Tercera entrega del libro de ROBERTO LOVERA DE-SOLA: "BOLÍVAR, EL GRAN SEÑOR DE LA PALABRA Y DE
Una leccion de Andres Bello, pintor: Tito Salas , 1930, oleo sobre tela. Una pintura en donde esta recibiendo clases de Andres Bello, también puede verse a un Monje con sotana de Franciscano, a mano derecha de Andres Bello, Ese era el Padre Andújar que también le dio clases a Bolívar.
LA FAMILIA
Para llegar al hombre que escribió llamado Simón Bolívar, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco, nacido en Caracas, en una casa situada entre las esquinas de San Jacinto a Traposos en el centro de la ciudad. Debemos señalar que Bolívar era el vástago mantuano de una familia de origen vasco, fundada en 1593 por su quinto abuelo Simón de Bolívar(1535-1612), llamado El Viejo, fundador de la estirpe entre nosotros. Fue este homónimo del Libertador. Simón fue hijo de Juan Vicente Bolivar y Ponte(1726-1786) quien tenía 57 años al nacer su cuarto hijo. La madre se llamaba María de la Concepción Palacios Blanco(1758-1792), quien tenía 25 años al nacer el hijo. Fueron sus hermanos Maria Antonia(1777-1842), Juana(1779-1847), Juan Vicente(1781-1811) y María del Carmen Bolívar Palacios, esta última muerta el mismo día que nació(1786). Un hecho decisivo en las vivencias de Simón fue la forma como la muerte lo visitó desde muy niño: no había cumplido los tres años cuando falleció el padre. Así no tuvo ninguna imagen de aquel, tanto que el psicoanalista colombiano Mauro Torres señaló que había tenido “un fantasma como padre”. Le siguieron la muerte de la madre a los 9 años; la esposa María Teresa Rodríguez del Toro y Aliaza(1781-1803) a los ocho meses de la boda; a su hermano Juan Vicente a los treinta años y su novia Josefina Machado(c1795-1820), cuando esta tenía 25 años, sin embargo aquel cúmulo de fallecimientos de seres queridos no lo convirtieron en un ser lleno de dolor. Todo lo contrario, es grande la resiliencia que encontramos en Bolívar a lo largo de su vida. Siempre quiso a su familia, siempre se ocupó de ella, sólo hallamos una sola mala relación en todo su clan, con una sola persona, pero razonable, se trata de su tío Carlos Palacios(1862-1805).
Simón creció en una clásica familia rica del mantuanaje caraqueño, él llegó a ser, por los bienes testamentarios recibidos, la persona de mayor número de bienes de la Provincia de Caracas, en donde vio la luz, provincia a la que consideró su patria, como dijo en una carta(Cartas,t.VII,p.393). Esta provincia no sólo era la más importante del país sino la más extensa, iba de Cúpira a Maracaibo y en el sur hasta la gran curva del Orinoco. Su diócesis religiosa tenía los mismos límites, en los días de la niñez de Simón su obispo Mariano Martí(1721-1792) hizo la Visita Pastoral(1772-1784) a toda esa diocesis, durante doce años, de las relaciones de sus pasos quedó en los libros de la Visita Pastoral un cuidadoso inventario de lo que era aquel amplio territorio. Esta Visita Pastoral tuvo tanto valor como el viaje de los sabios el alemán Alejandro de Humboldt(1769-1859) y el galo Aimé Bonpland(1773-1858) al país entre 1799 y 1801.
Mirado el hombre y el medio en que creció pasamos a referir cual fue la educación que recibió.
LA EDUCACION DE BOLIVAR
Mostrado el lugar donde nació y su familia debemos penetrar en la educación que Simón Bolivar recibió en Caracas y las personas que lo hicieron. Vayamos a ello. Son numerosos siempre los libros sobre la figura del Libertador que ven la luz. Para el crítico seguirlos no es asunto fácil. Y no lo es porque entre los muchos que aparecen él debe, tras leerlos, a veces mas de una vez, como lo obliga su vocación de crítico, sea de literatura o de historia, debe escoger para su trabajo de interpretación sólo aquellos que nos ofrecen nuevas lecturas, seguras, seriamente documentadas, de sus avatares, si de una biografía se trata o de aspectos de su personalidad, acción o ideario. Tiene, sin embargo, el estudioso que separar aquellas obras que sólo copian los libros fundamentales de los que traen verdaderas novedades al campo de la investigación bolivariana. Nos encontramos ahora frente a una de estas obras sobre Bolívar, la cual, como ha pedido Tomás Polanco Alcántara(1927-2002), resalta por los “métodos críticos y realistas, sustituyendo la fábula por la investigación, la leyenda por el análisis y la anécdota por la interpretación”. Nos referiremos aquí al libro del profesor Gustavo Adolfo Ruíz(1918-1993) La educación de Bolívar, que es una de los más importante y decisivas interpretaciones sobre el tema aparecidas últimamente. La otra es la del profesor Aureo Yepez Castillo: La educación primaria en Caracas en la época de Bolívar(1985).
En su obra Ruíz replantea, desde su raíz, cuanto habíamos conocido hasta el presente sobre la educación de Simón Bolívar. Es mucha la nueva luz que arroja para el conocimiento del tema ya que como era su aspiración logró desentrañar, con fina mano y agudos ojos de inquisidor de viejos papeles, “lo verdaderamente auténtico del cúmulo de informaciones, testimonios, creencias y afirmaciones” (p.7) que sobre el tema se ha venido haciendo, repitiendo muchas veces verdaderas consejas, dejándose por sentado, en otros casos, fábulas que no tienen base histórica.
Para poder arribar a las conclusiones a las cuales ha llegado Ruíz ha tenido que reexaminar todos los elementos que nos permiten vislumbrar cómo se educó Simón Bolívar, cuál fue la clase de instrucción que recibió y donde se llevo a cabo ello. Y aunque parezca que se había dicho todo sobre este punto básico para entender la personalidad del Libertador, y la del mayor de sus ductores, al leer este volumen vislumbramos como es de amplio el conjunto de problemas que el escrito nos plantea y su autor logra resolver gracias al cuidadoso examen del asunto que trata. Es así como alcanza a dar nueva, y luminosa, interpretación a un asunto tan interesante y tan importante como es el que trata en su obra. Es un examen tan denso el que aquí hallamos que nos damos cuenta que era imposible entender este asunto básico sobre Bolívar sin un conocimiento, tan minucioso, de este tema, como el que nos ofrece Ruíz con especial pormenor en su trabajo.
Antes de plantear las tres tesis que se han sostenido sobre la educación de Bolívar, la formación individual, la “rusoniana” y la escolar, sitúa Ruíz al Libertador en su medio tratando con especial meticulosidad dos espacios básicos para conocer al niño y adolescente que recibió la educación que se le procuró en Caracas, hasta que tuvo la edad de quince años, momento en el cual marchó a España a mejorar la formación recibida aquí. Entre el día de su nacimiento(julio 24,1783) y el de su paso a la península(enero 19, 1799) transcurren los límites de la monografía que analizamos. Sólo se sale de este marco al analizar un documento producido por el Libertador veinte y cinco años mas tarde(enero 19, 1824). Nos referimos a la Carta de Pativilca.
Esos dos espacios a los que nos hemos referido, con cuyo estudio abre Ruíz su obra, son el relativo al contexto geográfico, la ciudad de Caracas, en la cual Bolívar recibió su educación básica. El segundo tópico es el medio familiar, las casas de los Bolívar y de los Palacios, en la cual primero el niño y mas tarde el adolescente recibió los primero influjos que toda persona recibe. Tratar este tópico es una de las varias agudas contribuciones que Ruíz hace al tema que trata. Es más no sabemos porque este singular tópico se deja de lado, o se ignora, casi siempre que se trata de la vida de un venezolano egregio. La influencia del hogar en la conformación de la personalidad es grande, decisivo. Y es básico para entender a ciertos hombres. Y muy fundamental cuando se trata de analizar las realizaciones intelectuales de la mujer, quienes hasta pasada la tercera década del siglo XX no tuvieron otra escuela, salvo la elemental, para su formación adulta que la propia casa.
En cuanto al medio donde Simón Bolívar vio la luz son numerosas las noticias que urde Ruíz para dibujar el panorama de su educación. En muchos hechos, y en mas de un detalle este libro es una importante contribución al estudio de sus mocedades. Es así como Ruíz nos hace ver como era la urbe en la cual su personaje nació, como era el ámbito en el cual aquel niño perteneciente a la aristocracia caraqueña, a los “amos del valle”, creció. Se detiene también en las ideas que circulaban, en los acontecimientos que se sucedieron en aquel poblado durante los primeros tres lustros de su vida, en los intentos de reforma educativa llevados a cabo en esos días por Juan Agustín de la Torre, el capuchino fray Francisco de Andujar(1760-1817) y por don Simón Rodríguez(1769-1854). Es esto lo que le permite concluir apuntando que fue así como Bolívar:
“dotado de una aguda inteligencia y de talento no común, se encontró durante su infancia, pubertad y adolescencia, en excepcional situación para observar y apreciar con particular visión los rasgos sobresalientes de lo que ocurría a su alrededor...viendo, oyendo y pensando en lo que se hacía y se decía en el entorno que condicionaba su vida, Bolívar se fue preparando para su primera gran tarea de comprender su mundo cercano y de disponer a enfrentarlo con impulso transformador. A la integración de su personalidad habrían de contribuir también el área marginal que lo albergaba”(p.19).
Y en cuanto a la forma como aquel medio caraqueño estaba abierto, en aquellos días de grandes cambios universales, el niño Simón tenía apenas seis años cuando en París se inició(julio 14, 1789) la gran mutación revolucionaria, anota Ruíz “Bolívar...vivió en este clima de prometedora intranquilidad, de constructiva perturbación y difícilmente pudo sustraerse a su influencia”(p.28). Su vida, en muy pocos años, confirmaría este aserto.
LA EDUCACIÓN FAMILIAR
En cuanto a la educación familiar señala Ruíz que hay un hecho básico para comprender al Bolívar que recibe su primera formación intelectual en Caracas: se trata de un huérfano, de un niño que perdió el padre antes de los tres años(1786) y la madre a los nueve (1792). Se refiere también a la personalidad de sus tutores: el abuelo Feliciano Palacios y Sojo(1730-1793), el queridísimo tío y padrino Esteban Palacios(1763-1830), el hosco tío Carlos Palacios(1762-1805), en cuyas manos quedó al morir el abuelo, ya que en ese momento don Esteban residía en Madrid, cosa que ha estudiada con singular precisión Manuel Rafael Rivero(1921-2008). Se detiene también Ruíz en los curadores que para el manejo de su espléndida fortuna tuvo el niño: Miguel José Sanz(1754-1814), Francisco Antonio Carrasco, Felix de Armas y José Remigio Ochoa.
Al detenerse en este tópico señala, basado en una honda certeza documental, que nunca el licenciado Sanz fue maestro de Bolívar, ya que no fue “tutor ni administrador de sus bienes...sólo actuó...como “curador ad litem” del menor en un caso determinado(p.44).
Indica también que es una falacia la conseja, durante tanto tiempo sostenida, de haber sido Bolívar un niño incorregible ya que la única rebeldía bien conocida, y ampliamente documentada, fue el momento en el cual escapó de la casa de su tutor interino(p.50), su áspero tío Carlos. Se fue en ese momento(julio 24,1795), a la edad de doce años, a la casa de su hermana María Antonia. Buscaba sin duda afecto, los roces del cariño que no podía recibir junto a su tío Carlos, huraño y solterón, en cuya casa no había ninguna mujer, ya que las hermanas de Simón y sus tías se habían casado, y aquel adolescente vivía en un hogar huérfano de feminidad, como acotó sabiamente Salvador de Madariaga(1886-1978). Por su huida al hogar de la hermana mayor hubo un litigio. Legalmente se obligó al muchacho a volver a la mansión de su cuidador, que lo era don Carlos Palacios(1762-1805) en ausencia del verdadero tutor del jovencito, su tío y padrino Esteban Palacios(1768-1830), residente entonces en España.
Expuestos todos estos puntos concluye Ruíz esta parte de su disertación anotando:
“El ambiente hogareño de Bolívar no fue...el que mas convenía para satisfacer sus necesidades educativas. La carencia de una firme afectividad que operara con constancia sobre su formación, la falta de una dirección segura que él siguiera voluntariamente, los conflictos en los que muy a su pesar y sin quererlo se...hicieron que él supliera con sus propia iniciativa y decisión la débil influencia favorable externa que eventualmente sobre él se ejerció...si esto sucedía en su caso, el modo general no se diferenciaba mucho de lo que a él le ocurría, debido al precario concepto que entonces se tenía de la infancia y al tipo de trato que en consecuencia a los de su edad se les proporcionaba...En el terreno doméstico, los padres por lo regular poco cariñosos y en cuanto a las madres, si bien algunas se distinguían por su ternura, era común que otras abandonaran a los criados el cuido de los hijos...De allí el gran cariño que llegaron a suscitar las negras esclavas, las cuales en muchos casos fueron las madres reales de los niños blancos, por los afectos con que los trataban y los cuidados que les prodigaban”(p.57).
A través de esas mujeres del pueblo los niños ricos de este tiempo, como Bolívar, recibieron lo que el maestro Arturo Uslar Pietri denominó la “pedagogía negra”. Y esto en vez de llenar sus mentes de prejuicios, como sostiene Ruíz(p.57), les abrieron los ojos a la contemplación del pueblo, los llevaron hacia los más pobres y a sus problemas. Para un hombre como el Libertador, que fue un reformador social, esta formación, bebida oralmente, fue un acicate para su comprensión del medio ya que mas tarde sus tropas estuvieron formadas por gente del común, a muchos de los cuales él encumbró, a quienes llegó a respetar tanto que llegó a llamarlos “caballeros”(Escritos, t.III, Vol.II, p.82), en lo que reparó Augusto Mijares(1897-1979).
Como ya hemos apuntado hay tres tesis que nos llevan al análisis del tipo de educación que el párvulo Bolívar recibió. A las tres las examina, con pormenor, Ruíz. En cuanto a la primera de ellas, la formación individual, la recibió Bolívar de varios sujetos. Quizá la primera de estas personas fuera fray Manuel de Jesús Nazareno de Zidardia, quien dirigía la escuela del Convento de San Francisco. A esta aula acudió Simón al parecer en compañía de su hermano Juan Vicente(1781-1811). Hemos señalado que posiblemente su primer profesor pudo ser este fraile porque él dirigía una escuela para niños. Mucho mejor documentado que el del monje Zidardia, en torno al cual, como indica Ruíz, no podemos ni afirmar ni negar(p.72) son las casos del presbítero José Antonio Negrete, Francisco Carrasco y Fernando Vides, los nombres propios de los tres los conocemos, ahora por vez primera, gracias a la cuidadosa pesquisa de Ruiz. Sus otros ductores fueron Andrés Bello(1781-1865), dos años mayor que él, el padre Andujar, Guillermo Pelgrón(c1760-1814) y Simón Rodríguez(1769-1854).
La presencia de Bello al lado de Bolívar está documentada por el propio testimonio del Libertador en carta(mayo 20, 1825) al general Francisco de Paula Santander(Cartas,t.IV, p.329-330); con relación a Pelgrón, cuya figura se ha venido dibujando con bastante nitidez en los últimos años, gracias a los trabajos de Aureo Yepez Castillo escribe Ruiz, que sobre este ningún autor ha dado información alguna acerca de la forma como este destacado educador se ligó a Bolívar ni que materias le enseñó(p.70). Sólo sabemos que fue uno de sus maestros por referencia que el propio Bolívar dio al general Tomás Cipriano Mosquera(1798-1878), quien así lo consignó en el libro que escribió sobre él. Fue Pelgrón patriota convencido quien dio su vida por nuestra libertad, murió después del 20 de mayo de 1814 en San Juan de los Morros, como lo ha certificado Lucas Guillermo Castillo Lara; sobre Andujar se refiere el propio Libertador en su carta a Santander ya citada, de donde conocemos, cosa que documenta el propio Ruiz, como la Academia de Matemáticas fundada por el capuchino inició sus trabajos en la casa de Bolívar, siendo él uno de sus discípulos, vivía Simón en casa de su tutor don Carlos Palacios(1762-1805) situada de Sociedad a Traposos.
SIMON RODRÍGUEZ
Simón Rodríguez(1769-1854), quien fue su maestro entre 1793-1795, es entre sus preceptores al cual hay que prestar mas atención, ya que no sólo fue el principal de sus docentes, cosa que Bolívar reconoció en su Carta de Pativilca, sino su maestro por antonomasia. Pero Rodríguez, quien a partir de 1792 se relacionó con los Palacios, fue también el primer hombre entre nosotros que pensó en la necesaria reforma de la educación, hecho esto al calor, como nos lo demuestra Ruiz, de las ideas “ilustradas” que le llegaron desde España. Por ello merece don Simón la larga atención que le presta Ruiz, quien tras la obra que comentamos escribió una segunda y decisiva obra sobre aquel gran caraqueño.
Como ya hemos señalado Rodríguez apareció en la familia por los menos un año antes que Bolívar comenzara a ser su discípulo en la escuela en donde él daba clases, hoy sabemos que no la dirigía, el director era don Guillermo Pelgrón(c1760-1814). Era por lo tanto persona conocida del adolescente pues frecuentaba su casa, ya que en sus horas libres era amanuense de su abuelo Palacios. Don Feliciano lo consideraba “hombre muy de bien”(p.73) y le solía encargar, a través de sus hijos que estaban en Madrid, libros que el pedagogo requería, ya que era director de la Escuela Pública de Primeras Letras de la ciudad, dependiente del Ayuntamiento(1791-1795). En esa época, al contrario de las consejas que luego se han divulgado, casi todas sin serio fundamento, fue Rodríguez “disciplinado y pensador, que procede en aquellos momentos conforme a las pautas que regían la sociedad de su tiempo, que acata cuanto ellas determinan y se conduce con integridad y prudencia”(p.74). Fue en aquellos años quien propuso la renovación de los estudios primarios que entonces se impartían. Sobre ello escribe Ruiz ”el origen de su pensamiento educativo estuvo en la labor de un entusiasta grupo de educadores que a partir de 1780 se propusieron en la metrópoli española la renovación de la escuela de primeras letras...este conoció ese movimiento, supo de su importancia y extensión, leyó los trabajos que varios de sus promotores escribieron y...por ellos organizó su escuela”(p.75). Fue basado en esas lecturas que Rodríguez esbozó el proyecto de reforma que presentó al Cabildo(mayo 19,1794), el cual, como dice Ruiz, “a diferencia de lo que algunos autores han asegurado...fue entusiastamente aprobado por el Ayuntamiento. Al remitirlo este cuerpo a la Real Audiencia...hubo observaciones en contra...pero hasta ahora se ignora cuál fue la decisión de dicho tribunal”(p.75).
Sobre la influencia que Rodríguez tuvo sobre su discípulo dice Ruiz “para la mayoría de los autores la influencia fue eficaz, profunda y decisiva en el ánimo del discípulo, otros tienen dudas acerca de su alcance y algunos consideran que no llegó a existir que fue muy débil”(p.76). Con la primera parte de la aseveración estamos de acuerdo. La segunda no tiene profundo fundamento. Así nos falten pruebas para demostrar su influencia. El asunto lo prueba la psicología, basado en el testimonio del propio Bolívar, expresada varias veces: en una carta, seguramente redactada en 1804, a Teresa Laisney(Escritos, t.II, Vol.I,p.136-140); en la misiva en la cual le pide a Santander le facilite los medios para que don Simón fuera a su encuentro en 1823(Cartas, t. III, p.154) y , al año siguiente, en la misiva dictada en Pativilca para su amado maestro(Cartas, t.IV, p.36-38). Allí están las pruebas precisas sobre el hombre quien le enseñó en Caracas, en verdad durante poco tiempo, pero quien estuvo presente en dos de las grandes crisis de su vida personal: en la adolescencia, cuando Bolívar escapó de la casa de su tutor(1795) y mas tarde en la grave depresión de la viudez(1804-1806), procesos estudiados con ojo zahorí por el psiquiatra Moisés Feldman(1923-1994). En sus años europeos, oscuros de documentación todavía, Rodríguez curó el alma enferma del futuro Libertador, como el mismo Bolívar lo ratificó por escrito. Y vivió con él la consagración a su ideal político. No hay que olvidar que Rodríguez fue testigo del día del juramento en Roma(agosto 15,1805). No hay que olvidar que aquel día estuvo también presente Fernando Rodríguez del Toro(17-1822) a quien Bolivar consideró su primer amigo. Rodríguez estuvo mas tarde presente, al lado del Libertador, al subir al Potosí(octubre 26,1825), en el momento de la plena ratificación de aquel compromiso contraído veinte años antes.
En Caracas se relacionaron los dos Simones, cuyas firmas una frente a la otra aparecen en un documento público rescatado por Blas Bruni Celli(1925-2013) y publicado por monseñor Nicolás E. Navarro(1867-1960). El contacto entre ambos llenó seguramente más tiempo que él que pasó Bolívar en el aula que su guía dirigía. Sin embargo hay que analizarla, dice Ruiz, teniendo en cuenta “que ni Bolívar fue el niño monstruo...ni Rodríguez el fanático seguidor de Rosseau”(p.134). Sus relaciones se llevaron a cabo dentro de las pautas establecidas para la época para relacionarse maestro y discípulo, pero sin duda relaciones llenas también del ímpetu renovador que ya poesía Rodríguez. Cuando Bolívar se escapó de la casa de su protector fue enviado a vivir a la casa de Rodríguez a quien su tutor consideraba “sujeto de probidad y habilidad notoria”(p.135). Residió allí dos meses. Luego volvió a su casa, porque sin duda las incomodidades casa de su profesor debieron ser muchas y Simón niño rico estaba acostumbrado a otras maneras de vivir, a las comodidades que su peculio le permitía(p.141). Y siguió siendo uno de los alumnos de don Simón hasta que este renunció a su cargo en la Escuela de Primeras Letras(octubre 19, 1795). Al mes siguiente Rodríguez dejó Caracas(noviembre 11), saliendo a poco al exterior(noviembre 15) para ya no regresar mas al lar nativo, ha sido precisamente Ruíz quien ha aclarado esto, con las precisiones que hemos dado. Esto, además, nos indica que no pudo participar don Simón en la rebelión de Picornell, Gual y España pues esta fue descubierta en 1797 cuando ya hacían dos años que el había dejado el país,
Ambos volvieron a encontrarse en París. Seguramente primero en 1802, ya que ambos residían en la misma calle. Por segunda vez en 1804. Durante este período fue amplia la relación. Rodríguez volvió a Colombia en 1823. Al saberlo Bolívar escribió a Santander (diciembre 8, 1823) para que le facilitara los medios para volverse a encontrar. Al iniciarse el año siguiente(enero 19,1824) Bolívar escribió a don Simón la eufórica y famosa misiva en la cual lo consagró como el primero y mas hondo de sus maestros. Sin embargo, el 30 de septiembre del mismo año todavía no se habían estrechado las manos. Ello acaeció en Lima, después que el Libertador recibió la noticia(diciembre 18, 1824) de la victoria de Sucre en Ayacucho(diciembre 9).El encuentro entre los dos Simones debió ocurrir antes del 11 de abril de1825, fecha en la cual ambos partieron al Sur. De allí siguieron juntos hasta que se despidieron en Bolivia(enero 7,1826) dos años mas tarde. Al decirse adiós ninguno de los dos pronunció palabra alguna, sus almas no pudieron pronunciar lo que el corazón sentía. Tal era el afecto que los ataba. No volvieron a verse. El año treinta don Simón publicó un muy interesante libro sobre su alumno, que fue uno de los primeros que se le dedicaron. Nos referimos a El Libertador del mediodía de América y sus compañeros de armas defendidos por un amigo de la causa social(Arequipa: Imprenta Pública, 1830.III,158 p.). Logró a través de sus páginas penetrar en la entraña vital de aquel al cual había encaminado, como el mismo Bolívar lo ratificó en Pativilca.
LA INFLUENCIA ROUSONIANA
También la segunda tesis sobre la formación de Bolívar, la educación rusoniana, tiene que ver con Simón Rodríguez. A este tópico dedica Ruiz un muy bien trabado y certero análisis.
Este punto viene a cuento dentro de esta obra como consecuencia de unas ideas sostenida por el escritor francés Jules Mancini(1875-1912), quien en una obra sobre el Libertador, publicada en francés en 1912, sostiene que Rodríguez había puesto en práctica al educar a Bolívar las teorías que Juan Jacobo Rosseau(1712-1778) había sostenido en su Emilio(1762), su “obra máxima...en materia pedagógica”(p.91). Esa tesis, que luego tuvo mucha suerte entre historiadores poco proclives al examen documental, nunca había sido sostenida antes de Mancini. Sólo un rusoniano “avant la lettre” como Mancini pudo ocurrírsele. Según esto Rodríguez había sido el Rousseau de Bolívar mientras que aquel era su Emilio. La aseveración, como dice Ruiz, con razón, es toda una leyenda(p.81,82), ya que la influencia del Emilio no llegó a ser notoria entre nosotros hasta comienzos del siglo XIX(p.95), un momento en el cual ni Rodríguez ni Bolívar eran maestro y discípulo y cada uno se encontraba en un lugar distinto. La obra de Rosseau que tuvo profunda influencia entre nosotros, durante el siglo XVIII cuando los dos Simones se unieron para que el mayor enseñara al menor, fue el Contrato social. Del Contrato social sabemos que en 1796 la tradujo en Caracas el ingeniero Patricio Tonán(p.98, nota 98). Pocos años mas tarde, ya en el siglo XIX, la vertió también el sabio doctor José María Vargas(1786-1854), versión que se ha perdido(p.98). En cambio del Emilio la primera noticia precisa conocida data del 24 de enero de 1811(p.99), cuando circulaba y era no sólo prohibida sino perseguida por la Iglesia, pese a que ya se había declarado la Independencia(p.99). Esta incursión erudita sirve a Ruíz para demostrar que en Caracas don Simón no pudo conocer el Emilio. Y estuvo fundamentado en cuanto hemos expuesto y, especialmente, en el hecho que las fuentes de su pensamiento de reforma educativa, el cual cuajó en el informe que presentó al Cabildo, no era otro que el ideario renovador ilustrado hispano (p.109,110,122,123,124).
LA ENSEÑANZA ESCOLAR
La última tesis sobre la formación de Bolívar, la enseñanza escolar, descansa sobre los tres años(1793-1795) que pasó en la escuela donde Rodríguez era profesor y lo fue de él. Allá fue enviado, piensa Ruiz, porque era necesario que “el niño tuviera ocupación interesante y útil...La conveniencia de que formalizara su aprendizaje elemental...El conocimiento que don Feliciano tenía acerca de las cualidades intelectuales y la arreglada conducta de...Rodríguez... el crédito ganado por la Escuela de Primeras Letras de la ciudad gracias al esfuerzo y tesón del maestro...Rodríguez”(p.125). La inscripción debió hacerla su abuelo, como lo supone Ruiz con razones ciertas(p.125,nota 141).
Una vez presentado el complejo panorama de la educación caraqueña de Bolívar, el autor de la obra que glosamos concluye:
”Como es evidente, de las distintas tesis que se han expuesto...la única que se sostiene con la fuerza de la prueba incontrastable de los documentos y el apoyo indudable de los razonamientos lógicos, es éste de la enseñanza escolar. De las demás, una se sustentan en testimonios referenciales no siempre dignos de confianza, otra en consideraciones deductivas a veces impropias y otras en declaraciones quiméricas y fabulosas, de suyo increíbles. De allí que pueda afirmarse con toda seguridad que al menos antes de junio de 1793 hasta octubre de 1795...Bolívar fue alumno de la Escuela de Primeras Letras de Caracas, de la cual...Rodríguez...era maestro regular”(p.131-132).
CITAS BIBLIOGRAFICAS.
53. Pedro Grases en su compilación Testimonios culturales. Caracas. Publicaciones de la Presidencia de la República,1966. 156 p. Ver:”Pensamiento sobre una biblioteca pública en Caracas(1810)”(p.15-16). Texto publicado en una Hoja Suelta en la imprenta caraqueña de Gallangher y Lamb, el taller fundador del arte tipográfico en Venezuela el año 1808, cuya primera publicación fue la Gaceta de Caracas(octubre 24,1808).
54. Manuel Pérez Vila:La formación intelectual del Libertador,p.100-101. Esta parte la publicamos por vez primera bajo el título: “Para la historia de la Biblioteca Nacional”, en El Nacional, Caracas: agosto 28,1972, Cuerpo A,p.4.
55. Mauro Torres: Bolívar, perspectiva psicoanalítica. Bogotá: Cultural Colombiana,1968. 291 p. La cita procede de la p.81. Torres junto al venezolano Moisés Feldman son en la actualidad los autores de los mejores estudios psiquiátricos sobre Bolívar, ya que los del pasado, incluso los de Diego Carbonell(1884-1945), especialmente su Psicopatología de Bolívar. Prólogo: María de Lourdes Carbonell. Caracas: Universidad Central de Venezuela,1965. XCVI, 454 p., han quedado superados por el desarrollo de la psiquiatría contemporánea. La de Carbonell aunque fue impresa en los años sesenta estaba terminada al producirse su deceso en 1945, aunque su interpretación histórica del Libertador se mantiene viva, desde luego, dejando de lado su análisis psiquiátrico, superado por el tiempo.
56. Véase sobre esto Augusto Mijares: Lo afirmativo venezolano.3ra.ed.aum. Prólogo: Pedro Grases. Caracas: Dimensiones, 1980. 364 p. Ver:”Un trauma psicológico en la infancia del Libertador”(p.203-221). Trabajo luego incorporado en su biografía El Libertador. Caracas: Editorial Arte,1964.586 p. Además es constante encontrar en el estudio de la personalidad de Bolívar muy vivos hechos de la Inteligencia Emocional y de la Resiliencia.
57. Pablo Vila: El obispo Marti. Caracas: Universidad Central de Venezuela,1980. 2 vols. Los límites de la Provincia de Caracas están registrados en el t.I,p.27. La Visita está registrada en los amplios tomos Documentos relativos a la Visita Pastoral de la diócesis de Caracas.,1771-1784.2ª.ed. Edición: Lino Gómez Canedo. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1989. 7 vols.
58. Esta parte fue originalmente publicada como “La educación de Bolivar””, en el Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, n/ 332(2000),p.283-291. Fue su editora nuestra entrañable Mirenchu Calvo. Sobre la forma de cómo leer a Bolívar seguimos la idea, antes citada, del historiador Tomás Polanco Alcántara: “Presentación de la obra Simón Bolívar”, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, n/ 308,1994, p.327. Seguimos a lo largo del capitulo a Gustavo Adolfo Ruiz: La educación de Bolívar. Contratapa: Ildefonso Leal. Caracas: Fondo Editorial Tropycos,1991. 164 p. Sobre la forma de cómo leer a Bolívar seguimos la idea, antes citada, del historiador Tomás Polanco Alcántara: “Presentación de la obra Simón Bolívar”, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, n/ 308,1994, p.327. Seguimos a lo largo del capitulo tambien a Aureo Yepez Castillo: La educación primaria en Caracas en la época de Bolívar. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1985. 582 p. fundamental para el estudio del tema como la del tambien profesor Ruíz.
59. Las investigaciones más recientes del historiador Salcedo Bastardo, en su Bolívar: el nacer constante. Caracas: Ariel, 1985. 175 p. Ver el capítulo:”A la existencia real”(p.39-52), indican que la fecha del nacimiento fue la madrugada del 25 de julio, ya que cuando aun no había terminado el parto de doña María de la Concepción se oyeron las campanadas de la Catedral, situada a dos cuadras de la Casa Natal, indicando el nuevo día. Las dos cuadras a las que nos referimos las hemos contado así: había que salir de la casa de los Bolívar Palacios y seguir hasta la esquina norte, cruzar allí a la izquierda desde la esquina de San Jacinto hasta la de Las Gradillas, primera cuadra, y allí doblar a mano derecha e ir de Las Gradillas a La Torre, donde está la Catedral, segunda cuadra.
60. Manuel Rafael Rivero: Tras las gracias del Rey. Un criollo en la corte de Carlos IV. Caracas: Monte Ávila Editores, 1996. 411 p. Ver nuestro examen de este fascinante y delicioso libro en “Esteban Palacios en España”, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, n/ 328(1999),p.193-197, fue editora de este trabajo nuestra entrañable Mirentxu Calvo.
61. Salvador de Madariaga: Bolívar. Madrid: Espasa Calpe, 1975. 2 vols. La cita procede del t.I, p.77.
62. Arturo Uslar Pietri: Fachas, fechas y fichas. Caracas: Editorial Ateneo de Caracas, 1982. 223 p. Ver:”Lo específico del hombre latinoamericano”(p.181-201). La cita procede de la p.187.
63. Augusto Mijares: “Aquellos caballeros”, en Lo afirmativo venezolano,p.55-59.
64. Aureo Yepez Castillo: La educación primaria en Caracas en la época de Bolívar,p.69-92.
65. Tomás Cipriano Mosquera: Memoria sobre la vida del Libertador Simón Bolívar. New York: Imprenta de S.W. Benedict, 1853. Esta obra es tan importante, para el conocimiento de Bolívar, como las Memorias de su edecán el general O’Leary.
66. Lucas Guillermo Castillo Lara: San Sebastián de los Reyes. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1984. 2 vols. La noticia está en el t.II, p. 439.
67. Gustavo Adolfo Ruiz: Simón Rodríguez, maestro de Primeras Letras. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1990.301 p. Para el estudio de aquel gran docente se debe tener siempre en cuenta la mejor biografía que se le ha dedicado, la de Mercedes Alvarez Freites(1912-1968): Simón Rodríguez tal cual fue. Caracas: Ediciones del Cuatricentenario de Caracas,1966.344 p. y el reciente estudio biográfico, que tiene en cuenta hechos aparecidos después del libro de la profesora Alvarez. Nos referimos a Rafael Fernández Heres: Simón Rodríguez. Caracas: El Nacional/Banco del Caribe,2005.128 p.
68. Moisés Feldman: Las crisis psicológicas de Simón Bolívar.2ª.ed. Prólogo: Roberto Lovera De-Sola. Caracas: Fundarte,1992.115 p. Ver:”Las crisis de la infancia y la adolescencia”(p.43-79).
69. Litigio ventilado ante la Real Audiencia de Caracas sobre el domicilio tutelar y educación del menor Simón Bolívar. Caracas: Imprenta Nacional, 1955. 64 p. Rescató Bruni Celli tan importante documento de los baules en donde estaban los papeles del historiador Laureano Villanueva(1840-1912), devotamente conservados por sus hijas. Villanueva fue discípulo directo de José María Vargas y el abuelo del arquitecto Carlos Raúl Villanueva(1900-1975).
70. Gustavo Adolfo Ruiz: Simón Rodríguez, maestro de Primeras Letras,p.208.
71. Jules Mancini: Bolívar y la emancipación de las colonias españolas. París: Bouret, 1914. 591 p.