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DEL BARRO Y EL ALIENTO DE DIOS SALIO EL HOMBRE… IGUALITO A UNA TINAJA


A Cristina Araujo y Braulio Rivero, excelentes ceramistas valencianos y a la gran promotora cultural, mecenas de ceramistas y de los Salones dedicados a las artes del fuego, la "Dama de la cultura valenciana" Frida Añez de Magasrevy.

Noemi Márquez ceramista valenciana junto a sus esculturas, caracerística que distingue la cerámica en el Estado Carabobo.Noemi tiene 83 años de vida, de los cuales más de 50 los ha dedicado a labrar el eco del barro con sus manos. “Mis obras son piedras espirituales, por eso siento que cada una tiene que tener una personalidad distintiva. Les coloco figuras y elementos variados para diferenciarlas”, relata Márquez. “Son piezas rituales que no tienen nada que ver con lo religioso, pero pueden llegar a conmover o estimular a la gente. El fin es que logren elevar el espíritu y que nos mantengan siempre mirando hacia lo más alto, hacia las emociones más puras y bellas”, agrega la ceramista que ha expuesto en Miami, Zagreb, Londres, Taiwán Bruselas y en su natal Valencia por años.“

Cuando tuve el primer acercamiento a los valencianos a través de la investigación bio-bibliográfica en sus bibliotecas privadas me encontré con algo que admiré en su momento: la capacidad de trabajar en equipo de forma eficiente. Me topé con la historia que permitió realizar la “Exposición Internacional”(1955) en el Ateneo de Valencia, con motivo del Cuatricentenario la fundación de la ciudad(marzo 25,1555), la cual se efectuó gracias al trabajo sincronizado de Braulio Salazar, gestor de la idea; Frida Añez, mujer de gran espíritu de trabajo y emprendedora promotora cultural que era Presidenta del Ateneo en ese momento 1954-55, Oswaldo Vigas quien estudiaba en París y mediante el respaldo de las acreditaciones que le dio el Ateneo de Valencia mas el dinero necesario contactó a Pablo Picasso(1881-1973), Fernando Leger(1881-1955) y la galería que era la que mercadeaba a estos monstruos de la pintura, para lograr enviar sus obras a Venezuela, que gracias a las diligencias de Frida ante Pérez Jiménez, pasaron sin pagar impuestos por la Aduana de La Guaira, y además el seguro exigido se logró, gracias a la hipoteca que proveyó Luis Eduardo Chávez sobre la casa familiar ubicada en la Plaza Bolívar valenciana, acto que en verdad fue un hermoso y sobre todo efectivo trabajo en equipo, que no han podido realizar mas nunca en la urbe , a pesar de los recursos y famas de que disponen actualmente. Los egos que aunque fuertes, en esa época se colocaban en lograr un bien común, con todo el éxito de un ideal compartido.

Me enamoré tanto de esta realidad, que aumentó al conocer las juntas de beneficencia que desde el siglo XIX fueron estructuradas para atender variados tipos de necesidades y mantenidas en vigencia hasta ahora, que la convertí en objetivo de investigación. Hubo dos en especial: la organizada por don Oswaldo Feo Caballero y Luis Eduardo Chávez para darle acogida de hermanos que llegan a su casa, a los inmigrantes que arribaron a El Trompillo heridos de muerte en sus vidas después de la Segunda Guerra Mundial(1939-1945). Loable es leer la labor que desplegaron Feo Caballero y Chávez con verdadera dedicación, sinceridad y efectividad. Lamentablemente los archivos que recogieron nombres y profesiones de esos extranjeros, desaparecieron al llegar a ocupar cargos de importancia dentro del entramado social, político y empresarial del país.

Y la otra fue la estructuración del “Salón Nacional de las Artes del Fuego” y los estudios de cerámica en Valencia, a los que llegué a llamar “fruto del amor” de Cristina Araujo por Angel Ramos Giugni quien con la potestad de ser el segundo director de cultura de la recién refundada Universidad de Carabobo, en 1958, abrió las puertas a los artistas valencianos y los que desde Caracas vinieron a unir sus esfuerzos bajo la figura de trabajo conjunto de las cuatro universidades nacionales: Universidad de Los Andes, Universidad Central de Venezuela, Universidad de Carabobo, Universidad de Oriente y Universidad Católica “Andrés Bello”, la única privada, para dar impulso a los estudios sobre la cultura nacional, dirigidos por César Rengifo(1915-1980) desde la Dirección de Cultura de la ULA. Con la capacidad de trabajo del grupo valenciano: la empresa privada comandada por el ingeniero Carlos Luis Ferrero Tamayo, andino de gran valor intelectual, quien desde Cementos y Cerámica Carabobo contrató artistas de la calidad de Eduardo De Gregorio, ceramista guanche que había ganado el “Premio Nacional” primero en “Artes Aplicadas” y luego en “Escultura”, que originaría la polémica sobre arte figurativo y abstracto entre Alejandro Otero y Miguel Otero Silva(cruce de ideas aparecido en El Nacional de Caracas y recogido después en el volumen de ambos: Polémica sobre el arte abstracto, publicada por el Ministerio de Educación en 1957 dada su trascendencia), para darle un toque artístico a la cerámica industrial, la UC , el Ateneo de Valencia y la Escuela de Artes Plásticas Arturo Michelena, se unieron en una sola voz y un solo hombre, para sacar adelante proyectos de organización de estudios de las artes, teatro, literatura con el mecenazgo de la industria que recién se establecía en Valencia, logrando así elevar la calidad de los artistas y en especial la cerámica, que aquí se estudia como especialidad, con pensum propio vinculado a la escultura, pues De Gregorio y Jesús Cardona Villegas, escultor colombiano, daban clases en la Escuela de Arte y recibían alumnos en sus talleres privados, lo cual permitirá la formación de mujeres como Noemí Márquez, Cristina Araujo, Inés Zerpa, Mérida Ochoa, que son escultoras ceramistas; la acogida en el seno del “Salón Arturo Michelena” del Ateneo de Valencia de una sección para las “Artes Aplicadas” ante la desaparición del “Premio Oficial” en 1969 que contemplaba un premio para estas especialidades, darán paso a la creación de un “Salón” exclusivamente para ellas al llegar a la Dirección de Artes Plásticas del recién creado Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes(INCIBA) del artista valenciano

Oswaldo Vigas en 1970, quien creó los Premios Nacionales de las diferentes disciplinas que conocemos hasta hoy en día, con el respaldo en Valencia de Humberto Jaimes Sanchez que vino a sustituir al recién jubilado Braulio Salazar en la dirección de la “Escuela de Artes Plásticas Arturo Michelena”. No es que se derive el “Salón Nacional” de lo que existía en el “Salón Arturo Michelena”, susbsistirán los dos hasta que el crítico Rafael Pineda deseó, en 1972, mudar el “Salón Nacional de las Artes del Fuego” a Guayana, pero el traslado no se dio y fue cuando Cerámicas Carabobo, con Frida Añez a la cabeza administrativa y la UC como organismo que asumió la organización del “Salón Nacional”, lo hizo suyo hasta 1975 cuando se prosigue realizando paralelo a la sección de “Artes Aplicadas” del “Michelena”, y es en ese año cuando se convierte en el único a escala nacional para estas especialidades artísticas. Valencia siguiendo la tradición de la cerámica de sus ancestros prehispánicos encontrados en la Cuenca del Lago de Valencia se convirtió en centro de estudios cerámicos y del “Salón” que proyectó con todos sus aciertos y errores, las “Artes del Fuego” al resto del país y del mundo hasta que en 1986 surgieron nuevas figuras que renovaron los nombres de artistas ganadores con estilos más bien tradicionales y utilitarios y en 1995, por cosas de las rencillas culturales, llevaron al rector Asdrúbal Romero a que le entregue por decisión rectoral a Oscar Sambrano Urdaneta, presidente del Consejo Nacional de la Cultura(CONAC), la potestad de elegir los “Premios Nacionales de las Artes del fuego”, logrando borrar de golpe y plumazo el derecho de los ganadores de los Salones carabobeños desde 1971 hasta

Cristina Araujo y Frida Añez de Magasrevy

1995 a optar al “Fondo a la Creatividad”, pensión con la que el Estado venezolano reconoce el valor de todos los Premios Nacionales menos los de las Artes del fuego, error que hoy vemos en la necesidad angustiosa que vive económicamente Cándido Millán, enfermo, quien hubiera podido ayudar a sufragar sus gastos cuantiosos con esa especie de jubilación vitalicia que el Estado otorga a todos los ganadores de Premios Nacionales menos a los que no creyeron en la dimensión de lo sucedido en 1995, cuando de manera traicionara desde el mismo suelo carabobeño, se entregó el Salón a Caracas.

NOTA: Este asunto fue tratado de paliar por el CONAC cuando estaba al frente Iván Padlla Bravo, al otorgar el premio Nacional de Artes del Fuego recreado por los chavistas, sólo a Cándido Millán y a Noemí Marquez nuevamente, luego no se dio más, ante el problema de salud e incapacidad de Lourdes Silva, Premio Nacional de las Artes del Fuego en la especialidad de Orfebrería, las autoridades de Caracas conocedoras de la entrega del salón nacional a la capital, sin razón alguna, le otorgó la pensión a la artista orfebre. por ser una injusticia lo que se cometió en Valencia.

Lamentablemente por esas defensas de las tribus de sus cuotas de poder, en la presentación del “Treinta y Tres Salón Nacional de las Artes del Fuego”, el critico cubano Felix Suazo comentó que no se había realizado un estudio critico profesional sobre estas especialidades en el país, sólo Nelly Barbieri publicó un libro con datos cronológicos y también el crítico Roberto Guevara y el arquitecto Alberto Asprino. El trabajo de recopilación que desde 1986 fui realizando en los talleres de ceramistas, orfebres, artesanos y contactos personales con los creadores que completé con una redacción minuciosa, en la que año tras año ubicaba en su marco histórico a cada “Salón Nacional”, en la “Galería Universitaria Braulio Salazar” ubicada en la urbanización Prebo de Valencia,comenzó porque Lunes Rodríguez, asistente del Director de la “Galería Braulio Salazar” para ese entonces, concibió la idea de trabajar un libro con el material que tenia conservado, y el que yo le puse a disposición, el que yo también tenía, pero nunca fue publicado.

Pero para mi realmente la riqueza estuvo en el compartir con los ceramistas más importantes del país en sus talleres personales, madrugar tomando café esperando los resultados mágicos de la hornada, experiencia que hay que vivir para comprenderla a cabalidad, verlos trabajar, y conocer también artesanos que elaboraban figuras y cacharros en lo ancho y largo del país, iniciada en Capacho (Edo. Táchira) cuando de niña vi trabajar a las ceramistas de esa zona, ha sido mi mayor tesoro, unido a la bendición de haber tenido un taller en compañía de un gran artista: Braulio Rivero dedicado a la cerámica y dirigidos por Cristina Araujo, amén del conocimiento de otras figuras e interesantes alumnas que pasaron por nuestros tornos. La experiencia del trabajo cerámico dejó en mi un experiencia particular que me llevó a redactar un texto donde llevo la experiencia del trabajo al camino espiritual, expresando la importancia que tenían en esos años, que fue publicado en la revista de los grupos de Gurdjieff en Colombia, "Ojo de Agua" gracias a la bondad del Dr. Sergio Laignel Lavastine, director de esos grupos y del Comité de Redacción de la revista.

Todo el saber alquímico y sus leyes están presentes en la transmutación que logra el fuego, atizado por el aire, sobre la vasija hecha de tierra y agua, que en el horno se consolida, purificándose de toda impureza. Pero el logro final se conseguirá si la arcilla ha sido bien amasada, mezclada con la cantidad de agua justa, para luego ser golpeada de manera que no quede nada de aire en ella, y pueda ser trabajada en el torno después de un necesario e ineludible proceso de centrado, y su plasticidad permita que sea hollada y construida por la mano del alfarero, quien creara un vacío contenido. Todo este hacer es una imagen perfecta del proceso de crecimiento y evolución natural y espiritual del hombre. El primero está representada en la mezcla de los ingredientes que componen la arcilla con el agua. Después el añejamiento que se obtiene al mezclar esa pasta con otra putrefacta, la levadura que fermentara la masa, y que es lo que permite que cumpla su primera fase de elaboración, igual que el hombre debe consolidar su primera etapa de vida natural para ascender a otra superior. Esa mezcla debe ser dejada pudriéndose un tiempo, reposando, madurando…al estar ya lista se saca del agua, se seca, se amasa y golpea para extraerle el aire, despojo simbólico en el ser humano de la razón intelectual, del egoísmo que provocan emociones, sentimentalismos y actitudes que obstaculizan y detienen el proceso evolutivo cuando ya han cumplido su ciclo como ego ascendente positivo, aire que en la arcilla impide la unificación compacta de sus componentes, necesaria para la obtención de la plasticidad requerida para que las manos del alfarero puedan trabajar sobre ella. En el ser humano las circunstancias, los “golpes de la vida diaria” y el paso del tiempo lo hacen madurar, desarrollar sus características propias y comprender que así como es un individuo, no es el centro del universo, sino que hay una realidad superior a el.

La formación del cuerpo de la vasija representa como se va conformando y consolidando la razón del hombre, que tiene su por que, causa y final en el vacío o ansias de lo divino, que el ira llenando de acuerdo a su estado de conciencia y hacia donde oriente su libertad, como y con que quiere llenar el vacío insondable: el egoísmo o el amor; el bien o el mal; la verdad o la mentira; la rectitud o la ambigüedad. El vacío es lo que le da forma y razón de ser a la vasija, pues las paredes solo lo delimitan. En esta relación, el ser humano será el objeto que se da forma a si mismo de acuerdo a como va estructurando ese vacío, y va conformando sus paredes en base a su apertura o cerrazón a la inspiración de lo divino manifestado como exigencia de su conciencia; puede ser copa humilde, ancha, receptora, o botella cerrada, sin posibilidad de ser colmada, siendo el contenido por excelencia: el vacío. Pero quien le da el sello final a todo este proceso es el fuego purificador que consolida, quemando las impurezas existentes y uniendo entre si, consolidando en un solo cuerpo, todos los materiales presentes desde su origen. Quien se haya conformado como copa puede recibir lo divino; quien lo ha hecho como botella cerrada quedará inmutable ante la Realidad Superior, explotando bajo la acción de la llama igual que el que no completo cada paso del proceso. El alfarero sería lo divino, quien hace uso de la vasija y llena el vacío interior de ella…La vasija es la razón. Lo que somos en verdad es el espacio contenedor.

Como vemos, el hacedor de cerámica en su acto de moldear el barro se crea a si mismo en la vasija que sale de sus manos, pero su acto creador tiene un limite, lo que le permite equiparar su acción con la del Dios que en el primer capitulo del Génesis bíblico tomo la materia inerte, y después de humedecerla la configuro entre sus manos insuflándole vida…En el momento de la cocción de sus piezas el alfarero las abandona, y debe pedir al fuego, la capacidad de conferir su esplendor final a la obra de creación que ha emprendido, admitiendo con esto que no le es propio detentar todos los poderes, cualidad únicamente divina, y por eso se le ha dado al fuego, el de modificar lo que el ideó al proyectar y realizar su obra. Como hombre o mujer-ceramista a la hora de desenhornar sentirá la misma aprensión que una madre antes y durante el parto, y será un acto de humildad y negación propia, aceptar el resultado, después de la acción sorprendente del fuego transmutador sobre la pieza y el mismo, pues ambos debieron ceder en la lucha sostenida hasta el ultimo momento con la llama. “La tierra caprichosamente rehúsa las caricias del fuego” dijo el critico de arte Josep Pijoan, la soberbia del hombre también rechaza todo recordatorio de su fragilidad e indigencia ante la verdadera Voluntad.

El buen ceramista utilizara sus manos como servidoras en su acción de crear. Su arte consistirá en incitar al observador a tocar la forma y textura de su pieza y lograr que este se traslade a otra realidad, se remonte a la creación del mundo, invitarlo a reflexionar, a meditar, mas que a impresionar y admirar lo bonito de la misma y la técnica utilizada exclusivamente. Si usa colores en los esmaltes o cualquier decoración, estos no deben distraer la mirada, se servirá de ellos como de un lenguaje mediante el cual se revelan en silencio, cosas eternas, prodigiosas, sin romper la armonía del conjunto.

La cerámica es un arte puro y autónomo, que se opone a la rapidez, a lo efímero, la cual exige que nuestro pensamiento se halle recogido, en reposo.

El artista dará un paso mas adelante que el alfarero: desde el mundo exterior que le muestran los sentidos, creara, gracias a su percepción, pensamiento e intuición, formas que partiendo de las naturales, emprenden un viaje lejano hacia la forma esencial, inmutable, que carece de pasado y futuro pues se hace presente en el acto creador, capaz de comunicar su verdad arquetípica en cualquier época y lugar. Hunde sus manos en las entrañas mismas de las cosas para darles la forma que desee, construyendo un nuevo cuerpo que ofrecerá a la llama…recogerá en él los elementos de las rocas sedimentarias, fragmentos dispersos, disociados por el agua y el tiempo.

El arte cerámico tiene dentro de si el origen del arte mismo. “En el ensueño cósmico del alfarero, escribe Bachelard, la mina de arcilla es una inmensa artesa en la que los diferentes barros se combinan y se mezclan con el germen primordial…En suma, el verdadero modelador siente animarse bajo sus dedos, en la pasta, un deseo de ser modelada, de nacer a la forma. Un fuego, una vida, un hálito existente en potencia en la arcilla fría, pesada e inerte…El modelado es una dicha para los dedos…” Por tanto, el ceramista nos revelará en sus obras, criaturas del espíritu, de la mano y del fuego, que hablan a todos los que las tocan, tratando de descubrir el misterio del Vacío que ocultan y que paradójicamente a todos sustenta.

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