top of page

CAUDILLOS, GAMONALES Y GUERRILLEROS EN LA MEMORIA VENEZOLANA...(IX) Roberto Lovera De Sola.


BOVES, EL UROGALLO



“La novela no elimina la historia, sino que la ilumina”. Guillermo Morón: Escritores Latinoamericanos contemporáneos. Caracas: Equinoccio, 1979,p.330.

“La falta de documentos, aplicada como demostración negativa, bastaría para borrar la mayor parte de la historia”. Alfonso Reyes(1889-1959): Ultima Tule y otros ensayos. Caracas: Biblioteca Ayacucho,1992,p.221.

“La tradición oral es la única fuente de comunicación que no se puede saquear, robar ni borrar”. Augusto Roa Bastos(1917-2005): Vigilia del Almirante. Madrid: Alfaguara,1992,p.78.

“La palabra de los ancianos tiene peso y valor de semilla”. Guillermo Meneses(1911-1978): El Mestizo José Vargas. Caracas: Editorial Elite,1942,p.7.





LA ESCRITURA DE “BOVES, EL UROGALLO”

No es cosa fácil ni productiva echarle en cara a un pueblo sus lacras e iniquidades por más que una lección semejante sea expresión

de amor y de una firme voluntad terapéutica”

Francisco Herrera Luque: “Boves, el voz de los viejos”,

El Nacional, Caracas: septiembre 9,1971.


El 12 de Junio de 1972, en las prensas de la editora San José, imprenta de la editorial de Domingo Fuentes(1931-2010), situada de Delicias a Gobernador, n/ 67-1, en La Pastora, Caracas, apareció la primera edición, de Boves, el Urogallo, fue su publicación el gran pilar en la vida del escritor Francisco Herrera Luque(1927-1991), el libro más publicitado editado por la editorial Fuentes, la primera aparición de uno de los hitos de la novela venezolana, es de hecho el más reeditado después de Doña Bárbara(1929), del maestro Rómulo Gallegos(1884-1969), el que forma parte de las tres novelas del período constantemente reeditadas: Piedra de mar, de Francisco Massiani(1944-2019) y El mago de la cara de vidrio(1973) de Eduardo Liendo(1941)[1]. A través de Boves, el Urogallo su autor revela la gran eclosión de violencia encabezada por José Tomas Boves(1782-1814) en los días de la Guerra a Muerte(1813-1814), un proceso que durante todo el periplo de la guerra emancipadora solo tuvo Venezuela, novela en la cual, además, aparece Eugenia, el más fascinante personaje femenino de nuestra ficción en el último medio siglo.

Queremos referirnos en esta parte a los aspectos biográficos de la vida de Herrera Luque que dieron nacimiento a este libro, especialmente por el hecho de haber sido nosotros testigo de su proceso de su creación, al menos desde el momento en que ya estaba entre su tercera y cuarta versión, que fue el momento en que nos conocimos en su casa, una noche de febrero de 1972, faltaban aquel día cuatro meses para la aparición del libro,

[1] Francisco Massiani: Piedra de mar. Caracas: Monte Ávila Editores,1968. 129 p.; Eduardo Liendo: El mago de la cara de vidrio. Caracas: Monte Ávila Editores,1973. 151 p.


coloquio presidido por la sin par Negrita, bella como siempre, vestida aquella noche con un soberbio traje negro.

Desde luego la vida intelectual de Herrera Luque se había iniciado quince años antes con la publicación de sus opúsculos Aspectos psicológicos y psiquiátricos de la inmigración en Venezuela(1957) y Las neurosis en los medios populares venezolanos (1957) que por sus temas se acercaban a su obra mayor Los viajeros de Indias, aparecida cuatro años más tarde, en 1961. Fue tan singular la aparición de Los viajeros de Indias que Tomás Polanco Alcántara(1927-2002) escribió: “El libro tomó su propio camino y señaló el comienzo de un nuevo tipo de vida para el médico que lo había escrito”[1]. Después apareció su corolario, La huella perenne(1969), producto y consecuencia de la polémica sostenida con ocasión de la publicación del primer libro. También entonces había publicado un manual universitario, Las personalidades psicopáticas(1969), este si bien había sido concebido como obra dirigida a los alumnos de su cátedra, explicaba claramente el concepto de personalidad psicopática que él manejaba en sus libros, y, que dentro de las claves de la ficción, desarrollaría en sus novelas.

Debemos señalar que fue la crisis universitaria de 1969, y como consecuencia la separación de Herrera Luque de la Cátedra de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Herrera Luque, lo que le otorgó el tiempo para aquella dedicación, algo, desde luego, que él hubiera realizado si hubiera continuado al frente de su cátedra, de la que era fundador, la que había obtenido por méritos propios.

La nueva etapa de su vida que se iniciócon la publicación de Boves, el Urogallo, constituyó un nuevo período, el segundo, en la vida y en el escribir de Herrera Luque: la del novelista. Ni siquiera él, que puso alma, vida y corazón al crearla, pudo imaginar lo que esta novela produjo. Inició

[1] Tomás Polanco Alcántara: Venezuela y sus personajes. Caracas: Italgráfica,1997.X,513 p. Ver: “Francisco Herrera Luque”(p.493-496). La cita procede de la p.493.


así un nuevo periplo en su vida al que dedicó los siguientes diez y nueve años, tiempo que sólo cerró su deceso, diez y nueve años mas tarde.

Al publicar Boves, el Urogallo había logrado tocar un punto esencial de las mil interrogantes que los venezolanos nos hacemos con relación a nuestra historia. Y, además, había hurgado en el tema cervical de nuestra experiencia colectiva: la presencia de la violencia en ella.

Pero, ¿cómo se engendró aquello?¿Cómo el ya conocido ensayista de Los viajeros de Indias y de La huella perenne había pasado de la reflexión, expresada en la prosa de un ensayista, siempre inspirado en los sucesos de la historia y en la práctica de la historia psiquiátrica, que fue el primero en cultivar entre nosotros, a la escritura de una ficción. Cómo había sido el sendero tomado desde el momento en que comenzó a escribir un estudio psiquiátrico sobre su personaje hasta darse cuenta que ante aquella criatura se había quedado sin palabras, “me encontré de pronto impedido de hablar…y dejé que las ideas y las palabras, por ellas mismas, encontraran su forma”(p.9), como leemos en la novena línea de la advertencia de su obra. Así nació el novelista Herrera Luque, así nació la técnica que aplicó a su cultivo de la novela histórica, es decir usó “la historia verídica, fabulada y verosímil”(p.9), que él dijo. Lo que más tarde llamó “la historia fabulada”. Aquello que hizo, según nos los escribió en una carta desde Ciudad de México(mayo 3,1976): “En el comienzo lo hice para dar vida al novelista que siempre presentí había en mi”.

Para asomarnos al periplo que venimos describiendo hay que decir que ser narrador era una vocación que estaba implantada en Herrera Luque desde muy atrás, desde la adolescencia. De hecho su vida literaria no se había iniciado con la publicación de sus dos primeros folletos en 1957, ni con la edición de Los viajeros de Indias, su obra angular. Se había iniciando cultivando la literatura, a los quince años con su cuento “El carretón del diablo” que su abuelo Andrés Herrera Vegas(1871-1948) había hecho publicar en la revista de la Liga antituberculosa que dirigía. Y con la escritura de una primera novela Doña Eufrasia o la vida galante de un señora decente, redactada a los diez y ocho años, que la mamá de amigo suyo, Micaela Fernández de Espinosa, llamada por todos Mila, destruyó por considerarla obra pornográfica. Pero que sería lo pornográfico para aquella buena señora que no poseía ninguna formación literaria, ni lecturas que ya tenía aquel joven creador. Esa narración es un eslabón que hoy nos hace falta para una más honda comprensión de la obra de Herrera Luque, es de hecho la génesis del narrador. ¿Es que acaso alguién tiene derecho a destruir el trabajo intelectual de otro, por más joven que sea?. Además, era lógico que la señora Mila confundía lo erótico con lo proográfico, dos maneras distintas de penetrar en la conducta de una mujer, como era el caso[1].

La nueva etapa de su vida, que inició con la publicación de Boves, el Urogallo, comenzó con dos elementos, ambos nos sirven para acercarnos al proyecto en el comenzó a trabajar en 1969, el mismo año en que perdió, por maniobras propias de las oscuridades sinuosas de la vida universitaria, perseguido por “la diabólica envidia” que dice Polanco Alcántara[2]. Por ello se entregó aquella tarea, fue una forma de exorcizar aquellos fantasmas.

[1] Existe también una novela de Laureano Vallenilla Lanz(1912-1971), el exministro de Pérez Jimenez pero intlectual de fuste, sobre todo en sus libros principales, dos novelas y un libro de memorias. Precisamente en la titulada Fuerzas vivas. Madrid: Editorial Vaher,1963.282 p., que es a la que nos referimos, en la que se ha confudido a su fascinante persoaje femenino con lo pornográfico, nos referimos a la protagonista de esa ficción, mujer de liberada vida sexual en años treinta y cuarenta del siglo XX. Este libro es por su ascedencia sexual la primera novela erótica de nuestra literatura. Fuerzas vivas fue poco conocida entre nosotros por haber circulado muy pocos ejemplares en Venezuela, de su única edicion, hecha en España. Los pocos ejemplares leídos fueron los que recibieron por correo los amigos de su autor, quien vivía en el exilio en Francia, desde la caída de la dictadura. Pero tiene sentido dentro de la interpretación de lo que hemos llamado la pregunta sobre el erotismo, más desarrollado en el siglo XX que en el XIX en el proceso de nuestras letras. [2] Tomás Polanco Alcántara: “Franciso Herrera Luque” en Venezuela y sus personajes,p.496.


El primer insumo que tenemos es su artículo “Boves en la voz de los viejos”, publicado en El Nacional[1], nueve meses antes de la aparición de la novela, cuando esta estaba ya más que bosquejada, de hecho su primer lector, su amigo el profesor Augusto Germán Orihuela(1920-2001), ya había repasado sus renglones y lo había estimulado a proseguir. El segundo fue la carta que nos dirigió a los pocos meses. Siempre le hemos dado un especial valor al artículo al cual nos referimos pues, tras leer la novela, una vez apareció, comprendimos que el esquema de la misma está trazado en el artículo. En él expresó:



BOVES EN LA VOZ DE LOS VIEJOS


“Quizá por esa irefrenable vocación por lo absurdo que tenemos los psiquiatras, siempre me ha tentado estudiar la personalidad de José Tomás Boves(1782-1814), el antihéroe por antonomasia de la vida venezolana, el paladín de la antirepública, la negación de Bolívar.

La historia convencional lo pinta como un hombrón de sonrisa canina y mirada centellante, capaz de estuprar a una novicia présbite y de tener en ella una orgía a caballo. Su paso está marcado por el incendio, el saqueo y el crimen. Sus desmanes parecen cuentos de [Alfred] Hichtcock o del Monje Loco.

Como un fornido y viril Nerón, gustaba de combinar la música con el crimen. Había una sonata gachupina, llamada el Piquirico, que excitaba sus impulsos homicidas. En Valencia se la hizo bailar a las mantuanas, mientras en la acera de enfrente tronaba el pelotón de fusilamiento que desgonzaba a sus maridos. Sobre él hay toda clase de cuentos y consejas como para dejar chiquito a un psicoanalista confeso. Se llegó a decir, incluso, que era hijo de el Diablo y de una bruja horrenda, a quien Satanás, quien al perecer no era muy exigente, violó a la orillas de un río. En fin, un verdadero monstruo a quien Venezuela puede presentar sin complejos, en la galería de la fama al cabo de Pizarro, Calígula o el próximo Ministro de Hacienda.

A pesar de todos estos hechos ciertos y demostrados, Juan VicenteGonzález(1810-1866), llegó a afirmar para escándalo de sus contemporáneos, y de los que siguen, que fue el primer “caudillo de

[1] Francisco Herrera Luque: “Boves, en la voz de los viejos”, en El Nacional, Caracas: septiembre 9,1971, Cuerpo C,p.1.


la democracia venezolana”, un jefe amado y venerado por sus hombres; y respetado por patricios idóneos como Roscio, Duarte y Figueredo.

Como yo no le doy mucho crédito a los historiadores épicos, y en particular, si están ansiosos de describir patéticos el parto de la República, siempre me pregunté, siguiendo la línea del obeso y polémico historiador, si Boves fue realmente un antihéroe y polémico como quieren todos, por qué entonces hay una serie de señales alrededor de su personalidad, que sólo se dan en los catalizadores de los grandes procesos históricos?.

En el Llano, monte adentro, a donde no llegan los investigadores de archivos y papelotes, la imagen del Taita, como lo llamaban sus seguidores, continua presente y omnisciente, y se le invoca y se le reza en silencio, como a esos dioses celtas a quien la iglesia católica expulsó del culto. En Guayabal, Cazorla y El Rastro viven los descendientes de aquellos feroces lanceros que le acompañaron desde el Orinoco hasta Úrica en terrible cabalgata. Hay que verle la cara a esos viejos llaneros cuando se les pregunta sin respeto y sin tacto, por las andanzas de aquel agitador astur. Primero, ponen la cara estrecha, escupen largo y nos responden esquivos sobre una serie de hechos vagos, confusos y contradictorios que en primer momento impresionan como una ausencia total de información. Pero si logramos demostrarles que no somos representantes de la religión oficial. Sino jueces imparciales que pretendemos redimir la verdad entonces veremos nacer las más hermosas herejías. Boves ya no es la replica española de un Atila en Tierra Firme, sino el Taita de quien contaba el abuelo bellas hazañas rebosantes de coraje, colorido y justicia expeditiva. Nos contaron, por ejemplo, que la culpa de todo la tuvieron los ricos de Calabozo que lo hicieron azotar en la plaza, además de matarle a un hijo, y todo porque se les quiso igualar mandando tropas contra los españoles. Dicen asimismo que era, como todos los héroes populares, bueno y generoso para con los desposeídos y terrible para los soberbios, o sea los que escribieron historia.

“El no era malo... pero lo hicieron malo” me dijo un zambo viejo que tiene su pulpería en Ortiz y que le enciende sus velas al Caudillo, cuando lo conmina al pago el mayorista, llega al pueblo el gobernador o se le hace más angosta la calle polvorienta.

Con un grabador a cuestas y aire de buhonero recorrí los caminos del Taita e interrogué a los viejos y a las familias patricias que se cuentan la historia de padres e hijos. Hablé mucho y caminé más, y de tanto oír supe, que si José Tomás Boves tenía sus defectos como era degollar de vez en cuando a un millar de enemigos, era un tipo simpático por lo demás, tornado y dicharachero, de buen plantaje y de buen ver por el que suspiraban lánguidas nuestras dulces bisabuelitas.

Todo esto discrepa con la crónica oficial; pero yo lo creo, porque estaba “en la voz de los viejos, que como dice Gillermo Meneses(1911-1978), tiene peso y valor de semilla”.


UNA MISIVA


Leído aquel artículo, joven escritor entonces, de veinte y cuatro años, le enviamos una carta con una de sus pacientes, querida amiga nuestra, con la que compartía la admiración por el autor de Los viajeros de Indias. En síntesis nuestras preguntas, parecieron no gustarle todas, era que como un tratadista de hechos serios de nuestra historia como lo veíamos, nos sorprendía que fuera a cambiar de método, a dejar las bibliotecas y los archivos e irse con un grabador por los caminos de la Venezuela profunda. Ignorábamos entonces que lo que había hecho era escribir una novela y que el viaje realizado era para documentarse en las voces de la tradición. Nos contestó la carta que copiamos a continuación (enero 10,1972), en donde otra vez está trazado el esquema de Boves, el Urogallo. Esto fue lo que nos dijo:



“Mi estimado amigo:

Antier, y con bastante atraso, recibí su carta del 11 de noviembre, la cual me apresuro en contestar tanto por el interés que usted merece como por su deseo, de que ampliemos en una entrevista este diálogo epistolar, siempre constructivo o insuficiente. Pero como a usted le gustan “los archivos y los papelotes” me permito responderle por escrito a algunas de las objeciones que hace a mi ensayo sobre “Boves en la voz de los viejos”.

En primer lugar pone en boca mía una afirmación que jamás he hecho, como es haber escrito una biografía “científica” de Boves partiendo de las tradiciones orales recogidas a la manera de [Oscar]Lewis(1914-1970). Yo tan sólo he dicho que el recoger por tal sistema una serie de hechos, he encontrado nuevos aspectos, los que no corresponden a la historia oficial (siempre escrita por los que ganan). Luego de estudiar minuciosamente la bibliografía existente (que no es muy extensa que digamos) y de hacerlo igualmente con su espacio y con su tiempo (ya más amplia) elaboré mi hipótesis de trabajo sobre cómo era la psicología del personaje. Teniendo por asidero los principios fundamentales de la Psicopatología de la Personalidad, de la cual tengo alguna experiencia y obras, y partiendo del material documental y recogido en la tradición, elaboré un semblanza psicológica de este célebre personaje de nuestra historia, yendo de lo estructural y definitivo hacia el verosímil o factible; con(ello) dábamos lugar a un Boves, que si podría ser cuestionado “sensu estrictus” desde el punto de vista científico era mucho más real y coherente desde este nuevo enfoque, como suele suceder en realidades humanas y sociales cuando son analizadas ingenuamente (como preconiza la fenomenología). Aunque tentado por un material tan estupendo no pude menos que recordar mi condición de hombre de ciencia que también usted recuerda, y renuncié a la idea de hacer una biografía, como usted y yo la concebimos; pero jugando y jugando me fue saliendo de entre las manos una novela, que algunos amigos han considerado publicable. Esa es la historia y no otra. He escrito una biografía novelada donde es lícito hacer aparecer la imaginación en grado y medida conveniente. No sé cuando la publique ni qué méritos literarios tendrá; lo único que puedo decirle es que no tiene ningún valor científico, valor que por otra parte jamás he mencionado; de modo que encuentro fuera del lugar sus argumentaciones y objeciones sobre el particular, de la misma forma que me sorprende y lastima un tanto, la pobre formación epistemológica que me atribuye, el recordarme los deberes y caminos que he de acatar y seguir en mis investigaciones. Si a estas alturas de la vida no conociera yo el valor del testimonio literario dentro de la antropología o el papel que le podemos adjudicar a la tradición, no creo que merecería la atención de un hombre como usted. ¿No le parece?.

En lo que se refiere al tono desdeñoso que capta en mí al referirme a los “investigadores de archivos y papelotes”, debo aclararle o recordarle que en sano ensayo de humor, como es el que pretendo practicar en El Nacional, es lícito reírse de vez en cuando de todo lo solemne y de uno mismo, ya que si hay algún historiador de archivos y de papelotes ese soy yo, como lo podrá comprobar usted mismo tanto en la obra que le envié como en esta segunda edición de Los Viajeros de Indias que le adjunto.

Yo comprendo y acepto que usted como muchas otras personas tenga una imagen negativa, sea de mi obra o de mi persona.No es cosa fácil ni productiva echarle en cara a un pueblo sus lacras e iniquidades por más que una lección semejante sea expresión de amor y de una firme voluntad terapéutica; pero cuando un hombre de su talento e indispensable equidad nos echa en cara errores que no cometimos o nos señala caminos buenos de andar para los que se inician nos invade un desconcertante estupor al comprender de pronto la terrible resistencia que producen en Venezuela, estos veinte años de tenaz y doloroso esfuerzo. Mucho me gustaría platicar con usted sobre estos temas en el momento y circunstancias que usted elija. Por los momentos reciba un cordial abrazo de este amigo que lo aprecia:

Francisco Herrera Luque.


Esta es para nosotros la génesis de aquel libro que estaba contenido en su espíritu, como lo estaban, aunque no lo sabía, la tarde de aquel viernes en que de regreso a casa del trabajo nos encontramos con el ejemplar de la primera edición que nos había remitido, con bella dedicatoria[1].

Y por cierto, nosotros no teníamos ningún concepto negativo sobre él. Ya habíamos comprendido que vivió siempre entre los que lo elogiaban y los que lo criticaban. Este fue su destino.


EL DESPERTAR DE UN NOVELISTA


La primera novela de Francisco Herrera Luque(1927-1991) es Boves, el Urogallo[2], esta se ha convertido en el libro venezolano más leído en las últimas cuatro décadas. Los otros dos son Piedra de mar(1968), de Francisco Massiani(1944) y El mago de la cara de vidrio(1973) de Eduardo Liendo(1941), las tres con un millón de ejemplares impresos.

[1] Por cierto si bien tenemos dos ejemplares de la edición príncipe en nuestras estanterías, hemos perdido aquel ejemplar. Lo prestamos a la esposa de un amigo que deseaba leerlo, nos lo devolvió tiempo después, estaba todo roto y le había arrancado la página de la dedicatoria:¡tal el poder de la envidia!. Nos recordó aquello que vimos escrito en una biblioteca en tierras de Andalucía: “Libro prestado, perdido o estropeado”. O aquel que lee en la puerta de la biblioteca de la Universidad de Salamanca, según el cual quien robara un libro de la benemerita colección sería castigado por el Papa con la excomunión. Cosas veredes, Sancho amigo, le dijo don Quijote a su fiel escudero. [2] La protesta de la Sociedad Bolivariana puede leerse en Revista de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, Caracas, n/ Vol. XXXII, n/ 105, 1975,p.8-13.


Volvemos aBoves, el Urogallo. Debemos indicar que cuando su autor preparó la doceava edición(1980) revisó cuidadosamente el libro, una obra que desde su primera edición fue afortunada creación tanto de lectores como de crítica. Le añadió entonces, para responder las observaciones polémicas que se hicieron sobre su obra, especialmente la idea falaz que se tuvo en ciertos sectores de que él había alterado la historia del protagonista de su novela, expresado públicamente especialmente cuando José Ignacio Cabrujas(1937-1995) escribió su versión de la novela para la pantalla chica(Radio Caracas Televisión,1974), protagonizada por nuestro gran actor Gustavo Rodríguez(1947-2014) y con María Eugenia Domínguez como Eugenia, la protagonista femenina. En aquel momento la Sociedad Bolivariana de Venezuela produjo una protesta pública, lo que obligó a Herrera Luque a responder, desde México, en donde era nuestro Embajador(1974-1977), que era impósible decir que su Boves era distinto al Boves de la historia[1]. Fue como consecuencia de esto, y como producto de una narración que siempre produjo admiración, juiciosas interpretaciones y constantes controversias, que Herrera Luque decidió ofrecer una edición crítica y anotada de su libro, indicando claramente que era lo histórico y cuales eran los elementos de ficción utilizados para la creación de su novela. Así la edición de 1980 incluía varios apéndices, “Historicidad de los hechos”(p.295), 118 “Notas marginales”(p.296-310), “Análisis socio-psiquiátrico de la personalidad de José Tomás Boves”(p.311-323), “Tabla cronológica de José Tomás Boves”(p.324-331), esta incluye un cuidadoso “Itinerario de José Tomás Boves”(p.235-331) relativo a los años 1812-1814, que fueron los de la esencia de su acción pública y criminal. Incluyó también un “Glosario”(p.332-328) y los “Refranes y locuciones venezolanas”(p.339). De estos apéndices son fundamentales dos: las 118 “Notas marginales” las que permiten a quien desee comprender

[1] Su declración fue: “Nadie puede decir que mi Boves es distinto al Boves de la historia”, en El Nacional, Caracas: diciembre 24,1974.


los fundamentos de la obra cada uno de los pasos de su creador, de donde tomó cada hecho o cuando fabuló.

Comenzado por Boves, el Urogallo, desde su impresión de 1980, y siguiendo en adelante sus novelas posteriores En la casa del pez que escupe el agua, desde su edición de 1978, Los amos del valle, La Luna de Fausto y Manuel Piar, caudiilo de dos colores, tuvieron estas anotaciones, hechas siempre para rebatir a aquellos que pensaban que lo que se leía en sus ficciones era solamente invención suya.

Los cuatro reyes de la baraja(1991) no llevan anotaciones pues esta fue terminada el día anterior a su deceso. Sin embargo, entre sus papeles hallamos varias páginas con las primeras anotaciones de lo hubiera podido ser, si la parca no se se hubiera interpuesto, lo que él denominaba las “Notas marginales”, Estas merecieron, en el caso de Manuel Piar, caudillo de dos colores un cálido elogio por parte del escritor Manuel Caballero(1931-2010) al anotar:


“Todo proviene como decíamos al comienzo de la mala conciencia. Herrera Luque se sabe pisando un terreno minado: la santa indignación de los bolivareros lo está esperando para hacerlo volar apenas le descubra un paso en falso. Por eso ha llenado sus pies de páginas con un pesado aparato crítico que ya quisieran para sus propios textos algunos historiadores profesionales. El escrúpulo por evitar que se le considere mentiroso es tan grande…Leyendo al Piar de Herrera Luque…en general leyendo sus novelas, hemos sentido lo mismo, que hace muchos años, nos provocaban las novelas de Alejandro Dumas(1802-1870)”[1]


También es claveel análisis psiquiátrico de la personalidad de Boves, un estudio científico que constituyó el origen del libro, como él mismo lo indica al inicio de la narración: “En un comienzo me asomé a él con la metódica del sistematizador, pero me encontré impedido de hablar, por eso puse de lado lo que me enseñaron y dejé que las ideas y las palabras, por ellas mismas,

[1] Manuel Caballero: El orgullo de leer. Primera serie. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1988.269 p. Ver:”La mala conciencia de Francisco Herrera Luque”(p.241-247). La cita procede de la p.243-244, 247.


encontraran su forma”(p.9), fue allí en donde nació el novelista que todos han conocido y gozado en sus obras en las últimas cuatro décadas, las cuales nunca ha dejado de reeditarse.

Esta edición que llamamos crítica y anotada, lo que no es habitual en las novelas históricas, es la que se ha seguido publicando en las siguientes catorce ediciones del siempre afortunado libro, que pasa del millón de ejemplares impresos, en sus ediciones castellanas y en sus traducciones. Seguimos en esta nueva lectura del libro, la sexta que hacemos, la edición vigésimo cuarta, de ella proceden nuestras citas. A la edición de 1980 la consideró Herrera Luque la versión definitiva de su novela.


¿CUAL FUE EL PROYECTO?

Al leer de nuevo Boves, el Urogallo creemos que se debe comenzar por dibujar ante sus lectores el proyecto desde el cual trabajó Herrera Luque, fundamento que subyace en el conjunto de los libros de ficción que dejó escritos, tanto los que publicó en la vida como los de circulación póstuma, Los cuatro reyes de la baraja(1991), 1998(1992), El vuelo del alcatraz(2001) y el Bolívar en vivo(1997), este último aunque ha sido leído como una novela en verdad es una entrevista imaginaria, que es un género dentro del cual calza, modo bien conocido en nuestro tiempo, dentro del cual tiene la bibliografía venezolana una obra paradigmática, las Confidencias imaginarias de Juan Vicente Gómez(1979), de Ramón J.Velásquez(1916-2014) ya con catorce ediciones[1].

Teniendo esto en cuenta es bueno señalar que la esencia de la escritura literaria de Herrera Luque es, como lo expresó la psicóloga Senta Essenfeld, “el análisis insolente, real y terrible del gran hogar y de la gran

[1]Ramón J.Velásquez: Confidencias imaginarias de Juan Vicente Gómez.14.ed. Caracas: Ediciones Teura, 2008. 398 p., su primera edición fue impresa en 1979.1


familia”[1], aquel país que formamos los venezolanos, el periplo de nuestras angustias, de sus escasos logros y de nuestras muchas frustraciones, la búsqueda del por qué nuestra evolución es la propia de lo que Herrera Luque denominó “la historia detenida”, “esa fijación injustificada a situaciones pretéritas es lo que en mi opinión hace sufrir tanto a Venezuela. Es lo que alguna vez llamé la “historia detenida”[2].


¿CUAL FUE SU MEJOR NOVELA?


Como nos estamos refiriendo a la primera novela de Herrera Luque cabe responder aquí a una pregunta que siempre se han hecho los lectores de su obra, y los críticos incluso: ¿cuál es su mejor novela? Es una interrogante interesante. Para algunos de sus interpretes, como es el caso de Jesús Sanoja Hernández(1930-2008) esa obra es La luna de Fausto, cosa que justificó ampliamente en el examen que de ella hizo.

Pese a esa opinión, que nosotros no compartimos, pese a considerar el valor hondo de La luna de Fausto. Ahora expresaremos el por qué de nuestro punto de vista.

Sin embargo, Sanoja Hernández, y también Gonzalo Jiménez, inició su examen, comenzó su incursión, con una observación que no pertenece a la crítica literaria sino a la sociología de la literatura, es decir aquella rama del saber que establece conclusiones que parten de la consideración de la literatura como realidad, fenómeno o institución social, en tanto que relaciona las obras literarias y sus creadores, la sociedad y el momento histórico en que nacen, y la orientación política que las inspira. Se la denominado últimamente también socio-crítica, concentrándose esta exclusivamente en las estructuras

[1] Senta Essenfeld: Lo que nunca se dice. Caracas: Monte Ávila Editores,1991. 148 p. Ver:”Un pez y un país”(p.296-299).La cita procede de la p.296. Se incluyen también la carta de Herrera Luque comentando este análisis(p.300-302) y la respuesta de la autora(p.303-305). [2] Francisco Herrera Luque: “La historia detenida” en La historia fabulada, t.III,p.189-194. La cita procede de la p.194.


textuales y su relación con la sociedad, a diferencia de la sociología de la literatura que aborda también todo el proceso de producción, distribución, reedición y recepción de las obras. Así las áreas de la sociología de la literatura y de la crítica son distintas. Se hace sociología de la literatura cuando se indica, como lo hace Sanoja Hernández al decir: “Sus numerosos libros lo revelaron como un autor casi comercial, pero con la publicación de La luna de Fausto…quedó inscrito en nuestra literatura”[1] y Gonzalo Jiménez, en la misma obra, por lo demás magnífica en cada una de sus páginas, “Herrera Luque fue considerado el escritor venezolano con mayor éxito de público…El éxito editorial lo ubicó en una posición difícil en el mundo literario venezolano: los lectores se volvían fanáticos de sus libros, pero la crítica académica siempre le negó el reconocimiento, al considerarlo casi un autor comercial”(p.26).

Este esta es una observación para nosotros falaz, ya que se asienta más en lo para-literario que en el análisis propio de un escribir, que es el campo del análisis crítico. Esto siempre pesó en Herrera Luque, al parecer nunca se le perdonó su éxito de lectores. De hecho sabemos cómo en nuestro país nunca se ha perdonado el éxito a quienes lo han tenido, caso Herrera Luque, pues Venezuela siempre ha sido mala madre de sus mejores hijos, basta recordar los casos de Francisco de Miranda(1750-1816) hecho preso por sus propios compatriotas; del propio Simón Bolívar(1783-1830), expulsado de su patria en 1830; de Teresa Carreño(1853-1917), hasta el piano que trajo le fue embargado en Caracas; de Rafael de Nogales Méndez(1879-1937), siendo una figura universal, a su regreso del exilio en 1936, en ese momento era una figura más prominente que el propio Presidente de la República,

[1] Varios Autores: 50 imprescindibles. Idea, compilación y edición: Jesús Sanoja Hernández. Caracas: Fundación para la Cultura Urbana,2002, XXIII,618 p. La cita procede de la p.23. Ver en esta obra el estudio de Sanoja Hernandez:”Un psiquiatra entre la realidad y la ficción”(p.31-33) y también Gonzalo Jiménez:”Una obsesión llamada Felipe Hutten”(p25-30).


pese a ello fue nombrado solamente Jefe de la Aduana de La Vela de Coro; el doctor Caracciolo Parra Pérez(1888-1964) el primer diplomático venezolano del siglo XX, quien después de haber encabezado, en nombre del país, el logro internacional más alto para la nación en 1945, haber sido uno de los cuatro miembros fundadores de la Organización de las Naciones Unidas en San Francisco, a su regreso fue reemplazado,¿destituido?, de la Cancillería; la tragedia que vivió, tan parecida a la de Miranda en 1810, Carlos Delgado Chalbaud(1909-1950), a quien los mas bajos intereses facilitaron su eliminación física o Humberto Fernández Morán(1918-1999), el mas grande científico venezolano del siglo XX a quien no se permitió regresar ni siquiera a morir en su patria, ello por el delito de haber sido ministro de Pérez Jiménez durante diez días(enero 13-23,1958). Entre estos perseguidos, exilado interior, se encontró Herrera Luque a quien se le puso el sanbenito de “comercial” pues nunca se le perdonó ser, además de un muy buen escritor, un venezolano auténtico, plenamente ético, que denunció todas las corruptelas de la democracia, se le llegó a vetar, por Simón Alberto Consalvi(1927-2013) de la nómina de los cien grandes venezolanos, uno de los cuales fue él. Su lado vulnerable fue el interés que sus libros suscitaron, por ello se le llamó “best seller” en vez de analizar su escribir, señalándose que era solamente el autor “más vendido”, que lo fue y lo sigue siéndo a veinte años de su deceso. Se prefirió decir aquello en vez de analizar su escribir, se dejó de lado que la suerte de ventas era producto del interés que su meditación venezolana, a través de lo que denominó la “historia fabulada”, suscitó, y sigue haciéndolo, en miles de lectores quienes siempre tuvieron hondo interés, y afecto, por su obra, en la que encontraron las respuestas a sus interrogantes que como venezolanos se hacían y hacen, a la inquietante inquisición, en el sentido borgiano del término, al qué somos, cómo somos, por que somos, por qué tan poco hemos logrado teniendo todos los recursos para hacerlo.

Hay otra observación aquí que hacer: cuando se llamó “best seller” a Herrera Luque, para quitarle méritos a su obra. Incluso de hecho poco entendimiento tenían los que lo dijeron de la características “best seller” dentro de la explosión del libro en nuestro tiempo, que con tanta atención examinó Robert Scarpit(1918-2000)[1]. “Best seller” es dos cosas: uno el libro más vendido. Dos: el libro fabricado por editoriales especializadas para provocar un fenómeno de altas ventas. A la primera categoría pertenecen grandes libros, altísimas obras literarias, históricas y de pensamiento. A las primeras, en su caso dentro de la bibliografía venezolana, pertenece Herrera Luque, por la calidad de su escribir y los modos de su pensamiento, son los suyos. Son numerosas las obras, “best sellers” por sus muchas ventas, pero hondas y densas que se pueden citar, incluyendo las suyas. Las de Herrera Luque a la vez son “best sellers”, los libros más vendidos, no los libros fabricados para provocar altas ventas, pero dentro de la especial, a veces tan escasa, circulación del libro venezolano, no dejan de ser singulares. El ha sido en ello excepcional. De hecho sólo el maestro Rómulo Gallegos(1884-1969) logró las ventas y traducciones que él también logró. Nuestros demás autores, incluso en nuestras obras mayores, a veces les costó pasar de varias ediciones, algunos, obras magnas, ni siquiera pasaron de la primera edición, y ello no les quita un ápice de su valor creador. Eso, desde luego, nos les quita valor alguno al esplendor de su escribir, de hecho la sucesión de ediciones pertenece al examen del mundo editorial, a la sociología de literatura y no al valor intrínseco del crear literario que es lo que interesa a la historia literaria. Ello hay que tenerlo en cuenta al valorar a Herrera Luque, al calificarlo despectivamente como “best seller” para deprimir su valor, como si ello le quitara esencia a su escribir.

Por ello discrepamos de lo que en esta parte de nuestra interpretación de lo representa lo dicho por Sanoja Hernández y Jiménez, que aquí tomamos como ejemplo

[1] Robert Scarpit: La revolución del libro. Madrid: Alianza Editorial,1968.205 p.


de tan falaz punto de vista, el que cual no puede sostenerse desde el punto de vista del análisis literario. El valor de una obra, que es lo que interesa especialmente al examen analítico de la literatura, no tiene relación con el éxito, con las constantes ediciones. Desde luego hay que ver con buenos ojos, en la sociedad de masas en las que vivimos, que una obra multiplique sus ediciones porque así llega a muchas gentes, pero no comprender que es la amplia y rigurosa lectura, que es lo primero que suscita una obra literaria, lo que explica que las ediciones se agoten. Y no lo contrario. No compartimos lo expresado en esa parte de sus juicios por Sanoja Hernández y Jiménez, respetamos, desde luego, con todo el sentido volteriano que podemos, lo dicho por ellos, “No comparto lo que dices, pero defenderé hasta con la vida tu derecho a decirlo” dijo el gran pensador galo. Y nosotros estamos con ello, forma parte de nuestra militancia intelectual.

En verdad a diferencia de lo que escribió Gonzalo Jiménez, en el mismo libro en donde está el artículo de Sanoja Hernández, “El desdén de la crítica cambió con la aparición de La luna de Fausto…Hoy ha sido revaluada La luna de Fausto como el libro más acabado del autor”[1]. Tampoco concordamos con ello como pasamos a exponerlo. La luna de Fausto es una muy buena obra, magnífica, pero lo es en el contexto, en el desarrollo de todo el conjunto del crear herreriano. En todo lo que hemos citado hay varios mal entendidos, producto de malas lecturas críticas, o más bien de apreciaciones a-críticas. Primero están los factores que pertenecen a la sociología de la literatura, a los que ya nos hemos referido, los cuales no deben ser confundidos, como se ha hecho, Sanoja Hernández y Jiménez son sólo ejemplos, sobre todo en las primeras partes de sus trabajos porque cuando dejan lo extra-literario y analizan lo hacen con certeza a pesar de la brevedad con que lo hacen.

Lo primero que hay que decir, en contra de lo que dice Jiménez, es que Herrera Luque, desde que publicó Boves,

[1] Gonzalo Jiménez en Varios Autores: 50 imprescindibles,p.26-27.


el Urogallo,”para dar vida al novelista que siempre presentí había en mi”, como nos lo escribió en una misiva, estuvo dentro de la literatura y de una manera absolutamente cierta. Son pocos los escritores que pueden iniciar su periplo creador con un libro tan cierto, tan redondo, que atrape a su lector como le sucede cada vez que se le relee. Y eso que dice Jiménez que “la crítica académica le negó el reconocimiento”(p.26) no es tampoco exacto, es producto de escribir sobre temas literarios, como lo hace él, sin haber examinado previamente toda la crítica publicada sobre el autor objeto de su estudio. En verdad, desde la aparición de Boves, el Urogallo, a las pocas semanas de su primera edición, un buen número de serios críticos y estudiosos de la literatura, de la historia e incluso de la política, porque no se debe olvidar lo que dijo Voltaire(1694-1778), “la historia es la política del pasado”, expresaron sus opiniones sobre el libro. Y ello continuó así en cada uno de sus novelas, pese a ello miembros de la comunidad intelectual le negaron la aceptación, pero mientras negaban, lo que era imposible hacer, los valores ciertos, creadores, de sus libros, las gentes se volcaban sobre sus obras. Y debemos decirlo, porque hemos hecho el registro de cada uno de los artículos, favorables y desfavorables, comprensivos y críticos, que sostienen nuestro análisis, pocos son los escritores venezolanos, que desde la década de setenta, cuando apareció Boves, el Urogallo, han obtenido tal cúmulo de comentarios, casi siempre provenientes del mundo académico, que Jiménez le niega haya aceptado la obra de Herrera Luque, juicios de cada uno de sus libros y después capítulos en las historias literarias, ponencias y tesis universitarias, tanto dentro del país como en el exterior, especialmente en las universidades de los Estados Unidos. Y además traducciones de sus narraciones a lenguas europeas.

Ahora bien, hay más. Si bien La luna de Fausto fue celebrada, constituía el logro de una sostenida carrera de un novelista, era una piedra más del edificio construido sin prisa pero sin pausa a lo largo, en ese momento, de una década. Pero si se examinan todas las novelas de Herrera Luque sin perjuicios, es decir sin juicios previos, se verá la unidad y continuidad de su proyecto y se podrá observar el sostenido trabajo que hace que cada obra sea exactamente bien imbricada, bien realizada, cuidadosamente hecha, cada una fue escrita siete veces, las siete versiones de La luna de Fausto, por ejemplo, pueden leerse hoy en la sección de Libros Raros y Manuscritos de la Biblioteca Nacional a la cual nosotros, a quien Herrera Luque las obsequió una vez publicado el celebrado libro, enviamos, a través de su viuda, para que los estudiosos de nuestras letras tuvieran acceso a ellas y pudieran comprender su proceso creador.

La obra novelística de Herrera Luque constituye un esfuerzo sostenido y es por ello que es tan difícil decir cual de sus novelas es mejor que otra. Solo que lo que sucedió ante La Luna de Fausto fue que por haber porfiado el mundillo de nuestros escritores en negar al escritor Herrera Luque fue tarde cuando descubrieron el valor de lo que había hecho. Y la negación vino en buena parte por ser Herrera Luque un demócrata liberal en una época en que los marxistas dominaban nuestra escena cultural, antes de la caída del socialismo autoritario en Berlín(noviembre 10,1989). Pero ello no era novedad entonces, pese a la admiración que tuvimos de La luna de Fausto, en nuestro caso desde las tardes que en sentados en su biblioteca de su casa de Altamira, en la avenida 12, Quinta San Martín, lo escuchamos leernos su novela, una obra, desde luego, que se puede decir que al comenzar a escribirla le era bien conocida toda su documentación por el hecho de ser Herrera Luque uno de los principales estudiosos de nuestro siglo XVI, junto a Isaac Pardo(1905-2000) y Guillermo Morón(1926), en su caso a través de Los viajeros de Indias.

Pero si ello era así igual habían sido sus novelas que tenían como tema la sociedad Mantuana de Caracas, o aquella excepcional obra Manuel Piar, caudillo de los colores(1987), todos los pasos de cuyo proceso de escritura seguimos, esta era una obra que estaba contenida en él, en su espíritu, lo comprendimos temprano discutiendo su tema con él. Y es un libro tan bien parido que es imposible dejarlo cuando se ha comenzado su lectura, cosa que nos ha sucede a nosotros cada vez que lo releemos. Este libro, tan perfecto como La luna de Fausto, fue publicado cuatro años más tarde de su novela sobre Felipe Hutten(1511-1546), sobre todo sobre su atroz ejecución al pie de la Sierra de Coro.

¿TENIA ANTECEDENTES ESTA VISION DE NUESTRA HISTORIA?


Para entrar a tratar lo relativo a Herrera Luque como novelista histórico debemos indicar que la novela histórica fue creada en Inglaterra, en el siglo XIX, por Walter Scott(1771-1832) desde su Ivanhoe(1819). En España la primera novela histórica fue la de Rafael Húmara Salamanca: Ramiro, Conde de Lucena, publicada en 1823. Pero hay que añadir también que la tradición de la novela histórica es fundamental en la novela latinoamericana, esta, por poco, no se inició con una novela histórica, porque si de hecho nació en 1816 con El periquillo sarniento, de tendencia picaresca, del mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi(1776-1827), de una década más tarde es la primera novela histórica latinoamericana, Xicotencatl, impresa en 1826, en castellano, en Filadelfia, en los Estados Unidos, de autor anónimo. Pero la aceptación del género entre nosotros fue muy rápida: cuando apareció Xicotencatl apenas hacían siete años de la circulación de Ivanhoe y tres de la edición de la de Húmara Salamanca. Sin embargo, no hay que olvidar, siempre que se trate de la novela histórica, que con el paso del tiempo, como bien lo indicó Uslar Pietri, las novelas se transforman en novelas históricas pues todas, aunque no hayan sido concebidas como novelas históricas, revelan un tiempo y unos seres, un aquí y un ahora preciso, ya que como indica el maestro de Las lanzas coloradas, que el gran “tema dramático[de la novela] era la muerte y resurrección del pasado en el presente…el tema verdadero de la novela es el tiempo y en la medida en que está incorporado a ella la convierte en historia…Podría acaso decirse, sin ánimo de paradoja, que toda novela es histórica por naturaleza, menos, precisamente, el caso extremos de la novela llamada genéricamente histórica…Ya no podríamos leer La condición humana(1933) de [André]Malraux(1901-1976), o el Ulises(1922) de [James]Joyce(1882-1941), o El proceso(1925) de[Franz] Kafka(1883-1924) como los lectores de entre las dos guerras mundiales. Se han convertido en historia…De este modo toda novela es historia, voluntariamente o no, se propone detener y preservar un momento del acaecer, lo que constituye inevitablemente la tentativa absurda de sustraer del tiempo un fragmento de tiempo…También la evocación del pasado lejano queda sometida al tiempo…Toda novela que se proponga dar un testimonio de lo humano es coetánea inseparable del tiempo en que se escribe y de su circunstancia, aunque trate de sucesos que ocurrieron muchos siglos antes…la novela es la nueva, la noticia del tiempo y de su paso y por eso mismo es inescapablemente histórica. Escribe historia con su lenguaje, con su forma y con su contenido y es, acaso, en ella donde hay que ir a buscar el testimonio del pretérito, el fugaz momento del río de Heráclito, y no en las destilaciones documentales de los historiadores de profesión… estamos o no ante un discurso literario que contiene e incorpora el tiempo. Que es precisamente lo que hace que la palabra puede convertirse o no en literatura”[1].


Como Boves, el Urogallo fue la primera novela del ciclo de las de Herrera Luque es lógico preguntarse si tal modo de contar nuestra historia, dentro de los parámetros de ficción, tenía antecedentes en nuestras letras. Debemos indicar que sí, que siempre hubo el cultivo de la novela histórica en nuestra literatura. Desde sus orígenes, de hecho la primera novela publicada entre nosotros, Los mártires, de don Fermín Toro(1806-1865), que sucede en Londres, lo era, es de hecho nuestra primera novela social pues revela la situación de las clases trabajadores en la gran metrópolis capitalista, de hecho con esta obra, producto de sus propias observaciones durante el período en que don

[1] Arturo Uslar Pietri: “La historia en la novela” en Fantasmas de dos mundos,p.53-64.


Fermín fue diplomático en Inglaterra, se adelantó este gran venezolano a las observaciones que, años más tarde, hizo Federico Engels(1820-1895), el compañero de Carlos Marx(1818-1883) en la fundación del marxismo, del mismo asunto en la misma ciudad. Y la primera novela propiamente venezolana, por revelar la realidad y paisaje nuestro, Zárate, de Eduardo Blanco(1838-1912) lo es también por los sucesos y época que refiere, 1821 y años después, los tiempos posteriores al triunfo patriota en Carabobo.

Hay además en nuestra trayectoria lo que hemos denominado relatos verídicos de ciertos hechos, entre ellos “Boves, leyenda venezolana”, de Ramón Isidro Montes(1826-1889). Pero especialmente, verdadero antecedente de la obra de Herrera Luque lo son los Episodios venezolanos de don Francisco Tosta García(1846-1921), publicados en Caracas, con gran acogida del público, entre 1903-1915 en nueve volúmenes. Gustaron tanto que los lectores iban a esperar a la puerta de la imprenta de Rómulo A. García, en donde se tiraban los ejemplares, a terminaran de imprimirse para adquirirlos allí mismo, sin esperar a que llegaran a las librerías. Los Episodios venezolanos fueron una consecuencia de los célebres veinte volúmenes de los Episodios Nacionales(1873-1879) que sobre la historia española del siglo XIX escribió el gran Benito Pérez Galdós(1843-1920), cuyo libro mayor es Fortunata y Jacinta(1886). Pérez Galdós ha sido considerado el tercer gran novelista español, el primero fue don Miguel Cervantes y Saavedra(1547-1616) el creador de Don Quijote(1605), el segundo fue Leopoldo Alas, Clarín(1852-1901), el autor de La Regenta(1885), contemporáneo de don Benito y el tercero Pérez Galdós por Fortunata y Jacinta.

Otros antecedentes de lo que haría Herrera Luque, dentro de una personal concepción, los hallamos en dos libros a los cuales la crítica ha atendido poco: Los Riberas, historias de Venezuela(1957) de Mario Briceño Iragorry(1897-1958) y La cola del huracán(1968) de Víctor Manuel Rivas(1909-1965), separamos a estas, como las de Herrera Luque, del resto de nuestras novelas históricas por lo cercanas que están siempre a las novelas-verdad[1].



UNA CASA DE CARACAS


Siempre que se lee a Boves, el Urogallo hay que recordar que este libro forma parte de una trilogía que hace memoria de tres siglos de la vida venezolana, desde la fundación de Caracas(julio 25,1567) hasta la muerte del general Juan Vicente Gómez(diciembre 17,1935). Se trata de tres novelas, las cuales si las colocamos en el orden del suceder de nuestra historia deben organizarse así: Los amos del valle(1979), Boves el Urogallo y En la casa del pez que escupe el agua(1975).

Las tres suceden en muy buena parte en la llamada “Casa del pez que escupe el agua”, que recuerda una antigua mansión, situada en la esquina de Las Madrices, cercana a lo que en la colonia era la Plaza Principal, o Plaza Mayor, también llamada Plaza del Mercado, desde 1874 Plaza Bolívar, fue “una vieja casona de dos frentes y dieseis ventanas, centrada por un patio de geranios y una fuente muy antigua, coronada por un pez de piedra que expresaba entre silbatos y juegos de agua sus opiniones sobre la política. Por abusiva extensión, el gargólido hechizado terminó por darle nombre a la casa”[2]. Fue aquella la casa que edificó el conquistar Francisco Guerrero, el Cautivo, en el siglo XVI y la cual sirvió de inspiración a Herrera Luque. Hay que indicar que el Pez de la pila de agua de la casona no es una trasposición del Pez que se encuentra en la pila que está en el patio central del

[1] Las obras que hemos citado antes son: Fermin Toro: “Los mártires” en revista El Liceo Venezolana, Caracas, n/ 2-7,1842; Eduardo Blanco: Zárate. Caracas: Imprenta Bolívar, 1882.2 vols; Ramón Isidro Montes: Ensayos poéticos y literarios. Caracas: Imprenta del Gobierno Nacional,1891.XXXI,582 p.; Mario Briceño Iragorry: Las Riberas, historias de Venezuela. Madrid: Ediciones Independencia,1957. 363 p.; Víctor Manuel Rivas: La cola del huracán. Madrid: Coculsa,1968.641 p. [2] Francisco Herrera Luque: En la casa del pez que escupe el agua,p.9.


Palacio de Miraflores, como el propio Herrera Luque aclaró en un artículo[1], por más que el Pez de Herrera Luque, el de la casona de Las Matrices, siempre sea testigo de los diálogos alrededor del poder.

También en Boves, el Urogallo la mansión mantuana es la “Casa del Pez que escupe el agua”. Así lo leemos allí en varios pasajes: “El portal abierto deja ver un amplio patio de arcadas con una fuente en el medio. Un pez de piedra, aburrido, escupe el agua”(p.42); “Vicente Berroterán hizo su entrada en la casa del pez que escupe el agua”(p.129); “Doñana no le responde. Con sus ojos azules, fijos en la estatua del pez que escupe el agua”(p.175); “el pez de piedra que escupe el agua escupió más alto”(p.195) o “en la vieja casa del pez que escupe el agua”(p.236).


LA CARACAS MANTUANA


Abrir el volumen de Boves, el Urogallo es introducirse en la obra imaginativa de Herrera Luque, la que él llamo “historia fabulada”. Al repasar sus páginas nos encontramos con las dos claves de su obra: la sociedad mantuana de Caracas, sin la cual no existiría el escritor Herrera Luque, y la historia narrada desde Caracas, desde las memorias de los caraqueños, desde sus grandes sombras, tal ”Desde su retrato, don Feliciano Palacios y Sojo echa una mirada impertinente”(p.196). Fue don Feliciano(1689-1756) el bisabuelo materno de los hermanos Bolívar Palacios. No hay que confundirlo con su hijo don Feliciano Palacios y Gil de Arratia(1730-1793), el abuelo materno de aquellos.

Pero la ciudad tiene otros sitios propios del mantuanaje, “Catedral es el santuario de la oligarquía caraqueña. Los isleños tienen que oír misa en Candelaria, los pardos en Altagracia, los negros en San Mauricio. Solo los blancos pueden ir a la iglesia matriz. Pero hay muchas clases de blancos: desde los blancos de orilla, como son la casi

[1] Francisco Herrera Luque: “Los peces de Miraflores”, revista Momento, Caracas: Junio 3,1985,p.56-58.


totalidad de los peninsulares, y hacia los cuales los criollos tienen manifiesto desprecio, hasta los vascos llegados con la Guipozcoana, enemigos mortales de la aristocracia criolla”(p.43-44).

San Mauricio, la iglesia más antigua de Caracas, donde se rezó la primera misa en el pequeño poblado, fundado por Diego de Losada(1511-c1569), es la actual Santa Capilla.


CARACAS Y LOS CARAQUEÑOS


Caracas y los caraqueños están siempre presentes en las obras de ficción de Herrera Luque. Aquella Caracas siempre amada, la de “esas bellas y asoleadas tardes de diciembre”(p.145), las más hermosas del año.

Y el cerro tutelar. Como le sucede un día a Vicente Berroterán, uno de los personajes de ficción del libro, “Un día se toparon…Con los ojos soñadores él miraba el Ávila desde la terraza. Allá en el llano evocaba frecuentemente su montaña, esa especie de aya verde de los caraqueños que había visto nacer y morir a seis generaciones de sus ascendientes”(p.62).


¿POR QUE UROGALLO?


El protagonista de la novela es el caudillo hispano José Tomás Boves(1782-1814). Pero ¿por qué se le llama Urogallo?¿Cuál es el origen del título?

La explicación la hallamos cuando leemos: “Cuando cantaba en bable era tal su embeleso que se quedaba sordo y ciego, igual que el Urogallo, ese heráldico pájaro astur que se vuelve piedra cuando reclama a la hembra con su canto de amor”(p.21); “José Tomás sonrió y diagnosticó su enfermedad: Inés, amor, la paz. Estoy como el Urogallo, que se apendeja cuando le canta su hembra…Te llamaremos Urogallo, como el pájaro que en mi tierra, se queda trabado, sordo y ciego cuando se pone birriondo”(p.330). Es Urogallo porque es el pájaro que muere cuando se enamora. Es esta la interpretación del novelista de su personaje: ¿Cómo pudo montar aquel día en el combate de Úrica, donde perdió la vida, un caballo que no conocía bien, pensando que era el mejor porque se lo había regalado su amada Inés Corrales? ¿Cómo pudo un jinete tan diestro como Boves morir porque el caballo no le hizo caso y no se movió? Sucedió aquello porque el amor que sentía por Inés Corrales era tal que no pensó en otra cosa y quedó arrasado en medio del combate. Murió porque estaba enamorado como el Urogallo, el pájaro de su tierra asturiana.


EL PROTAGONISTA


El conjunto de Boves, el Urogallo es el de una novela biográfico-histórica sobre el asturiano colocado dentro del marco de sus días. Pero es a la vez, como todas las de Herrera Luque una meditación sobre Venezuela y sus muchas dolencias.

Pero ¿cómo era aquel Boves que creó tal cataclismo?¿Que había dentro de él para haber provocado aquella eclosión social como nunca antes había sucedido en la tierra venezolana? Pasaría mucho tiempo, casi un siglo, para que las masas aparecieran siguiendo a nuestros grandes líderes como Antonio Leocadio Guzmán(1801-1884), el general José Manuel Hérnandez, el Mocho(1853-1921) o nuestros dirigentes democráticos, tal Rómulo Betancourt(1908-1981), Jóvito Villalba(1908-1989) o Rafael Caldera(1916-2009) nuestros líderes de multitudes, pero eso fue ya en el siglo XX.

Al trazar el perfil de Boves refiere el novelista la ausencia del padre en la vida de su personaje, muerto cuando el hijo era un niño de cinco años y la siempre presencia de la madre, a quien Boves reverenció, protegió y sostuvo, ella recibió una pensión del Rey una vez muerto él en Úrica.

Siempre deseó Boves, nos dice el narrador, haber tenido un padre “afectuoso y fuerte, sabio y protector”(p.166), ¿sería esta la razón del afecto que sintió por Eusebio Antoñazas(c1770-1813)?, el iniciador de la Guerra a Muerte, con quien se encontró en Calabozo, después del 21 de mayo de 1812, este pudo ser el padre que nunca tuvo. Aquel era un monstruo, como lo sería él, había cometido ya entonces, cuando se toparon durante la guerra numerosas atrocidades. En este sentido más que figura paterna puede haber sido el padre José Ambrosio Llamozas, muerto en 1837, capellán de su ejército, quizá al único que escuchó, aunque en verdad tampoco le hizo caso.

Llegó Boves a Venezuela, oficial de la marina española, muy joven, a los quince años. Vivió en Puerto Cabello, estuvo preso por delitos de contrabando y luego fue confinado a los llanos. Allí comenzó a prosperar como comerciante. Por ello leemos: “Entre tanto, los negocios del asturiano seguían prosperando…El antiguo presidiario se había convertido en una especie de cónsul ad-honorem de la república independiente de Guayabal…Por eso, cuando llegaron los acontecimientos que pusieron fin al gobierno español en la provincia, José Tomás Boves era sin duda, el hombre más importante de los llanos orientales si su compadre Pedro Zaraza(1775-1825), llamado Taita Cordillera, no le hubiese tomado la delantera”(p.104-105).

Declarada la Independencia Boves se sumó a los patriotas. Fue rechazado por los Mantuanos, fue hecho preso. Quizá, supone Herrera Luque con buen sentido, fue el castigo con azotes que le mandaron a dar los mantuanos fueron los que desataron la insania que había contenida en él(p.116). Algo parecido a lo sucedido a Lope de Aguirre(c1511-1561), hecho tan bien rememorado por Miguel Otero Silva en su novela Lope de Aguirre, Príncipe de la Libertad(1979).

Es desde el momento de la humillación en que se reveló el asesino vesánico, el resentido, el hombre lleno de odios. De allí la serie de reflexiones que suscita en el lector de Boves, el Urogallo la ferocidad de sus acciones.

Boves llega a pensar, recordando las observaciones de su capellán: “La aristocracia de la sangre, le ha dicho el padre Llamozas, somete a duras penas a los que triunfan por su propio esfuerzo. Si no pueden destruirlos los incorporan a su seno y los ponen a su servicio. Tu todavía eres un pichón de caudillo; tratan de destruirte, por consiguiente…Cuando los destruyas tú a ellos habrás hecho la revolución…¿Representaba él una revolución? Cuando veía a sus negros y zambos bailar en rededor suyo, se sentía cómodo entre ellos, pero no parte de ellos. Tenía por sus hombres la espléndida complacencia del criador ante la bestia bella. Hay hombres que se quedan entre las bestias sin que quiera decir que se les ha igualado, tan solo se han apartado de sus semejantes…¿Son semejantes los criollos y los otros blancos de Calabozo? Boves no atinaba a responderse. Tan solo pensaba, con obsesión dolorosa, en la traición de Vicente Berroterán”(p.159).

Tal la convulsión interna que vivía que se preguntaba: “José Tomás Boves era español., ¿era por eso que se sentía incapaz de traicionar? Pero, a su vez, se preguntaba: ¿Soy español?...Apenas tenía 15 años cuando salió de Gijón en aquella fragata”(p.160). Pero la guerra lo transforma, hace aflorar lo más negro que hay dentro de él, “Hace cinco meses que salió de la ciudad que tantas penas y venturas le ha deparado. El tiempo y la guerra lo han cambiado. Ahora ni el mismo se reconoce. Se ha tornado feral y despiadado. No hace prisioneros”(p.166). “Boves… a los 31 años tiene la edad indefinida de los caudillos”(p.181), ya está con él, aquel 1813, Francisco Tomas Morales(c1781-1845), un hombre tan tortuoso como él.

Sobre Boves reflexiona el doctor Francisco Espejo(1758-1814), a quien el Asturiano hará ajusticiar, en 1814, en Valencia: “Boves no es un accidente; no es solo un bandido…sino la expresión de un alma irredenta de este pueblo buscando su síntesis…Boves, misteriosamente, ya que es blanco, ha sido el encargado de agitar ese menjurje de razas, y no está tan equivocado cuando dice que este país hay que pardizarlo, es decir, que sea solo para los pardos. ¿Y cómo es la única forma de lograrlo? Pues haciendo lo que está haciendo el coronel Boves, dijo con leve dejo de respeto, matando blancos y petateándole a sus mujeres. Con este sistema no quedará un blanco ni para remedio, dentro de poco tiempo. Lo mismo que en Santo Domingo”(p.202)

Domingo Monteverde(1773-1832), jefe de Boves por un tiempo, llegó a decir “Para adularte no hay nada mejor que un criollo; lo mismo que engañan adulan; son gente baja con la que no hay que tener ninguna consideración”(p.152-153), según recordaba Boves. Pero Boves nada detestaba más que a los adulantes “Quien no tiene dignidad para adular, ha dicho repetidas veces, tampoco la tiene para traicionar”(p.247) pensaba.

El padre Llamozas, realista venezolano, quien por estar cerca de él fue una de las personas que mejor conocieron a Boves. Así reflexiona el presbítero: “José Tomás es distinto, siguió diciéndose el cura. El odio ya lo ha aislado de sus iguales. Su último vínculo con la raza en la que ha nacido le segó en Cumaná cuando hizo fusilar a los 50 soldados españoles que lo seguían. Dejó tan solo a los Canarios y a él con su perfil de piache otomaco. ¿Pero puede un hombre, sin una pizca de amor, hacer un pueblo cuando llegue a su fin la era del odio?...Su tendencia hacia abajo no es democracia sino demoniocracia… Cuando un tirano no tiene amor, la locura y la muerte son su corona y su cetro. ¿Estaremos frente a una república equinoccial de Calígula?”(p.326).


UNA REVOLUCION: ¿ES POSIBLE EN VENEZUELA?


En medio de todo esto cabía la pregunta sobre la revolución, aquella que se vivía en aquellos años. El propio padre Llamozas, persona más que esencial en el periplo de Boves, llega a preguntarse si aquello que liderizaba era una revolución. Aquí sabía, “Aquí los únicos que tienen conciencia de unidad son los Mantuanos. Comienzo a pensar que la revolución será imposible”(p.310). Y pensó, con razón, “Solos los pobres podrán liberar a los pobres, y solo los negros liberaran a los negros hasta que no llegue un caudillo pardo y pobre, todas las revoluciones serán traicionadas”(p.326).


OTRAS INTERROGANTES


Nos separamos aquí un poco de Boves, el Urogallo para tratar un asunto que la lectura de la novela también nos obliga a hacer. Aquellas que hemos citado eran preguntas válidas en aquel momento, las que se proyectan hacia adelante sobre todo en un país en que las pocas revoluciones que ha llegado al poder han sido siempre traicionadas. Realmente ni la revolucion de independencia, coducida por el Libertador se logró realizar el propio Bolívar llegó a decirlo cuando en Bogotá prounció estas palabras, ante el Congreso Admirable(enero 20,1830): “Me ruborizo al decirlo: la independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de los demás” (Proclamas,p.398). Meses después fue expulsado de Venezuela. Y días antes de su deceso(noviembre 9,1830) dictó su demoledora carta a Juan José Flores(1800-1864):”América es ingiobernable para nosotros…El que sigue una Revolución ara en el mar…La única cosa que se puede hacer en América es emigrar…Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos los colores y razas…Devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignaran conquistarnos…Si fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo este sería el último período de la América” (Cartas,t.VIII,p.587).

Y si proseguimos el camino de nuestras llamadas revoluciones, si nos detenemos en la Revolución Federal(1859-1863), lo que es un buen ejemplo, la respuesta a todo esto la plantea aquí Herrera Luque en los entrelíneas de Boves, el Urogallo pero la desarrolla en sus novelas En la casa del pez que escupe el agua y en Los cuatro reyes de la baraja. En la llamada Revolución de Octubre(octubre 18,1945) su líder, Rómulo Betancourt(1908-1981), comprendió muy pronto que hacerla era imposible en un país petrolero, es por ello que siempre se ha considerado que es su historia es la que narró Jean Paul-Sartre(1905-1980) en su guión “El engranaje”[1].

Tras la revolución emancipadora, tras las guerras civiles, el mundo entero vio el fracaso de todas las revoluciones del siglo XX: la mexicana(1910), la rusa(1917),la China(1949), la cubana(1959) y la caída del mito de la revolución(1989) en el suceso de Berlín. Las únicas revoluciones que se han mantenido, por ser democráticas y de los derechos humanos, han sido las de Inglaterra(1688), los Estados Unidos(1776) y la de Francia(1789), esta última pese a los años del Terror.

Este interesante asunto se encuentra tratado en el tercer tomo de las memorias de Enrique Tejera Paris(1919-2015)[2], hay allí una menciónal guión cinematográfico de Sartre que tanto interesó a Betancourt. Fue don Rómulo Gallegos (1884-1969) quien le envió su ejemplar subrayado. Es la historia de un dirigente democrático europeo de una nación petrolera, aunque el relato, que mucha gente ha leído como una pieza de teatro, tiene todos los matices de lo sucedido en un país de América Latina. Hacía muy poco tiempo que su autor había andado viajando por los países del Caribe, un querido amigo nuestro lo saludó en Curazao. Fue en 1949, viajaba junto con uno de sus “amores contingentes” a quien Simone de Beauvoir(1908-1986), siempre celosa, pese a sus acuerdos sexuales, que en su caso incluían mujeres porque Simone era bisexual, solo denomina “M” en sus memorias[3]. Era Dolores Vanetti. Y además El engranaje es la historia de un político que quiso hacer una revolución en un país petrolero (¿Venezuela?) y no pudo porque los intereses petroleros se lo impidieron. Ni siquiera pudo

[1] Jean Paul Sartre: La suerte está echada.4ª.ed. Buenos Aires: Editorial Losada, 1965.228 p. Ver:”El engranaje”(p.113-228). [2] Enrique Tejera París: Gobierno en mano. Memorias,1958-1963. Caracas: Editorial Libros Marcados, 2009. 366 p.Ver las p.179-180. [3] Simone de Beauvoir: La fuerza de las cosas. Buenos Aires: Sudamericana, 1979. 762 p.Ver la p.269.


hacer una revolución social y lograr convivir con los intereses de las trasnacionales. Así podemos deducir que una revolución en Venezuela es imposible. No la pudo realizar Betancourt, a quien muy posiblemente se retrata en El engranaje, en quien pensaron todos sus amigos al leer El engranaje. Esa revolución no la pudieron hacer los adecos en 1945, tampoco los guerrilleros de los sesenta, tampoco la pudo hacer el comandante Hugo Chávez(1954-2012): el mundo depende, ayer como hoy, del oro negro nuestro. Y el día que se deje de vender petróleo a los Estados Unidos nos invadirán, conducta por cierto, de todas las potencias imperiales, hecho probado por la historia universal.

Además de las referencias a El engranaje que trae Tejera, fue Betancourt quien le prestó su ejemplar para que lo leyera, también a ello se refiere su viuda René Hartmann Viso(1920-1991) en sus memorias[1]. E incluso en unas declaraciones suyas aparecidas en El Nacional(Caracas: octubre 30,1982) que nosotros recortamos y pegamos en nuestro ejemplar de El engranaje.

Coincidimos con Tejera París en que la revolución más importante que ha tenido Venezuela en el siglo XX ha sido la de la Sanidad, la de la salud, y no una revolución politica, gracias a ella, para 1963, habían dejado de morir tres millones de venezolanos. Así los nombres de su padre, el doctor Enrique Tejera Guevara(1899-1980), fundador del Ministerio de Sanidad en 1936 y las de los doctores Arnaldo Gabaldón(1909-1990), José Ignacio Baldó(1898-1972), Pastor Oropeza(1901-1991), Martín Vegas(1897-1991) son esenciales en esta revolución sustancial, esencial. Una revolución preparada por hondos estudios, con programas, sin algarabía ni violencia, con la disposición, celebrada también por Augusto Mijares(1897-1979), de estar siempre dispuestos sus protagonistas a vivir por y para el país.

[1] René Hartmann Viso: Rómulo y yo. Caracas: Gribalbo,1984. 448 p. La referencia está en la p.37.


Las revoluciones son imposibles en Venezuela porque para poder realizarse se requiere algo que nunca hemos tenido: “Cuando los principios no proceden de varias generaciones, es raro que se encuentre un hombre vertical dispuesto a morir por ellos”(p.192) como se lee en Boves, el Urogallo. El por qué mayor y más hondo de la imposibilidad de una revolución en nuestro país lo trata Herrera Luque, con hondura y agudeza, En la casa del pez que escupe el agua y en Los cuatro reyes de la baraja.

Y una palabra final: pese a que siempre se ha creído que las llamadas revoluciones han triunfado siempre entre nosotros. Pero en verdad, sólo llegaron al poder la de Páez en 1830, la Federal en 1863, la anrdina en 1899 y la de 1945. Ninguna otra.


EL PADRE LLAMOZAS


Llegamos aquí, leyendo Boves, el Urogallo al presbítero José Ambrosio Llamozas, nacido en Calabozo, ordenado sacerdote en Caracas, doctor de la Universidad de Caracas y miembro del claustro universitario en 1817, Tesorero de la Catedral de Caracas. El padre Llamozas fue Vicario y Capellán del Ejército de Su Majestad de Barlovento, es decir, de las tropas de Boves. El 31 de julio de 1815, ocho meses después de la muerte de Boves, suscribió el Memorial que dirigió al rey Fernando VII(1784-1833) sobre los horrores que presenció mientras seguía, como capellán, a los soldados de Boves. Llegó, el padre Llamozas, a ser Comendador de la Orden Americana de Isabel la Católica. Falleció en Calabozo el 17 de diciembre de 1837[1].

Este sacerdote, siendo uno de los hombres que mejor conoció a Boves, es también uno de los personajes más dramáticos, por no decir trágicos, de la historia de Venezuela. Ello porque debió estar presente, como Vicario y Capellán del ejército de Boves, una posición que él no escogió pero en la cual debió actuar y padecer. Muerto

[1] Adolfo Rodríguez: Calabozo, siglo XIX,p.283.


Boves, por insinuación del general Pablo Morillo(1778-1837), Jefe de las tropas llegadas desde España el año 1815, la Expedición Pacificadora, este le insinuó escribir y entregar aquel memorial al rey. Aunque el padre Llamozas pasó a la península después de la muerte de Boves(diciembre 5,1814) no pudo entregar aquellos papeles al monarca pues este se negó a recibirlo. Ese Memorial del padre Llamozas es uno de los treinta documentos conocidos sobre Boves, esenciales para comprender su periplo político, todos ellos, encabezados por el escrito del levita, los reunió el historiador José Antonio de Armas Chitty(1908-1995) en un volumen[1]. El documento del padre Llamozas es sin duda alguna uno de los papeles más terribles de nuestra historia y a la vez uno de las grandes hojas de la “ideología realista” de la independencia que exploró Germán Carrera Damas(1930), representativo de las “ideas del partido realista de Caracas”, como lo llamó Tomás Straka(1972)[2].

Fue el padre Llamozas, lo es en la novela, lo fue dentro de la vida de Boves, como se puede concluir de su Memorial, la conciencia del asturiano, su conciencia negra, la única voz que le hablaba con la verdad. La voz que aquel no escuchó, a la vez sufrió el sacerdote hondamente viendo todo aquel horror del que fue testigo.

Es figura esencial dentro de la trama de Boves, el Urogallo el padre Llamozas, de hecho lo es para seguir todo el periplo de Boves. Era el padre Llamozas, ya lo hemos señalado, un realista venezolano. Para él: “La significación de Boves dentro de los designios del Señor y la conducta criminal del Caudillo, eran un verdadero quebradero de cabeza…Lo del baile de Valencia lo había puesto fuera de si, lo mismo que la matanza de La Puerta y La

[1] José Antonio de Armas Chitty: “Memorial del padre José Ambrosio Llamozas”, en Boves a través de sus biógrafos,p.43-62, [2] Germán Carrera Damas: La crisis de la sociedad colonial venezolana. Caracas: Monte Ávila Editores, 1983.104 p.; Tomás Straka: La voz de los vencidos. Las ideas del partido realista de Caracas. Prólogo: Inés Quintero. Caracas: Universidad Central de Venezuela,2000.XIII,292 p.


Cabrera…En Valencia estuvo a punto de desertar, pero decidió esperar hasta consultarle el caso a su superior, el arzobispo don Narciso Coll y Prat(1754-1822). El prelado lo apoyó en su tesis de que el asturiano era un instrumento cruel de la voluntad divina para restablecer la paz en Venezuela…Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, dijo el mitrado. La anarquía es la mejor garantía para que vuelva el orden”(p.305), “el Arzobispo(1810-1822) anunció el final de la entrevista, pero antes le dijo al padre Llamozas…el comandante Boves, como todas las fuerzas ciegas de la naturaleza, está destinado a desaparecer, luego que movilicen el cambio que el Señor le ha impuesto”(p.305).

Siguió el presbítero en su actividad como capellán de aquel demonio, la ira de Dios, llegó a ser llamado, “La pluma se resiste a describir las execrables atrocidades del archimounstruo Boves, el devastador de Venezuela”(Escritos,t.VIII,p.57) escribió el Libertador(agosto 15,1815) en un artículo periodístico durante su exilio en Jamaica.

En Boves, el Urogallo leemos: “El padre Llamozas, que asistía complacido y atento al espectáculo, no hacía sino preguntarse…¿cómo es posible que un pueblo de negros y hombres de color en abierta rebelión contra los blancos, tengan como Caudillo a un hombre que además de todo era español, rubio y pulpero. Es tal la degradación a la que llega el alma del esclavo, se respondía el presbítero, que nada bueno espera de sus iguales. Hasta ese extremos ha llegado la explotación del vencedor…José Tomás es un resentido. Todo cuanto ha hecho es por odio y su odio tiene por fundamento el desprecio y las afrentas a que lo sometió su propia gente. Cuando triunfe será aclamado y ensalzado por los que una vez lo humillaron, trocando lo que hubiese sido un ciclo histórico por una menguada elipse personal. Esa es la historia de todos los revolucionarios nobles y ricos”(p.325).

Estaba en Úrica el padre Llamozas el día en que cayó Boves en la batalla de aquel día. Por ello le tocó certificar en forma debida que José Tomás Boves, lo escribió con “b”, coronel de los Reales Ejércitos y Comandante General de la División de Barlovento, había fallecido en la acción militar en las inmediaciones de Úrica, el 5 de diciembre de 1814. Fue él quien condujo el cadáver ese día desde el campo de batalla y le dio sepultura en presencia de Andrés Tomé, Juan Esteban Blázquez y José Sánchez Correa en el primer tramo de la iglesia parroquial de Úrica. Así lo atestiguó y firmó en Caracas el 4 de diciembre de 1816. En el documento llama el padre Llamozas a Boves Coronel pues fue ascendido post mortem, era solo comandante el día que una lanza patriota acabó con su vida, pero ello es también impreciso, los testimonios sobre el hecho son varios y contradictorios.

La sepultura de Boves en Úrica aun existe, es llamada por la tradición “La tumba del perdón” o “La cruz del perdón”, porque tras ser llevado el cuerpo a la iglesia para ser enterrado fue imposible cerrar la urna pues el comandante tenía el brazo derecho en alto y era imposible bajárselo. Entonces una mujer dijo en voz alta “No le podemos bajar el brazo ni enterrarlo porque no lo hemos perdonado”. Entonces todos, hombres y mujeres, se arrodillaron y rezaron. Pudo entonces bajarse su brazo y enterarlo aquella terrible noche. Tal el símbolo de hidalguía del pueblo venezolano. Esta bella historia la recogió Herrera Luque en sus correrías por la ruta de Boves, cuando estaba escribiendo su novela. Años más tarde la divulgó en uno de sus celebrados programas de radio[1].


EL MULATO MACHADO


Entre los personajes principales de Boves, el Urogallo, quien más tarde aparece también En la casa del pez que escupe el agua, está el mulato Andrés Machado, un ser

[1] Francisco Herrera Luque: “La tumba de Boves”,en La historia fabulada, t.I,p.294. Existe una foto de Herrera Luque y de su hijo Martín, en Úrica, ante la tumba de aquel caudillo de montoneras, puede verse colocada en una de las paredes de Fundación Francisco Herrera Luque, Los Palos Grandes, Caracas.


histórico. Es una clásica figura venezolana quien de la pobreza logró subir a lo más empinado de la sociedad por un matrimonio correcto, un “bragetazo”, con una mantuana, en ese caso Eugenia Blanco, un personaje de ficción. El Mulato Machado llega a pensar como leemos: “Pueblo de mendigos y de explotadores, piensa el mulato; si los de arriba supieran cuanto los odian los hombres como él, pero si supieran lo débiles que son los de abajo, si supieran lo divididos que están en sus vanidades de disputarse las sobras, apretarían más las cadenas de la esclavitud y se reirían de los hombres como él. Andrés odia a los negros porque es la piel la parte de su cuerpo que más detesta….¿Y si fuera hijo del Conde de la Granja? Esa es la tragedia de todo mulato. Nunca saber si el hombre a quien sirve es su padre o es su hermano”(p.41). Como lugarteniente de Boves primero, Machado, al entrar a Caracas el año catorce, asesina al Conde de La Granja, Fernando Ignacio Ascanio de Monasterios(1754-1814), de quien había sido mayordomo.

Del Mulato Machado llega a pensar otro personaje, Vicente Berroterán, ser de ficción, “con ese odio inclemente de los resentidos contra los que no les han hecho nada”(p.82-83), así sentía Vicente como lo miraba el Mulato Machado.

En verdad, como se lee en esta novela, “la generosidad es la máxima y quizá la única virtud que ansían y valoran los desposeídos en los poderosos” (p.100).


EUGENIA


Hemos mencionado antes a Eugenia, la sin duda protagonista de Boves, el Urogallo, muchos años después muere en En la casa del pez que escupe el agua, el tercer libro de la trilogía, concluida en Los amos del valle, cronológicamente la primera obra del conjunto, a la que sigue Boves, el Urogallo y cierra En la casa del pez que escupe el agua, si seguimos el natural desarrollo de nuestra historia, ya que la tríada se inicia con la fundación de Caracas(1567) y concluye con la muerte de Juan Vicente Gómez(1857-1935).

Eugenia es aquella criatura a quien, en todo momento, la sexualidad siempre empuja, dibuja y explica su vida.

Ahora bien, ¿quién? y ¿cómo fue Eugenia? Eugenia es la máxima creación femenina salida de la pluma de Herrera Luque; la segunda es Aracantir de Los amos del valle; la tercera es la madre mantuana del protagonista de Manuel Piar, caudillo de dos colores, Para comprender a Eugenia se tiene que tener en cuenta que es una criatura hondamente sexual, de “rabo caliente”(p.54), como se lee, ella es alguien que se expresa humanamente con su cuerpo y piel, es en todo momento sensual, hipersexual diríamos hoy. Eugenia fue formada sexualmente desde niña cuando escondida veía a su mamá hacer el amor, con los todos recovecos del erotismo, con un mulato, cuando su papá estaba de viaje. Esto es central en Eugenia. Y todas sus reacciones futuras vendrán de aquí y se desarrollaran desde ese hecho. Es un ser libre y libérrimo sexualmente así se tarde en consumar sus deseos por las características de la época y por lo vigilada que la tenían, precisamente por razones sexuales, especialmente por Doñana. Eugenia era una mantuana, blanca, bonita y catira, vivía dentro de la atmósfera sexual de su iniciación, penetrada de un hondo hálito de sexualidad, incluso cuando es enviada al Convento para ponerle fin a sus devaneos sexuales que nunca la abandonaron.

Eugenia, por sus raíces eróticas, tiende a buscar sus parejas sexuales en hombres de color, ello es natural en ella, son los que la excitan. Por ello el mulato Andrés Machado es esencial en sus fantasías sexuales, por ello su encuentro con él en la Emigración a Oriente es central en su vida: el momento en que hacen el amor y ella luego se monta en la grupa en su caballo y huyen juntos, es fundamental, de hecho él se pasa entonces a los patriotas y termina casándose con ella después de la guerra, como se lee En la casa del pez que escupe el agua, novela que se inicia precisamente con la muerte de Eugenia(p.25-27).

Eugenia es uno de los más significativos personajes femeninos de la novela venezolana. Tan importante es Eugenia como lo son, en nuestra novela del siglo XX, María, de Rufino Blanco Fombona(El hombre de hierro,1907); María Eugenia Alonso, de Teresa de la Parra(Ifigenia,1924); las tres del maestro Gallegos: la guaricha “devoradora del hombres” (Doña Bárbara, 1929), Luisana(Pobre negro,1937) y Remota Montiel(Sobre la misma tierra,1943); Esbelta Fortique, de Andrés Mariño Palacios(Batalla hacia la aurora,1958); Valentina, de Ramón Díaz Sánchez (Borburata,1960); Leticia, de Laureano Vallenilla Lanz(Fuerzas vivas,1962); Jezabel, de José Antonio Rial(Jezabel,1965); Delia, de Adriano González León (País portátil,1969); Migaja, de Pedro Berroeta(Migaja,1974); Mercedes, de Isaac Chocrón(Cincuenta vacas gordas,1982); Manuelita, de Denzil Romero(La esposa del doctor Thorne,1988); Nadezca, de Antonio García Ponce(La ilusión del miedo perenne,1992); Doña Inés, de Ana Teresa Torres(Doña Inés contra el olvido,1992) o Noelia, de Eduardo Liendo(El round del olvido,2003). En las novelas de nuestro siglo XIX no encontramos ninguna: en ellas, en ese período nuestras mujeres siempre padecen y siempre lloran, como en las de Virginia Gil de Hermoso(1857-1913); en esa época risas solo hay en don Francisco Tosta Garcia(1946-1921), seguramente nuestra primera novela humorística(Don Secundino en París,1895).

Eugenia Blanco, repetimos, es una de las grandes creaciones literarias de Herrera Luque, persona producto de su febril imaginación y de la honda comprensión del ser femenino que nos ofrece este novelista. Es, sin duda, el mayor protagonista femenino creado por novelista venezolano alguno, varón o hembra, en el último medio siglo y cuidado sino es la mayor figura erótica de la novela venezolana, siempre tan llena, como la vida venezolana, de represión y cruzada, casi siempre, por una ola de sadismo, como lo hemos sostenido.

Eugenia es un ser fascinante, interesa tanto al crítico literario, al estudioso de la obra herreriana, como a quien tenga interés, además por lo histórico y por las letras que son expresión de la sexualidad y del erotismo.

Eugenia es la máxima creación femenina salida de la pluma de Herrera Luque; la segunda es Aracantir de Los amos del valle; la tercera es la madre mantuana del general Manuel Carlos Piar(1774-1817) en su novela sobre el oficial patriota, ser real fue Belén Jerez de Aristiguieta(1765-1850), una de las Nueve Musas, que fascinó con su belleza a sus contemporáneos, criatura también de viva sexualidad como lo es Eugenia. Recuérdese que en la serie de José Ignacio Cabrujas(1937-1995) sobre Boves, el Urogallo(RCTV,1975) la vimos recreada, a través de la belleza y encantos eróticos de nuestra actriz María Eugenia Domiguez. Hasta ese momento solo la habían fabulado los lectores en la novela, en ese momento la vimos vivir, andar y sentir[1].


¿POR QUÉ UROGALLO?


Muchos lectores se ha preguntado por qué escogió Herrera Luque el cognomento de Urogallo para bautizar a

[1] Es una lástima que Luis Alberto Lamata al hacer su película “El taita Boves”, haya prescindido del personaje de Eugenia, pese a haberselo advertido nosotros con los argumentos que hemos expuesto antes, cuando nos dio a leer al primer guión de la película, le expresamos que una cinta, basada en la novela, sin Eugenia y sin la sociedad mantuana de Caracas, no tenía sentido, ya que la esencia de Herrera Luque había sido contar la historia desde las memorias de los Mantuanos caraqueños. Lamata también pensó fundir tanto a Eugenia como a Inés Corrales en un solo personaje, cosa también imposible, pues si bien eran mantuanas, una de Caracas y la otra de Calabozo, eran seres distintos. Después Lamata hizo su film con un guión distinto al que nos dio a leer, nos engañó diciéndonos que ese sería el que filmaría,, seguramente por ello cuando nos invitó a la filmación de la película, en Valle de la Pascua, junto a la viuda de Herrera Luque y su hijo Bernardon Herrera Terán, no nos permitió entrar al rodaje, de hecho estaba filmado una película distinta a la que habíamos conocido en el primer guión, esta no es ni una versión libre, ni libérrima, de Boves, el Urogallo, ya que la esencia del espíritu de la creación herreriana no está en la cinta. Esta es solo un película sobre Boves, hecha para aludar al César imperante, Hugo Chávez, quien incluso le pidió participar en la película como actor, otro imposible, esto nos los comunicó Lamata.


su personaje. La razón es sencilla, y ello debió abrevarlo Herrera Luque en sus años de postgrado en España: el Urogallo es un pájaro de la cordillera cantábrica, asturiano por lo tanto, como también lo era Boves. Pero hay más: el Urogallo es un pájaro, dice la leyenda, que se muere cuando se enamora. Esto sucedió al caudillo cuando embelezado hasta los teque teques por Inés Corrales, una mantuana de Calabozo, con cuya familia José Tomás tenía larga amistad, recuérdese que en aquellos llanos pasó diez años de su vida, la mayor parte de su vida venezolana, en nuestra tierra solo vivió trece años. Inés al fin le había dado él si, habían hecho el amor, bajo un bello árbol de Cotoperí(p.263), ella se había embarazado(p.267) y le había regalado un caballo, montado sobre aquel alazán murió aquel hombre de treinta y dos años. Pero hay más, estaba tan enamorado, como el Urogallo, que siendo un jinete avezado, tan gran conocedor de aquellos animales, como lo era su antagonista el Libertador, no probó aquel potro y se lanzó el combate, en el cual, es lo más posible, el General Cordillera, el patriota Pedro Zaraza(1775-1825), así llamado por lo blanco de su pelo, no por ser andino ni hombre de edad, era tres años menor que Boves, de un lanzazo acabó con su vida. El caballo no reaccionó como debía, se quedó encabritado, por ello la gran novela de Herrera Luque se cierra con estas dos palabras: “¡Arre, Urogallo!”.


OTROS ELEMENTOS DE COMPRENSIÓN


En 1969, a poco de haber dejado su cátedra en la Universidad Central de Venezuela, sin desearlo ni quererlo, se puso Herrera Luque a trabajar en la que sería su primera novela. Cuando sus lectores se enteraron de aquello a lo cual se dedicaba no dejaron de hacerse preguntas en torno a lo que se proponía hacer el escritor en adelante. Especialmente si tenemos en cuenta que hasta ese año su obra era la de un ensayista, la de un hombre de ideas, quien utilizaba el artículo o el tratado académico para exponerlas, quien ya había fijado en ellas la esencia su pensamiento. De allí que a nosotros, en aquel momento, la perplejidad ante el escritor Herrera Luque nos acuciaba. Nos Hubo preguntabamos preocupados cual sería el desarrollo ulterior de su obra. Máxime cuando acababamos de de leer en su artículo “Boves en la voz de los viejos”, que antes hemos citado completo, su decisión de ir a atrapar nuestra historia dentro de los moldes de la tradición oral para así llegar “a donde no llegan los investigadores de archivos y papelotes”. Consciente que Herrera Luque era un investigador científico, como antes lo hemos señalado, nos había llamado poderosamente la atención que él se metiera por los predios de la historia oral sin darse cuenta de la deformación que sufre un hecho, o un hombre, en manos de la imaginación del pueblo, como era el caso de José Tomás Boves(1782-1814), cuando ya habían pasado, en aquel momento, más de ciento setenta y siete años de su muerte en la batalla de Urica(diciembre 5,1814). Con nuestra observación no queríamos decir que dudáramos de su plan de hablar de Boves, un tema que estaba contenido en él desde tiempo atrás, ya que todos los libros tienen raíces autobiográficas en quienes los redactan, a veces ni los propios creadores conocen los por qués de su génesis, son los críticos literarios los que les alumbran el sendero tomado, no queremos decir que su búsqueda de la imagen de Boves a través del pueblo fuera falsa. Sin embargo, dudábamos mucho de la validez científica de este tipo de indagaciones. A menos que esta se hiciera siguiendo métodos como los utilizados en sus libros por el antropólogo norteamericano Oscar Lewis(1914-1970), por el antropólogo cubano Miguel Barnet(1940) o por el médico José León Tapia(1928-2007) aquí. Nosotros pensábamos que la figura de Boves había sido desfigurada por el tiempo.

Esto expresábamos nosotros. Mientras Herrera Luque trabajaba por otros senderos que desconocíamos en aquel momento, como antes lo hemos señalado. El estaba concibiendo en una novela histórica, lo que era distinto.

El escritor redactaba en aquellos días su Boves, el Urogallo. Entonces estaba dando vida a un modo de entender la biografía de Venezuela que de alguna manera podemos colocar bajo los cuatro epígrafes que encabezan esta parte. El mismo en una carta suya, cuatro años más tarde(Ciudad de México: mayo 3,1976) nos decía:


“Frustrado como creo que pocas personas lo han sido en su esfuerzo intelectual me despojé con amargura de mis investiduras académicas y me juré nunca mas retornar a los predios de la investigación que tanto sufrimiento me había deparado. Un día salió Boves, el Urogallo. En un comienzo lo hice por dar vida al novelista que siempre presentí en mí. Conoces bien los detalles que conforman su génesis. El libro salió con buen pie. Por encima de las vallas que me opusieron mis jueces naturales saltaron mis ideas y el pueblo y los profanos las aceptaron con regocijo. Inesperadamente y cuando ya desesperaba apareció el estímulo que me faltó cuando destruí La historia detenida[1]. Había encontrado el método adecuado para hacerme oír y a través del método de la novela histórica y con profundo desdén hacia los historiadores y psiquiatras que me desdeñaron conté libremente lo que yo sabía importándome un bledo la buena o mala opinión que tuvieran las “autoridades”. Suprimí los intermediarios y me puse en contacto con el gran público. Volví a escribir La historia detenida pero en forma de novela”.


Es por ello que Boves, el urogallo constituyó un momento singular dentro de la obra de Herrera Luque, constituyó la

[1] La Historia detenida fue el libro de Herrera Luque formado como segunda parte de Los viajeros de Indias. Herrera Luque destruyó sus mauscritos durante la gran crisis depresiva que sufrió al ser despojado de su Cátedra de Psiquiatría de la UCV, por él fundada. Solo se salvaron los fragmentos que cita Juan Liscano en el prólogo para la edición de 1970 de Los Viajeros de Indias, trabajo conservado en las ediciones de 1991 y 2009, que es la edición que usamos aquí,(p.295). E indica: “La proyección cultural e histórica de los viajeros de Indias es analizada en la seguda parte de este Ensayo de de interpretación de sociología venezolana, o sea La historia detenida”(p.312, nota 11), como lo hemos idicado esta obra no llegó a a ser publicada.. La idea de la historia detenida la defiinió Herrera Luque en uno de sus programas de radio al decir que era: “Esa fijación injustificada a situaciones pretéritas es lo que en mi opinión hace sufrir tato a Venezuela. Es lo que alguna vez llamé La Historia Detenida”, en “La historia detenida”, en La historia fabuladada,t.III,p.189.194. La cita procede de la p.194.


aparición de un nuevo novelista en las letras venezolanas, un narrador con palabra propia y certero manejo del arte de concebir novelas.


OTRA OBSERVACION


Al redactar esta novela sobre la figura de José Tomás Boves el caudillo hispano de los días de la “guerra a muerte”(1813-1814) en Venezuela, volvió Herrera Luque a intentar el examen, desde una perspectiva más literaria que científica, de una personalidad psicopática. Para mejor comprenderla no hay que olvidar la afirmación herreriana según la cual el estudio de las personalidades psicopáticas es “la piedra angular de toda mi obra”. Hecho con remarcó al anotar que se había propuesto “explicar lo más claramente posible, tanto a legos como a especialistas, la validez científica de los conceptos de personalidad psicopática que utilizamos”, como se lee en Los viajeros de Indias. A ello añadió en Las personalidades psicopáticas que en su estudio, “identificaremos el concepto de personalidad psciopática con el de aquellas anamalías de la personalidad, que en última instancia derivan de una constitución hereditaria”[1]. En Boves, el Urogallo, pese a que no es un libro científico, como ya lo hemos anotado, el psiquiatra quien lo escribe siempre está presente.

En Boves, el Urogallo se entrelazan historia y literatura.José Tomás Boves fue uno de los actores de la Segunda República(1813-1814) que menos tratamiento serio ha recibido. Y en él vio Juan Vicente González(1810-1866) al “primer caudillo de la democracia venezolana”. Sin embargo, la historia oficial ha visto siempre en Boves al caudillo cruel y despiadado, hasta el punto de olvidarse

[1] La primera cita aparece en nuestro, “La piedra angular de toda mi obra es el estudio de las personalidades psicopáticas. Yo no soy anti-psicoanalista. Soy postpiscoanlista”. Entrevista a Francisco Herrera Luque, en El Universal, Caracas: marzo 11,1973. La segunda en Los viajeros de Indias,p.11-12; la tercera de Las personalidades psicopáticas,p.9.


ciertos aspectos de este ser quien ha tentado a muchos a estudiarlo hasta el punto de que Germán Carrera Damas(1930) ha podido darnos su imagen a través de la historiografía venezolana[1]. Después Juan Vicente

[1] Las citas que hemos hecho y las las obras que hemos mencionado son: Juan Vicente González: La doctrina conservadora. Juan Vicente González. Caracas: Presidencia de la República, 1961. 2 vols. La cita procede del t.I,p.170; Laureano Vallenilla Lanz: Cesarismo democrático y otros textos. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1991. XXXVII,382 p.;Germán Carrera Damas: Boves, aspectos socio-económicos de la guerra de Independencia. 4ª.ed.Caracas: Monte Avila Editores, 1991. 263 p. La primera edición de esta obra apareció en 1964.Las obras que hemos citado son: Augusto Mijares: Lo afirmativo venezolano.3ra.ed.aum. Caracas: Dimensiones, 1980. 364 p. Ver;”Una constitución democrática”(p.223.236), la referencia aparece en klas p.223-226; Julio Febres Cordero González: Desperdicios de historia y geografía.Caracas: Presidencia de la República,1981,p.89-92; Asiclo Valdivieso Montaño: José Tomás Boves, antes citado; Juan Uslar Pietri: Boves, ya citado. e Historia de la rebelión poñular de 1814, antes citado; Tomás Pérez Tenrreiro: José Tomas Boves, primera lanza del Rey, ya citado; José Antonio de Armas Chitty: Boves a través de sus biógrafos, ya citado.; Arturo Uslar Pietri: “La huella de Boves” en Del Cerro de la Plata a los caminos extraviados.,p.77-81; Edgardo Mondolfi Gudat: José Tomás Boves, ya citado, quien en ningún momento cita a Herrera Luque, cosa que debió hacer ya que vasta documentación histórica, citada a pie de página en su narración, la sostiene. Lo mismo debería haber hecho con su estudio psiquiátrico del personaje inserto en su Bolívar de carne y hueso y otros ensayos,p.45-66, Aunque ello no nos debe llamar la atención pues en las semanas anteriores al deceso de Herrera Luque aparecieron dos artículos, uno, de Gabriel Jiménez Eman(“El séquito de Cervantes”, El Nacional, Caracas: febrero 26,1991), negnado todo el valor de su obra de ficción histórica, y otro de Arturo Uslar Pietri(“La tumba de Boves”, El Nacional, Caracas: abril 14,1991), dicendo que era necesario escribir un libro sobre Boves, Aunque no cita a Herrera Luque debe tenerse en cuenta como una perspectiva ya que en él Uslar Pietri anota que “Ya es tiempo, a 177 años de su muerte, de rescatarlo [a Boves] de la diatriba combatiente y de tratar de restituile su verdadero sitio en la historia del país”, que fue lo que Herreraa Luque se propuso desde el ángulo de la ficción historica. Este artículo fue publicado el día antes de la muerte de Herrera Luque.. No podía haber mayor paradoja. Desde luego, como consecuencia de estos trabajos murió Herrera Luque negado otra vez por nuestra comunidad intelectual. Aunque siempre quedará firme, en contra de todo lo que hemos señalado, lo que nos dijo el humanista Luis Beltrán Guerrero, tras leer Boves,el Urogallo: “este libro quedará como la obra por excelencia sobre Boves”. Nos pidió ese día que tramitieramos a Herrera Luque su opinión, cosa que hicimos.


González(1810-1866), quien tantas cosas vio con certeza en su tiempo, pese a que su calificación de la trayectoria de Boves haya sido tan criticada, tanto por Augusto Mijares(1897-1979) como por Julio Febres Cordero González(1916-1988). Pese a ello tras González vino el certero estudio de Asiclo Valdivieso Montaño(1876-1935) y después Juan Uslar Pietri(1925-1998), Tomás Pérez Tenreiro(1916), José Antonio de Armas Chitty(1908-1995) y Edgardo Mondolfi Gudat(1964).

Sin duda alguna, muchos historiadores venezolanos han falseado la figura de Boves, especialmente por un hecho: no lo han visto en su totalidad, no lo han estudiado positivamente sino partiendo de una tesis: Boves era un realista, defensor de España. Esto es verdad, más no toda la verdad. De allí que sea posible la reconstrucción de su figura histórica y de este trabajo ha de surgir una Boves real, con los complejos que poseyó, inhumano, cruel, quien amó un día, enemigo de la causa patriota pero, en el fondo, un Boves bien presentado, tanto como demonio que como ángel, aunque lo primero sea lo que se haya impuesto. Será este el real, un Boves que no sirva para falsear la verdad histórica.


EL NOVELISTA


Esto a que nos hemos referido es lo que realiza Herrera Luque en su Boves, el Urogallo. Para leer este libro se debe olvidar un poco la figura que nos mostró su autor en sus anteriores obras, monografías, ensayos y artículos periodísticos ya que éste no es un libro científico como si lo eran Los viajeros de Indias, La huella perenne o Las personalidades psicopáticas.En cambio Boves, el Urogallo si bien está escrito con base a su honda preparación intelectual, su autor se va por otros caminos, los propios de la literatura, y así intenta y logra escribir una novela histórica sobre su personaje. El resultado, claro está, es un libro polémico en el cual contradice y refuta la tesis tradicional enseñada en torno al caudillo asturiano.

Boves, el Urogallo fue escrito en base a una investigación detenida en torno al personaje y a la época en que vivió y actuó, tiempo especialmente mitificado por la historiografía romántica. Así mismo el autor recorrió personalmente toda la ruta de Boves en nuestro país y aprovechó mucho de lo que se conserva aun nuestra tradición oral. El resto lo hizo su imaginación y así escribió su libro en un lenguaje que llama la atención del estudioso de la literatura. Delicioso y rico es el castellano que maneja Herrera Luque, salpicado de palabras nuestras, con buena utilización del lenguaje coloquial.

Al fin vemos en Boves, el Urogallo un libro en donde un criollo angustiado se responde así mismo lo que significó la figura de Boves. Es esta una obra en donde interpreta el nacimiento de la nación independiente, el difícil hecho del mestizaje, a dónde nos llevó la emancipación y qué logramos con ella. El autor no desea justificar a Boves, sólo quiere mostrarlo, contar su historia tal cual fue. Haciendo eso rompe con las conclusiones de la historia oficial así como presenta un análisis válido del controvertido personaje.

Pensamos que Boves, el Urogallo es una novela histórica. No todos sus lectores la consideraron así. Hubo quienes consideraron que estaban ante una biografía novelada. En ella se reconstruye, con calma y documentación de primera mano, toda una época histórica. Se trata, en el fondo, de un vigoroso fresco. Aunque no es un libro imaginativo el galeno que lo escribió siempre está presente con agudas observaciones. A veces parece que lo ha escrito para exorcizar fantasmas.

Creemos que Herrera Luque encontró a través de la novela histórica, lo que él llamó “la historia fabulada”, la forma mas adecuada de reconstruir la personalidad de Boves.

Este libro de Herrera Luque incita a pensar. Hay dos observaciones más que nos gustaría añadir. Creemos, como primera cosa, que en el estudio de la acción bovista se ha partido de un de un prejuicio, es decir, de un juicio previo. Se ha evaluado su acción como anti patriota, como saqueador de pueblos, como un asesino, lo que fue. La historiografía venezolana no se ha ocupado de hacer un examen crítico y ha olvidado aspectos de este hombre así como se han soslayado algunos motivos de su acción. Herrera Luque en su libro lo examina positivamente, lo observa íntegramente, traza su peripecia sin olvidar que trabaja sobre el vivir de una personalidad perturbada.

Creemos que el libro de Herrera Luque es un libro necesario porque desmitifica, porque rompe un mito, porque dice una verdad que no es consecuencia de una “tesis” preconcebida sino el final de un camino recorrido con una determinada metodología y con un esquema de trabajo serio.

Recuerda Herrera Luque en la advertencia las palabras de Juan Vicente González sobre la significación de este caudillo dentro del desarrollo de nuestra vida política. A este respecto había que advertir que fue González uno de los primeros en ver con cierta imparcialidad, en su Biografía de José Felix Ribas(1865), a Boves. Entre las observaciones de González sobre Boves está la muy criticada de que para él Boves fue “el primer caudillo de la democracia venezolana”[1]. Pero no sólo dice esto González ensu libro. Valdría la pena releer la obra de González y observar todo lo que dice en torno al caudillo hispano. Sobre el trabajo de González es bueno advertir que él manejó en sus textos documentación de primera mano, así como pudo escuchar de testigos presenciales que vivieron en la época de la “guerra a muerte” la historia tal cual fue. De allí se colige que el agudo periodista y gran polemista no inventó ni exageró. No olvidemos que en ese mismo libro que antes hemos citado dice que Boves amó

[1] Juan Vicente González: La doctrina conservadora. Juan Vicente González,t.I,p.170.


profundamente a una mujer, ¿Inés Corrales?[1]. La crítica hecha a sus trabajos biográficos ha demostrado su fidelidad a las fuentes históricas y este hecho nos enseña como historiadores posteriores desfiguraron ciertas verdades por enaltecer la figura de Bolívar y por no trabajar con base a una buena documentación. De allí que hoy día sea más fiel la verdad histórica narrada por González.

Hemos escrito mas arriba esta observación porque desde nuestra primera lectura de Boves, el Urogallo pensamos que era muy posible que se señalara como un lado débil de este libro el seguir la observación de González la cual es, a todas luces, clarificante.

La segunda observación es que además de ver a Boves con cierta imparcialidad fue también González quien primero observó que nuestra de independencia fue una guerra civil. Cuestión que si bien no plantea Herrera Luque en su novela la deja entrever. Sobre este hecho escribió José Luis Salcedo Bastardo(1926-2005): “por mucho tiempo se ha considerado vergonzoso admitir que esta fue una guerra civil….en realidad, la trascendencia de un movimiento no depende del tipo de factores involucrados ni en la cuantía de los mismos, depende sí de los principios que lo informan y de las derivaciones y efectos que lo identifican. Las grandes revoluciones del mundo fueron movimientos internos, domésticos en cuanto a los elementos implicados, pero notables en sus proyecciones que abrieron a la humanidad neuvos senderos”[2]. Sobre los mismos puntos había disertado antes, con hondura, Laureano Vallenilla Lanz(1870-1936) en uno de los capítulos de su Cesarismo democrático(1919), que antes hemos citado.

Para la comprensión de los dos aspectos, Boves caudillo de nuestra democracia y el hecho de haber sido nuestra contienda emancipadora una guerra civil encontrará el lector abundante material en varios recodos de la novela de Herrera Luque.

[1] Juan Vicente González: La doctrina conservadora. Juan Vicente González,t.I,p.169-170. [2] José Luis Salcedo Bastardo: Historia fundamental de Venezuela, p.251.



EL METODO


Al abir Boves, el Urogallo, en su primera línea Herrera Luque indicó “Esta es la historia verídica, fabulada y verósimil de José Tomás Boves”(p.9). Estas tres palabras constituyen el fundamento de lo que él denominó la “historia fabulada”, bajo cuya égida colocó a sus novelas. Esta fue la técnica, por él desarrollada. Esta narra los sucesos del pasado basándose en las tres premisas ya citadas.

Pasamos a explicarlas: Verídicaporque a diferencia de los cultores de la novela histórica él no alteró la verdad histórica al narrar las peripecias de cada tiempo, época que siempre contó en todos sus avatares, a través de algún personaje histórico representativo, como pueden ser los casos de Guzmán Blanco o Gómez, buscando muchas veces a los anti héroes, tal los casos de Boves o Piar. Y fue hasta tal punto verídico que utilizó cuidadosamente la documentación y los estudios históricos sobre cada personaje. Sus libros fueron Fabulados no en el sentido de alterar la verdad histórica a través de la ficción sino en el sentido de que él creó un escenario particular para dentro de él poder narrar la historia de un personaje y su tiempo. A veces, como antes lo hizo don Francisco Tosta García(1846-1921) a principios de siglo, verdadero antecesor de Herrera Luque, en la serie de sus Episodios venezolanos(1903-1915), debió inventar algunos personajes los cuales le permitieran, sin traicionar el relato histórico contar ciertos avatares que eran imposible narrar por carecer el relato histórico de esos personajes determinados. Pero estas criaturas fabuladas calzan dentro de los límites del discurso histórico desarrollado en sus libros. Por último las historias narradas por Herrera Luque fueron Verosímiles ya que a través de ellas se puede vislumbrar el pasado venezolano. Así lo verídico, lo fabulado y lo verosímil son los tres pilares sobre los cuales está construida la “historia fabulada” como tal y como lo hemos visto se separa un poco de la esencia de la novela histórica, como el propio Herrera Luque lo expuso en su estudio La historia fabulada o la renovación de la novela histórica: reflexiones(1979), aun inédito.

Y Herrera Luque tomó el sendero de la “historia fabulada” por estar convencido que “Es mas fatigoso crear dentro de la verdad que repetir la historia conocida por todos. La historia fabulada…no es ficción…La creación literaria es la de la historia fabulada…una manera de decir lo que es impepinablemente cierto…El objetivo primordial es revelar lo desconocido…El entender, el comprender el sentido y significación de una serie de hechos que nos rodean, y que hasta entonces nos eran invisibles”[1]. O como él mismo lo indica en un pasaje de otro de sus libros es “Un artificio pedagógico el dar por cierto lo que parecía verosímil”. O como dice líneas mas abajo en la misma página “puede ser cierto o falso…Pero no me va a negar que es una bella anécdota para simbolizar un sentimiento tan confuso como la conversión de un hombre en su contrario”[2]. Se refiere específicamente en esta cita a la gran “metanoia” sufrida por Bolívar durante sus días en Jamaica. Este de la “historia fabulada” fue el método utilizado por Herrera Luque para iluminar la historia, para hacerla comprensible, para humanizarla[3].

[1] Francisco Herrera Luque: “Sentido de la historia fabulada”, en La historia fabulada, t.II,p.269-271. La cita procede de las p.269-270. [2] Ambas citas están en la misma página de Francisco Herrera Luque: Bolívar en vivo, p.83. [3] A este importante asunto, que él iluminó con hondura, dedico sus tres programas radiales “De Mantiano a Libertador”, en la Historia fabulada,, t.I,p.299-311.



Comments


  • Black Facebook Icon
  • Black Twitter Icon
  • Black Pinterest Icon
  • Black Instagram Icon
FOLLOW ME
SEARCH BY TAGS
No hay etiquetas aún.
FEATURED POSTS
INSTAGRAM
ARCHIVE
bottom of page