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Sexta entrega del libro de Roberto Lovera De Sola: "BOLÍVAR, EL GRAN SEÑOR DE LA PALABRA Y DE L


EL CORREO DEL ORINOCO, PERIÓDICO DEL LIBERTADOR

La clara conciencia que tuvo Simón Bolívar del valor de la prensa, “tan útil como los pertrechos”, le hizo crear su propio órgano una vez conquistada Guayana y establecido el gobierno allí. En 1817 obtuvo una prensa de imprimir, que desde Trinidad le remitió Peñalver.

Con estas máquinas estableció la imprenta el Gobierno y en ella se publicó el Correo del Orinoco. Para poder a funcionar tal empresa vino el impresor británico Andrés Roderick, muerto en 1864, quien permaneció en la ciudad de Angostura desde 1817 hasta fines de 1821, cuando decidió trasladarse a Cúcuta. Roderick fue el principal impresor del Correo del Orinoco y del gobierno. Cooperaron con él Tomás Braddshaw y William Barrel.

Una pregunta que surge al estudiar la trayectoria del Correo del Orinoco es indagar en torno al por qué fundó Bolívar aquel semanario. Según Manuel Alfredo Rodríguez(1929-2002):

“Su propósito fundamental era el de dirigirse a Venezuela y al mundo para probar la estabilidad de la Tercera República asentada en Guayana” 95 .

Como segunda cuestión necesitaba Bolívar tener un órgano para refutar las falsas noticias que José Domingo Díaz(1772-d1842) propalaba desde la Gaceta de Caracas que era en aquel momento hoy el órgano de los Realistas.

El Correo el Orinoco apareció por vez primera el 27 de junio de 1818. Era un día sábado. Los redactores de su número uno decían con toda claridad:

“Somos libres, escribimos en un país libre, y no nos proponemos engañar al público”.

Era esa la confesión de su actitud de práctica del periodismo democrático. Pero había otra realidad: el periódico era integralmente impreso por hombres libres: no habían esclavos en su taller.

Desde su salida en 1818 hasta su última entrega, el número 128(marzo 23,1822), el Correo del Orinoco fue órgano oficioso, y no oficial, del gobierno, tuvo una sola época, con algunas interrupciones y tardanzas, y fue un semanario, circulaba los sábados. Sus interrupciones se debieron a las enfermedades de sus redactores y a las “continuas dolencias del enfermizo Andrés Roderick”. Otras razones fueron la escasez de papel y el excesivo trabajo en la imprenta que tenía que realizar todos los impresos del gobierno. Se conocen hasta hoy 46 publicaciones hechas en aquellas prensas.

Tuvo el Correo del Orinoco cinco ediciones extraordinarias. La primera(septiembre 19,1819) fue bilingüe(castellano e inglés) y dio a conocer la noticia del triunfo patriota en Boyacá. Las siguientes ediciones aparecieron en 1821: la primera de ellas(mayo 3) informaba de la ocupación de Caracas por el general José Francisco Bermúdez(1782-1831), quien llegó a ella en la “maniobra de diversión” hecha contra los ejércitos del Rey para facilitar la táctica patriota en los días en que se preparaba la batalla de Carabobo. La siguiente(julio 12) tenía por objeto referir la victoria en Carabobo y la entrada de Bolívar en su ciudad natal. Otra edición del periódico bolivariano apareció en aquellos mismos días (julio 25), era una edición trilingüe (castellano, inglés y francés) la cual contenía el parte de Bolívar al Congreso de la Gran Colombia dando noticia de la victoria en la llanura de Carabobo. La última de estas gacetas extraordinarias apareció el mismo año(octubre 30,1821) y daba cuenta de la rendición de Cumaná. El Correo del Orinoco se vendía y publicaba avisos económicos.

Simón Bolívar no fue sólo el fundador de El correo del Orinoco. Fue su constante orientador: desde cerca o desde lejos. Estuviera donde estuviera se ocupaba de la marcha de esta tribuna abierta que fue el periódico fundado por él. De la misma forma colaboró en sus columnas. Se insertaron en este semanario algunos de sus discursos y documentos. Escribió varios artículos con seudónimo. Se le atribuye, también, la necrología de José Francisco Sánchez 96 .

QUIÉNES REDACTARON EL CORREO DEL ORINOCO?

Esta es una pregunta que ha apasionado a la investigación venezolana. Durante décadas los estudiosos de la emancipación y los historiadores de la evolución de nuestro periodismo han dedicado muchas horas a estudiar el Correo del Orinoco y han arribado a la conclusión de que sus redactores principales fueron Francisco Antonio Zea(1766-1822), Juan Germán Roscio(1763-1821), Manuel Palacio Fajardo(1784-1819), José Rafael Revenga(1786-1852) y José Luis Ramos(c1790-1849). De la misma forma, se ha establecido que sus columnitas fueron Cristóbal Hurtado de Mendoza(1772-1829), Francisco de Paula Santander(1790-1840), José María Salazar(1785-1828), William Davis Robinson, Antonio Nariño(1765-1823), Fernando Peñalver(1765-1832), Vicente Tejera(1774-1817) y Francisco Javier Yanes(1777-1842). Se tienen sospechas que Pedro Gual(1783-1862) pudo escribir también en el Correo del Orinoco.

En este punto debemos anotar que Julio Febres Cordero González(1916-1988), con su habitual saber en estos asuntos, en su libro Establecimiento de la imprenta en Angostura Correo del Orinoco 97 atribuye con reservas a Vicente Tejera(p.54 y 114) el extenso trabajo “Un amigo de la humanidad a los españoles europeos” aparecido en los números 105 y 106 del semanario.

Este texto está firmado “Por un patriota residente en St.Thomas”. Para evaluar rectamente este espinoso asunto el lector debe tener en cuenta que si bien es verdad que Tejera residió en esa isla danesa, el año 1817 falleció en un naufragio cuando se dirigía desde esa isla a Venezuela. Por eso podría ponerse en duda la atribución de Febres Cordero González. Claro está que pudo ser escrito preparado por el doctor Tejera antes de su deceso. El texto también podría atribuirse a cualquier otro patriota exilado en St.Thomas, como podría ser el caso de José Agustín Loynaz(1775-1853). Pero no hay fundamentos para atribuir ni a uno ni a otro por carecerse de la prueba documental respectiva. En cuanto a Ramón Ignacio Méndez(1761-1839) no puede sostenerse que fuera columnista del Correo del Orinoco ya que el texto suyo que encontramos en este periódico(números 36, 37 y 38) es un discurso en el Senado.

Tampoco creemos que se pueda considerar artículo la colaboración de Luis López Méndez(1770-1841) impresa en el Número 84. Es un alegato jurídico. Como se puede observar, quienes redactaron el periódico constituían la elite intelectual de Venezuela y la Nueva Granada. En síntesis el Correo del Orinoco fue un instrumento de la diplomacia de Bolívar, un órgano de polémica contra José Domingo Díaz(1772-d1842) y la Gaceta de Caracas. Pero lo esencial de la trayectoria de este vocero fue el hecho de que acompañó a la República desde el momento en que esta seguía siendo una utopía, en 1817 y 1818, y cuando aún Bolívar, en 1819, era el “jefe de una hermosa y desesperada causa”, según la expresión de Uslar Pietri o como apunta Edgardo Mondolfi Gudat(1964):”[la República] para 1817 continuaba existiendo apenas donde se erigían los campamentos de la insurgencia” 98 . Ello hasta que sse logró la consolidación de la victoria a partir de la Campaña de la Nueva Granada en 1819..

LAS IMPRENTAS DE BOLIVAR

Recapitulando podemos señalar que desde muy temprano Bolívar se dio cuenta de la importancia de la imprenta en el proceso emancipador. Por ello cuando viajó a Londres, en 1810, como miembro de la misión diplomática que la Junta Suprema envió a Inglaterra trajo de aquella ciudad una imprenta 99 .Durante la Campaña Admirable lo acompañó el tipógrafo haitiano Juan Baillío(c1752-d1816), de cuyas prensas salieron casi todos los impresos de la Segunda República 100 .En 1816, cuando volvió al frente de la Expedición de Los Cayos, trajo una prensa que se perdió, ese mismo año, en el desastre de Ocumare, desaparición que sintió mucho el Libertador como se colige del escrito suyo que hemos citado. Fue esto lo que le llevó a pedirle con urgencia a Fernando Peñalver(1765-1837) otra prensa que fue usada para imprimir el Correo del Orinoco.Cuando el Libertador no estaba cerca del aparato de caracteres móviles desde lejos enviaba sus directrices a quienes los dirigían. Y en muchas de sus campañas, como sucedió en el Perú, llevaba junto con su ejército una pequeña prensa portátil que lo acompañaba a donde fuera, y en la cual, pese a la precariedad de sus tipos, se editaba El centinela en campaña donde el Libertador continuaba la práctica de los denominados “combates de papel”(Cartas,t.IV,p.113) como llamaba a las polémicas que sostenía con los realistas, con esas palabras se lo dijo a Santander (marzo 30,1824).

BOLIVAR COLUMNISTA

En varias oportunidades a lo largo de los últimos párrafos nos hemos referido al Libertador no sólo como a un hombre que tenía muy claras ideas en torno a cómo se debía hacer un periódico sino como una persona quien también escribía para los voceros patriotas. Lo hizo, como escribió Pérez Vila,“con mucha mayor frecuencia de lo que hasta ahora se había creído...difícilmente podría negársele su calidad de periodista, ni regatearle su puesto como uno de los mejores de la América Hispana de su tiempo”.La pasión de escribir para la prensa, de utilizarla como arma psicológica para continuar lo que denominaba la “guerra de los papeles”(Cartas,t.IV,p.113), o simplemente para dar cuenta de sus convicciones, no le abandonó nunca. Poco a poco la investigación bolivariana ha venido haciendo luz en este aspecto de su actividad. Área no siempre expedita, de no fácil conocimiento, ya que el Libertador escribió casi siempre utilizando el seudónimo o en forma anónima.Su actividad como columnista la inició en Caracas durante los días de la Segunda República (1813-1814) al insertar en la Gaceta de Caracas(febrero 7,1814) el “Artículo sobre la política de Inglaterra”(Escritos, t.VI,p.123-125).Lo siguió haciendo a todo lo largo de su actividad al escribir para las columnas de los periódicos numerosos textos entre los cuales se destaca la Carta de Jamaica. Quienes han recopilado sus escritos han tenido especial interés en rescatarlos. Así lo hizo Vicente Lecuna (1870-1954) quien compiló los que fue encontrando en sus pesquisas en sus Papeles de Bolívar (1917). Paciente labor continuada por Pérez Vila al realizar el trabajo heurístico de identificación de diversos textos del Libertador aparecidos en publicaciones periódicas, tal los que encontramos en sus libros Las campañas periodísticas del Libertador y Para acercarnos a Bolívar 101 .

BOLIVAR ANTE LA OPINIÓN PUBLICA

Francisco J. Ávila(1915) ha explicado que el Libertador poseía cualidades de comunicador social porque sabía que la comunicación verbal era su mejor arma. De la misma manera poesía capacidad de persuasión, era un conocedor profundo e intuitivo de la conducta de los seres humanos, ésta, más que característica de periodista lo era de político sagaz. De la misma forma tenía capacidad de empatía que es, según el psiquiatra norteamericano Carl Rogers (1902-1987), “la capacidad para sumergirse en el mundo subjetivo de los demás y participar en su experiencia en la medida que la comunicación verbal y no verbal lo permite” 102 De igual manera Bolívar supo siempre cómo llamar la atención sobre las necesidades nacionales. Debe llamar a reflexión la utilización de la palabra escrita como medio de comunicación si pensamos cuánto fatigaba al Libertador hacerlo. Por esta razón dictaba su correspondencia y poseía tan desacalificadora idea en torno al valor de sus escritos y de las formas de su pensamiento. Pero como hombre “hecho de pares encontrados” como dice Francisco Herrera Luque(1927-1991), le inquietaba siempre los errores, inlcuso horrores, que podían cometer los amanuenses al tomar su dictado y en una paradoja muy suya pedía que nunca se publicaran sus cartas, aunque a su maestro le dijo que en ellas podía encontrar su “alma pintada en el papel”(Escritos,t.II,Vol.I,p.291).UN PARENTESISEl colmo inexplicable de todo esto fue que en el extremo de la aflicción y de la depresión, por la enfermedad que lo aquejaba, ordenó en su testamento quemar todos sus papeles lo cual era todo un contrasentido, el cual sólo se podía explicar por el estado en que se encontraba su espíritu aquel 10 de diciembre de 1830, porque aquel Archivo que registraba todos los pasos de su carrera pública, lo había ordenado formar desde 1813, el año inicial de su ejercicio como Jefe de Estado, su presencia en nuestra vida pública la había iniciado el año diez al ser nombrado como el primer Embajador que tuvo Venezuela. Bolívar cuidó su Archivo con cuidado a cada paso, conservando cada hoja del mismo, sabía que además de que sus papeles eran un apoyo para su diaria faena en ellos estaban consignados los legajos para la historia de su protagonismo emancipador. Y como siempre sucede a estos grandes hombres mandan a quemar sus folios o manuscritos de sus libros, como lo hizo también el checo Franz Kafka(1883-1824), pero nunca lo hacen por sí mismos, con sus propias manos, señal del valor que conceden a sus fojas.El extremo del agonismo en la que se encontraba, vivía el Libertador en aquel momento, el “sentimiento trágico de la vida” que dijo don Miguel de Unamuno (1864-1936), eran los días finales de su vida, durante casi todo aquel año treinta, se explican por sus palabras al inaugurar ese año el congreso en Bogotá, en su idea de que el país era ingobernable, constreñido inmensamente su espíritu por el asesinato del Mariscal Antonio José de Sucre(1795-1830), a quien admiraba personalmente desde que lo conoció, en 1814, siendo apenas un jovencísimo oficial, lo quería como un hijo y esperaba fuera su sucesor en la presidencia. Mandó en su testamento a quemar sus papeles(Escritos, t.III, Vol.II,p.289, cláusula número 9), porque sentía que había fracasado, por ello se consideró en aquellos días “majadero” como Jesucristo y don Quijote, porque se había dado cuenta como expresó:”Me ruborizo de decirlo: la independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de los demás”(Proclamas,p.398); la impresión anonadante que le ocasionó el asesinato de Sucre tal como lo comunicó(Cartas,t.VII,p.492-494) al general Juan José Flores(1800-1864). O aquello que un hombre como él no podía decir y si lo escribió fue por la inmensa frustración que vivía aquel 25 de septiembre de 1830 cuando dictó:“nunca he visto con buenos ojos las insurrecciones; y últimamente ha deplorado hasta la que hemos hecho contra los españoles”(Cartas,t.VII,p.533).O aquella terrible síntesis final, dicha también al general Flores(noviembre 9,1830) treinta y ocho días antes de sucumbir:“yo he mandado veinte años y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos: 1) la América es ingobernable para nosotros; 2)El que sigue una revolución ara en el mar; 3) La única cosa que se puede hacer en América es emigrar; 4) Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos colores y razas; 5) Devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad los europeos no se dignarán conquistarnos; 6) Si fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo este sería el último período de la América” (Cartas,t.VII,p.587).Pese a que consideraba que había fracasado se equivocaba, su máximo ideal, por el cual había jurado en Roma(agosto 15,1805) se había cumplido. El lo había ratificado plenamente al subir al monte Potosí (octubre 26,1825), día en el cual su maestro don Simón Rodríguez estuvo presente para ver el cumplimiento de la promesa. Y que el Libertador en sus coloquios con el doctor Alejandro Próspero Reverend (1796-1881) en San Pedro Alejandrino, a la sombra del Tamarindo del patio trasero de la quinta, se haya considerado “majadero” tiene un lato sentido altruista, máxime cuando se comparó en aquel palique con los máximos idealistas de la tierra: Cristo y don Alonso Quijano. Este diálogo tiene el sentido que le dio don Arístides Rojas(1826- 1894):”sintetiza la obra que perdura, no la personalidad que se destruye, es el espíritu universal en su lucha continúa de perfeccionamiento de sus ideales, en sus quimeras, en sus aspiraciones hacia la meta invisible que solicita, en armonía con las fuerzas misteriosas de la inteligencia”.Así fue: no la rotunda caída sino la plena ascensión hacia el logro de la libertad plena que ratificara de la emancipación política. Y ello era un ideal como la fraternidad predicada por Cristo, en su íntimo diálogo con sus discípulos en la Ultima Cena, o don Quijote en busca de la plenitud de los logros propuestos. No hay que olvidar que el majadero de Bolívar tiene un sentido quijotesco de raíz erasmista, es otra vez el “elogio de la locura”,que no es otra que la búsqueda de la plenitud. Erasmo y Cervantes fueron fuentes intelectuales para el Bolívar del coloquio con Reverend y ello sin olvidar nunca que don Quijote fue siempre un loco cuerdo por lo tanto la estulticia de don Alonso, como la del Caraqueño, tenían fundamento, no constituían un delirio sino la prosecución de un ideal que para el Libertador ni siquiera había terminado en los mismos días en que concluía su vida. Es por ello que en la Segunda Parte del Quijote, que siempre ha sido considerada la mejor, leemos en el capítulo XVII, ”todo atento a mirar y a notar los hechos y palabras de don Quijote, pareciéndole que era un cuerdo loco y un loco que tiraba a cuerdo…ya le tenía por cuerdo y ya por loco, porque lo que hablaba era concertado, elegante, y bien dicho, y lo que hacía, disparatado, temerario y tonto”(p.705) y esto porque lo que en ellos, en Cristo, don Alonso y Bolívar, parece permanente es la posibilidad de empujar hacia el logro de lo más quimérico, que es lo que lo que todo hombre egregio, el Libertador lo era, requiere para que haya aquella felicidad que el Libertador pidió en Angostura (Escritos,t.XV,p.16), como el mayor logro de una sociedad y el llegar a la felicidad es la máxima aspiración de todos los humanos, fundamento de toda utopía y quimera posible, tal fueron siempre las convicciones de Bolívar y ello sin que se pueda olvidar que todo ensueño, que todo anhelo, por más fantástico que parezca, termina haciendo verdad en la vida de las sociedades como ha sucedido con todas las utopías. Por ello de alguna forma cuando el Liberador, acostado en su hamaca, se llamó “majadero”,es decir necio, quijotesco, estaba haciendo el elogio de la locura, el elogio de la quimera, de lo imposible que puede tornarse posible, que es lo contrario al desvarío, es la apertura de la idea hacia la posible alta meta. Por ello su majadería, su necedad, era quijotesca, y al provenir del rico venero cervantino lo era erasmista también, porque el Quijote es un elogio de las ideas del humanista holandés porque si se repasa la frase de Bolívar a la luz del Elogio de la locura(1511), en su nueva traducción “Elogio de la estupidez(2004), se encontrará su sentido más profundo y este no fue para nada el desaliento sino la fuerza para proseguir.Y quería el Libertador seguir e insistir porque estaba anonadado con los hechos sucedidos después de la guerra pese a haberlo previsto él con anticipación. Había sido él, siempre ojo avizor, quien le había dicho a Pedro Gual(1783-1862): “Temo más a la paz que a la guerra”(Escritos,t.XX,p.62) y había sido él quien había vaticinado, en la misma carta, escrita en Guanare exactamente un mes antes de Carabobo (mayo 24,1821) la aparición de un nuevo personaje: el caudillo, la única creación política latinoamericana del siglo XIX, como señaló Uslar Pietri, anterior un siglo de la otra invención política latinoamericana: el populismo. Era por ello que en aquellos paliques en San Pedro Alejandrino insistió en la necedad, quijotesca, erasmista, de seguir, de corregir los males, de volver a encaminar aquella sociedad recién emancipada a través de la educación porque, como dijo su maestro don Simón Rodríguez(1769-1854), no podía haber República sin republicanos y estos no se podían crear por decreto, había que formarlos, era el único antídoto contra caudillos y gamonales y la única forma de establecer una sociedad democrática. Todo ello es aun un ideal y un deseo en los pueblos latinoamericanos quienes viven hoy lo que se ha llamado la crisis de sus democracias.LA PRENSA OTRA VEZSin embargo, a lo largo de su correspondencia encontramos una serie de ideas muy claras sobre el papel de la prensa en una sociedad democrática. Estas opiniones constituyen el corolario de sus ideas sobre cómo se debían elaborar los periódicos.Bolívar estaba convencido que la opinión pública era “el objeto más sagrado” e indicaba que “la opinión pública es la fuente de los más importantes acontecimientos”(Escritos,t.VII,p.266-267).Por ello se preocupaba tanto de que existiera libertad de expresión. En 1823 le escribía a Santander:“Me parece que la libertad de imprenta que tanto nos ha molestado con su amarga censura, al fin nos ha de servir de triunfo”(Escritos,t.XXIV,p.18).El creía que con la libertad de escribir, de informar, de opinar, era como podían progresar los pueblos. De allí que llamara la atención sobre la necesidad de escuchar a la opinión pública y de excitarla, a veces, para que levantara su palabra con claridad como se colige de una carta a al general Páez (junio 2,1828).Esta observación del Libertador según la cual el gobernante está en obligación de escuchar a sus gobernados tiene una vieja tradición entre nosotros, desde los propios días de la emancipación, en una acción de la señora Juana Antonia Díaz Padrón. El Libertador la debió conocer por ser aquella dama la madre de los próceres Tomás(1787-1822) y Mariano Montilla(1782-1851) que tan cerca de él estuvieron en todo el tejido de la revolución. Y Mariano Montilla fue quien cuidó de él en los últimos meses de su vida, fue quien rompió el reloj de San Pedro Alejandrino, que todavía se conserva, en la hora del deceso de Bolívar para conservar para posteridad la hora exacta del suceso. La acción de la señora Díaz Padrón la consigna Augusto Mijares (1897-1979) así:“En la historia de Venezuela existe un hermoso episodio…En 1812, y bajo el terror desatado por Monteverde, la madre de Mariano y Tomás Montilla fue a reclamar ante el jefe canario para que se aplicara en beneficio de sus hijos perseguidos la capitulación acordada con Miranda. Pero Monteverde era precisamente de esos gobernantes que para no hacer justicia comienzan por impedir que se la reclamen, y tardó en recibir a la orgullosa matrona; entonces ésta se retiró indignada, pero no sin dejarle un billete de reproche que terminaba con este apóstrofe:”¿Y para que quiere gobierno si no escucha?”.Añade don Augusto a pie de página esta nota:”Archivo Nacional de Caracas. Sección Capitanía General. Documentos sin catalogar para la época en que tomé esa ficha”(p.98,nota). De hecho las frases de la señora Díaz Padrón, muerta en 1814, han quedado como un apotegma de la política venezolana: los que tienen poder están obligados a escuchar sino deben salir del ejercicio de la función pública. El dicho de la señora Díaz Padrón, la única mujer que participó en los sucesos del 19 de abril de 1810 como está bien documentado, bien podrían añadirse como un apéndice a todas las ediciones de El Príncipe(1513) de Nicolás Maquiavelo(1469-1527).De la misma manera el Libertador pedía a los gobernantes que escucharan al pueblo. En 1820 escribía a Páez:“el que manda debe oír aunque sean las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que producen los errores”(Escritos,t.XVIII,p.223).Y en esa misma misiva insistía en el hecho de que si todos los gobiernos tenían obligación de escuchar, para los regímenes democráticos esta era una norma insoslayable. No se podía gobernar sino se escuchaba, no tenía sentido ejercer el poder sino se escuchaba a las personas. “Para que quiere poder sino escucha” es una vieja máxima nacional, expresada en un momento crucial como ya lo hemos indicado. A este hecho estaba unido su llamado a la responsabilidad de la prensa en los momentos críticos de la vida de la nación(Primer,p.414-415).Muy joven aún, a los veinte y un años Bolívar, tras su temprana viudez, vivía en París. Allí se volvió a encontrar con su maestro don Simón Rodríguez(17869-1854). Allí encontró su propio sendero. En ese momento Simón, a quien el dolor había hecho madurar, pensaba, como lo escribió ese año de 1804 a su amigo Mariano de Tristan (c1759-1808), padre de la gran Flora Tristan(1803-1844):“¡Cuántas virtudes no sería preciso tener, para poseer una autoridad tan inmensa sin abusar de ella. ¿Y puede algún pueblo tener interés en confiarla nunca a un solo hombre?. ¡Ah¡. Convénzase bien de esto: el reinado de Bonaparte será, dentro de poco, mucho más duro de lo que pudo serlo nunca el de aquellos a quienes derribó. Quizá hice mal al hablar con tal vehemencia, pero cuando me entrego a la discusión mi espíritu hace abstracción de las personas; que los interlocutores tengan los cabellos blancos o los bigotes negros, lleven espada o tonsura, yo no veo sino pensamientos personificados y discuto sin tomar en cuenta la posición social de ninguno de ellos. Estoy todavía lejos de tener la sangre fría de Rodríguez, o la suya, coronel. Yo no puede siempre contenerme; además, ¿por qué habría de hacerlo? Yo no soy un político obligado a empañar el debate en una asamblea deliberante, no mando un ejército y no tengo que inspirar confianza a los soldados; tampoco soy un sabio que deba hacer, con calma y paciencia, una ardua demostración ante un nutrido auditorio; ¡ay¡ yo no soy nada, sólo un rico, lo superfluo de la sociedad, el dorado de un libro, el brillo de la espada de Bonaparte, la toga del orador”(Escritos,t.I.,Vol.I,p.144).Cuantas veces hemos releído esta carta nos hemos preguntado si no es en ella, en la precocidad de su primera juventud, tenía 21 años cuando la redactó, cuando maduró Bolívar su concepción en torno a la opinión pública. Aquella misiva había sido escrita para explicar, y hasta para excusar, su impetuosidad durante una acalorada discusión que se había llevado a cabo una noche en su hogar parisino. En sus frases ya está presente su noción sobre la necesidad de que la opinión pública discipline la actividad de los hombres públicos, que, una y otra vez, aparece en su correspondencia a todo lo largo de su vida. Es por ello que creemos que una indagación sobre este aspecto del ideario del Caraqueño debe comenzar citando este fragmento de tan significativa epístola, cuya singularidad en la evolución de su estilo siempre hay que subrayar.Sus ideas sobre la opinión de las mayorías las encontramos expresadas a todo lo largo de su correspondencia. Aparece en sus discursos, en sus programas políticos, en sus proyectos constitucionales. Quien lea con atención sus escritos las encontrará muchas veces, se tropezará con ella en papeles de disímil procedencia.Aparece en su primer discurso político(julio 4,1811) cuando propuso que una comisión de la Sociedad Patriótica, órgano de presión social 103 , se presentara ante el Congreso y lo conminara a declarar de la forma más rápida posible la independencia(Escritos,t.IV, p.81). El 26 de marzo de 1812, día en el cual se produjeron dos devastadores terremotos, uno en Caracas, a las 4,07, y otro en Mérida, a las 5 pm, que fue aprovechado por los realistas diciendo que era un castigo de Dios contra los patriotas por haber desconocido la autoridad del Rey, Bolívar sobre las ruinas del Convento de San Jacinto arengó a la multitud con su célebre arenga: “Si se opone la naturaleza a nuestros designios, lucharemos contra ella y la haremos que nos obedezca”, palabras que fueron recogidas por el realista venezolano José Domingo Díaz(1772-d1842), quien presenció la escena y las consignó en sus memorias 104 . A través de esta súbita intervención quiso Simón Bolívar orientar a la opinión pública. Como bien lo anota María Begoña Bolinaga al referirse a esta arenga:“en realidad fueron las adecuadas para un momento en que el pánico había hecho presa a la muchedumbre y amenazaba con desbordarse inconteniblemente arrollando todo el fervor patriótico. Lo cual visualizó Bolívar inmediatamente y con esa percepción suya tan clara y...acertada y...con ese arrojo a veces imprudente se jugó el todo por el todo y logró detener el pernicioso manipuleo de la opinión pública que estaban llevando a cabo los realistas” 105 .Ese mismo año, caída la República en manos de Domingo Monteverde(1773-1832), Bolívar partió al exilio(agosto 27,1812). Estuvo primero en Curazao y de allí pasó a la Nueva Granada, allí a través del Manifiesto de Cartagena (diciembre 15,1812), cuyo verdadero titulo es “Memoria dirigida a los ciudadanos de la Nueva Granada por un Caraqueño”.(Cartagena: Imprenta de Diego Espinosa, 1813. 6 p.), criticó a los españoles por haber hecho a la naciente república la guerra utilizando “los resortes de la seducción y del fanatismo”(Escritos,t.IV,p.124) como forma de crear una opinión favorable a la causa del Rey “utilizando a cuantos ignorantes y supersticiosos contienen los límites de nuestros estados” (Escritos, t.IV,p.123).Al año siguiente, ya como Jefe de la Revolución, decretó la “Guerra a Muerte”(junio 15,1813) para llamar a todos a luchar a favor de la causa de la emancipación(Escritos,t.V,p.130). En un manifiesto expresó “nuestro camino...es sólo combatir y dar una idea sucinta de la justicia de nuestras quejas contra España”(Escritos,t.V,p.131).Desde ese momento fue evidente que sólo deseaba ser juzgado por el pueblo. Desde aquel instante encontramos su clara decisión que no es libertad “la que se goza bajo el imperio de las armas contra la opinión de seres fanáticos cuya depravación de espíritu les hace amar las cadenas como los vehículos sociales(Escritos,t.VI,p.391). Ya estaba consciente de la forma como había sido trastornada la unanimidad social, sabía que establecer la libertad sería “una obra tan imposible de ejecutar súbitamente”(Escritos, t.VI,p.391-392). Es por esto que insistió en la obligación que tenía el gobierno de informar la verdad(Escritos,t.VI,p.152-153).En 1815 atribuía el poco espíritu de crítica existente a que “el hábito a la obediencia sin examen, había entorpecido de tal manera nuestro espíritu, que no era posible descubriésemos la verdad, ni encontráramos el bien”(Escritos,t.V,p.178-179).Y es precisamente en ese mismo discurso donde ofrece una de sus mejores definiciones de lo que es la opinión pública al decir que ella es:“el objeto más sagrado que llama la atención de Vuestra Excelencia, ella ha menester de un gobierno ilustrado, que conoce que la opinión es fuentes de los más importantes acontecimientos”(Escritos,t.VII, p.266-267).Pero como ejercerla no es fácil tarea, porque no siempre tiene quien opina todos los elementos de juicio a mano, le dijo a Pedro Gual(1783-1862):“Para juzgar de las revoluciones y de sus actores, es menester observarlas muy de cerca y juzgarlas de muy lejos; extremos que no pueden conciliarse, ni por el corto período de tiempo que ha transcurrido, ni por los personajes que ha representado la escena en cuestión”(Escritos,t.VII,p.287). Por ello pedía ecuanimidad (Escritos,t.XIV,p.208).En sus proyectos para el establecimiento de una sociedad libre el Libertador insistió en lo positivo de las corrientes de opinión, en la necesidad que ésta fuera clara para poder así detener el libertinaje siempre pernicioso” (Cartas,t.VII,p.216). La libre opinión debía ser la base del espíritu nacional(Escritos,t.XV,p.27-28), la única forma de combatir el engaño, ya que:“un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción”(Escritos,t.XV,p.9).Es por esto que en el proyecto de constitución presentado ante el Congreso de Angostura (febrero 15,1819) se establecía que el pueblo se expresaba a través de sus representantes elegidos pero que “el derecho de expresar sus pensamientos y opiniones de palabra, por escrito, o de cualquier otro modo, es el primero y más inestimable don de la naturaleza. Ni aun la ley misma podrá jamás prohibirlo, y sólo podrá señalarle justos términos haciendo responsable de sus escritos y palabras, ya aplicando penas proporcionales a los que lo ejercen licenciosamente en prejuicio de la tranquilidad pública, de la vida, honor, estimación y propiedad de cualquier ciudadano”(El primer,p.247). Los límites señalados por el Libertador en este artículo eran una consecuencia de otro artículo del mismo proyecto donde asienta:“La libertad es el poder que tiene cada hombre de hacer todo cuanto no esté prohibido por la ley. La ley es la única regla a que debe arreglar su conducta”(El primer,p.246).Estas concepciones presentadas por Bolívar al Congreso tenían relación con la decisión de Venezuela de iniciar su camino autónomo. Cuando nuestro país se separó de España e inició su sendero propio, se armó de “lo más útil, animada de lo más justo, y aspirando a lo más perfecto al separarse de la nación española, ha recobrado su independencia, su libertad, su igualdad, su soberanía nacional.Constituyéndose en una república democrática, proscribió la monarquía, las distinciones, la nobleza, los fueros, los privilegios: declaró los derechos del hombre, la liberad de obrar, de pensar, de hablar y de escribir”(Escritos,t.XV,p.11-12).Este pensamiento sobre los derechos de las mayorías estuvo siempre presente en Bolívar. Su respeto por el punto de vista era tal que escribió al general Páez en tono inflexible al decirle en una carta (San Cristóbal: abril 19,1820):“Yo sabía que no debían agradarle a usted las observaciones que le dice; tampoco me agradaban a mí y esta fue la razón, porque no las había hecho antes. Pero al fin, el que gobierna una gran familia tiene que pasar que todo, sea agradable o no. Usted no debe incomodarse porque la digan el dictamen de los otros; a mi me lo dicen todos los días y no me incomodo, porque el que manda debe oír aunque sean las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que producen los errores. Todos los moralistas y filósofos aconsejan a los Príncipes que consulten a sus vasallos prudentes y que sigan sus consejos; con cuánta más razón no será indispensable hacerlo en un gobierno democrático en que la voluntad del pueblo coloca a sus jefes a la cabeza para que le hagan el mayor bien posible, y no le hagan el menor mal. Un pueblo soberano, ha dicho Montesquieu, es un caballo indómito que muy pronto derriba su jinete. Es muy difícil dar gusto a muchos y muchos más cuando la República está rodeada de males e incovenientes”(Escritos,t.XVII,p.223).Al vicepresidente Santander le escribió (San Cristóbal: abril 22,1820), tres días mas tarde, expresiones no menos ásperas a propósito del administrador Vergara:“El ciudadano Vergara debe tener entendido que estando yo en el territorio de Cundinamarca, o en sus inmediaciones, yo soy que el puedo conceder retiros. Debe saber que los hombres públicos están sujetos a la censura de todos los ciudadanos, sobre todo en un gobierno puramente popular, y que si fuese suficiente razón para no servir la República, la crítica de los súbditos, tiempo ha que no serviría, pues no solamente se me ha criticado sino que en Bogotá me han lanzado anatemas, en Cartagena proscrito, y la provincia de Cumaná tratado como enemigo.El administrador Vergara no ha sido atacado en su honor ni en su moral; V.E. menos aún; y si alguno tuviese derecho para ofenderse por las observaciones que se han hecho sobre el nuevo arreglo de salinas, yo debía ser, porque soy su autor; por el contrario he agradecido a Fernández que nos haya proporcionado la oportunidad de reconocer la mejora de este establecimiento y de enmendar lo que ha sido susceptible de corrección”(Escritos,t.XVII,p.228-229).Es por ello que el Libertador siempre prestaba atención a las quejas que sobre los actos de diversos funcionarios le eran remitidos o llegaban a sus oídos(Escritos,t.XIX,p.162-164). De la misma manera siempre escuchaba las observaciones que le dirigían personas de toda su confianza. Así podemos observarlo en la comunicación que dirigió (San Cristóbal: mayo 16,1820) a su querido amigo Guillermo White(c1764-1834) 106 :“Mi querido amigo: Aprovecho la oportunidad para dirigir a Ud. mi discurso al congreso, reimpreso en Bogotá, y que lo mire con más indulgencia que antes. Me parece que Ud. me criticó la creación de un senado hereditario y la educación de los senadores futuros. Lo primero está de acuerdo con la práctica de todas las repúblicas democráticas, lo segundo no está en desacuerdo con la razón. La educación forma al hombre moral, y para formar un legislador se necesita ciertamente de educarlo es una escuela de moral, de justicia y de leyes. Vd. me cita la Inglaterra, como un ejemplo contrario a mi establecimiento; pero, en Inglaterra, ¿no deja de hacerse mucho bueno?. En cuanto a mi senado diré, que no es una aristocracia ni una nobleza, constituidas la primera sobre el derecho de mandar la república, y la segunda sobre privilegios ofensivos. El oficio de mi senado es temperar la democracia absoluta, es mezclar la forma de un gobierno absoluto con una institución moderada, porque ya es un principio recibido en la política, que tan tirano es el gobierno democrático absoluto como un déspota; así sólo un gobierno puede ser libre. ¿Cómo quiere Vd. que yo tempere una democracia sino con una institución aristocrática?. Ya que no debemos mezclar la forma monárquica con la popular que hemos adoptado, debemos, por lo menos, hacer que haya en la república un cuerpo inalterable, que le asegure su estabilidad; pues sin estabilidad, todo principio político se corrompe y termina siempre por destruirse.Tenga Vd. la bondad de leer con atención mi discurso, sin atender a sus partes, sino al todo de él. Su conjunto prueba, que yo tengo muy poca confianza en la moral de nuestros conciudadanos, y sin moral republicana, no puede haber gobierno libre. Para afirmar esta moral, ha inventado un cuarto poder que críe los hombres en la virtud y los mantenga en ella.También este poder le parecerá a Vd. defectuoso, Más, amigo, si Vd. quiere república en Colombia, es preciso que quiera también que haya virtud política. Los establecimientos de los antiguos nos prueban que los hombres pueden ser regidos por los preceptos más severos.Todo el cuerpo de la historia manifiesta que los hombres se someten a cuanto un hábil legislador pretende de ellos, y a cuanto una fuerte magistratura les aplique. Dracon dio leyes de sangre a Atenas, y Atenas las sufrió, y aun las observó hasta que Solón quiso reformarlas.Licurgo estatuyó en Esparta lo que Platón no se había atrevido a soñar en su República, si no hubiese tenido por modelo al legislador de Esparta. ¡A qué no se han sometido los hombres y a qué no están sometidos aún¡ ¡Si hay alguna violencia justa, es aquella que se emplea en hacer a los hombres buenos y, por consiguiente, felices; y no hay libertad legítima sino cuando ésta se dirije a honrar la humanidad y a perfeccionarle su suerte¡. Todo lo demás es pura ilusión, y quizá de una ilusión perniciosa.Perdone Vd. amigo esta larga digresión sobre mi discurso, pues Vd. bien la merecía hace mucho tiempo, y yo se la había ahorrado, más por decidia que por voluntad”(Escritos,t.XVII,p.415-416).Fue su interés por formar un movimiento de opinión favorable a la causa emancipadora lo que lo llevó a pedirle a White que enviara a Inglaterra ejemplares del Discurso de Angostura que había vertido al inglés James Hamilton(c1770-1840) publicándose inmediatamente en la misma Angostura 107 . En esta carta Bolívar le decía a White:“Escriba Ud. a Inglaterra...mande Ud. mi discurso a hombres que lo entiendan, haciendo observaciones necesarias, para que noten la diferencia de la traducción al original. Mr.Hamilton me habrá adornado: yo habría querido ser menos hermoso pero más genuino; quería mi discurso y no el suyo”(Escritos,t.XVII,p.417).Una y otra vez pidió que se escuchara a todos para sacar así buenos frutos. Esto lo decía a Santander(Pasto: enero 14,1823) al escribirle:“He visto los papeles públicos; todo anuncia que prosperamos, que la España decae, que la opinión pública mejora en todas direcciones internas y externas. Me parece que la libertad de imprenta, que tanto nos ha molestado con su amarga censura, al fin nos ha de servir de triunfo”(Escritos,t.XXIV,p.18).Bolívar siempre estaba dispuesto a escuchar, especialmente a los “vasallos prudentes”. Un buen ejemplo lo encontramos en una carta que remitió a Fernando Peñalver(1765-1837) desde Cuzco cuando se hallaba en el pináculo de la gloria y vivía la apoteosis más intensa. Durante su viaje a la capital del antiguo incanato, fue recibido como el Libertador de la opresión, días durante los cuales escuchó alzarse la voz del doctor José Domingo Choquehuanca(1789-1858) quien le dijo al recibirlo en Pucará:“Con los siglos crecerá vuestra gloria, como crece la sombra cuando el sol declina”, ese fue expresado por el abogado pocos días antes de subir con sus soldados a la faldas del Potosí (octubre 26,1825).Desde el Cuzco, aquella ciudad en la cual se escuchan aún sus pisadas, en un momento en que los políticos actuaban como sordos antes las exigencias de la colectividad el Libertador escribió (julio 11,1825) a Peñalver, una persona en quien siempre confió y quien jamás se dirigió a él para esconderle la verdad. Don Fernando quien era uno los pocos que lo tuteaba, le había escrito hablándole de la difícil situación que atravesaba Venezuela, en vísperas del alzamiento de La Cosiata (abril 17-diciembre 31,1826). Al contestarle Bolívar le decía entre otras cosas:“He recibido con mucho gusto la carta de Ud. de Enero en Valencia. Cuando veo letras de Us, me parece que son de un padre o de un Mentor. Yo veo a Ud, como el representante de nuestra venerable vejez; como amigo y compañero de nuestros padres y progenitores; me parece oír la voz de un anciano que conoce lo pasado y provee lo futuro; que dice la verdad, sin temor de su amargura, sin deseo de lisonjear y sin miedo de desagradar. Continúe Ud. mi querido Peñalver, con ese estilo verídico, que tanto importa a los conductores de los pueblos” (Cartas,t.IV,p.381).Consigna suya fue siempre oír los planteamientos que todos lo hicieran como se lee en una comunicación suya a 52 diputados del Congreso Peruano(La Magdalena: abril 27,1826) en la cual les dijo:“Nada es tan conforme con las doctrinas populares como el consultar a la nación en masa sobre los puntos capitales en que se fundan las leyes fundamentales y el Magistrado Supremo”(Doctrina,p.224).A continuación en el mismo documento, se refiere a la voz del pueblo y apunta:“Todos los particulares están sujetos al error o a la seducción; pero no así el pueblo, que posee en grado eminente la conciencia de su bien y la medida de su independencia. De este modo su juicio es puro, su voluntad fuerte; y por consiguiente, nadie puede corromperlo, ni menos intimidarlo. Yo tengo pruebas irrefragables del tino del pueblo en las grandes resoluciones y por eso que siempre he preferido sus opiniones a las de los sabios”(Doctrina,p.224).Por ello encontramos al Libertador convocando tantas veces a los pueblos para que deliberaran sobre los problemas nacionales. Así lo hizo al llamarlo, en los días gravísimos de La Cosiata, cuando parecía que estallaría la guerra civil en Venezuela, a expresarse libremente. En una proclama (Maracaibo: diciembre 16, 1826), dijo:“¡Venezolanos! Os empeño mi palabra. Ofrezco solemnemente llamar al pueblo para que delibere con clama sobre su bienestar y su propia soberanía. Muy pronto, este año mismo, seréis consultados para que digáis cuándo, dónde y en qué términos queréis celebrar la Gran Convención Nacional. Allí el pueblo ejercerá libremente su omnipotencia, allí decretará sus leyes fundamentales. Tan sólo él conoce su bien y es dueño de su suerte; pero no un poderoso, ni un partido, ni una fracción. Nadie sino la mayoría es soberana. Es un tirano el que se pone en lugar del pueblo: y su potestad, usurpación”(Proclamas,p.344).Por ello mismo le dijo a Páez que estaba en la obligación de oírlo. En una carta (Bucaramanga: junio 2,1828) se lee:“Es inútil añadir a Ud. que es indispensable excitar a la opinión pública para que se pronuncie sobre qué medida debe adoptarse para establecer un gobierno provisorio al principio, a fin de que se constituya la república conforme a las voluntades públicas. Yo no me abstengo, desde luego, de indicar siquiera mi opinión. Yo insistí en que la gran convención se convocara para que la voluntad nacional se cumpliera, pero esto no ha tenido lugar y, por lo mismo, es mi deber ponerla en estado de que muestre sus deseos libremente y que cada uno pida lo que quiera, sea lo que fuere, con tal de que no se acancen a obrar arbitrariamente. Encarezco a Ud. que cualquiera que sea el partido que el pueblo adopte, sea con mucho orden y conforme a las leyes”(Cartas,t.VI,p.329).Sobre el mismo asunto volvió a recalcar en su desolado mensaje al Congreso Admirable (Bogotá: enero 20,1830). Allí expresó sobre el punto:“Todos los pueblos están obligados a someter sus opiniones, sus temores y deseos a los que hemos constituido para curar la sociedad enferma de turbación y flaqueza...Con este mismo objeto dispuse lo conveniente para que pudiesen todos los pueblos manifestar sus opiniones con plena libertad y seguridad, sin otros límites que los que debían prescribir el orden y la moderación”(Proclamas,p.395-396).Para el Libertador era la opinión de todos la que decidía cuál era el valor de cada hombre.Pensaba que:“Los hombres públicos valen tanto cuanto es la opinión que se tiene de ellos”(Escritos,t.XXIII,p.235).Por esta razón Bolívar respetaba las decisiones de los Congresos y pedía fueran acatadas:“El Congreso de Guayana oyó mi dictamen sobre el gobierno, y siguió una parte de mis opiniones: el de Cúcuta hizo otro tanto; y Vuestra Excelencia sabe que por docilidad y obediencia juré la constitución(1821) y me constituí en su garante”.A la cual añadía:“Yo declaro, por mi parte, que ligados por juramento a este código, no debo obedecer a ninguna ley que lo vulnere y viole: que mi resolución es separarme de Colombia antes que dar ascenso a las leyes que aniquilen la obra maravillosa del Ejército Libertador” (Escritos, t.XXIII,p.333).Para vigilar la conducta de lo que dirigen el país había propuesto al Congreso la creación del Poder Moral. Este lo rechazó.Insistía Bolívar en que era necesario tener cuidado con la opinión de los insinceros (Cartas,t.IV,p.329). Pensaba también que había que vigilar la opinión pública para que ésta no tomara falsos senderos, como aquellos por los cuales se aventura cuando se divide en facciones(El primer,p.327). Esta misma angustia lo poseía cuando observó la forma cómo entró en crisis la sociedad recién emancipada, en cuya disolución tanta responsabilidad tuvo a su juicio una opinión mal dirigida (Cartas,t.V,p.235-236).Se preocupó tanto del interés que se sentía en los países de la Gran Colombia para que se hiciera una serie de reformas, a las cuales no se hizo sordo aunque no se le escapaban sus consecuencias: esto se colige de la lectura del borrador de una comunicación(Lima: agosto 3,1826) que pensó enviar a personalidades del amplio país(Cartas,t.V,p.212-214) a través de Antonio Leocadio Guzmán(1801-1884). Es por ello que durante la intensa crisis que conmovió a la nación tras el triunfo bélico, el Libertador siguió tan atentamente las corrientes de opinión que pedían cambios, pues sabía que éste era una deseo nacional (Cartas,t.V,p.325-327).Advertía sobre la necesidad de hablar en público ya que según él “a la sombra del misterio no trabaja sino el crimen”(Cartas,t.V,p.326-327). Situación que él vivió tiempo más tarde cuando un grupo de oficiales y civiles intentó quitarle la vida en Bogotá (septiembre 25,1828), salvó la vida gracias a la valentía de Manuelita Saenz (1797-1856). Los que la prepararon eran aquellos que, incapaces de discutir en público, creían que los problemas de la nación se resolverían a través del fácil, siempre incierto, y poco constructivo, camino de la violencia, que todo lo acaba y nada deja a su paso, que no sea desolación y ruina.

EL INTENSO TRABAJO

Para solucionar los graves problemas que aquejaban a la Gran Colombia, Bolívar trabajó intensamente en Caracas, en su última visita a su solar nativo y el de sus mayores, “por mejorar sus rentas, disminuir sus gastos, moralizar sus opiniones y refundir los partidos que la dividen” como escribió(Cartas,t.V,p.414) al general Carlos Soublette(1789-1870).Esta fue su preocupación en los dos últimos años de su vida. Bolívar conocía la importancia del sentir de todos (Cartas,t.VII,p.319-320). De ella debía esperarse la mejor sanción a los actos de la administración (Cartas,t.VI,p.244-247). Era necesario saber guiarla (Cartas,t.VI,p.417-419) para que pueda entender los procesos que vivía la sociedad (Cartas,t.VI,p.563-564). Esta no debía estar pendiente de la vida de un solo hombre (Cartas,t.VII,p.218), ni podía utilizar las proposiciones públicas que había hecho el Libertador, como su Proyecto de Constitución para la republica boliviana 108 si no se le explicaban cabalmente sus por qués. Y esto decía sin que se le escapara lo difícil que era a veces percibir las tendencias de la opinión pública: “porque los pueblos son como los niños que luego tiran aquello porque han llorado. Ni Ud.,ni yo, ni nadie sabe la voluntad pública. Mañana se matan unos a otros, se dividen y se dejan caer en manos de los mas fuertes o mas feroces”(Cartas,t.VII,p.586).Tanto respetó la opinión pública, en tal grado la tuvo siempre, que al historiador José Manuel Restrepo(1781-1863), quien le había enviado su Historia de la Revolución en Colombia (París: Librería Americana,1827. 10 vols), le contestó sugiriéndole“y cuando Ud. de una nueva edición en Caracas, donde hay una excelente imprenta, después de haber oído la opinión pública y las alegaciones de los resentidos, dará Ud. un grande ejemplo de justicia y moderación, si a ella agrega Ud. notas o correcciones” (Cartas,t.VI,p.333).consejo que Restrepo no tomó en cuenta infamando, entre otros, en la nueva edición de su Historia (1858), el nombre límpido de Bello.A todo lo largo de este recorrido nos hemos podido dar cuenta cómo Bolívar estuvo siempre dispuesto no sólo a escuchar sino que como anota el historiador Salcedo Bastardo:“En la propia conducta pública de Bolívar consta...la espontánea y sistemática subordinación a principios morales inflexibles....Con su actitud de escucha de la opinión pública, dice cómo respeta la voz y la voluntad del pueblo. No es Bolívar el magistrado que se cree suficiente e infalible: podría decirse que el de la opinión pública es uno de sus cultos permanentes. Fuerza que “vale aun más que los ejércitos” llama a la opinión pública...La cree fundamental para todo líder...Su experiencia, sin embargo, no se engaña...Concibiendo el gobierno como realidad democrática piensa que todos los ciudadanos están obligados a sumar sus esfuerzos en tareas de beneficio común. A los magistrados conviene escuchar, por eso les señala el deber de estimularla” 109 .Siempre exigió:“Que se replique con realidades, respetando la opinión contraria, pero que ese respeto se traduzca en un sentimiento activo más que un simple acto de tolerancia, que se manifieste en estimular la libertad de palabra, en procurar el cambio de ideas y en canalizar las discusiones hacia fines provechosos” 110 .En síntesis para el Libertador la opinión pública era superior hasta a los representantes del pueblo. El mismo decía a Santander(Ibarra, Ecuador: octubre 8,1826),“Tengo mil veces más fe en el pueblo que en sus diputados. El instinto es un consejero leal; en tanto que la pedantería es un aire mefítico que ahoga los buenos sentimientos”(Cartas,t.V,p.272).Seis días màs tarde decía al mismo Vicepresidente (Pasto: octubre 14,1826):“Mi única resolución pasar a Venezuela... y...preguntarle al pueblo lo que desea...yo no conozco más partido de salud que el de devolver al pueblo su soberanía primitiva para que rehaga su pacto social”(Cartas,t.V,p.278).Bolívar anteponía siempre “la comunidad a los individuos”(Obras,t.II,p.489) ya que sabía que “el descontento no se corta con la fuerza” (Obras,t.II,p.590). Siempre creyó que sólo el pueblo “conoce su bien y es dueño de su suerte....Nadie sino la mayoría es soberana”(Proclamas,p.344).

CONSULTABA A LOS MÁS CAPACITADOS

No sólo incitó el Libertador a escuchar la voz de todos sino que en varios momentos de su trayectoria, en instantes en que debía tomar graves decisiones, pidió la opinión de gente capacitada. En otros momentos pidió consejos sin importarle la discrepancia. Hubo circunstancias en las cuales propuso planes a la consideración de todos.El primero de los casos que debemos considerar se llevó a cabo cuando el Libertador, acompañado de su ejército, ocupó militarmente la ciudad de Caracas al final de la Campaña Admirable (mayo 14-agosto 6,1813). En aquel momento Simón Bolívar era el Jefe de una revolución en armas quien ejercía una autoridad suprema “que sólo era efectiva en un reducido territorio y que apenas estaba respaldada por escasas fuerzas militares y casi ningún poderío financiero y económico” 111 En esa circunstancia sintió el Libertador la necesidad de determinar cuáles debían ser las bases jurídicas sobre las cuales debía constituirse el Estado.Pocos jefes militares, a todo lo largo de la historia, se han hecho en tan espinosos instantes interrogantes de este tipo. Todos han esperado a consolidar el triunfo, o tener el poder en sus manos, para hacerlo. El no esperó. Formó un pequeño gabinete constituido por tres Secretarías, Estado, Relaciones Exteriores y Hacienda Pública. La de Estado la puso en manos de Antonio Muñoz Tebar(1792-1814); Guerra y Marina la cual entregó al comandante Ramón García de Sena (c1779-1814) y Gracia y Justicia para la cual eligió a Rafael Diego Mérida(1762-d1829).A poco dio cuenta de su actividad al Congreso de la Nueva Granada con cuya autorización actuaba en la Campaña Admirable y se expresó en carta a Manuel Antonio Pulido (1780-1817) en contra de la concepción federalista del Estado (Escritos,t.V,p.23-25). Y en esa“constante...casi obsesiva...idea de ordenar el gobierno, desde el mismo instante de su llegada a Caracas” 112 pidió a Francisco Javier Ustáriz (1772-1814) que le presentara un plan de gobierno provisorio para el país (agosto 13). Este lo redactó inmediatamente. A los pocos días (agosto 18) estaba terminado. Fue enviado con celeridad a la imprenta de Juan Baillío (c1752-d1816) en Valencia en la cual se imprimió con prontitud (Contestación oficial del ciudadano Francisco Javier Ustariz al general en Jefe del Ejército Libertador o proyecto de un gobierno provisorio para Venezuela. Valencia: Juan Baillío, 1813. 16 p.). El folleto fue enviado a una serie de ciudadanos capacitados pidiéndoles que expresaran sus observaciones sobre el mismo. Recibieron el proyecto Manuel Antonio Pulido, gobernador de Barinas, Juan Antonio Paredes Angulo (1760-1834), presidente de Mérida, el licenciado Miguel José Sanz (1756-1814), la Municipalidad de Caracas, a través de su presidente Juan Antonio Rodríguez Domínguez (1774-1816), el doctor Cristóbal Hurtado de Mendoza (1772-1829), gobernador político de Caracas, el doctor Miguel Peña (1780-1833), el general Juan Bautista Arismendi (1775-1841), gobernador de Margarita, y el general Santiago Mariño(1788-1854). Varios de ellos contestaron. Las respuestas de Miguel José Sanz, Miguel Peña y Ramón García Cádiz, se publicaron. La de Sanz Peña, García Cádiz, las de un ciudadano que firmó con las iniciales J.R.M., y un artículo sin firma en el cual se analizaba la Constitución de Cádiz (1812), fueron impresos en las columnas de la Gaceta de Caracas, en las fechas que indica Grases. El licenciado Sanz publicó también en otro folleto un proyecto por él Concebido (Proyecto del ciudadano Miguel Joseph Sanz para un gobierno provisional en Venezuela. Valencia: Víctor Chasseriau, 1813. 9 p.), distinto a las observaciones que él mismo redactó sobre el proyecto de Ustariz, datos estos, y los que tienen que ver con este punto que tomamos del libro compilado por Grases sobre este crucial asunto, cuyos textos niegan rotundamente que el Libertador no haya consultado siempre a la hora de tomar graves decisiones a los mejor preparados. Grases inserta también cada una de las piezas a las cuales hemos hecho mención y las cuales deben ser analizadas para comprender este hecho tan singular de la personalidad del político Simón Bolívar 113 .Otro de los momentos en que Bolívar pidió el juicio de personas calificadas fue en 1819, cuando estaba por enviar a la imprenta el Discurso de Angostura. Encargó entonces a Manuel Palacio Fajardo (1784-1819) la revisión del manuscrito. El Discurso, aunque concebido para ser leído en público, como en efecto lo hizo el Libertador, poco después de las once de la mañana del 15 de febrero de 1819 (114) ante el Congreso, era realmente la exposición de motivos que fundamentaba el proyecto de Constitución que ese mismo día presentó Bolívar al parlamento.Lógicamente era una obra que el Libertador había concebido pacientemente, la cual era el resultado de muchos años de cavilaciones, texto que al contrario de cuanto le gustó afirmar a la historiografía romántica no pudo ser un trabajo improvisado sino que fue idea pacientemente concebida y luego cuidadosamente dictada y corregida. Gracias a estos hechos resultó el Discurso la pieza fundamental del ideario del Libertador que es y desde el punto de vista del estilo su texto más representativo. Y ni una ni otra surgen al azar.Tal fue la importancia que Bolívar le concedió al Discurso que no vaciló en remitírselo a Palacio Fajardo, prócer barinés en cuyo buen juicio confiaba. Palacio se había distinguido ya por las difíciles y complejas misiones diplomáticas que había encabezado y por ser el autor del Outline of the Revolution in Spanish América.(London: Longman, Hurts, Rees, Orme, and Brown, 1817. VIII,362 p.), una de las primeras historias del levantamiento hispanoamericano, escrita especialmente para hacer conocer en Europa y en los Estados Unidos las razones que la impulsaban. Al prepararlo, Palacio Fajardo pidió la ayuda y el consejo de Bello 115 . El libro se publicó en 1817 en inglés, en ediciones simultáneas impresas en Londres y Nueva York; la versión francesa también apareció en 1817, una segunda edición circuló en 1819, ambas en París. En alemán vio la luz en 1818. En castellano no se publicó hasta 1953 (116).Este fue el hombre a quien consultó el Libertador. No ha llegado hasta nosotros la carta mediante la cual Bolívar le remitió el Discurso. Sólo conocemos la respuesta de Palacio Fajardo al Libertador (Angostura: marzo 19,1819). Palacio revisó cuidadosamente el texto y remitió a su autor un informe con cuarenta y cinco observaciones. Hasta hace relativamente poco tiempo se consideró que el Libertador no había tomado en cuenta las críticas que el barinés le remitió. Sabemos ahora claramente que no fue así gracias a un feliz hallazgo del profesor Grases. Este consiguió en Inglaterra el manuscrito original del Discurso, el mismo tuvo que tuvo en sus manos el Libertador al pronunciarlo, el cual luego entregó a James Hamilton(c1770-1840), un comerciante británico residenciado en Angostura, para que lo tradujera al inglés, versión que fue impresa en la misma imprenta del Correo del Orinoco en Angostura. Hamilton conservó el manuscrito. En su primera página el mismo escribió de su puño y letra:“This is very speech read by General Bolívar at the opening of the Congress in Angostura, febreury 15 th .1819, and presented by him to me, James Hamilton” 117 .Este original fue llevado a Inglaterra por Hamilton y conservado por sus descendientes quienes lo donaron, a través de Grases, al Estado venezolano. Fue incorporado al Archivo del Libertador, en la Casa Natal, e impreso 118 .Con la versión que poseía Hamilton puede seguirse el proceso de la elaboración del Discurso y comprobar cómo el Libertador sí tomó en cuenta las observaciones que le sugirió Palacio Fajardo, aunque Bolivar, como es lógico, haya desechado algunas por no estar de acuerdo con ellas. Pero las tuvo en cuenta ya que algunas fueron incorporadas al texto impreso del Discurso 119 .Sabemos que en el proceso de redacción del Discurso también intervinieron el coronel Pedro Briceño Méndez (c1792-1835) y doctor Juan Germán Roscio (1723-1821) 120 .Otro de los momentos en que el Libertador convocó a todos a expresar su juicio fue cuando presentó a la Asamblea del Alto Perú su Proyecto de Constitución de Bolivia, concebido por él para esa nación que llevaba su nombre. Este Proyecto, en torno al cual se suscitaron tantas discrepancias fuera de Bolivia, especialmente en la Gran Colombia, puede considerarse su documento más polémico. Lo elaboró pensando que en ese proyecto estaba reunidas “todas las garantías de permanencia y de libertad, de igualdad y de orden”(Cartas,t.V,p.48).A través de este escrito presentó ideas para salvar a nuestros pueblos de la anarquía en la cual habían caído después de obtener la libertad política tras el fin de los combates bélicos. Si bien algunos estuvieron de acuerdo con aquel estatuto, como Antonio Leocadio Guzmán(1801-1884) en su Ojeada al proyecto de Constitución que el Libertador ha presentado a la República Bolívar(Caracas: Imp.Republicana,1826.52 p.,2ª.ed.Caracas:Devisme Hermanos,1826, 64 p.) 121 otros lo adversaron intensamente, especialmente por proponer la Presidencia Vitalicia, como Tomás Lander(1792-1845) en sus Reflexiones sobre el poder vitalicio que establece en su presidente de la Constitución de la República Bolivia(Caracas: Imp.Valentín Espinal,1826. 28 p.) 122 . En los mismos días en que Bolívar presentó aquel proyecto varias personas le sugirieron la idea monárquica. El la desechó 123 . La Constitución de Bolivia fue aprobada, basada en su Proyecto pero teniendo en cuenta las observaciones que al mismo hizo el Mariscal Sucre y la propia Asamblea Boliviana que lo aprobó para aquella nación. Pero la Constitución de Bolivia estuvo en vigencia poco tiempo, hasta 1831, ya muerto el Libertador. La mayoría de los pueblos de Bolivia, Perú y la Gran Colombia, impulsadas por sus elites, habían dado su veredicto y Bolívar lo respetó pese a estar convencido que en aquella ley se reunían “los extremos y todos los bienes”(Cartas,t.V,p.30). En esta misma misiva a Páez que acabamos de citar rechazó el Libertador abiertamente la idea de una monarquía, que el llanero le había propuesto en una comunicación (octubre 1,1825), proyecto que Bolívar denominó en esta misiva “ideas napoleónicas” (Cartas,t.V,p.29-30), lo cual tenía un sentido muy profundo en su vida porque él había pasado de admirar a Napoleón Bonaparte(1769-1821) como general victorioso a desaprobarlo desde el momento en que se hizo coronar Emperador de Francia, suceso que el propio Bolivar posiblemente presenció por encontrarse en París aquel día(mayo 18,1804), desde entonces el nombre del Corso salió de su correspondencia prácticamente, hay una dura alusión a él en una carta de sus días en Jamaica (Escritos, t.VIII,p.69-70) y más tarde en sus coloquios de Bucaramanga, el año 1828, de los cuales, pese a su importancia y trascendencia, Bolívar no sabía que su edecán Perú de Lacroix los anotaba cada día, lo que dio nacimiento a ese importante obra que es Diario de Bucaramanga, impreso en 1869.Con relación a la carta que hemos citado en la cual Páez le hizo la proposición monárquica al Libertador, con el tiempo el Centauro negó su autenticidad pero una serie de documentos contemporáneos incontrovertibles nos dicen claramente que aquella misiva, que llevó Antonio Leocadio Guzmán de Caracas a Lima, era verdadera. Por eso en la fuente que hemos utilizado además de la carta del Libertador a Páez desde Lima y de otra suya(Cúcuta: diciembre 11,1826) que está en la misma colección(Cartas, t.V,p.309) puede leerse claramente que la proposición monárquica, enviada desde Caracas por Páez y su grupo, fue escrita y firmada por él, ya que su original manuscrito con la firma autógrafa de Páez se puede leer en el mismo tomo de las Cartas que estamos usando. Lo ratifican otras misivas como la de Pedro Briceño Méndez (Panamá: abril 23,1825) y otra de María Antonia Bolívar (octubre 30,1825), hermana del Libertador. Las epístolas de Páez y Briceño Méndez, pese a no ser de Bolívar se ha reunido en la misma serie de documentos suyos que citamos(Cartas, t.V,p.49-55).

PEQUEÑO TRATADO DE PRUDENCIA

Cerramos esta parte con lo que hemos denominado Pequeño tratado de prudencia, que es el que nos permite comprender mejor al Libertador. Su autocrítica, que según practicaba todos los días, fue la que lo llevó a rectificar errores como el relativo a Miranda(Correspondencia, p.296; Cartas, t.VI,p.13). Como escribió al general José María Córdoba(1779-1829):“Yo no soy débil ni temo que me digan la verdad. Ud. tiene más que razón, tienen una y mil veces razón; y por lo tanto debo agradecer el aviso que mucho debe haberle costado a Ud. dármelo más por delicadeza que por temor de molestarme pues yo tengo demasiado fuerza para rehusar ver el horror de mi pena”(Cartas,t.VI,p.396).Bolívar estuvo convencido que “en medio de este piélago de angustia no he sido más que un vil juguete del huracán revolucionario que me arrebata como una débil paja”(Escritos,t.XV,p.5).En medio de aquella gran mutación, consciente de lo difícil que era el arte de gobernar, trató de ejercerlo con justicia pero como sensatez y prudencia, por ello le dijo a Páez(abril 19,1820):“el que gobierna una gran familia tiene que pasar por todo, sea agradable o no. Ud. no debe incomodarse porque le digan el dictamen de los otros; a mi me lo dicen todos los días y no me incomodo, porque el que manda debe oír aunque sean las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que producen los errores” le recomendó a Páez(Escritos,t.XVII,p.223); “si son francos los sentimientos del Presidente, nada es más ventajoso”(Escritos,t.XVII,p.409) reflexionó (mayo 25,1820) ante José Rafael Revenga(1786-1852);“Solo un profundo respeto por la voluntad soberana me obligaría a someterme al formidable peso de la suprema magistratura” (Escritos, t.XXI,p.170-171) expresó en Cúcuta (octubre 3,1821) al tomar posesión de la cabeza del gobierno;“Yo espero, mi amigo, que usted impedirá este abuso que se está haciendo contra mí, para no verme obligado a mandar órdenes al general Paz Castillo que me serán desagradables, pues no es razón que la moderación de Colombia se retribuya con ultrajes” (Escritos, t.XXIII,p.236)escribió(octubre 14,1822) al mariscal José de la Mar(1777-1839); en una carta cuyo destinatario no ha podido ser precisado,¿Santander?, señaló(abril 29,1823):“Amigo, la cosa está mala no se puede mandar, sino por el autor del prójimo y con una profunda humildad”(Escritos,t.XXIV,p.232-233);“estamos rodeados de inconvenientes políticos, porque la justicia y nuestra delicadeza exigen miramientos que no debemos desatender”(Cartas, t.IV,p.326) reiteró a Santander(mayo 20,1825); “el 19 de abril…entonces el derecho tenía algún valor, pero ahora la fuerza y la maña es la que manda, y eso con mucha dificultad”(Escritos,t.X,p.343) expuso a Martín Tovar(agosto 6,1817) durante sus delicadísimos y complejísimos días en Guayana el año diez y siete; “ella muestra un hombre sensato, que ve con perspicacia y juzga con reposo alcanza a descubrir el verdadero valor de las cosas que maneja, y sabe conjurar las tempestades que le amenazan, mostrándose superior a cuanto podría agobiar a otros”(Escritos,t.XX,p.154) le anotó a José Joaquín Olmedo (junio 13,1821), allí está el mejor tratado de realismo político que nos legó el Caraqueño 124 ; “el juramento sagrado que acabo de prestar en calidad de Presidente de Colombia es para mi un pacto de conciencia que multiplica mis deberes de sumisión a la ley y a la patria”(Escritos,t.XXI,p.170), dijo al jurar en Cúcuta(octubre 3,1821); y al vislumbrar que se iniciaba el nacimiento del caudillismo, el siempre previsor y siempre observador agudísimo de la realidad, escribió a don Pedro Gual “estamos sobre un abismo, o más bien sobre un volcán a punto de hacer su explosión. Yo temo más la paz que la guerra, y con esto doy a Ud. la idea de todo lo que no digo, ni puede decirse”(Escritos,t.XX,p.62). Esto fue escrito un mes antes de Carabobo desde Guanare (mayo 24,1821).En su forma de gobernar de la cual no estuvo ausente su actitud de decir la verdad, de reprender sin disimulos tanto a oficiales como a civiles en su actuación, como lo evidencian muchos de sus llamados “Decretos Marginales”, o a los miembros de su familia, tal fue el caso de su sobrino Anacleto Clemente(1796-1886), que constituye el más grande regaño que hay en toda su correspondencia (Escritos, t.III,Vol.II,p.81-82) donde al comparar a aquel joven oligarca con los soldados del pueblo, llamó a aquellos “estos caballeros”, eran para él mejores que el sobrino calavera, quien tuvo luego tiempo para expiar los pecados de su atolondrada juventud pues vivió noventa años.Fue su concepto de la democracia el que lo llevó a rechazar los proyectos monárquicos ya que siempre estuvo en contra esta forma de gobierno (Cartas,t.V,p.47-48). Siempre desechó los planes que sobre el particular le presentaron(Escritos, t.XXIII,p.215).Demócrata a carta cabal, obligado aceptó la dictadura, el año veinte y ocho, al fracasar la Convención de Ocaña (abril 9-junio 10,1828). Aquel régimen, como ningún otra dictadura latinoamericana, lo presentó desde el primer momento como un régimen de excepción, de emergencia, durante el cual su autoridad fue discutida y sus decisiones alteradas por el Consejo de Estado que él mismo formó 125 . Estableció desde la iniciación de este régimen cuando concluiría y respetó lo ofrecido. Por ello su dictadura fue distinta a los tradicionales regímenes despóticos que han asolado a nuestra América (Cartas.t.V,p.47-48;Cartas, t.VI, p.564; Cartas,t.VII, p.406-407; El primer,p.545). Fue por esta misma convicción que después de haber renunciado a la presidencia, y estando gravemente enfermo, cuando tras el golpe de estado del general Urdaneta, le ofrecieron de nuevo la presidencia no la aceptó “porque la elección no es legítima” como dijo (Cartas, t.VII,p.588).

CITAS BIBLIOGRAFICAS:

95. Manuel Alfredo Rodríguez: El Correo del Orinoco, periódico de la emancipación americana. Caracas: Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, 1969. La cita procede de la p.17. Elías Pino Iturrieta analiza e interpreta los textos publicados en el Correo del Orinoco desde el punto devista de los mecanismos utilizados por sus redactores en su polémica contra el orden español. Nos referimos a su Modernidad y utopía, el mensaje revolucionario del Correo del Orinoco. Caracas: Italgráfica, 1973. 43 p. Verlo también en sus libros Ideas y mentalidades de Venezuela. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1998. 277 p.Ver:”Modernidad y utopía”/p.131-164) y en su Nueva lectura de la carta de Jamaica. Caracas: Monte Avila Editores, 1999. Ver:”Modernidad y utopía”(p.87-135); Manuel Alfredo Rodríguez: El Correo del Orinoco, periódico de la emancipación americana,p.26; 95 Pedro Grases: “Impresos de Angostura” en sus Obras,t.IX,p.141-231.

96. Manuel Alfredo Rodríguez: El Correo del Orinoco, periódico de la emancipación ameriacana,p.35.

97. Julio Febres Cordero González: Establecimiento de la imprenta en Angostura: Correo del Orinoco. Caracas: Universidad Central de Venezuela,1964. Ver las p.54 y 114. Este libro está inserto en su Historia del periodismo y de la imprenta en Venezuela. Prólogo: Ramón J.Velásquez. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1983. 640 p.; Rafael Dominguez: Vicente Tejera: opera et vita. Caracas: Tip. Vargas,1926. 220 p.

98. Arturo Uslar Pietri: “El mensaje de Angostura”, en La otra América,p.71; Edgrado Mondolfi Gudat: Luis López Méndez. Caracas: El Nacional/Fundación BanCafribe, 2011. 112 p. La cita procede de la p.16.

99. Pedro Grases: “Historia de la imprenta en Venezuela hasta el fin de la Primera República(1812) en sus Obras,t,VIII,p.29-523. La noticias la refiere en la p.39.

100. Paul Verna: El turbulento Juan Baillío, impresor de la Independencia” en sus Tres franceses en la Independencia de Venezuela,p.7-33. La cita de Manuel Pérez Vila que hacemos más abajo la tomamos de su obra Las campañas periodísticas del Libertador,p.9-10.

101. Manuel Pérez Vila: “Atribución de un artículo periodístico no firmado. Bolívar comenta la politica internacional en 1824” en Para acercarnos a Bolpivar,p.248.

102. Citado por Francisco J. Avila: Bolívar, comunicador…,p.27-28. La cita de Francisco Herrera Luque proviene de su Bolívar de carne y hueso y otros ensayos. Caracas: Editorial Ateneo de Caracas, 1983. 141 p. Ver:”Bolívar de carne y hueso”(p.7-42). La cita procede de la p.12. La mención a don Miguel de Unamuno que hacemos párrafos más adelante procede de su obra “Del principios del siglo XX, por el historiador Laureano Villanueva (1840-1912),sin duda en un rasgo de misoginia. Para las consideraciones que siguen más abajo sobre el estado emocional en que se encontraba el Libertador el año treinta, su orden de quemar sus papeles y el hecho que se llamara “majadero”, nuestras referencias han sido: Arístides Rojas: Leyendas históricas de Venezuela. Caracas: Oficina Central de Información, 1972, 2 vols. Ver:”Los Quijotes de la libertad”(t.I,p.23-32). La cita procede de la p.32; Miguel de Cervantes: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Edición sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos”(1913) en sus Obras completas. Madrid: Escelicer,1967,t.VII,p.107-302. La referencia de Augusto Mijares citada procede de “Los oidores de Monteverde” en Lo afirmativo venezolano,p.98. Sobre este mismo asunto ver: Irma De Sola Ricardo:”Juana Antonio Díaz Padrón, prócer civil del 19 de abril de 1810” en Revista de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, Caracas, n/ 126,1980,p73-84, trabajo en el cual restituyó a la señora Díaz Padrón al tejido de nuestra historia y del feminismo venezolano del cual había sido borrado su nombre, a y notas: Martín de Riquer. Barcelona: Planeta, 1980.LXXXVII,1183 p.; Erasmo de Rótterdam: Elogio de la estupidez. Edición: Tomás Fanego Pérez. Madrid: Akal,2004. 233 p.; Arturo Uslar Pietri: Viva voz. Caracas: Italgráfica,1975. 187 p. Ver:”El regreso al caudillo”(p.170-171), su idea es “hasta ahora la más original y acaso la única creación política del mundo hispanoamericano ha sido ciertamente el caudillo”(p.171); sobre el populista consultar Rafael Osío Cabrices: El horizonte encendido. Caracas: Mondadori/Debate,2006. 603 p. Su idea es:”el mero populismo, que según Alvaro Vargas Llosa, es el único aporte latinoamericano a la cultura política contemporánea y que nació, justamente, con[Juan Domingo] Perón(1895-1974)”(p.353).

103 Siempre hemos refutado la idea del historiador Manuel Vicente Magallanes(1922-2009) en su completísima obra: Los partidos políticos en la evolución histórica venezolana.5ª.ed. Caracas: Ediciones Centauro,1983.576 p.,según la cual la Sociedad Patriótica fue nuestro conminara a declarar de la forma más rápida posible la independencia (Escritos,t.IV, p.81). primer partido político(p.12 y 23). En verdad era sólo un organismo de presión. De hecho no existían el año 1811 los partidos políticos en el mundo, ello sucedió en la década del cuarenta del siglo XIX. Por cierto consideramos el capitulo de Magallanes el mejor estudio sobre la Sociedad Patriótica de Caracas, que fue distinta a la Sociedad Patriótica de Agricultura y Economía, fundada por la Junta Suprema ese mismo año de 1810.

104. Sobre lo que decimos de los partidos políticos consultar Manuel Caballero: La pasión de comprender. Nuevos ensayos de historia (y de) políttica. Caracas: Alfadil,2005.243 p. Ver “Los partidos políticos venezolanos en el siglo XX”(p.90-113). Leer especialmente las p.90-91.104 José Domingo Díaz: Recuerdos sobre la rebelión de Caracas,p.98-99.

105. María Begoña Bolinaga: Bolívar conservacionista. Caracas: Cuadernos Lagoven, 1982. 90 p. La cita procede de la p.19. Sobre todo el tejido del año doce se debe consultar hoy el espléndido estudio de Rogelio Altez: El desastre de 1812: sismos, vulnerabilidades y una patria no tan boba. Caracas: Fundación Polar/Universidad Católica Andrés Bello, 2006. 522 p. Aquí se nos ofrece un precioso estudio de todo lo que hay que tener en cuenta para el examen del año doce en todas sus connotaciones. Altez logra precisar, porque su obra es también un libro de historia sismológica, que el 26 de marzo de 1812 no hubo un solo terremoto sino dos: uno en Caracas a las 4,07 minutos de la tarde y otro, distinto, en Mérida a las 5 pm de ese mismo atardecer. El paso de Bolívar por Curazao, al que nos referimos en el próximo párrafo, lo hemos examinado a la luz de la documentación existente en nuestro Curazao, escala en el primer destierro del Libertador. Cincuenta días de 1812. Caracas: Monte Ávila Editores,1992. 130 p.

106. Este grande amigo del Libertador era el padre de la famosa Manuelita White Estévez cuyas cartas sobre todo lo que sucedía en Caracas, sin la acritud de las que le enviaba su difícil hermana María Antonia, gustó tanto leer el Libertador durante sus años lejos del terruño. Ver sobre ella consultar: Ramón Díaz Sánchez: Guzmán, Elipse de una ambición de poder.5ª.ed. Caracas: Edime, 1969. 2 vols. Ver el t.I,p.41-43 y José Nucete Sardi: La ciudad y sus tiempos. Caracas: Ediciones del Cuatricentenario de Caracas,1967.180 p. Ver:”Manuelita White, deliciosa corresponsal”(p.75-80).

107. Pedro Grases: “El manuscrito original del Discurso de Angostura” en sus Obras,t.IV,p.269-279. Ver especialmente las p.273-274. y el estudio de Rafael Pineda en su Santo Tomé, Angostura o Ciudad Bolívar. Ciudad Bolívar Asamblea Legislativa del Estado Bolívar, 1979. 2 vols.Ver: ”Fraudes y mala fe de James Hamilton”(t.I,p.181-185).

108. Simón Bolívar: Proyecto de Constitución para la república boliviana. Estudio bibliográfico: Pedro Grases. Eastudio jurídico-político: Tomás Polanco Alcántara. Caracas: Lagoven/Academia Nacional de la Historia, 1978. Varias paginaciones. Simón Bolívar: Doctrina,p.314; Simón Bolívar: Escritos,t.XXXVII,p.226.

109. José Luis Salcedo Bastardo: Visión y revisión de Bolívar,p.256-257.

110. José Luis Salcedo Bastardo: Visión y revisión de Bolívar,p.127.Consultar también su Bolívar: un continente y un destino,p.141-142,262-264.

111 Varios Autores: Simón Bolívar y la ordenación del Estado en 1813. Compilación: Pedro Grases. Estudio político-jurídíco: Tomás Polanco Alcánatara. Caracas: Colegio Universitario Francisco de Miranda,1979. 108 p. Ver Tomás Polanco Alcántara:”Estudio jurídico.politico”,p.15-46. La cita procede de la p.14.

112. Pedro Grases: Simón Bolívar y la ordenación del Estado en 1813,p.8.11.

113. Todos los datos que hemos utilizado los hemos tomado de Pedro Grases: Simón Bolívar y la ordenación del Estado en 1813, en el cual se insertan también cada una de las piezas documentales a las cuales hemos hecho mención.

114. Actas del Congreso de Angostura. Prólogo: Ángel Francisoc Brice. Edición al cuidado de Pedro Grases. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1969. 709 p. La referencia aparece en la p.97.

115. Carlos Pi Sunyer: Patriotas americanos en Londres. Compilación y prólogo: Pedro Grases. Caracas: Monte Ávila Editores,1978. 364 p. Ver:”La obra de Manuel Palacio Fajardo”(p.245-251).

116. Pedro Grases: “Manuel Palacio Fajardo” en sus Obras,t,V,p.249-252.

117. “Este es el verdadero discurso leído por el general Bolívar en la sesión inaugural del Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819 y obsequiado por él a mi. James Hamilton”, traducción nuestra.

118. Simón Bolívar: Discurso de Angostura. Prólogo: Pedro Grases. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República,1975.Páginas sin numerar. Esta es la versión original del manuscrito, en letra del coronel Jacinto Martel, la que tuvo el Libertador en sus manos al leerlo frente el congreso aquel 15 de febrero de 1819.

119. Muchos de los datos utilizamos relativos al Discurso de Angostura proceden del estudio de Pedro Grases: “El manuscrito original del Discurso de Angostura”, en sus Obras,t.IV,p.269-279.

120. Manuel Pérez Vila: “Los borradores del Discurso de Angostura” en “Para acercanos a Bolívar”,p.197-245. Ver las p.210-212.

121. Verlo en Antonio Leocadio Guzmán: La doctrina liberal. Antonio Leocadio Guzmán. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República, 1961. 2 vols. Ver: “Ojeada al Proyecto de Constitución que el Libertador ha propuesto a la República Bolívar”(t.I,p.21-61).

122. Tomás Lander: La doctrina liberal. Tomás Lander. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República,1961. 700 p. Ver: “Reflexiones sobre el poder vitalicio que establece en su Presidente la Constitución de Bolivia”(p.101-117).

123. Caracciolo Parra Pérez: La monarquía en la Gran Colombia. Madrid: Ediciones Cultura Hispánica,1957. XXVI,688 p. Sigue siendo a mas de seis décadas de su primera edición el mas importante examen de aquel proceso politico.

124. Que aunque no gustó de El Príncipe, de Maquiavelo, parece haberlo leído con atención. El recordó que lo había leído durante su viaje a Italia en 1805, pero un día encontró a su edecán O’Leary leyendo el libro del florentino y lo reprimió por hacerlo. Hay que advertir que también don Francisco de Miranda no gustaba de El Príncipe. En esto coincidía con Federico II, el Grande, de Prusia(1712-1786), autor del Antimaquiavelo (1739). A Federico II debió verlo en los ejercicios militares en Postdam (septiembre 5,1785) a los cuales logró permiso de aquel gran monarca para asistir (Colombeia,t.IV,p.51-52). No registra en su Diario si pudo darle la mano, pero era mucho lo que lo admiraba.

125. José Luis Salcedo Bastardo: Bolívar: un continente y u destino,p.,149-151; sobre el Consejo de Estado consultar José Luis Busaniche: Bolívar visto por sus contemporáneos, p.273-278. Las referencias al general Santander que hacemos más abajo proceden de José Luis Salcedo Bastardo: El hombre y los hombres. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1994. 274 p. Ver: “Santander”(p.88-94). Sobre Santander hay además dos muy autorizadas obras: David Bushnell: El régimen de Santander en la Gran Colombia. Bogotá: Ediciones Tercer Mundo, 1966. 403 p. y la de Pilar Moreno de Ángel: Santander.3ra.ed. Bogotá: Planeta, 1990. 795 p. Lo expresado por Santander al enterarse de la muerte del Libertador está en una carta a su hermana Josefita Santander(París: abril 2,1831) citada por Rafael Gómez Hoyos en sus Hombres, libros e ideas. Bogotá: Ediciones de la Revista Ximénez de Quezada, 1973,p.245; Arturo Uslar Pietri: “Bolívar”, en Letras y hombres de Venezuela, p.59-61.

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