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“Dios escribe recto sobre líneas torcidas”


AUGE Y CAÍDA DE LA SEXTA REPÚBLICA

Antonio Sánchez García | 15/05/2018 | Web del Frente Patriótico

ALEA IACTA EST AUGE Y CAÍDA DE LA SEXTA REPÚBLICA “Será una tarea de las nuevas generaciones. Sin el sargazo de partidos esclerotizados ni trasnochados líderes de pacotilla. Presagio un futuro luminoso. Justo pago a dos décadas de sufrimientos y torturas. Que Dios nos escuche.”

Antonio Sánchez García @sangarcc

Dios, dice la Biblia en el Génesis, escribe recto en líneas torcidas. Si Falcón no existiera, hubiéramos tenido que inventarlo. Introdujo el chavismo de contrabando en las filas de la MUD, como en su momento lo hiciera Arias Cárdenas de la mano de Teodoro Petkoff en la Coordinadora Democrática, y contribuyó, de la mano esta vez de Henrique Capriles, a dividirla entre halcones y palomas. Se sumó finalmente, consciente o inconscientemente a los esfuerzos de la dictadura por hundirse ella y llevarse por delante al llamado Frente Amplio. Sirviendo como un iceberg al naufragio de lo peor que sobrevive de la vieja politiquería de la Cuarta República: de AD a COPEI y del MAS a la ultra izquierda. Tenían que ser desalojados junto con el tirano, tarea ingrata y compleja facilitada por el último fogonazo de la tiranía cubana: ofrecerles compartir los despojos del festín y rastrojear entre los manteles para agarrar manque fallo. Han creído posible la última salida in extremis del tirano, sobre la plataforma de una sexta república: Maduro en la presidencia, Falcón en la vicepresidencia, Eduardo Fernández en la cancillería y así sucesivamente. Fue atribuirle demasiada astucia a los cubanos y su hombre en Caracas. Fueron a por todas, y saldrán trasquilados.

Falcón no compartirá con Maduro otra cosa que la derrota y saldrá de esta mala tragedia, acompañado por sus alabarderos, por la puerta de servicio. Ya reconocen algunos electoreros y dialogantes que lo empujaron al escenario que Falcón ha sido desplazado del coprotagonismo por Tibisay Lucena al tercer lugar. Y que, con ello, él y todos los que lo han avivado: Fermín, los Fernández y Hernández, los Márquez y ese jolgorio de noveleros, teatreros, comunicadores y abajo firmantes que se sumaron a la banda serán arrasados del panorama político venezolano. Tant mieux! El lastre debe ser desprendido de la carga de la República si queremos reflotarla. Y si flotan en la república del futuro, cada vez más próxima y cercana, será como la maroma en el mar de los sargazos. Plomo en el ala de un pájaro muerto.

Obama creyó que pasaba a la historia aferrándose a los Castro. Se hundió entre los restos de los cadáveres devorados por los tiburones. No lo recordará ni su familia africana. Trump sabe que ya está ingresando a la historia por enfrentarse, cual San Jorge, a todos los dragones: le ha bastado estirar la cuerda para despacharse a Kim Jon Un, se está despachando a los iraníes, tiene empachados a chinos y rusos y ha puesto en la mira de sus iracundias a Venezuela, Nicaragua y Cuba. Que caerán en los tiempos que restan en el mismo orden de preminencias.

No es una simple amenaza. Actúa, como diría Parménides, el presocrático, “según el orden del tiempo”. En Colombia vencerá Iván Duque, que conformará junto con Donald Trump, Pompeo y Mike Pence la tenaza que estrangulará a Maduro. Si llegara a ganar López Obrador en México, se cuidará de avivar el fuego de la xenofobia antimexicana rompiendo lanzas por el nuevo gobierno cubano y saliendo en defensa de Maduro. Su política exterior será moderada e irá a lo suyo: atraer inversiones y desarrollar su economía. Políticamente, el terreno está llano para el despeje. La próxima década verá un gobierno democrático en Cuba y el luminoso renacimiento de Cuba como en sus mejores tiempos. Renacerá el Caribe “y pagarán su culpa los traidores…”

Venezuela debe aprontarse para un gobierno de transición, preparar su milagro económico – apuesto a Miguelito Rodríguez en el papel del Ludwig Erhardt venezolano – y coronar el gran empuje hacia la Segunda Independencia: el predominio hegemónico del liberalismo político e ideológico en la región.

Será una tarea de las nuevas generaciones. Sin el sargazo de partidos esclerotizados ni trasnochados líderes de pacotilla. Presagio un futuro luminoso. Justo pago a dos décadas de sufrimientos y torturas. Que Dios nos escuche.

LA IZQUIERDA VENEZOLANA ENTRE LA PROSTITUCIÓN Y LA COBARDÍA

Gustavo Coronel | 15/05/2018 | Web del Frente Patriótico

Cuando yo estaba activo en la industria petrolera venezolana, en la década de 1970, no pasaba un día sin que miembros destacados de la izquierda venezolana se expresaran de manera crítica en contra de PDVSA. Gonzalo Barrios (izquierda moderada) decía que los ejecutivos petroleros ganaban demasiado dinero. La izquierda caviar se refería a la gerencia petrolera como apátrida y colonizada. La extrema izquierda enquistada en las universidades, como Francisco Mieres y Gastón Parra hablaba de una nacionalización “chucuta”. Saboteadores de oficio como Radamés Larrazábal trinaban en contra de los títeres del imperialismo refugiados en la empresa. Los ex-guerrilleros quienes se habían alzado en contra de los gobiernos democrático de AD, en las montañas, en Carúpano y Puerto Cabello, enfilaban sus baterías en contra de la industria petrolera nacionalizada. Los traidores a la patria, quienes le habían servido de baqueanos a los invasores cubanos en Machurucuto se permitían hablar mal en contra de la gerencia profesional que administraba la empresa.

Grandes protestas se dirigían hacia las “colitas” dadas a los familiares de los gerentes de PDVSA en los aviones de la empresa. Cuando estalló el escándalo de los PetroEspías, el único que conmovió la industria recién nacionalizada, por cierto denunciada por la misma empresa, el coro de críticos sugirió que ello era indicio de una corrupción generalizada.

A pesar de esas críticas la PDVSA liderada por el General Rafael Alfonzo Ravard se colocó entre las primeras empresas petroleras del mundo y ganó credibilidad y respeto en el sector petrolero mundial. Debido a su ceguera ideológica la izquierda venezolana nunca la aceptó como válida sino que continuó atacándola.

¿Qué pasa hoy en día? Aunque la mayoría de los críticos originales han muerto, sus discípulos y los escasos sobrevivientes de aquella época ven la ruina total de PDVSA, la corrupción, el desplome operacional, el uso de aviones de la empresa para ladrones, compinches, parásitos y prostitutas internacionales con indiferencia y en cobarde silencio. La izquierda venezolana h sido cómplice pasivo y activo del desplome y de la prostitución de PDVSA, de su conversión en quincalla de ofertas populistas para un pueblo hambriento y agradecido por limosnas tales como gasolina gratis, CLAPS, bonos y misiones. Han sido algunos de sus miembros quienes han conducido a PDVSA al abismo, hampones como Ali Rodríguez, Rafael Ramírez, Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Gastón Parra, teórico del marxismo, apenas duró semanas en la presidencia de la empresa, apenas un indigno instrumento político de Chávez. Mieres logró ser embajador de Chávez en Moscú y salió en desgracia. Carlos Mendoza Potellá ha durado bastante como asesor de organismos del narco-régimen y hasta se permite hoy ser un moderado crítico de la tragedia petrolera venezolana, quizás el único “disidente” de la izquierda complaciente.

¿Como se explica este desdoblamiento ético, este colapso de la conciencia? Yo no lo sé porque, para saberlo, hay que ser un venezolano de izquierda, con mente llena de clichés y mitos que vienen desde la Rusia de Stalin y la Cuba de Fidel Castro. Hay que ser prisionero de dogmas absurdos, de filosofías políticas negadas por la realidad, de una teología política donde coexisten algunos buenos deseos y algunos sentimientos de solidaridad con los pobres con el odio hacia la clase media, con lecturas indigestas, con complejos de inferioridad y con nuevos deseos de poder y riquezas. No nos engañemos: estos izquierdistas del chavismo han dejado a un lado sus ideas de solidaridad social para dedicarse a hacer dinero. Las familias Chávez, Maduro y los El Aissami y los Merentes de la Venezuela del siglo XXI han amasado grandes fortunas de manera criminal. Y aún quienes no han querido robar por pertenecer al grupo honesto del izquierdismo todavía defienden los procesos que mantienen a los ladrones en el poder, ya que el peso del compromiso ideológico es demasiado grande. Cierran los ojos ante el desastre.

Por eso es que estos cobardes del izquierdismo chavista han inventado la “guerra económica”, la “siembra petrolera”, las “misiones” y el diálogo a lo Falcón y Timoteo desde el cual urgen la coexistencia pacífica con el régimen. Están agobiados bajo el lastre muy pesado de décadas de adoctrinamiento ideológico que les ciega ante las evidentes señales de podredumbre del régimen de Maduro. Todavía hoy hay miembros destacados de la izquierda venezolana y latinoamericana que rehúsan ver al narco – régimen venezolano como una despreciable dictadura. Después de todo, son los mismos que solían ir en peregrinación a postrarse de rodillas ante Fidel Castro en La Habana, los mismos que firmaron el grotesco y sumiso manifiesto de bienvenida a Fidel Castro en una de sus visitas a Caracas.

Así como siempre he admirado la izquierda venezolana y de “El Morrocoy Azul”, a lo Aquiles Nazoa y Antonio Arráiz, la cual tuvo entre sus filas a intelectuales de valor, gente idealista y sana, así desprecio a esta izquierda adoctrinada y servil, a lo José Vicente Rangel, la cual acepta hoy en silencio y hasta participa activamente del desastre que ha significado el narco-régimen de Hugo Chávez y Nicolás Maduro apoyado por la Fuerza Armada que ha saqueado las finanzas venezolanas durante los últimos 20 años.

Esa es una izquierda cobarde y doblemente traidora.

GOBIERNO DE EMERGENCIA NACIONAL

| 15/05/2018 | Web del Frente Patriótico

En un premonitorio editorial del 15 de febrero de 2016, Analitica.com titulaba “Se requiere un gobierno de emergencia nacional” (verhttps://www.analitica.com/opinion/se-requiere-un-gobierno-de-emergencia-nacional/). A más de dos años, el editorial terminaba sentenciando: “De persistir el gobierno en el estéril enfrentamiento con la Asamblea, que en el fondo es también con la mayoría del pueblo venezolano, el desenlace puede ser trágico y nefasto para la recuperación del país y para el restablecimiento de la democracia en Venezuela.”. El editorial mostraba la preocupación de todos los venezolanos de la decisión del régimen de ignorar a pocos días de ser instalada la oposición en la Asamblea Nacional, la voluntad del pueblo soberano expresada en las urnas el 6D-2015.

Y fue trágico y todavía no toca fondo. El régimen todavía sigue ignorando la voluntad popular. Pero lo más trascendental de eso es que cuando todos hablábamos de la necesidad de un gobierno de transición, lo que en realidad se requería, ante el grado de destrucción de ese entonces, era un gobierno de emergencia, como lo sugería el editorial al comparar la destrucción de la Venezuela de hace dos años con Europa al concluir la II Guerra Mundial, con Plan Marshall incluido. Si en ese entonces se justificaba ese Gobierno de Emergencia Nacional, ni decirles que ahora es una necesidad perentoria.

¿En qué se diferencian ambos términos y porque debemos comenzar a pedir ese Gobierno de Emergencia Nacional y no un Gobierno de Transición? En que a raíz del comienzo del proceso de destitución por delitos de corrupción iniciado por el TSJ legítimo en contra de Nicolás Maduro Moros, lo que está constitucionalmente establecido es que una vez depuesto el ocupante ilegitimo de la Presidencia de la República y sustituido por alguien constitucionalmente válido (no incluido al actual ocupante de la Vicepresidencia de la República), debe procederse a concluir el período constitucional y llamar a elecciones legítimas.

Pero, ¿es realmente eso lo que es más conveniente para el país en el actual estado de cosas donde la gente se está muriendo en los hospitales y por hambre en las calles? ¿Llamar a un proceso electoral en un entorno completamente inhóspito, con un país y una burocracia gubernamental secuestrados por hambre a través de una tarjeta de alimentación? Algunos dirán, “bueno, es que ya en ese momento habremos cambiado a Maduro y esos detalles se corregirían antes del proceso”.

Nada más alejado de la realidad. Solamente si consideramos que el sistema electoral venezolano está completamente viciado y distorsionado a favor del régimen y su partido, no es posible realizar ni siquiera la elección de una reina de belleza sin que el resultado sea modificado. Y para comenzar a depurar técnica e institucionalmente todo el sistema se requiere de un tiempo importante que debería comenzar por la depuración del Registro Electoral. La intervención del CNE debería ser lo primero que tiene que acometer un Gobierno de Emergencia Nacional.

Por otro lado, la designación de un nuevo Gobierno, que debe asumir la Asamblea Nacional en una atribución que no pueden eludir porque forma parte de sus responsabilidades constitucionales, requiere de un acuerdo político que de suyo es complejo. Ya van tarde porque el mandato expresado contundentemente el 16J-2017 fue deliberadamente ignorado, con la intención expresa de negociar con el régimen en República Dominicana. Ahora teniendo una exhortación del TSJ legitimo designado por ellos para iniciar el procedimiento constitucional correspondiente, la Directiva de la Asamblea decidió de nuevo cometer el error de ignorar la designación de un nuevo gobierno. Están a tiempo de cambiar eso.

Una vez designado al sucesor de Maduro, ese sucesor debe conformar un gobierno que lejos de llamar a un proceso electoral debe acometer “la ciclópea tarea de corregir todo aquello que ha conducido a Venezuela a la peor crisis de su historia republicana” como lo indicaba el editorial citado, sin perder un segundo de tiempo. Es por eso que lo que Venezuela necesita es un Gobierno de Emergencia Nacional, no uno de transición para llamar a elecciones. ¡Estamos en emergencia! Pero voy más allá.

Ese Gobierno de Emergencia Nacional, en uso de sus atribuciones, tiene que tener la obligación de consultarles a los venezolanos acerca de su futuro, acerca de la refundación del país. Un país destruido y necesitado de un Plan Marshall, del que seguramente nos proveerá la comunidad internacional, debe plantearse una reforma institucional a fondo que arranque luego de concluido ese Gobierno de Emergencia, que debería estar en funciones al menos dos años, mientras se resuelven los ingentes problemas del corto plazo. Y esa consulta no es otra que el pueblo se pronuncie acerca de un proceso Constituyente de carácter Originario por iniciativa popular.

Lamentablemente tengo la sensación que ningún partido de la oposición oficial está viendo el problema de esta manera. Viven de las glorias del pasado. Creen que volverán al país de 1998 y están equivocados. Creen que será suficiente con ir a una transición y elegir a un nuevo gobierno sin cambiar las estructuras fundamentales del país, en una suerte de “quítate tú para ponerme yo”. Y eso es un error monumental porque el país debe cambiar para mejor y asegurar el futuro de las nuevas generaciones. No murieron cientos de jóvenes en estos años para jugar al “gatopardismo” de cambiar para que todo quede igual. Aquí deberemos convivir con una suerte de nuevo “peronismo democrático” (si es que eso posible) que quedará luego de esta debacle chavista-madurista. Y ese país nuevo deberemos diseñarlo y construirlo junto con ellos para que pueda haber estabilidad política, no es de otra manera. Es así que a todos nos conviene ese llamado al Constituyente.

Resulta paradójico que el frustrado Decreto No. 1 de los golpistas del 4F-1992 contemplara un Gobierno de Emergencia Nacional con la obligación del llamado a un proceso Constituyente durante su desarrollo (ver Los decretos del 4F, http://quintodia.net/los-decretos-del-4f/): “Artículo 4.- Estas funciones legislativas asumidas por decreto por esta máxima instancia de poder público de la República de Venezuela, durarán el tiempo necesario hasta que una próxima Constituyente, tomando en cuenta los cambios políticos fundamentales que este corte histórico en la vida política nacional haya producido a partir de la acción victoriosa del Movimiento Cívico-militar, los plasme en una nueva Constitución bajo cuya referencia se convocará al país para que libérrimamente se pronuncie por la constitución de todos los poderes públicos fundamentales de la Nación.”.

Como pueden ver, nunca como ahora el país se reencuentra con sus propios fantasmas. Ojalá que esta vez no volvamos a equivocarnos y se entienda correctamente un Gobierno de Emergencia Nacional a favor de todos los venezolanos, que nos conduzca a salir de la crisis y a la refundación del país.

RECONSTRUIR A VENEZUELA

José R. Gómez Oriol | 15/05/2018 | Web del Frente Patriótico

Conocemos las culturas que nos han precedido por las obras de infraestructura y obras de arte que nos dejaron.

El mundo Maya y el Egípcio con sus pirámides y templos, así como las catedrales góticas de la Europa medieval, nos señalan el enfoque religioso y trascendente de la vida como un valor intrínseco de esos pueblos.

Con el advenimiento del Racionalismo en Europa a partir de la Reforma hace cuatro siglos, surge el Paradigma Cartesiano (Rene Decartes), que reza: “Si conocemos las partes y las relaciones entre ellas, podremos componer al todo” y “Duda de todo aquello que no sea claro y distingas en tu mente”.

En Inglaterra y simultáneamente Sir Isaac Newton logra explicar el movimiento del Universo a partir de puntos y fuerzas y surge elMecanicismo, basado en la ley causa efecto; todo ello ayudó al desarrollo de las ciencias en general.

Paralelamente también nace el Empirismo con Hobbes (“el hombre el lobo del hombre”), seguido por Locke, Berckley y Hume, para el cual solo aquello que es demostrable y comprobable mediante experimentación en laboratorio o en la práctica será aceptado como verdadero.

La comunidad científica en el Norte de Europa, producto de este nuevo paradigma y eliminadas las circunstancias dogmáticas, que habían impedido a los investigadores su desarrollo por la Inquisición, la cual casi llevó a la hoguera a Galileo, separó al hombre en dos mitades, dejando el estudio de los cuerpos físicos a los científicos y el estudio del espíritu a los religiosos; ello permitió el desarrollo de las ciencias (química, física, biología, matemáticas, etc.) y de la medicina y de la ingeniería como aplicación práctica de estas, pero descompuso al ser humano en dos partes separadas (espíritu para los curas y materia para los científicos).

En apenas cuatrocientos años, debido a este desarrollo práctico de las ciencias, que dejaron de estar subordinadas al poder religioso, las grandes obras pasaron al servicio material del hombre. El arte, la ingeniería y la arquitectura se concentraron en el desarrollo de grandes edificaciones y obras de infraestructura, en complejos financieros y se construyeron grandes centros comerciales, hoteles, salones de convenciones y sistemas de transportes terrestres, marítimos y aéreos para el traslado y llegada de hombres de negocio y turistas a todos los puntos del planeta.

Venezuela a comienzos del siglo XX descubre petróleo, comienza a desarrollar esta industria y con la llegada del gobierno de Marcos Pérez Jiménez en la mitad de ese siglo, llega la modernización del país a través de un programa de obras de infraestructura, utilizando los recursos obtenidos con el oro negro, y aplicando las nuevas tecnologías constructivas y por primera vez una planificación. Los Ministerios y entes de la Infraestructura para ese entonces invierten un 80% a 90% de sus recursos en obras y un máximo de un 20% a 10% en control y gastos de gestión.

Hoy, a principios del siglo XXI y de un nuevo milenio, nos encontramos con un país en donde el 80% al 90% de los recursos se invierten en gasto corriente, es decir “Burocracia” y programas supuestamente sociales que consolidan un clientelismo político y no generan riqueza, y continúa el pago de una deuda tanto externa como interna, que no baja a pesar de cuantiosos ingresos, con la gravedad de nuevos endeudamientos que comprometen a las generaciones futuras; y si acaso se invierte un 10% al 20% del presupuesto de infraestructura en la construcción real de nuevas obras, las cuales muchas de ellas quedan inconclusas por largos períodos.

Esta situacion se complico aun mas en el gobierno de Maduro y estamos en el 2018, con un Estado fallido, una poblacion enferma y muerta de hambre, y una hiperinflacion, con la mayor emigracion poblacional o diaspora conocida en la historia del continente.

El arte a nivel planetario se ha concentrado en los grupos financieros y económicos, en las casas de grandes empresarios y políticos que son los nuevos mecenas y también a Dios gracia en los museos para el disfrute visual del hombre.

La humanidad se ha materializado a tal extremo que el péndulo ha comenzado a devolverse con el surgimiento de movimientos espirituales y ecológicos, que llaman a una nueva era; ellos compiten con las religiones tradicionales; simultáneamente la especulación en la economía planetaria ha hecho estragos en los mercados de capitales y hay quien pronostica el segundo colapso del sistema financiero internacional como algo inminente a muy corto plazo.

Con el surgimiento del Blockchain que ha dado credibilidad de seguimiento a las criptomonedas, se destapa un nuevo sistema financiero no controlado por gobiernos. El surgimiento en paralelo de la inteligencia artificial y la robotizacion, asi como nuevas formas de producir y conducir la energia, cambiaran al mundo que conocemos.

Venezuela no ha podido escaparse de estos valores y tendencias y las consecuencias de todo ello las estamos viviendo, con el agravante de una imposición de un modelo Socialista ineficiente y obsoleto, que nada ayuda a la eliminación de la pobreza en nuestro país, sino que la incrementa y mucho menos permite a la construcción de nuevas obras de infraestructura necesarias y que muestren a las nuevas generaciones algo trascendente. Nuestra infraestructura existente por otro lado colapsa por falta de mantenimiento y no hay presupuesto para ello y mucho menos para nuevas obras urgentes.

Reconstruir a Venezuela para prepararla a este nuevo milenio es la gran labor a realizar, será el producto de un nuevo liderazgo que tiene que ejercer el próximo Presidente de todos los venezolanos y que debe de realizarse en equipo y bajo un nuevo paradigma que respete al hombre, su propiedad y a la naturaleza como primera prioridad.

Y digo reconstruir, pues no solo bastará con dar mantenimiento mayor a muchas de las obras existentes que se desploman, concluir lo inconcluso y empezar con el déficit acumulado de nuevas obras, que tanto hacen falta para activar al país y darle soporte al desarrollo, sino que también habrá que reprogramar al venezolano en sus valores y forma de actuar, si queremos un país próspero económicamente y sólido moralmente.

En un mundo globalizado por la tecnología comunicacional y las interacciones de los mercados, es fundamental el rescate de los valores trascendentes, si queremos la supervivencia del hombre y con ello salvar a este planeta azul en donde se gestó la vida.

La totalidad tiene que pasar a ser mas importante que las partes en este mundo holístico y Venezuela que es una parte de ese todo, debe dar un salto gigantesco para empatarse a la carrera del desarrollo perdido; ello comienza por el “yo quiero” y después por el “yo puedo”, es decir por la fuerza de su corazón y por la de su espíritu.

Solo cuando entendamos que somos uno en el todo, es decir cuerpo y espíritu reunificado; que hay que cuidar tanto lo uno como lo otro y buscar el equilibrio, sucederá el cambio que tanto deseamos.

Hay mecanismos para reconstruir físicamente a Venezuela si el nuevo liderazgo se lo propone, como lo fue la “Ley de Concesiones de Obras y Servicios Públicos” derogada por este gobierno Socialista nefasto, ella debe perfeccionarse, actualizarse, mejorarse y aclararse, reglamentándola y hay que convencer y motivar a la población, de que hay que pagar tarifas de equilibrio, pues el mayor costo es cuando no se tiene la obra o el servicio necesario.

También hay otros instrumentos que pueden ser desarrollados para este fin, como sería una “Ley de Valoración por Mejoras”, que ayude a construir obras con el aporte de los beneficiados.

Pero para reconstruir a Venezuela, también hace falta un programa de concientización y educación colectiva que en “Libertad” y con disciplina, nos ubique en el contexto del progreso tanto moral como económico.

Del nuevo liderazgo que debe surgir por colapso del actual, y del ejemplo de este, así como de su capacidad de gestión con un sólido equipo multidisciplinario y entrelazado por valores trascendentes, y de su capacidad de motivación, para entusiasmar a todos los venezolanos, depende nuestro éxito colectivo muy prontamente y la reconstrucción de Venezuela.

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