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Cuando compruebo que mi abuela materna Bárbara Luisa nacida en San Antonio del Táchira tenía razón


El Mundo viernes, 18 de mayo de 2018 09:47 am

Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, acusó a su homólogo Nicolás Maduro de pagar a ciudadanos colombianos para que voten en las elecciones presidenciales de este domingo.

Santos indicó que el pago es para que obtengan cédulas venezolanas para que puedan participar en los comicios electorales.

“Por fuentes de inteligencia confiables, tenemos conocimiento de un plan del régimen de Maduro, en marcha desde finales del año pasado, para cedular y trasladar ciudadanos colombianos para que voten el próximo domingo 20 de mayo”, dijo el mandatario de Colombia.

Explicó que el plan detalla “la forma, los procedimientos y los pagos a efectuar para garantizar el movimiento de los votantes y su voto a favor de Maduro”.

Fuente: EF

Colombia incautó 400 toneladas de alimentos del CLAP en mal estado

El gobiero de Santos denunció presuntos casos de corrupción de las empresas que importan estos alimentos a Venezuela

Por GDA | EL TIEMPO | COLOMBIA

18 DE MAYO DE 2018 09:06 AM

El gobierno de Colombia incautó este jueves 400 toneladas de alimentos destinados a los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) en el puerto de Cartagena, debido a que no estaban aptas para el consumo humano.

El presidente colombiano Juan Manuel Santos anunció el decomiso de la mercancía y denunció que las cajas serían utilizadas presuntamente para fines políticos, a propósito de las elecciones presidenciales de este domingo 20 de mayo.

"A través de ellos explotan la crisis humanitaria de los venezolanos no solo para ejercer un control político y social, sino con fines electorales y para reprimir a la oposición", precisó Santos.

El mandatario adelantó que su gobierno investigará presuntos casos de corrupción involucrados con las empresas que importan esos alimentos a Venezuela desde México, Colombia y otras naciones.

"En el marco de la investigación que permitió este decomiso hay evidencias de posibles delitos de corrupción, lavado de activos y enriquecimiento ilícito. He solicitado a la Policía Nacional y la DIAN entregar todas las pruebas recolectadas a la Fiscalía General de la Nación, con quien hemos venido trabajando, para que avance la investigación, en la que también están colaborando autoridades de otros países.", dijo Santos.

Denuncian que las FARC y el ELN hicieron campaña por Maduro

El presidente de la Fundación en Defensa de los Derechos Humanos Redes aseguró que ejercen influencia y presión directa sobre la población para que asistan a votar el próximo 20 de mayo

Por EL NACIONAL

18 DE MAYO DE 2018

El director de la Fundación en Defensa de los Derechos Humanos Redes, Javier Tarazona, solicitó ante el Ministerio Público el inicio de una investigación, debido a que en 10 estados del país, tanto las FARC como la del ELN hicieron campaña a favor de Nicolás Maduro.

“Ejercen influencia y presión directa sobre la población para que asistan a votar el próximo 20 de mayo por el candidato a la reelección Maduro”, dijo Tarazona.

Explicó que luego de una amplia investigación que realizaron desde Redes en Táchira, Zulia Apure, Barinas, Mérida, Portuguesa, Amazonas, Bolívar, Cojedes y Guárico, pudieron constatar y tener acceso a panfletos y comunicados, presumiblemente de ambos grupos armados que llaman a la defensa del proceso que representa Nicolás Maduro en el país.

OIGA VEA, VENGA Y LE CUENTO…

OBSCURA CONJURA CONTRA COLOMBIA

Eduardo Mackenzie | 15/05/2018 Web del Frente Patriótico

Retengamos estos nombres: Marco Tulio Álvarez, alias “Quasimodo”, y Efraín Russ Farfán. El primero es un jefe de contrainteligencia del Sebin, un aparato represivo de la dictadura venezolana. El segundo es un operador del G2, un servicio de espionaje cubano. Retengamos estos otros nombres: Roland Morett, Aiskel Torres, María Alejandra Ramírez y Roylad Belisario. Todo ese personal ha sido mencionado por ABC, un diario español conocido por la seriedad de sus investigaciones. Todos están involucrados de alguna manera en un asunto muy turbio: un complot para asesinar al senador y ex presidente colombiano, Álvaro Uribe Vélez.

Si le ocurre algo al líder del partido Centro Democrático, o al candidato presidencial del CD, Iván Duque, esos seis deberán ser los primeros en ser capturados e interrogados y las embajadas de Cuba y Venezuela tendrán que afrontar las consecuencias de la ira popular.

No estamos ante el cuento de un lunático, como ha sugerido la exsenadora roji-verde Claudia López. El ministro del Interior colombiano, Guillermo Rivera, fue quien reveló al expresidente Álvaro Uribe, el 26 de abril pasado, que un “posible atentado” contra él estaba en preparación. Ese mismo ministro reveló que, en consecuencia, la Unidad Nacional de Protección (UNP) y la Policía Nacional habían recibido la orden de “reforzar el esquema de protección” del expresidente Uribe.

La prensa colombiana y española informaron que la Agencia Nacional de Inteligencia de Colombia tiene los nombres de los conjurados y trabaja en estos momentos para dar con el paradero de esa gente. Guillermo Rivera dijo que una “fuente humana” reveló que hay “un plan para atentar contra la vida” del exmandatario colombiano.

Por su parte, el expresidente Andrés Pastrana afirmó que en la acción contra Uribe estarían participando “militares venezolanos y miembros de la inteligencia cubana”. Más precisamente, el diario ABC aseguró que fuentes cercanas a la investigación judicial revelaron que “los autores intelectuales y materiales del [posible] atentado serían el coronel venezolano Marco Tulio Álvarez, alias ‘Quasimodo’, jefe de contrainteligencia del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin); el narco colombiano Roland Morett, el cónsul venezolano en Cartagena, Aiskel Torres, y los funcionarios de la Embajada de Venezuela en Colombia María Alejandra Ramírez y Roylad Belisario, a los que se suman el agente del servicio de inteligencia del G2 cubano, identificado como Efraín Russ Farfán”.

Lo que dijo el ministro Rivera

El mismo expresidente Uribe denunció “un posible atentado que se estaría fraguando en su contra”. Una radio de Bogotá aseguró que él había revelado que “detrás de este hecho estarían involucrados criminales locales y extranjeros”. Uribe ratificó que el ministro del Interior, Guillermo Rivera, y el coronel Juan Carlos Rico, director de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI), eran quienes lo habían notificado que había contra él graves amenazas.

Es la primera vez, desde 1948, que nombres de miembros de células subversivas extranjeros aparecen en diarios de la prensa colombiana y española como posibles “autores intelectuales y materiales” de un magnicidio en Colombia. Con ese crimen los conjurados intentarían suspender las elecciones presidenciales, cuya primera vuelta será el 27 de mayo próximo. Según todas las encuestas de opinión, el favorito para ganar la presidencia de la República es Iván Duque, del Centro Democrático.

Esas circunstancias hacen temer que el peligro de un atentado sea una cuestión inminente. Por eso resulta inaudita la actitud de las autoridades colombianas. Luego de dar la escueta pero pavorosa información al ex presidente Uribe, esas autoridades se han hundido en el silencio y en una aparente inactividad.

Si los servicios de seguridad tienen los nombres, perfiles y paraderos de los presuntos involucrados ¿qué están esperando para interrogarlos, capturarlos y expulsarlos si son extranjeros y si están en Colombia? Parece que nada de eso han hecho. La excusa de que se trata de una investigación “secreta” no basta. Aquí nada puede ser “secreto”. La vida de un ex presidente está en peligro y, además, la continuación de la campaña presidencial está en juego. La opinión merece saber si hay, al menos, actos concretos para desbaratar la célula criminal descrita o si ya fue hecho el arresto y expulsión de esos individuos.

El presidente Juan Manuel Santos, en lugar de encarar esa situación, abandonó el terreno. Alegó que tenía invitaciones en Alemania, Hungría e Italia y tomó un avión. Mientras tanto, el ministerio del Interior criticó al expresidente Uribe por haber informado a la opinión pública acerca de lo que estaba ocurriendo, e hizo otro tanto contra al ex presidente Pastrana quien pidió precisiones sobre el plan para atentar contra el senador Uribe.

Un cubano con perfiles obscuros

A la luz de esos hechos vuelve a cobrar importancia el caso tan enigmático del cubano capturado el 13 de marzo de 2018 en Pereira. ¿Tiene ese individuo algo que ver con las actividades subversivas del G2 en Colombia evocadas por el diario ABC? Es posible. ¿Por qué ese cubano, quien está en la cárcel de alta seguridad de Cómbita, pudo ser entrevistado en la Picota por una radio de Bogotá este 3 de mayo, seis días después de que el ministro del Interior informara al ex presidente Uribe que había un plan contra él?

Las explicaciones contradictorias del cubano muestran un agente que, tras ser capturado, busca ocultar su identidad y su misión oficial para confundir a la fiscal que lo investiga. Al hacerlo él podría estar protegiendo a un servicio secreto cubano. El cambiazo de identidad y de perfil es un viejo artilugio de espías ordinarios (1).

El cubano dice llamarse Raúl Gutiérrez Sánchez. En marzo, cuando fue capturado por la Fiscalía, con ayuda de los servicios americanos y españoles, dijo que luchaba “contra los americanos” y que iba a realizar un atentado con explosivos contra empleados de la embajada de Estados Unidos en Bogotá y políticos colombianos. Su instructor telefónico, un español que responde al nombre de Francisco Quintana, sigue oculto. La Policía de Colombia dijo que Gutiérrez había ingresado varias veces de manera ilegal a Colombia y que había sido deportado en 2015 y 2017, y que las conversaciones interceptadas lo vinculaban con el “radicalismo islamista”.

Cuando fue capturado, Gutiérrez gritó que no trabaja para los servicios de seguridad del gobierno de Cuba y deslizó esta frase: “Ya la semilla está sembrada”. Medios de prensa intentaron pedirle explicaciones a la embajada de Cuba en Bogotá sin obtener respuesta. Semanas después, el detenido adoptó una narrativa diferente: negó que tuviera algo que ver con Daesh e insistió en que estaba en Colombia para hacer labores de inteligencia para perpetrar un “atentado contra la embajada de Cuba en Bogotá”.

¿Un “justiciero” anticastrista?

En la entrevista con Vicky Dávila, el 3 de mayo de 2018, desde la Picota (2), el cubano ratificó eso y concluyó: “Soy un soldado, quiero que me traten como un soldado”, “quiero que me fusilen”. “Si quedo libre es peor”. En ese incisivo diálogo, el hombre se esforzó por aparecer como un agente financiado por “el exilio cubano de Miami” que lucha “contra el gobierno cubano” y como alguien que recibe órdenes de “la ultraderecha de Colombia”. Dijo que en Pereira había ayudado a preparar un atentado contra el jefe de las Farc, Timochenko, y que su grupo clandestino, el MJ-51, de diez miembros, preparaba otro contra el candidato Gustavo Petro.

Pero Gutiérrez no es muy hábil en el manejo de su nuevo perfil, y se le enredan a veces los cables. Dice que es un “justiciero” anticastrista, pero dice cosas enseguida que corroboran lo contrario. Contó que había nacido en La Habana el 7 de junio de 1972, que había participado en el “movimiento revolucionario cubano” y recibido entrenamiento militar. Detalló que había hecho cursos en Cuba en “inteligencia, explosivos, defensa personal y mucha ideología” (3), que había vivido en Chile de 1992 a 1998 y que sus hijos vivían en La Florida.

Ante Vicky Dávila y Jairo, colega de ella, Gutiérrez desenvolvió plenamente su ovillo. Afirmó que no puede entrar a Estados Unidos pues allá hizo “actividades de inteligencia para narcotraficantes” y negó tener lazos con el régimen chavista. Varias veces insistió en que tiene vínculos “con la derecha venezolana”.

Sin dar precisión alguna, aseguró que “recibe perfiles” de “la ultraderecha colombiana”, y que había entrado a Colombia por Casanare (que no tiene frontera con Venezuela). Subrayó que había estado en Armenia “para perpetrar un atentado contra Timochenko” y que quería tomarse a bala la embajada cubana en Bogotá y matar a Gustavo Petro.

Este último, Petro, explotó a placer al día siguiente esa leyenda, en un mitin en Santa Marta –con escudos humanos, incluyendo una niña–, donde insultó copiosamente al Fiscal General, Néstor Humberto Martínez, y afirmó que era falso que hubiera amenazas contra su rival, Iván Duque. Insistió en que las amenazas verdaderas venían de un “mercenario contratado por la ultraderecha colombiana” venido “desde la Florida a asesinar al candidato Petro”. El cuento de Gutiérrez había dado resultados.

¿Hasta cuándo él sostendrá esa fábula? Gutiérrez no pudo ocultar en esa entrevista su odio feroz contra Estados Unidos y contra lo que él llamó el “nuevo orden mundial”. ¿Si ese odio es tan vivo por qué atentaría contra gente como Timochenko y Petro que comparten con él esos sentimientos contra Estados Unidos y el capitalismo? “La misión mía es inteligencia, logística y contacto, mas no de acción”, distinguió. Si su labor no era de acción, ¿porque dijo que se quería “inmolar” en el atentado contra Timochenko? Para seguir desviando la atención de la justicia y de la prensa dijo que el gobierno americano lo había “traicionado”, por haber sido detenido en Colombia.

En realidad, Gutiérrez repite lo que Fidel Castro siempre dijo: que el exilio cubano “es financiado por la CIA”. Leyendo un cuaderno, le dio a Vicky Dávila una lección de castrismo al decir que “los americanos” quieren “implementar su dominio militar en Colombia”, “exterminar a las Farc, al Eln, al clan del golfo”, “extraditar a quien deseen” y “ejercer el control sobre el gobierno bolivariano de Venezuela”. Y remató con este párrafo: “El miedo deben sentirlo ustedes los colombianos cuando sientan la colonización del nuevo orden mundial que encabezan los norteamericanos”. ¿Ese es el lenguaje de un anticastrista? ¿De un sicario de extrema derecha? ¿No es más bien la visión y la semántica de un esbirro de La Habana?

De “lobo solitario” a jefe de banda organizada

Es obvio que Gutiérrez no está haciendo “revelaciones” como pretenden algunos crédulos redactores. Está hilvanando una historia y adjudicándose un doble perfil: el de un “loco” que dice todo y su contrario y el de un anticastrista, para desviar la atención de la Fiscalía y proteger a su patrón. Los once celulares que le decomisaron muestran que Gutiérrez estuvo tratando de infiltrar una red yihadista para cubrir con ese manto algún crimen pero que perdió pie y se ganó una vigilancia discreta de los servicios antiterroristas españoles y americanos. La captura en Pereira, el día que él había señalado para cometer un atentado, lo tomó por sorpresa. Por eso jugó, unos días, el papel de “lobo solitario” islamista. Enseguida, pudo haber recibido la orden de cambiar de perfil, aparecer como miembro de un grupo armado, de echar todo el lodo que pudiera sobre “el exilio de Miami” y ayudar al candidato presidencial que mejores vínculos tuviera con Cuba, mostrándolo como víctima de “la ultraderecha colombiana” (4), papel que Petro interpretó a la perfección.

¿Cómo Gutiérrez se comunica con el exterior? Los periodistas de la W no le hicieron esa pregunta. Sin embargo, el cubano dijo de refilón que su abogada defensora le transmitiría saludos a su familia en la Florida.

Gutiérrez dice que el MJ-51 tiene diez miembros en Colombia y que los atentados “siguen en marcha”. Vicky Dávila y Jairo insistieron en que él debía colaborar con la Fiscalía para neutralizar esa célula pues es inadmisible que él quiera atentar contra colombianos. Empero, el cubano se negó a aceptar esa idea y volvió a jugar el papel del fanático que lamenta no haber cumplido su misión. Y les espetó: “No estoy matando a nadie, [estoy] matando una ideología”. ¿Esa cínica pirueta verbal no es propia de un comunista?

El objetivo de la narrativa de Gutiérrez es intoxicar a la opinión a través de la prensa. Si el ex presidente Uribe o el candidato Iván Duque sufren un atentado, las Farc y aliados podrán esquivar la ira popular diciendo que el culpable es “la ultraderecha colombiana” y el “exilio de Miami”, es decir, la CIA. Así habrán jugado de nuevo la parodia del 9 de abril de 1948 que confundió a la población, la volteó contra el gobierno y hundió la posibilidad de que la justicia encontrara la verdad.

Esos métodos son archiconocidos. El célebre disidente ruso Alexandre Zinoviev escribió que la Unión Soviética los utilizó para “infiltrar los países de Occidente, para dividirlos, desestabilizarlos, desmoralizarlos, engañarlos, cegarlos y atemorizarlos, en resumen, para prepararlos para una derrota militar futura”.

Dejemos pues de tragar entero lo que dice Raúl Gutiérrez Sánchez y abramos los ojos ante las maniobras que los enemigos de la democracia están realizando para impedir que Colombia vuelva a ser un país libre.

Notas

(1).-El caso más conocido de doble o triple identidad de un sicario comunista es el de Ramón Mercader. Hijo de Caridad Mercader del Río, una stalinista catalana, fue formado como espía y esbirro en una escuela de guerra de Moscú en 1937. Tras realizar operaciones de sabotaje de la GPU en España, fue enviado a Nueva York para entrar en contacto y enamorar a una joven trotskista, Sylvia Ageloff, haciéndose pasar por un belga. Ya en Méjico, con dos falsas identidades, la de Jacques Mornard y de Frank Jacson, y un falso perfil (empleado de hotel simpatizante de Trotsky), logró pasar, gracias a Ageloff, los filtros del servicio de seguridad del ex dirigente bolchevique. Este vivía y trabajaba en Coyoacán, casa-baluarte, donde Jacson logra herirlo mortalmente, de un golpe de piolet, el 20 de agosto de 1940. El sicario stalinista hizo creer a la policía mejicana, durante 10 años, que su nombre era Ramón López. Tras varios años de prisión en México, Mercader viaja a la URSS y de allí pasa a Cuba, donde muere en 1978. Los restos de ese “héroe de la Unión Soviética” reposan en un cementerio de Moscú.

(2).- Ver la entrevista de Vicky Dávila con Raúl Gutiérrez Sánchez: https://www.youtube.com/watch?v=000yQZCt1AE

(3).-http://www.notimerica.com/sociedad/noticia-cubano-raul-gutierrez-afirma-llego-colombia-atentar-contra-timochenko-candidato-gustavo-petro-20180503233542.html

(4).- A Gutiérrez lo traicionan los términos que emplea. El no habla de “extrema derecha” sino de “ultraderecha”, palabra que hace parte de la terminología preferida del castrismo.

Alvaro Uribe y Juan Manuel Santos.

Las FARC sorprendidas con las manos en la masa

POR CARLOS ALBERTO MONTANER

El Nuevo Herald 14 de abril de 2018 05:31 AM

Comienzo con lo que debiera ser una nota al pie de página. Ya sé que Iván Márquez y Jesús Santrich –el segundo y tercer cabecilla de las FARC, el primero es Timochenko- realmente se llaman de otra manera, pero opto por referirme a ellos por los alias que eligieron y por los que el pueblo los conoce.

Voy al grano. Fue providencial que la DEA atrapara con las manos en la cocaína a Jesús Santrich y a Marlon Marín, sobrino de Iván Márquez. No importa que lo nieguen. Hay videos, fotos, grabaciones y testimonios de los agentes. A esa imponente masa de pruebas pronto se le unirá el relato de otro de los acusados, Fabio Younes Arboleda. Tiene 72 años y no quiere morir en una cárcel americana. Ha pedido que lo extraditen rápidamente a Estados Unidos. Sabe que el primero que “cante” pudiera recibir una condena más leve. Entonará La Traviata. Al fin y al cabo, es un señor de derechas metido en esas andanzas accidentalmente.

Era evidente que las FARC seguirían dedicadas al narcotráfico. Los únicos que aparentemente creían en la súbita regeneración de los narcoguerrilleros comunistas eran el presidente Juan Manuel Santos y tal vez su escudero Humberto de la Calle, hoy candidato a presidente que exhibe con orgullo lo que debía avergonzarlo: fue el jefe de los negociadores oficiales de una paz que era sólo la coartada de los adversarios para continuar la guerra por otros medios supuestamente pacíficos.

Quienes han vivido durante décadas al margen de la ley no renuncian a un botín de cientos de millones de dólares anuales. Ganarse la vida honradamente es duro y puede ser aburrido. Los narcoguerrilleros de las FARC, por lo menos los jefes, no mataron y se jugaron la vida para acabar vendiendo automóviles o despachando camisas en una tienda. Cuando a Santrich le preguntaron si los jefes de la FARC se arrepentían de sus crímenes se burló respondiendo con el estribillo de una canción famosa: “quizás, quizás, quizás”.

Principio del formulario

Final del formulario

Los jefes de las FARC creen que no tienen nada de que arrepentirse. Toda la sangre y el dolor vertidos son gajes del oficio de revolucionarios. Asesinar, violar muchachas campesinas, secuestrar niños o adversarios, extorsionar, disparar bombas incendiarias contra una iglesia atestada de personas o fusilar rehenes indefensos era más comprometedor que venderles cocaína a unos infelices adictos gringos. ¿Por qué iban a renunciar al narcotráfico? ¿Renunciaban los políticos corruptos colombianos a la “mermelada”, como allí se llama al soborno con que el gobierno compra la voluntad de muchos legisladores? ¿Renuncian los empresarios corruptos a hacer negocios debajo de la mesa con funcionarios envilecidos?

La intención de las FARC no era arreglar los desperfectos del sistema. Lo que pretendían y pretenden es sustituirlo por otro peor como los que hay en Venezuela o Cuba. Las FARC renunciaron a la violencia porque sus cabecillas no querían morir en un bombardeo de la aviación, como les sucedió a Raúl Reyes, a Mono Jojoy o a Alfonso Cano, y no porque respetaran las leyes de la república o el sistema de economía de mercado. Todo eso les produce un terrible asco. Santrich, ideólogo muy radical, iba a ocupar una curul en el Parlamento, graciosamente otorgada por Santos como los reyes hacían marqueses a sus amigos, pero no para legislar con sabiduría, sino para ignorar las leyes existentes y dedicarse a lo que engorda las arcas de las FARC, el narcotráfico, pero ahora protegido por la inmunidad parlamentaria.

Las consecuencias políticas de estas detenciones van a ser profundas. Para Santos es la evidencia de un fracaso, mientras que para el ex presidente Uribe es la prueba de que tenía razón cuando defendía el NO con vehemencia en un referéndum que ganó inútilmente. Tal vez, incluso, impulsen la candidatura de Iván Duque y Marta Lucía Ramírez –hoy punteros en las encuestas- hasta conseguir imponerse en primera vuelta el 27 de mayo. Ambos defendieron ardorosamente la oposición a esos pactos de paz –no a la paz, a esa paz-, y se indignaron contra el regalo de 10 puestos en el parlamento –cinco en el congreso y cinco en el senado- porque les parecía, y lo era, una burla a la soberanía popular. Es lo peor que podría ocurrirles a las FARC. [©FIRMAS PRESS]

@CarlosAMontaner. El último libro de CAM es una revisión de Las raíces torcidas de América Latina, publicada por Planeta y accesible en papel o digital por Amazon.

www.firmaspress.com

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