, en los no en vano llamados “colectivos”, donde no aparecía nadie acreditado. El colectivo principal llevaba por nombre Medvedkin, en honor al cineasta soviético que llevó a cabo cine en los trenes de su patria, los conocidos trenes agitprop, dedicados a la propaganda revolucionaria leninista. Realizaron también los cinétracts, panfletos cinematográficos, películas muy breves, tres o cuatro minutos, filmados y montados mientras se filma, de dura contundencia política, como un eslogan. Su contenido es básicamente fotografías de las huelgas, revueltas y represión, hechas de tal manera que dan un mensaje claro y desvergonzado a favor de las causas comunistas y revolucionarias. En casi todos se intervienen periódicos de la época con frases, palabras sueltas que forman ideas socialistas, panfletarias. Por ejemplo, en uno de ellos se puede leer “muerte a Raymond Aron”; en otro, “publicidad + sexo = fascismo”; en otro más “luchar con eficiencia contra la cultura, el arma favorita de la burguesía”; y finalmente, uno más solo llena las hojas con repeticiones de un nombre como invocando un maleficio: “Lenin”.

IV

Al parecer, poca cosa había cambiado al día siguiente. Levantadas las huelgas, finalizadas las protestas, todos volvieron a su lugar de trabajo y de estudio. Cincuenta años después, esa generación revoltosa y jipi se ha apropiado de los lugares culturales occidentales y ha decidido, en efecto, luchar en su contra, como buenos socialistas. Al menos ya nadie se cuelga de nada en las proyecciones, aunque con los nostálgicos y su aversión a Macron, nunca se sabe.

Yo, el converso | Por Antonio Sánchez García

La Cabilla 19/12/2017

"Quien a los 20 años no sea revolucionario no tiene corazón, y quien a los 40 lo siga siendo, no tiene cabeza". Winston Churchill

He nacido y me he criado más que en una familia, en una tribu. Gobernada por un hombre recio, vertical, de intraficables principios, moralmente libre de toda mácula, políticamente comunista, así jamás militara en el Partido Comunista chileno. No lo necesitaba. De haberlo hecho hubiera contradicho sus instintos libertarios. ¿Verlo sometido a los dictados y ordenanzas del Comité Central presidido por Don Elías Lafertte? Como sus hermanos: pobres de solemnidad, contestatarios por naturaleza, rebeldes con causa. Incluso vagabundos por instinto, como el tío Perique, un clochard chileno con todos sus atributos: culto, inteligente, sabio, ebrio consuetudinario y zarrapastroso. De allí que en esa tribu, el alineamiento junto a las fuerzas populares y, en particular junto al comunismo – en casa se despreciaba a socialistas y radicales por su laxitud moral y su falta de honestidad administrativa y se odiaba a las derechas más allá de toda sana medida – fuera como un atributo de la naturaleza.

Mi padre, conocido en el gremio de taxistas santiaguinos, de cuyo sindicato fuera un destacado dirigente, como el “guatón Sánchez”, murió literalmente “con las botas puestas”. A los ochenta y cinco años, conduciendo su viejo y destartalado taxi, al que debía montarse con muletas, pues de toda una vida sentado frente al volante, casi setenta años, se le habían atrofiado las caderas. Pasó esos años finales, sin ninguna necesidad material pero compelido por la vital necesidad de madrugar diariamente para limpiar su taxi y salir a trabajar, acarreando viejitas desde un supermercado próximo a su casa de la calle Exequiel Fernández, en Ñuñoa, a sus domicilios cercanos. Hasta que en medio de una de esas carreras un infarto masivo lo derribó desgajándole de cuajo sus raíces. Era un roble.

Mi pasantía por la universidad alemana durante los gloriosos años de la revolución del Mayo francés fortaleció y pulió esa herencia. Me hice marxista, el único de la familia, ninguno de cuyos miembros había leído siquiera la introducción al Manifiesto Comunista. Si la condición primaria para ser, votar y luchar por los comunistas y el comunismo hubiera exigido conocer la teoría del llamado “socialismo científico”, el comunismo se hubiera extinguido a poco de haber nacido. Las pulsiones que llevan a las convicciones que mueven a los comunistas, como por lo demás a todos los movimientos y partidos políticos, son, en principio y en sus raíces, ajenas a la razón y al conocimiento: son primariamente instintivas, propias de la naturaleza de cada quien y se corresponden perfectamente con la definición de lo político dada por el constitucionalista alemán Carl Schmitt: son resultado del encuadramiento, a veces incluso irracional, en el visceral enfrentamiento amigo-enemigo. Y caen bajo la dinámica de los enfrentamientos de esa segunda naturaleza que es lo social según la descripción de Thomas Hobbes en El Leviatán: bellum omnia contra omnes, la guerra de todos contra todos. Brecht, el más grande poeta y dramaturgo comunista alemán lo dijo en uno de sus espléndidos poemas: “la lluvia cae de arriba hacia abajo, y tú eres mi enemigo de clase”. Por más mediatizado filosófica, teórica, ideológicamente que haya sido el comunismo, se es comunista – o anticomunista, que viene a ser lo mismo – por rencor, por odio, incluso por amor. Que resultan de la práctica, no de la teoría. Y por el puesto que el destino nos haya impuesto al nacer: entre los miserables, los pobres, los acomodados o los ricos, esos “señoríos que van a dar a la mar, que es el morir”.

A pesar de los profundos cambios provocados por el desarrollo político, económico y social de los países más industrializados e incluso medianamente desarrollados como Chile – todos los cuales desmienten de la manera más categórica los apocalípticos pronósticos marxistas confinando al marxismo en el submundo de la superchería – aún existen las clases sociales, por mayor que sea la movilidad entre ellas. Mi familia chilena, por ejemplo, parte importante de la cual continúa siendo fanáticamente filo comunista, ha dejado de serlo por razones socioeconómicas: gran parte de ella disfruta de la prosperidad que ha bendecido a los chilenos desde los profundos cambios implementados por la dictadura de Augusto Pinochet, los sabios cambios asentados y fortalecidos por los veinte años de Concertación Nacional y los buenos años de gobierno de Sebastián Piñera y el segundo gobierno de Michelle Bachelet. Chile dejó de ser en este último medio siglo el campo de batalla entre izquierdas y derechas, ricos y pobres, patronos y obreros que fuera en tiempos de Salvador Allende. Y cualquier chileno, de cualquier clase, edad y condición, puede disfrutar de telefonía celular, navega por Internet, polemiza por Facebook, puede incluso aspirar a poseer un automóvil y se permite votar según le dictan sus aspiraciones y necesidades, tanto materiales como espirituales. Si mi tío Perique resucitara, se creería en Júpiter. La calle San Luis y el Barrio Independencia dejaron hace décadas de ser lo que fueran. Así arrastre tras suyo sus bolsones de miseria. Si bien hoy, esa miseria, acolchada por los progresos técnicos y la acción de gobiernos progresistas - ¿cuál no lo es? – se encuentre de retirada. ¿O haremos como que Guillier no reconoció su dura derrota y Michelle Bachelet no haya desayunado con Piñera? ¿O es que mis sobrinas nietas, orgullosas defensoras del Frente Amplio confunden a Francisco Chahuán y Andrés Allamand con el Marques Bulnes y a Alejandro Guillier con Mario Palestro?

Sin que suene a liviana justificación de vejestorios, y yo, tan solo a dos años de ingresar al exclusivo club de los octogenarios, con toda la carga justificatoria de mi propia experiencia, debo reconocer la cruel e inestimable verdad del apotegma de Winston Churchill: "Quien a los 20 años no sea revolucionario no tiene corazón, y quien a los 40 lo siga siendo, no tiene cabeza".

De modo que bienvenidas mis sobrinas menores de cuarenta años que continúan haciéndole honor al legado del bisabuelo, así nadie pueda imaginar lo que nos diría luego de haber sufrido 17 años de dictadura pinochetista, el derrumbe del Muro de Berlín, la implosión de la Unión Soviética, la aterradora devastación causada por el narcotraficante y corrupto socialismo del Siglo XXI en la Venezuela de dos de sus hijos y el desgraciado fracaso del comunismo en Cuba, en Corea del Norte y en el mundo entero. Como también dice el refrán: “más sabe el diablo por viejo que por diablo”.

“Yo, el sesentayochoero” Antonio Sánchez García

Noticiero Digital 7 mayo, 2018

“Es más fácil ponerse de acuerdo sobre lo que es el infierno que el paraíso” Andre Glucksman

Pedro Mogna, in memoriam

Abro la edición especial de El País de España sobre la conmemoración del cincuentenario de Mayo del 68, del que recién me enteré este sábado de penurias, abrumado por esta dantesca pesadilla post castrista: me encuentro con una colección de banalidades periodísticas que apenas rozan los estremecedores hechos que entonces protagonizáramos, con 27 años a las espaldas, en Europa, recibidos y rebotados desde el Muro de Berlín, en cuyos aledaños yo vivía, pero irradiados desde ese centro cordial de la revolución de Los Beatles y los Rollings, Silvie Vartin y Johnny Holliday, Pierrot Le Fou y Monica Viti, Barbara y Jacques Brel, Pink Floyd y Charles Aznavour. No era el Palacio de Invierno ni el Cuartel Moncada: era La Sorbonne, el Quartier Latin, Nanterre y Vincenne, la Rive Gauche, el Sena, l’Odeon, Chatelet y el Boulevard Saint Germain, Luchino Visconti, Alain Delon y Claudia Cardinale, Godard y Federico Fellini. Hasta recibir como una bofetada la foto de Andre Glucksman, un sesentayochero parisiense de tomo y lomo que nos mostró el camino de la rebeldía dentro de la rebeldía desenmascarando la estafa marxista, viniendo a morirse, precisamente, en los comienzos de esta conmemoración, a la joven edad de setenta y ocho años. Merde alors!

Ha muerto el pasado fin de semana Pedrito Mogna, a los 73, que debe haber andado en esos tiempos de gloria por esos lados: la Place Saint Michel, el Quai des Grandes Augustins, esa orilla izquierda del Sena donde aún sobrevive L’Escluse, el tarantín en donde cantaban Barbara y Jacques Brel, no lejos de L’Escale, el tugurio subterráneo en donde cantaban Jesús Soto y Violeta Parra. Sucedió en Le Pont Neuf, Notre Dame y la librería de Francois Maspero. Nous etions tous des juifs allemands! Sería maravilloso imaginarse que en efecto, su fantasma burlón recorre les bouquinistes de la Rive Droite y la librería de Ruedo Ibérico, en donde encontrábamos a los viejos republicanos antifranquistas y su tozudo combate contra el imbatible Generalísimo. El índice desgastado de tanto golpearlo contra la mesa asegurando a los gritos que ese año sí que caía el tirano. Se murió de viejo. Como Fidel y Stalin, Mao y Augusto Pinochet. Los malos se mueren en sus lechos, no rendirán jamás cuenta de sus crímenes, salvo en Libia y en El Cairo, en Pakistán y en Berlín.

Por allí currucuteábamos con nuestros compañeros de andanzas: Rudi Dutschke, Gastón Salvatore, Danny el rojo, Gudrun Ensslin y Bernward Vesper-Triangel. Por esas callejuelas torcidas que trataban de imitar el zoco de Marraquech o los barrios del Pireo, en donde olía a cous cous y a chawarma, a cordero y queso de cabra, a salchicha con salsa de Dijon, a pizza, a resina, a Atenas y Alejandría. Paris se había convertido, por primera vez en su historia desde 1789, en la capital mundial de la revolución. La Habana era una alpargata. Moscú, un museo de cera. Pekin, una ilusión óptica. Era en Paris, era en Mayo, era en 1968. En el bulevar de los adoquines.

Yo vivía en Berlín, no en Paris. Y en mi memoria estaban Rosa Luxembourg y los espartaquistas de la revolución muniquense de noviembre de 1918. Teníamos suficientes antecedentes intelectuales como para no intimidarnos cuando venían los compañeros del 5eme a participar en el Vietnam Kongress que organizamos en enero de ese año glorioso. Daniel Cohn-Bendit era un joven discípulo judío alemán que solía visitarnos en la sede de la JUSO, Las Juventudes Socialistas, en la Kurfürstendamm. Tampoco me interesaban Sartre o George Bataille, Henry Lefebre o Michel Foucault, Jacques Lacan, Lucien Goldman o Claude Lévy-Strauss. Muchísimo menos el estructuralismo y Louis Althusser con su marxismo latoso, de ferretería. Nos sobraba de teoría crítica y marxismo auténtico con Herbert Marcuse y Ernst Bloch, Theodor Adorno y Jürgen Habermas, Günther Grass y Bertolt Brecht. Ansiosos por rescatar la memoria de la revolución bolchiveque habíamos rescatado del olvido a Georg Lukács y a Karl Korsch, imprimiendo a mimeógrafo en noches de cervecería, enfrentamientos con la policía y Penny Lane, Historia y Conciencia de Clase o Marxismo y Revolución. Para estar a tono con Mary Quant y la libertad sexual, también reprodujimos a estencil, en 1967, Die Funktion des Orgasmus, La Función del Orgasmo, de Wilhelm Reich. Y nos fajamos a estudiar a Freud y el psicoanálisis, para descifrar el laberinto de nuestros antepasados, las claves del autoritarismo, la esencia del nazismo. Volvíamos a las nostalgias del matriarcado. Fuimos militantemente anti autoritarios, anti militaristas, anti estalinistas, antiburgueses.

Fueron los años más apasionantes de la historia de la post guerra europea. Años de ruptura existencial, de rechazo total al tradicionalismo castrador de la vieja vida universitaria europea, años de desenfado, de irrespeto, de heterodoxias. Años real y verdaderamente revolucionarios. Es cierto: de revolucionario en el sentido estrictamente político y marxista del término, fueron años de espuma y aromas revolucionarias. Superestructura pura. Sin una gota de proletariado ni campesinado. Y por lo mismo: auténticamente liberadores. Cuando llegó la derrota, acompañada de dolorosas experiencias individuales y colectivas, a mediados del 69, nos vimos náufragos de la nada, nuestras relaciones familiares destrozadas, cubiertos de fracasos académicos, con ilusiones rotas y las manos vacías. En rigor habíamos sido víctimas de nuestros delirios, sacudidos hasta la médula por las experiencias psicodélicas, borrachos de ideología y locura, la melena en los hombros, un mareo devastador y la sensación de haber pasado unas vacaciones en el paraíso. De regreso a los infiernos. Sin nada en las manos..

Como Sísifo: ascendimos hasta las alturas para deshacernos del fardo de las tradiciones y volvimos a caer con los brazos quebrados y las alas rotas, como el Ángel Nuevo de Paul Klee. Ni la música, ni la literatura, ni la vida cotidiana serían lo mismo. Habíamos logrado sacudirlo todo de raíz. Y cuando la polvareda volvió a decantarse y el mundo reapareció con el látigo en la mano para demostrar que era inmodificable y que la estupidez, como lo dijese el filósofo italiano Antonio Labriola, maestro de Gramsci, era la única realidad que podía desafiar eternidades.

Muchos años después, ya caraqueño y de paso por Berlín, descubrí que los fantasmas del 68, pálidos y desdentados por el abandono y la drogadicción, seguían vagando por las esquinas, viviendo en comunas, durmiendo interminablemente en cuartos malolientes a sahumerio y haschich, rodeados de tejidos hindúes y música oriental, prisioneros de un mundo definitivamente perdido, extraviados en el naufragio. Me abrieron los brazos y me dijeron, con lágrimas en los ojos, como si el náufrago, el que venía cuarenta años después desde Caracas, hubiera sido yo, “willkommen, achtundsechszigler”, bienvenido sesentayochero.

No pude contener las lágrimas.

MARX, EL SOCIALISMO Y LOS ABAJO FIRMANTES

Antonio Sánchez García | 11/05/2018 | Web del Frente Patriótico

El socialismo no es más que una estafa. Una máquinaria infernal de demoler libertades e imponer tiranías. Prometiendo riquezas y provocando miserias. Más nada.

Antonio Sánchez García @sangarccs

“El marxismo está más vigente que nunca”

Vladimir Padrino López, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Venezolanas y Ministro de Defensa de Nicolás Maduro.

1

Karl Marx fue uno de los intelectuales más brillantes del Siglo XIX. Reconocerlo no supone desconocer la hecatombe universal que causó con su ingenio: construir el modelo teórico filosófico que, convertido en dogma de acción política por Lenin, daría pie al régimen más devastador y desalmado de la historia. Echando a andar la sistemática devastación de la mitad del planeta, conquistado a sangre y fuego por fanáticos seguidores que jamás lo leyeron, con la intención de arruinarlo para siempre. Tarea en la que aún se encuentran. En cuanto a la valoración teórica, su aporte tuvo trascendencia más por haber extraído las consecuencias prácticas de la economía política y haberla puesto en el centro de la historia, a partir de su definición de la lucha de clases como clave esencial de su desarrollo, que por haber aportado algo sustancioso a su desarrollo. Dando inició al destructivo movimiento sociopolítico que determinaría, en gran medida, el curso posterior de la historia, hasta el día de hoy.

Sin Marx, la historia de la humanidad hubiera sido otra. Cosa que él, naturalmente, hubiera rechazado de plano en base a su propia teoría: la historia no la hacen los individuos. La hacen las clases, meros instrumentos reactivos de las fuerzas productivas. La hacen las pulsiones económicas. Y las élites intelectuales poseídas por el demonio de la dialéctica materialista y el materialismo histórico – sus principios teóricos – capaces de comprenderlo y llevarlo a cabo junto al proletariado bajo la conducción del partido comunista de los trabajadores. Es la esencia del Manifiesto Comunista que comienza con su mundialmente famoso lema Proletarios del mundo: ¡uníos! Y el imperativo categórico impreso en la undécima de sus famosas tesis sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.”

Un pronóstico fallido y uno de los más sonados fracasos de la historia: el socialismo no fue el resultado automático e inexorable del desarrollo de las fuerzas productivas, no obedeció los deseos deletéreos de filósofos trasnochados ni triunfó en ninguna sociedad industrializada de la mano del proletariado. Sólo pudo imponerse en sociedades subdesarrolladas, esclavizadas y tiránicas, de extracción campesina, carentes de toda tradición libertaria: la Rusia de los Zares y la China imperial. Del resto, voluntarismo puro de élites desquiciadas. O brutal imposición de los ejércitos soviéticos.

Nada de lo cual hubiera sido posible, si el marxismo no se hubiera convertido en un acto de fe, enganchándose a la tradición mesiánica, utópica y milenarista del judeocristianismo. A la que, aunque judío emancipado, Marx pertenecía. Un ateo practicante, mortal enemigo de las religiones, a las que consideraba opio de los pueblos, transfigurando el utopismo judeocristiano, sintetizado en el Sermón de la Montaña, profundamente afincado en el inconsciente colectivo europeo desde la Edad Media, en acción política. El reino de los cielos sería de los pobres. El del infierno, de los ricos. Pues más que un análisis objetivo y científico de la sociedad y su desarrollo histórico real, desmentido por los hechos y causal de los horrores y espantos de su puesta en práctica, el marxismo se convirtió en una religión estatólatra con vocación universalista que satisfacía las taras de una humanidad consumida por la vanidad, el rencor, el odio y la ambición. “El éxito incomparable del marxismo” – escribe Ludwig von Mises en su obra capital, SOCIALISMO – se debe al hecho de que promete realizar los sueños y los viejos deseos de la humanidad y saciar sus resentimientos innatos. Promete el paraíso terrenal, una Jauja llena de felicidades y de goces, y el regalo más apetitoso para los desheredados; el descenso de todos aquellos que son más fuertes y mejores que la multitud. Enseña cómo eliminar la lógica y el pensamiento, debido a que hacen ver la tontería de tales sueños de felicidad y venganza.”

2

La verdad es que el marxismo es una ideología ajena a los procesos económicos reales. Sin mercado no puede haber cálculo económico. Y sin libertad no puede haber mercado. El socialismo no fue, en consecuencia, más que el enmascaramiento seudo científico y filosófico del totalitarismo político que el desarrollo de las fuerzas productivas había posibilitado. Como lo anticiparan Alexis de Tocqueville y Donoso Cortés, que vieron en la universalización de las fuerzas productivas facilitadas por la revolución industrial, el centralismo estatal y el protagonismo de las masas hechos realidad por la revolución francesa, las condiciones para la emergencia de los feroces totalitarismos sociopolíticos del Siglo XX. Que culminaran en el desiderátum del dominio tiránico de un partido sobre el conjunto social – el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) o el Partido Obrero Nacional Socialista Alemán (NSDAP) y la ambición de poder total de Lenin, de Stalin, de Mussolini y de Adolfo Hitler, puesta en práctica por sus seguidores, que siguiendo su teoría hicieron de la lucha de clases el pretexto necesario como para montar una nueva forma de monarquismo absoluto, despótico y cruento. Ante el cual los horrores inquisitoriales del absolutismo palidecerían.

En rigor, como lo demuestra Ludwig von Mises en ese, su tratado sobre el Socialismo, la economía, el cálculo económico y el mercado, vale decir: la propiedad privada, la producción y la fijación de precios, son constitutivos de lo económico, todo lo cual, al faltar absolutamente en la forma de dominio llamado socialismo, hace imposible que funcione según las reglas inherentes a la economía y al cálculo económico. Sin su racionalidad intrínseca, todo cálculo económico es imposible y todo socialismo será un fracaso. Como en efecto. “Probar que en la comunidad socialista no sería posible el cálculo económico,” escribiría en la obra citada, “es demostrar de un solo golpe que el socialismo es irrealizable. Todo lo que se ha adelantado en favor del socialismo desde hace cien años, en millares de escritos y de discursos, los éxitos electorales y las victorias de los partidos socialistas, la sangre derramada por los partidarios del socialismo, no lograrán hacer viable el socialismo. Las masas pueden desear su advenimiento con el mayor fervor y se pueden desatar en su honor tantas revoluciones y guerras como se quiera, pero jamás se realizará.” Un pronóstico cruelmente confirmado por el horror del GULAG, Auschwitz y las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. De la que heredaríamos el bloque soviético y la Cortina de Hierro, la China maoista y el siniestro legado de la tiranía cubana y su postrer coletazo, la dictadura chavista. De ellos, La Unión Soviética se derrumbó como un edificio en ruinas, por su propio peso. Cuba se ha estancado en un pasado irreal, como congelado en el tiempo. Venezuela se ha convertido en un monstruo antediluviano, terrorífico y sanguinario, que se devora a si mismo. China se liberó de toda la ferretería marxista para desarrollar un feroz capitalismo de Estado y estrujar con crueldad intolerable a sus millones de pobres de misericordia. El socialismo es una estafa. Una máquinaria política de imponer tiranías. Más nada. 3

Socialismo fue escrito por Ludwig von Mises en 1932. Cuando el socialismo era la principal creencia universal y se contaban con los dedos de una mano aquellos capaces de negarse a su encantamiento y no sucumbir ante su influjo. En el prefacio a su trascendental tratado escribió el mismo Ludwig von Mises: “si quisiera designarse con el nombre de ‘marxistas’ a todos los que admiten el pensamiento condicionado por el espíritu de clase, la inevitabilidad del socialismo, el carácter no científico de los estudios sobre la naturaleza y funcionamiento de la sociedad socialista, se encontrarían muy pocos individuos no marxistas al oriente del Rin y bastantes más amigos que adversarios del marxismo en Europa occidental y en los Estados Unidos.” Agrega un apotegma que sigue imperando en Occidente, desde el despacho papal del Vaticano a la sede del Partido Demócrata norteamericano: “No solamente los marxistas sino la mayor parte de los que se creen antimarxistas, pero cuyo pensamiento está totalmente impregnado de marxismo, han tomado por su cuenta los dogmas arbitrarios de Marx, establecidos sin pruebas, fácilmente refutables, y cuando llegan al poder gobiernan y trabajan totalmente en el sentido socialista.” Basta revisar los escritos de Jorge Alejandro Bergoglio y de Arturo Sosa Abascal, los dos papas jesuitas de la cristiandad, para comprender la aseveración que hace ochenta y seis años adelantaba von Mises. El socialismo, abierta o solapadamente, continúa rigiendo la hegemonía intelectual de Occidente.

Desde la ominosa declaración de “los abajo firmantes”, esa pléyade de 911 “trabajadores de la cultura” en su mayoría de reconocida filiación marxista, que se postraran ante Fidel Castro durante su visita a Venezuela en febrero de 1989 coronándolo como el desideratum de la dignidad latinoamericana, queda claro que no es la religión el opio del pueblo venezolano, sino el marxismo el opio de sus intelectuales. Está en los pliegues del subconsciente de quienes cohabitan con la dictadura, le buscan la quinta pata al gato para evadir todo enfrentamiento final con el tirano y llevan escondido el gérmen del socialismo, poco importa el partido en que militen y el apoyo subrepticio que puedan darle a ese esperpento llamado “socialismo del Siglo XXI”. “Los bolcheviques no cesan de repetir que la religión es un opio para el pueblo. Lo que hay de seguro realmente es que el marxismo es un opio para la alta clase intelectual, para quienes podrían pensar y a quienes desea separar del pensamiento.” Están separados y ya no piensan. Véalos de comparsa de un sargento golpista que se presta a la entronización de la tiranía y tiene inpectore la esperanza de vicepresidir la Sexta República: un aborto venezolano de la naturaleza. La palabra de von Mises vaya por delante.

MADURÓ EL FRACASO REVOLUCIONARIO

Agustín Blanco Muñoz | 11/05/2018 | Web del Frente Patriótico

SI ME REELIGEN EL 20M VAMOS A UN NUEVO COMIENZO DE LA REVOLUCIÓN

En la conciencia o inconciencia de quien ocupa la presidencia de este ex país (según la AN y el “TSJ en el exilio” en vías de enjuiciamiento y destitución) maduró la convicción del fracaso total de la revolución socialista del siglo XXI. Su expresión en Ciudad Bolívar el 23/04/18 es lapidaria: Si ustedes me reeligen el 20M “vamos a un nuevo comienzo de la revolución”. ¿Nuevo comienzo de qué?

Esto significa, como se le vea, dejar atrás lo actuado como revolución e iniciar otra. Y es un claro reconocimiento de dos décadas perdidas, sin siquiera poder invocar la tesis Regis Debray de la revolución en la revolución. Dos décadas cargadas de tragedias materializadas en destrucción, padecimientos y muertos.

PROMETO ENCABEZAR UNA REVOLUCIÓN ECONÓMICA CON EL PUEBLO Y LA CLASE OBRERA

Pero ante este terrible escenario, quien ya se siente reelecto el 20M procedería a comenzar e instalar su revolución sobre otras bases. Por ello su juramento en Barinas el 24/04/18: “Si ustedes me reeligen, me comprometo a encabezar una revolución económica con el pueblo y la clase obrera”. Impulsaría lo que no hizo Chávez ni él mismo en veinte años: una economía que libere este ex país de la renta petrolera y que haga de la producción el arma de lucha contra la hambruna y la desesperanza en general. A pesar de estar abrumadoramente repudiado el derrotado cantará su triunfo.

Queda claro que este fracaso -convertido en triunfo- se pone de manifiesto en el aparato de chantaje y control que ha puesto a andar esta revolución para mantener buena parte del apoyo popular, mediante la utilización de una línea populista que tiene como centro la administración del hambre para el logro de fines político-electorales.

EL PARTIDO DEL HAMBRE Y LA AUSENCIA DE OPOSICIÓN FAVORECEN AL RÉGIMEN

El Partido del Hambre (Clap-tarjeta de la patria-carnet psuv-bonos-promesas) y la ausencia de una política-acción opositora conforman un cuadro favorable al régimen que para el momento tiene asegurada su victoria. De este modo -según las cuentas PSUV- quedará superada la debilidad que contrajo Maduro y su revolución con el fallido intento de someterlo al revocatorio presidencial en el primer trimestre del 2017.

La trampa de las sentencias 155/56 del TSJ que quitaba funciones a la AN, llevó las oposiciones a la violencia abril-julio que deja alrededor de 160 muertos. El 01Mayo Maduro convocó una Constituyente. Las oposiciones amenazaron con impedirla. Pero el 30Jul se realizan las elecciones y horas después se instala sin ningún inconveniente.

CON LA DERROTA DE LA MUD EL 15OCT-17 EN LAS ELECCIONES DE GOBERNADORES NACE LA TESIS DE QUE “NO HAY CONDICIONES”

El 01Ag amanece con la calle libre de violencia y el 02 Ramos Allup encabeza el llamado a la participación en todas las elecciones que se avecinaban: gobernadores, alcaldes y presidente. Y afirmó que su organización cumpliría con todos esos compromisos. Los demás partidos siguieron la pauta de volver a transitar la salida electoral. El 15Oct se realizan elecciones de gobernadores. Los opositores habían asegurado que las ganarían todas. Pero sólo logran 04 de 23. Y al evidenciarse la imposibilidad de derrotar al gobierno en lo inmediato, nace la tesis de que no hay condiciones para más elecciones.

¿Pero fue necesaria esta “sorpresiva derrota” para que la MUD entendiera, por una parte, el alcance del Partido encargado de administrar políticamente el hambre y la miseria en general y, por otra, el costo político-electoral de un llamado a la lucha de calle que, por desgracia, se convierte en la tragedia de mayor cantidad de muertos en cuatro meses de un período de supuesta paz y democracia?

Y terrible el colofón: este dolor de calle se suspende sin ninguna explicación para ir directamente a buscar “refugio” en las prebendas del negocio electoral. Pero no se mantuvo la decisión y se pasó a confrontar la vía electoral.

PARA LAS ELECCIONES DE ALCALDES DEL 10D-17 LAS OPOSICIONES DIJERON QUE “NO HABIA CONDICIONES”

Para las elecciones de alcaldes del 10D-17 las oposiciones llaman a la abstención porque “no hay condiciones”. Sin embargo, muchos militantes no acataron esta línea y presentaron candidaturas. En manos del PSUV quedaron unas 300 alcaldías.

MADURA CADA VEZ MÁS EL FRACASO DE LA REVOLUCIÓN Y LA EXMUD DECIDE DE NUEVO LA ABSTENCIÓN

Ahora el gobierno adelanta las presidenciales asediado por la crisis económica que crece y se vuelve cada día más incontrolable. La mayoría de los encuestadores hablan de un 80% de rechazo al gobierno. Y madura en grado óptimo el fracaso de la revolución. Y ante esta inmensa debilidad, la mayoría ex MUD decide, de nuevo, la abstención por falta de condiciones.

Pero su representante en el CNE Luis Emilio Rondón declara el 24/04/18 que las condiciones de estas elecciones son las mismas de las parlamentarias del 06D-15 que dieron 112 diputados a las oposiciones. Necesario agregar que son también las mismas de las elecciones de gobernadores del 15Oct-17 y de alcaldes del 10D-17 en las que participaron miembros del G/4. Y en este contexto se inscribe la candidatura de Henri Falcón de Avanzada Progresista y el apoyo del MAS, Copei e independientes.

LA CANDIDATURA DE FALCÓN HA RECIBIDO NUMEROSAS DESCALIFICACIONES

No son pocas las descalificaciones lanzadas por la mayoría de la ex MUD, hoy Frente Amplio, sobre este candidato a quien se considera como un agente del chavismo-madurismo que tiene como misión legitimar el proceso electoral que Maduro tiene asegurado en unas elecciones no transparentes, sucias y fraudulentas. ¿Por qué esta acusación no se hizo para las elecciones de gobernadores del 15Oct 17 ni para las parlamentarias del 06D-15?

Ahora Falcón, que fue ficha de confianza de la MUD a la hora de ser jefe de campaña de Henrique Capriles, es condenado porque se va con su franquicia, con su empresa, una más de la exMUD, a correr suerte en el corrupto e inmundo pasquín electoral que ha caracterizado la llamada democracia y hoy lo que se menciona como revolución.

¿ES FALCÓN EL MALO O UNO MÁS DE ESE FRENTE DE NEGOCIANTES?

Y en esto Falcón está en su pleno derecho de participar en el negocio o compra-venta de votos al mayor o al detal. En definitiva ¿es Falcón el malo de la partida de la ex MUD? ¿O es simplemente uno más de ese frente de negociantes? ¿Ya el adversario principal no es Maduro y demás fracasados sino Falcón y su equipo?

PARA EL FRENTE AMPLIO LO QUE HAY ES ABSTENCIÓN PORQUE “NO HAY CONDICIONES”

¿Y qué hace o maneja esa mayoría exMUD u hoy “Frente Amplio” (que no incluye a Falcón y su partido)? Su llamado intenso, profundo y continuado es el mismo: ¡Abstención! Abstención porque “no hay condiciones”… ¿Pero cuál es el programa, qué se persigue con este llamado? ¿Qué harán estas oposiciones una vez que el CNE señale que Maduro fue reelecto con 8 a 10 millones de votos?

¿Y QUÉ HARÁN ESTAS OPOSICIONES UNA VEZ QUE MADURO SEA REELECTO?

¿Seguirán inermes como hoy o llamarán a protestar en la calle sin ninguna preparación u organización y con plena exposición a la represión y los conocidos resultados de la misma? ¿Y si este no es el camino escogido habrá que suponer que hay que esperar de un momento a otro la llegada de la “ayuda humanitaria”?

¿Una ayuda que como dijo una alta funcionaria de la ONU comenzaría con una limpieza no exenta de heridas, que permita el buen aprovechamiento de los aportes por parte de los necesitados? Pero nada de esto es expuesto de manera clara, limpia y transparente por parte de las oposiciones exMUD.

¡HAY GATOS EN-MOCHILA-DOS QUE PRONTO MADURARÁN!

Por eso, Sancho, pensamos que, detrás de esa falta de condiciones hay gatos en-mochila-dos que pronto madurarán!

EL PLACER DE DESMEMBRAR

Carlos Blanco | 11/05/2018 | Web del Frente Patriótico

Se coloca en trance; abandona por unos minutos el acento cubano y retoma el colombiano, aprieta las mandíbulas, los dientes chirrían y con toda la rabia del mundo, apenas con un movimiento de labios seguido sin entusiasmo por el bigote, enmarcados en un rostro charrasqueado, profiere sus promesas de desmembrar, descuartizar, liquidar, exterminar, triturar, al objeto circunstancial de su diatriba.

Maduro y los principales jerarcas son máquinas de odio que no disimulan sus motivos ni sus objetivos. No son gestos escénicos para darle fuerza dramática a sus decisiones. Más que ideología (que la tienen sin mucho estudio y como hoja de parra), más que convicciones políticas (que las tienen, pero desteñidas), lo que los domina es la voluntad de poder maligno. No es el poder para construir algo sino de destruir al otro, devastar al diferente, desmembrar, como con fruición Maduro prometió hacerlo con las mafias (léase, sus enemigos fortuitos de la hora).

Traspasaron las barreras de los proyectos políticos y se convirtieron en infernales máquinas criminales. Nacieron con la muerte el 4 de febrero de 1992. Tal vez algunos se sorprendieron de la sangre derramada entonces; pero luego, en el ejercicio del poder, asumieron cada vez más muertos, más bajas en el campo enemigo, más sangre joven en las calles, más presos y torturados. Y como bestias apocalípticas le tomaron el gusto a los cuerpos tasajeados.

Hay cada vez más casos en los que cuando no consiguen a alguien que quieren capturar, se llevan a la familia a casas de tortura (no a las instalaciones oficiales) y allí martirizan a sus miembros: muestran predilección por la electricidad en el pecho, en los oídos y en las partes íntimas. Nada oficial. Todo extraoficial. El propósito es que el “solicitado” se entregue a cambio de su gente.

Es la maldad por la maldad misma. Es un gozo perverso en aplastar. Sean civiles o militares; jóvenes o viejos; opositores de siempre o ex chavistas; todo aquello que se vea como amenaza real o potencial.

Esa malignidad fuera de toda medida es terrible; y es más terrible aun lo que incuba. No lo deseo pero me temo que la revancha puede ser brutal. Los que vieron morir al hijo en las calles de la protesta o en el hospital sin medicinas; los que fueron a la cárcel sin razón alguna; los torturados; los que perdieron su modo de vivir; los que andan los caminos del exilio con su dolor a cuestas; los que no tienen con qué comer…

¿Armagedón?

“Respecto a aquel día y hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (Mateo 24:36)

La misión de Fidel: arrasar Venezuela

Antonio Sánchez García

El Nacional 03 DE MAYO DE 2018

Logrado ese propósito y visto que Venezuela ha alcanzado el fondo de su inopia, miseria y desintegración, falta acabar la labor. Ha sido el encargo dado por Fidel Castro a Nicolás Maduro a la muerte del caudillo: arrasar Venezuela. Es la tarea en la que hoy lo auxilia el agente del chavismo en las filas opositoras, Henri Falcón. La recompensa para él y quienes lo acompañan en la histórica felonía ha de ser jugosa. No veo otras razones tras el respaldo de sus palafreneros.

La tragedia está en pleno desarrollo. Aún no ha llegado a su fin.

A Antonio Ledezma @alcaldeledezma

La generación del 28 fue, sin ninguna duda, la generación más destacada en la historia de la República. Y de ella, su figura más egregia, en mi opinión, fue la de Rómulo Betancourt. Acompañada de una pléyade de ilustres venezolanos que supieron asimilar, condensar y superar la experiencia de un siglo de desastres y el horror de la tiranía gomecista, vivida en plena juventud, con los anhelos de libertad, con los que comprometerían sus vidas. Jóvito Villalba, Gonzalo Barrios, Raúl Leoni, Miguel Otero Silva y esas grandes figuras de nuestra cultura democrática: Luis Beltrán Prieto Figueroa, Mariano Picón Salas y tantos otros que, aunque sin pertenecer a dicha generación, la acompañaron en su trascendental desempeño: Rafael Caldera, Arturo Uslar Pietri, Augusto Mijares, Mario Briceño Yragorri. Y nuestros intelectuales imprescindibles: Ramón José Velásquez, Juan Lizcano, Simón Alberto Consalvi, José Ramón Medina, Vicente Gerbasi, Germán Carrera Damas y tantos otros. Con más que suficiente razón, pertenecen a esa lista de nuestros imprescindibles constructores de libertad todos quienes ocuparan la Presidencia de la República: Betancourt, Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campins y Jaime Lusinchi.

Pienso en ellos y en tantos otros que injustamente se me escapan, sin quienes Venezuela no hubiera alcanzado las alturas políticas, de cultura y civilización que la llevaron a destacar en el concierto de las naciones de la región. Faro de su democracia. Grandes diplomáticos, pintores, músicos, historiadores. Y pienso, sobre todo, en las importantes figuras políticas que los siguieran durante esos cuarenta años de democracia, muchos de ellos todavía vivos aunque eclipsados en nuestro quehacer cotidiano. Y de ellos, muchos en el exilio: Antonio Ledezma, Diego Arria, Asdrúbal Aguiar, Gustavo Tarre, José Rodríguez Iturbe, Allan Brewer Carías, etc., etc., etc.

¿No acongoja constatar el profundo, abisal, insuperable abismo de instrucción, patriotismo, cultura, formación intelectual y moral que separa a esas valiosas figuras y a esa rica tradición política, de quien ha decidido asumir, sin que nadie se lo exigiera y a título absolutamente arbitrario, independiente y personal la supuesta representación de los sectores democráticos del país en el írrito y fraudulento proceso electoral del 20 de mayo próximo? ¿Qué tienen en común nuestros imprescindibles con la figura aparecida de entre los polvorientos cuarteles del golpismo, el oportunismo y la corrupción imperante que hoy se presta a convalidar la culminación de la etapa final de la devastación y la barbarie que lleva a cabo la pandilla gobernante por instrucciones de la tiranía cubana? La que por cierto no parece tener en mente otro propósito que el de hacer desaparecer a Venezuela de la faz del planeta. En artera y aviesa venganza por la profunda e inolvidable derrota que Rómulo Betancourt le infligiera a Fidel Castro, a quien fuera el único en derrotar en todos los terrenos de lucha –el político, el armado, el diplomático–.

Es mi tesis: si Castro hubiera querido hacer de Venezuela el primer y más exitoso modelo de posible desarrollo socialista en el mundo, tuvo todo en sus manos para hacerlo. Un país rendido a los pies del sátrapa caudillo, gigantescos ingresos petroleros, una oposición política desarbolada y unas fuerzas armadas rendidas, desarmadas y entregadas a Cuba sin haber recibido una sola herida. La Venezuela socialista pudo tener los mejores hospitales, las mejores escuelas y universidades, la mejor red de infraestructura en todos los campos de la actividad material, económica y espiritual: un socialismo como el de Noruega, con razón reconocida como el único modelo a seguir por la Venezuela petrolera por el mejor de nuestros economistas, Miguel Rodríguez.

Decidió, en cambio, marginalizarla y entregarla a la barbarie de su autodevastación. Apoderarse de sus ingresos petroleros para ponerlos al servicio de su megalomanía imperial. Pegarse a las ubres de Pdvsa para mantener con vida su modelo de devastación: sesenta años de socialismo cubano. ¿Cómo permitir que Venezuela fuera más que su miserable isla depauperada?

Logrado ese propósito y visto que Venezuela ha alcanzado el fondo de su inopia, miseria y desintegración, falta acabar la labor. Ha sido el encargo dado por Fidel Castro a Nicolás Maduro a la muerte del caudillo: arrasar Venezuela. Es la tarea en la que hoy lo auxilia el agente del chavismo en las filas opositoras, Henri Falcón. La recompensa para él y quienes lo acompañan en la histórica felonía ha de ser jugosa. No veo otras razones tras el respaldo de sus palafreneros. La tragedia está en pleno desarrollo. Aún no ha llegado a su fin

Cuba y Fidel Castro: la tragedia de América Latina

Antonio Sánchez García

El Nacional 13 DE ABRIL DE 2018

El liberalismo es la asignatura pendiente de América Latina desde sus tiempos fundacionales. Que acompañada del caudillismo autocrático y militarista propiciado desde tiempos fundacionales por quienes han sido y siguen siendo objetos de culto ha hincado sus raíces en la esencia latinoamericana. “La devoción”, ha sostenido el hispanista francés Jacques Lafaye, “ha estado mucho más arraigada que la razón en América Latina”. Es la hora de apostar por la razón. Sobre todo ahora, cuando los signos nos son tan favorables.

“Es una verdad incontrovertible que el triunfo de la revolución castrista ha sido, y es todavía, el más trágico acontecimiento de la historia de Cuba”.

Carlos Franqui, Cuba, Mito o realidad.

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“Es una verdad incontrovertible que el triunfo de la revolución castrista ha sido, y es todavía, el más trágico acontecimiento de la historia de Cuba” escribió Carlos Franqui, en su libro Cuba, Mito o realidad. No solo Cuba: ningún otro acontecimiento ha afectado de manera tan profunda e irreversible a América Latina, desde las trágicas y sangrientas guerras civiles de la Independencia hasta hoy, que la revolución cubana. A cuarenta años de distancia de la revolución rusa y el desquiciamiento de Europa Central, que dieran pie a la reacción hitleriana y la guerra civil del nazismo que culminara en la más devastadora guerra de la historia de la humanidad, vino a golpear en el corazón de una región que tuviera entonces la inmensa fortuna de no verse afectada de manera directa por la Segunda Guerra Mundial. La guerra de guerrillas dirigida por Fidel Castro y Ernesto Guevara desde la Sierra Maestra durante la segunda mitad de los años cincuenta no solo desquició a la isla, sino a todo el Caribe, que sigue desquiciado desde entonces, como lo demuestra la crisis humanitaria que asentara en Venezuela y se niega a ser superada al costo de la mayor devastación que sufriera nación alguna en estos cinco siglos de historia. Como también al resto del continente. Que ha debido pagar con sangre y sufrimientos de varias generaciones, durante más de medio siglo, el influjo del injerencismo castrista. Logrando lo que ni siquiera lograron Bolívar y su telúrico movimiento emancipador al comienzo de la historia republicana de la región: trastocar la historia de Cuba, último baluarte de la corona española hasta que fuera independizada a comienzos del siglo XX por las cañoneras norteamericanas, y desquiciar al Brasil, que sufre, ahora mismo y en las figuras de Lula y Dilma Rousseff, de sus postreros coletazos. Pues Lula y Dilma son tan inventos de Fidel Castro y del castro-comunismo como lo fueran Salvador Allende y Pepe Mujica, Hugo Chávez y Daniel Ortega, Evo Morales, Ollanta Humala, Rafael Correa, Néstor y Cristina Kirchner. Si bien algunos de ellos, como Salvador Allende, surgieron mucho antes del seno de sus partidos populares, es cierto, pero todos ellos, influenciados, reforzados, respaldados, acuciados y financiados en sus gestiones por la ideología, el dinero, las armas y los hombres de la revolución cubana. Incluso Juan Manuel Santos, Michelle Bachelet y José Miguel Insulza, sus más edulcorados, travestidos y no por ello menos destructivos compañeros de ruta. Sin contar la letal influencia aniquilante y desintegradora de la Internacional Comunista Latinoamericana que Fidel Castro fundara en 1990 junto a Lula da Silva quien, ya con ese antecedente, desmiente cualquier asomo de inocencia: el Foro de Sao Paulo. No se explican la supervivencia de las FARC ni del ELN, con su medio siglo de guerras, atentados, secuestros y acosos al Estado de Derecho colombiano; los Montoneros argentinos y los Tupamaros uruguayos; el MIR de Venezuela y el MIR chileno; y la retahíla de desastres que han asolado la región y se han llevado por delante a millares de víctimas, atroces dictaduras y espantosas violaciones de los derechos humanos sin la omnímoda, autocrática y turbulenta injerencia de Fidel Castro. Parafraseando a Carlos Franqui, que fuera tan leal a la revolución democrática y liberal cubana como la inmensa mayoría de los cubanos, que juraban estar defendiendo su proyecto liberal republicano de las garras de la dictadura de Batista, como Huber Matos y los miles de combatientes antibatistianos fusilados, encarcelados o desterrados luego del violento y sanguinario asalto al poder por los hermanos Castro, sus usurpadores: es una verdad incontrovertible que el triunfo de la revolución castrista ha sido, y es todavía, el más trágico acontecimiento de la historia de América Latina.

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Es una doble tragedia para Venezuela, que fuera arrancada de los brazos del castro-comunismo al borde de quemarse en la hoguera de los mismos fuegos. Si entonces no cayó en las garras de la ciclópea ambición de los hijos del gallego Ángel Castro, se debió a la influencia rectora de uno de los más grandes políticos latinoamericanos de toda su historia: Rómulo Betancourt. Que contrariando incluso la voluntad desquiciada de los sectores revolucionarios de su propio partido, Acción Democrática, lograra imponer la democracia y sentar las bases del más acabado liberalismo social de mercado, facilitado en el caso de Venezuela por sus ingentes recursos petroleros. Durante todos esos años, desde el 23 de enero de 1958 hasta el 6 de diciembre de 1998, Venezuela fue el único bastión capaz de oponerle un cortafuegos cívico y constitucionalista al castrismo, tanto como a las dictaduras militares que castigaran los intentos injerencistas cubanos en los países del llamado Cono Sur. Una democracia social próspera, justa y solidaria, que sirviera de faro a los delirios extremistas de la región. Y de refugio a los perseguidos políticos que, en un oprobioso giro, le volvieran la espalda cuando terminara por caer también en las garras del castrismo terminal. El que salvando a Cuba de la debacle final y poniendo a su disposición los fabulosos recursos petroleros, lograra empujar al poder a las izquierdas castristas latinoamericanas.

La debacle de la democracia venezolana y el naufragio que ha sufrido su sociedad cayendo en los abismos del castro-comunismo debieran ser materia de estudio y reflexión en el seno de las élites políticas de la región. Pues si bien en su caso confluyeron un conjunto de factores específicamente venezolanos, que culminaran en la ominosa traición de sus élites académicas, políticas y empresariales y la aberrante renuncia de sus fuerzas armadas a obedecer los imperativos constitucionales, seducida su alta oficialidad por la corrupción a destajo y los inagotables recursos financieros que el castro-chavismo pusiera en sus manos, no es menos cierto que en el trasfondo de su caso, como en el de toda la región, el populismo, el rentismo mercantil y clientelar de las clases dominantes, la estatolatría y el menosprecio a los valores de la libertad, el emprendimiento, el individualismo y el derecho a la propiedad privada dominan por sobre todos los valores que sirven de sustento a las democracias. Como lo he señalado en otras ocasiones, el liberalismo es la asignatura pendiente de América Latina desde sus tiempos fundacionales. Que acompañados del caudillismo autocrático y militarista propiciados por quienes han sido y siguen siendo objetos de culto ha hincado sus raíces en la esencia latinoamericana. “La devoción”, ha sostenido el hispanista francés Jacques Lafaye, “ha estado mucho más arraigada que la razón en América Latina”. Es la hora de apostar por la razón. Sobre todo ahora, cuando los signos nos son tan favorables. Es la hora de la libertad.

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