El poder del símbolo es tan importante que El Helicoide, ubicado en la Roca Tarpeya de Caracas se ha
Roca Tarpeya romana.
La Roca Tarpeya caraqueña a fondo de la manifestación por el maltrato a los presos políticos encerrdao en la sede del SEBIN en dicha Roca...
La Roca Tarpeya era una colina de Caracas, de 30.500 m2, bautizada así en alusión a la “rupes Tarpeia”, de la antigua Roma. Aquélla de la que fue arrojada la virgen vestal Tarpeya por su traición en el enfrentamiento con los sabinos (a cuyas mujeres habían raptado los romanos). La Roca Tarpeya romana acabó convirtiéndose en un lugar de ejecución de asesinos y traidores y no deja de ser una coincidencia lamentable que La Roca Tarpeya caraqueña haya acabado siendo… una prisión.
La Roca Tarpeya ("rupes Tarpeia" en latín) era una abrupta pendiente de la antigua Roma, junto a la cima sur de la colina Capitolina. Tenía vistas al antiguo foro romano. Durante la República, se utilizó como lugar de ejecución de asesinos y traidores, que sin ninguna piedad eran lanzados desde ella.
Hay una expresión latina que dice Arx tarpeia Capitoli proxima (La Roca Tarpeya está cerca del Capitolio) que algunos traducen libremente al castellano como A gran salto, gran quebranto, que significa que quien consigue de improviso una posición elevada social o profesionalmente está muy expuesto a perderla de manera brusca.
Según la leyenda, cuando Tito Tacio atacó Roma tras el rapto de las Sabinas, la virgen vestal Tarpeya, hija de Espurio Tarpeyo, que era gobernador de la ciudadela de la colina Capitolina, traicionó a los romanos abriendo las puertas de la muralla. El motivo de la traición fue bastante vulgar: Obtener lo que los sabinos “traían en sus brazos”... Tarpeya poco se esperaba que, en lugar de brazaletes de oro, obtendría golpes de sus escudos y que sería arrojada al vacío desde la roca que aún hoy lleva su nombre.
Hacia el año 500 a. C., Lucio Tarquino el Soberbio, séptimo rey de Roma, niveló la cima de la roca, retirando de ella los altares construidos por los sabinos, y construyendo un templo dedicado a Júpiter Capitolino. En la cima también se construyó un templo dedicado a Saturno, que contenía el tesoro de Roma, y que fue saqueado por Julio César en el año 49 a. C.
No conozco el origen del nombre de Roca Tarpeya a ese sitio donde confluyen tres importantes avenidas de Caracas: Nueva Granada, Presidente Medina Angarita (antes Avenida Victoria) y Fuerzas Armadas. En el sitio donde estas avenidas se saludan, se encuentra una elevación rocosa, que fue bautizada Roca Tarpeya, y por ser un punto estratégico de la ciudad, se elaboró un proyecto para construir una obra impresionante, majestuosa, funcional, hermosa, concebida por el genio de un grupo de arquitectos e ingenieros venezolanos, que por su forma geométrica fue identificada como El Helicoide que es un edificio difícil, por su integración en el barrio de San Agustín de Caracas, de alta peligrosidad. Para lo que originalmente se concibió (el proyecto venezolano, no el romano…), fue para un innovador centro comercial. Uno en el que los clientes podrían conducir hasta el comercio que les interesaba y estacionar en su propia puerta (dos plazas por tienda). O en el que quienes llegaban a pie podían ascender en uno de los cuatro ascensores inclinados Wertheim únicos en América Latina (austríacos, que por supuesto nunca llegaron a instalarse, aunque sí llegaron a La Guaira), al mejor estilo de la Torre Eiffel. Y sí, disfrutar de una espectacular panorámica. Hoy seguramente veríamos claro que comercialmente era un proyecto inviable (tamaño de los locales, estructura del comercio, densidad automotriz), pero el hecho es que después de muchos avatares, incluyendo su uso como refugio de damnificados y ocupación ilegal, el proyecto se “medio terminó” por el propio Estado. Y en 1984 la DISIP (la “inteligencia” de la policía venezolana) acabó asentándose en el edificio, utilizándolo como su base, centro de detención y otros fines oscuros.
El proyecto de El Helicoide comienza a tomar forma en 1956, pero todo se detiene al ocurrir el cambio político que acaba con el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, para dar paso a la era democrática venezolana del siglo XX, que tuvo una duración de apenas 41 años.
Pero ese cambio político aparentemente también acabó con este grandioso proyecto, que quedó a medio construir, y ojalá algún día pueda terminarse para el bien de la ciudad. Sin embargo, El Helicoide ha sido utilizado en su parte construida, y los usos más resaltantes que se le ha dado es ser sede de las organizaciones de policía política del país, primero la mal recordada y atemorizante Dirección de Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP), y actualmente el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), el cual no se le queda atrás a ninguna Gestapo ni a ninguna KGB en cuanto a persecución y crueldad.
Algunos de los locales que fueron construidos en El Helicoide se han acondicionado para convertirlos en calabozos, para alojar y torturar a presos políticos que en su mayoría han sido inculpados de actos fantasiosos. Entonces, la Roca Tarpeya caraqueña, cubierta por el fantasma del proyecto El Helicoide, se ha convertido, al igual que la Roca Tarpeya romana, en un sitio de muerte.
¿Qué es el Helicoide?En la historia de la arquitectura moderna de Venezuela destaca El Helicoide, un proyecto dinámico de centro comercial que cayó en el olvido.
En la historia de la arquitectura moderna de Venezuela destaca El Helicoide, un proyecto dinámico de centro comercial que cayó en el olvido.
Fue proyectado por tres arquitectos, Jorge Romero Gutiérrez, Pedro Neuberger y Dirk Bornhorst. Situado en un punto destacado del sistema de vial del área metropolitana de Caracas. El edificio está ubicado sobre la Roca Tarpeya, consiste en un vial helicoidal de doble espiral, cuyas rampas entrelazadas la envuelven a modo de aceras en una pendiente muy suave a lo largo de las cuales se localizan diversos espacios. Fue proyectado como un moderno centro comercial que albergaría enormes galerías para exhibir los adelantos de las industrias nacionales (petróleo, gas, hierro, aluminio y agricultura). Hubiera incluido una sala de exposiciones para automóviles, gimnasio, piscina, restaurantes, guarderías, discotecas, cine, hotel con oficinas para las líneas aéreas, helipuerto y un sistema completo de acceso interno con ascensores diagonales y escaleras mecánicas.
En su cima, bajo un domo o cúpula geodésica de aluminio y creada por Buckminster Fuller, con una luz de 70 m y capacidad para más de 500 personas y ventilación natural. El paisajismo iba a estar a cargo de Roberto Burle Marx. Con un presupuesto inicial de 10 millones de dólares para este proyecto de 40.506 m2 de hormigón armado, que en el momento de su abandono ascendía a 24 millones. En enero de 1958 Pérez Jiménez fue destituido, El Helicoide aún no estaba en construcción, pues sólo se había tallado la Roca Tarpeya entre 1955 y 1957.
La construcción comenzó en octubre de 1958, durante el gobierno militar provisional de Wolfgang Larrazábal, este permitió seguir adelante con tal de que sus empresarios contrataran a trabajadores desempleados. Esto hizo que El Helicoide avanzara a pasos agigantados, durante año y medio.
El proyecto comenzó a paralizarse de forma gradual, algunos afirman que fue durante el gobierno de Rómulo Betancourt, que añadiendo condiciones al crédito que le había sido otorgado antes a la compañía Helicoide C.A, esta paralizara la obra y entra en una disputa legal hasta 1976, cuando el edificio pasa a ser propiedad del Estado. Otros, consideran que los principales accionistas abandonan el país, dejando al edificio en una deriva financiera.
El Arq. Francisco de Asis (Farruco) Sesto, en la década de los 70 cuando trabajé en la Biblioteca Nacional de Caracas, pertenecia al estudio u oficina del Arq. Oscar Tenreiro Degwitz,(Premio Nacional de Arquitectura en 2002-2003 que no aceptó luego de dar un histórico discurso de rechazo ante el Presidente Hugo Chávez y "Farruco" Sesto convertido en super ministro y perdidamente chavista fanático, en el propio Palacio de Miraflores) y por esa
razón junto a éste tuvieron sus primeros trabajos privados a comienzos de los sesenta, que les llegaron por conexiones casuales de Tenreiro. Y el primero institucional, público, fue la Sede del Banco del Libro en 1968. En esto fue instrumental Virginia Betancourt con quien trabajaron varios años, en ese tiempo entre 1971/73 concibieron una super moderna Biblioteca Nacional que al mejor estilo de los Supersónicos de la serie de TV ( Los Supersónicos (cuyo título original es The Jetsons) es una serie animada creada por William Hanna y Joseph Barbera, creada en 1962; durante años la audiencia lo comparó con una versión futurista de Los Picapiedra. Los Supersónicos se encuentran en el año 2062, donde viven en casas suspendidas en el aire mediante enormes soportes y se transportan en aeroautos.Fue el primer programa de la cadena estadounidense ABC que se emitía en color. En los años 1985-1987 se produjeron nuevos episodios con otros actores de voz, sin embargo, los diseños de personajes y animación son idénticos a los capítulos de los 60.
Súper Sónico....su mujer Ultra... su hija Lucero... su hijo Cometín... La melodía pegadiza de Los Supersónicos capta idealmente la esencia desenfadada del programa que reflejó el optimismo espacial de la época. Los Supersónicos fueron la primera familia, animada o no, en tener un sistema de entretenimiento casero de pantalla grande décadas antes de que se hiciera realidad. También tenían coches voladores, ciudades flotantes y androides, el decorado más común de los superventas de ciencia ficción más populares de hoy en día
iba a ser la sede de la nueva Biblioteca Nacional con bandas de transporte para los libros y muchísimas novedades, tantas que imaginamos un uniforme tipo la ropa de "Los Supersónicos", donde era Directora la hija de Don Rómulo Betancourt. "El Helicoide ha sido un comodín ara todo...
AQUI HAGO un paréntesis para comentar un cambio de personalidad que observé en el arquitecto Sesto. Conocí a su digno papá el Dr. José Sesto, quien restauró en el Departamento de Restauración de la Biblioteca Nacional de Caracas al inicio de los 70 del que era su Jefe, el acta de la Independencia del 5 de julio de 1811 hallada en Valencia (Edo. Carabobo). Siendo nuestro Departamento Centro Bibliográfico Venezolano vecino al suyo, el doctor Sesto de oficio restaurador, nos saludaba todas las mañanas y cuando podíamos se acercaba a conversar con nosotros, en esos años su esposa, la mamá de "Farruco" se enfermó y donamos sangre para ella, lo que agradeció "Farruco" dándonos un pañuelo muy bonito que aún conservo...Años después leí ésto con estupor: "Farruco Sesto debe ser enjuiciado por corrupto. Farruco Sesto es corrupto. Ahora paso a definir el término “corrupción”. Según la teoría, según Enrique Gil Calvo, la corrupción es el usufructo privado del poder público, es la explotación personalista y ventajista del erario público, en función de intereses clientelares. Pues bien, Farruco Sesto encarna, mejor que nadie, la naturaleza de la definición. Farruco es la corrupción hecha funcionario, hecha comisario de la cultura. Me explico de manera veloz. Farruco Sesto se mandó a publicar su novelita La Clase con una editorial del estado. Eso es corrupción. Luego, ordenó su adaptación al celuloide con los dineros de la Villa. Eso es corrupción. Antes, la Villa del cine fue construida por los socios de Farruco Sesto, los Hermanos Pou. Eso es corrupción. En la Villa del Cine adjudican los contratos y las películas a dedo limpio, sin licitación, sin concurso. Eso es corrupción. Extra, extra, atención, La Villa del Cine acaba de entregar dinero a Fina Torres, por segunda vez, para volver a rodar escenas de Un Té en La Habana. Así es. La señora de Mecánicas Celestes fue a Cuba, rodó en digital y cuando llegó a Venezuela descubrió lo peor: más de la mitad de la película fuera de foco, mal fotografiada, mal acabada, y para rematar, mal actuada. Un desastre completo. ¿Y cómo respondió la Villa del Cine? Como siempre. Como la avestruz. Nadie dijo nada, y mandaron de vuelta a Oriana al territorio de Vampiros en la Habana, para filmar su telefilm de nuevo. Mientras tanto, Mario Silva habla de contraloría social y de revolución dentro de la revolución. Moraleja: la plataforma de Farruco además de corrupta y mafiosa, actúa de manera negligente con total impunidad y ante la mirada condescendiente del gremio. Ni hablar de la esfera mediática, sumida en la más profunda modorra. Despierten, amigos de la prensa. Farruco también es la síntesis de la reducción de la política a la pura y simple rapacidad burocrática. Hoy controla todos los espacios y todas las instituciones culturales del país, con celo y puño de funcionario Stalinista. Nadie puede disentir, nadie puede llevarle la contraria, so pena de ser excomulgado. Hace poco, un colega se enfrentó con él en una discusión bizantina, puertas adentro, y Farruco lo execró de su puesto bajo el alarido de “olvídate de regresar al mundo de la cultura”. Sobre Farruco tengo la siguiente teoría. Farruco es un completo acomplejado. Farruco es inseguro. No le gusta la competencia. Farruco se siente cómodo entre gente de confianza, entre gente manipulable. Farruco tiene miedo. Farruco nunca gozó de la estima de sus camaradas. Ahora, aprovecha el cargo para equilibrar la balanza, para compensar sus debilidades, para demostrar fuerza, para encabezar vendettas personales y para consolidar su red de negocios, a costa del estado. El gobierno le sigue el juego porque, en el fondo, le conviene establecer allí a una marioneta fácil de manejar desde Miraflores. El gran problema es la naturaleza maléfica del títere, su degradación moral, emblemática de los tiempos actuales. Farruco, el títere de la fábula, carece de humanidad. Es déspota, arrogante, egocéntrico, sectario y materialista. Ojala fuese socialista o comunista. Pero no lo es. En realidad, es un capitalista esquizofrénico, disfrazado de ovejita progresista. Por algo, le gusta la fama, la concentración de poder,la exclusión, el populismo circense,las megatortas,el folklorismo paternalista, el etnocentrismo corpoturístico, la farándula hollywodense,la acumulación de bienes y el derroche de capital en beneficio de su cogollo; todos valores de la derecha tecnocrática neoliberal endógena boliburguesa. Al respecto, comparto plenamente la tesis de Naomi Klein en “Doctrina de Shock”. Para mí, Farruco Sesto y compañía utilizaron el shock del 11 de Abril y del paro de actividades, para justificar su intervención hegemónica sobre la plataforma de cultura a la manera de PDVSA. A partir de entonces, comenzó la triste película en desarrollo, cuyo final parece cada vez más incierto. Por lo pronto, sólo abogo porque algún día, en el futuro, se haga justicia con Farruco Sesto. Es lo mínimo para compensar a todas sus víctimas, directas o indirectas, entre quienes me incluyo."
DIOS MIO, QUÉ ESCONDÏA "FARRUCO" cuando era tan cercano a los Tenreiro Degwitz quienes le dieron todo para que se realizara como arquitecto, incluso cuando se prendió el problema de que los arquitectos querían ser reconocidos en los 80 como dibujantes y artistas, Farruco expuso en una memorable muestra en la exclusiva "Sala Mendoza" de la Fundación Mendoza en la Avda. "Andrés Bello" de Caracas. Farruco NUNCA HA SIDO UN EXCLUIDO DE NADA, A MENOS QUE EN SU CORAZÓN ALBERGARA NO SÉ QUE BAJAS PASIONES QUE SALIERON DEL CLOSET CON EL GOBIERNO CHAVISTA...
SIMÓN BOCCANEGRA - 17 marzo, 08 dijo:
Jueves 01 de Noviembre de 2007 | TalCual
Día a Día
Farruco el vivián
Farruco Sesto no es sólo políticamente un miserable, un policía de la cultura, de pura cepa zhdanoviana (por Andrei Zhdanov, el ministro de cultura de Stalin, comisario del “realismo socialista”), sino un corrupto. Corrupto en el sentido de que su mentalidad es estructuralmente la de un aprovechador, la del típico vivián. Corrupto no es sólo el ladrón de los dineros públicos. De hecho, no sé si se ha robado alguna plata. Pero un sujeto que se designa como miembro único de un jurado para un premio artístico, con el argumento de que eso garantiza “imparcialidad”; un tipo que se hace publicar sus “obras” por la editorial del Estado, que él dirige, o que hace filmar una película en la Villa del Cine con base en un texto suyo, en aprovechamiento abusivo de su posición, o que admite haber entregado la construcción de la Villa de Cine a arquitectos amigos suyos (”Sí, son amigos míos, ¿y qué?”, dijo, desafiante), pasándose por el forro de los riñones la ley de licitaciones, es uno de los que robarían a un ciego, quebrándole luego el platillo en la cabeza.Tiene el espíritu de un pícaro. Es el típico “vivo” criollo y puesto que no le han dado pero lo han puesto donde hay, este minicronista no pondría las manos en el fuego para asegurar que la plata del Minpopopcultura está a buen recaudo.Farruco no solo a utilizado a la Villa del Cine y a la editorial El Perro y la Rana para auntopromocionarse, ahora resulta que la recien creada industria del disco va a editar entre sus primeros cds uno con poemas de Farruco! A él no lo quiere nadie ya...
La vida te da sorpresas - YouTube
Artista: Rubén Blades
Álbum: Escenas
Fecha de lanzamiento: 1985
Ibsen Martínez - 17 marzo, 08 dijo:
Farrruco y su Rumba Flamenca Ibsen Martínez
Lunes, 17 de marzo de 2008
1.- ¿Qué hay en un nombre? se pregunta Shakespeare en Romeo y Julieta (Acto Segundo, escena 2: amanecí pedante).
¿De qué está hecho el misterio “preformativo” (como diría uno de esos autores posmodernos que glosa Rigoberto Lanz) que hace que de un nombre se desprenda una imagen?.
Se me ocurre comenzar con esa cita isabelina y esa perplejidad estrictamente mía porque cuando leo o escucho la palabra “Farruco” me resulta sumamente dificultoso pensar en un ministro de la cultura.
La voz “Farruco” invariablemente suscita en mi mente la imagen de una tapa de callos con garbanzos servida en una tasca cutre de La Candelaria. Oigo decir “Farruco” y pienso de inmediato en el guitarrista flamenco de un tablao sevillano para turistas.
No me pasa lo mismo cuando leo, por ejemplo, “André Malraux, ministro de cultura de la IV República francesa”. No pienso entonces en un funcionario gaullista, sino en “L’Espoir” o en las “Antimemorias” y, desde luego, en una frase de Malraux que viene mucho a cuento en estos días: “la cultura es lo que, en la muerte, continúa siendo la vida”.
De igual forma, si leo o escucho decir “Pilar Miró”, no pienso en la Directora General de Cinematografía española que en los años setenta logró la recuperación del Festival de Cine de San Sebastián, sino en la singularísima cineasta que dirigió de “El crimen de Cuenca” y aquel otro extraordinario film, “El Perro del Hortelano”, que en 1995 obtuvo siete premios Goya.
Lo dicho: me hablan de Farruco a secas e inmediatamente pienso en una fabada, aunque últimamente me ocurre que leo o escucho hablar de Farruco Sesto, así, con nombre y apellido, y pienso inmediatamente en Manuel Fraga Iribarne, el ministro de información y turismo del franquismo agonizante.
¡Eso es!: Farruco Sesto es nuestro Manuel Fraga, aunque un Fraga más bien desleído e inane: tiene la misma arrogancia gubernamental y la misma frágil epidermis ante la crítica y la disidencia que hizo famoso al longevo antiguo funcionario franquista, pero el nuestro no le iguala en talento para operar políticamente.
Es decir, igual que Fraga, a Farruco también le gustaría tener la última palabra. Lástima que el campo de su competencia ministerial esté todavía demasiado lleno de gente respondona, de actrices y directores de teatro, de artistas plásticos, de escritores, críticos y fomentadores del quehacer cultural; en fin, de gente individualista, difícil e insumisa. ¡Quién fuera como Fraga! ¿Verdad, señor ministro?, para sacarnos a todos de circulación con sólo una llamada a la Disip.
2.-
A nuestro Fraga le gusta publicar cartas abiertas para presumir de escritor. Le escribe, por ejemplo, a Joan Manuel Serrat y a Joaquín Sabina. Lo hace con un tonito condescendiente, para ofrecerles una “explicación” más bien propia del departamento legal de una agencia inmobiliaria de porqué no se permitió cantar a Alejandro Sanz en el Poliedro.
Llegado aquí, propongo traer aquí un comentario de Javier Marías. (Para mejor inteligencia de lo que sigue, Farruco, te ilustro sólo un poquitín para no aburrir: Javier Marías es un novelista madrileño, es posible que estés ya enterado. Es hijo de un célebre filósofo orteguiano llamado Julián con quien no hay que confundir a Javier.
El Marías de mi cuento se alzó, en los ignominiosos tiempos que precedieron a la era del Gran Timonel Hugo Chávez, con el Premio Rómulo Gallegos, otrora famoso por la independencia de sus jurados, y hoy reducido a una especie de Premio de Consolación “Casa de las Américas” del siglo XXI para ancianitas simpatizantes de Chávez, como la señora Elena Poniatowska, motivo fósil de la izquierda borbónica latinoamericana.)
En un artículo/ensayo suyo titulado “De la actual dificultad de insultar”[1] [1], dice Marías: “Hablando estrictamente, casi nada ofende ya de veras (aunque a veces se finja la ofensión), y los taxistas, los camareros y las putas se ven cada vez en mayores aprietos para dar con la palabra justa, con aquel improperio que desarme a su contrincante o, por lo menos, lo exaspere tanto como para pasar a los hechos. El insulto debe ofender, y si no lo hace acaba congelándose en la boca de quien lo profiere”.
Sugerir, como lo hace Farruco según una singular lógica “transitiva” en una de sus últimas “cartas persas”, que los pacíficos firmantes de una breve carta de protesta por las prácticas punitivas del Minpopocultura, tenemos las manos manchadas de sangre y somos cómplices de los asesinatos de abril del 2002, no logra siquiera el propósito de ofender. Con ello Farruco sólo alcanza a cambiar de tema.
Y el tema de la carta que lo emplaza es el cariz estalinista y liquidador de la vida cultural de nuestro país con que el Manuel Fraga de la Revolución Bolivariana entiende la disidencia y la crítica.
3.-
Con todo, hay que reconocerle a nuestro Manuel Fraga el logro espiritual de dar, ya casi en la vejez, con su verdadero yo y propalarlo en sus cartitas abiertas. El renacer espiritual que ahora le permite al antiguo monaguillo de Alfredo Maneiro distinguir el bien del mal se debe a su encuentro con Swami Sabanetanda Chavezanda.
A él debe Farruco haber podido quitarse la venda de los ojos para descubrir, ¡al fin!, ¡nunca es tarde!, que Violeta Rojo, Tulio Hernández y otros viejos amigos suyos, como en vida lo fue también Jesús Tenreiro, “a quienes alguna vez les otorgué, en mi alma, un certificado de buenas personas”, son ni más ni menos que delincuentes con cuentas de sangre pendientes.
“Otorgar”, “Certificar”; verbos burocráticos donde los haya. “Nos las debe”: giro amenazador que delata, a un tiempo, el talante resentido y la impotencia. Respecto a esta última, me pregunto: ¿Porqué no promueve de una vez Farruco por ante la Fiscalía General una imputación por las muertes del 11 de abril de los venezolanos que firman la carta contra el apartheid cultural chavista? Porque no tiene los cojones; por eso. Manuel Fraga lo habría hecho; Farruco no sabe llegar hasta allá. Farruco escribe poemas que musicaliza Xulio Formoso y luego hacen recitales en familia.
Termino con una máxima de Sandy Koufax, sublime lanzador zurdo de los Dodgers de Los Ángeles: “La tarea de un pitcher se reduce a infundir miedo.” Esfuérzate más Farruco, porque en verdad tus “respuestas” no infunden nada. Ni siquiera miedo.
Mejor una de rioja y pónnos otra de manchego y jabugo, ¡ala, Farruco, venga!
1979. Tras los deslizamientos de tierra se reubican a 500 damnificados, en 1982 la estructura inacabada albergaba 12000 personas, viviendo sin servicios básicos en una zona de tráfico de drogas y prostitución, con altos índices de criminalidad.
1982. Se propone el Museo de Antropología, proyecto que logró finalmente colocar sobre el edificio el domo de Buckminster Fuller, pero este plan no prosperó.
1984. Los servicios de inteligencia de la policía venezolana (DISIP) comenzaron a ubicar sus oficinas y centro de detención.
1992. Los arquitectos Coll y Castillo, proyectan El Centro Ambiental de Venezuela, finalizado en 1993 pero nunca fue inaugurado.
2003. Se incluyen Escuelas de entrenamiento policial y militar.
2012. La institución policial fue amonestada, por la Corte Inter-americana de Derechos Humanos, que determinó que como centro de detención violaba convenciones internacionales de higiene para las prisiones.
El Helicoide representa lo contrario de aquello para lo cual fue construido, en lugar de un dinámico centro de confluencia comercial que pudo haber dinamizado la zona y sus alrededores, se convirtió en un emblema de abandono , decepciones y fracasos.