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Unas pàginas poco conocidas en la historia de la investigaciòn, rescate, registro y difusiòn de la m


Lyl Barcelò Sifontes. America es el continente de la palabra.

Dra. Lyl Barcelò Sifontes, Directora del Centro de Investigaciones Literarias, Escuela de Letras Facultad de Humanidades y Educaciòn, Escuela de Letras. Universidad Cat`+olica "Andrès Bello" Caracas.

La investigaciòn, registro y difusiòn de nuestra memoria hemerobibliogràfica, como opciòn en nuestra carrera de estudiantes de Letras en la UCAB, porque la de la UCV estaba cerrada por la Renovaciòn y los disturbios polìticos,

Comenzaba mis estudios en la Escuela de Letras de la UCAB y en el Instituto Pedagógico Nacional; en 1969, la Escuela de Letras de la UCV vivía en pleno el famoso proceso de renovación y cierre por la intervención del gobierno de turno. Eran tiempos de grandes ideales, plena conciencia del valor dignificante y comprometido del trabajo, de la importancia de aportar al país nuestro grano de arena para rescatar de la ignorancia a las masas populares, y sin tanta legislación, discusión o palabrerío vacuo, vivíamos conciente y naturalmente, como un deber ser espontáneo, la vocación de servicio, de trabajo en el campo que fuera para rescatar el dato necesario y brindarlo sin guardar ases bajo la manga a quien lo solicitase, porque en definitiva, era una forma de “hacer patria”.

Eran tan propicios los vientos de la época para el rescate de la memoria publicada del país, al menos en las instituciones de las que soy testigo presencial y protagonista del reparto, que se podía tener la certeza profesional de un futuro promisorio en la investigación bibliográfica.

No sólo la Biblioteca Nacional se preocupaba por ese trabajo, desde el primer año de Letras en la UCAB, el doctor Efraín Subero(1931-2007), quien a sus cuarenta y dos años se había constituido(1973) en el más joven Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, nos transmitía no sólo su amor a la Literatura Venezolana en la Cátedra respectiva, sino la conciencia clara y sistematización necesaria del investigador, todo ello en compañía de Lyll Barceló y Miriam López de Valdivieso en el Seminario de Investigaciones Bibliográficas, en el cual, además de registrar y conservar el material rescatado para los archivos de la Escuela, veíamos nuestros nombres orgullosamente reseñados en los libros dedicados a la divulgación bio-bibliográfica y hemerográfica de importantes autores venezolanos publicados por la Gobernación del Distrito Federal a través del “Plan Cultural Caracas” dirigido por José Luis Alvarenga, cuñado de Lyl Barcelò.

Lyl Barceló una cum laude "frustrada" "La literatura es la síntesis del hombre"

YRMA es el nombre de la casa que se ha convertido en el refugio de Lyl Barceló, una mujer que ha dedicado su vida a rescatar la tradición y la memoria del pueblo venezolano. "No me gusta que me promocionen, yo estoy en el descanso del guerrero -deja escapar con determinación-. Entré en la etapa del anonimato, que me proporciona tranquilidad y significa mi paz".

Lyl nació en Ciudad Bolívar, es investigadora bibliográfica, crítica literaria especializada en literatura indígena venezolana, trabajó en la Universidad Católica Andrés Bello durante 26 años, donde se desempeñó en diferentes cargos, principalmente como docente en la Escuela de Letras, y como su directora por un período de cuatro años. Es licenciada y doctora en Letras. Al culminar el pregrado, en la UCAB, fue distinguida con la mención cum laude. Al respecto expresa: "el cum laude fue para mí una frustración, porque por una milésima no obtuve el summa cum laude. Mi promedio fue de 18.47 y todo por un 13 que saqué en Pedagogía, ¡en primer año!". Además habla inglés, italiano, lee el francés y entiende un poco el dialecto pemón.

Lyl nos comenta que apenas se graduó comenzó a dar clases como auxiliar de la cátedra de Literatura Venezolana, dictada por el profesor Efraín Subero. "Esta fue una experiencia única para mí, aprendí mucho y me sirvió para foguearme. Yo tenía 21 años cuando comencé a dar clases y tenía que enfrentarme a personas mucho mayores que yo, había alumnos de hasta 50 y 60 años, abuelos, señoras casadas. Recuerdo que el primer día querían bautizarme. En ocasiones me tocó darle clases a mis compañeras. Debo admitir que la docencia es mi vocación, nunca tuve problemas ni miedo escénico".

Al mencionar la docencia como su vocación se remonta a su infancia para explicarnos: "mi abuelo, Ernesto Sifontes, me marcó. Era un personaje excepcional, usaba un sombrero de corcho, pantalones de caqui, una guayabera y una flor en el ojal. El era profesor, así que cuando me preguntaban que quería ser cuando creciera yo respondía: "profesora". Ya cuando tenía que decidir carrera se sintió atraída hacia la filosofía, pero su maestro Ramón Hernández la hizo "enloquecer" por la literatura.

Lyl acepta que para alcanzar todas sus metas ha tenido que ser muy organizada: "soy muy cronometrada; desde pequeñita era maniática del orden". Además tiene muy claras sus prioridades, "cuando tenía que estudiar, era a estudiar, así fuese necesario dejar de asistir a alguna fiesta con la Billo's Caracas Boys, que era la sensación en aquel momento". Sin embargo su agitado tren diario no le ha impedido divertirse y como ella nos dice: "disfruté completica mi vida, he viajado mucho, que es algo que me encanta, realmente el trabajo no me ha impedido distraerme y disfrutar".

Es evidente la tendencia de Lyl hacia la cultura indígena: su casa está decorada con gran variedad de cuadros con motivos de mitología indígena, y además ha producido una extensa obra literaria en pro del conocimiento de las costumbres de estos pueblos, a través del valor antropológico de la palabra; esto quiere decir que "los indígenas venezolanos poseen una gran tradición oral, pero son pueblos ágrafos, carecen de escritos como de importantes obras arquitectónicas, principalmente porque el ambiente no les exigía desarrollar alguna infraestructura. De allí que sean culturas más espirituales, pues su desarrollo fue interno, no externo; al cultivar el espíritu se logra la armonía con el exterior". En sus palabras "América es el continente de la palabra, por tanto, es el continente del hombre".

El trabajo intelectual de Lyl fue más allá de la docencia, además llegó a asumir la dirección del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg) y a presidir la Federación Internacional de Estudios sobre América Latina y el Caribe. Estos cargos le han permitido tener contacto directo con el movimiento cultural venezolano, lo que nos da pie para preguntarle sobre la política cultural de nuestro país.

"Yo no creo que la cultura tenga mayor apoyo. El artista es de por sí rechazado. Recuerdo que en las clases de Efraín Subero, siempre nos decía que cuando a alguien le preguntaban su profesión y el otro respondía "escritor", seguramente la reacción sería: "ajá, sí, pero ¿cómo te ganas la vida?" La consecuencia de esa actitud es que ese escritor se tiene que convertir en un funcionario, en un profesor. El problema con la política es que coarta tu libertad, tu individualidad. Como ejemplo te puedo mencionar a Andrés Eloy Blanco, que al ser catalogado como "el poeta del pueblo" es encasillado y su obra pierde su verdadero significado. Personalmente, me vengo a dar cuenta que el hombre valía la pena a raíz de un trabajo de investigación que hice sobre él hace poco. Además la gente no puede vivir del Estado, fíjate el CONAC da una bolsa de trabajo a sus artistas, pero éstos le retribuyen con sus obras, o con talleres. También existe el interés por lo monetario: lo que no produce dinero no sirve, lo que genera la falta de apoyo de las editoriales hacia interesantes obras literarias".

Lyl nos expone que su objetivo ha sido difundir y elaborar textos indígenas, y demostrar que se pueden estudiar estructural, sociológica y sistemáticamente, que son actuales y que no provienen de gentes bárbaras.

Concluye nuestra entrevista al reflexionar: "somos un país sin memoria, queremos creer que surgimos por generación espontánea, pero lo que realmente necesitamos es nutrirnos de la tradición para podernos reafirmar. Contribuir a que esto ocurra es mi misión. Lo principal es conocer al hombre en sí mismo, y la literatura es su síntesis".

Thaís Guerrero IN: EL Ucabista.febrero 1998.

Fue Lyl Barcelò la "segunda esposa" de "velo y corona" que por amor, hizo ir al altar catòlico de liqui liqui blanco a José Vicente, una leyenda revolucionaria de los tiempos juveniles.como lo define Argenis Méndez Echenique Cronista de San Fernando de Apure: Desde siempre vimos a José Vicente como un preclaro y tenaz revolucionario luchador por las causas justas y de los desposeídos, al lado del “…río de vida que es el pueblo”. Era fiel seguidor del postulado martiano: “Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía”.El lo expresaba constantemente en sus acciones personales y en sus escritos: “Yo estaba enamorado de un gran pueblo y quería verle rebosante de salud y saludable alguna vez por fin, con voz del canto genésico”. Ese ideario lo fue conformando a través del tiempos y las experiencias: primero, en sus tiempos de estudiante en el Liceo sa san Fernando de Apure, al lado de Pedro Elías Hernández Figueredo, nuestro recordado profesor Manuel Bermúdez, Freddy Melo, Betico Guzmán…, con quienes comparte sus iniciales inquietudes políticas, sociales y literarias. Era la época del post-gomecismo. De su padre, Gabriel Abreu, aprendió el oficio de talabartero y con Raimundo Rodríguez, en la imprenta de “El Espejo”, lidió parando tipos de plomo y dando a conocer sus primeros escritos poéticos y subversivos.En algún momento se confiesa diáfanamente: “Fue la mía una infancia de niño pobre en la aldea venezolana. Mis padres eran seres nobles y puros. Era yo enfermizo y doliente, triste y severo. Mi adolescencia llevó en su mano izquierda un libro de poemas y sus ojos buscaron en el cielo, de estrella a estrella, por las noches claras, el Dios desconocido”.En 1947 se traslada a Caracas e ingresa al Instituto Pedagógico a estudiar Lengua y Literatura; simultáneamente lo hace a la recién creada Escuela de Periodismo, en la Universidad Central de Venezuela, bajo la dirección de Miguel Acosta Saignes.Cuando el Maestro Rómulo Gallegos es derrocado de la Presidencia de la República, este hecho lo encuentra en las filas de Acción Democrática, que hasta ese momento, se encuadraba dentro de la socialdemocracia y el anti-imperialismo. Comienza su activa participación clandestina contra Pérez Jiménez y va a parar con sus huesos a los tétricos calabozos de la dictadura y a los campos de concentración en Guasina. El duro aprendizaje carcelario lo lleva al Partido Comunista, donde permaneció hasta su muerte en 1987, recién cumplidos los 60 años. En el 58 sale en libertad y al ver frustrados sus sueños de redención popular, continúan sus correrías que lo hicieron famoso como Comandante “Capanga”, que culminaron nuevamente en la cárcel luego del “Carupanazo” (1962), Sale al exilio, viaja a la Unión Soviética, Bulgaria, Hungría, Cuba, México… Sus publicaciones (literatura testimonial) han sido traducidas a varios idiomas y lo proyectan a la fama universal: Manifiesto de Guasina, Guasina donde el río perdió las siete estrellas, S.N., Cuatro Letras…Manuel Bermúdez, destacado lingüista apureño como él, escribe (Papel Literario de El Nacional, 31/05/1998): “Yo conocí a José Vicente Abreu en vida. Y ahora sigo conociéndolo, después de muerto, a través de sus libros (…) Sin echar mano de la ficción y sin rebuscamientos estéticos, José Vicente Abreu dejó constancia, en SE LLAMABA SN, de uno de los episodios más difíciles de la historia venezolana. Sus andanzas personales en las filas antiperezjimenistas y las múltiples persecuciones y encarcelamientos a los que fue sometido, lo convirtieron en protagonista de su propia novela”.En los años 70 regresa José Vicente a Venezuela y continúa su producción literaria, combinando los ensayos y la lírica con temas históricos y revolucionarios: Toma mi lanza bañada de plata, Gallegos. Ideas Educativas en “La Alborada”, “Entre Gallegos y Ovalles: El Llanero”, Camarada Paloma, Biografía del Maestro Vicente Emilio Sojo. Son los tiempos de deambular con José Esteban Ruiz Guevara en la búsqueda de “Piedras Herradas” en los montes barineses en 1980 (Esa misma experiencia la repitió el apreciado J.E. conmigo recorriendo los médanos de La Unión de Barinas en 1995).Con la gente integrante de la Asociación de Escritores de Venezuela, entra en contacto con Caupolicán Ovales, quien le hace conocer la obra El Llanero, escrita por su padre (Víctor Manuel Ovalles), a la que José Vicente escribe un comentario: “Entre Ovalles y Gallegos: El Llanero” (Revista Nacional de Cultura N° 206,207-208. Caracas, 1972; pp. 18 – 35), que se convierte en Prólogo a la 2ª. edición publicada por la Presidencia de la República, en 1990.José Vicente expresa su interés por conocer más sobre la llaneridad venezolana: “Yo no había leído el libro de Víctor M. Ovalles. Me había llenado el alma con Boves, con Páez, con Gallegos, con lo que contaban en mi casa mis tíos y cuatro peones que engrasaban sus sogas o escamenaban crines o remendaban un fuste de bucare legítimo que apenas dejaba mataduras en los lomos de las bestias. Yo no sabía que Bolet Peraza, además de sus indagaciones en otras estirpes nacionales, en el retruque que inventaron con su nombre, también había penetrado en el centauro y dijo palabras del Llano, que desde entonces convirtieron al doctor Ovalles en un incansable investigador del Llanero y todo aquello que lo hizo personaje obligado a donde debería volverse los ojos, a la hora de tratar de desentrañar la nacionalidad” (…)“El Llano se muere y hay que encontrarlo antes de su última agonía”.Era la manifiesta inquietud por la crisis de valores en la identidad llanera, que me llevó, 50 años más tarde, a escribir un alarmado ensayo sobre la Apureñidad (Apure en Cuerpo y Alma, 2010).Toda la obra intelectual de José Vicente es trascendental desde todos los puntos de vista que se enfoque, pero Palabreus, publicada en 1985, constituye un imán literario para los apureños, por cuanto la escribió recogiendo en ella reminiscencias que van más allá de sus propias vivencias: va a sus propios orígenes étnicos mestizos, asomándose al mundo indígena otomaco, donde hunde sus raíces ancestrales. Allí juega un papel protagónico su tierna y bondadosa M de J; y no solo retrata a los Rincones, emparentándose con “El Catire” del musical cornetín, sino también con filiaciones más antiguas como es el caso de los Echenique, que enlaza con Acevedo y Sosa. Pero no es solo la biografía de una persona sino que se refiere a todo el estrato sociocultural de un pueblo, manejando magistralmente la fidelidad histórica colectiva al lado de la fantasía creadora del llanero: Lo que dice no es verdad exactamente, pero tampoco puedes decir que es mentira. Recuérdese que es una novela con mucho de autobiografía.Cuando en 1985 vino José Vicente a Apure, con el propósito de bautizar su Palabreus, lo acompañamos a su añorado San Juan de Payara y al pie del higuerón de la Plaza Bolívar se produjo la luz para el milagro bautismal; con él andaba la profesora Lil Barceló Sifontes, brillante intelectual guayanesa, con quien había contraído nupcias y convivió sus últimos años.

Por su parte la profesora Miriam Lòpez de Valdivieso era "Entre las figuras emblemáticas de aquella, en cierto sentido, “vieja” Universidad Católica Andrés Bello sobresale Myriam López de Valdivieso, fallecida en Caracas la noche del sábado 05 de mayo de 2018. Después de la Dra. Maritza Barrios Yaselli, fue la segunda mujer en acceder al vicerrectorado académico de la universidad, cargo que ocupó por algo más de doce años entre abril de 1994 y diciembre de 2006.

Myriam egresó de la escuela de Letras en 1970 y, siendo ya estudiante avanzada de la carrera, actuó como asistente de cátedra del Dr. Efarín Subero en Literatura Hispanoamericana, materia que luego ella daría durante largos años. Myriam y su entrañable amiga la Dra. Lyll Barceló Sifontes, directora que fue de la escuela de Letras entre 1977 y 1981, su “nagual” como ellas solían tratarse cariñosamente, fueron las discípulas dilectas del Dr. Subero, sus auxiliares de investigación y herederas intelectuales del enorme y poco divulgado aporte de Subero a la UCAB. Myriam y Lyll solían recordar con picardía sus andanzas juveniles, los viajes a Ciudad Bolívar en las vacaciones, a la casa de los Barceló, y tantas aventuras vividas como estudiantes de Letras que cimentaron por décadas una amistad sincera.

Entre 1973 y 1976 Myriam hizo la maestría en Literatura Latinoamericana en el Instituto Pedagógico de Caracas. Más tarde, viajaría al Reino Unido donde hizo un diplomado en Políticas del desarrollo entre 1976 y 1978 y una maestría en Planificación social entre 1977 y 1979 en la Universidad de Gales, en Swansea.

Finalmente en 1987 obtuvo su doctorado en Educación por la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Además de desempeñarse como planificadora educativa en la Oficina Sectorial de Planificación y Presupuesto del Ministerio de Educación durante las décadas de 1970 y 1980, Myriam dictaba diversos cursos en la UCAB y dirigía trabajos de grado motivando altamente a sus tesistas de pre y postgrado. Luego fue nombrada directora de los postgrados del área de Humanidades y Educación de la UCAB y más tarde vicerrectora académica, cargos ejercidos con gran responsabilidad y sentido de lealtad a la institución, al rector (Dr. Luis Ugalde Olalde, s. j.) y a los miembros todos de la UCAB, individualmente considerados, con afabilidad y modo accesible. Las pretensiones de cualquier tipo, las arrogancias y las distancias odiosas le fueron, para perpetua memoria y ejemplo de los ucabistas, ajenas a su corazón y a su actitud.

Tras concluir su mandato como vicerrectora, en junio de 2009 Myriam se incorporó al Centro de Investigaciones Educativas – TEBAS de la Universidad Central de Venezuela en calidad de investigadora y luego en marzo de 2013 sería nombrada directora general del Instituto Universitario Pedagógico Monseñor Rafael Arias Blanco (IUPMAB), cargo que desempeñó hasta el último día de su vida con el mismo cariño y eficacia que sus anteriores posiciones directivas en la UCAB. Se debe destacar su compromiso, como laica con un alto grado de preparación, con las obras educativas que la Iglesia Católica en conjunto desarrolla en el país. Particularmente recuerdo su apoyo decidido y entusiasta a los diferentes programas de voluntariado de la UCAB en beneficio de los más necesitados, de esas periferias cualesquiera que sean, de tantas personas que peregrinan unas y otras caminan bajo la misericordiosa mirada del Amor Divino.

Foto: UCAB

Nunca fui su alumno directo, pero ella siempre, desde los ya lejanos días de mi tránsito por la Escuela de Letras como estudiante de pregrado entre 1979 y 1984, me trató como si lo hubiera sido. Me distinguió con su cariño y amistad, extensivos a mi hermano, Mons. Raúl Biord Castillo, hoy obispo de La Guaira, en especial cuando se encargó de la dirección del núcleo de la UCAB en Los Teques (obra que Myriam siempre respaldó con generosidad, consciente de su importancia académica y social, sin celos ni estrabismos institucionales), y a mi hermana María Eugenia, también egresada y profesora de la UCAB. Durante el año académico 2010-2011 me tocó suceder brevemente a Myriam en su cátedra amada de Literatura Latinoamericana I (nuevo nombre de la antigua de Literatura Hispanoamericana) y su magisterio se me abría en cada autor, en cada libro, en cada movimiento, en cada reto didascálico por menor que fuera.

La última vez que hablé con Myriam, creo, fue en una oportunidad hará dos años en la que me llamó para rectificar las señas de mi hermano. Aún resuenan en mis oídos sus palabras cariñosas, su agradecimiento, su cortés despedida. Nadie me hubiera podido decir que era, en efecto, la última vez que la oiría. Su talante amable, su desparpajo para popularizar el tratamiento cálido y sin barreras de “mi amor” (junto a su plural “mis amores”) será un recuerdo perenne, una forma de romper los vanos encumbramientos que, como diría, la sublime sor Juana Inés de la Cruz terminan siendo polvo, sombra, nada.

El mejor elogio de Myriam, sin embargo, lo hizo una persona muy sencilla, ajena a los ajetreos intelectuales, cuyo nombre lamentablemente no registré. El 17 de febrero de 2017 participé en un coloquio sobre Indigenismo en Venezuela en el siglo XX, en el marco del VI Encuentro Nacional de Indígenas y Misioneros, promovido por la Asociación Venezolana de Educación Católica, en la sede de la Asociación de Promoción de la Educación Popular (APEP), en las mismas hermosas y acogedoras instalaciones donde funciona el Instituto Universitario Pedagógico Monseñor Rafael Arias Blanco en Caricuao. A la salida del evento recogí en mi carro a un vigilante que se dirigía a La Rinconada a tomar el ferrocarril para los Valles del Tuy, donde vivía. Conversando de mil temas durante el trayecto, caímos en el relativo a su jefa, la directora general de la institución, mi profesora Myriam López de Valdivieso. ¡Qué palabras tan hermosas! ¡Qué alabanza tan pura! ¡Qué sentido elegíaco, desde esta triste perspectiva desde la que ahora escribo, le podría atribuir a la visión de aquel caballero sobre la directora del IUPMRAB! Pensaba en todo ello cuando la Academia Venezolana de la Lengua, en sesión del 7 de mayo, guardó un minuto de silencio en homenaje a la Dra. López de Valdivieso.

Que la paz que hoy rodea a Myriam en el bullicioso silencio musical de las esferas más perfumadas, junto al revuelo de tronos y serafines, nos alcance y reconforte en estos momentos de tanta angustia para Venezuela. Gracias (por) siempre, Myriam. Gracias.

Horacio Biord Castillo Escritor, investigador y profesor universitario Contacto y comentarios: hbiordrcl@gmail.com

Adiós a Myriam López de Valdivieso: una educadora insigne
Se desempeñó como docente de la UCAB durante cuatro décadas, ocupó el cargo de vicerrectora académica de esta institución durante 12 años y a lo largo de su vida mostró un firme compromiso con la formación de las nuevas generaciones, a través de una educación basada en los valores cristianos, la ética y la cultura ciudadana
La Universidad Católica Andrés Bello manifiesta su pesar por la partida física de la profesora Myriam López de Valdivieso, quien falleció el sábado 5 de mayo a los 74 años de edad luego de luchar contra una penosa enfermedad.
Egresada de La Católica como licenciada en Letras en el año 1970, apenas se graduó comenzó a dictar clases en la misma escuela que la vio nacer como profesional. En sus aulas impartió durante cuatro décadas la cátedra de Literatura Hispanoamericana, área en la que luego obtuvo una maestría en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL).
Paralelamente, sirvió de Planificadora Educacional para el Ministerio de Educación, hasta que partió a Gran Bretaña, donde cursó una maestría en Desarrollo y Políticas de Planificación Social en la Universidad de Gales. Finalmente, volvió a Venezuela para doctorarse en Educación en la Universidad Experimental Simón Rodríguez en 1987.
En 1994 fue nombrada vicerrectora académica de la UCAB, cargo que desempeñaría durante 12 años, en los cuales se ganó el respeto y estima de colegas y alumnos.
“Ocupó la vicerrectoría de la universidad en tiempos donde correspondía trabajar y luchar muy a fondo por fortalecer la identidad ignaciana de la institución. Colaboradora total del padre Ugalde, ella llevó adelante el paradigma ignaciano aplicado al proceso de estudio dentro de la universidad. Le debemos mucho en el área de formación académica y profesional”, señaló el rector de la UCAB, Francisco Virtuoso.

En 2006, culminó sus labores como vicerrectora y en 2010 cerraría su ciclo como docente en la universidad, para dedicarse a su trabajo como investigadora en el Centro de Reflexión y Planificación Educativa (CERPE) -adscrito a la Compañía de Jesús- y el Centro de Investigaciones Educativas TEBAS de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Por instrucciones del cardenal Jorge Urosa, desde el año 2013 asumió como directora general del Instituto Universitario Pedagógico Monseñor Rafael Arias Blanco (IUPMA) institución dependiente del Arzobispado de Caracas dedicada a la formación de técnicos superiores y profesores en el área de educación para el trabajo, y en la cual impulsó hasta el día de su fallecimiento su visión de formar a las nuevas generaciones con los valores cristianos, la ética y la cultura ciudadana.

Representantes de la comunidad ucabista ofrecieron palabras de reconocimiento a quien fuera uno de sus miembros más destacados:
«A pesar del profundo dolor que nos embarga por su fallecimiento, la despedimos con la satisfacción de haber conocido a una mujer que cumplió a cabalidad cuanta tarea le fuere asignada, una persona leal y altamente integra en cada aspecto de su vida, una universitaria insigne, comprometida con la institución, amiga de todos» — Gustavo Peña, vicerrector académico.
«Damos gracias a Dios por su existencia y por todo aquello que nos enseñó durante su paso por la UCAB. Siempre supo guiarnos por un camino que luego fue labrando en cada uno de nuestros corazones. Ahora es momento de recordarla con una gran sonrisa, impartiendo sus conocimientos y amplia sabiduría» — Yasmín Trak, directora de la Escuela de Comunicación Social.

«Su espíritu generoso y alegre está presente en cada rincón ucabista…. su integridad ejemplar es un modelo inolvidable. Ella nos animó tantas veces…nos brindó tanto afecto… exigente y positiva, no admitía conformismos. …siempre agradeceré haberla conocido. Su partida nos llena de una tristeza profunda, pero su vida nos reconforta» —María Isabel López, directora del Centro de Investigación y Desarrollo de Ingeniería (CIDI).

«Trabajó por la academia, por la Iglesia y por Venezuela. Que el Señor bendiga a sus familiares y a todos sus amigos».—Manuel Antonio Teixeira, director del postgrado de Teología de la UCAB.
«Se empeñó en que nos enteraramos en la universidad de la pedagogía ignaciana, que la vivía a diario con sus alumnos y compañeros. Siempre me admiró el cariño que le profesaban muchos padres jesuitas, jóvenes y no tan jóvenes…Gracias, Myriam, por haber sido parte de nuestra universidad, un ejemplo de trabajo y honestidad» —Silvana Campagnaro, directora del Centro Internacional de Actualización Profesional (CIAP)
A nombre de las autoridades de la UCAB, Francisco Virtuoso manifestó el orgullo que esta casa de estudios siente por haber contado en sus filas con tan insigne educadora durante 40 años. Rescató su optimismo y su compromiso de lucha como parte de su legado.
«Era una mujer altamente comprometida y consecuente con su fe y su convicción cristiana. Era serena, confiada y con una visión del futuro increíble. Cuando me fui a despedir de ella me di cuenta de que hasta el último momento de su vida, a pesar de todos sus problemas de salud, siempre mantuvo una mirada optimista y no ingenua del futuro”
El velatorio de la profesora Myriam López de Valdivieso se realizará los días 8 y 9 de mayo en la Capilla No. 2 de la Funeraria Monumental, ubicada en el Cementerio del Este en Caracas.
♦Mariann Clareth Palacios/Fotos: Archivo UCAB

De esas publicaciones tengo en casa: Contribución a la bibliografía de Enrique Bernardo Núñez, 1895-1964 / trabajo de investigación realizado durante los años académicos 1965-66, 1966-67 y 1968-69 por los alumnos Mirén Calvo Gutiérrez, Hilda Galàn, Marisol Pons, y Leida Chàvez de Ochoa ; bajo la dirección del profesor Efraín Subero --Caracas : Gobernación del Distrito Federal, 1970 Colección bibliografías 203 p.; retr.; 20 cm. Contribución a la bibliografía de Fernando Paz Castillo, 1893 / realizado por: Miren Zorkunde Calvo de Elcoro, 1970-1972 ; bajo la dirección del profesor Efraín Subero --[Caracas] : Gobernación del Distrito Federal, 1974. Colección bibliografías332 p.; 20 cm.PAZ CASTILLO, FERNANDO-1893-1981-BIBLIOGRAFIA; Calvo de Elcoro, Miren Zorkunde; Subero, Efraín; Universidad Católica Andrés Bello. Escuela de Letras Centro de Investigaciones

Otras corrimos con un suerte especial, en mi caso fui asignada a trabajar con don Pedro Grases en la actualización y revisión de la Bibliografía de don Arístides Rojas(Caracas: Fundación para el rescate del acervo documental venezolano, 1977.169 p.), para su segunda edición, donde la disciplina y ética que estos maestros nos querían transmitir se manifestaba en los reconocimientos de nuestros juveniles nombres en las presentaciones de los libros, las cuales tenían un gran valor curricular… A las 5 de la mañana debía estar en la sede de la Sociedad Bolivariana, en la histórica cuadra del mercado de San Jacinto, al lado de la Casa Natal del Libertador, para comenzar el día entre los hermosos piropos y conversa supremamente agradable con don Pedro y el café recién colado. En esos inolvidables amaneceres Grases me hacía comprender que el trabajo bibliográfico es eso, trabajo, mística, vocación de servicio tan importante como mi ímpetu para llevar adelante mi profesión y ambiciones personales.

El 5 de noviembre de 1826 nace en Caracas el escritor, historiador, naturalista, médico y periodista, Arístides Rojas.muere el 4 de marzo de 1894 en Caracas, a sus 68 años. Los restos mortales del divulgador científico reposan en el Panteón Nacional desde el 21 de septiembre de 1983.

Don Pedro me decía: “No dejes que la simplificación y unificación del trabajo, propias del oficio, te impidan meterte en su alma. El trabajo bibliográfico reside más en la actitud que en el mecanismo. La computarización y sistematización son importantes pero no debemos detenernos en esqueletos, hay que buscar la carne, la sangre en circulación de ese esqueleto”. Hoy después de muchos años, para recordarlo, hago mías las palabras que él usaba para referirse al gran bibliógrafo Agustín Millares Carlo(1893-1980): “Es un ejemplo que toda la gente de la ciencia, de la técnica y del amor al libro debería tener entre ceja y ceja y en mitad del corazón. Era un hombre de trabajo incansable, incomprensible en la cantidad de cosas que hacía; era un hombre de risa fácil, conversación de corazón a corazón, que iba realizando su obra con esa perfecta sencillez de la gente que sabe, de la gente que domina, de la gente que está llevada por un impulso, por un objetivo fuera de lo corriente y de lo normal.”

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