Surgen las confusiones en la celebración de todos los santos...¿Celtas o cristianos?
1 de Noviembre: ¿Halloween o Dia de todos los santos?
La noche del 31 de octubre es la noche en la que el hombre inicia el camino de reencuentro con los muertos, ruta que culminará el 1 de noviembre con la celebración -fruto de la cultura católica- de la festividad del Día de todos los Santos. Desde hace unos años, y bajo el influjo de la cultura estadounidense, locales comerciales, bares, discotecas y publicidad han abrazado con fuerza las fiesta de Halloween -término que viene de All Hallow´s Eve (Víspera de Todos los Santos)- sin ser conscientes de que la efeméride proviene de un rito celta de año nuevo que está presente en nuestra cultura desde hace siglos: El Samaín, pero es sorprendente que también en la cultura maya en Centroamérica haya existido una celebración religiosa en la misma época del año.Al ser la religión el eje central de las actividades mayas, éstas se desarrollaban alrededor de los rituales, los cuales eran el quehacer diario.En las ceremonias dirigidas por los sacerdotes, participaba todo el pueblo, dentro de un mismo entendimiento cosmogenico. Entre los rituales había ayuno, abstinencia, danzas, coros, música, escenografías, cantos, quema de incienso, ingestión de bebidas preparadas, endulzadas o fermentadas y meditaciones. Como el pueblo maya siempre ha creido en la inmortalidad de la conciencia, del alma, del espiritu y del supra-espiritu, veían a la muerte con calma y naturalidad.Generando tambien otra costumbre ritual que es el de las ofrendas y regalos para los antepasados muertos y para los iniciados, que eran considerados como "los vivientes al otro lado de la muerte". Hasta nuestros días en algunas partes de México (como vimos en la famosa película “Coco”) se acostumbra la ofrenda de muertos que se celebra en 7 etapas desde la media noche del 30 de Octubre, hasta el medio día del 3 de Noviembre; aunque en la mayoria del pais solo se celebra la noche del primero de Noviembre y el dia 2 de Noviembre. Lo sorprendente es que al otro lado del mundo se estaba celebrando la fiesta de Samhain o Samaín que significa final del verano y se celebra el 31 de octubre (hemisferio norte) y el 1 de mayo (hemisferio sur); es una de las dos noches de «espíritus» en todo el año, siendo la otra Beltane. Es una intervención mágica donde las leyes mundanas del tiempo y el espacio están temporalmente suspendidas y la barrera entre los mundos desaparece. Comunicarse con antecesores y amores fallecidos es fácil para este tiempo. Es la festividad de origen celta más importante del periodo pagano en Europa hasta su conversión al cristianismo, en la que la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre servía como celebración del final de la temporada de cosechas en la cultura celta y era considerada como el «Año Nuevo Celta», que comenzaba con la estación oscura. Es tanto una fiesta de transición (el paso de un año a otro) como de apertura al otro mundo. Su etimología es gaélica y significa 'fin del verano'. El calendario celta dividía el año en dos partes, la mitad oscura comenzaba en el mes de Samonios (lunación octubre-noviembre), y la mitad clara, a partir del mes de Giamonios (lunación abril-mayo). Se consideraba que el año empezaba con la mitad oscura; así, Samonios se convertía en el año nuevo celta. Todos los meses comenzaban con la luna llena, y la celebración del año nuevo tomaba lugar durante las «tres noches de Samonios», la luna llena más cercana entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno. Las lunas llenas marcaban el punto medio de cada mitad del año durante las cuales se celebraban festivales. El calendario de Coligny marca la luna de pleno verano; sin embargo, omite la de pleno invierno. El calendario fue diseñado para alinear las lunaciones con el ciclo agrícola, y la posición astronómica exacta del Sol se consideraba menos importante. En la mitología celta, los sidhe, o pueblos feéricos, también celebraban Samhain; al parecer, ellos fueron los que patrocinaban la Fiesta de los Muertos. En la víspera de noviembre las hadas podían tomar maridos mortales y se abrían todas las grutas de las hadas para que cualquier mortal que fuera lo suficientemente valiente pudiera echar un vistazo en aquellos dominios, para admirar sus palacios llenos de tesoros. Pero eran pocos los celtas que se aventuraban voluntariamente en aquel reino encantado, pues sentían por las hadas un gran respeto, teñido de terror. La festividad celta se describe como una comunión con los espíritus de los difuntos que, en esta fecha, tenían autorización para caminar entre los vivos, dándosele a la gente la oportunidad de reunirse con sus antepasados muertos. Para mantener a los espíritus contentos y alejar a los malos de sus hogares, dejaban comida fuera, una tradición que se convirtió en lo que hoy hacen los niños yendo de casa en casa pidiendo dulces. Por el Samhain era costumbre vaciar nabos (posteriormente calabazas, debido a una tradición irlandesa) para ponerles dentro velas.
Después de que los romanos conquistaran gran parte de los territorios celtas, estos influyeron en el mundo céltico con sus festivales a la diosa romana de la cosecha, Pomona. Más tarde, los cristianos calificaron las celebraciones celtas como una práctica herética, y con este pretexto destruyeron gran cantidad de la cultura, monumentos y tradiciones celtas, para afianzar su dominio político y social del viejo continente. Fue la época de sometimiento de los pueblos libres paganos, que eran convertidos al cristianismo demonizando sus creencias y adoptando sus festivales.
Desde el siglo IV, la Iglesia de Siria consagraba un día a festejar a «Todos los Mártires». Tres siglos más tarde, el Papa Bonifacio IV (615) transformó un templo grecorromano dedicado a todos los dioses (panteón) en un templo cristiano, dedicado al «Día de todos los Santos», a todos aquellos que los habían precedido en la fe. La fiesta en honor de Todos los Santos inicialmente se celebraba el 13 de mayo, pero fue el Papa Gregorio III (741) quien la cambió de fecha al 1 de noviembre, que era el día de la «Dedicación» de la Capilla de Todos los Santos en la Basílica de San Pedro, en Roma. Más tarde, en el año 840, el Papa Gregorio IV ordenó que la Fiesta de «Todos los Santos» se celebrara universalmente. Como fiesta mayor, ésta también tuvo su celebración vespertina en la «vigilia» para preparar la fiesta (31 de octubre). Esta vigilia vespertina del día anterior a la fiesta de Todos los Santos, dentro de la cultura inglesa se denominaba «All Hallow's Eve», vigilia de Todos los Santos, término que con el tiempo devino en «Halloween» Varios siglos después, esta tradición (que renace en la actualidad gracias al movimiento neopagano) tiene continuidad en el actual Halloween, exportación de los irlandeses a Estados Unidos en el siglo XIX y principios del XX.
Así, el de Samain se convirtió en el día de Todos los Santos, de donde deriva el nombre inglés de Halloween.
Se celebra internacionalmente en la noche del 31 de octubre, tanto en las familias, amistades, comunidades y celebridades, sobre todo en la angloesfera, como Canadá, Estados Unidos, Irlanda o Reino Unido. Hoy en día muchos wiccanos todavía practican esa tradición. Simples velas eran encendidas y dejadas en las ventanas para ayudar a guiar a los espíritus de antecesores y de los amados al hogar. Se ponían más sillas en las mesas y alrededor de las chimeneas para los invitados invisibles. Se colocaban manzanas en las aceras y en los caminos para los espíritus perdidos o que no tenían descendientes. En Samhain se abre el portal hacia el mundo de los muertos y es el momento perfecto para trabajar la adivinación y las invocaciones de los muertos.
Las calabazas, el símbolo más reconocible de la fiesta de Halloween, están también presentes en el Samaín aunque su llegada a la fiesta ha vivido varios cambios. En sus orígenes, los celtas hacían uso de calaveras para espantar a los espíritus y posteriormente se convertirían en nabos, antes de dar paso al vegetal que hemos visto en cientos y cientos de películas. Precisamente, en esos films hemos visto terroríficas recogidas de dulces y caramelos. El conocido como ´Truco y Trato´, hecho a medida del público infantil, no es otra cosa que la adaptación a nuestros días de otra costumbre celta que consistía en colocar dulces en la entrada de sus viviendas para mantener contentos a los espíritus que rindiesen visita a sus hogares. Cuentan los libros de historia que durante la noche de Samaín, los druidas ponían en práctica una serie de ejercicios espirituales para ofrecer variados pronósticos a la población. Uno de ellos, el de la "pesca de la manzana", -popular ahora en muchas fiestas infantiles, consistía en coger con la boca una de estas frutas que estaban sumergidas en un gran recipiente. La primera persona que lo hiciese sería la primera en casarse en el pueblo.
Y, entre otras muchas, llegamos a la que quizá sorprenda a más de uno. ¿Por qué nos disfrazamos por Samaín o Halloween? Buceando en las bibliotecas, los expertos del tema explican que antaño también se hacía lo mismo. La diferencia, es que por entonces las pieles y las cabezas de animales eran los trajes de moda. Lejos del carácter festivo de hoy en día, por aquel entonces el ánimo no era otro que el de espantar a hadas y espíritus malignos. Los católicos celebramos el 1º de noviembre dedicado a todos los santos y el primer domingo de Pentecostés en la Iglesia ortodoxa y las católicas de rito bizantino. No se debe confundir con la Conmemoración de los Fieles Difuntos. En la Iglesia de Occidente, el papa Bonifacio IV, entre el 609 y 610, consagró el Panteón de Roma a la Santísima Virgen y a todos los mártires, dándole un aniversario. Gregorio III (731-741) consagró una capilla en la Basílica de San Pedro a todos los santos y fijó el aniversario para el 1 de noviembre. Gregorio IV extendió la celebración del 1 de noviembre a toda la Iglesia, a mediados del siglo IX. La Conmemoración a los Fieles Difuntos, generalmente llamada Día de los Muertos o Día de los Difuntos es una celebración que se realiza el 2 de noviembre complementando al Día de Todos los Santos, cuyo objetivo es orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrenal y, especialmente, por aquellos que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio.
La celebración de una fiesta dedicada a los difuntos persigue en la mayoría de culturas el objetivo de apaciguar a los muertos más recientes que vagan aún por la tierra sin encontrar el lugar de reposo (para la Iglesia Cristiana Católica ese lugar por el cual vagan se llama Purgatorio).
Las principales iglesias, Iglesias Cristianas Ortodoxas Occidentales, Unión de Utrecht (Iglesias), Comunión de Porvoo, así como Comunión anglicana y Iglesia católica acordaron tener el mismo calendario y días de celebraciones religiosas y santoral (siempre que en esa rama cristiana sea santo o beato esa persona), para facilitar las asistencia a sus feligreses a sus respectivas celebraciones.
La práctica religiosa hacia los difuntos es sumamente antigua. El profeta Jeremías en el Antiguo Testamento dice: «En paz morirás. Y como se quemaron perfumes por tus padres, los reyes antepasados que te precedieron, así los quemarán por ti, y con el «¡ay, señor!» te plañirán, porque lo digo yo — oráculo de Yahveh» (Jeremías 34,5). A su vez en el libro 2° de los Macabeos está escrito: «Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados» (2 Mac. 12, 46); y siguiendo esta tradición, en los primeros días de la Cristiandad se escribían los nombres de los hermanos que habían partido en la díptica, que es un conjunto formado por dos tablas plegables, con forma de libro, en las que la Iglesia primitiva acostumbraba a anotar en dos listas pareadas los nombres de los vivos y los muertos por quienes se había de orar.
En el siglo VI los benedictinos tenían la costumbre de orar por los difuntos al día siguiente de Pentecostés. En tiempos de san Isidoro († 636) en España había una celebración parecida el sábado anterior al sexagésimo día antes del Domingo de Pascua (domingo segundo de los tres que se contaban antes de la primera de Cuaresma) o antes de Pentecostés.
En Alemania cerca del año 980, según el testimonio del cronista medieval Viduquindo de Corvey, hubo una ceremonia consagrada a la oración de los difuntos el día 1 de noviembre, fecha aceptada y bendecida por la Iglesia.
Adoptada por Roma en el siglo XIV pero que se remonta varios siglos atrás. Fue el 2 de noviembre del año 998 -otros autores fijan la fecha en 1030- cuando, en optó cerca del año 1000, en Milán se adoptó el siglo XII, hasta ser aceptado el 2 de noviembre, como fecha en que la Iglesia celebraría esta fiesta. Hay pues, una gran diferencia en la fiesta del día primero y el ambiente de oración y sacrificio del día dos.
Muy popular fue Halloween saga de películas estadounidenses del género slasher, subgénero del cine de terror producido en el contexto del así llamado cine de explotación. El término mismo, slasher, es un anglicismo derivado de la palabra «slash» («cuchillada» o «corte» en inglés). La característica más habitual de este subgénero es la presencia de un psicópata que asesina brutalmente a adolescentes y jóvenes que se encuentran fuera de la supervisión de algún adulto. La mayoría de las veces las víctimas están envueltas en sexo prematuro o consumo de drogas. El éxito de público de este tipo de películas ha tenido como consecuencia la producción de numerosas secuelas. Se centra en el asesino psicópata Michael Myers. Esta serie creó o reinventó el género slasher. Consta de diez películas, con la undécima película en 2018, producida por el director de la original, John Carpenter, y es una secuela directa de la primera película (1978), y se sitúa 40 años después. Se anunció que tendrá una secuela a estrenarse en el 2019 o 2020. El villano, Michael Myers, lleva una máscara blanca y un cuchillo de cocina. Dicha máscara es en realidad un modelo de látex del rostro del personaje de ciencia ficción "Capitán Kirk" de la franquicia Star Trek, interpretado por el actor canadiense William Shatner.