Guerra híbrida. Es el nombre con el que se conoce a un nuevo estadio de conflictos en el mundo y que
La posverdad es una afirmación de la supremacía ideológica mediante la cual sus practicantes intentan obligar a alguien a creer algo, independientemente de la evidencia en contra. Para evitar el primer nivel de alienación (la enajenación capitalista), no es necesario caer en el abismo del segundo (la enajenación totalitaria). Hay que apostar por el despertar de las conciencias para evitar el triste espectáculo de una población mendigando las migajas que caen de la mesa de los opresores.
Según la cadena caracol colombiana el 27/05/2018 durante la jornada electoral en la que se eligió el nuevo presidente de Colombia algo que llamó la atención de los asistentes de la Plaza de Bolívar, donde votó la familia Santos, fue el pantalón que decidió usar María Clemencia Rodríguez, primera dama de Colombia, esposa de Juan Manuel Santos.‘Tutina’ usó un jeans que a los lados laterales tenía las palabras “Fake News” (Noticias falsas).
Nos preguntamos: ¿será alguna indirecta para algunos medios de comunicación?
Underground. Subtitulada en castellano. Emir Kusturica 1995
Underground, conocida también con el título Érase una vez un país es una película cómica-dramática de 1995 dirigida por Emir Nemanja Kusturica (Sarajevo, 24 de noviembre de 1954) y escrita por Dušan Kovačević (12 de julio de 1948, Mrđenovac, Yugoslavia) guionista y director de teatro serbio. También ejerció como embajador de Serbia en Lisboa y es miembro de la Academia de las Artes y de las Ciencias de Serbia. A través de la historia de dos amigos, interpretados por Miki Manojlović y Lazar Ristovski, retrata y satiriza la historia de Yugoslavia desde la Segunda Guerra Mundial. El largometraje está dividido en tres partes o actos: La Guerra (se refiere a la Segunda Guerra Mundial), La Guerra Fría (el periodo del gobierno de Josip Broz Tito) y La Guerra (las guerras yugoslavas).
Josip Broz, «Tito» (Imperio austrohúngaro —actual Croacia— 7 de mayo de 1892-Liubliana, RFS Yugoslavia —actual Eslovenia— 4 de mayo de 1980), conocido por su título militar mariscal Tito, fue un político y militar yugoslavo, jefe de Estado de Yugoslavia desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte a los 87 años.Tito fue el principal arquitecto de la segunda Yugoslavia, una federación socialista, que duró desde la Segunda Guerra Mundial hasta 1991.
La película es una coproducción internacional entre Yugoslavia, Francia, Alemania y Hungría. Se estrenó en mayo de 1995 en el Festival de Cannes, donde fue galardonada con la Palma de Oro.
Entre la mentira totalitaria y la posverdad populista
POR Wolfgang Gil Lugo
PRODAVINCI 1/10/2018
“En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario”.
George Orwell
La apariencia es lo que vale
En la Zona Desmilitarizada entre las dos Coreas, existe un pueblo muy lindo. Desde la distancia, se pueden ver pequeños edificios de varias alturas, de paredes blancas y tejados azules, rodeados de una grama cuidadosamente cortada. Los edificios cuentan con electricidad, cosa excepcional en la zona. De noche, el poblado se ilumina. De día, a través de los binoculares, se puede ver a los habitantes paseando, haciendo deporte o camino al trabajo. Todo es una gran escenografía hecha con propósitos propagandísticos por el gobierno de Corea del Norte.
La aldea se denomina Kijŏng-dong. Fue construida en los años 50, sin reparar en gastos. Realmente allí no hay una verdadera población. Las casas son huecas, solo es un gran montaje de utilería. Las luces se encienden o apagan gracias a un sistema automatizado. De acuerdo a la versión oficial del gobierno norcoreano, el pueblo alberga una granja colectiva de 200 familias equipada con guarderías, escuelas primaria y secundaria, y un hospital. Todo es mentira. Solo hay soldados y personal que actúa como si fuesen civiles. Es un ‘pueblo Potemkin’.
Grigori Alexándrovich Potemkin (1739-1791) fue un astuto político ruso. La emperatriz Catalina II, conocida como La Grande, lo eligió como amante. Luego lo hizo uno de los favoritos de la corte. Logró que ella lo nombrara conde y finalmente príncipe. Potemkin demostró grandes habilidades administrativas y hasta obtuvo victorias militares. Un siglo después se bautizó un buque de guerra con su nombre: el Acorazado Potemkin. Fue ese el famoso barco que se amotinó en 1905. El hecho fue inmortalizado en la película de Sergei Eisenstein de 1925.
En 1787, Catalina de Rusia viajó a Crimea, con la intención de supervisar los territorios conquistados por Potemkin. Para agradarla, a este se le ocurrió un ardid para ocultar el estado lamentable de la región. El pícaro duque mandó a edificar bastidores de fachadas pintadas, sostenidos por detrás con un armazón de madera, como los pueblos del oeste de las películas. Todo se llevó a cabo con el propósito de que, al paso del carruaje real, la zarina contemplara pueblos florecientes. La emperatriz se fue con la impresión de que su reino prosperaba de manera increíble. El asunto salió a la luz en la corte rusa gracias a unos adversarios de Potemkin, que envidiaban su buena relación con la zarina.
Mentiras bajo tierra
Underground es un filme de 1995, escrito y dirigido por Emir Kusturica. Obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Underground logra la síntesis imposible entre el simbolismo lirico y la historia de la desintegración de Yugoslavia. En esta obra Kusturica hace gala de una imaginación desenfrenada, al compás de una música delirante, que logra combinar con una delicada compasión por sus personajes.
A través de la vida de dos amigos, Marko (Predrag Miki Manojlovic) y Petar (Lazar Ristovski), el film nos narra la historia de la Yugoslavia, primero, durante la segunda guerra mundial; luego bajo el régimen comunista, y, finalmente, en la posterior guerra civil. El argumento comienza cuando Marko se convierte en líder popular en lucha de resistencia contra los invasores nazis. Por otro lado, Petar es enviado por Marko a un sótano, con toda su familia, donde se dedica a la fabricación de armas clandestinas.
De esta producción se apropia el mismo Marko. Al comienzo, para la legítima lucha de resistencia, luego para mercadear en provecho propio. La situación se extiende por décadas. Se engaña a los ingenuos pobladores. Nunca se les informa que la guerra ha terminado, hasta que un día se descubre la verdad, gracias a un accidente provocado por el chimpancé que tienen de mascota. A partir de ese momento se liberan de la esclavitud, pero descubren que Yugoslavia está en un proceso de descomposición.
Kusturica utiliza el pueblo encerrado bajo tierra como la metáfora de como el régimen comunista aisló a todo el país de la realidad mundial. Se abusó del argumento del estado de guerra para que el régimen controlara la información y manipulara la percepción de la realidad.
¿Ha muerto la verdad?
Los engaños de los regímenes totalitarios son los precedentes de la posverdad. Se puede decir que los países democráticos están viviendo en un mundo posterior (aunque no superior) a la verdad, donde los “hechos alternativos” reemplazan los hechos reales y las pasiones políticas tienen más peso que la evidencia. Es necesario rastrear el desarrollo del fenómeno posterior a la verdad, el cual va desde la negación de la ciencia hasta el surgimiento de fake news, “noticias falsas”, desde nuestros puntos ciegos psicológicos hasta las patologías de la comunicación, como el enclaustramiento del público en “silos de información“. De esta forma, descubrimos que la posverdad es una afirmación de la supremacía ideológica mediante la cual sus practicantes intentan obligar a alguien a creer algo, independientemente de la evidencia en contra.
Muchos ubican su nacimiento en el año 2016, con la elección de Trump, pero eso no es exacto. Ya existían muchos precedentes en tal sentido. Agreguemos a esto los condicionamientos cognitivos que nos hacen sentir que nuestras conclusiones se basan en un buen razonamiento, incluso cuando no lo están, en el declive de los medios tradicionales y el auge de las redes sociales, y en el surgimiento de noticias falsas como herramienta política.
Si combinamos todos estos ingredientes, tenemos las condiciones ideales para la posverdad. Pero su éxito definitivo se debe a su conexión con el populismo, sea de derecha o de izquierda, y con el posmodernismo. El populismo ha tomado del posmodernismo la idea de que no existe tal cosa como verdad objetiva para descalificar los hechos.
George Orwell afirmaba: “El propio concepto de verdad objetiva está desapareciendo del mundo. Mentiras pasarán en la historia”. Este diagnóstico orwelliano se debe al avance de los maquiavélicos, ya sean totalitarios y/o populistas, para quienes el acto de mentir debe ser separado de la moralidad para así extraer su utilidad innegable: la de controlar la mentalidad de las masas.
Si la comunicación no está subordinada a la moral, entonces se pone al servicio de la dominación. A mayor dominación, mayor uso indiscriminado del engaño. Nos consuela, por fortuna, la sentencia de Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.
El “Goebbels” del madurismo
El padre de la propaganda nazi fue Paul Joseph Goebbels (Rheydt, 29 de octubre de 1897-Berlín, 1 de mayo de 1945) responsable del Ministero de Educación Popular y Propaganda, creado por Adolf Hitler a su llegada al poder en 1933. El historiador Ralf Georg Reuth indica que la desesperación y angustia condujeron a Goebbels a un odio absoluto hacia la sociedad, que supuestamente se sometía al «materialismo desalmado» (seelenlosen Materialismus) y el judaísmo. Goebbels había sido el director de la tarea comunicativa del Partido Nazi y el gran arquitecto del ascenso al poder.Una vez en el Gobierno y con las manos libres para monopolizar el aparato mediático estatal, Goebbels prohibió todas las publicaciones y medios de comunicación fuera de su control, y orquestó un sistema de consignas para ser transmitido mediante un poder centralizado del, cine, la radio, el teatro, la literatura y la prensa,"creó toda una serie de consignas perfectamente coordinadas que sirvieron para manipular a toda una sociedad". Era también el encargado de promocionar o hacer públicos los avisos del gobierno, sí que hay que reconocer – y esto lo reconocen las facultades de la ciencia de la información en todo el mundo –, que fue un genio de la propaganda".
Perfil psicológico de Goebbels: dificultades para establecer un perfil
A pesar de que Goebbels ocupó una posición importante y se tiene constancia de numerosos aspectos de su vida, no resulta sencillo realizar un perfil psicológico completamente válido o fiable. Dado que no se tiene constancia de que se realizara ninguna evaluación psicológica del sujeto y no hay posibilidades de realizarla al haber fallecido el sujeto, no es posible realizar un perfil psicológico exacto o adecuado.
De este modo es únicamente a partir de los datos existentes sobre sus actuaciones, los registros de su actividad y las declaraciones de allegados que es posible extraer la presencia de posibles factores de personalidad.
Aspectos inferidos a partir de su papel, actuación y declaraciones
Si bien no resulta posible establecer un perfil completamente válido de Joseph Goebbels, a continuación se destacan algunos de los rasgos de personalidad más notorios que reflejan sus acciones y actitudes a lo largo de su vida.
Sentimientos de inferioridad y autodesprecio
Goebbels era un hombre que desde la infancia se destacó por la existencia de una malformación en el pie derecho provocada por una osteomielitis que haría que fuese cojo durante toda su vida. También era corto de estatura y de complexión débil.
Asimismo a lo largo de su educación la capacidad económica familiar era precaria, con lo que tuvo que depender de la caridad de conocidos y allegados. Todo ello contribuyó a que Goebbels interiorizada una mala imagen de sí mismo, denominándose en más de una ocasión repugnante o pobre diablo.
Resentimiento
Los anteriormente citados sentimientos de inferioridad hicieron de él un hombre resentido, debido a que a menudo fue humillado en la infancia y ya en la adultez acumulara diversos fracasos como el no ser aceptado en el ejército por su discapacidad, fracasos amorosos y fracasos en sus aspiraciones como escritor.
Este resentimento se vería potenciado por la derrota y las condiciones de la Alemania de después de la Primera Guerra Mundial, y haría que se adscribiera al régimen nazi y que posteriormente extendiera el odio hacia los judíos y la expansión de la ideología de Hitler y su partido.
Astucia e inteligencia
Ya desde pequeño Goebbels destacaba por una elevada inteligencia, y en la adultez diseñó y aplicó una gran cantidad de mecanismos propagandísticos teniendo en cuenta los diferentes medios a su disposición (empleando el conjunto de los medios de comunicación y las artes para ello).
Elevada capacidad de manipulación
Goebbels no llegó al puesto de ministro de propaganda por azar: se caracterizaba por saber canalizar y transformar las emociones, actitudes y creencias de la población alemana de la época y dirigirla. Asimismo era buen conocedor de la comunicación humana y sus efectos, así como de la persuasión. Era común que tergiversara los hechos de cara a que diferentes catástrofes y masacres fueran entendidas por la sociedad como algo necesario y positivo, se relacionara con el enemigo y ocultara diferentes hechos e informaciones a la comunidad.
Necesidad de reconocimiento y dependencia
Una de las características más notorias de Goebbels era su necesidad de ser reconocido, derivada de su sentimiento de inferioridad y de su narcisismo. Esta necesidad de reconocimiento se observa a menudo en la abnegación y el trato hacia su líder, a quien llegaría a tratar como si fuera un mesías.
Meticulosidad
Otro de los rasgos que parecen despuntar del ministro de propaganda nazi es la existencia de un elevado grado de meticulosidad. Ello es perceptible en el hecho de que tuvo en cuenta no solo los medios más habituales como la radio y la prensa sino también el conjunto de las artes a la hora de elaborar su propaganda, así como en la elaboración de un sistema que permitiera mantener a la población controlada y dirigida hacia los ideales e ideologías del nazismo.
Deseo de poder
Otro aspecto extrapolable a partir de la conducta de Goebbels es la presencia de un fuerte deseo de poder, vinculado a la necesidad de reconocimiento. Ello le conduciría a codearse con miembros de la alta sociedad alemana y su gran implicación en la formación de un aparato de propaganda intrincado que encumbrara a Hitler y al nazismo.
Fanatismo
Goebbels manifestaba, tanto a nivel público como en sus diarios, un exacerbado nivel de fanatismo hacia Hitler y el nazismo. A pesar de que en alguna ocasión no estuvo de acuerdo con sus decisiones, le consideraba un mesías y poco menos que un semidiós, según indica su diario. Este fanatismo puede verse en sus discursos, especialmente en aquellos realizados durante los últimos días de la guerra en los que pedía o la victoria o el sacrificio de su pueblo.
Dramatismo
Tal y como sucede con otros dirigentes nazis como el mismo Hitler, Goebbels tenía facilidad para recurrir al dramatismo, tanto en su oratoria como en su vida personal. También puede verse en el modo de acabar con su vida, suicidándose junto a su esposa tras matar a sus hijos un día después de que su líder hiciera lo mismo (lo que a su vez es reflejo de su fanatismo hacia su líder y hacia los ideales del nazismo).
Falta de empatía y crueldad
Los mensajes transmitidos y la manipulación de la imagen de personas y colectivos como los judíos o los soviéticos hacen pensar en una falta de empatía, arrojando a la población a odiar a parte de la ciudadanía, justificando asesinatos y matanzas, organizando disturbios o incluso estipulando durante su etapa como jefe de distrito de Berlín la deportación de todos los judíos de su distrito hacia Auswitch y otros campos de concentración.
Narcisismo
Según Longerich, autor de una de las últimas biografías de Goebbels y basada en gran medida en los diarios de éste, Goebbels poseía rasgos narcisistas. Tendía a exagerar sus logros, a considerarse un intelectual y a deformar la realidad para que se ciñera a su ideal. También tenía una elevada necesidad de reconocimiento y era frecuente que buscara el contacto con la élite social. Asimismo, es característica su falta de empatía hacía el pueblo judío o la arrogancia con la que se refería a sus enemigos.
Referencias bibliográficas:
Doob, L.W. (1985). Goebbels y sus principios propagandísticos. En De Moragas, M. (ed.): Sociología de la comunicación de masas. Barcelona; Gustavo Gili
Longerich, P. (2012). Goebbels. Una biografía. RBA Libros.
Thacker, T. (2010). Joseph Goebbels. Vida y muerte. Navarra, España: Planeta.
Jorge Jesús Rodríguez Gómez (Barquisimeto, Venezuela, 9 de noviembre de 1965) líder político y médico psiquiatra. Actual Ministro para la Comunicación y la Información de Venezuela.Del signo Escorpio , al igual que Joseph Goebbels y psiquiatra, el ministro Jorge Rodríguez Gómez emplea las medias verdades, la mentira franca y las posverdades...Jorge Rodríguez hijo, el psiquiatra egresado de la Central, el de la lengua atroz y la sonrisa a medias, de la que cuelga una frase deslizada con sorna, es cada vez más inaccesible, y aunque hable de conciliación, y diga que sí, claro, que hay que dialogar, no da muestras de tener la intención de modificar un ápice sus creencias en el fracasado, desnaturalizado, fallido modelo que defiende.
Revisión histórica EL SÍNDROME CHAVISTA RODRÍGUEZ-GÓMEZ, por Alicia Freilich
Alfonso Molina Ideas de Babel blog 21 noviembre, 2017
El mito revolucionario practicado por la perdida figura paterna se tornó filialmente en complejo retaliativo, de resentimiento incurable.
En 1976 Jorge Antonio Rodríguez, líder revolucionario en la UCV y fundador de la Liga Socialista, fue torturado y asesinado por la Disip durante un interrogatorio, acusado de comandar al grupo, en su mayoría de diputados activos, que secuestró en Caracas al industrial estadounidense William Niehous, rehén del cautiverio más largo de la historia política nacional, rescatado casualmente por la Disip luego de tres años y varios meses. Los culpables del asesinato y también los delincuentes secuestradores fueron sometidos a juicio y cárcel, alguno regresó a su bancada en el Congreso Nacional. Detalles de este suceso pueden precisarse en libros, documentos, archivos periodísticos y redes comunicacionales.
Aquel evento marcó para siempre a sus hijos, Jorge, médico psiquiatra, ex alcalde de Caracas, antes vicepresidente de la República, fundador del CNE, coordinador del PSUV, ahora ministro de Comunicaciones. Y Delcy Eloína, ex canciller, ahora presidente de la asamblea nacional constituyente. Sus biografías también pueden consultarse por medios radioeléctricos, ya, hoy, antes de que el doctor Jorge, jefe de Conatel, y la licenciada Delcy, jefa de la república ilegal, ordenen cerrar o reglamentar el acceso a Internet, como en China, Cuba e Irán.
Hace días, en el cementerio, durante la ceremonia en recuerdo del suceso ocurrido hace cuarenta años, la dolida hija expresó: “La derecha fascista de la cuarta república fueron tus asesinos, los mismos que hoy agreden al pueblo y amenazan sus sueños de luz y esperanza. La oposición fascista nunca más volverá”. Y el hijo no cesa de asegurar que “sus asesinos fueron las fuerzas represoras del puntofijismo”. Es su forma de expresar sincera y enfermizamente un duelo nunca elaborado por la vía normal, con tratamiento personal o familiar que puede ejecutarse mediante diversas terapias: psiquiatría o psicoanálisis de distintas escuelas (complejos o síndromes de Sísifo, Edipo, Electra, ahora postraumático Rodríguez-Gómez), confesiones religiosas de muchos credos o resiliencia mediante actividades creativas extensas que proyecten un sufrimiento intenso compensado hacia el bien del prójimo sin distinciones de raíz discriminatoria.
En este caso, el mito revolucionario practicado por la perdida figura paterna se tornó filialmente en complejo retaliativo, de resentimiento incurable, una herida no tratada, resuelta en una criminal dinámica de odio cínico, corrupto y continuo intentando reparar la injusticia que los marca como individuos y se proyecta políticamente en el padre suplente restaurador, Hugo Chávez, venido al mundo para curar ese trauma más el de las pobres víctimas de la democracia representativa y del imperialismo yanqui, dios sanador único destinado a redimir los pecados del país, la región y el planeta.
Los enfermos que nos gobernaron es un magnífico estudio de Pierre Accoce y Pierre Rentchnick (primera edición traducida por Editorial Plaza y Janés en 1978) y vale que se lea con detenimiento, siempre está de moda y sirve de manual a la hora imprescindible de juicios legales y éticos para evitar que la historia se repita al pie de la letra.
En 1998 Jorge Rodríguez Gómez ganó el Concurso de Cuentos promovido anualmente por El Nacional. Lo tituló con esta frase: “Dime cuántos ríos son hechos de tus lágrimas” y cabe hacerle al menos dos preguntas a su autor:
¿Pudiste ser un competente médico, acaso un escritor mediano, humilde, honesto, pero con rico calibre moral y espiritual, de no aparecer tu padre sustituto y comandante eterno?
¿Sabes tú cuántos mares y océanos han llorado los venezolanos que fueron y son víctimas del odiante síndrome, entre muchos otros, de los hermanitos Rodríguez y su revolución vengadora?
El “Goebbels” del madurismo
Cipriano Fuentes
A casi un siglo del auge de la propaganda política, que lideró el aparato Nazi y previamente el leninismo, en América Latina aún es muy común encontrar referentes políticos y partidos que no han actualizado su modelo ni las estrategias de comunicación, viéndose superados en esta materia por aquellos oponentes que decidieron profesionalizarse.
Joseph Goebbels sin dudas era un hombre de ideas malignas, perversas con la genialidad de estas mentes. Durante doce años —entre 1933 y 1945— fue ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich. Fue uno de los principales referentes de la historia de la propaganda política como reino de la mentira.
Su diario personal es un documento invalorable. Recorriendo sus páginas podemos descubrir detalles de su vida privada, algunos de los horrores del gobierno de Adolfo Hitler, además de conocer sus ideas y estrategias para hacer llegar la ideología nazi a los alemanes y al mundo entero.
Goebbels hizo uso de las herramientas habituales para difundir los mensajes políticos, entre ellas la radio y el cine. Es así que decidió poner parlantes callejeros en sitios estratégicos de Alemania, para que la ciudadanía se viera obligada a escuchar a Hitler; y produjo piezas audiovisuales que se emitían en los cines.
Algo llamativo que aparece en el diario es la idea de utilizar el cine francés, cuando Francia sucumbiera ante el ejército de Hitler, pues entendía que con su estrategia comunicacional, el aparato germánico y los actores galos nada podría detenerlo.
EL GOEBBELS DEL MADURISMO
El ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich fue sumamente exitoso, con su estrategia propagandística mediante el uso de la mentira constante. Goebbels era siquiatra (Nota mía: No lo se a ciencia cierta) . Como es siquiatra el actual ministro de propaganda de la tiranía madurista, Jorge Rodríguez Gómez, quien — cual Goebbels tropical— emplea las medias verdades, la mentira franca y las posverdades —una invención del marxismo, comunismo o socialismo real— para engañar al pueblo venezolano.
La gran diferencia entre la propaganda y la comunicación política es que esta última reconoce y valora al receptor del mensaje de una forma que no se contemplaba en el pasado.
Cada vez que un político o un partido se pronuncia, cada vez que habla, que ejerce una acción de gobierno, de campaña o de lo que fuera hay alguien del otro lado que recibe ese mensaje, que lo escucha, que lo decodifica, que se forma una opinión y que puede reaccionar ante el mismo.
Ante este nuevo escenario algunos políticos, fundamentalmente en épocas de campaña electoral, comienzan a generar puentes de comunicación con la ciudadanía, como por ejemplo páginas web, listas de difusión de WhatsApp, canales de YouTube, perfiles de Facebook, Twitter, Instagram y otros
Creados estos canales es que comienza, por lo general, a surgir el gran problema: hay que gestionarlos y tener una estrategia, lo cual requiere tiempo, paciencia, conocimiento y fundamentalmente profesionalismo.
La profesionalización es imprescindible, el entender y reconocer los derechos de los ciudadanos, el comprender y saber utilizar las nuevas tecnología en provecho no solo del proyecto político sino de la comunidad es un deber. El dejar atrás la centenaria propaganda para entrar de una vez por todas en la era de la comunicación política.
ciprianofuentes1@gmail.com
CARTA ABIERTA A JORGE RODRÍGUEZ de un profesor de psiquiatría del HUC
Con la muerte de Fernando Albán se cierra una trágica vuelta del destino que te atañe directamente.
La dinámica de la víctima que se transforma en victimario es profundamente conocida en nuestros estudios sobre psicología. Sin embargo, pocas veces hemos tenido la oportunidad de ser testigos de excepción de una pública trasformación de un rol en el otro como nos ha tocado a todo el país en relación a la historia de los hermanos Rodríguez. Aquí es donde se hace evidente la vuelta que el destino completó frente a nosotros y que te atañe directamente.
Tu carrera política comenzó enarbolando la bandera de la justicia y de la defensa de nuestros derechos fundamentales. Tu motor fue el dolor por la pérdida de tu padre en manos del poder. Hace poco tu hermana nos habló del sufrimiento que los acompañó desde su muerte. Nos habló de venganza. Una venganza que aguardó décadas para poder materializarse. No nos vengamos sino desde el dolor y el resentimiento. De eso tú sabes más que la mayoría de nuestros compatriotas, no sólo porque lo has sufrido, sino por tu condición de psiquiatra, y eso te hace directamente responsable de lo que estamos viviendo.
Sabemos que hoy en día, en nuestro país, el poder es detentado por una compleja, oscura y tenebrosa quimera.
NOTA MIA: Quimera: Sueño o ilusión que es producto de la imaginación y que se anhela o se persigue pese a ser muy improbable que se realice).La quimera en mitología es un ser monstruoso de origen oscuro, híbrido entre un león, un macho cabrío y un reptil. Este último suele ser un dragón, aunque también puede ser representado por una serpiente.Tiene 3 cabezas; una de dragón, otra de león y la tercera de macho cabrío.La quimera puede comunicarse en el lenguaje mágico de los dragones, aunque no se para a hablar con criaturas a las que considera inferiores.Tiene características de los seres de los que está compuesta. Su hábitat dependerá de la parte dominante de la quimera ya que la parte de dragón tiene preferencia por vivir individualmente, pero su parte de león prefiere las manadas. Este es un ser extremadamente peligroso durante un combate puesto que sus garras de león pueden desgarrar a cualquier hombre de un solo barrido. Puede utilizar también la cabeza y los cuernos de cabra para morder y golpear. Pero es su cabeza de dragón la más temida de las tres, sobre todo cuando lanza un cono de fuego.Le gusta acumular tesoros, posiblemente por su parte de dragón, sin ningún otro fin que hacer montañas con ellos. Aprovecha las monedas de los hombres, elfosy demás humanoides a los que ataca y mata para formar sus montañas doradas y plateadas.En la mitología griega, la figura de Quimera es destruida por el héroe Belerofonte cabalgando a lomos del corcel Pegaso. Pegaso consiguió cansar y desesperar a la temida Quimera gracias a su mayor velocidad en el vuelo, lo que permitió a Belerofonte asestarle un golpe mortal con la punta de su lanza.Antes de emprender esta difícil tarea, Belerofonte consultó al adivino Poliido, quien le aconsejó capturar al caballo alado Pegaso. Pegaso era querido por las musas del monte Helicón, ya que con un golpe con su pata había hecho brotar la fuente de agua Hipocrene de la tierra.Belerofonte no encontró a Pegaso en el monte Helicón, sino en la fuente Pirene en la Acrópolis de Corinto. La diosa Atenea entregó a Belerofonte una brida de oro para domarlo, y que Belerofonte colocó sobre su cabeza. En otras versiones, Atenea le entregó directamente a Pegaso después de haberlo domado ella misma o fue Poseidón el que le entregó a Pegaso.Una vez armado se dirigió a confrontar a la Quimera. Montó a Pegaso y volando sobre la fiera, empezó a lanzarle flechas. Luego, introdujo la punta de su lanza en las fauces del monstruo, cuyo aliento de fuego fundió la punta de plomo; este se escurrió por su garganta , quemando los órganos vitales y de esta manera Belerofonte logró vencerla.
Observen los símbolos mitológicos: Bielerofonte hijo del rey Glauco de Corinto y de Eurímede, aunque algunas tradiciones le hacen hijo de Poseidón y Eurínome, Belerofonte encarna el "defecto" de la "excesiva" ambición, vence a Quimera ayudado por Atenea y Poseidón. Sabiduría de Atenea y capacidad de romper engaños y mentiras que se adjudican a Poseidón con su tridente, quienes le dan a Pegaso, el primer caballo que llegó a estar entre los dioses. Pegaso era el caballo de Zeus, dios del Cielo y de la Tierra, nació de la sangre derramada por Medusa cuando Perseo le cortó la cabeza. La leyenda de Pegaso puede haber influido la formación de la figura del buraq en la tradición islámica. Es uno de los equinos más célebres de la literatura junto con Rocinante (caballo de Don Quijote de la Mancha), Babieca (el de El Cid), Bucéfalo (el de Alejandro Magno) y el caballo de Troya...Pegaso ha sido uno de los caballos mitológicos más llevados al cine al igual que el unicornio, siendo seres extraordinarios que encajan perfectamente en las películas de fantasía y ficción.En el manga y anime Saint Seiya, el caballero de la constelación de Pegaso es el protagonista de la historia, vinculado principalmente a los dioses Atenea y Hades. Y nuevamente mencionado en el anime y manga "Sailor Moon" como el protector de los sueños. También aparece como ''El Beyblade'' del Protagonista del Anime Beyblade Metal Fusion.También apareció en la película animada Hercules (1997), de Disney Pictures. En ella, Pegaso es un regalo de Zeus a su hijo Hércules. Además, se puede apreciar en la película Furia de titanes y Furia de Titanes 2, donde aparece al lado de Perseo y lo ayuda a transportarse.
La cara visible del mismo es una persona, es cierto, pero éste no es más que una triste máscara, un pelele, detrás del cual se esconden las verdaderas fuerzas que lo sostienen, y tu formas parte de esa monstruosidad que ha parido este régimen. Desde afuera vemos como las múltiples cabezas de esta quimera monstruosa se retuercen y resoplan, pidiendo a gritos mantenerse firmes y alineadas en complicidad porque ya no hay forma de mantener el poder si no están unidos, y saben que el costo de perderlo es muy alto. Sin embargo, te pregunto, Jorge: ¿hasta donde puedes llegar sin tomar conciencia de que hace rato traicionaste tus principios fundamentales y la memoria de tu padre? Te transformaste en un poder mucho más oscuro que el que lo llevó a la muerte. Eres cómplice y victimario de la muerte de Fernando Albán y en sus hijos huérfanos estás repitiendo tu propia historia, y en su muerte la de tu propio padre.
Frente a esta imagen de horror sólo te quedan dos caminos: o profundizar en tu proceso de transformarte en un ser cada vez más monstruoso, o desde el poder y responsabilidad que te ha conferido la historia lograr que nuestro país, tú país, logre remontarse al camino de las formas de convivencia básicas que perdimos ya hace años. Tú eres un hombre inteligente y sabes de qué te estoy hablando. Hace mucho tiempo rompiste tu juramento hipocrático como médico. Tienes tiempo utilizando en función del Mal el saber que te transmitimos en la Escuela de Psiquiatría. Hace mucho más tiempo aún estás traicionando tus principios y valores fundamentales. Que no hayas sido consciente no te quita responsabilidad. Esta muerte te atañe directamente.
Ojalá encuentres un camino para que la misma no sea en vano y te salve de que el ejército de las Erinias y las Furias se despierte y te persigan y torturen hasta el momento de tu muerte. Tienes mucho poder en tus manos. Ojala sepas utilizarlo.
Dr. Eduardo Carvallo
Psiquiatra. Docente de psiquiatría en el Hospital Universitario de Caracas
La crueldad ideológica de los totalitarismos
POR Wolfgang Gil Lugo
El gran dictador (1940), Discurso de Charles Chaplin en El Gran Dictador 1940
04/01/2018
“Mi pueblo está destruyéndose por la falta de conocimiento”
Oseas (4:6)
“Si no tienen pan, que coman pasteles” es la despectiva frase que se le atribuye a María Antonieta, quien no mostró compasión por el hambre del pueblo francés durante los días previos a la revolución.
Era la actitud característica del Ancien Régime, como se le denomina a esa etapa histórica. Lo más razonable sería pensar que, con el fin de las monarquías absolutas, se acabaría el desprecio por el pueblo en los regímenes donde los gobernantes son elegidos por medios democráticos. No fue así.
¿Cómo aparecen los psicópatas políticos en las repúblicas modernas? Aparecen en un escenario de perversión política que tiene lugar cuando el electorado se convierte en cómplice de la corrupción y la impunidad. De esa manera surgen los tiranos contemporáneos, quienes no sienten compasión ni empatía y son inmunes a cualquier remordimiento. Hacen gala de crueldad ideológica al causar dolor y miseria a los débiles e indefensos.
Hay un desprecio prerrevolucionario y otro revolucionario. Las revoluciones pretendieron acabar con las clases sociales y terminaron imponiendo nuevas clases dominantes más autoritarias y tiránicas. Este hecho paradójico parece que escapa a muchos intelectuales malamente autocalificados de progresistas, a pesar de las evidencias de que, en Corea del Norte, el comunismo se convirtió en una monarquía absoluta y hereditaria, mientras en Cuba la cosa va por el mismo camino.
A los gobiernos totalitarios les interesa crear un tipo de fanático, el conformista obediente, que no encuentra ninguna contradicción entre la ideología y el régimen. Todorov escribe:
“El comunista típico ya no es un fanático, sino un arribista. Está dispuesto a cambiar de convicciones por encargo: a lo que aspira es al éxito y al poder personal, no a la victoria lejana del comunismo. Marx, Lenin y Stalin son las tres hadas que se han inclinado sobre la cuna del Estado totalitario y que lo han provisto de sus principales virtudes” (El hombre desplazado, Madrid, Taurus, 2008, p. 41).
Para esos mismos gobiernos, hay un tipo de fanático que no les interesa, el idealista, que no es otro que el purista de la ideología. Este exige coherencia entre el pensamiento y la acción. Por tal razón el nuevo régimen elimina a la mayoría de quienes participaron al inicio de la revolución, acabando así con la crítica interna.
El despotismo de la libertad
Isaiah Berlin (6 de junio de 1909, Riga, Letonia - 5 de noviembre de 1997, Oxford, Reino Unido) en su ensayo Dos conceptos de libertad, en la sección ‘‘El templo de Sarastro’’ (el personaje de un sacerdote que vive en un recóndito castillo en la Flauta Mágica de Mozart), nos alerta sobre una superstición intelectual: el “gobierno de los sabios”. Berlin está de acuerdo con que personas de gran sabiduría ocupen posiciones de liderazgo en la sociedad. Lo que cuestiona es la suposición de que la racionalidad individual se pueda traspasar sin problemas al Estado. Para prevalecer, la racionalidad individual debe someter las pasiones que obnubilan el pensamiento. Si se traslada esto a nivel político, la clase gobernante, el equivalente de la racionalidad, debe someter al pueblo, que es el equivalente de las pasiones. Así se crea la ficción del Estado racional, o, mejor dicho, del régimen falsamente racional.
Hay que aclarar que Berlin no está contra la racionalidad en sí misma; todo lo contrario. Lo que cuestiona Berlin es el concepto de racionalidad instrumental. Es la racionalidad que supone que el bien es unívoco, es decir, que hay una sola concepción del bien y por tanto no hay que discutirla. Por el contrario, una sociedad libre supone que el bien es susceptible a varias interpretaciones (sin caer en el relativismo) y, por tanto, hay que discutir con todos los miembros de la población. La racionalidad instrumental es la base de la tecnocracia. Así como puedo dominar a la naturaleza con la tecnología, ¿puedo dominar a los humanos con legitimidad?
El tecnócrata considera que se puede responder afirmativamente a esa pregunta, pues cree que está justificado dominar a los demás si es racional y no arbitrario. No se considera coacción obligar a alguien a que cumpla con la finalidad racional de su verdadero yo. Eso da lugar a los autoritarismos. Esto supone que la libertad es igual a ley más la autonomía del individuo. Es pensar fantasiosamente que, en la medida en que aumente el número de individuos autónomos, la ley irá desapareciendo.
Este supuesto subordina la libertad de pensamiento a los “sabios” de la política. Dicha forma de pensar se encuentra en los moralistas dogmáticos, donde el gobierno tiene la obligación de imponer la educación a la población, tal como sucede en Fichte. El mismo supuesto funciona también para el irracionalismo estético, como por ejemplo, Nietzsche. Ni siquiera el cientificismo de Comte escapa a esta forma de pensar.
Dicho supuesto se basa en la alienación de la mayoría como justificación de la imposición autoritaria. La mayoría no sabe lo que le conviene, solo la elite iluminada conoce lo que es bueno para todos. De esta forma tiene lugar la inversión del autogobierno individual al autoritarismo político, dando como resultado una paradoja: el despotismo es la libertad.
La cultura disfuncional
El despotismo de la libertad trae como consecuencia la desintegración del individuo humano. En la actualidad, hay muchos factores culturales que favorecen dicha desintegración. Eric Kahler, en su libro La torre y el abismo (Buenos Aires, Fabril editora, 1959), nos explica que ha tenido lugar una escisión en la mente contemporánea. El aspecto externo de esa escisión toma la forma de la colectivización.
En el pensamiento colectivista, se considera que las diferencias grupales son más significativas que las diferencias individuales dentro de los grupos. Este énfasis en los grupos termina suprimiendo el valor del individuo y, por tanto, de sus derechos. El colectivismo puede poner en peligro al liberalismo propio de las democracias cuando la mayoría del grupo es capaz de disminuir la libertad de los individuos.
El colectivismo se expresa en racionalización y mercantilización. El concepto de racionalización hace referencia al modo en que las sociedades modernas han venido siendo sometidas a un proceso de ordenamiento y sistematización, con el objetivo de hacer predecible y controlable la vida del hombre. Este proceso se hace manifiesto en por lo menos tres ámbitos de la vida humana. Primero, a nivel de la cosmovisión, en la que se ha venido produciendo lo que Weber llamaba “el desencantamiento del mundo” respecto a la naturaleza. Ya no hay Dios ni hadas ni duendes; se produce una “desmitificación de la vida”, es decir, una creciente “secularización” de las creencias y los valores. Segundo, a nivel de la acción colectiva, en donde la política, la economía, el derecho y demás instituciones de la vida pública se convierten en organizaciones tecnocráticas. Tercero, a nivel de la acción individual, donde el estilo de vida personal se orienta de acuerdo a patrones funcionales de producción y consumo. Este último punto es la transición a la mercantilización.
La mercantilización es el proceso de reducir los valores no económicos en mercancías. Esto tiene lugar en dos niveles. El primer nivel se refiere al mundo de las cosas: los productos se transforman en artículos comercializables con fines de lucro. Es decir que el valor de cambio de los objetos prevalece sobre su valor de uso. El valor de uso de los objetos es aquel que se deriva de su capacidad para satisfacer necesidades humanas, mientras que su valor de cambio es la cantidad de dinero por la que se puede permutarlos para adquirir otros bienes y servicios. El segundo nivel se refiere al mundo humano: el proceso de mercantilización avanza hasta convertir incluso el trabajo humano y el tiempo en bienes de mercadeables.
Tanto la racionalización como la mercantilización son ilustradas, en registro de sátira social, en Tiempos modernos (1936) de Chaplin. En esta película tiene lugar la famosa escena donde el personaje protagónico de Charlot es un obrero que se convierte en un apéndice a la maquina industrial. Se puede hablar aquí de un primer nivel de alienación.
Ante estas amenazas contra la naturaleza humana, se pueden tomar dos alternativas. Una de ellas es profundizar el mal en nombre de la curación. Salir de la sartén para caer en el fuego. Este es el camino de las revoluciones autoritarias, donde tiene lugar un segundo nivel de alienación, la cual está caracterizada por las dictaduras contemporáneas.
La dictadura toma las formas de totalitarismo y terror. Esto es más propio de sistemas como el fascismo y el comunismo. Se conoce como totalitarismos a las ideologías, los movimientos y los regímenes políticos que consideran que el Estado tiene el poder absoluto sobre todos los aspectos de la sociedad, en consecuencia, la libertad está seriamente restringida y el ejecutivo ejerce todo el poder sin divisiones ni restricciones.
Los regímenes totalitarios se diferencian de otros regímenes autocráticos por ser dirigidos por un partido político único que se funde con las instituciones del Estado. Estos regímenes, por lo general exaltan la figura de un personaje que tiene un poder ilimitado que alcanza todos los ámbitos y se manifiesta a través de la autoridad ejercida jerárquicamente. Impulsan un movimiento de masas en el que se pretende encuadrar a toda la sociedad. Hacen uso intenso de la propaganda y extreman los distintos mecanismos de control social y de represión, especialmente de la policía secreta.
El terror es el instrumento de control de la sociedad por medio de una brutal represión por parte de los gobernantes totalitarios, quienes hacen uso y abuso del recurso al terrorismo de Estado. Como afirmaba el mismo Robespierre: “El terror no es más que la justicia rápida, severa e inflexible”.
La esperanza posible
Siempre habrá psicópatas con ansias de poder. Cómo evitar ese tipo de personaje es el gran desafío de la política democrática de todos los tiempos. El mejor antídoto para evitarlos es educar a la población para que resista la seducción de los hipnotizadores.
Karl Martin August Kähler (6 de enero de 1835, Gurievsk, Rusia - 7 de septiembre de 1912, Freudenstadt, Alemania) nos advierte que, para evitar el primer nivel de alienación (la enajenación capitalista), no es necesario caer en el abismo del segundo (la enajenación totalitaria). Hay que apostar por el despertar de las conciencias para evitar el triste espectáculo de una población mendigando las migajas que caen de la mesa de los opresores.
Para explicar esa parte de la población todavía está hipnotizada por el discurso totalitario, es necesario acudir al concepto de alienación, pero de un tipo diferente. Es imposible no desarrollar un discurso crítico sin el concepto de negación de la naturaleza humana. Ahora bien, dicho concepto puede servir tanto para la liberación como para la dominación. Como ya vimos, de acuerdo a Berlin, el concepto de alienación se pone al servicio del “gobierno de los sabios” que es como él llama a la libertad positiva tecnocrática, es decir, que supone que el bien es único y solo conocido por la élite, por tanto, no se discute cuál es el bien, se da por sentado, el asunto es solo encontrar los medios para realizarlo.
Desde el punto de vista humanista, el concepto de alienación es necesario para comprender la degradación humana. Como alerta Albert Camus, el olvido de la esencia humana conduce al totalitarismo y al genocidio. Así es posible salvar al concepto de alienación si se conecta con la idea de sociedad libre del mismo Berlin, es decir, donde el gobierno respeta al derecho y la moral, y se puede agregar que considera que el bien es multívoco. En otras palabras, hablamos de una saludable democracia liberal. Si damos un paso más hacia la humanización, se puede poner el concepto de democracia al servicio del poder cooperación alejándolo del poder dominación.
La misión es difícil, implica despertar las conciencias de los fanáticos conformistas, quienes sufren el síndrome del “miedo a la libertad” diagnosticado por Erich Fromm. Es tarea difícil pues se lleva a cabo con las herramientas de la persuasión y el diálogo. El propósito consiste en que las personas recuperen su propio poder para luchar por la democracia, y no ser más cómplices de la crueldad ideológica que los tiraniza.
Por Que La Gente No Reacciona? Indefension inducida.
La dulce patraña de la soberanía para el genocidio
POR Wolfgang Gil Lugo
14/02/2018
“La Reina se puso roja de furia, y, tras dirigirle una mirada fulminante y feroz, empezó a gritar: -¡Que le corten la cabeza!”
Lewis Carroll: Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas
Los reyes absolutos tenían la potestad sobre la vida y bienes de sus súbditos. Viene a la mente el rey Enrique VIII de Inglaterra resolviendo sus problemas de divorcio con el hacha del verdugo. También la cruzada contra los albigenses, en el siglo XIII, que terminó en el genocidio de poblaciones enteras por considerarlas herejes.
Los revolucionarios franceses acabaron con los reyes absolutos, pero mantuvieron el hábito de cortar cabezas a los ciudadanos. Ahora contaban con la guillotina, una tecnología que permitía mecanizar la decapitación. En el siglo XX, los totalitarismos darían pasos agigantados en cuento a la industrialización de la muerte.
De un régimen a otro se mantiene el concepto de soberanía. Según la clásica definición de Jean Bodin, también conocido en castellano como Juan Bodino (Angers, 1529/1530-Laon, 1596) recogida en su obra de 1576, Los seis libros de la República, soberanía es el “poder absoluto y perpetuo de una República”; y soberano “es quien tiene el poder de decisión, de dar las leyes sin recibirlas de otro, es decir, aquel que no está sujeto a leyes escritas (…)”.
Existe una instancia política donde se decide la vida o la muerte de quienes están sometidos al poder. A pesar de la evolución humana y el desarrollo político, seguimos atados a la estructura piramidal de un sistema que nos organiza, pero para hacerlo, toma derechos absolutos sobre nosotros. El soberano tiene la potestad de decidir quién posee la dignidad de ser persona y quién no. Los que no la poseen pueden ser desechados, como quien se deshace de una molesta cucaracha.
Max Weber sostuvo, en La política como vocación, que una condición necesaria para que una entidad se convierta en Estado es que se conserve el monopolio de la violencia. La policía y los militares son sus principales instrumentos. Si bien esta estructura no la hemos podido eliminar, por lo menos, se ha podido mitigar. La democracia ha hecho lo posible para reducir los poderes del soberano a lo indispensable. Para lograr eso, se le ha quitado al soberano el arbitrio absoluto. En otras palabras, la política (el mando) tiene que subordinarse a lo político, es decir, al derecho, la moral y la discusión plural.
El Estado de derecho
El mismo Bodino agregaba que el soberano debía estar sometido a la ley divina y a la moral natural:
“Si decimos que tiene poder absoluto quien no está sujeto a las leyes, no se hallará en el mundo príncipe soberano, puesto que todos los príncipes de la tierra están sujetos a las leyes de Dios y de la naturaleza y a ciertas leyes humanas comunes a todos los pueblos”.
El Estado de derecho se identifica con el imperio de la ley: cuando decimos “imperio de la ley” no nos referimos a cualquier ley. Hay una diferencia fundamental. También las dictaduras y los totalitarismos exigen sometimiento en nombre de la ley. Los dictadores cuentan con dóciles juristas que, junto con el miedo, la mentira y la negación de las libertades, convierten sus arbitrariedades en leyes.
Las leyes ilegítimas e injustas también son Derecho, así como el régimen ilegítimo e injusto también es Estado. Lo que sucede es que no es Estado de derecho. Lo que diferencia de manera más radical y substancial al Estado de derecho es que debe su origen a la voluntad popular: es decir, creada desde la libre participación y representación hoy de todos los ciudadanos.
Si el ordenamiento jurídico no posee ese origen democrático, sus leyes no serán democráticas, y el Estado nunca será de Derecho. La legitimidad del Estado de derecho es directamente proporcional a la fundamentación racional que le brinden los legisladores, así como de la cantidad y calidad de la participación de la población. La calidad de la participación depende de qué tan amplia, ilustrada y consciente sea. Solo así podremos contar con una vigorosa democracia.
Carl Schmitt contra el Estado de derecho
El Estado de derecho parece lo más apropiado para la civilización y para las mentes conscientes y libres. Así que luce como un exabrupto pensar en términos del antiguo régimen y de los reyes absolutos, donde todo el poder se centraba en una sola persona. Esa persona solo debía dar cuentas a Dios y ya sabemos lo que significa eso.
En la tradición occidental no todo ha ido en el sentido de evolución del humanismo. Ha habido francos retrocesos. Existe la tendencia a negar el Estado de derecho y los derechos humanos. Además, proponen nuevos soberanos que no deben dar cuenta a nadie, ni siquiera a Dios.
Esto encuentra su expresión jurídica en Carl Schmitt (Plettenberg, Westfalia, Imperio alemán, 11 de julio de 1888 – Íd., 7 de abril de 1985), abogado del nazismo. Schmitt odia el parlamentarismo: considera que sustituye estérilmente la decisión de un jefe máximo por la discusión interminable de los políticos. Él sospecha que detrás de esa discusión y su supuesta racionalidad se ocultan poderes inefectivos y malignos. Para Schmitt el concepto de lo político consiste en la pugna existencial contra el enemigo, al que se intenta aniquilar, no conversar sino destruirlo.
Schmitt cuenta con el seductor hechizo estético, impregnado de pathos dramático, de la cruzada por la lucha final. Es el entusiasta atractivo del permanente “estado de excepción” frente a la aburrida normalidad constitucional. En el pasado, tal hechizo cautivó a muchas mentes fascistas. Ahora ejerce influencia en círculos de izquierda, así como en los nuevos populistas.
Al desencanto por la democracia y la seducción de Schmitt pueden haber colaborado las frustraciones, limitaciones y corrupciones de la democracia liberal, así como de la social. La democracia decae cuando la moral cede ante los métodos tecnocráticos, los poderes mediáticos y el gran capital.
Nietzsche contra los derechos humanos
El pensamiento jurídico de Schmitt no se da en el vacío. Encuentra antecedentes en la tendencia filotiránica. Por ejemplo, para Friedrich Nietzsche el humanismo no era más que una versión secular del teísmo. En su Genealogía de la moral, sostiene que los derechos humanos existen como un medio para que los débiles limiten colectivamente a los fuertes. En este punto de vista, estos derechos no facilitan la emancipación de la vida, sino más bien la niegan.
“El vitalmente pobre, el débil, empobrece más la vida; el vitalmente rico, el fuerte, la enriquece. El primero es un parásito; el segundo aporta algo a ella… ¿Cómo es posible confundir al uno con el otro?” (Voluntad de poder, § 48).
La moral del superhombre que defiende Nietzsche se basa en la ley que cada uno se da a sí mismo: “Queremos ser quienes hacen sus propias leyes, los que se hacen a sí mismos” (La gaya ciencia). Es una autolegislación (como la quería Kant), pero sin universalidad (como Kant no la hubiese querido). La vida no es igualdad sino pathos, apropiación, ofensa, avasallamiento de lo débil, opresión, dureza, imposición de fines propios… es voluntad de poder (Más allá del bien y del mal).
En el otro extremo del espectro político nos encontramos a Karl Marx, quien tampoco es defensor de los derechos humanos. En La cuestión judía (1834), describe los derechos humanos como una forma de alienación humana. Los derechos humanos frivolizan las desigualdades, las hacen invisibles y las disuelve en los principios de igualdad o libertad. Los derechos humanos unen como entidades complementarias al ciudadano y al hombre egoísta, es decir, se subsume al hombre en el ciudadano:
“Ninguno de los así llamados derechos humanos va, por tanto, más allá del hombre egoísta, del hombre tal y como es miembro de la sociedad burguesa, es decir, del individuo replegado en sí mismo, en su interés privado y en su arbitrariedad privada, y separado de la comunidad. Lejos de que se conciba en ellos al hombre como ser genérico, aparece en ellos la vida genérica misma, a la sociedad, más bien como un marco externo a los individuos, como limitación de su independencia originaria. El único vínculo que los cohesiona es la necesidad natural, la necesidad y el interés privado, la conservación de su propiedad y de su persona egoísta” (K. Marx, La cuestión judía).
Nietzsche y Marx, pensadores de la sospecha, prefieren cuestionar a los derechos humanos más que a sus propias tendencias filotiránicas.
Domesticar los cuerpos
La soberanía genocida se nutre del pensamiento filotiránico y de las legislaciones que niegan el Estado de derecho, pero necesitan también una forma de administrar el poder que reduzca a los seres humanos a su vida animal.
En esto nos puede ayudar el concepto de biopoder de Foucault. Una de las preocupaciones centrales de Foucault, en Vigilar y castigar, fue el origen del poder soberano y su relación con la vida de los individuos. La dominación necesita someter. Foucault descubrió que la dominación encontró formas de domesticar a los cuerpos. En los sistemas penitenciaros de los siglos XVII y XVIII, se desarrollaron técnicas disciplinarias para vencer las voluntades de los presidarios a través de las innovaciones en las vigilancias y los castigos. De esta forma, el soberano tenía la posibilidad de hacer morir al individuo que transgrediera las normas de conducta dictadas y dejar vivir a quien no perturbara ese orden.
Esta tecnología disciplinaria del poder tenía por objeto el cuerpo individual, su separación, su alineamiento, su puesta en serie y bajo vigilancia. En La Voluntad de Saber, Foucault nos explica que, a finales del siglo XVIII aparece una nueva tecnología del poder complementaria. Si la técnica disciplinaria se había interesado en el cuerpo individual, esta nueva tecnología se interesa por los aspectos de la vida considerados desde el punto de vista colectivo: la muerte, la defunción, la enfermedad, las tasas de reproducción.
Es decir, tras un ejercicio del poder individualizador, en el que el cuerpo tiene que ser disciplinado, entrenado y, dado el caso, castigado o muerto, surge una técnica masificadora que contempla al sujeto como la vida de una especie: la técnica de regularización. De una anatomopolítica se pasa a una biopolítica de la especie humana.
Desde el punto de vista de la historia de las ideas, es muy significativo que, en esta época, surja el concepto sociológico de población: masa homogénea que se controla estadísticamente. Tener un poder generalizado sobre la vida significa asimismo tener un poder generalizado sobre la muerte: el biopoder permitió al Estado apropiarse de la capacidad de hacer morir y dejar vivir.
Una vez que el poder estatal logra conjugar las técnicas disciplinarias y regularizadoras, se consuma el control total de la sociedad. Y la cristalización de este doble control es la norma, que puede aplicarse tanto al individuo que se pretende disciplinar, como a la población que se pretende regular.
Derecho e injusticia
Según Camus, en El hombre rebelde, la experiencia existencial se encuentra frente a una disyuntiva: o la esperanza inauténtica o el absurdo, la ausencia de sentido de la vida. El absurdo conduce al suicidio y al genocidio. Podemos agregar que el genocidio se nutre de la combinación catastrófica: negación del Estado de derecho, ideología filotiránica y técnicas de biopoder.
El Estado totalitario tiene la posibilidad de acabar con grandes porciones de la población, como se hizo con el hambre en Rusia y China. O destinar a grupos humanos completos a los campos de exterminio como hicieron los nazis.
Actualmente, el Estado genocida se ampara en el principio de autodeterminación de los pueblos, cuando el caso es que el pueblo no se está autodeterminando. Todo lo contrario. La población es tiranizada y está siendo sometida y se le están violando sus derechos. La astucia de los totalitarios consiste en utilizar un principio saludable en su contra. Existe un vacío legal para intervenir países soberanos aunque estén masacrando a sus ciudadanos. Mientras la comunidad internacional toma medidas, lo más importante es que los propios ciudadanos descubran su propio poder.
El populismo es la más clara demostración de la eficacia de la mentira
Por Nelson Rivera
Sábado 26 de mayo de 2018, 11:36h
Nelson Rivera (ALN).- En el libro Mentira, la filósofa italiana Franca D’Agostino analiza este fenómeno desde el concepto de la verdad. Quien repite una mentira hasta la saciedad, terminará imponiéndola como “verdad”, como han comprobado los comunistas, los nazis y los populismos.
La mentira es la ruptura entre lo que se dice y lo que se cree.
Somos testigos y, simultáneamente, protagonistas de un fenómeno de vastas consecuencias: el declive de la verdad. La erosión que experimenta la verdad tiene origen en el exceso: es tanto lo que se afirma, se informa, se comunica, que las verdades desaparecen tragadas por el torrente, donde predominan las distintas formas que adquiere la mentira en nuestro tiempo: ocultamientos, engaños, medias verdades, afirmaciones incompletas, simulaciones, errores no reconocidos como tales, falsos criterios, especulaciones, reduccionismos, citas fuera de contexto, distorsiones en la percepción, conclusiones obtenidas a partir de precarios ejercicios de sospecha.
En el libro Mentira, la filósofa italiana Franca D’Agostini analiza este fenómeno desde el concepto de la verdad. Puede definirse como lo no-verdadero: pre-mentira, mentira simple, meta-mentira, evidencia suprimida, imprecisión y mucho más. La capacidad de la mentira para mutar y adquirir formas y ropajes distintos, deriva en la evidente asimetría entre la mentira profusa y la verdad escasa. La mentira se multiplica, la verdad se arrincona. Ya lo sabemos: quien repite una mentira hasta la saciedad, terminará imponiéndola como “verdad”, como han comprobado los comunistas, los nazis y los populismos. El populismo es la más clara demostración de la eficacia de la mentira.
Asunto esencial: Franca D’Agostini evalúa las dificultades de la verdad para encarar el auge de la mentira: la verdad existe bajo un estatuto de invisibilidad. “Verdadero es una propiedad invisible, inasible, no mensurable”. A menudo, la verdad son palabras -incorpóreas- que luchan por expresar lo corpóreo. Esa invisibilidad es una ventaja para la mentira, como lo es que la verdad exige completitud. La verdad, para que sea verdad, debe enunciarse entera. Presentada de forma fragmentaria o parcial, no lo es o no lo es del todo: puede sumarse al caudal de las mentiras. La verdad dicha a medias es una “mentira sin mentira”.
La erosión que experimenta la verdad tiene origen en el exceso: es tanto lo que se afirma, se informa, se comunica, que las verdades desaparecen tragadas por el torrente
La noción de realidad y, de modo más específico, el debate sobre la capacidad humana para reconocer y comprender la realidad, afectan la idea de la verdad: si se acepta que hay distintas percepciones sobre un mismo hecho, que toda realidad es una construcción mental, la verdad aparece como imposible o como una mera ilusión de los sentidos, o como pura provisionalidad. En tanto que no hay una realidad cierta o firme, tampoco hay una verdad correspondiente. La fragilidad que es característica de la verdad, su propagado relativismo genera brechas, oportunidades para la construcción de mentiras. Relativizar los hechos es una forma de abrir el terreno a la distorsión y la negación.
Mentira y democracia
La mentira no sólo arrolla a la verdad, también a la democracia. De eso trata, en lo fundamental, la amenaza que ahora mismo socava al edificio democrático. Mientras la verdad permanece atada a su contenido -a sus enunciados-, la mentira tiene un vasto catálogo de opciones: se puede mentir sobre los acontecimientos, las personas, los objetos y las propiedades de la realidad; se puede mentir sobre las creencias, las emociones y las intenciones; se pueden distorsionar los conceptos, el lenguaje, las palabras y los vínculos que relacionan las palabras o las imágenes con los hechos.
Todavía más: podemos mentirnos sobre nosotros mismos. Distorsionar el espejo. Exculparnos. Responsabilizar a otros. Mirar a otro lado. Convertir el silencio en silencio cómplice.
Conceptualizaciones como veracidad, verídico, sincero, verdadero, genuino, auténtico, transparente y otras fórmulas, han contribuido a relativizar el estatuto, el reconocimiento de la verdad. Abundan las estrategias de la mentira: someter la verdad a criterios de gradualidad o de neutralidad (que los hechos no son verdaderos ni falsos). “La democracia se degrada cuando aparecen los falsificadores, los simuladores de la verdad”. La destrucción se consuma cuando el punto de vista, la opinión, el narcisismo de “lo que yo creo”, se hacen más fuertes que los hechos
Variaciones de la mentira
D’Agostini cita a Simone Dietz, quien señala que un tercio de nuestras transacciones lingüísticas son “en mayor o menor medida, indiscutiblemente falsas”. Semejantes a las variantes con que se asocia la cuestión de la verdad, están las de la mentira: la pensadora italiana desgrana las variantes: falsedad y mentira se diferencian porque se puede ejecutar un engaño ordenando enunciados verdaderos, y esto resulta paradójico, se puede conocer o mostrar la verdad diciendo falsedades.
Se miente cuando se hace creer a otro lo que el emisor no cree. Hay una brecha entre creencia, simular una creencia e intención. La mentira, y esto es esencial, cumple con un requisito: es consciente. Quien engaña sin consciencia no engaña. La intención cumple un papel determinante. Es lo que separa, por ejemplo, la errata numérica de la distorsión deliberada de un dato.
La mentira puede visualizarse como la ruptura de correspondencia entre lo que se dice y se cree, lo que se dice y se hace, lo que se dice y lo que ocurrió. La simulación o el fingimiento -como las gentilezas que son requisitos de los intercambios sociales- no son opuestos a lo verdadero sino a lo auténtico. La manipulación se caracteriza porque se propone generar una determinada actuación o influir en la conducta de los demás.
Quien repite una mentira hasta la saciedad, terminará imponiéndola como “verdad”, como han comprobado los comunistas, los nazis y los populismos
Existen mentiras terapéuticas, defensivas -la que un secuestrado le dice a un secuestrador-, benefactoras o mentiras extremas que destruyen el conocimiento -tal como ha ocurrido en Rusia tras ocho décadas de dominación totalitaria-. La trama, rica y compleja, entre mentira y creación (la producción artística como promotora de otras realidades), es otro ámbito que compete al tema.
Sostiene D’Agostini, a propósito de la llamada mentida piadosa, que no hay mentira que pueda justificarse. Lo que es piadoso es la estrategia, que puede ser “parcialmente perdonable”, evaluada a partir de sus causas y consecuencias. La autora también se interroga por la actuación de los profesionales del derecho y los asesores de imagen, que silencian los errores o defectos y destacan las virtudes o los beneficios de sus clientes.
Una de las cuestiones raigales nos remite a “la mentira sin mentira y sin huella”, que era el objetivo de la Solución Final implementada por Adolf Hitler y los nazis, que prohibió documentar su decisión de liquidar al pueblo judío. Ese es el marco que permite pensar en la práctica del negacionismo, que es el modo de matar al que ya ha sido asesinado: matar su memoria, como todavía hacen hoy las autoridades de Turquía con el genocidio del pueblo armenio.
El totalitarismo contra la verdad
“Puede definirse como prementira la construcción de una realidad ficticia, lo fingido, sobre la cual luego hacer actuar lo falso, que será considerado verdad”. Por lo general, la prementira se acomoda en los prejuicios ya existentes. Las campañas dirigidas al desprestigio de personas e instituciones son justamente formas de prementira, que serán seguida de acciones que se percibirán como verdaderas.
Simplificar, polarizar, proyectar: tales son los procedimientos de la prementira, que se potencian cuando apelan a la tensión miedo-esperanza. Esa prementira es la base de la mentira ambiental, la versión distorsionada de la realidad, que es siempre el instrumento que los poderes utilizan para crear conflictos. La mentira organizada es la base que conduce al conflicto ‘falsificado’.
Complots, conspiraciones y traiciones, que son fabricaciones características de los regímenes totalitarios, se constituyen en la plataforma que conduce a la violación de los derechos humanos, a la deshumanización de los adversarios, a su eliminación a partir de un programa de mentiras que desemboca en una lógica donde la mentira se alimenta y crece por el engrosamiento de otras mentiras.
El charlatán y el demagogo son especies afines
Por Nelson Rivera
Sábado 20 de enero de 2018, 15:00h
Nelson Rivera (ALN).- El filósofo Harry G. Frankfurt publicó en 2006 el que debe ser su ensayo más leído: ‘On bullshit’, más vigente hoy que entonces. El libro se centra en la figura del charlatán.
Harry G. Frankfurt (1929) es filósofo moral, profesor emérito de la Universidad de Princeton. Varios de sus libros están disponibles en nuestra lengua. En 2006 publicó el que debe ser su ensayo más leído: On bullshit, más vigente hoy que entonces: hace una década todavía no estaba en debate el tamaño del botón nuclear.
El libro se centra en la figura del charlatán. En 2013 fue traducido al español bajo el título Sobre la charlatanería: entonces escribí una reseña que sintetizo a continuación.
Frankfurt dice: es un vasto fenómeno, al que muchos contribuyen. Agregaría: el charlatán podría resultar tan numeroso como el propagador de rumores. A menudo, el fanfarrón y el que sabe-algo-que-los-demás-no-saben, se funden. Charlatanería y rumorología: animalillos del mismo corral.
Quien tergiversa deforma aquello sobre lo que habla, pero también se deforma a sí mismo: imposta un estado de ánimo, un conocimiento, una experticia, un saber que no tiene
Vuelvo a Frankfurt: El charlatán actúa con una intención, la de engañar. Su procedimiento consiste en tergiversar. Pero hay algo más: porta una pretensión. La pretenciosidad es, muy a menudo, su causa.
Quien tergiversa lo hace en dos sentidos: deforma aquello sobre lo que habla, pero también se deforma a sí mismo: imposta un estado de ánimo, un conocimiento, una experticia, un saber que no tiene. Busca causar una buena impresión, pero sin hacer ningún esfuerzo ni someterse a las exigencias de la precisión. Habla por hablar, aun cuando sus palabras no concuerden con la realidad.
Tergiversa porque le importa el público. Es tal su necesidad de elogio o reconocimiento, que no le importa si sus afirmaciones se corresponden con los hechos. Su preocupación no está en la realidad, sino en la audiencia. No le detiene la comprobación.
Edgar Morin, a propósito de París, escribió: todo café tiene su charlatán mimado. El charlatán está más próximo al faroleo que a la mentira. Su intención no es la de mentir, sino la de actuar de modo fraudulento.‘On bullshit’ está más vigente hoy que cuando se publicó
El charlatán, también próximo al mitómano, falsifica. Y, aunque tememos más a la mentira que a la charlatanería, Frankfurt sostiene que esta es más perniciosa que aquella. Mientras la mentira se posiciona ante la verdad, con lo cual la reconoce (la ratifica, la legitima), el charlatán, más libre y con unas posibilidades creativas que la mentira no tiene, desconoce tanto la verdad como la mentira. Se coloca en terreno inasible.
El charlatán y el demagogo usan instrumentos comunes: cinismo, verdades a medias, generalizaciones, ambivalencia en la aproximación a los hechos. Ambos comparten el mismo deseo, la misma desesperación: en busca de aplauso, deforman la realidad.
Escena final de la película "El Abogado del diablo" 1997 con Al Pacino. Excelente producción. Al final el poder es lo que importa a estos genios...El mal está en todos, por eso hacen un papel tan excelente, los encargados de mantener los gobiernos del mundo a lo largo de las épocas.