“BOLÍVAR, EL GRAN SEÑOR DE LA PALABRA" ENTREGA XVII del libro de Roberto Lovera De Sola:
LA DESPEDIDA A SUCRE(1830)
Es imposible en la semblanza de la amistad entre Bolívar y Sucre, ni en la belleza del escribir de ambos lo que nos obliga a ofrecer citar las dos cartas de despedida que ambos se escribieron. Ninguno de los dos sabía que no volverían a verse, menos Sucre al Libertador, teniendo como tenía 35 años y muy buena salud.
Deseamos referirnos aquí a un hecho central de todo esto: el no haber llegado el general Sucre a la casa de Bolívar para despedirse de él la mañana del 8 de mayo de 1830 cuando el Libertador salió definitivamente de Bogotá. Este es un instante psicológico de grande envergadura en la vida del Mariscal, de haberlo conocido Sigmund Freud(1857-1939), siempre lo hemos pensado así, lo hubiera registrado en sus anotaciones sobre el alma humana, en su Psicopatología de la vida cotidiana 256 , de allí su riqueza íntima y personal. Fue un gran instante psicológico, de esos graves que hay que apuntar en las vidas de las personalidades egregias de la historia. Nosotros creemos, como ya lo hemos indicado, que no es que Sucre llegara tarde a Bogotá aquel día sino que no quiso llegar porque sabía, e intuía, que sería un momento demasiado doloroso para él.
Y todo ello lo dijo en la carta que el Cumanés envió al Caraqueño aquel mismo día. Ninguno de los dos volverían a verse y no pudo suponer Sucre, ni a través del mas furioso ejercicio de la imaginación, que él sería el primero en morir, siendo como lo era un joven de treinta y cinco años, de contextura bien sana y buena salud. Fue asesinado alevosamente casi un mes mas tarde (junio 4,1830).
El 8 de mayo de 1830 al no encontrar a Bolívar, para nosotros dentro del tejido anímico que hemos descrito, Sucre escribió al Libertador esta despedida que no pudo ser más sincera, más del alma. Nosotros no podemos dejarla de copiar:
“Bogotá, mayo 8 de 1830.
A su Excelencia el general Bolívar etc, etc, etc
Mi general:
Cuando he ido casa de Ud. para acompañarlo, ya se había marchado. Acaso es esto un bien, pues me ha evitado el dolor de las más penosa despedida. Ahora mismo, comprimido mi corazón, no sé qué decir a Ud.
Mas no son palabras las que pueden fácilmente explicar los sentimientos de mi alma respecto a Ud.; Ud. los conoce, pues me conoce mucho tiempo y sabe que no es su poder, sino su amistad la que me ha inspirado el más tierno afecto a su persona. Lo conservaré, cualquiera que sea la suerte que nos quepa, y me lisonjeo que Ud. me conservará siempre el apreció que me ha dispensado. Sabré en todas circunstancias merecerlo.
Adiós, mi General, reciba Ud. por gaje de mi amistad las lágrimas que en este momento me hace verter la ausencia de Ud. Sea Ud. feliz en todas partes y en todas partes cuente con los servicios y con la gratitud.
De su más fiel y apasionado amigo, Antonio José de Sucre 257 .
El gran señor de la palabra y de la expresión escrita que fue el Libertador no se quedó atrás con la belleza de su contestación. Esto le dijo a Sucre:
“Turbaco, a 26 de mayo de 1830.
A S.E. el general Sucre.
Mi querido general y buen amigo: La apreciable carta de Ud. sin fecha, en que Ud. se despide de mi, me ha llenado de ternura, y si a Ud. le costaba pena escribírmela, ¿qué diré yo?, yo que no tan sólo me separo de mi amigo sino de mi patria¡. Dice Ud. bien, las palabras explican mal los sentimientos del corazón en circunstancias como éstas; perdone Ud., pues, las faltas de ellas y admita Ud. mis más sinceros votos por su prosperidad y por su dicha. Yo me olvidaré de Ud. cuando los amantes de la gloria se olviden de Pichincha y de Ayacucho.
Ud. se complacerá con saber que desde Bogotá hasta aquí he recibido mil testimonios de parte de los pueblos. Este departamento se ha distinguido muy particularmente. El general [Mariano] Montilla (1782-1851) se ha portado como un caballero completo.
Saludo cariñosamente a la señora de Ud. y protesto a Ud. que nada es más sincero que el afecto con que me repito de Ud., mi querido amigo, su Bolívar” (Escritos,t.III,Vol.II,p.263).
El nombre de la esposa de Sucre, a quien Bolívar le manda saludos, era la marquesa de Solanda, doña Mariana Carcelén y Larrea de Sucre.
CITAS BIBLIOGRAFICAS:
257. Antonio José de Sucre: De mi propia mano. Compilación, prólogo, notas y subtítulos: José Luis Salcedo Bastardo. Caracas: Biblioteca Ayacucho,1981. XXV,479 p. La cita en este caso procede de la p.401.
258. Dictador del Paraguay (1814-1840) con el título de El Supremo.
259. Estos hechos los trata cuidadosamente Asdrúbal González Serven en El antihéroe Pedro Carujo. Caracas: Planeta,1990.408 p. Consultar las p. 238-242. A ese movimiento es al que se refiere el Libertador en su carta a Flores.
260. En la trascripción del doctor Lecuna se lee, en nota a pie de página: “Una mancha de tinta hace ilegible una o dos palabras”(Cartas,t.VII,p.588, Nota).
261. Véase Alfonso Rumazo González: Ocho grandes biografías. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República,1993. 3 vols. Ver:”Antonio José de Sucre”(t.I,p. 657-1057). Se debe consultar aquí el capítulo sexto “El crimen”(p.997-1049) en donde se explica claramente la participación de Flores en el asesinato del Gran Mariscal, este sabía que de venir Sucre a vivir a Ecuador, donde residía su esposa e hija, y Sucre era el creador de esa nación, Flores no tendría ninguna posibilidad de seguir siendo presidente, lo sería el Mariscal. La situación era tal que la marquesa de Solanda, la esposa de Sucre, tuvo escondido el cadáver de su esposo durante largos años pues siempre pensó que podía ser profanado por sus enemigos.