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“BOLÍVAR, EL GRAN SEÑOR DE LA PALABRA" Entrega XVI del libro de ROBERTO LOVERA DE-SOLA.


Estatua de Simòn Bolivar en la Plaza Bolivar de Bogotà (Colombia)

MENSAJE A LA CONVENCIÓN DE OCAÑA(1828)

Si el Discurso a los legisladores bolivianos estaba repleto de buenas ideas para el porvenir, su Mensaje a la Convención de Ocaña era un escrito lleno de pesar y angustia, de alguna manera este era el tono de su prosa. Así cuando estaba por iniciarse la Convención de Ocaña (abril 9-junio 10,1828), el Libertador, como presidente de la República, formuló y dictó un coherente análisis sobre la realidad de la república que envió como Mensaje a la Convención, en cuya sede fue leído(abril 17).

Fue importante ese análisis, ha sido considerado como uno de sus siete documentos fundamentales, así lo es para Salcedo Bastardo. Pero también para Polanco: “quizá este es el mas duro, polémico y áspero” documento del Libertador 243 .

En aquellos mismos días tuvo dos ediciones en folleto, impresas en Bogotá y en Cartagena (Proclamas,p.360-375.) 244 .

Es desde luego, como todo lo suyo, un examen sagaz de aquello que veía sucedía en la amplia nación, en la Nueva Granada, en Venezuela y en Ecuador. Se volvía a hacer verdad su frase de 1821, “temo mas a la paz que a la guerra”(Escritos,t.XX,p.62) o la dicha al marqués del Toro, Francisco Rodríguez del Toro(1761-1851):

”mis dolores existen en los días futuros…El provenir es mi tomento, mi suplicio” (Escritos, t.XXX,p.118).

Y el mismo día a Fernando Peñalver(1765-1837):

”Cada día me lastima[mas la suerte de la patria] y cada día me parece más irremediable. En esta infausta revolución tan infausta es la derrota como la victoria; siempre hemos de derramar lágrimas sobre nuestra suerte; los españoles se acabarán bien pronto; pero nosotros ¿Cuándo? Semejante a la corza herida llevamos en nuestro seno la flecha, y ella nos dará la muerte sin remedio porque nuestra propia sangre es nuestra ponzoña. Dichosos los que mueran antes de ver el desenlace final de este sangriento drama: !A lo menos les queda el consuelo de que un rayo de esperanza les dé la lisonja remota de que no sucederá! Lo único que deseo es esto después de terminar la guerra”(Escritos, t.XXX,p.112).

Tal la honda crisis que vivía el país, una grave crisis constitucional, producto primero del desentendimiento entre Bolívar y Santander provocada por este y después por la ruptura entre

ambos.

Antes de viajar asumió(febrero 23) las facultades extraordinarias previstas por la Constitución(Decretos, t.III,p.30-32) y al día siguiente(febrero 24) una decisión estableciendo juicio sumario contra traidores y conspiradores(Decretos,t.III,p.30-32) en casos de conmoción interior.

EL MENSAJE

Momento singular, y sin duda dramático, de su vida fue el momento en que dictó en Bogotá el Mensaje que enviaría a la Convención, el que concluyó el 29 de febrero del año en que se leería en la primera sesión de la Convención 245 .

Estaba consciente de lo que era aquella hora para la República, de allí que dijera:”tendré el dolor de ofreceros el cuadro de sus aficiones”(p.360). Pero daba tal importancia a aquella reunión, ofrecida por él mismo a fines de 1826, que pudo indicar:”Los quebrantos de la patria han empezado desde luego a remediarse, ya que congregados los escogidos se disponen a examinarlos”(p.360).Y prosiguió:”Os bastará recorrer nuestra historia para descubrir las causas de nuestra decadencia. Colombia, que supo darse vida, se halla exánime…Colombia, que no pensaba sino en sacrificios eminentes, se ocupa de sus derechos, y no de sus deberes…más, yo que no he rehusado a Colombia consagrarle mi vida y mi reputación, me conceptúo obligado a este último sacrificio”(p.361).

Pasa al examen pormenorizado del estado en que está el gobierno, que es donde encontraba la razón de aquella honda crisis, abierta seguramente, para nosotros, en el momento en que el Senado quitó al Libertador la autorización para dirigir las tropas fuera de sus fronteras de la Gran Colombia (julio 28,1824), hecho esto seis meses antes de Ayacucho, aunque la decisión, acatada inmediatamente por el Libertador, como siempre lo hizo de las leyes, no llegó a sus Manos (octubre 24) sino treinta y nueve días antes del gran encuentro en la pampa de Quinua, momento en que puso el Ejército en las manos de Sucre, decisión en la que la mano de Santander había estado metida, por ello hemos considerado que la gran crisis grancolombiana se inició en aquel momento y no en el encuentro entre ambos, en Tocaima, antes de la entrada del Libertador a Bogotá, dos años después (noviembre 14) 246

De allí que haya que tener en cuenta cuando Salcedo Bastardo observa sobre Santander:

”[Santander fue]El caso más difícil de las relaciones de Bolívar…Dos pasiones en el general de Cúcuta: el poder y el dinero, los distancian…Lo motivaba el poder en sí, más que como instrumento para la realización revolucionaria que Bolívar preconizaba…Conocido el desinterés de Bolívar por el mando, y muy especialmente su desprendimiento material, Santander lo critica…Alumbrando la ruta, queda en carta de Bolívar a Santander el aforismo incontrovertible:

’Siempre he pensado que el que trabaja por la libertad y la gloria no debe tener otra recompensa que gloria y libertad’…El antagonismo que los separa radicalmente tiene su punto de partida en maquinaciones contra la unidad colombiana…En el colofón de la penúltima carta de Bolívar a Santander(la última no aparece) asoma la tormenta…son los renglones finales, el 6 de febrero de 1827”(p.88-92).

Allí está dicho en esencia todo lo que hay que decir por Salcedo Bastrado. Página altísima dentro de la obra del vasto historiador de Bolívar es esta. Pero si faltara un hecho mas claro de la pasión de Santander por el dinero lo hallamos en un hecho, documentado también por Salcedo Bastardo, de un negocio propuesto por Santander a Bolívar, que este rechazó, que de haberlo realizado hubiera sido un acto de corrupción administrativa ya que ambos estaban en el poder. Ver sobre esto la carta(febrero 22,1826) del Libertador rechazando la propuesta y las dos de Santander: la primera haciéndole la proposición y la segunda suspendiendo el proyecto (p.391-394). Quienes estaban en el gobierno, como deseaba Santander, no podían participar en ello so pena de cometer un delito, lo que vio, siempre clarividente el Libertador. Otros, sin cargos en el gobierno, podrían hacerlo ya que se trataba un útil proyecto:”abrir la comunicación de los dos mares, o uniendo los ríos que forman el antiguo proyecto, o por un camino de hierro en el Itsmo”(p.389). Fue aquel uno de los antiguos proyectos, expuesto por Miranda, para la realización de lo que después se llamó el Canal de Panamá, obra finalizada por los Estados Unidos en 1903.

BOLIVAR PROSIGUE

El Libertador prosigue en su análisis:

“nuestro gobierno está esencialmente mal constituido…Otras veces hemos equivocado los medios y atribuido el mal suceso a no habernos acercado bastante a la engañosa guía que nos extraviaba, desoyendo a los que pretendían seguir el orden de las cosas”(p.361-362).

Luego examina cada uno de los poderes del Estado, muestra como están y como funcionan en aquel momento.

E indica:

”Obsérvese, que nuestro ya tan abultado código en vez de conducir a la felicidad 247 ofrece obstáculos a sus progresos. Parecen nuestras leyes hechas al acaso: carecen de conjunto, de método, de calificación y de idioma legal. Son opuestas entre sí, a veces innecesarias…Por aproximarnos a lo perfecto, adoptamos por base de representación…y ha llegado a parecer…hasta poco honroso representar Al pueblo. De esto ha emanado en parte el desordenen que han caído las leyes…y leyes despreciadas ¿qué felicidad producirían…El gobierno, que debería ser la fuente y el motor de la fuerza pública, tiene que buscarla fuera de sus propios recursos, y que apoyarse en otros que le debieran estar sometidos”(p.362-363).

Y reiteraba:

”el ejecutivo, llevando en sí una superabundancia de fuerza al lado de una extrema flaqueza: no ha podido repeler la invasión exterior o contener los conatos sediciosos, sino revestido de dictadura. La constitución misma, convencida de su propia falla, se ha excedido en suplir con profusión las atribuciones que le había economizado con avaricia…No satisfechos con esta exaltación hemos por leyes posteriores a los tribunales civiles una absoluta supremacía en los juicios militares, contra toda la práctica uniforme de los siglos” (p.364-365).

Y siguiendo toca el mal funcionamiento de los municipios, el comercio exterior, la haciendo pública y llega hasta el ejército(p.367-368), haciendo graves observaciones sobre su funcionamiento. Se detiene ante las relaciones internacionales, ya que para él:

”Ninguna nación se hizo nunca estimar…ninguna se hizo respetable sin la unión que la fortifica”(p.369).

Y cierra argumentando:

”Un gobierno fuerte, poderoso y justo es el grito de la patria…Sí, legisladores, muertos y vivos, sepulcros y ruinas, os piden garantías…Dadnos un gobierno en que la ley sea obedecida, el magistrado respetado, y el pueblo libre; un gobierno que impida la trasgresión de la voluntad general y los mandamientos del pueblo…Considerar, que la corrupción de los pueblos nace de la indulgencia de los trinbunales y de la impunidad de los delitos. Mirad, que sin fuerza no hay virtud; y sin virtud perece la república. Miranda, en fin, que la anarquía destruye la libertad”(p.370).

De allí que cierre el preocupante panorama que se presentó ante sus ojos, sobre todo desde su regreso del Perú, indica:”Al describir el caos que nos envuelve”.

Cuando exploramos este Mensaje y lo comparamos con las sesiones politiqueras y divisionistas que fueron las de la Convención de Ocaña comprendemos que lo màs importante hecho en aquellos días allí fueron las palabras de Bolívar, el lúcido análisis de Bolívar, quien veía cernirse sobre nuestras repúblicas el mal del caudillismo, vaticinado por él, con anticipación, desde San Carlos, en sus palabras en la carta (mayo 24.1821) a Pedro Gual (1783-1862) semanas antes del combate de Carabobo. No hay que olvidar tampoco que en el momento de la Convención de Ocaña vivía el Libertador el ocaso de su vida, pronto, aquel mismo año, se haría visible el mal estado de su salud. Comenzaba a vivir, al cerrase la Convención de Ocaña, los dos últimos años de su existencia.

Nota del Diccionario de Historia de Venezuela de la Funaciòn Empresas Polar sobre la Convenciòn de Ocaña que considero oportuno colocar al margen del libro de Roberto Lovera De Sola: En los años de irrupción de los grandes problemas nacionales, cuando los factores negativos de la integración grancolombiana hicieron necesaria la reforma de la Constitución de 1821, se realizó la Convención de Ocaña entre el 9 de abril y el 10 de junio de 1828. Es la Convención Nacional de la Gran Colombia, en la cual, cuando se buscó orientar su destino hacia nuevos rumbos político-administrativos, surgieron con fanatismo los enfrentamientos entre los partidos políticos y los grupos personalistas, culminando en su disolución con graves consecuencias para la unidad grancolombiana.

El ambiente de crisis general se extendió en todas las regiones de la Gran Colombia en una época de depresión financiera, bancarrota nacional, falta de víveres, escaso medio circulante, alza vertiginosa de los precios y situación política conflictiva. La Constitución de Cúcuta era criticada por su carácter excesivamente centralista, en una época cuando se acentuaban los regionalismos y caudillismos en las provincias y se consideraba muy difícil integrar política y administrativamente 3 países con elemento humano y economías disímiles y con pocas vías de comunicación. En 1827 se ahondaron las divergencias entre el Libertador presidente Simón Bolívar y el vicepresidente Francisco de Paula Santander, aglutinando a su alrededor los 2 partidos de finales de la Gran Colombia: los bolivarianos y los santanderistas, quienes se enfrentaron en la Convención de Ocaña en 1828. En la misma forma, se enfrentaron los partidarios del centralismo y el federalismo para la unidad grancolombiana; y surgieron los movimientos separatistas, como el del general José Antonio Páez en Venezuela. Uno de los hechos que más estimuló las polémicas en esa época de crisis política, fue la Constitución Boliviana de carácter vitalicio presidencial, elaborada para la nueva República de Bolivia, por Bolívar. La idea de la aplicación de dicha Constitución para Colombia dividió los partidos en 2 posiciones: los bolivarianos y los antibolivarianos; y en la misma forma, los dictatoriales partidarios de la dictadura de Bolívar para la búsqueda del orden y la consolidación nacional, y los constitucionalistas, partidarios del sistema democrático y de la reforma a la Constitución de Cúcuta. Numerosas asambleas de los pueblos y cuerpos militares se realizaron para proclamar la dictadura de Bolívar o para exigir la reunión de la Convención Nacional a fin de reformar la Constitución de Cúcuta.

El Congreso de Colombia expidió la ley del 7 de agosto de 1827, mediante la cual se convocó la Gran Convención Nacional para el 2 de marzo de 1828 en la ciudad de Ocaña, un lugar que se consideraba como el más central de la Gran Colombia, con fácil acceso para los venezolanos, neogranadinos, quiteños y de las regiones de la costa atlántica; y además, por considerarse alejado de las influencias apasionadas de Bogotá y Caracas. En las elecciones para la Convención fueron elegidos 73 convencionistas: 41 neogranadinos, 23 venezolanos, 7 ecuatorianos y 2 panameños. Entre los primeros figuraban: Francisco de Paula Santander, Vicente Azuero, Luis Vargas Tejada, José Ignacio de Márquez, José María del Castillo y Rada, José Hilario López, Diego Fernando Gómez, José Joaquín Gori, Juan de Dios Aranzazu, Francisco Soto, Joaquín Mosquera, Juan Fernández de Sotomayor, José María Salazar, Salvador Camacho Roldán y otros. Entre los venezolanos fueron elegidos: Antonio María Briceño, Martín Tovar Ponte, Andrés Narvarte, Juan José Pulido, Salvador Mesa, Santiago Rodríguez, Pedro Briceño Méndez, Francisco Ponce, Pedro Vicente Grimón, Miguel M. Pumar, Francisco Conde, Francisco Aranda, Vicente Michelena, Miguel Peña, Juan José Romero, Juan Nepomuceno Chaves, José de Iribarren, Mariano Echezuría, Juan Manuel Manrique, Miguel Vicente Huizi, Valentín Espinal, Rafael Hermoso, Domingo Bruzual, Juan de Dios Picón. Entre los ecuatorianos figuraban: Manuel Avilés, Pablo Merino, José Matías Orellana y otros; y además, los panameños Manuel Pardo y José Vallarino.

El 9 de abril de 1828 se instaló oficialmente la Convención, después de la organización que hizo la Junta Preparatoria desde el 2 de marzo de 1828. Se escogió la iglesia de San Francisco de Ocaña para realizar las sesiones de la Gran Convención; y fueron elegidos el doctor José María del Castillo y Rada para la Presidencia y el doctor Andrés Narvarte para la Vicepresidencia. La Convención nombró 4 secretarios: Luis Vargas Tejada, Manuel Muñoz, Rafael Domínguez y Mariano Escobar. Ante la renuncia de Muñoz, fue reemplazado posteriormente por el diputado Juan de Dios Aranzazu. Durante las sesiones de la Convención se manifestó un ambiente difícil, de pugnas, partidismos políticos y recriminaciones personales. Inicialmente la Convención se dividió entre los bolivarianos y los santanderistas. Los primeros eran partidarios de la Constitución Boliviana y de la asignación de facultades extraordinarias para Bolívar, con el fin de restaurar el orden y la conciliación nacional; encabezaba esta corriente el doctor José María del Castillo y Rada. Los segundos, partidarios del sistema constitucional basado en la división de los poderes públicos, estaban agrupados alrededor del general Francisco de Paula Santander, Vicente Azuero, Francisco Soto, Diego Fernando Gómez y otros. También se formó un grupo de moderados o neutrales, entre quienes se distinguieron Joaquín Mosquera, Rafael Mosquera y Juan de Dios Aranzazu. En estas divisiones participaban venezolanos, granadinos, ecuatorianos y panameños en uno u otro partido. El Libertador Simón Bolívar se trasladó a Bucaramanga, desde donde tuvo conocimiento permanente de todos los hechos acaecidos en Ocaña. Las divergencias se intensificaron cuando se presentó el problema de la reforma de la Constitución de Cúcuta y el cambio hacia un sistema federal, contrario al centralismo instaurado en 1821. Se presentaron 2 proyectos de reforma constitucional: el de los federalistas defendido por el doctor Vicente Azuero y el de los centralistas por el doctor José María del Castillo y Rada; alrededor de cada uno de los proyectos se aglutinaron los santanderistas y los bolivarianos. El proyecto de la llamada Constitución Azuerina propuso un sistema federal para Colombia, la disminución de poderes al Ejecutivo, el cual tendría un período de 4 años, el fortalecimiento de los departamentos y la elección de los cargos de los altos funcionarios del Poder Judicial. Este proyecto fue redactado por los diputados Azuero, Soto, Liévano, Del Real y López Aldana. Por su parte, el grupo bolivariano defendió la reforma constitucional presentada por el doctor José María del Castillo y Rada, de tendencia centralista, la cual sostuvo la necesidad de un Ejecutivo poderoso para la defensa de la unidad nacional. Los bolivarianos propusieron: un gran poder político para el presidente de la República, quien sería elegido para un período de 8 años; derechos al presidente para ser colegislador; derechos al presidente con facultades extraordinarias en tiempo de guerra y reunión anual de las asambleas departamentales. Este proyecto además, daba un carácter vitalicio a los magistrados de la Alta Corte de Justicia. Los debates se hicieron cada vez más intensos, manifestándose las divergencias entre centralistas y federalistas, bolivarianos y santanderistas, dictatoriales y constitucionalistas y otras. Los santanderistas tildaron el proyecto de los bolivarianos como «...más monárquico que la Constitución Boliviana...». A pesar de los diálogos entre Santander, Castillo y Rada y algunos de sus seguidores, los bolivarianos desintegraron el quórum reglamentario, considerando necesario el fracaso de la Convención para salvar la unidad nacional ante los intereses federalistas. El diputado Diego Fernando Gómez presentó un acto adicional a la Constitución de Cúcuta, el cual no pudo ser aprobado por la ausencia de los bolivarianos. En el Acta del 10 de junio de 1828 se protocolizó la disolución de la Convención de Ocaña. El grupo bolivariano expresó su posición de retiro de la Convención, como un deber para «salvar la patria». Los diputados santanderistas protestaron a su vez contra la resolución de los bolivarianos, considerada contraria a los intereses de la nación colombiana. Así fracasó la Convención y se abrió el camino para la dictadura, la crisis y la desintegración de Colombia, ese gran estado nacional que se había convertido en el sueño político del Libertador Simón Bolívar.

LA CONVENCIÓN

Durante las sesiones, para que no se le acusara de estar interviniendo en la Convención, Bolívar residió en Bucaramanga(marzo 31-junio 9,1828), sus fuentes de información en ella fueron Pedro Briceño Méndez(c1792-1835) y Daniel Florencio O’Leary(1801-1854) que iban y venían desde Ocaña hasta Bucaramanga. Fue en aquellos meses en que su edecán Perú de Lacroix (1780-1837) redactó el Diario de Bucaramanga.

La Convención logró instalarse el 9 de abril, en la iglesia de San Francisco, lugar de las sesiones de sus setenta y tres diputados. Santander no logró ser nombrado su presidente. Las sesiones las presidió el doctor José María del Castillo y Rada (1776-1833), fue su vicepresidente el venezolano doctor Andrés Narvarte (1781-1853).

En la Convención fueron presentados dos proyectos de reforma constitucional: el federalista, defendido por el doctor Vicente Azuero (1787-1844) y el de los centralistas, presentado por Castillo y Rada, alrededor de cada uno se situaron los santanderistas, en favor del primero, y los bolivarianos en torno al segundo. Pero ninguno logró ser aprobado.

Pero desde el primer momento, dados los antagonismos de los dos grupos, radicalizados ambos en sus posiciones, como indica Polanco:

“La Convención estaba herida de muerte. No habría acuerdo posible ni unidad de acción en la defensa de Bolívar y de su tesis política. Faltaba liderazgo y organización…Poco a poco se van midiendo las fuerzas. No existía tal mayoría clara a favor de las tesis de Santander, pero los temas van determinando que se formen grupos diferentes en cada caso. La situación de Padilla sirvió de detonante…El debate de Ocaña, que es inútil seguir paso a paso, giraba en torno al mismo problema: ¿dejar la vigente Constitución de 1821 como quería Santander?¿ aceptar el proyecto presentado por el grupo santanderista para reducir las facultades del Presidente y limitar la autoridad de Bolívar?¿someter un nuevo proyecto con la tesis contraria?¿buscar una especie de transacción?...Al inicio de junio se notaba la imposibilidad de una solución feliz y comienzan a somerterse proyectos de abandonar la Convención” 248 .

El 9 de junio, el día anterior a su disolución, “un grupo de veinte y un diputados estaban dispuestos a retirarse de la Convención, pero quedaban suficientes para hacer quorum y aprobar una propuesta de Azuero de añadir a la Constitución un acta que elimine el artículo 128 (el de las facultades extraordinarias)” 249 . En ese momento fue que Briceño Méndez expresó al Libertador: “Este acto es para excluir a usted de la reelección en el próximo período” 250 .

El 9 de junio Bolívar salió de Bucaramanga para dirigirse a Bogotá.

En Ocaña, la Convención comenzó a disolverse desde el 6 de junio. El 9 de junio Santander se retiró. Dos días después, el 11 de junio, la Convención terminó. La consecuencia de aquello fue que la república entró en una crisis mayor, previamente diagnosticada por el Libertador como posible.

Fueron complejas la discusiones de la Convención de Ocaña dado el grave enfrentamiento que vivían ambas facciones, bolivarianos y santanderistas, lo que terminó por abortar la reunión, ya que esta no logró aprobar la Constitución que se proponía ofrecer a la nación. Así la crisis se amplió y se hizo más inmanejable en Ocaña.

El 9 de junio dejó Bolívar Bucaramanga, visto que el sendero de la Convención no la llevaría a ningún sitio. El 10 de junio, al día siguiente de la salida de Bolívar hacia Bogotá, al no tener la Convención quorum se clausuraron sus sesiones.

Bolívar y sus edecanes regresaron a Bogotá el 24 de junio. Fue recibido con entusiasmo por las gentes. Pero la nación estaba dividida en dos facciones. Ello lo llevó a hacer pública su decisión de tomar el sendero de la dictadura, iniciada, con el llamado Decreto Orgánico (agosto 27). Este gobierno se rigió a través de un decreto del Libertador que estableció cuál sería la forma de gobierno, se creó un Consejo de Estado y quedó eliminada la vicepresidencia, quedando cesante el general Santander en el cargo que había venido ejerciendo desde 1821.

MENSAJE AL CONGRESO ADMIRABLE (1830)

El 15 de enero de 1830 regresó Bolívar a Bogotá de su viaje al Ecuador. Ya no saldría más del país, de Colombia, en que él dejaría de vivir once meses después.

Dadas las críticas recibidas por Bolívar sobre el régimen dictatorial asumido, salió en su defensa, ese mismo mes de enero, en Arequipa, Perú, su maestro don Simón Rodríguez (1769-1830) con la publicación de su libro El Libertador del mediodía de América y sus compañeros de armas defendidos por un amigo de la causa social (Arequipa: Imp. Pública,1830. IV,158 p.).

El 20 de enero, el Libertador cumpliendo con su promesa de poner fin a su dictadura, siempre régimen de emergencia, tal como había sido su promesa le puso final al abrir las sesiones del Congreso Admirable, este lo presidió el mariscal Antonio José de Sucre (1795-1830). Ante esta asamblea Bolívar tambien renunció a la presidencia, tres meses después, el 27 de abril.

El 20 de enero al inaugurar aquella asamblea parlamentaria, visiblemente abatido por sus males de salud, dijo aquella frase lapidaria que nos lo pinta en el colmo de la depresión política y anímica:

“Me ruborizo al decirlo: la independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de los demás, Pero ella nos abre la puerta para reconquistarlos bajo vuestros soberanos auspicios, con todo el esplendor de la gloria y la libertad” (Proclamas,p.398) 251 .

En aquella peroración también afirmó:

“Pero las lecciones de la historia, los ejemplos del viejo y nuevo mundo, la experiencia de veinte años de revolución, han de servirnos como otros tantos fanales colocados”

E indica:

”Las turbaciones que desgraciadamente ocurrieron en 1826, me obligaron a venir del Perú, no obstante que estaba resuelto a no admitir la primera magistratura constitucional, para que había sido reelegido durante mi ausencia. Llamado con insistencia para restablecer la concordia y evitar la guerra civil…Viéndose amenazada la república de una disociación completa, fui obligado de nuevo a sostenerla en semejante crisis”(p.392-393).

Y sobre la dictadura 252 , que al hablar aquel día llegaba a su fin, expresó:

”El decreto orgánico que expedí el 27 de agosto de [18]28 debió convencer a todos de que mi mas ardiente deseo era el de descargarme del peso insoportable de la autoridad sin límites, y de que la república volviese a constituirse por medio de sus representantes”(p.393).

Y prosiguió:

”Todos pueden, y están obligados, a someter sus opiniones, sus temores y deseos a los que hemos constiuido para curar la sociedad enferma de turbación y flaqueza…Con este objeto dispuse lo conveniente para que pudiesen todos los pueblos manifestar sus opiniones con plena libertad y seguridad, sin otros límites que los que debían prescribir el orden y la moderación”(p.395-396).

Y como no pretendía, según la palabra que había venido dando desde 1825, tras las elecciones de aquel año, indicó:

”Creedme: un nuevo magistrado es ya indispensable para la República. El pueblo quiere saber si dejaré alguna vez de mandarlo. Los estados americanos me consideran con cierta inquietud, que puede atraer algún día a Colombia males semejantes a los de la guerra del Perú 253 . En Europa mismo no faltan quienes teman que yo desacredite con mi conducta la hermosa causa de la libertad. ¡Ah! Cuantas conspiraciones y guerras no hemos sufrido por atentar a mi autoridad y a mi persona”(p.397).

Y sobre el nuevo presidente, por elegirse en aquellos días, señaló:

”El magistrado que escojáis será sin duda un iris de concordia doméstica, un lazo de fraternidad, un consuelo para los partidos abatidos…Yo obedeceré con el respeto más cordial a este magistrado legítimo: lo seguiré cual ángel de paz; lo sostendré con mi espada y con todas mis fuerzas…Desde hoy no soy mas que un ciudadano armado para defender la patria y obedecer al gobierno; cesaron mis funciones públicas para siempre. Os hago formal y solemne entrega de la autoridad suprema, que los sufragios nacionales me habían conferido”(p.397-398).

Así el 27 de enero renunció a la presidencia con la frase

“Colombianos. Hoy he dejado de mandaros…Veinte años ha que os he servido en calidad de soldado y magistrado…Desengañaos, colombianos, mi único anhelo ha sido el de contribuir a vuestra libertad…Escuchar mi última voz al terminar mi carrera politica; a nombre de Colombia os pido, os ruego que permanezcáis unidos, para que no seais los asesinos de la patria y vuestros propios verdugos”(p.399-400).

El Congreso eligió nuevo presidente al doctor Joaquín Mosquera (1787-1878), muy ligado al

Libertador por su afecto con él y con el cariño que su familia siempre le tuvo. No fue elegido quien el Libertador deseaba: el mariscal Sucre. Lo impidió una decisión del parlamento al decidirse que quien debía elegirse debía tener cuarenta años y Sucre, quien tenía todos los méritos, era el mayor oficial de la nación, tenía 35 años.

Antes de dejar el mando el Libertador siguió haciendo intentos de entendimiento con Caracas: envió una comisión a Venezuela presidida por Sucre, esta fracasó en sus gestiones. Estos diálogos se llevaron a cabo en los días 18,19,20 y 21 de abril en Cúcuta. En ese momento, desde el 13 de enero, Venezuela se había separado de la Gran Colombia, el 6 de mayo se instaló el Congreso Constituyente en Valencia, la nueva Constitución para el país entró en vigencia el 22 de septiembre. También se separó Ecuador(mayo 13) de aquella república: así quedó disuelta la Gran Colombia, ya que la Nueva Granada quedó sola. Y en Venezuela y Colombia veían a Bolívar como el autor de sus males.

Como nuevo presidente, repetimos, tras la renuncia del Libertador, fue nombrado Joaquín Mariano Mosquera y Arboleda, Joaquín Mosquera (Popayan, Colombia- 14 de diciembre de 1787, Popayán, Colombia- 4 de abril de 1878, Bogotá, Colombia). Será un Jefe del Estado quien no pudo gobernar porque no llegó a tener poder real. Su presidencia duró poco.

Bolívar dimitió porque no quería tener mando. Deseaba salir de Colombia. No logró realizar su deseo. La vida se le fue consumiendo. Durante el trágico año 1830 “se agravarán los problemas morales, puñaladas a despilfarro que lejos de arrancar sangre a su carne quitaron vida a su espíritu” 254 como comenta el medico e historiador Oscar Beaujon (1914-1990). Los acontecimientos políticos de esos doce meses y la tuberculosis, que quizá procediera de su infancia 255 , fue acabando con su resistencia física, de ella falleció.

El 6 de mayo de 1830, como ya lo hemos indicado, se instaló en Valencia el Congreso Constituyente. Dos días después Bolívar se despidió de sus amigos en Bogotá, abrazó a la tierna y leal Manuelita y se fue en busca de la costa Atlántica, con la idea de trasladarse a Curazao, a Jamaica o a Europa.

CITAS BIBLIOGRAFICAS:

242. La misiva completa está en sus Escritos,t.III,Vol.II,p.29-33.

243. Tomás Polanco Alcántara: Simón Bolívar,p.952.

244. Simón Bolívar: Mensaje del Libertador Presidente de la República de Colombia a la gran convención en el año 1828. Bogotá: Impreso por J.A,Cualla,1828. 10 p.; 2ª.ed. Cartagena: Reimpreso por Manuel María Guerrero,1828. 4 p.

245. Simón Bolivar:”Mensaje a la Convención de Ocaña”, en Proclamas y discursos del Libertador,p.360-375. Incluyó el doctor Lecuna los dos borradores hallados en el archivo del Libertador, el primero autógrafo, lo que nos indica la importancia que le concedió, el segundo en letra de su edecán Daniel Florencio O’Leary.

246. David Bushnell: El régimen de Santander en la Gran Colombia. Bogotá: Ediciones Tercer Mundo,1966. 403 p. Consultar especialmente las p.373-394; Pilar Moreno de Ángel: Santander,p.378-379. Siempre ante Santander causante por su intemperancia de aquella gran crisis no hay que olvidar lo que sobre el Cucuteño observa José Luis Salcedo Bastardo en El hombre y los hombres. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1994. 274 p. Ver:”Santander”(p.88-94); José Luis Salcedo Bastrado en El primer deber, publica la carta(febrero 22,1826) del Libertador rechazando la Propuesta (p.389) y las dos de Santander: la primera (septiembre 22,1825) proponiéndoselo (p.389-390) y la segunda(mayo 6) suspendiendo el proyecto (p.391-394).

247. La idea de felicidad y de gobernar para dar felicidad al pueblo se repite varias veces en los textos del Libertador, es una idea que le llegó de la filosofía de la Ilustración.

248. Tomás Polanco Alcántara: Simón Bolivar,p.956-961. Véase también Javier Ocampo López: “Convención de Ocaña”, en Varios Autores: Diccionario de Historia de Venezuela,t.I,p.1045-1046.

249 Tomás Polanco Alcántara: Simón Bolivar,p.961.

250. Daniel Florencio O’Leary: Memorias del general O’Leary,t.VIII,p.35 y 268.

251. Todas nuestras citas proceden de Simón Bolívar:”Mensaje al Congreso Constituyente de la República de Colombia en 1830”, en Proclamas,p.391-398.

252. El mejor análisis es el que hace Salcedo Bastardo en su Bolívar: un continente y un destino. Consultar el subcapitulo “”Pérdida del poder”, especialmente a partir de las p.278-281. Esta obra tuvo el año de su aparición tres ediciones simultáneas en Caracas: la de la OEA, la de Miraflores y la de UCV. Luego tuvo numerosas traducciones que hicieron de este libro la obra histórica venezolana más veces traducida.

253. Esta había terminado, en 1829, con la victoria de Sucre en la batalla de Tarqui.

254 Varios Autores:Ha muerto el Libertador. Compilación y prólogo:Ildefonso Leal. Caracas: Universidad Central de Venezuela,1981. 572 p.Ver Oscar Beaujon: “El Libertador enfermo”(p.409-488). La cita procede de la p.115. Este modélico estudio del doctor Beaujon tuvo varias ediciones anteriores: en 1963 y 1968, es único en su tema.

255. Oscar Beaujon: “El Libertador enfermo”, en Ha muerto el Libertador,p.115. Pudo también serle contagiada por su novia Pepita Machado(c1793-1820) quien murió de ella en Achaguas en 1820. Ver sobre ello nuestro prólogo a Francisco Herrera Luque: El vuelo del alcatraz. Edición y notas: Roberto Lovera De-Sola. Caracas: Alfaguara, 2001.180 p. Ver las p.11.20. Especialmente la p.17.

256. Sigmund Freud: “Psicopatología de la vida cotidiana (1901)” en sus Obras completas. Madrid: Biblioteca Nueva, t.III,p.755-931.

Miguel Francisco Peña Páez (Valencia, Venezuela, 29 de septiembre de 1781 - ibídem, 8 de febrero de 1833)

Y nuevamente inserto un texto al margen del libro de Roberto Lovera De Sola sobre un personaje sobre el que no opino por ser mis hijos nacidos en Valencia (Edo. Carabobo) ya que es actor principal de nuestra historia desde su participaciòn en los origenes de la Repùblica, la entrega del Generalìsimo Francisco de Miranda a Domingo Monteverde en 1812, y otros escenarios que leeran en su biografia escrita por el entonces cronista oficial de Valencia, Don Alfonso Marin. Alfonso Antonio Marín Pacheco, nació en Burbusay, Estado Trujillo, el 1ero. de Octubre de 1908. En 1967 es nombrado Cronista de Valencia, es el creador de la Asociación Nacional de Cronistas Oficiales de Ciudades de Venezuela.Por su fructífera labor creativa y de entrega a Valencia, en 1983 el Concejo Municipal de Valencia le concedió la distinción de Hijo Adoptivo de la ciudad.Murió en Valencia el 9 de Septiembre de 1989.

Miguel Francisco Peña Páez (Valencia, Venezuela, 29 de septiembre de 1781 - ibídem, 8 de febrero de 1833) fue un político venezolano y relator del Alto Tribunal de su país durante dos años.

Hijo de Ramón Peña y Garmendia y de María Antonia Páez. Tuvo por maestros de primeras letras a Joseph Antonio de Ugalde y Juan Pablo de Salazar. Se graduó de doctor en jurisprudencia en la Universidad de Caracas, el 6 de enero de 1806. En 1807, sirvió como relator de la Real Audiencia, y en 1809 se trasladó a Trinidad, como asesor de un abogado inglés, a petición del gobierno de aquella posesión británica. Regresó a Venezuela en 1810, para participar en el movimiento de Independencia. Fue un destacado miembro de la Sociedad Patriótica, en representación de la cual encabezó una comisión ante el Congreso el 4 de julio de 1811 y en tal oportunidad pronunció un discurso pidiendo de inmediato la proclamación de la Independencia, considerado como uno de los factores decisivos en la declaración del 5 de julio de 1811. En 1812 el general Francisco de Miranda lo nombró gobernador político de La Guaira, en compañía del jefe militar Manuel María de las Casas. Con motivo de la capitulación de Miranda en julio de ese año, el general se trasladó a La Guaira y Peña intervino en su arresto por considerar que el acto de la capitulación era injustificable. Del puerto pasó Peña a Caracas donde se refugió. En 1813 se hallaba en los valles de Aragua, donde contribuyó al avance de las fuerzas que mandaba el general Simón Bolívar en marcha hacia Caracas. Poco después, cuando Francisco Javier Ustáriz forma un plan de gobierno para la Segunda República, en el cual se prevé que el general Bolívar ejercerá provisionalmente todos los poderes del Estado, Peña apoya el plan en un artículo que se publica en la Gaceta de Caracas, donde propone que se le confiera a Bolívar el poder dictatorial mientras dure la guerra. A mediados de 1814, como gobernador político de Valencia, participó en la defensa de esa ciudad al lado del coronel Juan de Escalona y al capitular Valencia logró huir a los llanos y se incorporó a las fuerzas de Pedro Zaraza en las márgenes del Orinoco. Del 25 al 27 de mayo de 1816, organizó una asamblea en San Diego de Cabrutica en la cual fue designado el general José Tadeo Monagas jefe supremo (provisorio), mientras estuviese ausente el Libertador. Enfermo, Peña va a Trinidad, de donde regresa a Venezuela, por Guayana, en 1820. Fue elegido diputado al Congreso reunido en 1821 en Cúcuta, cuya presidencia ejerció, y como tal presidente firmó la Constitución aprobada el 30 de agosto de ese año. El Congreso lo eligió poco después ministro de la Alta Corte de Justicia de Bogotá, la cual presidió durante varios años. Cuando se ventiló allí el juicio del coronel Leonardo Infante, que fue condenado a muerte en 1823 por habérsele atribuido un asesinato, Peña se negó a confirmar la sentencia en 1824, por considerarla injusta, y fue suspendido de su cargo por esta causa. En 1825 regresó a Venezuela, siendo portador de una considerable cantidad de dinero como parte del empréstito exterior destinado al fomento de la agricultura. Sus adversarios políticos lo acusaron en Bogotá de haberse beneficiado con el cambio de moneda fuerte a macuquina durante esa misión. En abril de 1826 se hallaba en Valencia, donde al saberse que el Congreso de Bogotá había llamado al general José Antonio Páez para someterlo a juicio político, Peña influyó para que la Municipalidad de Valencia expresara el día 27 su desagrado ante aquella medida, e incitara el 30 a Páez a negarse a ir a Bogotá, como lo hizo este, desconociendo de hecho la autoridad del Congreso y del gobierno de Colombia la Grande. Participó así Peña de una manera decisiva en el estallido del movimiento de La Cosiata. En Caracas y en Valencia actuó como secretario y asesor del general Páez, durante el desarrollo en 1826 de este movimiento separatista. En 1828, fue elegido uno de los diputados por Venezuela a la Convención de Ocaña, pero no fue admitido en ella, por alegar la mayoría antibolivariana que tenía un juicio pendiente en Bogotá; y aunque el Libertador manifestó por escrito a la Convención que ese proceso había quedado nulo por su decreto de olvido de enero de 1827, persistieron en la negativa. En 1829-1830, Peña desempeñó al lado de Páez un papel determinante en el proceso de la separación de Venezuela y su restauración como República independiente. Cuando el 13 de enero de 1830 fue organizado por Páez el nuevo gobierno, Peña asumió la Secretaría del Interior, Justicia y Policía. Poco después participó como diputado por Carabobo en el Congreso Constituyente de Venezuela, reunido el 6 de mayo de 1830, en Valencia. Como presidente del mismo, hubo de firmar la Constitución de 1830, y también el documento dirigido al Congreso de Colombia, donde se declaraba que no continuarían las conversaciones con Bogotá, mientras el Libertador pisara territorio colombiano. Cuando en 1831 los poderes públicos volvieron a radicarse en Caracas, Peña se quedó en Valencia; Páez quiso llevárselo a Caracas, y él se limitó a despedirlo a la salida de la ciudad diciéndole: «El gato acompaña al amo, hasta la puerta de su casa». En la ciudad natal permanecería hasta su fallecimiento. Desde 1911 sus restos reposan en el Panteón Nacional.

Autor: Alfonso Marín

Bibliografía directa: Peña, Miguel. Defensa del doctor Miguel Peña en la causa del coronel Leonardo Infante ante la Cámara del Senado de Colombia. Caracas: Imprenta de José Núñez de Cáceres, 1826.

Bibliografía indirecta: Apoteosis del doctor Miguel Peña: decretada y presidida por el ilustre americano, regenerador, presidente de los Estados Unidos de Venezuela Jeneral Guzmán Blanco. Valencia: Imprenta de La voz Pública, 1881; Grooscors, Enrique. Miguel Peña: grandezas y sombras de una voluntad creadora. Valencia: Ejecutivo del Estado Carabobo, 1977; Hernández, Felipe Ambrosio. Miguel Peña: rasgos de su vida. Caracas: Tipografía Venezuela, 1938; Martí, José. Don Miguel Peña, 1781-1833. Valencia: Publicidad Herluc, 1961; Reyes, Antonio. Miguel Peña, abogado de la independencia. Caracas: Ediciones Perfiles Venezolanos, 1972; Ruedas, Lisandro y Daniel Guerra Iñíguez. Documentos sobre Miguel Peña. Caracas: Tipografía Vargas, 1972; Vegas Rolando, Nicolás. Dos procesos célebres. Caracas: Ediciones Vegas Rolando, [1975].

Iconografía: L. Tavernier/Thierry Fréres, dibujo/litografía, 1841. Baralt, Rafael María y Ramón Díaz. Resumen de la historia de Venezuela. 2a ed. Curazao, Imprenta de la Librería A. Bethencourt e Hijos, 1887. Retrato, Martín Tovar y Tovar, óleo/tela,c. 1874, Salón Elíptico, Congreso Nacional, Caracas. Retrato, Constancio Franco, óleo/tela, c. 1900, Museo Nacional, Bogotá.

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