“BOLÍVAR, EL GRAN SEÑOR DE LA PALABRA..".ENTREGA XIII del libro de Roberto Lovera De Sola.
OLMEDO, JOSE JOAQUIN
Editorial: Imprenta de Paul Renouard, calle Gerencière, nº 5. F.S.G., París, Francia, 1826
JUICIO DE BOLIVAR AL CANTO A JUNÍN(1825) DEL POETA JOSÉ JOAQUÍN OLMEDO
Las relaciones que sostuvieron el Libertador y el poeta y político ecuatoriano José Joaquín Olmedo (1780-1847) mucho tienen que ver con el carácter de Bolívar. Aunque siempre se parte de la controversia que tuvieron tras la incorporación de Guayaquil a la Gran Colombia(julio 13,1822), lugar en donde en general se parte para trazar sus relaciones, hay que decir que estas datan al menos del año antes cuando el ecuatoriano escribió al venezolano. Este, pese a encontrarse en medio de la campaña que se cerró, once días más tarde, en Carabobo (junio 24,1821), le escribió desde San Carlos(junio 13,1821) y le dijo entre otras cosas:
“La carta de Ud. está marcada por el sello de la razón: ellas muestra un hombre sensato, que ve con perspicacia y juzga con reposo; que alcanza a descubrir el verdadero valor de las cosas que maneja, y sabe conjurar las tempestades que le amenazan, mostrándose superior a cuanto podría agobiar a otro. Es modestia de Ud., me parece, lo que usted supone debilidad en sus fuerzas para contribuir a la causa de su patria. Esta consideración me lisonjea mucho, y me promete que Guayaquil cuenta en usted un firme apoyo, cualquiera que sea la borrasca que pueda correr”(Escritos,t.XX,p.154).
Creemos que no pudo haber mejor comienzo para las relaciones por venir, pese al bache de 1822. La correspondencia prosiguió aunque su análisis no toca a este estudio preferentemente propio de los temas personales entre ambos.
Si es verdad que en 1822 el contacto entre ambos se tornó conflictivo, transformándose luego en fervorosa adhesión por parte de Olmedo. Al estudiar el nudo afectivo que unió a Bolívar con el escritor ecuatoriano no puede, quien esto estudie, soslayar la especial capacidad que siempre tuvo el Caraqueño para entender a cada uno de aquellos con los cuales se topó en la acción política 214
La controversia entre ambos se inició en 1822. Este año, como consecuencia de las victorias patriotas en Bomboná(abril 7) y Pichincha(mayo 24), el Ecuador quedó liberado. Sin embargo, el problema planteado por Guayaquil, precisamente la ciudad en la que había nacido Olmedo, no se había resuelto. Esta urbe dependía, desde 1804, militarmente del Virreinato del Perú. En cambio Bolívar sostenía que Guayaquil formaba parte del Virreinato de Santa Fe y que, por lo tanto, era parte de Colombia, recuérdese que tanto Venezuela, la Nueva Granada como, desde ese momento, el Ecuador formaban una sola nación, creada el 17 de diciembre de 1819, Colombia, la que la historiografía, y la tradición denomina la Gran Colombia(1819-1830), formada en Angostura, en territorio venezolano y a la que pertenecía Ecuador desde su orígenes, aunque no se incorporó sino después de emancipación en la batalla de Pichincha (1822), siendo así el general Antonio José de Sucre(1795-1830) el padre y creador de esa república.
José Joaquín Eufrasio de Olmedo y Maruri (Guayaquil, 20 de marzo de 1780 - Ibídem, 19 de febrero de 1847)
A qué entidad pertenecía Guayaquil fue el punto que en la controversia con el Libertador sostuvieron tanto Olmedo como el general José de San Martín (1778-1850). Si aquellos pensaban que aquel puerto era parte del Perú, Bolívar sostenía que formaba parte de la Gran Colombia. Dentro de este proceso el Libertador se apoyó en la fuerza de los hechos armados que siempre engendran derechos. Dentro del tejido de los sucesos, el general Antonio José de Sucre (1795-1830) logró firmar un pacto mediante el cual la ciudad reconoció la autoridad de laGran Colombia(mayo 30,1822). Olmedo descontento con la decisión de la incorporación de Guayaquil a la Gran Colombia, protestó en carta que envió(julio 29, 1822) al Libertador.
Después se embarcó hacia el Perú. Bolívar supo del descontento del humanista y con el tino que siempre tuvo para conocer a los hombres, supo, poco a poco, atraerlo a su política.
En el Perú, Olmedo fue nombrado miembro del Congreso. En esa condición recibió, en 1823, la comisión de trasladarse, en compañía de José Faustino Sánchez Carrión(1787-1826), a buscar al Libertador invitándole a pasar al Perú. Sánchez Carrión cayó enfermo y Olmedo, pese a sus diferencias con Bolívar, concluyó la misión solo. En Quito se encontraron(julio 24,1823) y juntos se trasladaron a Lima (septiembre 1,1823).
A los pocos meses de estos acontecimientos se produjeron las victorias de Junín (agosto 7,1824) y Ayacucho(diciembre 9,1824), las cuales inspiraron el poema que Olmedo dedicó al Libertador: La victoria de Junín. Canto a Bolívar 215 . La composición de este poema fue, según el padre Pedro Pablo Bartola SJ (1908-1986), destacado crítico literario, lo “más trascendente...en la vida del patriota y poeta Olmedo 216 . El texto fue impreso por vez primera en Guayaquil, en 1825. Antes Olmedo le envió el poema manuscrito al Libertador el 30 de abril de ese año junto con una carta. Bolívar le envió dos misivas comentando su canto al ecuatoriano. Ambas las escribió durante su permanencia en el Cuzco. En la primera de ellas(junio 27,1825), si bien Bolívar le agradece la composición también, hombre siempre consciente de la realidad, conocedor de sí mismo, le critica los exagerados elogios que le tributa en su Canto. He aquí la epístola:
“Señor José Joaquín Olmedo.
Querido amigo: Hace muy pocos días que recibí en el camino dos cartas de Ud. y un poema: Las cartas son de un político y un poeta; pero el poema es de Apolo. Todos los calores de la zona tórrida, todos los fuegos de Junín y Ayacucho, todos los rayos del Padre de Manco-Capac, no han producido jamás una inflamación más intensa en la mente de un mortal. Ud. dispara... donde no se ha disparado un tiro, Ud. abrasa la tierra con las ascuas del eje y de las ruedas de un carro de Aquiles que no rodó jamás en Junín; Ud. se hace dueño de todos los personajes: de mí forma un Júpiter, de [Antonio José de]Sucre[1795-1830] un Marte; de [José de]La Mar[1778-1830] un Agamenón y un Menelao; de [José María]Córdoba [1799-1829] un Aquiles; de [Mariano de]Necochea[1791-1849] un Patroclo y un Ayax; de [Guillermo]Miller[1795-1861] un Diomedes, y de [Jacinto]Lara[1778-1859] un Ulises. Todos tenemos nuestra sombra divina o heroica que nos cubre con sus alas de protección como angeles guardianes. Ud. nos hace a su modo poético y fantástico; y para continuar con el país de la poesía, la ficción y la fábula. Ud. nos eleva con su deidad mentiroso, como el águila de Júpiter levantó a los cielos a la tortuga para dejarla caer sobre una roca que le rompiese sus miembros rastreros; Ud., pues, nos ha sublimado tanto, que nos ha precipitado al abismo de la nada, cubriendo con una inmensidad de luces el pálido resplandor de nuestras opacas virtudes.
Así, amigo mío, Ud. nos ha pulverizado con los rayos de su Júpiter, con la espuma de su Marte, con el cetro de Agamenón, con la lanza de su Aquiles, y con Ia sabiduría de su Ulises.
Si yo no fuese tan bueno y Ud. no fuese tan poeta, me avanzaría a creer que Ud. había querido hacer una parodia de La Ilíada con los héroes de nuestra pobre farsa. Más no; no lo creo. Ud. es poeta y sabe bien, tanto como [Napoleón]Bonaparte[1769-1821], que de lo heroico a lo ridículo no hay más que un paso, y que Manolo y el Cid son hermanos, aunque hijos de distintos padres 217 . Un americano leerá el poema de Ud. como un canto de Homero, y un español lo leerá como un canto del Facistol de [Nicolás]Boileau [1636-1711].
Por todo doy a Ud. las gracias, penetrando de una gratitud sin límites. Yo no dudo que Ud. llenará dignamente su comisión a Inglaterra; tanto lo he creído, que habiendo echado la faz sobre todo el Imperio del Sol, no encontré un diplomático que fuese capaz de representar y negociar por el Perú más ventajosamente que Ud. Uní a Ud. un matemático, porque no fuese llevado a Ud. de la verdad poética, creyese que dos y dos formaban cuatro mil; pero nuestro Euclides ha ido a abrirle los ojos a nuestro Homero, para que no le permita que lo encanten con armonía y metros, y abra los oídos solamente a la prosa tosca, dura y despellejadora de los políticos y de los publicanos.
He llegado ayer al país clásico del sol de los Incas, de la fábula y de la historia. Aquí el sol verdadero es el oro; los Incas son los virreyes o prefectos; la fábula es la historia de [Inca]Garcilaso[de la Vega,1539-1636], la historia la relación de la destrucción de los Indios por [Fray Bartolomé de]Las Casas[1474-1566]. Abstracción hecha de toda poesía, todo me recuerda altas ideas, pensamientos profundos, mi alma está embelesada con la presencia de la primitiva naturaleza, desarrollada por sí misma, dando creaciones de sus propios elementos por el modelo de sus inspiraciones íntimas, sin mezcla alguna de las obras extrañas, de los consejos ajenos, de los caprichos del espíritu humano, ni el contagio de la historia de los crímenes y de los absurdos de nuestra especie. Manco-Capac, Adán de los indios, salió de su Paraíso titicaco y formó una sociedad histórica, sin mezcla de fábula sagrada o profana.
Dios lo hizo hombre; él hizo su reino, y la historia ha dicho la verdad; porque los monumentos de piedra, las vías grandes y rectas, las costumbres inocentes y la tradición genuina, nos hacen testigos de una creación social de que no tenemos ni idea, ni modelo, ni copia. El Perú es original en los fastos de los hombres. Esto me parece, porque estoy presente, y me parece evidente todo lo que, con más o menos poesía, acabo de decir a Ud.
Tenga Ud. la bondad de presentar esta carta al señor [José Gregorio]Paredes (1778-1839), y ofrezco a Ud. las sinceras expresiones de mi amistad.Bolívar (Escritos,t.III,Vol.II,p.18-19).
En la segunda carta, remitida casi un mes más tarde (julio 12,1825), realiza un extenso análisis del contenido de la Victoria de Junin. Canto a Bolívar. Como hombre culto, como persona de muchas lecturas, el Libertador da su opinión sobre el poema. No lo hace como crítico, sino como un lector culto. Pensar que como consecuencia de esta exposición se pueda considerar a Bolívar un crítico literario es una exageración, ya que sobre esta disciplina él mismo dijo a Olmedo:
“No se queje Ud. pues de mis fallos, pues como no conozco el oficio daré palos de ciego” (Escritos, t.III,Vol.II,p.33).
He aquí lo que le escribió:
“Señor Don José Joaquín Olmedo.
Mi querido amigo: Anteayer recibí una carta de Ud. de 15 de mayo, que no puedo menos de llamar extraordinariamente, porque Ud. se toma la libertad de hacerme poeta sin yo saberlo, ni haber pedido mi consentimiento. Como todo poeta es temoso, Ud. se ha empeñado en suponerme sus gustos y talentos. Ya que Ud. ha hecho su gasto y tomado su pena, haré como aquel paisano a quien hicieron rey de una comedia y decía: “Ya que soy rey, haré justicia”. No se queje Ud., pues, de mis fallos, pues como no conozco el oficio daré palos de ciego por imitar al rey de la comedia que no dejaba títere con gorra que no mandase preso. Entremos en materia.
He oído decir que un tal Horacio [65-8 aC] escribió a los Pisones[14 aC] una carta muy severa, en la que castigaba con dureza las composiciones métricas; y su imitador, M.Boileau, me ha enseñado unos cuantos preceptos para que un hombre sin medida pueda dividir y tronchar a cualquiera que hable muy mesuradamente en tono melodioso y rítmico.
Empezaré usando de una falta oratoria, pues no me gusta entrar alabando para salir mordiendo; dejaré mis panegíricos para el fin de la obra, que en mi opinión los merece bien, y prepárese Ud. para oír inmensas verdades, o, por mejor decir, verdades prosaicas, pues Ud. sabe muy bien que un poeta mide la verdad de un modo diferente de nosotros los hombres de prosa. Seguiré a mis maestros. Ud. debió haber borrado muchos versos que yo encuentro prosaicos y vulgares; o yo no tengo oído musical, o son... o son renglones oratorios. Páseme Ud. el atrevimiento; pero Ud. me ha dado este poema, y yo puedo hacer de él cera y pabilo.
Después de esto, Ud. debió haber dejado este canto reposar como el vino en fermentación, para encontrarlo frío, gustarlo y apreciarlo. La precipitación es un gran delito de un poeta.
[Jean]Racine [1639-1699] gastaba dos años en hacer menos versos que Ud., y por eso es el más puro versificador de los tiempos modernos. El plan del poema, aunque en realidad es bueno, tiene un defecto capital en su diseño.
Ud. ha trazado un cuadro muy pequeño para colocar dentro un coloso que ocupa todo el ámbito y cubre con su sombra a los demás personajes. El Inca Huaina- Capac parece que es el asunto del poema; él es el genio, él la sabiduría, él es el héroe, en fin. Por otra parte, no parece propio que alabe indirectamente a la religión que le destruyó; y menos parece propio aún, que no quiera el restablecimiento de su trono, por dar preferencia a extranjeros intrusos, que, aunque vengadores de su sangre, siempre son descendientes de los que aniquilaron su imperio; este desprendimiento no se lo pasa Ud. a nadie. La naturaleza debe presidir a todas las reglas, y esto no está en la naturaleza. También me permitirá Ud. que le observe que este genio Inca, que debía ser más leve que el éter, pues que viene del cielo, se muestra un poco hablador y embrollón, lo que no le han perdonado los poetas al buen Enrique en su arenga a la reina Isabel 218 ; y ya Ud. sabe que Voltaíre [1694-1778] tenía sus títulos a la indulgencia, y sin embargo no escapó de la crítica.
La introducción del canto es rimbombante; es el rayo de Júpiter que parte a la tierra, a atronar a los Andes que deben sufrir sin igual hazaña a Junín; aquí de un precepto de Boileau, que alaba la modestia con que empieza Homero(Siglo IX-VII aC) su divina Iliada; promete poco y da mucho. Los valles y la sierra proclaman a la tierra; el sonsonete no es lindo; y los soldados proclaman al general, pues que los valles y la sierra son los muy humildes servidores de la tierra.
La estrofa 360 tiene visos de prosa; yo no sé si me equivoco; y si tengo culpa, ¿para qué me ha hecho Ud. rey?
Citemos para que no haya disputa, por ejemplo el verso 720:
“Que al Magdalena y al Rimac bullicioso...”
Y este otro, 750:
“Del triunfo que prepara glorioso...”
Y otros que no cito por no parecer riguroso e ingrato con quien me canta.
La torre de San Pablo será el Pindó de Ud. y el caudaloso Támesis se convertirá en Helicona; allí encontrará Ud. su canto lleno de esplín, y consultando la sombra de [John]Milton(1608-1674) hará una bella aplicación de sus diablos a nosotros. Con las sombras de otros muchos ínclitos poetas, Ud. se hallará mejor inspirado que por el Inca, que a la verdad no sabría cantar más que yaravís. [Alexander]Pope(1688-1744), el poeta del culto de Ud., le dará algunas lecciones para que corrija ciertas caídas de que no pudo escaparse ni el mismo Hornero. Ud. me perdonará que me meta tras de Horacio para dar mis oráculos; este criticón se indignaba de que durmiese el autor de la Iliada, y Ud. sabe muy bien que Virgilio(70-19 aC) estaba arrepentido de haber hecho una hija tan divina como la Eneida después de nueve a diez años de estar engendrando; así amigo mío, lima y más lima para pulir las obras de los hombres. Yo veo tierra; termino mi crítica, o mejor diré, mis palos de ciego. Confieso a Ud. humildemente que la versificación de su poema me parece sublime; un genio lo arrebató a Ud. a los cielos.
Ud. conserva en la mayor parte del acento un valor vivificante y continuo; algunas de las inspiraciones son originales; los pensamientos nobles y hermosos; el rayo que el héroe de Ud. presta a Sucre es superior a la cesión de las armas que hizo Aquiles a Patroclo. La estrofa 130 es bellísima; oigo rodar los torbellinos y veo arder los ejes; aquello es griego, es homérico. En la presentación de Bolívar en Junín, se ve aunque de perfil el momento antes de acometerse Turno y Eneas. La parte que Ud. da a Sucre es guerrera y grande. Y cuando habla de La Mar, me acuerdo de Homero cantando a su amigo Mentor; aunque los caracteres son diferentes, eI caso es semejante; y, por otra parte, ¿no será La Mar un Mentor guerrero?
Permítame Ud., querido amigo, le pregunte: ¿de dónde sacó Ud. tanto estro para mantener un canto tan bien sostenido desde su principio hasta el fin? El término de la batalla da la victoria, y Ud. la ha ganado porque ha finalizado su poema con dulces versos, altas ideas y pensamientos filosóficos. Su vuelta de Ud. al campo es pirándica, y a mí me lia gustado tanto, que la llamaría divina.
Siga Ud., mi querido poeta, la hermosa carrera que le han abierto las Musas con la traducción de Pope 219 y el canto a Bolívar.
Perdón, amigo; la culpa es de Ud. que me metió a poeta. Su amigo de corazón.Bolívar.(Escritos, t.III,Vol.II,p.33-36).
En 1826, al hacer en Londres una nueva edición de La Victoria de Junín. Canto a Bolívar, Olmedo corrigió el texto y tomó en cuenta algunas de las observaciones que Bolívar en su agudo comentario le había enviado. Fue en ese momento cuando apareció también la reseña que Andrés Bello (1781-1865) hizo al poema de Olmedo 220 .
Es imposible al examinar la cartas que Bolívar envió a Olmedo no reparar en la honda formación literaria que Bolívar poseía, lo cual le permitió examinar el poema con tanto detalle.
Pero también nos hace ver lo cercano que el humanista que fue Bolívar lo hallamos cerca a los hombres de letras, hay consejos al escritor Olmedo, como varios de los que se acaban de leer, que son los que la gente de letras dan a aquellos que se inician en las literatura para que puedan persistir en el desarrollo de su vocación.
Además, no es nuestro asunto aquí, pero no podemos dejar de anotar que las anotaciones a Olmedo nos hacen ver como el Libertador, que fue el autor de Mi delirio sobre el Chimborazo, tenía una sensibilidad para hacerlo, puede colocarse junto a los hombres que tienen espíritu poético, sin lo cual es muy difícil comentar con certeza un poema.
Hay que indicar también que estas cartas del Libertador a Olmedo que si bien no hacen de él un crítico literario, como se ha gustado decir al presentarlas sin el análisis previo que requiere, si nos lo presentan como un diserto lector capaz de opinar sobre todo aquello que leía con certeza y agudeza. Estas dos cartas, esto no se ha señalado como se debiera, significaron la aplicación de los principios de la poética neo-clásica al análisis de una obra literaria, de allí las citas que Bolívar hace de la Poética de Horacio y la de Nicolás Boileu(1636-1711), en estas doctrinas, hay que advertirlo, se había educado Bolívar y su generación, él, lo vemos aquí, las conocía bien. Es por ello también que al hacer la historia de la crítica literaria practicada por venezolanos estas dos epístolas no se pueden dejar de tomar en cuenta, deben ser consideradas con atención. De hecho en el momento que el Libertador dictó las cartas a Olmedo a sus amanuenses que lo acompañaban en El Cuzco, podrían ser los coroneles Juan Santana (1804-1882) o Jacinto Martel quienes tomaron su dictado en aquellos días, ya hacían dos años que la crítica literaria latinoamericana, y por ende la venezolana, había nacido gracias a los trabajos publicados por Andrés Bello en su revista londinense la Biblioteca Americana (t.I,1823,p.33-50). Se trató de su juicio sobre las poesías del español Nicasio Álvarez de Cienfuegos (1764-1809), aquel juicio representaba ya de hecho un enjuiciamiento de las poéticas neo-clásicas y de hecho una posición romántica. No se debe olvidar que desde ese momento ya don Andrés se dirigió a “nuestros lectores americanos”, fue el comienzo de su magisterio latinoamericanista 221 .
Hemos observado que nuestra crítica literaria había nacido entonces porque, en el caso venezolano, no se han encontrado otras producciones propiamente de análisis literario anteriores a las de Bello en 1823, aunque, ello es siempre es así, en el Diario(1771-1792) de don Francisco de Miranda (1750-1816) se encuentran casi cada día sus observaciones y opiniones sobre aquellos libros que leía, de hecho la expresión “hoy en casa leyendo” se repite constantemente en su cotidiano recuento 222
OTRO ESCOLIO:¿ FUE BOLIVAR CRITICO LITERARIO?
No podemos dejar de tratar aquí el tópico relativo a Bolívar considerado como crítico literario. Como ya lo hemos señalado discrepamos de la observación según la cual Bolívar fue “un crítico sagaz y penetrante”, como lo señaló Pérez Vila, estamos en desacuerdo con el mismo estudioso cuando se refiere a su crítica al Canto a Junín, apuntando que tal interpretación es “crítica, inteligente a la par que comprensiva”. Al respecto, siempre situándonos dentro del mismo espíritu que ha informado este capítulo, debemos señalar que la consideración del Libertador como crítico literario, asunto que siempre hemos considerado el primer problema a resolver por la historia de nuestra crítica literaria, aun no escrita, se ha partido de un equívoco.
No se han dado cuenta los que lo han tratado que son dos cosas muy distintas las siguientes: una es la actitud crítica siempre presente en Bolívar y rastreable a través de sus textos y otra muy distinta es que el Libertador pueda ser considerado como un crítico literario, lo que no fue.
Ser crítico literario es poseer una actitud del espíritu para comprender o juzgar la obra literaria, la cual debe ir unida a una captación y a un ejercicio constante, profesional. Un crítico debe formarse cuidadosamente a través de muchos años de ejercicio de su vocación y de su oficio, debe ser un lector constante, un devorador de libros, un escritor que se expresa con constancia sobre aquello que le dicen las obras literarias, quien debe ser autor, a lo largo de su actividad, de un amplio número de interpretaciones. Un crítico es como, dice el maestro uruguayo Emir Rodríguez Monegal (1921-1985):”Me lo llevé a casa[se refiere al Grande Sertao: veredas, de Joao Guimaraes Rosa] como el cazador lleva un venado. Los críticos somos insaciables y ese enorme libro me permitía alimento para muchos días y muchas noches” 223 . O: “el crítico es un rondador desesperado de la obra de arte”, como observó nuestro querido Pedro Beroes (1912-2000) 224 .
Lo que reiteramos a través de un tratadista de nuestra crítica literaria como el siempre claro Uslar Pietri, ello cuando analizó a nuestro mayor crítico y fundador de esa disciplina entre nosotros, Andrés Bello(1781-1865), el primero de la los días de Bolívar a quien este llamó (mayo 20,1825) “nuestro famoso Bello”(Escritos, t.XXXI,p.254) 225 . Señaló Uslar Pietri primero:
“Pero no es sólo la curiosidad intelectual lo que ahora lo mueve: es una aguijoneante ansia de saber, de escudriñar, de comprender, de poseer que lo arrastra a todos los campos del conocimiento, que lo embriaga de secretas y sutiles voluptuosidades y que le muestra con demoníaca tentación los oscuros y dilatados reinos que se le ofrecen en la sombra…tanto como eso hay un impuso del sentimiento, una sorda apetencia de su propia sensibilidad”, eso es lo que es un crítico 226 .
Y reitera:
”Si por crítica, en el sentido mas lato, entendemos la literatura sobre literatura, tendremos que convenir que la mayor parte de la obra de… Bello puede calificarse de crítica…En su obra, variada, extensa y diseminada a lo largo de una vida, y ante distintas experiencias y requerimientos, lo que predomina es el tono de glosa…fue en él la vocación del amante de la sabiduría y del gustador de la belleza literaria. Sumergido en el estudio, o en la lectura de los monumentos literarios, experimentaba un gozo pleno, sin sombra de remordimiento, que lo resarcía con largueza de las estrecheces, pugnas y dolores de la vida ordinaria” 227 .
Con estas citas vemos qué es un crítico, cuál es su oficio, cual su vocación, y cómo Bolívar estuvo muy lejos de aquellos, pese a su consideraciones sobre Bello ya mencionada. Por ello son tan importantes las confesiones que como hombre de letras hizo Bello en el momento cenital de su vida: al hablar en la inauguración la Universidad de Chile(septiembre 17,1843) por él creada. Dijo aquel mediodía sobre la literatura:
“Las ciencias y la literatura llevan en si la recompensa de los trabajos y vigilias que se le consagran…A pocos es permitido esperarlas. Hablo de los placeres más o menos elevados, mas o menos intensos, que son comunes a todos los rangos de la república de las letras…Tales las recompensas de las letras, tales son sus consuelos. Yo mismo, aun siguiendo de tan lejos a sus favorecidos adoradores, yo mismo he podido participar de sus beneficios y saborearme con sus goces. Adornaron se celajes alegres la mañana de mi vida, y conservan todavía algunos matices a el alma, como la flor que hermosea las ruinas. Ellas han hecho aun más por mí; me alimentaron en mi larga peregrinación, y encaminaron mis pasos a este suelo de libertad y de paz, a esta Patria adoptiva[Chile], que me ha dispensado una hospitalidad tan benévola” 228 .
Las observaciones que se han leído nos indican claramente por qué el Libertador no fue un escritor, y menos un crítico literario. El era, y lo fue, un destacado político, hombre culto además, que pudo por ello ponerse al frente del Estado y de los gobiernos que creó.
Por ello es imposible considerar como crítico como una persona que sólo produjo un único texto interpretativo, como fue el caso del Libertador frente al poema de Olmedo. No dudamos que Bolívar fuera un lector culto, cultísimo, quien sabía, como consecuencia de ello, apreciar la obra literaria, tampoco vacilamos en afirmar que no estuviera al tanto de las novedades literarias de su tiempo, pero de allí a ser crítico literario hay un largo trecho. Que Bolívar fuese un crítico literario está desmentido por él mismo. En sus tantas veces citadas epístolas a Olmedo le dice el Libertador, en la segunda de sus misivas:
“No se queje Ud. de mis fallos, pues como no conozco el oficio daré palos de ciego” (Escritos ,t.III,Vol.II,p.33).
No sabemos por qué la exegética bolivariana olvida la propia confesión del Libertador según la cual no era crítico literario. Fue sí, repetimos, como pocos, un gran lector, un hombre culto, por ello caló tanto hondo el poema del ecuatoriano, Canto a Junín. Lo mismo llegó a decir, en un solo párrafo, cuando enjuició la pieza de teatro Guatimac, de José Fernández Madrid(1789-1830) y le dijo “pero diré a Ud. lo que siento sin ser poeta”(Cartas,t.VI,p.96), lo que es otro ejemplo, pocas veces citado por sus estudiosos.
Sin embargo, no se ha señalado que las cartas sobre el poema de Olmedo constituyen un texto totalmente neo clásico, basado en el estudio de las Poéticas neo-clásicas, obras con las cuales fue educado Bolívar en Caracas y Madrid(Escritos,t.III,Vol.II,p.18-21,33-36). Lo estudiado en París corresponde a otro período de todo ser humano, corresponde a la educación que toda persona adulta se da así misma, lejos de la escolaridad, aunque en sus días en París estuvo de nuevo otra vez presente su querido maestro don Simón Rodríguez(1769-1854). Y ello pese a ser Bolívar un hombre de actitudes románticas, posiciones que como lo demostró Augusto Mijares (1897-1979), en iluminador trabajo 229 , antecedieron al romanticismo literario. Por ello hay que detenerse mucho en los trabajos de Manuel Pérez Vila(1922-1991) que antes hemos mencionado. E incluso en la biografía del Libertador de Tomás Polanco Alcántara (1927-2002), quien para trazar la vida de Bolívar leyó primero los libros que este había leído, gracias al catálogo formado por Pérez Vila de las listas que se encuentran en su archivo 230 .
Es por ello que en torno a este tópico creemos que en torno a Bolívar como crítico literario se hace necesario volver a estudiar el punto. Para examinar a Bolívar, en muchos campos, hay que dejar de lado, de una vez por todas, la senda de la exageración, el seguir afirmando que fue sabio en todo y no deslindar los hechos en cada caso. No creemos que Bolívar fuera un crítico literario sino un lector asiduo y culto, el cual por su formación, por sus constantes lecturas, podía opinar sobre obras y autores que leía. Sobre este hecho el propio Libertador nos da la razón con su observación según la cual daría “palos de ciego”(Escritos,Vol.III,t.II,p.33). Y sabemos que el oficio de crítico literario, en su sentido mas hondo y preciso, está profundamente alejado de los “palos de ciego”, del ciego quien busca con su bastón la pared a la cual agarrarse para evitar caerse. El oficio de crítico literario es trabajo de hacer luz en torno a la obra literaria. Tarea muy lejana a la oscuridad. Misión de ver y entender. Y esto lo sabía el Libertador. De allí su diáfana confesión a Olmedo.
Si se examina dentro de esta perspectiva los escritos de Bolívar sobre esta materia otra será la opinión que se exprese, mucho más seria, con mayor fundamento documental: ¿se haría daño a Bolívar con ello?. No lo creemos. Así abriríamos otra senda, más correcta, para la interpretación de su personalidad: político activo quien entendió que con mayor preparación humanística se podía acometer mejor la tarea política pues se tendría una visión más amplia de la realidad.
Decir que sus epístolas a Olmedo hacen del Libertador un crítico literario sería tan exagerado como considerarlo crítico teatral por su juicio sobre la pieza Guatimoc, de José Fernández Madrid(1789-1830), a la que antes hemos hecho referencia. En ella también insiste que da su opinión como un simple lector, ya que él mismo señala, con palabras complementarias a las dichas a Olmedo, “pero diré a Ud. lo que siento sin ser poeta”(Cartas, t.VI,p.96).
CITAS BIBLIOGRAFICAS.
214. Los datos biográficos de Olmedo los tomamos del estudio del padre Francisco Vascones: Olmedo y sus obras. Guayaquil: Lib. e Imp. Guttenberg, 1920. 273 p. y Varios Autores: José Joaquín Olmedo, bicentenario de su nacimiento. 1780-1980. Caracas: La Casa de Bello, 1980. 85 p.Ver: Pedro Pablo Bartola SJ:”Olmedo”(p.19-30).
215. José Joaquín Olmedo: La victoria de Junín. Canto a Bolívar. Guayaquil,1825, edición plagada de errores tipográficos, es una rareza bibliográfica, tanto que para muchos la primera edición fue la que hizo el poeta en Inglaterra: La victoria de Junín. Canto a Bolívar. 2ª.ed. Londres: Librería Española,1826. 80 p., inmediatamente reimpresa en Paris: A.Bolée y Humgray,1826. 100 p. Hay dos ediciones venezolanas del siglo XIX, raras también, La victoria de Junín. Canto a Bolívar. Caracas: Imp. De George Corser, 1842. XVIII, 46 p. y La victoria de Junín, canto a Bolívar. Caracas: Rojas Hermanos, 1872. 128 p., la edición de 1842 coincidió con el traslado de los restos del Libertador a Caracas. Y hay, desde luego, muchas otras reproducciones más. Aquí la citamos de José Joaquin Olmedo: Poesías completas.2ª.ed.México: Fondo de Cultura Económica,1947. LXVIII,317 p.Ver: “La victoria de Junín, canto a Bolívar”(p.122-152), edición cuidadosamente fijada y anotada por el padre jesuita Aurelio Espinosa Polit SJ.
216. Pedro Pablo Barnola: "Olmedo" en José Joaquín Olmedo, bicentenario de su nacimiento, p. 26. La carta mediante la cual Olmedo envió su poema a Bolívar se lee en Daniel Florencio O'Leary: Memorias del General O´Leary, t. IV, p. 384.
217. Anotan Pedro Grases y Manuel Pérez Vila, “Se refiere muy probablemente a un personaje de un célebre sainete de don Ramón de la Cruz (1731-1794), que venía a ser una especie de parodia de El Cid de Corneille”, Escritos, t.III,Vol.II,p.20, Nota 10. La obra de Ramón de la Cruz referida aquí es Manolo, tragedia para reír o sainete para llorar(1769). Ver Ricardo Gullón: Diccionario de literatura española e hispanoamericana. Madrid: Alianza Editorial,1993. 2 vols. El dato procede del t.I,p.405-406.
218. Debe referirse a la pieza de William Shakespeare(1564-1616): Enrique VIII (1612).
219. Ver José Joaquín Olmedo: “Ensayo sobre el hombre” en Poesías completas,p.74-116, ver todas las anotaciones del padre Espinosa Polit sobre esta versión de Olmedo del inglés, también elogiada por el Libertador.
220. Andrés Bello: “Noticia de la victoria de Junín. Canto a Bolívar” en El repertorio americano, Londres, t.I,1826,p.54-61, inserto en sus Obras completas,t.IX, p.225-232.
221. Ver Andrés Bello: “Juicio sobre las obras poéticas de don Nicasio Álvarez de Cienfuegos”, en sus Obras completas,t.IX,p.197-213. La cita procede de la p.201. Siempre nos ha llamado la atención que este primer escrito suyo de crítica literaria lo haya dirigido don Andrés a: ”nuestros lectores americanos”(p.200), lo que es la mejor muestra de su magisterio hispanoamericano, que este trabajo se iniciaba. El otro valor de este escrito estriba en que es una seria crítica al neo-clacisimo hispano, tan en boga en esos días, incluso en Venezuela.
222. Ver nuestros: “Bello, crítico en Londres” en Varios Autores: Bello y Londres. Caracas: La Casa de Bello,1981. 2 vols. Vere nuestro “Bello, cripitico en Londres”(t.II,p.7-33) y “Las inquietudes intelectuales del Precursor. Análisis crítico del Diario(1771-1792) de Francisco de Miranda”, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, n/329 (2000),p.129-200, trabajo este editado bajo el cuidado de nuestra entrañable Mirentxu Calvo; Manuel Pérez Vila: La formación intelectual del Libertador, p.152 la primera cita; la segunda de las p.152-153.
223. Emir Rodríguez Monegal: Narradores de esta América. Buenos Aires: Alfa, 1969. 357 p. Ver:”Una lengua propia”(p.342-344). La cita procede de la p.342.
224. Pedro Beroes: “Vasallaje económico y literatura”, en sus Dos ensayos,p.55-122. . La cita procede de la p.61.
225. No hay que olvidar que en la Caracas colonial Bello fue profesor de Bolívar. Recuérdese el cuadro de Tito Salas (1887-1974) en la Casa Natal en donde se ve a Bello y al padre Andujar enseñando al niño Simón. Realmente el hecho no se realizó en la Casa Natal sino en la residencia de su tío Carlos Palacios (1862-1809), su tutor, en donde residía Bolívar, de Sociedad a Traposos.
226. Arturo Uslar Pietri: Letras y hombres de Venezuela.5ª.ed.aum. Caracas: Monte Ávila Editores,1995. 319 p. No usamos aquí la segunda edición, que hemos usado a lo largo de este libro, sino esta la última aumentada. Aquí usamos “Andrés Bello, el desterrado”(p.83-95). La cita procede de las p.83-84.
27. Arturo Uslar Pietri:”Los temas del pensamiento crítico de Bello”, en Letras y hombres de Venezuela,p.97-132. La cita procede de la p.97.
228. Andrés Bello: Discurso de instalación de la Universidad de Chile,p.21-24, edición facsimilar, editada en 1981, de la primera impresa en Santiago en 1843.