Segunda entrega del libro de ROBERTO LOVERA DE-SOLA: "BOLÍVAR, EL GRAN SEÑOR DE LA PALABRA Y D
¿ESCRITOR LITERARIO?
Siguiendo lo afirmado debemos referirnos aquí el meollo de nuestro asunto. Detengámonos, siguiendo las premisas antes expuestas, ante Bolívar escritor. Se trata, repetimos, de un importante tópico al cual, como ya hemos señalado, no ha sido siempre expuesto con precisión, en torno al que, como hemos escrito antes, existen anfibologías, y el cual es necesario exponer mirando los matices que implica su comprensión.
Nos explicamos: durante largo tiempo ha privado entre nosotros un criterio erróneo al incluir a Simón Bolívar en la historia de nuestra literatura cuando pertenece a la historia de las ideas. Ese es su lugar. No puede examinarse la evolución intelectual de nuestro país excluyéndolo. Pero Bolívar no fue exactamente un creador literario, ni Mi delirio sobre el Chimborazo, pese a su indiscutible belleza, ni sus opiniones sobre el poema de Olmedo o sobre la pieza de José Fernández Madrid(1789-1830) nos lo presentan como un hombre de letras. Estos tres cuerpos, Mi delirio sobre el Chimborazo, las misivas a Olmedo, la carta de Fernández Madrid, son muestras de su cultura, de su preparación, del conocimiento como lector de la literatura de su tiempo. Son expresiones de los puntos de vista de un lector agudo a quien su contacto constante con los libros, él fue un devorador de ellos, siempre marchaba en sus campañas con su biblioteca itinerante a su lado, fueron sus lecturas las que le permitieron atisbar los senderos de la creación con la palabra. Pero la mayor parte de los escritos del Libertador no son literarios sino políticos y es dentro de este contexto que sus concepciones deben ser examinadas. Y esto, claro está, sin perder de vista el estilo utilizado para comunicarse y así explicar con claridad sus puntos de vista. Bolívar leyó tanto que dejó “un rastro de más de cuatrocientas leguas de libros y papeles desde Bogotá hasta Bolivia”. Es decir que leyó tanto el Libertador que si se alineran en estanterías los libros que leyó tendríamos una línea corrida de 2.228.880 metros de largo.
El crítico Pedro Pablo Paredes(1917-2012) parte de la concepción expuesta, en la cual varias veces hemos insistido, al referirse a Bolívar como escritor. Por eso dice
“Al reconocerlo como tal, nos vemos precisados a sentar algunas indispensables aclaratorias. Bolívar...no fue escritor, lo que se dice escritor. Es decir: escritor profesional. Los motivos son obvios. Su acción...fue militar y fue política. Emancipadora...y organizativa...A tal obra, y a tiempo completo, consagró sus energías”.
Creemos que este debe ser el punto de partida de una exploración del tema. Ha sido soslayado, repetimos, muchas veces, creando diversos endriagos interpretativos. Bolívar no fue un literato. Fue un conductor. Un hombre de acción, formado, con una cultura cimentada. Pero un dirigente político no intelectual, pese a las politicas culturales que expuso en sus decisiones. Consideramos que esto no hay que perderlo de vista sino no entenderemos la entraña de sus escritos.
Paredes lo sabe y por ello recalca que Bolívar fue un apasionado lector, quien se expresó siempre en prosa, cuyo género predilecto fue el epistolar, que algunas veces como en la Carta de Jamaica es un ensayo, concebido en forma epistolar; que compuso textos del mismo género para ser perorados en público, tal el Discurso de Angostura, que muchas de sus páginas tienen vuelo poético, que culturalmente hay que situarlo en su contexto: hombre de formación neo clásica pero romántico de espíritu, de hecho su hazaña libertaria fue vitalmente romántica.
Presentados los problemas Paredes plantea sus observaciones a la luz del análisis de algunas páginas ejemplares: la Carta de Jamaica, el Discurso de Angostura, la por él bautizada Proclama de San Cristóbal(Escritos,t.XVII,p.220-221), Mi delirio sobre el Chimborazo, algunos asuntos que rozan lo literario. Tal es el caso del estilo de Bolívar. Refiriéndose a este punto explica:
“Es hermoso seguir, a través de tan apretadas páginas, el pensamiento, el estilo del prócer. Un hombre que saltaba, de pronto, de la más apasionada grandielocuencia a la más prolija erudición. Nos tropezamos en uno y otro caso, con el romántico. Por eso nos parece ver, detrás del texto, al fondo de la perspectiva histórica, al extraordinario líder enredado en sus gesticulaciones. Estas no se le desdibujan, aunque parezca mentira, sino en contadas oportunidades. Las culminantes, por el júbilo o el infortunio, de la autenticidad. Por lo tanto de la sobriedad”.
Y al hablar del infortunio que dice Paredes sea este el momento de refutar un grave error del profesor Alfonso Rumazo González(1903-1992). Dice este, en su biografía del Caraqueño, que es muy buena toda, menos en la línea en la que se lee:
“Los ojos negros, vivísimos, que le brilllaron con quemante intensidad, no lloraron nunca”.
disentimos de lo subrayado, afirmación inexplicable en este autor tan versado psicológicamente: todos los humanos lloramos, el llanto es inherente a la condición humana, tanto como la alegría o la aflicción. Lloro luego existo debía ser una expresión normal, porque lo es de todos los días, Para comprender el tamaño del error de esta apreciación de Rumazo González se debe examinar el ensayo de Luis Beltrán Guerrero(1914-1997): “El llanto de los héroes”, que aunque no cita a Rumazo, sirve para comprender lo infinito de aquel error
De allí que se importe señalar la relación de Bolívar con la poesía, no en cuanto a la escritura de versos, cosa que Bolívar no hizo sino en brevísimos instantes, sino en lo relativo a la presencia de lo poético en su prosa, hecho evidente tanto en sus discursos como en la única prosa poética que escribió, Mi delirio sobre el Chimborazo, la cual se refiere también, no hay que perderlo de vista, a una situación política: “la crisis ideológica que vivió después de Carabobo” al darse cuenta que los soldados vendrían a cobrar el precio de sus lanzas, que era más difícil construir la paz que hacer la guerra, como lo expresó en su carta a Pedro Gual(1783-1862), caraqueño como él, además de ser su coevo, misiva que antes hemos citado(Escritos,t.XX,p.62), epístola en la que también vaticinó la aparición del caudillismo, cuando expresó a su corresponsal:
“No pude Ud. formarse una idea exacta del espíritu que anima a nuestros militares…estos no son los que Ud. conoce; hombres que han combatido largo tiempo, que se creen muy beneméritos, y humillados y miserables, y sin esperanzas de coger el fruto de las adquisiciones de su lanza. Son llaneros”. Determinados, ignorantes y que nunca se creen iguales a los otros hombres que saben más y parecen mejor”(Escritos,t.XX,p.62. El subrayado es del Libertador).
Razón por la cual mandó a Páez aquellos consejos (abril 19,1820) sobre como de debía actuar ante las críticas que todo gobernante democrático debe recibir. Estas son, fundamento de para comprensión de toda política opositora:
“el que gobierna una gran familia tiene que pasar por todo, sea agradable o no. Ud. no debe incomodarse porque le digan el dictamen de los otros; a mí me lo dicen todos los días y no me incomodo, porque el que manda debe oír aunque sea las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que producen los errores. Todos los moralistas y filósofos aconsejan a los Príncipes que consulten a sus vasallos prudentes y que sigan sus consejos; con cuanta más razón no será indispensable hacerlo con un gobierno democrático en que la voluntad del pueblo coloca a los jefes a la cabeza para que le hagan el mayor bien posible, y no le hagan el menor mal. Un pueblo soberano, ha dicho Montesquieu(1689-1755), es un caballo indómito que muy pronto derriba al jinete. Es muy difícil dar gusto a muchos y mucho más cuando la República está rodeada de males e inconvenientes”(Escritos, t.XVII,p.223)
Basado en las ideas expuestas se interna Paredes en algunos textos del Libertador los cuales sondea desde el ángulo de los recursos literarios utilizados en su construcción. En relación con la Proclama de San Cristóbal(abril 19,1820), dictada el mismo día que la carta a Páez cuyo párrafo central hemos citado, recalca que fue desarrollada como un silogismo, elaborada como un poema en la cual es evidente el equilibrio entre el pensador y el soñador. El Discurso de Angostura es para Paredes: suma de sus ideas, testimonio de su cultura, prueba de su condición intelectual, demostración de su sensibilidad estética. Esta oración “es en la trayectoria de Bolívar, obra única”(p.84) anota, “la culminación de un proceso”(p.81). De allí el equilibrio que hay en ella “entre los romántico y lo clásico, su precisión, la comprensión del presente, el atisbo del porvenir”(p.83-84).
BOLIVAR: ¿HOMBRE DE LETRAS O ESCRITOR POLITICO?
PRIMERA DISGRESION
Y claro hay que decir que si bien algunos no incluirían a Mi delirio sobre el Chimborazo, poema en prosa del Libertador, porque no se ha podido demostrar que fue suya y su original manuscrito o la hoja con el dictado del mismo tomado por uno de sus secretarios, cuya caligrafía fuera conocida, nunca ha aparecido, aunque hay una copia manuscrita de 1822, el año de su composición. Pese a esto es imposible, respetando ese criterio, nos registrar a Mi delirio sobre el Chimborazo en el examen del período bolivariano en que fue escrito, máxime que varios de los mayores estudiosos del tema no dudan de su autenticidad como manifestación del ideario de Bolívar. Incluso los Sueños(1627) de don Francisco Quevedo y Villegas(1580-1645) parecen ser una de sus fuentes según lo demostró el maestro Pedro Grases(1909-2004). Pero si no lo escribió Bolívar ¿ quién lo hizo?. ¿Pudo ser obra de un creador post romántico como piensa Manuel Caballero(1931-2010)?. Caballero usa la expresión “romanticismo tardío”. Sin embargo, creemos que no queda duda de tres hechos: debemos afirmar que fue obra de Bolívar, además su belleza literaria, incluso como poema en prosa, es impecable, pero además es un texto político que desarrolla una preocupación, más bien una angustia sentida por el Libertador desde tiempo atrás: y ella era su interrogante, angustiosa, ¿qué sucedería tras la guerra?. Un mes exacto antes de la batalla de Carabobo el Caraqueño había escrito su famosa frase “Temo más a la paz que a la guerra” (Escritos,t.XX,p.62), en carta a don Pedro Gual(1783-1862). Y este es el tema de Mi delirio sobre el Chimborazo. E, incluso hoy, podemos pensar también, es algo hipotético aun, como lo propuso el erudito Julio Febres Cordero González(1916-1988), que Mi delirio sobre el Chimborazo fue escrito en el Cuzco, lo cual nos acerca a lo que decimos porque en aquellas días de 1825, durante su viaje hacia Bolivia, el Libertador tenía los elementos para comenzar a pensar en la grave crisis que se avecinaba, la difícil construcción de la paz. Tan grave fueron aquellos días, y los sucesivos años 1826-1830, que el maestro Uslar Pietri llamó a esta época en la biografía de Bolívar “el tiempo de llorar”. Así Mi delirio sobre el Chimborazo, del cual no podemos negar que fue de Bolívar, cobra un sentido muy particular por tratar en él, dice el crítico Pedro Pablo Paredes(1917-2012), “la crisis ideológica que vivió el autor después Carabobo” a lo cual se refiere también en otro estudio, luminoso como son en general lo suyos.
Pero como el merodeo alrededor de Mi delirio sobre el Chimborazo no se detiene hay otra hipótesis que sugiere que el Libertador pudo ser nuestro primer poeta y el fundador de nuestra escritura creativa. Esto si se llegara a lograr certificar plenamente que su bello poema en prosa Mi delirio sobre el Chimborazo fue escrito en 1822, del 13 de octubre de aquel año tenemos su copia más antigua, llevada a cabo en al ciudad ecuatoriana de Loja, en donde estaba el Libertador aquel día, no escrita desde luego por la mano del Libertador sino de un amanuense, si eso fuera así sería también el Libertador, como lo pensó nuestra gran e inolvidable poeta Ida Gramcko(1924-1994) en su estudio sobre el punto, el primer aeda venezolano, su poema en prosa antecedería en meses en la “Alocución de la poesía” de don Andrés Bello(1781-1865), el poema que dio la independencia cultural a la América Latina. En Mi delirio del Chimborazo, subrayamos de nuevo, Bolívar siguió siendo lo que siempre fue: un escritor político, en su texto se refiere a lo que sucedería en nuestros países tras la guerra, ya había escrito aquel día “temo más a la paz que a la guerra”(mayo 24,1821).
Bolívar fue el mayor prosista de la época porque hasta 1830 don Andrés Bello no había publicado ningún libro, solo importantes estudios en sus revistas londinenses, la Biblioteca americana(1823) y El repertorio americano(1826-1827). Su primer libro fue Principios de Derecho de Gentes(Santiago: Imprenta de La Opinión, 1832. IV,267 p.) una obra jurídica, de política internacional. Y recuérdese que en el momento de morir, el 15 de octubre de 1865, no había impreso el humanista ningún poemario, solo un folleto con su bello poema El incendio de la Compañía. Canto elegíaco(Santiago: Imprenta del Estado, 1841. 12 p.), a este hermoso texto, hondamente romántico, ni siquiera lo firmó para ser fiel a su gran discreción y a su costumbre de corregir hasta la saciedad sus metros, tanto que en sus Borradores de poesía(1962) hay versos que fueron corregidos, mejorados, pulidos, más de diez veces. Así la recolección de su poesía fue póstuma, hecha en Caracas, por sus amigos los hermanos Rojas Espaillat, Arístides(1826-1894) y José María(1828-1907), en su Colección de poesías originales(Caracas: Rojas Hermanos, 1870.302 p.). En ese mismo período, después de 1830, fue cuando Bello editó una parte significativa de su labor crítico literaria en sus Opúsculos literarios y críticos, publicados en varios periódicos desde 1834 hasta 1849.(Santiago: Imprenta Chilena, 1850. II, 320 p.) significativa muestra de su pensamiento sobre la literatura, aunque también insertó artículos sobre asuntos filológicos, históricos y filosóficos. Está en ese volumen la página que define al humanista y al civilizador que fue Bello, es su Discurso inaugural de la Universidad de Chile(Septiembre 17,1843), uno de los más grandes ensayos de nuestra literatura y es la página central del ideario de Bello.
Todas estas precisiones, necesarias para la historia literaria, que no son propiamente pasatiempos de erudito, son los que nos permiten sostener aquello a lo que nos venimos refiriendo.
Es por ello que afirmamos que el mayor prosista de todo el período emancipador fue Simón Bolívar, de ello no hay duda, claro está que no fue un creador literario ni un poeta ni un crítico, pese a las alturas a las cuales llega a veces su prosa con los vuelos de su imaginación como en las páginas finales del Discurso de Angostura. Pero Bolívar fue siempre y así hay que tenerlo un escritor fundamentalmente político. Incluso Mi delirio sobre el Chimborazo es un poema político y de bella altura literaria. También sus cartas son de tal belleza e ingenio que lo ponen por encima de todos, incluso de los mayores escritores hispanos de su época, tales como Benito Feijoo(1676-1764) o Gaspar Jovellanos(1744-1811), con este último mucho se asemeja en el pensamiento pero no el estilo, ya que el del Libertador es mejor. En las misivas de Bolívar están todos los pálpitos de su alma, sus confesiones más hondas, las grandes confidencias de su espíritu. Bolívar siempre fue en sus días a los dos lados de Atlántico el hombre quien mejor escribía en español. De allí la observación de Uslar Pietri:”Puede tomarse a Bolívar por el primer prosista hispanoamericano de su hora”. En el examen de este punto se detuvo más morosamente Rufino Blanco Fombona(1874-1944): “Con Bolívar se inicia un modo distinto de escribir en la lengua castellana”.
SEGUNDA DIGRESIÓN
Pretendemos acercarnos aquí a las razones que podría hacer que se considerara a Simón Bolívar como un escritor. Al tratar este asunto no podemos negar que nos acercamos a uno de los asuntos mas debatidos, y mas controvertibles, de la actividad del Libertador. Y afirmamos esto porque si bien es cierto que es una necesidad del historiador de la literatura de acercarse a este aspecto de la actividad y personalidad de Bolívar esto hay que hacerlo con sumo cuidado para evitar caer en exageraciones.
Quien examine este asunto tiene que preguntarse hasta que punto puede ser considerado Bolívar un hombre de letras. Y quien llegue a la conclusión de que Bolívar lo es, está obligado a precisar con toda exactitud por qué realiza tal afirmación. Así lo hizo Edoardo Crema(1892-1974) en su libro Lo poético en Bolívar(1962). Y afirmamos esto por qué en cuanto a su obra intelectual escrita debemos señalar que si bien el Libertador fue un hombre quien poseyó singular cultura fue sólo autor de textos políticos. En verdad, como lo dijo su edecán el general Daniel Florencio Oleary(1801-1854), poseía un
“estilo florido y correcto… sus discursos y escritos están llenos de imágenes atrevidas y originales. Sus proclamas son modelo de la elocuencia militar; en sus despachos luce, a la par de la galanura del estilo, la claridad y precisión”.
Fue así como en aquel modo
“original, claro, vigoroso…diáfano, conciso, tajante y preciso” que dijo Manuel Pérez Vila,
expresó sus pensamientos por escrito, utilizando un estilo novedoso para su tiempo, el necesario para comunicarse, el exacto para dejar claramente expresado su pensamiento. Concibió así discursos, proclamas, varios proyectos constitucionales y un amplísimo epistolario. En sus misivas se nos presenta de cuerpo entero; sus intervenciones públicas tuvieron siempre motivos precisos. Los proyectos constitucionales lo llevaron a proponer aquellas instituciones o leyes que consideró óptimas para la realidad hispanoamericana de su época. Su amplia cultura lo llevó a valorar algunas obras literarias, como el Canto a Junín de José Joaquín Olmedo(1780-1847), y teatrales, como la pieza Guatimoc, de José Fernández de Madrid(1789-1830), e históricos, como la Historia de Colombia de José Manuel Restrepo(1781-1853). Pergeño también una prosa de acentuado vuelo poético Mi delirio sobre el Chimborazo. Teniendo en cuenta todo esto debemos decir que Bolívar no fue un escritor literario. Y lo decimos porque el Libertador fue un pensador político-social, no un escritor profesional en el sentido que eso entendemos hoy en día. Fue un escritor político que utilizaba la palabra escrita para comunicar su pensamiento. Pero, claro, siempre lo hizo en alto y bello estilo de honda raigambre literaria. Por ello al ámbito politico pertenecen los productos de su pluma, concebidos todos por quien sabía manejar un modo enfático de expresión. Y todo lo que escribía surgía de su alma, no olvidemos que fue un romántico, por lo cual confesó, en su famosa Carta de Pativilca(enero 19,1824), a su maestro don Simón Rodríguez(1769-1854): “Ud. ha visto mis pensamientos escritos, mi alma pintada en el papel”(Escritos,t.II, Vol.I,p.291).
Como ya lo hemos afirmado cuando nos referimos a Bolívar como publicista nos ocupamos de un político no de un creador literario, pese a que siempre su estilo es bello, es fascinante, escriba lo que escriba, nos referimos a un activista quien se expresa a través de la palabra. Comprender esto es fundamental para entenderlo. El no fue un escritor profesional sino un pensador político, alguien a quien que analizar dentro del contexto de la historia de las ideas. El Bolívar que escribe es ante todo un estadista, un organizador de naciones, un conductor, un hombre de acción, quien incluso cuando compone su única prosa poética también se refiere a la política, pues en Mi delirio sobre el Chimborazo recrea la crisis ideológica que se vivió tras la victoria bélica. A través de Mi delirio sobre el Chimborazo podemos vislumbrar la conciencia que tuvo el Libertador sobre lo difícil que sería construir la paz.
TERCERA DISGRESION
Las precisiones anteriores nos parecen necesarias. En ellas hemos subrayado nuestros puntos de vista sobre el tema. Sobre este asunto son muchas las exageraciones que se han escrito. Con tales hipótesis se ha hecho mucho dañó a la imagen del Libertador al no analizarlo dentro de sus precisas connotaciones. Presentar a Bolívar el literato que no fue, mostrarlo poeta cuando, cosa solo lo escribió eventualmente, o como crítico literario, tarea que no cumplió, es soslayarlo como pensador, que es la parte más importante de su actividad, la que más interesa al hombre de nuestros días, la más significativa desde el punto de vista de la identidad nacional. Por ello cuando se sostiene que el Libertador fue un gran escritor quien tal aseveración hace está en la obligación de explicar con toda claridad el por qué de su aserto. Sino se confunde, se crean equívocos, endriagos, se dice lo que no es verdad. Si desea afirmar tal cosa debe ante todo decir qué entiende por escritor y qué tipo de escritor fue Bolívar. Sino oscurece nuestra comprensión del Libertador, pues éste ni fue creador literario ni pretendió serlo, ni siquiera cuando concibió Mi delirio sobre el Chimborazo. Fue un dirigente político culto, quien usó la palabra para dar a conocer sus concepciones políticas. O lo hizo para hacernos comprender los vericuetos de su alma, tal muchos pasajes de su epistolario. De allí el cuidado con que hay que tratar este asunto.
Debemos precisar con exactitud por qué llamamos al Libertador escritor. No son iguales los problemas que se plantea al creador literario, que por lo general escribe en soledad, en diálogo consigo mismo, su versión de la realidad, del pensador político, quien expone planes para la vida de la sociedad, al político activo quien propone ideas y realiza planes casi simultáneamente y a quien no se le pueden presentar los problemas que son propios del poeta, del narrador o del dramaturgo. Son muy distintos los problemas que planteó un Fermín Toro(1806-1865) pues éste era político activo, que aquello que dijo un Tomás Lander(1787-1845), que luego puso en práctica Antonio Leocadio Guzmán(1801-1884). o cuanto señaló Cecilio Acosta(1818-1881), a quien nadie escuchó, o cuanto sucedió a José María Vargas(1786-1854), quien, pese a su preparación e ideas, fracasó en la escena política porque los militares se consideraban, equivocadamente, la única norma que debía haber en el país. Cada uno de estos son tipos muy distintos de intelectuales. Modelos muy distintos de escritor de temas politico-sociales. Creemos que Bolívar no se hizo las interrogantes que los hombres de letras se hacen. Por ello no se le puede igualar. A un político como el Libertador estamos obligados a interrogarlo en torno a sus realizaciones concretas. Si bien Bolívar se expresaba con honda altura cuando usaba la lengua escrita no creemos que se planteara, por lo menos ello no es evidente a lo largo de sus escritos, todo lo relativo a los recursos de la lengua que se plantean los creadores literarios. El, es verdad, sabía utilizar los recursos de la palabra. Cuidaba su estilo. Corregía sus borradores cuidadosamente pero lo que buscaba era que todos entendieran sus planteamientos. Al Libertador no lo podemos observar a través del lente de lo que él no fue. Bolívar no se propuso realizar una faena literaria. Escribió porque así se lo exigió su acción política. No fue Libertador en literatura, como dijo exagerando Rufino Blanco Fomboina. Lo que hizo con su estilo fue romper con las amarras neo-clásicas, sobre todo en su correspondencia. La revolución estética en Hispanoamérica en su época fue obra de Andrés Bello(1781-1865). Bolívar fue, no lo debemos olvidar, fue el líder político de la Revolución. Su cultura, los sobresalientes caracteres de su estilo, nos permiten ahondar en los rasgos de su perfil político. El sabía que con gente poco preparada, o simplemente inculta, no podía llevar a nuestras naciones a ninguna parte. De allí el gran lector que fue, lo estudioso que fue. El Libertador no fue un escritor, si por tal entendemos aquel que se dedica profesionalmente a tal ejercicio. Fue un estadista que utilizó el idioma para dar a conocer sus ideas, sus concepciones. Y esto no debe olvidarse porque se corre el riesgo de falsificarlo. Y escribimos esto porque no podemos considerar escritor a todo aquel que escribe con cualquier fin. Y tampoco podemos considerar tal a aquel que concibe páginas cuyos contenidos no son específicamente literarios. Ofrecer trabajos que por la hermosura de su estilo puedan ser considerados literatura no implica que su autor puede considerarse perteneciente a los predios literarios. Y esto es cosa ya sabida. Nos la enseñó Alfonso Reyes(1889-1959) desde las páginas de El deslinde. Por no haber hecho esta necesaria demarcación, limitación, es por lo que se sigue considerando dentro de la historia de nuestra literatura autores que no pertenecen a ella, que en rigor se inscriben dentro de la historia de las ideas. De allí la ampulosidad en que caemos al incluir dentro de la literatura a simples hacedores de versos como lo fueron Fermín Toro(1806-1865), Juan Vicente Gonzalez(1810-1866) o Cecilio Acosta(1818-1881). En el estudio de estas composiciones se pierde el tiempo que deberíamos dedicar al análisis de su pensamiento, en donde está lo esencial de aquello que ellos nos legaron. Y es por esto mismo, por no haber pergeñado algún mal verso, que apenas si nos hemos asomado al ideario de Tomás Lander(1787-1845), primer doctrinario de nuestro liberalismo, o a viejo Antonio Leocadio Guzmán(1801-1884). Y este vacío hay que salvarlo so pena de perder la esencialidad de la nacionalidad por ellos definida. Y en cuanto al estudio del Libertador mucho más fructífero es examinar sus concepciones políticas que detenernos sólo en escritos de excepción, como lo son Mi delirio sobre el Chimborazo o las observaciones al Canto a Junín de José Joaquín Olmedo(1780-1847). El tiempo que a ello dedicamos deberíamos destinarlo al análisis de sus ideas, a su concepción de la sociedad.
CUARTA DISGRESION
Siguiendo lo afirmado debemos referirnos aquí el meollo de nuestro asunto. Detengámonos, siguiendo las premisas expuestas antes, ante Bolívar escritor. Se trata, repetimos, de un importante tópico al cual, como ya hemos señalado, no ha sido siempre expuesto con precisión, en torno al que, como hemos escrito antes, existen anfibologías, y el cual es necesario exponer mirando los matices que implica su comprensión.
Nos explicamos: durante largo tiempo ha privado entre nosotros un criterio erróneo al incluir a Simón Bolívar en la historia de nuestra literatura cuando pertenece a la historia del pensamiento. Ese es su lugar. No puede examinarse la evolución intelectual de nuestro país excluyéndolo. Pero Bolívar no fue exactamente un creador literario, ni Mi delirio sobre el Chimborazo ni sus opiniones sobre el poema de Olmedo o la pieza Guatimoc(1827) de José Fernández Madrid nos lo presentan como un hombre de letras. Estos tres cuerpos, Mi delirio sobre el Chimborazo, las misivas a Olmedo, la carta de Fernández Madrid, son muestras de su cultura, de su preparación, del conocimiento de la literatura de su tiempo. Son expresiones de los puntos de vista de un lector agudo a quien su contacto constante con los libros, él fue un devorador de ellos, siempre marchaba con su biblioteca itinerante a su lado, le permitieron atisbar los senderos de la creación literaria. Pero los escritos esenciales del Libertador, que son numerosos, no son literarios sino políticos y es dentro de este contexto que sus concepciones deben ser examinadas. Y esto, claro está, sin perder de vista el estilo utilizado para comunicarse y así explicar con claridad sus puntos de vista.
En su libro Perfil de Bolívar el crítico Pedro Pablo Paredes(1917-2012) parte de la concepción expuesta, en la cual varias veces hemos insistido, al referirse a Bolívar como escritor. Por eso dice:
“Al reconocerlo como tal, nos vemos precisados a sentar algunas indispensables aclaratorias. Bolívar…no fue escritor, lo que se dice escritor. Es decir: escritor profesional. Los motivos son obvios. Su acción…fue militar y fue política. Emancipadora…y organizativa…A tal obra, y a tiempo completo, consagró sus energías”.
Creemos que este debe ser el punto de partida de una exploración del tema. Ha sido soslayado, repetimos, muchas veces, creando diversos endriagos interpretativos. Bolívar no fue un literato. Fue un conductor. Un hombre de acción, formado, con una cultura cimentada. Pero un dirigente. Consideramos que esto no hay que perderlo de la mira sino no entenderemos la entraña de sus escritos.
Paredes lo sabe y por ello recalca que Bolívar fue un apasionado lector, quien se expresó siempre en prosa, cuyo género predilecto fue el epistolar, que algunas veces como en la Carta de Jamaica(Septiembre 6,1815) es un ensayo; que compuso textos del mismo género para ser perorados en público, como el Discurso de Angostura(febrero 15,1819); que muchas de sus páginas tienen vuelo poético, tal los párrafos finales del Discurso de Angostura; que culturalmente hay que situarlo en su contexto: hombre de formación neo clásica pero romántico de espíritu. Su hazaña libertaria fue vitalmente romántica.
Presentados los problemas Paredes plantea a la luz del análisis de algunas páginas ejemplares, la Carta de Jamaica, el Discurso de Angostura, la por él bautizada Proclama de San Cristóbal(Escritos,t.XVII,p.220-221), Mi delirio sobre el Chimborazo, algunos asuntos que rozan lo literario. Tal es el caso del estilo de Bolívar. Refiriéndose a este punto explica:
“Es hermoso seguir, a través de tan apretadas páginas, el pensamiento, el estilo del prócer. Un hombre que saltaba, de pronto, de la más apasionada grandielocuencia a la más prolija erudición. Nos tropezamos en uno y otro caso, con el romántico. Por eso nos parece ver, detrás del texto, al fondo de la perspectiva histórica, al extraordinario líder enredado en sus gesticulaciones. Estas no se le desdibujan, aunque parezca mentira, sino en contadas oportunidades. Las culminantes, por el júbilo o el infortunio, de la autenticidad. Por lo tanto de la sobriedad”.
De allí que importe señalar la relación de Bolívar con la poesía, no en cuanto a la escritura de versos, cosa que Bolívar no hizo sino en brevísimos instantes, y no yendo mas allá de las condiciones del versificador, esos textos son los que nos mostró por el maestro Edoardo Crema. Crema indica:
“No tengo la menor duda de que. Si Bolívar viviera no le gustaría ver publicados esos versos”(p.13).
En verdad son apenas catorce versos, catorce líneas. Aunque Crema indica que
“no hay dudas: estos versos son métricamente correctos, y en cierto modo variados…aparece el endecasílabo…y el octosílabo…y en los demás el decasilobo anapéstico, muy propio para un himno” (p.14).
Crema también enfatizó donde estaba la poesía en Bolívar no la encontró es sus versos, donde era apenas un versificador, sino en su prosa, en donde si encontró la presencia firme de lo poético(final del Discurso de Angostura,1819, Mi delirio sobre el Chimborazo,1822, la Elegía del Cuzco, 1825) dentro de esta enumeración nosotros siempre añadiríamos su carta a Guillermo Parker en el momento(1821) de la muerte del almirante Brión; la Carta de Pativilca(enero 19,1824), vibrante en sus emociones al saber que au querido maestro don Simón Rodríguez(1769-1854) había vuelto a tierra americana o su despedida(1830) a Sucre, tras salir de Bogotá.
En su prosa, dice Crema, “fue un millonario en poesía”.
Esa presencia de lo poético es hecho evidente tanto en sus discursos como en la única prosa poética que escribió, Mi delirio sobre el Chimborazo, que es sin duda el primer poema en prosa de nuestras letras, la cual se refiere también, como indica Paredes, hecho que no hay que perderlo de vista, a una situación política: “la crisis ideológica que vivió después de Carabobo” al darse cuenta que los soldados vendrían a cobrar el “precio de sus lanzas”, que era más difícil construir la paz que hacer la guerra.
Basado en las ideas expuestas se interna Paredes en algunos textos del Libertador los cuales sondea desde el ángulo de los recursos literarios utilizados en su construcción. En relación con la Proclama de San Cristóbal(abril 19,1820) recalca que fue desarrollada como un silogismo, elaborada como un poema en la cual es evidente el equilibrio entre el pensador y el soñador. El Discurso de Angostura es para Paredes: suma de sus ideas, testimonio de su cultura, prueba de su condición intelectual, demostración de su sensibilidad estética. Esta oración “es en la trayectoria de Bolívar, obra única” anota, “la culminación de un proceso”(p.81). De allí el equilibrio que hay en ella “entre los romántico y lo clásico, su precisión, la comprensión del presente, el atisbo del porvenir”(p.83-84).
QUINTA DISGRESION: ¿CRITICO LITERARIO?
No podemos dejar de tratar aquí el tópico relativo a Bolívar considerado como crítico literario. Como ya lo hemos señalado discrepamos de la observación según la cual Bolívar fue “un crítico sagaz y penetrante” como lo señaló Pérez Vila, estamos en desacuerdo con el mismo estudioso cuando se refiere a su crítica al Canto a Junín y que apunta que tal interpretación es “crítica, inteligente a la par que comprensiva”. Al respecto, siempre situándonos dentro del mismo espíritu que ha informado este escrito, debemos señalar que la consideración del Libertador como crítico literario, asunto que siempre hemos considerado el primer problema a resolver por la historia de nuestra crítica literaria, aun no escrita, se ha partido de un equívoco. No se han dado cuenta los que lo han tratado que dos cosas muy distintas son las siguientes: una es la actitud crítica siempre presente en Bolívar y rastreable a través de sus textos y otra muy distinta es que el Libertador pueda ser considerado como un crítico literario. Ser crítico es poseer una actitud del espíritu para comprender o juzgar la obra literaria, la cual debe ir unida a una captación y a un ejercicio constante, profesional. No dudamos que Bolívar fuera un lector culto, quien sabía, como consecuencia de ello, apreciar las obras literarias, tampoco vacilamos en afirmar que no estuviera al tanto de la vanguardia literaria de su tiempo, pero de allí a ser crítico literario hay un largo trecho. Que Bolívar fuese un crítico literario está desmentido incluso por él mismo. En las tantas veces citadas epístolas a Olmedo le dice el Libertador al poeta, en la segunda de sus misivas, “No se queje Ud. de mis fallos, pues como no conozco el oficio daré palos de ciego”(Escritos,t.III,Vol.II,p.33). y cuando escribió a Fernandez Madrid sobre su obra de teatro, en atinado juicio, le dice:”veo en él un monumento de genio americano…pero diré a Ud. lo que siento sin ser poeta”(Cartas,t.VI,p.96) No sabemos por qué la exegética bolivariana olvida la propia confesión del Libertador según la cual no era crítico literario. Fue sí, repetimos, como pocos, un gran lector, un hombre culto, por ello caló tan hondo el poema del ecuatoriano y en la pieza del cartagenero.
Es por ello que en torno a este tópico creemos que en torno a Bolívar como crítico literario se hace necesario reestudiar el punto. Para examinar a Bolívar, en muchos campos, hay que dejar de lado, de una vez por todas, la senda de la exageración, el seguir afirmando que fue correcto en todo y no deslindar los hechos en cada caso. No creemos que Bolívar fuera un crítico literario sino un lector asiduo y culto, el cual por su formación, por sus constantes lecturas, podía opinar sobre obras y autores. Sobre este hecho el propio Libertador nos da la razón con su observación según la cual daría palos de ciego. Y sabemos que el oficio de crítico literario, en su sentido mas hondo y preciso, está profundamente alejado del ciego quien busca con su bastón la pared a la cual agarrarse para evitar caerse. El oficio de crítico literario es trabajo de hacer luz en torno a la obra literaria, de “rondador desesperado de la obra de arte” que dijo el profesor Pedro Beroes(1912-2000). Tarea muy lejana a la oscuridad. Misión de ver y entender. Y esto lo sabía el Libertador. De allí su diáfana confesión tanto a Olmedo como a Fernández Madrid.
Si se examina dentro de esta perspectiva los escritos de Bolívar sobre esta materia otra será la opinión que se exprese, mucho más seria, con mayor fundamentación documental: ¿se haría daño a Bolívar con ello?. No lo creemos. Así abriríamos otra senda, más correcta, para la interpretación de su personalidad: político activo quien entendió que con mayor preparación humanística se podía acometer mejor la tarea política pues se tendría una visión más amplia de la realidad.
Decir que sus epístolas a Olmedo o el párrafo que envió a Fernández Madrid hacen del Libertador un crítico literario serían tan exagerado como considerarlo crítico teatral por su juicio sobre la pieza Guatimoc de Fernández Madrid. En ella también insiste que da su opinión como un simple lector, ya que él mismo señala, con palabras complementarias a las dichas a Olmedo, “pero diré a Ud. lo que siento sin ser poeta”(Cartas, t.VI,p.96).
BOLIVAR HOMBRE DE LIBROS
Iván Drenikoff, jefe del Departamento de “Libros Raros y Antiguos” de nuestra Biblioteca Nacional, ha difundido entre las diversas secciones que integran esa casa de la cultura venezolana, una comunicación en la cual trae a colación una referencia del profesor Manuel Pérez Vila, dada a la luz en 1958 que debe servir, según él, para la historia de la Biblioteca Nacional, aun por escribirse.
Señalemos de paso que Drenikoff es autor de una valiosa monografía: Mapas antiguos de Venezuela, grabados e impresos antes de 1800. A su vez prepara un trabajo sobre los “incunables venezolanos”, o sea en torno a los impresos publicados en nuestro país entre 1808 y 1821. Como se sabe, el término fue acuñado por vez primera por Manuel Segundo Sánchez(18868-1945).
La referencia de Pérez Vila está tomada de su trabajo: “Una biblioteca pública en plena guerra a muerte”, el cual se encuentra inserto en uno de sus libros. Se trata de una aleccionadora noticia, que tiene relación con la actividad del Libertador. Los estudios de la vida de Bolívar han señalado reiteradamente su interés por los temas de la cultura, su insistencia en estos campos llegó hasta los límites de parecer “cosas de maestros" como agudamente comentó el historiador Augusto Mijares(1897-1979) en uno de sus ensayos. Asimismo se ha señalado cómo la última vez que estuvo Simón Bolívar en Caracas, en 1827, dedicó la mayor parte de su tiempo a reformar la educación y a dotar a la Universidad de Caracas de nuevos estatutos. De esta misma forma en plena guerra a muerte, el 4 de junio de 1814, días antes de la batalla de La Puerta en la que terminó la llamada Segunda República(1813-1814), fue reactivada una importante idea de Juan Germán Roscio(1763-1821), la cual databa de 1810: la creación de una biblioteca pública. En 1814 el propio Bolívar tuvo la idea de que se destinara una serie dé cajones de libros, confiscados por los patriotas a los emigrados españoles, así como una serie de obras prohibidas y recogidas por la Inquisición, para la formación de una biblioteca pública. La empresa de la organización de esta entidad, considerada de importancia por el Libertador, fue confiada al doctor Carlos Arvelo(1784-1862), quien por cierto, según ha anotado Pérez Vila en otro estudio, poseía libros prohibidos en los años anteriores a la declaración de independencia. Lo único de que se carece en torno a esta útil idea de Bolívar es de un documento que demuestre que fue idea suya, y quedó sólo como una interesante noticia que enaltece su figura, y que nos lo presenta no como sólo un guerrero sino como el artífice de una nación que debía buscar su destino, y uno de los caminos más importantes era a través de la difusión de la cultura.
Ivan DrenikofI ha expresado en su comunicación que esta noticia debe tenerse en cuenta como uno de los antecedentes de la creación de la Biblioteca Nacional, constituida por decreto del 25 de enero de 1850 durante el gobierno del presidente José Tadeo Monagas(1784-1868). Claro que a esta información debería añadirse la gestión realizada en 1831 por Antonio Leocadio Guzmán(1801-1884). Así como la iniciativa de los integrantes de El Liceo Venezolano en 1839 para hacer efectivo el primer decreto de creación de la Biblioteca Nacional que databa de 1833.
El texto de Juan Germán Roscio al que hemos hecho referencia lo incluyó Pedro Grases en su compilación Testimonios culturales(1966); Pérez Vila se refiere a la misma cuestión que hemos divulgado en estas notas en uno de sus libros.
CITAS BIBLIOGRAFICAS:
9. Gabriel García Márquez: El General en su laberinto. Bogotá: La Oveja Negra, 1989. 284 p. La cita procede de la ,p.99. Ver también la p.98.
10. Pedro Pablo Paredes: Perfil de Bolívar. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1981. 179 p. Ver:”Simón Bolívar”(p.111-114). La cita procede de las p.111-112.
11.Muchas de esas se pueden seguir a través de los documentos de esta índole agrupó José Luis Salcedo Bastardo en su obra El primer deber. Con el acervo documental de Bolívar sobre la educación y la cultura. Caracas: Equinoccio, Ediciones de la Universidad Simón Bolivar, 1973. 643 p., con 184 documentos, 2ª.ed.aum. Caracas: Ministerio de Educación, 1984. 696 p., con 250 documentos.
12. Pedro Pablo Paredes: “Bolívar y el Quijote”, en Perfil de Bolivar,p.115-118. La cita procede de la p.116.
13. Pedro Pablo Paredes: “Modelo de proclama”, en Perfil de Bolívar,p.31-34. La cita procede de la p.31-32.
14. La referencia a Alfonso Rumazo González procede de su Simón Bolívar. Caracas: Intermedio,2006. 356 p. La cita procede de la p.15; el memorable ensayo de Luis Beltrán Guerrero está en su Perpetua heredad. Caracas: Ministerio de Educación,1965. 317 p. Ver: “El llanto de los héroes”(p.227-253).
15. Edoardo Crema: Lo poético en Bolívar,p.13-15.
16. Pedro Pablo Paredes:”Bolívar y la poesía”, en su Perfil de Bolívar,p.35-38. La cita procede de la p.37.
17. Pensaba, sin duda, aquel día tanto en Páez, nuestro primer caudillo jefe de Estado, como en los soldados llaneros.
18. Pedro Pablo Paredes: “Modelo de proclama”, en Perfil de Bolívar,p.31-34. La cita es la p.34.
19. Pedro Pablo Paredes: “El Discurso de Angostura”, en Perfil de Bolívar,p.81-84. La cita procede de la p.82. Las demás citas del párrafo pertenecen a este ensayo.
20. Pedro Grases: Obras. Barcelona-Caracas: Seix Barral,1981-2001. 21 vols. Ver:“Mi delirio sobre el Chimborazo de Bolívar” en sus Obras, t.IV,p.377-379.
21. Manuel Caballero: Por qué no soy bolivariano.2ª.ed. Caracas: Alfadil, 2006.219 p. Ver:”Mi delirio sobre el Chimborazo”(p.43-45). La cita procede de la p.44.
22. Julio Febres Cordero González: El refranero de Bolívar.2ª.ed. Caracas: Centauro, 1983. La cita procede de las p.217-218.
23. Arturo Uslar Pietri: “Bolívar”, en Letras y hombres de Venezuela,p.54-66. La cita procede de la p.60.
24. Pedro Pablo Paredes:”Bolívar y la poesía”, en Perfil de Bolívar,p.35-38 La cita es la p.37. El mismo asunto lo toca el mismo escritor en “Valores de la obra bolivariana”, en su Bolívar escritor,p.61-63.La cita procede de la p.63.
25. Ida Gramcko: Historia y fabulación en Mi delirio sobre el Chimborazo.Caracas: Contraloría General de la República, ¿1989?. 46 p.
26. Biblioteca Americana, Londres, abril 16, 1823, Tomo 1,p.3-16; Tomo II,p.1-12. El “Prospecto” de esta publicación data del 16 de abril de 1826, día que hemos considerado como el fundacional del humanismo latinoamericano.
27. Andrés Bello:Discurso de instalación de la Universidad de Chile. Santiago: Imp. del Estado,1843.38 p. Existe una edición facsimilar: Estudio Preliminar: Rafael Fernández Heres. Madrid: Oficina de Educación Iberoamericana, 1981. 65,38 p. Debe leerse del mismo Fernández Heres: El proyecto universitario de Andrés Bello. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1982.162 p.
28. Véase sobre este Manuel Fernández Álvarez: Jovellanos, el patriota. Madrid: Espasa Calpe, 2001.300 p. Su retrato lo pintó Goya, está en el Museo del Prado en Madrid.
29. Arturo Uslar Pietri: “Bolivar”, en Letras y hombres de Venezuela,p.61.
30. Rufino Blanco Bombona: “Bolívar, escritor y tribuno”, en El espíritu de Bolívar,.p.186.
31. Citado por José Luis Busaniche: Bolívar visto por sus contemporáneos.,p.66-67
32. Manuel Pérez Vila: Campañas periodísticas del Libertador,p.27.
33. Ver sus cartas a Olmedo en sus Escritos, t.III,Vol.II,p.18-19,33-36.
34. Su juicio sobre la pieza de Fernández Madrid está en sus Cartas,t.VI,p.96; el juicio sobre la Historia de Restrepo en sus Escritos, t.III,Vol.II,p.18-19,33-36,202-204.
35. Rufino Blanco Fombona: “Bolívar escritor y tribuno ”, en El espíritu de Bolívar.p.190.
36. Alfonso Reyes: El deslinde(1944), en sus Obras completas, t.XV, p.33.
37. Pedro Pablo Paredes: Perfil de Bolívar, varias veces citado.
38. Pedro Pablo Paredes: “Simón Bolívar”, en Perfil de Bolívar,p.111-114. La cita procede de las p.111-112.
39. Pedro Pablo Paredes: “Bolívar y el Quijote”, en Perfil de Bolívar,p.115-118. La cita procede de la p.116.
40. Pedro Pablo Paredes: “Modelo de proclama”, en Perfil de Bolivar,p.31-34. La cita procede de las p.31-32.
41. Edoardo Crema: Lo poético en Bolívar,p.13-15.
42. Edoardo Crema: Lo poético en Bolívar,p.15.
43. Pedro Pablo Paredes:”Bolívar y la poesía”, en Perfil de Bolivar,p.35-38. La cita procede de la p.37.
44. Pedro Pablo Paredes:”Modelo de Proclama”, en Perfil de Bolivar,p.31-3834.. La cita procede de la p.34.
45. Pedro Pablo Paredes: “El discurso de Angostura”, en Perfil de Bolívar,p.81-84. La cita procede de la p.84. Las otras dos citas proceden de las p.81 y 83-84.
46. Manuel Pérez Vila:: La formación intelectual del Libertador,p.152-153.6.
47. Manuel Pérez Vila: La formación intelectual del Libertador,p.152.
48. Pedro Beroes: Dos ensayos. La crítica histórica y Vasallaje económico y literatura, Caracas: Universidad Central de Venezuela,1969.122 p. Ver: “Vasallaje económico y literatura”(p.55-122). La cita procede de la p.61.
Este ensayo fue el más hondo comentario que se dio al artículo de Uslar Pietri inserto en Vista desde un punto. Caracas: Monte Ávila Editores,1971.347 p. Ver”Vasallaje intelectual”(p.285-288), desarrollado mas ampliamente en uno de sus estudios de sus Veinticinco ensayos.2ª.ed. Caracas: Monte Ávila Editores,1982. 330 p. Ver sus “Notas sobre el vasallaje”(p.309-319).
49. Ivan Drenikoff: Mapas antiguos de Venezuela, grabados e impresos antes de 1800. Caracas: Ediciones del Congreso de la República, 1971. Prosiguió estas tareas a través sus Impresos y mapas antiguos de Venezuela. Caracas: Congreso de la República,1975.191 p. que es desarrollo y ampliación del primero; Impresos relativos a Venezuela desde el descubrimiento hasta 1821. Caracas: FUNRES,1978.233 p.; El arte de la ilustración en la imprenta venezolana durante el siglo XIX. Caracas: Congreso de la República,1982.95 p.; Breve historia de la cartografía en Venezuela. Siglos XVI al XX. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1982.142 p.; Impresos venezolanos del siglo XIX. Caracas: Instituto Autónomo Biblioteca Nacional, 1984.238 p. Todos fundamentales para el estudio del tema que tratan.
50. Manuel Segundo Sánchez: Obras. Compilación, prólogo y notas: Pedro Grases. Caracas: Banco Central de Venezuela,1964. 3 vols. Ver:”Incunables venezolanos”(t.II,p.338-350).
51. Manuel Pérez Vila: “Una biblioteca pública en plena Guerra a Muerte”, en Los libros en la colonia y en la Independencia,p.104-106.
52. Antonio Leocadio Guzmán: La doctrina liberal. Antonio Leocadio Guzmán. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República. 1961. 2 vols. La cita procede del t.I. p. 98.
CONTINUARA: LA FAMILIA