CAUDILLOS, GAMONALES Y GUERRILLEROS EN LA MEMORIA VENEZOLANA...(XXXIV) Roberto Lovera De Sola.
CAPITULO NOVENO:LOS LIBROS DE CUENTOS
Imposible tratar un tema de nuestra ficción, como el que tratamos, sin apelar al cuento.
1962: LA O CRUZADA DE TIZA BLANCA
Héctor Mujica(1927-2002) deberá ser considerado siempre como uno de nuestros grandes cuentistas, especialmente por su cuento “Las tres ventanas” de su obra homónima, de 1953, este relato es de esas obras que define a un escritor. Esta densa y bien acabada narración que hasta pudo pensar su autor en convertilo en una novela, como también pudo hacerlo Denzil Romero(1938-1999) con su relato: “Memoria de una casa de piedra” de El invencionero(1982).
En el tema que ahora tocamos debemos señalar que la narración de Héctor Mujica es cronológicamente la obra que abre la recreación del proceso de las guerrillas de los años años sesenta es otro cuento suyo, verdadera joya de nuestra arte de contar: La O cruzada de tiza blanca(1962)[1].
Es un relato que tiene que ver con la época de la insurgencia que ya se vivía, Mujica logró avizorarla anticipándose, como siempre lo hacen los verdaderos creadores, logró atraparta a tiempo, antes que nadie, y con gran belleza y sentimiento.
Es la historia de dos jovenes estudiantes adolescentes; es la vez crónica del amor que sienten entre ellos y registro del suceder político, todo bellamente expresado por el autor, en una prosa breve y certera, el relato apenas tiene siete páginas, con lo cual nos muestra el arte de la brevedad, que es modo complejo y difícil. Pero, en aquelas horas,”pronto el sueño se convertiría en pesadilla”(p.97). Habían constantes manifestaciones contestarias de aquella juventud, “El fuego cegaba a los muchachos…a su lado caían sus compañeros” (p.97). Un día la muerta fue la propia Ana María, “Una bala alcanzó a Ana María en el pecho…la muerte había sido casi instantánea”(p.98). Ya la tiza blanca, con la que se comunicaban aquellos novios dejó de tener sentido. El quedó solo.
COLOFON
Fue Héctor Mujica uno de los pocos militantes de nuestra izquierda, la que apoyó la insurección de los años sesenta,
[1] Héctor Mujica: La O cruzada de tiza blanca. Prólogo: Héctor Malavé Mata. Caracas:Imp. Universitaria,1962. 11 p., inserto luego en su libro Los tres testimonios y otros cuentos. Caracas: Editorial Arte,1967. 72 p. Ver: “La O cruzada de tiza Blanca”(p.63-68). Está en sus antologías: Las tres ventanas. Cuentos escogidos Caracas: Monte Ávila Editores, 1970. 172 p. y en sus Cuentos. Selección: Oswaldo Trejo. Prólogo: Denzil Romero. Caracas: Monte Ávila Editores, 1997.208 p. Ver: “La O cruzada de tiza Blanca”(p.93-99), de la cual proceden nuestras citas. Hemos citado al comienzo de esta parte el memorable cuento de Mujica: “Las tres ventanas”, está el volumen Las tres ventanas. Caracas: Tip. La Nación, 1953. 115 p.; a la vez el cuento de Denzil Romero “Memoria de una casa de piedra” al que hemos hecho mención está en su libro El invencionero. Caracas: Monte Ávila Editores,1982.127 p., obra que es para nosotros un clásico del cuento venezolano.
en reflexionar críticamente sobre ella. En su ensayo: “Aquellos duros, duros años, 20 años después,[1] , al hacer la síntesis de lo vivido señaló que había sido “nuestro subjetivo desatino”(p.119), en lo cual “Nuestra ingenuidad llegó a límites surrealistas…Esa fue otra característica de la insurrección de los años 60. La prepotencia, la inmodestia, y la chalatanería…Han pasado veinte años, y aun no se hace el balance autocrítico de una decisión que fue en esencia igualmente subjetiva”(p.-123-124). No se puede pedir más[2].
1964: ENTRE LAS BREÑAS
MEMORIA DEL ESCRITOR
Nos parece que antes de entrar al análisis de Entre las breñas(1964), las narraciones que más polémicas produjo, sobre todo en la izquierda guerrillera, por ser aquella la primera obra que de forma disidente trató sobre ella, debemos hacer aquí memoria del escritor Argenis Rodríguez(1935-2000). Este murió, por voluntad propia, en San Juan de los Morros, Guárico, a la edad de sesenta y cinco años(mazro 6,2000), sus cenizas fueron esparcidas en su tierra llanera, en el puerto de Cabruta, frente al
[1] Hector Mujica:Como a nuestro parecer. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1984. 322 p.Ver: “Aquellos duros, duros años, 20 años después”(p.117-127). No se debe confundir este libro con otro de igual título pero de distinto contenido publicado años despúes: Como a nuestro paracer. Selección y prólogo: Pedro Beroes. Caracas: Monte Ávila Editores,1993.205 p. Es de todas maneras el segundo volumen una magnífica suma de la ensayística de Mujica. Hemos considerado que la utilización del mismo título en ambas ediciones viene del hecho de que la expresión “como a nuestro parecer” es una de las mejores definiciones del ensayo que se ha dado en las letras veezolanas, ya que expresar la personal opinión del ensayista es la esencia de este género. [2] Otro de los pocos ensayos reflexivos sobre la experiencia guerrillera lo escribió Manuel Caballero en su libro: Ni Dios ni Federación.3ra.ed.aum. Caracas: Alfa,2007.303 p. Ver: “La lucha armada en Latioamérica: una falsa frontera entre la reforma y la revolución”(p.258-274). Solo está en esta edición.
Orinoco. Es por ello que se nos impone aquí a nosotros que lo conocimos y tratamos tan de cerca, que lo vimos escribir, que conocimos muy bien su magnífica biblioteca, sobre todo de autores extranjeros, que logró reunir cuando vivía, hacia fines de los años setenta, en Los Rosales. Tan buena era aquella colección que dejó deslumbrada a nuestra amiga la profesora Yajaira Rauseo, la siempre querida Yaramar, quien nos acompañaba aquella noche en la cual después de varios años, que nosotros habíamos pasado en el exterior, en los Estados Unidos, en la ciudad de Chicago, fuimos a visitar a Argenis para que nos entregara los últimos libros que había publicado y nosotros deseabamos leer y comentar.
En verdad, pese a que algunos lo creyeron, a que el admirado profesor Manuel Bermudez(1930-2009) lo escribió cuando Argenis Rodríguez falleció, la suya no fue la obra de alguien quien fracasó en la vida literaria[1]. Todo lo contrario. La suya fue, y muchos habrán de volver a ella por esa razón, la de un gran testigo de su tiempo, de su época, que es la misma nuestra. Argenis Rodríguez desde temprano, desde El tumulto(1961), su primera novela, sin duda mal escrita, redactada con celeridad, poco corregida, descubrió con la intuición propia de los verdaderos escritores el derrotero, sobre todo ético, que ya en 1961 tomaba la democracia venezolana. Y lo dijo. Y pudo ver su fin, pues vivió, fueron los dos últimos años de su agónico vivir, la forma como se precipitó la democracia, dada su inmensa erosión ética. Pudo observar en un libro suyo tan decisivo como mal leído Febrero(1990) todo lo que significaron los trágicos sucesos del 27 de febrero de 1989 y sus días sucesivos. Y lo miró simplemente saliendo a la calle y observando. Tuvo mucha razón Salvador Garmendia(1928-2001) al elogiar ampliamente este libro en una exposición pública en la Fundación Francisco Herrera Luque(marzo 15,1995) en donde examinó “El
[1] Manuel Bermudez: “Mi pana, el escritor subversivo Argenis Rodríguez”, en El Nacional, Papel Literario, Caracas: diciembre 16,2000.
horror cotidiano en la literatura venezolana”[1]. Allí, incluso, el siempre considerado “hombre mágico”, tomó Febrero en sus manos y lo alzó, para que todos vieran el volumen, como una de las obras notables en donde el “horror” de la vida venezolana aparecía. Aquel día también encomió la necesidad de la lectura de las obras de Renato Rodríguez(1928-2010), otro de los escritores marginales de nuestras letras sobre quien, como en Argenis Rodríguez, siempre pesaron varios sanbenmitos, desde luego razonables. Renato Rodríguez es el autor, nada nada más ni nada menos, que de las novelas Al sur del ecuanil y El bonche[2], mal redactadas, incluso con errores ortográficos y sintácticos, hay que señalarlo, pero necesarias de leer para entender el país y la vida de los venezolanos que reflejan y no, claro está, paratenerlas como normas del buen escribir dentro de la cual están redactadas las obras que trascienden en la literatura, hay que decirlo también. Por esas obras bien escritas hay que leerlas, una y otra vez, siempre. En castellano quien mejor escribió fue sin duda don Francisco de Quevedo y Villegas(1580-1645), mejor que don Miguel de Cervantes(1547-1616) maestro también de la lengua. Y en la literatura venezolana los que mejor han escrito, los prominentes, los mentores, los maestros del estilo, José Atonio Ramos Sucre(1890-1930) primero, en esto siempre, Manuel Díaz Rodríguez(1871-1927), Mariano Picón Salas(1901-1965), Arturo Uslar Pietri(1906-2001), Denzil Romero(1938-1999), José Balza(1939), Ana Teresa Torres(1945) y Antonio López Ortega(1957). Pero las obras de Argenis Rodríguez y Renato Rodríguez hay que leerlas como testimonios delmodo de vivir de una época, no como acabados libros literarios, que no lo son, aunque
[1] Varios Autores: El país en el espejo de su literatura. Prólogo: Ana Teresa Torres y Roberto Lovera De-Sola. Caracas; Fundación Francisco Herrera Luque/Grijalbo,2007. XV,487 p. Ver: Salvador Garmendia: ”El horror cotidiano en la literatura venezolana”,p.49-57. [2] Renato Rodríguez: Al sur del Ecuanil. Caracas: Ediciones El Cuento en Venezuela, 1963. 146 p.; El bonche. Caracas: Monte Ávila Editores,1976. 257 p.
en el caso de Argenis hay momentos destacables, pasajes para conservarlos en la memoria, como los de nuestros siete grandes estilistas que antes hemos mencionado.
Así que Argenis Rodríguez vio la sociedad venezolana, fue testigo y el primer escritor en relatar la experiencia vivida por los muchachos y muchachas guerrilleros, uno de ellos fue él, en Entre las breñas. Escribió su libro más clarividente en Gritando suagonía(1970), tan elogiado por Orlando Araujo(1928-1987)[1].
Fue la vida venezolana, la de la democracia iniciada en 1958 y desaparecida en las elecciones de 1998 y especialmente como consecuencia del “Referendo Revocatorio”(agosto 15,2004), el gran tema de la obra de Argenis Rodríguez. Pero fue la inmensa corrupción pública, iniciada en 1974, en el primer gobierno(1974-1979) de Carlos Andrés Pérez(1922-2010), el de los grandes negocios y grandes corruptelas, auspicidas desde el mismo Estado, desde la presidencia, el comienzo del declive del vivir venezolano, el resbalón de nuestra democracia de partidos, cosa que Argenis Rodríguez había avizorado en sus primeros signos en El tumulto e incluso en La fiesta del Embajador(1969), lo que permitió dejar una obra tan sagaz como lo fue su trilogía “Breve relación de la destrucción de un país”[2], formada por La amante del presidente, Relajo con energía y El juicio final, obra de emergencia, escrita perentoriamente, al vuelo de la máquina, sin detenerse, aquejado en todo momento por el desasosiego por aquello que veía sucederse y aquello que veía venir. Cosa que logró observar, como los grandes creadores literarios, con anticipación.
Y esto porque sus libros fueron siempre las obras de un testigo angustiado del acaecer nacional, de aquello que nos llevó hacia la crisis final de la democracia fundada bajo
[1] Orlando Araujo: Narrativa venezolana contemporánea, ver el capitulo:”Negro es el humor con que amanece”(p.345-348). . [2] Argenis Rodríguez: La amante del Presidente. Caracas: Fuentes, 1980. 109 p.; Relajo con energía. Caracas: Fuentes, 1980. 143 p.; El juicio final. Caracas: Fuentes, 1980.130 p.
los auspicios del lúcido Pacto de Puntofijo(octubre 31,1958) el cual nos dio cuarenta años de estabilidad política y desarrollo económico y social pero suyos ideales fueron frustrados por la delicuencia política, por corruptores y corrompidos. Ver aquella caída fue el centro y lo que dio sentido a la obra de Argenis Rodríguez. Es ello lo que tiene que retener quien se acerque a sus libros, quien desee comprender a este acongojado y afligido venezolano. La historia literaria venezolana del siglo XX, tiene en el escribir de Argenis Rodríguez uno de sus pálpitos más penetrantes, más apesadumbrados y más afligidos.
1964. ENTRE LAS BREÑAS
Creemos que examinando la obra de Argenis Rodríguez sus obras mayores son Entre las breñas(1964), Dónde los ríos se bifurcan(1965) y La ciudad muerta(1977). De las dos primeras, por su igual temática las reunio su autor en un solo volumen(1970)[1]. Fue Argenis Rodríguez el primer guerrillero, persona que estuvo en la montaña, que escribió.
[1] Argenis Rodríguez: Entre las breñas. Siete historias y un epílogo. Prólogo: Antonio Márquez Salas. Caracas: Ediciones La Muralla,1964. 90 p.; Dónde los ríos se bifurcan. Historia de una caída. Caracas: Ediciones La Muralla,1965.104 p.; Entre las breñas.2ª.ed.aum. Barcelona: Ediciones Picasso,1970.164 p., volumen que recoge ambas obras, que es la que utilizamos nosotros aquí.
Antes de llegar a Entre las breñas(1964) y su volumen siamés Donde los ríos se bifurcan(1965) [1] que recogen los relatos sobre la guerrilla de El Charal, en la cual participó Argenis Rodríguez(1935-2000)[2], debemos señalar que fue este autor, desde el primer libro que publicó, El tumulto(1961), el primer creador en detectar, con su especial agudeza, el malestar ético que comenzó a vivir, desde muy temprano, nuestra democracia, nacida tres años antes. Fue tal que aquella primera obra, pese a la críticas que le hizo la revista Crítica contemporánea, acusándola de confusa, “Tumulto, ver confusión” dijeron, mientras que esta fue celebrada por el maestro Guillermo Meneses(1911-1978) al señalar que ese libro:
“significa…la aparición en la literatura venezolana de una confesión arrebatada a lo inmediato, de una violenta
[1] Aquí lo seguimos a través de su edición completa Entre las breñas. Barcelona: Ediciones Picazo,1970. 164 p., volumen que reúne el conjunto de Entre las breñas. Prólogo: Antonio Márquez Salas. Caracas: Ediciones La Muralla,1964.89 p. y Donde los ríos se bifurcan. Caracas: Ediciones La Muralla,1965.104 p. [2] Ver sobre ella Luigi Valsalice: Guerrilla y política,p.109-110; Antonio García Ponce: Sangre, locura y fantasía,p.40-42; La cita de Meneses procede del fragmento citado en una de las tapas interiores del libro de Argenis Rodríguez: Sin cielo y otros relatos. Santiago de Chile: Sociedad Impresora Horizonte,1962. 56 p. No hemos podido hallar la cita precisa del artículo en las hemerografías dedicadas a Meneses por Edgar Páez(1994) y Gladys García Riera(1981), esta sin embargo registra el artículo de Meneses: “Entre las breñas de Argenis Rodriguez”, en El Nacional, Caracas: junio 7,1964,p.2, este trabajo nos indica el interés de Meneses por los nuevos escritores, caso del cual Rodríguez no será el último. Pronto Meneses, en su revista Cal, publicó el primer cuento de Francisco Massiani(1944-2019) que fue el inicial de toda su obra. antiliteratura en la cual están enredados los problemas mas inquietantes de los jóvenes venezolanos: su inconformidad, su rebeldía…El tumulto, escrita, así puede decirse, a trancazos es uno de los pocos libros venezolanos donde se puede encontrar íntegra y sincera la arisca posición de la juventud actual; desengaño de los mayores, impaciencia y esperanza, ganas de vivir y luchar”.
El frente de El Charal duró poco, tuvo pocas acciones y algunos muertos, uno por haberle estallado a un guerrillero una granada en la mano cuando estaba por dispararla, lo cual nos indica la poca preparación militar que tenían esos guerrilleros, eso fue muestra, como antes lo hemos señalado, de la escasa preparación castrense de los guerrilleros, hecho también indicado por García Ponce al historiarla.
De esa corta experiencia, y de hechos anteriores, vividos algunos en los tiempos finales de la dictadura perezjimenista, sacó Rodríguez el material para sus relatos.
Entre las breñas fue impresa, por Domingo Fuentes, el editor quien siempre fue fiel a Rodríguez, en su editorial, el 25 de abril de 1964. Su autor pudo escribir algunos relatos aun en la montaña, en el poco tiempo que pasó en ella, durante el escaso tiempo que estuvo allá.
Ya para ese momento la llamada literatura de la guerrillas, o relativa a ella, había comenzado a publicarse. Su primer testimonio es el cuento, maestro ayer y hoy, de Héctor Mujica(1927-2002) La O cruzada de tiza blanca(1962), le siguió Entre las breñas, obra de un escritor-guerrillero, el mismo año se dio a conocer el cuento de Luis Britto García(1940) “Los fugitivos”, obra de un estudiante que no participó en la acción y que como escritor daba sus primeros pasos. Su mejor libro con relatos de ese tópicos fueron algunas narraciones del volumen Rajatabla(1970), que es obra mayor de nuestra literatura.
Cuando Argenis Rodríguez publicó Entre las breñas no era ya un escritor bisoño, había editado sus dos primeros libros. Fue así como escribió Entre las breñas en donde daba cuenta del suceder de la guerrilla y de algunos hechos del puch del PCV y del MIR contra el gobierno de Betancourt, como nos lo confió un día el doctor Salvador de La Plaza(1896-1970). Betancourt, con el apoyo de su ministro de la Defensa, Antonio Briceño Linares y de las Fuerzas Armadas democráticas, a la larga los venció.
Aquel libro bien tan bien escrito, como era lógico molestó mucho a la izquierda insurgente la que no quería que la verdad de su fracaso se revelara, de hecho Argenis desnudaba a la guerrilla(p.27), decía su verdad. De allí que se haya convertido para los insurgentes en su mayor enemigo. Pero no se detuvo en su escritura, prosiguió, a los pocos meses(octubre 20,1965) apareció el segundo volumen Donde los ríos se bifurcan en el cual el acto de develamiento continuaba. No tuvo Argenis miedo a decir la verdad y no le perdonaron sus antiguos compañeros que lo hiciera. En ellos contó todo lo que los otros guerrilleros escondieron.. En ello radica, además de la bella escritura, la esencia de estos relatos. Y refiriéndonos al buen escribir consideramos que uno de los momentos mas bellos del libro, de autentica literatura, está al comienzo de la obra(p.32-36), todo lector culto debe volver sobre ellas y gozarlas.
ESTE LIBRO
Lo que se ve en el desarrollo de Entre las breñas no son acciones, lo que se podría suponer, sino pensamientos, las reflexiones desde la conciencia porque en el grupo de “El Charral” hubo muy poca acción.
No podemos considerar a Entre las breñas como un libro autobiográfico pero si aquel que se basa en lo vivido en aquella guerrilla y luego, como en toda literatura recreado por el escritor. De allí la observación que se lee: “Mi autobiografía debe cambiar. Nada de naturalismo de ahora en adelante. Sólo lo que piense o he pensado debe perdurar”(p.157), “El recuerdo debe permanecer puro y puede ser tan solo una sensación tan deleznable como un cabello; lo mismo una ruborización. El recuerdo debe estar despojado de anécdotas”(p.158)
Y mirando el medio a donde llegaron dice:“La soledad, la naturaleza, todo es duro aquí…En estos montes, los instintos, dominan a los hombres”(p.14). Sin emgargo, no se le escapa:“Hay cosas que uno no se puede ocultar…Aquí no va a ocurrir nada. Para mi las cosas ocurren en el corazón de los hombres”(p.16-17), “Uno sabe, la imaginación actúa demasiado pronto y la imaginación empieza a dominar en todo el cuerpo o en toda la voluntad”(p.57).
“Ahí están dadas las condiciones. La información que tenemos es que esa zona es nuestra”(p.66).
Y como siempre lo íntimo, lo personal esta presente, “otra cosa, el miedo, el estupor ”(p.67). La angustia vivida en tan grande que dice:”¿Verdad que si uno va a Caracas no dan ganas de volver?”(p.73).
Desde luego aparecen las fantasías sin sentido cuando leemos: “La revolución cubana la hicieron once hombres. Nosotros somos nueve. Lo que quiere decir que es mas heroico lo que nos proponemos”(p.76), tanto que ”Parecía que acababa de darse cuenta que para ellos no contaba la esperanza”(p.109). Y recuerda:
“Salimos de la universidad, dijo Carlos. Ni siquiera se nos ocurrió cambiar de carro. Éramos unos perfectos neófitos”(p.118), razón por la cual fracasaron, ello a partir de no estaban preparados para lo que intentaron hacer, como los historiadores del hecho nos lo han hecho ver, especialmente Antonio García Ponce(1929) a quien en capítulos anteriores hemos examinado.
“Ahora vamos a ver, ¿qué es pelear?. ‘Es fácil hacer la revolución’. Llegamos. Primero llegamos. Entramos en contacto con las gentes de la región y a medida que les ganamos en confianza y las adoctrinamos, las ayudamos en la recolección de sus cosechas”(p.134), pero ello era imposible porque los campesinos eran partidarios de AD, y se beneficiaban de las Reforma Agraria, y los denunciaban al ejército anti-guerrillero, ogtra razón del fracaso.
Y pocos, en el PCV y el MIR, creían en aquello, pese a las vidas juveniles que sacrificaron. Por ello leemos en Entre las breñas:“Por aquí vino uno diciendo que si el congreso, que si los diputados, que si el gobierno iba a caer sin necesidad de guerrillas, que si las guerrillas eran un estorbo, que eso lo estaban arreglando por otra vía”(p.148).
Es por lo expuesto que Entre las breñas quedó como claro testimonio de lo sucedido. Y como bella y dolorosa obra literaria.
1964: LOS FUGITIVOS
En Los fugitivos y otros cuentos, su primer libro, Luis Britto García(1940), hijo del capitán de los Bomberos de Caracas, Clemente Britto, se asomó a su contorno. Si este volumen pasó inadvertido para muchos, incluso para la crítica de aquellos días, tiene que ser tenido en cuenta hoy ya que Los fugitivos y otros cuentos constituye un borrador, todavía inseguro, de lo que seis años mas tarde, tiempo de arduo trabajo literario para él, fue Rajatabla(1970) dentro de su escribir. Sin Los fugitivos y otros cuentos, sin Rajatabla su tercer libro La orgía imaginaria(1984) sería impensable.
Los fugitivos y otros cuentos también tiene otro valor. En aquel volumen, el relato “Los fugitivos”, que bautiza el conjunto, es considerado hoy como la ficción que se opone en sus concepciones, sobre la guerrilla de los años sesenta, hechas aquel mismo año por Argenis Rodríguez(1935-2000) en su libro Entre las breñas(1964). Estos dos relatos constituyen textos a tener en cuenta cuando se desee examinar la literatura de la violencia de aquel período la cual se inicia, a nuestro entender, con el bello cuento La O cruzada de tiza blanca(1962) de Héctor Mujica(1927-2002).
Entre los relatos de Los fugitivos y otros cuentos(1964)[1], entre ellos siempre se ha subrayado el valor del títulado “Los fugitivos”, o simplemente “Fugitivos” como se lee en otro lugares del volumen(p.177,179,194), para el estudio del tema que nos ocupa, relato con el que se cierra el volumen. La narración sucede en la ciudad, en Caracas sin duda, en la lucha de las fuerzas policiales contra la guerrilla urbana. En el ralato se lee del lado de los isurgentes: “Creo que este tipo de guerras no es de astucia, es paciencia. Bastaría con colocar fuerzas estratégicas y esperar”(p.184). Las fuerzas represivas, como los llamó la izquierda, dicen: “Debían estar locos para intentar una guerrilla, prosiguió el coronel. No, dijo el herido, la cosa es factible y deseable, sólo que no se dio… Claro que no se dio. Debían de estar locos todos…Si, admitió el herido…Algunos lo estaban. Todos no”(p.184). Más adelante leemos: “Otro, pongamos por caso, hablaba de una granja, enorme granja, en donde todos los militares, todos los curas, todos los jefes de relaciones públicas se corregirían mediante el trabajo, y en la puerta habría un lema diciendo: Aquí aprendo a ser útil”(p.185). Es decir: puro stalinismo, que era lo que los insurgentes recibián de Cuba y esta desde la URSS.
En el relato se revela lo que el PCV y el MIR pensaban hacer. Lo que lo enfrentaba, y terminaron venciéndolos les decían: “Como poseídos, han ido ustedes acumulando encima del país un depósito deforme de disparates y complacencias que horroriza a sus mismos alidos”(p.186).
Esta apología de la guerrilla y los guerrilleros, es un cuento simple, sin construcción literaria plena, solo a veces satírico y amargo.
[1] Luis Britto García: Los fugitivos y otros cuentos. Caracas: Pensamiento Vivo, Editores,1964. 192 p..; Rajatabla. Caracas: Ediciones Bárbara,1970.181 p.; La orgía imaginaria. Caracas: Monte Ávila Editores,1984. 261 p. 1966: EL ENEMIGO
Los cuentos Arturo Uslar Pietri(1906-2001) que hemos elegido aquí son “El enemigo” , una narración situada en la guerra de Independencia, y “El rey Zamuro”, en el que observamos el suceder la violencia de la Guerra Federal, ambos de su libro Pasos y pasajeros(1966)[1] . Uno, “El enemigo” es más personal. En el segundo “El rey Zamuro” la insureccion liberal, llamada, desde 1859, Federal, las vemos trascurrir.
Lo que sucede en “El enemigo” tiene rasgos de humor, si las tropas patriotas querían saber quien era un soldado español bastaba pedirle que pronunciaran la palabra “naranja” así el soldado u oficial se descubrián, solo que en el magnífico cuento uslariano su protagoista no pronuncia palabra alguna, se les aparece a nuestros insurgentes como un mudo, sin serlo. Pero no logaron hacerlo hablar por las buenas, le aplicaron la tortura entonces. Fue la única forma hallada para comprobar que no era mudo y para escuchar su confesión de oficial godo. Todo el relato uslariano está contado con maestría y con honda penetración psicológica. De alli la orden final: “Procedan a ejecutarlo inmediatamente” (p.204).
Aquí la anécdota está contada desde el ángulo patriota. Pero soldados de la patria sufrieron lo mismo del lado realista.
1966:EL REY ZAMURO
Cuento sucedido durante la Guerra Federal(1859-1863), tras haberse sucedido la batalla de Coplé(febrero 17,1760) una de las tres únicas batallas de esa guerra, las otras
[1] Arturo Uslar Pietri: Pasos y pasajeros. Madrid: Taurus,1966. 290 p. Ver: “El enemigo”(p.181-204), “El rey Zamuro”(p.61-82). El volumen, como los otros de esta gran maestro del cuento, se pueden leer también en sus Cuentos completos. Bogotá: Norma,2000.2 vols.
fueron Santa Inés(diciembre 10,1859) y Buchivacoa(diciembre 26-27,1862), esta última sumada, hace poco tiempo incorporada, a la historia de aquel movimiento, gracias a la acucia del maestro Manuel Pérez Vila(1922-1991)[1]. Estas tres batallas fueron las únicas de aquel movimiento, ya que el resto de aquella contienda fue llevada a cabo por las guerrillas. En Santa Inés, una de las tres grandes batallas de nuestra historia militar, ganó la revolución, peleada en el pueblo de Santa Inés, Barinas; en Coplé, en el Guárico, la victoria fue del gobierno; en Buchivacoa, en la región de Falcón, fue ganada por los insurgentes.
De allí que la narración se inice con estas líneas: “Fue el año en que los godos ganaron en Coplé. Las fuerzas federales se desparramaron, en la desbandada, por sabanas, caños y faldas de cordilleras…No quisiera recordar cómo terminó la pelea. El combate había durado todo el día y ya hacia la media tarde los federales comenzaron a ceder”(p.63). El asunto central de “El rey Zamuro” es la guerra y sus acervos dolores y experiencias para todos los que participan en ellas. De allí este pasaje, hondo y perdurable como condena de toda guerra:
“El desasosiego de todas las aventuras que había pasado venía a concentrarse y a rematar en aquella situación en que me encontraba. Había andado por los montes merodeando con partidas armadas, habia combatido, había tenido que huir. Había sentido miedo, angustia, esperanzas. En algunos días de pelea me había tirturado la idea de que me iban a matar y, en otros, en cambio, me había sentido lleno de confianza y como predestinado a un risueño porvenir de jefe poderoso. Sería un general, el gobernador de una región, el dueño de grandes propiedades con café, con caña, co ganado. Pero ahora estaba allí miserable y abandonado, casi reducido a mendigar, tan pobre y tan maltrecho que si los míos me víeran no me podían reconocer, y sirviéndole de ayudante a aquel
[1] Manuel Pérez Vila:”Buchivacoa, batalla de”, en Varios Autores: Diccionario de Historia de Venezuela,t.I,p.548. Esta magna obra, sin la cual no se puede hoy en día, desde 1989, escribir sobre nuestra historia, fue concebida bajo la dirección del mismo maestro Pérez Vila, hasta él mismo corrigió las pruebas de imprenta de su primera edición.. aveturero loco que de coronel de guerrilleros, seguramente falso, se iba a convertir ahora en volantín no menos falso. Había visto en la campaña gentes temibles y risibles. Matoes crueles, y jefes brutales y ensoberbecidos, y payasos que hacían reír con sus cobardías y con sus ingeniosas tretas para salvarse del peligro o del hambre.Y también hombres temibles y risibles a la vez, como aquel general que llamaban ‘machetacito’, porque con la voz mas dulzona y paternal decía a sus víctimas sin inmutarse: ´Te voy a dar un machetacito”(p.74).
Si aquellas terribles palabras se aplican a la Guerra Larga puede ser aplicado también a las guerrilas de los sesenta que hemos historiado en estas páginas: es siempre el horror de toda guerra, ya que ni de la Guerra Federal ni del movimiento armado de los sesentas salió nada, solo un ammacigo de vidas destruídas. Fueron destruídos, como lo insinua el maestro Uslar Pietri las vidas pequeñas, los jefes, allá a partir de 1863 y aquí desde 1968, se encumbraron olvidando a los demás, molestos con aquellos que les tomaron las cuentas por la destrucción sembrada. “Hasta cuando nos van a pasar factura” dijo un dirigente guerrilero ante uno de los libros de Clarita Posani(1933-2017).
Es, desde luego, “Simeón Calamaris” es página memorable de la literatura veezolana, escrita por uno de los grandes maestros de nuestro cuento y hecho desde la plena conciencia socio-politica de lo que vio hacer entre nosotros por la violencia, siempre destructora. O hay que olvidar, como lo pensaban los Escenios de Qumrán(s I dC), los de los Manuscritos del Mar Muerto, es el enfretamientos de los seres de las tinieblas, de la oscuridad, los que La aupicián, con los seres luz los que vencen[1]. Es decir,es la lucha del bien contra el mal. Ante el final de una guerra dijo Oriana Fallaci(1929-2006): “Basta y así sea”: una oración por los caídos.
[1] Sobre los escritos de Qumran, consultar el esclarecedor libro de Michel Baigent/Richard Leigh: La conspiración del Mar Muerto.2ª.ed. Madrid: Ediciones Martínez Roca,2006.350 p..
1969: RELATOS DEL CAMINO LARGO
Cada época tiene su literatura, cada momento histórico es fielmente retratado por sus artistas. Es por ello que la literatura es el mejor documento, el testimonio vivo, de la realidad histórica en la cual estamos insertos.Tras el decenio violento que en los años sesenta vivió Venezuela surgió una literatura que la expresa, cuya finalidad fundamental es comprender estos hechos con los ojos de la imaginación. Esta literatura se esboza, en 1962, en un sutil cuento, relato de madurez, de Héctor Mujica(1927-2002) La O cruzada de tiza blanca, lo que encontramos allí son los simples acaeceres de una época violenta entre dos estudiantes. Después de la experiencia guerrillera vinieron los relatos críticos sobre la lucha armada como Entre las breñas(1964) de Argenis Rodríguez(1935-2000) o de plena adhesión militante de Luis Britto García(1940) en el relato que da título a su libro Los fugitivos(1964). Al poco tiempo cinco cuentistas, Héctor Malavé Mata(1930), Héctor Mujica, Enrique Izaguirre(1929-1994), Adriano González León(1931-2008) y Gustavo Luis Carrera(1933), se reunieron para tratar el tema de la violencia que sacudió al país. De allí surgió Ficción 67, un libro singular, señal que la literatura no es obra de mentes aisladas.
En Largo(1968), de José Balza(1939), su protagonista, Ascio, entre sus diarias faenas tiene que ejecutar una acción terrorista. Mary Sananes(1942) llevó esta misma temática a la poesía en su exquisito y refinado Tiempo de guerra(1968) en el cual canta a los guerrilleros, a los que están “entre las filas y los ríos”.Orlando Araujo(1928-1987) captó en su cuento “Las manos del Chema” la doble vertiente de la violencia revolucionaria y contrarevolucionaria, en una narración excepcional, repleta de hondo tono poético. Araujo dos dio también una visión certera de la problemática de la violencia venezolana en su ensayo Venezuela violenta(1968), original, novedoso, orientador.
En País portátil(1969), donde González León nos dio la primera novela que no sólo comprende el período que tratamos sino que busca sus orígenes en la violencia campesina y caudillista del siglo XIX. Logra captar el estado de violencia que vive nuestro país; allí nos da Andrés Barazarte, su personaje central, a un revolucionario por varias generaciones y a su Delia, una mujer valiente, quien asume su compromiso humano y social, es la otra cara de El último Solar del maestro Gallegos[1].
En sus Relatos del camino largo(1969)[2]. nos entregó Eduardo Gasca(1939) su versión de esta problemática. En los tres cuentos que forman este breve volumen nos trae una especie de reflexión de tres momentos(1964,1966,1967) que su autor considera importantes en el desarrollo de la lucha armada de los sesenta. En estas tres narraciones plasma su autor tres instantes: el comienzo con euforia, en “La nueva elegía”, donde se cree que la violencia es la gran partera de la historia; el segundo, “Un viejo soldado”, es la historia viva de un antiguo militante, obligado, por su edad y males de salud, a bajar de la montaña, pero quien tiene conciencia de que “todavía sirvo”(p.21), “tengo que subir otra vez”(p.21). En el tercero, “El acecho”, tenemos ya a la lucha cuando se han perdido los ideales, cuando la insurgencia se puede confundir con la delincuencia, momento en el cual sólo se espera asaltar un banco
[1] Los libros citados antes son: Varios Autores: Ficción 67. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1967. 107 p.; José Balza: Largo. Caracas: Monte Ávila Editores,1968. 141 p.; Orlando Araujo: originalmente publicano, en la revista Papeles, Ateneo de Caracas, como “Manos 0-0-10, después titulado “Las manos del Chema”, en sus 7 cuentos. Caracas: Contexto. Editores,1977. 112 p. Está en las p.63-74; Rómulo Gallegos: El último Solar. Caracas: Imprenta Bolívar,1920. 299 p.; ;el poemario de Mary Lu Sananes: Tiempo de guerra. Maracay: Ediciones Desorden, 1968. 55 p. [2] Eduardo Gasca: Relatos del camino largo. Caracas: Ediciones Ramón Collar, 1969. 45 p., esta también en Todos los cuentos. Caracas: Monte Ávila Editores,2008.. 74 p., en esta nueva aparición del volumen le incorporó un cuarto relato, “Espejos”, que no aparecía en la primera edición
porque “después de todo uno mismo ha escogido el camino. Se necesita dinero. Se necesita que nada falle. Se necesita que esto sea una razón convincente para seguir”(p.35).
Gasca domina su temática y su técnica y nos da en su libro, prometedor de mejores y más ambiciosos textos, tres buenas ficciones, realistas, bien acabadas, en las cuales su autor indaga en el mundo íntimo de sus criaturas busca sus razones, se preocupa y trata de entender su situación existencial.
1970: CHAO, MUERTO
Manuel Trujillo(1925-2006) cuentista, novelista, dramaturgo y periodista cultural, inició su actividad literaria en una época realmente interesante en el proceso de nuestras letras contemporáneas: fines de la década del cuarenta. Fue ese el momento de la iniciación de eso que hoy denominamos “nueva narrativa”, tiempos en que aparecieron en nuestra escena literaria Antonio Marquez Salas(1919-2002), Andrés Mariño Palacio(1927-1965), Alfredo Armas Alfonzo(1921-1990), Héctor Mujica(1927-2002), Oswaldo Trejo(1924-1996), Oscar Guaramato(1916-1987). Trujillo publicó sus primeros cuentos durante estos mismos días, tiempo del grupo “Contrapunto”(1946-1950). En ese momento la nueva generación de creadores sintió verdadera necesidad de renovar nuestra prosa de ficción. En esas mismas horas días publicó Trujillo su primer libro Cuatro cuentos rurales(1949) al cual siguieron Tiempo sin reloj(1950) y Chao, muerto(1970), sin duda su obra mayor como cuentista, escrita cuando ya era un creador maduro. Después ha dedicado su tiempo a la novela publicando Desterrado en Madrid(1975), El gran dispensador(1983) y El bullicio(1996)[1].
[1] Los libros de Manuel Trujillo son: Cuatro cuentos rurales.Caracas: Editorial Bolívar, 1949. 39 p.; Tiempo sin reloj. Madrid: Blass S.A,, 1950.61 p.; Chao, muerto. Caracas: Editorial Domingo Fuentes, 1970. 105 p.; Y las novelas, Desterrado en Madrid. Caracas: Imprenta Universitaria, 1975. 84 p.; El gran dispensador. Caracas: Fundación Cadafé, 1983. 226 p.;El último engaño. Caracas: Planeta, 1991.78 p. ;El bullicio. Caracas: Planeta, 1996.108 p..Y las obras de teatro: Los siete pecados capitales. Caracas: Monte Ávila Editores,1974.130 p.;El gentilmuerto/Movilización general. Caracas: Universidad Central de Venezuela,1968.145 p.; Ensayo: Revolución y crisis de la estética. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1985. 108 p.
En su momento Trujillo nos sorprendió con Chao,muerto. Primero por su lenguaje despojado y descarnado, lleno de humor, negro a veces, con que nos presenta sus ficciones, por la autenticidad de la narración con la cual cada uno de los relatos que forman este libro están escritos.
Lo primero que se ocurre al lector ante Chao, muerto es una reflexión sobre el humor en nuestra producción narrativa. Desde la aparición de Cuando quiero llorar no lloro(1970) de Miguel Otero Silva(1908-1985) nuestros comentaristas literarios parece que lo han descubierto en ella. Cierto que teníamos muchos años sin verlo u olerlo en nuestros libros, pese a que es una de las características de la modernidad literaria. Pero parece también que nuestros analistas están confundidos. Cuando quiero llorar no lloro .no es nuestra primera novela humorística. Para registrarlo en nuestro proceso literario hay que ir muy atrás. Hay que detenerse anteDon Secundino en París o ante Las memorias de un vividor(1913) de don Francisco Tosta García(1846-1921)[1] o en el que encontramos en Cuando quiero llorar no lloro. O reparar ya en el cuento: en el fino humor de Julio Garmendia(1898-1977); en la sonrisa de Rubén Monasterios(1938) en Sobre mis piernas(1865) o el humor doloroso de Luis Britto García(1940) en Rajatabla(1970)[2]. En todos estos últimos casos, desde don Julio, se trata de un humor que
[1] Francisco Tosta García: Don Secundino en París.Caracas: Imprenta Soriano, 1895. 253 p. o ante sus Memorias de un vividor.Caracas: Tipografía La Semana, 1913.307 p. [2] Rubén Monasterios: Sobre mis peirnas.Caracas: Taller Gráfico Industrial, 1965.62 p.;Luis Britto García: Rajatabla. Caracas: Ediciones Bárbara, 1970. 181 p.
hace sonreír y no reír, que son cosas distintas aunque parezcan iguales.
Pues bien es sobre el humor que hace sonreír sobre el cual está construido el libro de Trujillo. Si excluimos el relato “Chao,muerto”, que da titulo al libro, la cual es una narración erótica realista, en la cual se funden con exactitud al final pasado y presente, con una nota de pesimismo y nostalgia; si excluimos también “La muerte de algunos vecinos” podremos observar que el resto de los relatos- informes que forman el libro tienen su fundamento en el humor. Excluir esos relatos en este caso, no implica juicio de valor alguno sobre ellos. Ni para nosotros somos menores por el hecho de hacernos sonrreír.
En los relatos-informes cuestiona Trujillo nuestra vida política. Va desde “La muerte del profesor Pérez”, donde el asesinato político se da al final como una forma de solucionar un problema doméstico. Este tipo de muerte es una ironía de la vida. Este es un cuento en el cual el propio lector se siente asaltado por el poder.
En “La muerte de mi defendido” se cuestiona la justicia; “La muerte del general” es sangrienta burla al ejército; “La muerte en el puesto” es crítica a los errores de nuestros guerrilleros, y como no puede creerse en la guerrilla pues esta no tiene la culpa de los errores de los que la toman como vía para obtener el poder.
“La muerte del dirigente”, quizá el más dramático de las narraciones del libro, nos cuenta la tortura y el asesinato de un dirigente político de izquierda por la policía política del gobierno(¿la historia del dirigente guerrillero Alberto Lovera(1923-1965)?). Se trata aquí de un cuento largo, con trama detallada, con ingredientes para hacer pensar, como el caso del antiguo militante que es ahora policía y ayuda a la captura de los otrora compañero de rebelión.
En fin Chao, muerto es un libro positivo, muchas de sus historias piden continuación, extensión; varias de ellas por lo bien tratadas podrián dar materia para una mas larga narración. Por ejemplo de la titulada “Chao, muerto” se podría obtener una iluminada ficción sobre la vida nocturna caraqueña y unida a otros trozos desarrollados del libro podríamos tener una interesante novela, viva, ágil, redactada en esa buena escritura, con la eficacia del lenguaje periodístico, que tan bien maneja Trujillo.
1970: CUENTOS AL SUR DE LA PRISIÓN
Antes nos hemos referido a la novela La noche de la derrota(1975), de Héctor De Lima(1939). Sobre su primer libro Cuentos al sur de la prisión(1970)[1] debemos anotar que con él se inició en el campo de la literatura luego de haber vivido intensas experiencias que le trasmitieron hondas vivencias que de haberse trabajado más le habrían dado seguros resultados. Su primer intento en el campo de la narrativa lo constituyó sus Cuentos al sur de la prisión, en el cual exploró la realidad a través de tres vertientes: la vida familiar, cuestión que expresó en el mejor de los relatos de aquel conjunto “La sagrada familia”. Otros textos testimonian la insurgencia guerrilera de la generación del sesenta, se vertió en su cuento “La prisión termina al amanecer”. Una tercera zona rastreada era la intensa vida nocturna en la urbe mostrada a través de “Discotheque”.
1970: LA MUERTE DE UN REBELDE
Para referirnos a los cuentos de Luis Brito García(1940) “La muerte de un rebelde” y “Pic Nic iterrumpido”, que tocan la violencia politico. Debemos referirnos previamente a su obra literaria y en especial al volumen Rajatabla(1970) en que están insertos.
Britto como fabulador nos ha ofrecido una obra hecha con imaginación, humor, erudición, sentido crítico, ingenio e irreverencia. Así su escritura ha sido directa, precisa, concisa, nos ha ofrecido los escritos de un narrador
[1] Héctor De Lima: Cuentos al sur de la prisión.Caracas: Monte Ávila Editores, 1970. 90 p.
fantástico quien apela en sus invenciones al absurdo, quien es paródico, lúdico.
Rajatabla es un libro decisivo de nuestra ficción contemporánea. Definirlo, preguntarse qué es, cómo es, si es cuento o novela, fue interrogante surgido desde que sus primeros lectores se acercaron al volumen. No es una novela. Es una colección de narraciones cortas, a veces muy breves, otras brevísimas, en las cuales, esto lo nota el lector al repasarlas, hay una continuidad, entrelazamiento que se sostiene a todo lo largo del libro. Así el poder de la misma escritura las emparenta y les da coherencia. En estos relatos podemos seguir a sus protagonistas viviendo los hechos de la ciudad y sus alienaciones, todo ello trajeado de humor, una sonrisa que a veces, muchas veces, es de poderosa crueldad; en otros está henchido de ternura como en “Helena”. Pero Britto redactó estas narraciones trayendo a su pluma todo lo trágico que hay en nuestra vida cotidiana, pero ello presentado sin afectación, puesto sobre la página en forma directa, sucinta, exacta. Todo en estos pequeños y certerísimos cuentos es urbano, todo sucede en la ciudad. Britto a veces es satírico como en “El Presidente amaneció de buen humor”; en “Carne” aparece la pobreza de la urbe: en “Pic Nic interrumpido” es el asesinato político; “Ella, El” presenta la mentira amorosa, la careta, la máscara, que tapa u oscurece nuestra verdadera identidad; en otros parodia la historia oficial como en “El hacedor de dioses”; “Lope” es una ficción que surge de otra ficción; ¿a dónde fueron los insurgentes? es la pregunta que está en la base de “Grupo”; la muerte solitaria de un contestatario aparece con hondo patetismo en “Muerte de un rebelde”; la guerra en “Juegos de la infancia”. Y por fin, entre muchos otros, “Libros” nos propone la posibilidad infinita de toda invención.
Entre ese gran tablero de narraciones que es Rajatabla, de Britto García brillan para el asunto que tocamos los cuentos: “Pic Nic interrumpido”(p.16) y “La muerte de un rebelde”(p.24-26).
“Pic Nic iterrumpido”, de apenas una página, en él vemos los lamentos finales de un preso que es llevado, después de haber sido torturado, a la muerte, sin cumplir, lo que se debía: las leyes, reglamentaciones y derechos humanos. Este relato puede traer a la mente de los lectores el caso del asesinato del dirigente del PCV y jefe del aparato armado de las guerrillas Alberto Lovera(1923-1965), terrible suceso, ya que Lovera murió como un valiente y como un rebelde. Su cuerpo fue lanzado por la Digepol al mar, en la región oriental del país, días más tarde flotó, existen las fotografías del estado en que quedó el cuerpo y pudo hacerse la denuncia del hecho y la investigación parlamentaria[1].
El otro relato es “La muerte de un rebelde”, relativo al fallecimiento de un guerrillero que huía de la policía y se refugió, se “enconchó”, en el apartamento de otro militante y allí, muy efermo, dejó de vivir, fue sacado el cuerpo una madrugada sin hacer ruido y entregado a su gente, sin duda, del PCV. Sólo se relatan en “La muerte de un rebelde” esos hechos, no hay en ningún momento reflexión politico-ideológica alguna, solo observamos la forma como aquel insurgente llega de vivir en medio de sus acciones. Es el registro de un hecho cumplido en aquella Caracas en donde actuaba la guerrilla urbana.
1972: TIEMPOS DIFÍCILES
El volumen de Octavio Beaumont Rodríguez(1942): Tiempos difíciles[2] nos sorprendió literariamente desde la primera vez que lo leímos, su maestría en el manejo del arte de la brevedad, tarea compleja, nos hizo admirar a su autor. Y publicado en aquel momento, a poco de El osario de Dios(1969) de Alfredo Armas Alfonzo(1921-1990), nos
[1] Sobre ello consultar José Vicente Rangel: Expediemte negro. Prólogo: Orlando Araujo. Caracas: Edicioes La Muralla, 1967. 219 p.Ver también Orlando Araujo: Venezuela violenta,p.164-166.
[2] Octavio Beaumont Rodríguez: Tiempos difíciles. Caracas: Editorial Fuentes,1972. 178 p.; Alfredo Armas Alfonzo: El osario de Dios. Cumaná: Ediciones Pua, 1969. 158 p.
hizo preguntarnos si estabamos en presencia de una serie de treinta y un narraciones o si bien, dada la continuidad temática del bello volumen, pese a su doloroso contenido, si más bien no estábamos en presencia de una novela. La pregunta queda aun abierta, cuando cuarenta y dos años más tarde lo hemos reeleído pues esta obra forma parte de un libro en que lo insertaremos. Pero con Tiempos difíciles también nos sucedió aquello que acaece con la obra literaria honda y bien parida: que a todo lo largo de estas cuatro décadas nos ha acompañado siempre el recuerdo de sus páginas, siempre hemos señalado que nunca hemos podido entender por qué con condiciones tan particulares para el ejercicio literario su autor no haya continuado en el cultivo de la palabra escrita. El logro de Tiempos difíciles es singular. Solos los libros bien logrados literariamente acompañan siempre a sus lectores, de la misma forma como lo hace una partitura musical, un parlamento teatral, un poema, que concitan en nosotros lo que el inolvidable José Ignacio Cabrujas(1937-1995) llamó “un delirio estético”. Y lo decimos pese a disentir de partes de su contenido, porque como se ve en este trabajo nuestro no hay en ningún momento elogio alguno por los guerrilleros, sino un largo lamento, por los muertos, por los fallecidos de ambos bandos.
Ya con Tiempos difíciles entre las manos debemos entrar a partir de esta observación de su autor en el epílogo, anota:“La imaginación no ha entrado para nada. Son hechos vividos por quienes arrastran sus huesos en la cárcel, los calcinan al sol o bajo tierra. Todos los personajes existen, vivos o muertos. Tejieron sus dramas dando forma a las luchas sociales que han estremecido la Venezuela de la última década”(p.175). Ello no es correcto literariamente hablando, sino hubiera utilizado la imaginación, a partir, desde luego de los datos reales, no hubiera podido ofrecernos la recreación de los sucesos que trata en su libro.La imaginación es la que sirve aquí explorar este suceder y poder llegar a su meollo.
Tiempos difíciles es, desde luego, un libro sobre los años de la violencia de los sesenta, de lo que el autor denomina “el camino armado”(p.74). De allí que aquí aparezcan “Sangre y huesos de un período desgarrante y desgarrado en que una generación incineró sus esperanzas”(p.11). Fueron aquellos activistas los que hundidos “hasta los hombros en el torbellino de los hechos, emerge hoy como un gigante tatuado en cicatrices…Unos hombres fueron combustible, otros punta de vanguardia. Un mismo torbellino los aventó a la gloria o a la ignominia. Todos dejaron constancia de su vigencia humana en estos tiempos difíciles”(p.11).
Antes de partir a la montaña, como también leemos en Aquí no ha pasado nada, de Ángela Zago(1942), se despidió de su gente, “pero no pude despedirme de mi bondadoso padre porque estaba muerto y no se sabía donde estaba su cadáver, solo sabía que lo habían fusilado en Cabure”(p.27-28), es decir, el hijo seguía las huellas del padre.
Más adelante es significativo, para fijar la hora y fecha de estas narraciones, este pasaje: “¿Ha estado usted en las montañas?...Si una vez asisti a un curso poítico-militar…En las montañas de El Charal, estado Portuguesa”(p.75).
A lo largo de Tiempos difíciles encontramos tensos relatos del suceder de lo que se incorporaron a ese proceso. Así encontramos el relato de los días de la lucha armada, de las guerrillas urbanas, de los comandos de las montañas, la cárcel, las torturas, la pérdida de la vida en manos de las fuerzas represivas.
Desde luego Tiempos difíciles cubre solo a los guerrilleros y a nadie más, como si los demás no hayan existido. Y también apostrofa, no en los cuentos, sino en la intrducción a las voces críticas de aquel proceso surgidas de la izquierda guerrillera misma, tal Argenis Rodríguez(1935-2000) en sus cuentos de Entre las breñas(1964), el primero en enjuiciar todo aquello, que él padeció pues fue guerrillero en el frente de El Charal, o Ángela Zago por su Aquí ha pasado nada, quien testimonió siempre con dolor.
UNA DEDICATORIA CONTROVERTIDA
Cerramos con una observación, que es de justicia: duele mucho ver que este libro está dedicado a la memoria de Felix Faría, el autor lo elogia, pero silencia su acción más inicua: fue él el cabecilla de los fusilamientos de Falcón, fue él un guerrillero que enjuició y ejecutó a sus propios compañeros, en su caso a una guierrillera llamada Conchita Jiménez, lo que provocó a poco, el suicidio de otra de ellas, llamada Trina Urbina. El gravísimo suceso recorrió al mundo, fue referido ya en 1975 Luigi Valsalice, en 1976 en Los farsantes, de Clarita Posani(1933-2017). También lo refirió en su libro. Antonio García Ponce(1929) se ha referido también a ello al escribir:
“en cuanto a Felix Faría(a) comandante Claudio, llama mucho la atención, a pesar de conocerse su activa participación en este secuestro[de Julio Irrbaren Borges] y en el juicio y sentencia de fusilamiento de cuatro combatientes del frente guerrillero José Leonardo Chirino, la descripción que de él hace un dirigente del MIR con fama de ponderado, que es Lino Martínez. Lino lo pinta con estos rasgos: ‘un guerrillero extraordinario, increíble, y físicamente un hombre muy bien dotado para esa lucha, muy inteligente, muy claro, muy valiente, muy decidido y abnegado, con una serie de virtudes increíbles…El era la estrella de ese frente…Y ya que hemos hablado de Felix Farías, entremos ahora en otro asunto, por demás terriblemente espinoso, y sobre el cual, caminan como si fueran ascuas casi todos los combatientes, dirigentes o no, de la lucha armada de los años sesenta. Nos referimos a las sentencias de muerte y las ejecuciones sumarias que practicaron los comandantes de la FALN entre sus propios miembros, delatores o indisciplinados o supuestos intrigantes, y entre los campesinos y gente común que se conviertieron en informantes al servicio del ejército y los cuerpos de seguridad…Ahí está...la sentencia de pena de muerte de los combatientes Cochita Jiménez, Ramón Jiménez, Cristóbal Campero y Juan Francisco Farías. Un tribuinal ad hoc de la comandancia del frente José Leonardo Chirino ha emitido el fallo por hallarlos culpables de formar un grupo que estaba provocando síntomas desmoralización entre los combatientes, mediante acusaciones sin fundamento dirigidas a desprestigiar al comandante-jefe Douglas Bravo, a la sazón, ausente por encontrarse en Caracas en reuniones de la alta direección del PCV. Incluso, se dice que Conchita acusaba a Douglas de intentar por la fuerza acostarse con ella…De todos modos, era cierto que la presencia de tres mujeres en el frente, Conchita, Trina Urbina y otra llamada Aurora, eran fuente de chismes. Tales maquinaciones habían sacado a la luz ‘secretos militares’ que ponían en peligro la seguridad del frente…a los pocos días sucedió el suicidio de la combatiente Trina Urbina, una veterana dirigente obrera…casada en el monte con Felix Farías, quien aparece ante la reseña pública como el único integrante del bendito jurado que dictó aquella sentencia de muerte…la comisión nombrada por la dirección nacional del partido…sancionó a Farías con una degradación de por vida y expulsión del frente guerrillero, pero andando el tiempo el sancionado regresó a su militancia y es por eso que lo vemos en el grupo que secuestra y mata a Julio Irribarren Borges”[1].
La noticia de los fusilamientos de Falcón se supo inmediatamente, llegó al parlamento en donde Carlos Canache Mata la hizo pública en una sesión(marzo 21,1966). A la Cárcel Modelo llegó también la noticia dos días después, según relato hecho por el autor que citamos, Antonio García Ponce, detenido allí por su participación en la lucha armada. El indica en uno de sus libros, Los presos de la cárcel modelo, “23 de marzo de 1966: visita de Guzmán…Me cuenta los detalles del fusilamiento de cuatro guerrilleros en las montañas de Falcón. Algo absurdo, sencillamente un crimen[2]”.
Es imposible elogiar a quien esto hizo, en un país en donde, desde el Decreto de Garantías(agosto 18,1863) ratificado en la Constitución de 1864, desapareció la pena de muerte, eso está consignado como el primer derecho de los venezolanos, siendo la primera garantía “La inviolabilidad de la vida, quedando abolida la pena capital, cualquiera que sea la ley que la establezca”(Artículo 14, paragrafo 1)[3].
1973: RITUALES
[1] Antoio García Ponce: Sangre, locura y fatntasía, p.211-212. [2] Antonio García Ponce: Sangre, locura y fantasía,p.212. [3] Allan Brewer Carias: Las constituciones de Venezuela, t.I,p.788. Hay que indicar que este derecho había sido ya aprobado en el artículo 1, parragrafo 1, del “Decreto de Garantías”(agosto 18,1863), el año anterior. Ver esta gran decisión en el mismo libro de Brewer Carias el t.I,p.783-784.
Hemos anotado, y nos interesa reiterarlo, que la narrativa de la violencia venezolana escrita a partir de 1962, año de La O cruzada de tiza blanca, de Héctor Mujica(1927-2002) o desde 1964 día de Entre las breñas de Argenis Rodríguez(1935-200) o del cuento “Los fugitivos”, de Luis Britto García(1940), ha tenido una evolución en nuestra literatura que es importante no dejar de lado. Apuntamos también que en varios de los trabajos narrativos publicados en los años setenta encontramos novedades tanto en el tratamiento del material como en las formas de observar la cuestión. En lo relativo al primero de estos hechos se nota un mayor interés por la creación del texto literario, por su elaboración y hasta por su fabulación. Desde el ángulo temático la asunción de problemas soslayados en obras anteriores de esta vertiente de la reciente ficción venezolana que algún día nos dará una obra mayor, como pasó en Colombia con Cien años de soledad, de García Marquez, final, culminación, llegada a la obra decisiva sobre el tema de la violencia que conmovió a esa tierra durante las treinta y dos guerras que perdió el coronel Aureliano Buendía. A eso se han acercado, por la redondez de sus obras, tanto Ana Teresa Torres(1945) en Los últimos espectadores del acorazado de Potemkin(1999) como Eduardo Liendo(1941) en El round del olvido(2002).
Quizá sea la novela El desolvido(1971), de Victoria de Stefano(1940) la que plantee el ingreso en esta narrativa de una zona de polemicidad, de un llegar a las cuestiones de fondo que tocan con lo existencial. De allí en adelante novelas como Las huellas crecen así(1972), de Vladimiro Rivas(1935), La memoria de los inconfesables(1972), de Carlos González Vegas(1940-2001) van conduciendo a este ciclo de narraciones hacia la búsqueda de la realización literaria plena. Estas obras no desean quedarse en el plano documental, contar algo, sino hacer obra creadora dentro de la temática de la insurgencia armada, rural o urbana, de los años sesenta. Es por estas razones que quizá el conjunto de textos de Eduardo Sifontes(1949-1974) titulados Rituales[1], pueden resultar a los ojos del lector desconcertantes y le inciten a hacerse algunas preguntas.
Lo primero que ante Rituales habría que plantearse es alrededor de la escritura misma del libro: ¿son relatos sueltos o hay en la concepción de este libro una estructura más compleja? Creemos que se trata de un volumen ante el cual hay que hacer un esfuerzo de lectura para llegar a su médula pues el hecho de que se presente en forma de breves relatos puede confundir a quien busque ubicar este tomo. Pensamos mas bien que se trata de una estructura de novela ya que la escritura es la misma y es la que da unidad al conjunto, que así pase de una cuestión a otra se está presentando la misma realidad, se está discurriendo alrededor de ella.
En Rituales su autor no intenta otra cosa que a través del lenguaje, que es lo propio de la literatura y lo que lo aleja del testimonio, plasmar su obra. De allí que parta de la invención pura, que reflexione sobre la escritura desde la escritura misma, que intente ir hacia “eras imaginarias”(p.56)[2]. Junto con esto estamos frente a un conjunto de textos escritos con agresividad verbal, con descarnado humor, a través de los cuales se intenta asumir en su totalidad la realidad narrada. De allí que surja otra pregunta tras la lectura de Rituales. Y es una observación que tiene relación con la violencia política misma. No hay duda que se encuentran alusiones claras a ella en esta ficción pero la visión de la ciudad y su experiencia pesa mucho más sobre la experiencia narrada en este libro. Sin embargo, en la urbe está la clave, la violencia no es algo que se encuentra en cada página sino que es hecho subterráneo, situación que se están viviendo y sufriendo, los cuales conforman la actitud de los personajes en la situación contada.
[1] Eduardo Sifiontes: Rituales. Caracas: Monte Ávila Editores,1973.92 p. [2] Asunto tratado, con su esplendor habitual, por el maestro cubano José Lezama Lima(1910-1976) en Las eras imaginarias. Madrid: Fundamentos, 1971.193 p.
Eduardo Sifontes, el “poetica”, como siempre lo llamaron sus amigos, antes de sucumbir en plena juventud en un hospital de Barcelona, fue dueño en este libro de un lenguaje descarnado, violento, con capacidad para el humor o el sarcasmo. Su escritura es viva, plena de sentido poético, no es la suya una escritura directa sino que se vale del eufemismo para presentar su visión de la realidad que le circunda.
La parte mejor lograda de Rituales es aquella en la cual se refiere a la metrópolis, cuando presenta su experiencia nocturnal, cuando desmitifica la sexualidad, cuando se introduce en sus frustraciones, cuando las describe tal es, huyendo de los lugares comunes con cierta narrativa gentil ha visto los sucesos de la ciudad.
1973: FINAL DE OTRO SOMBRIO
Julio Jáuregui(1934) ha sido hasta ahora una suerte de escritor inédito, de vida apartada y silenciosa, vive en San Mateo, en su “torrecita provinciana”, en donde ejerce su profesión de galeno, su obra ha sido sólo conocida por algunos de sus amigos. A esto hay que añadir su relativo retiro provinciano. Esta actitud callada no deja de ser interesante en los escritores de las nuevas promociones pues a muchos la bohemia, el “mal de la taberna” que dijo el maestro Uslar Pietri[1], los ha agotado y ya casi nada significativo producen. Descubrimos a Jauregui a través de su cuento Las bodas de oro(1969)[2].
Lo podemos seguir con mayor detalle a través de los cuentos reunidos en su Final de otro sombrío(1973). En este volumen, como en muchoslibros surgidos como
[1] Lo expresó en la entrevista que le hizo el crítico Domingo Miliani(1934-2002), aparecida en El Nacional, Caracas: mayo 16,1976. Este asunto del “mal de taberna” merecería larga exploración a lo largo de la historia literaria venezolana, en la cual la bohemia ha frustrado muchas vocaciones literarias auténticas. [2] Julio Jaúregui: Las bodas de oro. Maracaibo: Universiad del Zulia,1969. 17 p.; Final de otro sombrío. Caracas: Editorial Fuentes,1973. 153 p.
consecuencia de las experiencias guerrilleras de la década del sesenta, nos encontramos con el tema de la violencia política. Es posible que esto llame la atención de ciertos lectores por la abundancia de estos materiales en nuestra ficción de las tres décadas siguientes, por ello es bueno advertir que el tratamiento de este tema en nuestra literatura sólo obedece al hecho de haber vivido la gente de los años sesenta una experiencia significativa, dolorosa y frustrante, que ha producido un conjunto de obras, algunas de ellas poseedoras de verdadero valor literario, la mayoría no pues no han sido escritas por escritores verdaderos, formados para ello.
Final de otro sombrío está dividido en dos partes, los relatos que se encuentran en cada una de ellas se refieren a temáticas algo diferentes. La primera sección del volumen contiene narraciones que tienen que ver con la experiencia de la violencia guerrillera de hace pocos años, la segunda agrupa cuentos que tienen que ver con problemas que llamaríamos individuales, personales, algunos tratan aspectos de nuestra realidad que esperaban al escritor que los asumiera.
Y lo que llama la atención en Final de otro sombrío es la diferencia entre los relatos que se agrupan en las páginas iniciales del volumen y los que forman la segunda. En estas narraciones Jáuregui logra cuentos literariamente válidos los cuales testimonian una época sombría, como el título del volumen nos lo indica. El valor fundamental de los cuentos a los cuales hacemos mención estriban en que su autor toma una prespectiva distinta para contar sus acciones. En vez de hacerlo desde afuera, en vez de narrar lo que sucedió desde el plano real, escribe desde el fondo de esas lacerantes experiencias. Ahora hay mas, la formación literaria de Jáuregui le indica que lo fundamental dentro de un texto creador es su realización literaria y que si no emergen esas condiciones los escritos podrían valer por razones extraliterarias, y así sean estas socio políticas, no justificaran las piezas como escritura creadora.Entre estos relatos podemos examinar algunos como “Crucial”, narración triste y dura donde se penetra hasta la médula de las acciones de un “enconchado”, quien quiere actuar y está impedido de hacerlo por su condición de perseguido político. Así la única salida que encuentra para sus angustias está en su imaginación, en evadirse mediante ella.
“T.O. Los Arboles” cuenta la muerte de un militante izquierdista. Mientras este cava su tumba, en el campoo anti guerrillero, va recordando su vida pasada, mientras el escritor mezcla en paralelo con el monólogo del personaje bien intercaladas noticias tomadas de la prensa, las cuales nos recuerdan el bienestar del país. De allí el negro humor de este relato. En la misma línea de un sarcasmo oscuro está “La carta”, sangrienta recreación de las misivas que reciben las familias que denuncian ante las autoridades a un “desaparecido” por motivos políticos. Este relato recuerda por su dureza a “Año 66” de Octavio Beaumont(1942) incluído en su magnífico y tenso volumen Tiempos difíciles(1972). En esta misma línea podrían seguirse viendo “El plano”, en él un torturado gracias a sus recuerdos memoriosos resiste el maltrato; “La chaqueta de oso” o “Una segunda oportunidad” también ilustran lo que venimos anotando.
Si los relatos de la primera parte interesan por sus perspectivas esto no sucede a los demás del libro, hechas dos excepciones “Pablo”, por los ingredientes de frustración que contiene y “Las voces de una venganza” por sumergirse en aspectos mágicos de nuestra realidad.
UNA ACOTACIÓN
Con el cuento “La chaqueta de oro”, de este libro y con la narración “El dia largo ya seguro” de Antonia Palacios(1904-2001) se presentó el hecho que ahora referimos. Es lo que sigue: hay momentos en las cuales lo leído puede parecer plagio y no lo es: cuando dos creadores de un mismo período tratan un mismo asunto y coinciden en su recreación. Tal es el parecido del cuento de Jauregui “La Chaqueta de oso” del volumen suyo que comentamos(p.38-47) con uno de Antonia Palacios, inserto en su obra El día largo ya seguro. Se trata del titulado “El día largo ya seguro”(p.117-128). En este caso consultó Jauregui a quien esto escribe y una vez releídas y examinadas ambas narraciones observamos que si bien era cierto que las coincidencias entre ambas composiciones eran notables, todo procedía de la forma como dos escritores de una misma época habían registrado un asunto crucial: la guerrilla, desde luego el de Antonia Palacios en memorable pieza. Menos mal que se pidió nuestra asesoría pues era imposible poder pensar en algo parecido al plagio, como decía Jauregui. Además era imposible que un maestro de nuestras letras como Antonia Palacios pudiera compararse con un escritor menor como Jauregui. Hasta allí llego el asunto. Evitamos la barbaridad que se proponía hacer Jaureguir: denunciar públcamente ante los tribunales a Antonia Palacios de haber cometido un plagio, algo imposible.
Podemos anotar también un caso parecido, sucedido entre dos escritores cubanos, altísimos ambos. Fue un caso de imitación, o de nueva recreación, de lo antes escrito. Hay escritores que han imitado a otros para mejor conocerlos, o para desarrollar sus instrumentos expresivos. Otro ejemplo en donde no hay plagio será cuando dos autores parten de un mismo contenido y producen dos obras distintas. Es el caso de los cubanos Lino Novas Calvo(1905-1983), en su relato “La noche de Ramón Yendía” y Alejo Carpentier(1904-1980), en su nouvelle El Acoso. Su parecido temático llama la atención pero sus desarrollos son diversos[1].
1969: ALTAGRACIA Y OTRAS COSAS
[1] Antonia Palacios: El día largo ya seguro. Caracas: Monte Ávila Editores,1975. 128 p..;Lino Novas Calvo: La luna nona y otros cuentos. Buenos Aires: Editorial Nuevo Romance, 1942. 233 p. Ver:”La noche de Ramón Yendía”(p.77-109). Este relato escrito por Novas Calvo en 1933 lo insertó también en su libro Maneras de contar. New York: Las Americas Publishing Company, 1970,. 405 p. Ver: “La noche de Ramón Yendía”(p.27-60). está en las p. 27-60. Alejo Carpentier: El acoso. Buenos Aires: Editorial Losada, 1956. 111 p.
Fue la primera vez que se narrró el final de la lucha armada, cuando los guerrilleros se transformaron en delincuentes[1].
En 1969 Noguera insurgió como narrador con este cuento, muy interesante. Había recibido el premio del concurso de cuentos del diario El Nacional, se titula “Altagracia y otras cosas”. De hecho no era su primera aventura narrativa: antes había escrito una novela, la que había enviado a un concurso y había publicado algún fragmento de este texto. El cuento premiado por El Nacional se enmarca dentro del contexto de la narrativa de la violencia, pero a diferencia de otras ficciones de la tendencia apuntada, “Altagracia y otras cosas”, tenía una especial significación: se trataba de un texto literario cuya justificación se encontraba en la escritura misma y no en su intención social, o en la denuncia, estas eran las más importantes fallas de los productos literarios de tal tendencia hasta entonces. Por otra parte su construcción era novedosa y rica, hábil la utilización de las personas narrativas, lenguaje rememorativo, vuelo poético, utilización de varias hablas, entre ellas la hamponil y por último su temática: era la historia de unos guerrilleros que acababan siendo delincuentes.
Con ocasión de haber publicado ese cuento Noguera fue entrevistado por Luis Alberto Crespo(1941). A través de todo el diálogo el poeta indigó en torno al cambio de género por parte de Noguera, ya que dejaba la poesía, se
[1] Carlos Noguera: “Altagracia y otras cosas”(1969), en El cuento venezolano en El Nacional. Caracas: Editorial Tiempo Nuevo, 1973,p.456-464; Carlos Noguera:“Altagracia y otras cosas”,en Antonio Bastardo comp.: Narradores de El Nacional,1946-1992. Caracas: Monte Ávila Editores, 1992,p.289-297. Los fragmentos novelístcos publicados porf Noguera están en Imagen, Caracas, n/ 5, 1967,p.8 y 17-18 y en El Nacional, Papel literario, Caracas: abril 23, 1967,p.2-3. ;Luis Harss: Los nuestros. Buenos Aires: Sudamericana, 1966. 462 p. La cita procede de la p.35. Este libro sigue siendo una importante introducción a la nueva novela latinoamericana. Fue la primera vez que se narrró el final de la lucha armada, cuando los guerrilleros se transformaron en delincuentes[1].
En 1969 Noguera insurgió como narrador con este cuento, muy interesante. Había recibido el premio del concurso de cuentos del diario El Nacional, se titula “Altagracia y otras cosas”. De hecho no era su primera aventura narrativa: antes había escrito una novela, la que había enviado a un concurso y había publicado algún fragmento de este texto. El cuento premiado por El Nacional se enmarca dentro del contexto de la narrativa de la violencia, pero a diferencia de otras ficciones de la tendencia apuntada, “Altagracia y otras cosas”, tenía una especial significación: se trataba de un texto literario cuya justificación se encontraba en la escritura misma y no en su intención social, o en la denuncia, estas eran las más importantes fallas de los productos literarios de tal tendencia hasta entonces. Por otra parte su construcción era novedosa y rica, hábil la utilización de las personas narrativas, lenguaje rememorativo, vuelo poético, utilización de varias hablas, entre ellas la hamponil y por último su temática: era la historia de unos guerrilleros que acababan siendo delincuentes.
Con ocasión de haber publicado ese cuento Noguera fue entrevistado por Luis Alberto Crespo(1941). A través de todo el diálogo el poeta indigó en torno al cambio de género por parte de Noguera, ya que dejaba la poesía, se
[1] Carlos Noguera: “Altagracia y otras cosas”(1969), en El cuento venezolano en El Nacional. Caracas: Editorial Tiempo Nuevo, 1973,p.456-464; Carlos Noguera:“Altagracia y otras cosas”,en Antonio Bastardo comp.: Narradores de El Nacional,1946-1992. Caracas: Monte Ávila Editores, 1992,p.289-297. Los fragmentos novelístcos publicados porf Noguera están en Imagen, Caracas, n/ 5, 1967,p.8 y 17-18 y en El Nacional, Papel literario, Caracas: abril 23, 1967,p.2-3. ;Luis Harss: Los nuestros. Buenos Aires: Sudamericana, 1966. 462 p. La cita procede de la p.35. Este libro sigue siendo una importante introducción a la nueva novela latinoamericana. pasaba al cuento, este a su vez respondió a esa pregunta así “el momento en que vivimos exige del escritor una actitud que no puede materializarse a través de la poesía sino por medio de la narrativa. Sin que esto signifique una deserción de mi parte en lo que hace a la poesía, estamos convencido de una cosa: la narrativa es hoy el vehículo fundamental de la comunicación. La poesía la dejo para la experiencia íntima, personal; pero si quiero ser fiel a la realidad que me rodea e intento expresarla literariamente el modo legítimo es la narrativa”[1].
Desde luego, leido “Altagracia y otras cosas”, texto clarividente de lo que estaba sucediendo en las fuerzas guerrileras, ya vencidas, surge la interrogante de por qué quienes deseaban hacer un cambio en el país por qué habían caído en la delincuencia, pues ello fue la postguerrilla. Ello también sucedió a las guerrillas colombianas cuado se trasformaron en narcotraficantes. La respuesta a la grave pregunta no es otra que la insinuada por Lubio Cardozo(1938), al hacer el análsis de aquellos hechos. Dijo el crítico que ello estribaba en ”el peligro de degeneración de toda resistencia armada cuando se pierde la correcta interpretación de la realidad socio-política de un país”[2]. Lo que sucedió también, como
[1] Luis Alberto Crespo: Entrevista a Carlos Noguera, en El Nacional, Caracas: agosto 1, 1969,Cuerpo C,p.12. [2] Lubio Cardozo: “Candelas en la niebla, narrativa histórica de interpretación y enjuiciamiento”, en su Philobilion,p.21. La mejor biografía de Zamora, la que hay que usar para estudiarlo es la del profesor Adolfo Rodríguez: La llamada del fuego. Vida, pasión y mito de Ezequiel Zamora, antes citada. Recomendamos siempre no utilizar al examinar a Zamora el libro de Federico Brito Figueroa(1922-2000): Tiempo de Ezequiel Zamora.5ª.ed. Caracas: Universidad Central de Venezuela,1981.565 p. pues esta lleno de errores y falsas interpretaciones. Para nada nos preocuparon los insiultos que en su obra nos prodigó Brito(p.509, nota 39, p.525, nota78), como era habitual en él, pues lo que siempre nos interesa en nuestros trabajos sobre la memoria venezolana es hallar la verdad y hacerla publica. Brito nunca nos perdonó haber sido el primero en llamar la atención sobre los graves errores de su libro en nuestro: “De cómo se desfigura la hsitoria”, en revista Resumen, Caracas:junio 15,1980,p.51-52, Brito, en los siguientes veinte años, hasta su deceso, cada vez que nos encontraba nos insultaba, nosotros siempre guardamos silencio. lo hemos sostenido, en las guerrillas venezolanas: nunca partieron de un análisis de la realidad de la nación en la cual iban a actuar. Lo observado es lo que explica la veracidad de “Altagracia y otras cosas”.
1977: EL HOMBRE CONTRA EL HOMBRE
Con la publicación de su relato El hombre contra el hombre(1977), Denzil Romero(1938-1999) inició su paso firme, seguro, personal, por la ficción venezolana.
Romero nos ofrece un tipo de relato que Alexis Márquez Rodríguez(1931-2015) define, en las palabras de presentación, como cuento culto, pues la narración está construida sobre la base de datos detalladamente estudiados. Sin embargo, esta armazón erudita no pesa ni entorpece la anécdota pues la clave de El hombre contra el hombre es el intento de penetrar sucesos del pasado para examinarlos con libertad e imaginación. El autor de este cuento trata de comprender hechos de otros días que se proyectan sobre el presente. Ahora bien, como se trata de hacer literatura, Romero no sigue cronología alguna ni respeta los pormenores de los acontecimientos sino que se sumerge con libertad en su tema. Todo esto porque en este texto trata de indagar, de explorar, la violencia y los hechos violentos como una constante de la vida venezolana, hechos siempre sufridos por su alma. Lo esencial de El hombre contra el hombre no es dilucidar quién mató a Ezequiel Zamora(1817-1860), ya que esta ficción se ambienta en los días de la Guerra Federal(1859-1863), ni siquiera señalar a quienes fueron sus presuntos asesinos, apenas si le interesa al autor de este relato si fue asesinado por hombres de su propio bando o por soldados del gobierno. No, el centro de este hermoso relato e impecable narración, escrita en prosa segura, tersa, directa, de ricos dones poéticos, es llegar al meollo de un hecho vivo. Pero esa continua vivencia es interpretada aquí con la imaginación, con los ojos del alma abiertos, tratando en cada instante de sugerir una explicación.
Habría que señalar también que El hombre contra el hombre es un cuento escrito con total libertad, tanto imaginativa como verbal, que su autor nombra cada una de las cosas y no duda en el momento de utilizar las palabras más duras, o las más veristas, para describir ciertas acciones. Su forma de ver aquellos años es la de un escritor de hoy que sabe que la mentira no conduce a ninguna parte, pero que la verdad, por dolorosa que sea, conduce a la luz[1].
[1] Denzil Romero: El hombre contra el hombre. Prólogo: Alexis Márquez Rodríguez. Caracas: Cuadernos del Gusano de Luz, 1977. 29 p., inserto en sus Infundios. Caracas: Síntesis Dosmil,1978. 186 p. Ver: “El hombre contra el hombre”(p.39-65) y en sus Cuentos completos,1977-1998. Prólogos: Antonio Isea y Víctor Bravo. Mérida: El otro, el mismo,2002. 557 p. Ver: “El hombre contra el hombre”(p.15-38).. El dato histórico sobre la muerte de Zamora lo tomamos de la mejor biografía del caudillo, la escrita por Adolfo Rodríguez: La llamada del fuego,p.341-350.. Es completamente falso el suceso de la muerte de Zamora como lo trata Federico Brtito Figueroa en su Tiempo de Ezequiel Zamoea, la muerte de aquel ni siquiera puede ser considerado un asesinato, como Brito dice(p.423), ya que fue un suceso de la guerra: peleaban aquel día, en San Carlos, los federales contra las tropas del gobierno, así es falso, repetimos, la versión que ofrece Brito(p.423-452) en su Tiempo de Ezequiel Zamora. las falsificaciones histióricas de este libro son muchas, entre otras que el lector no encuentra, en ningua biblioteca o archivo, ciertos documentos que el cita para leerles y cotejarlos, puedieron ser inventados por Brito, ya que también adicionó líneas y borró otras a un documento histórico que no estaban en aquel papel. De acuerdo con sus puntos de vista sostenidos por el análisis del historiador Asdrubal González(1938): Noticias de la Guerra Larga. Caracas: Unellez,2005.506 p. el papel al que le adicionó Brito Figuera fue “las consignas ‘Tierra y hombres libres’, ‘Elección popular’, ‘Horror a la oligarquía’. De la misma manera eliminó toda referencia al Partido Liberal y a su líder Antonio Leocadio Guzmán”(p.64-65).. O sea que quitó y puso lo que quiso y no respetó lo que dice el documento, fuente de toda veracidad histórica, que debe ser intocable. Sólo si se hace una edición crítica se pueden añadir notas al pie de página, las que deben ir firmadas por el historiador que lo haga, solamente, lo que Brito no hace.. El nombre de quien ultimó a Zamora, que da Brito, G.Morón, es el nombre y apellido de un compañero de estudios en Caracas, el doctor Guillermo Morón. Brito lo hizo por estar peleado con él en los días en que escribía su libro. Quien últimó a Zamora, inidca Adolfo Rodríguez en La llamada del fuego(p.345, nota 11) fue el cabo Telesforo Santa María, según se leyó en la prensa caraqueña de aquellos mismo días. Ver en El Costitucionnal(marzo 25,1860), citado por este historiador, si persona responsable, conocedor de su oficio y quien practicaba la ética del investigador, cosa que Brito no hizo en el volumen suyo que citamos.
Volviendo a la historia, la verdadera, la casta, como la llamó Fustel de Coulanges(1830-1889),la que se hace con documentos, hoy sabemos que Zamora fue muerto por un soldado del gobierno.
2008: RODRIGO, EL CAPITÁN
Con su novelín “Rodrigo, el capitán”, de su libro El doble arte de morir(2008) José Balza(1939) toca un asunto de las vida de los últimos caudillos a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Es este un relato histórico, muy bien tramado, como lo son en general los textos de este sobresaliente creador.
Todo “Rodrigo, el capitán”, pequeña novela histórica, que se inicia el día en que mataron al general Joaquin Crespo(1841-1898) en la Mata Carmelera (abril 16,1898). El relato luego atraviesa la vida del país de fines del siglo XIX, la del final del período del “liberalismo amarillo”. Y de allí la pregunta que se hace el narrador, que la consideramos central por que es una interrogante que sentimos engloba a nuestra Venezuela entera: “¿Cómo reunir o comprender el misterio de lo que es diverso?¿Cómo encontrar en los detalles aparentemente distintos el vínculo que los convierte en unidad?¿Por qué cada existencia parece volar o enseñar durante años y, de repente, los hechos atán, destruyen ese alado tránsito”(p.65).
Todo lo que vemos pasar ante nosotros al leer “Rodrígo, el capitán” se completa con otras observaciones que están en otros textos de El doble arte de morir. Tal la dilucidación sobre la violencia, algo que define a nuestro país: “Se trataba de una escena política, violenta. El enfrentamiento entre habitantes de un mismo país, el delirio de un poder irracional, el culto a la sangre vertida, la conversión de todos en Caín”(p.49) como se lee en “Dilución”, lo que lleva a la comprensión de nuestra nación como lugar “del caos circundante”(p.49). Y el horror de hallar en nuestro medio la degradación de la agresividad social: “Violencia, injusticia, horror, el fratricidio, la destrucción: los trazos hablan de estallido, de un poder oscuro”(p.50)[1].
2010:EL ABISMO, RELATOS PARA LA MEMORIA DEL TIEMPO DE LA GUERRILLA
Cuando parecía que el tiempo de la literatura guerrillera estaba concluido, al menos por los autores, guerrileros o no, hijos de la época en que aquello sucedió, apareció el volumen de narraciones cortas de Gustavo Luis Carrera(1933): El abismo, relatos para la memoria del tiempo de la guerrilla(2010)[2]. Es Carrera uno de los indiscutibles maestros actuales del cuento en nuestra literatura. Ha publicado tres volúmenes de cuentos y una selección de ellos. Pero tiene especial relevancia por ser uno de los dos escritores venezolanos quienes han obtenido el premio del Concurso de Cuentos de El
[1] José Balza: El doble arte de morir. Bogotá: Ediciones B,2008.194 p. Ver: “Rodrigo, el capitán”(p.55-91). [2] Gustavo Luis Carrera: El abismo, relatos para la memoria del teimpo de la guerrilla. Barcelona: Fondo Editorial del Caribe, 2010.101 p. Su obra cuentística está formada por La palabra opuesta. Caracas; Crítica Contemporánea,1962. 183 p.;Almena de sal. Caracas: Monte Ávila Editores,1972.148 p.; La partida del aurora. Mérida: ULA,1980.90 p.; Cuentos. Antología: Selección y prologo: Luis Barrera Linares. Caracas: Monte Ávila Editores,1992.176 p. Nacional en tres oportunidades. En su caso con los relatos “Las cuatro falacias”(1963), “Viaje inverso”(1968) y “La partida del aurora(1973). El otro ganador tres veces fue aquel gran maestro de nuestra narración corta Antonio Márquez Salas(1919-2002) por “El hombre y su verde caballo”(1947), “¡Como Dios!(1952) y “Solo en campo descubierto”(1964). Dos veces lo ha recibido José Napoleón Oropeza(1950): con “La muerte se mueve con la tierra encima”(1971) y “Entre la cuna y el dinosaurio”(2002). Por su parte Judit Gerendas tuvo el singular logro de haber obtenido en el mismo concurso el premio con “La escritura femenina”(1996) y la mención con “De cómo yo no lograba encontrar un argumento”(1996), hecho nunca logrado por ningún concursante.
El valor de El abismo estriba para nosotros no en el hecho de los sucesos que recrea sino en la belleza literaria del tratamiento de los cuentos que lo forman los cuales pueden leerse de forma placentera, que es la forma como la literatura llega al alma de quien los lee. De tal manera que no podrían considerarse cuentos anacrónicos por suceder en tiempos pasados, habiendo comprendido su autor el error que significó la insurrección guerrilera, y habien encontrado en el socialismo democrático una forma de convicción politica.
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