ENTREGA XI del libro de Roberto Lovera De Sola: “BOLÍVAR, EL GRAN SEÑOR DE LA PALABRA Y DE LA EXPRES
Arturo Michelena (1863-1898) El Libertador en traje de campaña. 1895. Oleo sobre tela. 240 x 126,5 cm. Asamblea Legislativa del Estado Anzoategui. 1895.
LA CARTA DE PATIVILCA(1824)
Estando en Pativilca, Perú(enero 1-marzo 7,1824) tuvo la feliz noticia del regreso de su querido maestro don Simón Rodríguez(1769-1854) a la Gran Colombia. Este había llegado en los meses anteriores, en 1823. Al saberlo le envío una de las más bellas cartas de todo su epistolario, llamada con razón la Carta de Pativilca, en la cual lo consagró para siempre como el principal y mayor de sus maestros(enero 19,1824). Esta es la carta que le remitió:
“¡Oh mi maestro! ¡Oh mi amigo! ¡Oh mi Robinson!, Ud. en Colombia, Ud. en Bogotá, y nada me ha dicho, nada me ha escrito. Sin duda es Ud. el hombre más extraordinario del mundo; podría Ud. merecer otros epítetos, pero no quiero darlos por no ser descortés al saludar un huésped que viene del Viejo Mundo a visitar el nuevo; sí, a visitar su patria que ya no conoce, que tenía olvidada no en su corazón sino en su memoria. Nadie más que yo sabe lo que Ud. quiere a nuestra adorada Colombia. ¿Se acuerda Ud. cuando fuimos juntos al Monte Sacro en Roma, a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la patria? Ciertamente no habrá U. olvidado aquel día de eterna gloria para nosotros; día que anticipó, por decirlo así, un juramento profetice a la misma esperanza que no debíamos tener.
Ud., Maestro mío, ¡cuánto debe haberme contemplado de cerca, aunque colocado a tan remota distancia!
¡Con qué avidez habrá seguido U. mis pasos; estos pasos dirigidos muy anticipadamente por Ud. mismo! Ud. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero de U. me señaló. Ud. fue mi piloto aunque sentado sobre una de las playas de Europa. No puede Ud. figurarse cuan hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que Ud. me ha dado; no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que Ud. me ha regalado. Siempre presentes a mis ojos intelectuales, las he seguido como guías infalibles. En fin, U. ha visto mi conducta; Ud. ha visto mis pensamientos escritos, mi alma pintada en el papel, y Ud. no habrá dejado de decirse: Todo esto es mío, yo sembré esta planta, yo la regué, yo la enderecé tierna, ahora robusta, fuerte y fructífera, he aquí sus frutos; ellos son míos yo voy a saborear en el jardín que planté; voy a gozar de la sombra de sus brazos amigos, porque mi derecho es imprescindible, privativo a todo.
Sí, mi amigo, Ud. está con nosotros; mil veces dichoso el día en que Ud. pisó las playas de Colombia. Un sabio, un justo más, corona la frente de la erguida cabeza de Colombia. Yo desespero por saber qué designios, qué destino tiene Ud.; sobre todo mi impaciencia es mortal no pudiendo estrecharle en mis brazos; ya que no puedo yo volar hacia Ud., hágalo Ud. hacia mí; no perderá Ud. nada; contemplará Ud. con encanto la inmensa patria que tiene, labrada en la roca del despotismo por el buril victorioso de los libertadores, de los hermanos de Ud. No, no se saciará la vista de Ud. delante de los cuadros, de los colosos, de los tesoros, de los secretos, de los prodigios que encierra y abarca esta soberbia Colombia. Venga Ud. al Chimborazo; profane Ud. con su planta atrevida la escala de los titanes, la corona de la tierra, la almena inexpugnable del Universo nuevo. Desde tan alto tenderá Ud. la vista; y al observar el cielo y la tierra, admirando el pasmo de la creación terrena, podrá decir: dos eternidades me contemplan: la pasada y la que viene; y este trono de la naturaleza, idéntico a su autor, será tan duradero, indestructible y eterno como el Padre del Universo.
¿Desde dónde, pues, podrá decir Ud. otro tanto tan erguidamente? Amigo de la naturaleza, venga Ud. a preguntarle su edad, su vida y su esencia primitivas; Ud. no ha visto en este mundo caduco más que las reliquias y los desechos de la próvida Madre. Allá está encorvada con el peso de los años, de las enfermedades y del hálito pestífero de los hombres; aquí está doncella, inmaculada, hermosa, adornada por la mano misma del Criador. No, el tacto profano del hombre, todavía no ha marchitado sus divinos atractivos, sus gracias maravillosas, sus virtudes intactas.
Amigo, si tan irresistibles atractivos no impulsan a Ud. a un vuelo rápido hacia mí, ocurriré a un apetito más fuerte. La amistad invoco. Presente Ud. esta carta al Vicepresidente; pídale Ud. dinero de mi parte, y venga Ud. a encontrarme. Bolívar(Escritos, t.II, Vol.I,p.290-292).
Se ha conservado en la Lylly Library, Universidad de Indiana, Bloomington, la copia de la Carta de Pativilca que recibió don Simón. En la parte de atrás de la última hoja de la carta anotó el pedagogo sobre aquella:
“No conservó esta carta por el honor que me hace, sino por el que hace a Bolívar. Confesar que me debía unas ideas que lo dist8inguían tanto era probar que nada perdía en que lo suíeran porque su orgullo era el amor a la justicia”(Escritos,t.III, Vol.II,p.297, Nota principal del documento número 124).
Debe también tenerse en cuenta lo que escribió Rodríguez a Bolívar en una carta (enero 7,1825) pocos meses antes de encontrase en Lima, de las pocas suyas que se han conservado. Dijo en ella:
“Yo no he venido a la América porque nací en ella, sino porque tratan sus habitantes ahora una cosa que me agrada porque es buena, porque el lugar es propio para la conferencia y para los ensayos, y porque es Ud. quien ha suscitado y sostiene la idea...Si es el asunto de la Independencia, me tranquilizo, porque falta mucho para darlo por concluido. Y no sé que otros asuntos tenga Bolívar en el mundo...Pero en Colombia...para apaciguar un tumulto, los hombres de juicio sacarían el loco” 203
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Pronto Rodríguez se integró a la faena junto a su alumno. Y, luego, desarrolló sus ideas primeros en sus Sociedades americanas(1828) su obra mayor como pensador 204. Y mas tarde al ofrecer el bosquejo de lo que era su discípulo en El Libertador del mediodía de América y sus compañeros de armas defendidos por un amigo de la causa social(1830), obra obligatoria para comprender a Bolívar, concebida por el hombre que mejor lo conoció.
CITAS BIBLIOGRAFICAS:
203. Simón Rodríguez: Obras completas. Caracas: Universidad Simón Rodríguez,1975. 2 vols. La cita procede del t.II,p.504.
204. Esta tuvo varias ediciones siendo la más completa la de Lima: Sociedades Americanas en 1828. Cómo serán y cómo podrían ser en los siglos venideros. Lima: spi,1842. 117 p. Su edición original sólo tuvo 28 páginas, tuvo una segunda edición en 1840 de 82 páginas y la tercera, quehemos citado más arriba en 1842 de 117 páginas; Simón Rodríguez: Sociedades americanas. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1990. XLVII,359 p. Ver nuestra “Bibliografía[de Simón Rodríguez]”(p.335-359). Ver para Sociedades americanas la p.339,