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HISTORIA DE LA LITERATURA COLONIAL EN VENEZUELA.(1498-1810) (I) por ROBERTO LOVERA DE-SOLA.


Para María Teresa Ogliastri, quien vio nacer estas páginas, por su presencia siempre estimulante y siempre llena de ternura. Y para Teresita y Diego Gil Ogliastri.


“Si algo ha revelado la crisis actual, es que mientras los modelos políticos y socio-económicos se ha derrumbado uno tras otro, sólo ha permanecido en pie lo que hemos hecho con mayor seriedad, con mayor libertad y también con mayor alegría: nuestros

productos culturales, la novela, el poema, la pintura, la obra cinematográfica, la pieza de teatro, la composición musical, el ensayo...el mueble, la cocina, el amor y la memoria, pues todo esto es cultura...un conjunto de actitudes ante la vida”.

Carlos Fuentes

Valiente mundo nuevo. México: Fondo de Cultura Económica, 1990,p.12-13.


EXPLICACIÓN

San Bernardino:abril 15,1980- junio 13,2020.


INTRODUCCIÓN


“Hemos dado la espalda con demasiada facilidad a ese espejo de silencios que es nuestra historia colonial”.Carlos Fuentes:Cervantes o la crítica de la lectura.México: Joaquín Mortiz. 1976, p.11.


PARA ABRIR

Desde la adolescencia, desde que nos asomamos a la lectura de nuestra literatura, nos saltó siempre una interrogante: quiénes habían sido los que primero habían escrito en Venezuela, ya que no era posible que nuestras letras hubieran comenzado tras los

sucesos del 19 de abril de 1810, como algunos estudiosos sostienen, ni podía venir desde el inicio de la obra de Andrés Bello(1781-1865), cuyos primeros textos conocidos datan de 1800. Para lograr obtener una respuesta, y porque como dice el paraguayo Augusto Roa Bastos(1917-2005), siempre un escritor concibe “el libro que quiere leer y que no encuentra en ninguna parte” (Augusto Roa Bastos: Vigilia del Almirante. Madrid: Alfaguara,1992.378 p.

La cita procede de la p.12), nos dimos a la tarea a la cual hoy ponemos fin. Si es que pueda concluirse en alguna hora un trabajo escrito. Estos tienen un comienzo. Su final quizá no existe. Sólo nos detenemos cuando creemos, como es el caso de los libros de historia literaria, en el momento en que nos damos cuenta que hemos trabajado todas las fuentes existentes. Y allí tampoco la tarea está concluida entonces: queda por cuidar el estilo, rescribir y volver a escribir para que podamos moldear una obra literaria en el campo de la crítica literaria, para que nuestro trabajo no sea una labor de sólo redacción sino una escritura, que se haga presente el consejo de nuestro gran Julio Garmendia(1898-1977) según el cual hay muchos escritores que publican y no escriben por lo cual él prefirió contarse entre los que escribían y no publicaban. Escribir un libro es tarea que nunca termina. Así este volumen nos ha acompañado durante largo tiempo. Sus primeras lecturas datan de un trabajo que hicimos al iniciarse los años setenta, en 1972 por ser precisos, bajo la erudita mirada de Oscar Sambrano Urdaneta(1929-2011). Nos acompañó en aquella hora nuestro querido compañero Iraset Páez Urdaneta(1952-1994). Así sus lecturas y pesquisas, realizadas en nuestro país y durante nuestra permanencia en los Estados Unidos(1977-1980) nos llevaron varios años. Por ello no fue sino a partir del

jueves 1 de mayo de 1980 cuando nos pusimos a la tarea de redactarlo. Durante los siguientes cuatro años hicimos la primera versión la cual concluimos el lunes 15 de febrero de 1984. Además de las numerosas fuentes que se citan a lo largo de este volumen fue fundamental para la vertebración de nuestros estudio la antología Orígenes de la poesía colonial venezolana 2 compilada en vida por ese constante estudioso del pasado caraqueño que fue Mauro Páez Pumar(1923-1974) y publicada

tras su deceso, en edición cuidada por el doctor Juan Ernesto Montenegro(1927-1998), quien la prologó también.


2. Mauro Paez Pumar: Orígenes de la poesía colonial venezolana. Prólogo: Juan Ernesto Montenegro. Caracas: Concejo Municipal del Distrito Federal, 1980.354 p.


Esta obra fue clave para nuestro análisis ya que ella nos amplió el horizonte a considerar a la hora de trazar los rasgos de nuestra literatura durante el período que cubre nuestra investigación. Y fue la consideración de la crestomanía de Páez Pumar así

como el conocimiento de sus estudios sobre figuras de nuestras letras coloniales, impresos en las páginas de El Universal y casi todos insertos por Montenegro en su obra póstuma, los que nos permitieron mirar con mayor amplitud el terreno que recorríamos.

Así ante este libro hemos hecho una doble tarea. No hemos realizado solamente la interpretación crítica de las obras conocidas de los autores que escribieron durante los días del régimen español. Hemos también indagado hasta poder señalarle al lector quiénes fueron aquellos seres, qué hicieron, para luego pasar al examen de las obras que escritas por ellos han llegado hasta nosotros. Esta es la razón de que esta obra esté tan interesada en los hombres y en los sucesos de tan lejano tiempo venezolano. Tiene este libro sin duda un constante sentido biográfico. En las páginas de este libro hemos huido de aquel errado punto de vista, criticado por Domingo Miliani(1934-2002), según el cual entre nosotros hemos considerado “como literatura...toda

manifestación de la cultura escrita” 3 .

3 Domingo Miliani: Vida intelectual de Venezuela. Caracas: Ministerio de Educación/UCAB,1971. 159 p. La cita procede de la p.101.


De allí que nos hallamos dedicado a atrapar la huella de lo literario durante el período analizado. Aquí hemos buscado

acercarnos a lo expuesto por el maestro mexicano don Alfonso Reyes(1889-1959) en las páginas de El deslinde 4 .


4 Alfonso Reyes: “El deslinde”(1944) en sus Obras completas. México: Fondo de Cultura Económica,1963,t.XV,p.15-422.



Hemos por ello dejado de lado la consideración de las obras históricas, los libros de los cronistas y todas aquellas obras que han sido inscritas por nuestros historiadores literarios como pertenecientes a la literatura sin serlo en propiedad. La única excepción ha sido el caso de don José de Oviedo y Baños(1671-1738) y su Historia de la conquista y población de la provincia de Venezuela 5 por su indiscutible raigambre literaria, ello, desde luego, sin dejar de ser historia.


5 José de Oviedo y Baños: Historia de la conquista y población de la Provincia de Venezuela. Madrid: Imprenta de Gregorio Hermosilla, 1723. 380 p. Esta es su edición príncipe.


Hemos, repetimos, tratado biográficamente a cada uno de los autores que aquí estudiamos, excepción hecha

con Francisco de Miranda(1750-1816), Simón Bolívar(1783-1830) o el sabio José María Vargas(1786-1854). Lo biográfico es lo que nos ha permitido saber, como ya lo anotamos, quienes fueron y qué hicieron los personajes, grandes o pequeños, que tratamos. Y ello para intentar, lo que nos parece más importante, encontrar la relación entre lo escrito por ellos y la vida social, de la cual la literatura es una de sus expresiones, el modo también de conservar la memoria de lo vivido. Con ello hemos tratado de seguir la indicación del maestro Mariano Picón Salas(1901-1965) según la cual, al trazar la historia literaria de

este período surge un problema histórico y este “no consiste en demostrar que existieron escuelas, circulaban libros y la pequeña ciudad colonial tenía, a veces, una muy escogida elite de teólogos, juristas o

poetas gongorinos. El problema histórico estriba en averiguar qué relación tenía ese trabajo intelectual con el medio en que se desenvolvía; cómo puede ser un capítulo viviente de la historia general del país” 6 .


6 Mariano Picón Salas: Estudios de literatura venezolana. Madrid-Caracas: Ediciones Edime,1961. 320 p. La cita procede de la p.31. Esto lo amplia en su fundamental obra De la conquista a la independencia y otros estudios.9ª.ed. Prólogo: Guillermo Sucre. Variantes: Cristián Alvarez. Caracas: Monte Ávila Editores,1990. 311 p.


Sin embargo, este libro tiene mucho de arquelogía literaria, ya que a todo lo largo de sus páginas buscamos unas huellas y una vez encontradas las sometemos a cuidadoso análisis, el que nos ha permitido la documentación encontrada. Y esto en sus

dos vertientes: quiénes fueron cada una de las personas citadas por nuestros analistas, qué hicieron, cuáles fueron sus vidas y qué obras nos legaron.

Es por esta razón que aquí sólo examinamos obras escritas por autores determinados. Por ello no encontrará el lector el análisis de la literatura indígena toda ella trasmitida de forma oral, ni hallará la anónima, ni la folklórica, ya que solamente examinamos aquellas obras, conocidas a partir del 31 de agosto de 1498, carta de Cristóbal Colón(c1451-1506) a los Reyes Católicos, don Fernando de Aragón(1452-1616) y doña Isabel de Castilla(1451-1504), la única reina que tuvo Venezuela a todo lo largo de su historia, dándole cuenta del descubrimiento y desde allí hasta 1830 cuando ya los rasgos de nuestras letras habían comenzado a dibujarse en el panorama de nuestra cultura, en ese momento ya los autores de esa literatura, todavía incipiente, se conocían. Mencionamos aquí también a aquellos escritores de quienes si bien no han llegado hasta nosotros ninguna obra literaria, sin embargo, gozaron de la fama de escritores entre sus contemporáneos.

Y, claro está, no pretendemos en ningún momento decir que todos los creadores aquí alineados fueron autores de obras acabadas. Solamente hemos pretendido mostrar las trazas, cómo fue el sendero de nuestras letras durante todo este período, ese camino es que nos explicará la cultura que subyace tras las Elegías de varones ilustres de Indias(1589) 7 de Juan de Castellanos(1522-1607)o que aquello que dio nacimiento a la obra de Bello.


7 Juan de Castellanos: Elegías de varones ilustres de Indias. Madrid: Viuda de Alonso Gómez,1589. 202 p. Esta es la edición príncipe.


detrás de la Historia de la conquista y población de la Provincia de Venezuela(1723) de Oviedo y Baños, la que permitió

se produjera una obra universal de la calidad del Diario(1771-1792) de Miranda, el significado, que apenas comenzamos a atrapar ahora, del Arca de letras y teatro universal de fray Juan Antonio Navarrete(1749-1814) 8


8 Juan Antonio Navarrte: Arca de letras y teatro universal. Edición crítica y prólogo: Blas Bruni Celli. Presentación: Guillermo Morón. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1993. 2 vols



La obra de Andrés Bello(1781-1865) hay que reiterarlo siempre es angular en el desarrollo de la literatura hispanoamericana toda, pues fue don Andrés el libertador cultural de América Latina a partir de su poema “Alocución a la poesía”, publicado en 1823 en su primera revista londinense la Biblioteca Americana. 9 .


9 Andrés Bello: Alocución a la poesía” en la revista Biblioteca Americana, Londres, 1823, t.I,p.3-16, t.II,p.1-12, esta es la primera edición del poema tantas veces reeditado.


En ese mismo año, y en ese mismo número primero de la Biblioteca Americana(tomo I,p.35-50), surgió la crítica literaria latinoamericana(y por ende la venezolana), tanto que en su trabajo Bello se dirigió a “nuestros lectores americanos” 10 .


10 Andrés Bello: “Juicio de las obras poéticas de don Nicasio Alvarez de Cienfuegos”, en la revista Biblioteca Americana, Londres, t.I,p.25-50, inserto en sus Temas de crítica literaria. 2ª.ed. Caracas: La Casa de Bello, 1981,t.IX, p.197-213. La idea de que se diirge a “nuestros lectores americanos”, se lee en la p.201.



Pero su artículo sobre un escritor neo-clasico hispano, Nicasio Alvarez de Cienfuegos(1764-1809), constituye el programa

para la nueva literatura hispanoamericana pues al censurar ciertos elementos neo-clásicos del poeta examinado, los que critica, abre nuestras letras a la consideración de lo que era la vanguardia de sus días: el romanticismo, ya que Bello había comprendido bien en sus años en Inglaterra, en donde se topó con la nueva escuela, que para aquel momento del año 1823 sumaban trece los años de su residencia británica.

Lo que hemos pretendido es mostrar como ese proceso cultural nos conduce a través de colinas y pequeñas montañas hacia elevados picos:Castellanos, Oviedo y Baños, Miranda, Bello, cuyas obras tuvieron hondo eco en la sociedad en la cual

fueron escritas.


LA PREGUNTA CONSTANTE

Las consideraciones anteriores se concatenan con las que siguen: consideramos que debemos comenzar por preguntarnos por qué, si hemos resuelto muchos de los problemas que tienen que ver con la época colonial 11 ,


11 Ver Guillermo Morón: Historia de Venezuela. Caracas: Italgráfica, 1971. 5 vols, que sin duda la obra central de comprensión de nuestros tres siglos coloniales, sobre todo en sus primeros cuatro tomos.


Esto no ha sucedido con la literatura que se cultivó en Venezuela durante ese período. Si bien es cierto que conocemos con bastante claridad los rasgos de la cultura durante los siglos de la dominación hispánica, ¿por qué nada podemos decir acerca de la palabra escrita durante esas centurias?. Para ello creemos que hay que comenzar planteando los problemas desde su

origen: no considerar literatura a toda manifestación de la cultura escrita. Es necesario separar a los historiadores, a los cronistas, de aquellos que cultivaron las letras. Sabemos que es una tarea ardua y espinosa porque no siempre los límites son claros:

¿fue Juan de Castellanos sólo un poeta? ¿fue Oviedo y Baños nada más un historiador?. Y esto apenas reparando en dos figuras singulares.

De lo planteado se colige la necesidad que tenemos de hacernos numerosas preguntas en torno a los creadores que conocemos. Tenemos que señalar que si bien se escribieron algunas obras literarias durante el período y se conocen una serie de textos poéticos, sermones, panfletos y pasquines, no podemos decir que existiera una literatura colonial propiamente dicha, aunque sus testimonios pueden ser examinados. Esto al menos durante los siglos XVI y XVII. ¿Y por qué?

Porque una literatura no la hacen escritores aislados quienes alguna vez compusieron algún verso, como los que recogió el incansable Mauro Paéz Pumar, en la obra suya que antes hemos citado. Una literatura surge cuando, en forma de cuerpo, algunos autores deciden expresar, mediante la palabra, el mundo que les rodea. Y esto no sucedió en Venezuela hasta el

siglo XVIII, tiempo en el cual ya se puede hablar de una sociedad venezolana propiamente dicha, como lo

reconocen José Antonio Calcaño(1900-1978) 12 ,


12 José Antonio Calcaño: La ciudad y su música. 3ra.ed. Caracas: Monte Ávila Editores, 1985. XVI, 515 p. La primera edición de esta obra apareció en Caracas: Tipografías Vargas,1958. 518 p. Ver en este caso la p.222.


Germán Carrera Damas(1930) 13 ,

13 Germán Carrera Damas: Una nación llamada Venezuela. Caracas: Universidad Central de Venezuela,1980. 220 p. Ver en este caso la p.27.



Pedro Grases(1909-2004) 14

14 Pedro Grases: Obras. Barcelona: Seix Barral,1981-2002. 21 vols. Ver en este caso: “La generación de la Independencia”(t.III,p.1-19).


y el propio Arturo Uslar Pietri(1906-2001) 15 .


15 Arturo Uslar Pietri: “Visión de Caracas” en su En busca del Nuevo Mundo. México: Fondo de Cultura Económica,1969,p.205-221. Ver en este caso las p.208-210.


Antes de 1700 conocemos a los poetas de Cubagua 16 ,

16 Ver los estudios de Luis Beltrán Guerrero: “Los cantores primitivos” en sus Palos de ciego. Caracas: Impresores Unidos,1944,p.21-27; “Cubagua, la de los cantores primitivos” en. su Región y patria. Caracas: Fundación de Promoción

Cultural de Venezuela, 1985,p.13-17 y Enrique de Otte: Las perlas del Caribe: Nueva Cadiz de Cubagua. Caracas: Fundación John Boulton, 1977. 620 p.


de los cuales ha llegado hasta nosotros sólo un poema de Jorge de Herrera. Le siguen Pedro de la

Cadena 17 ,


17 Efrain Subero/Pablo Ojer: El primer poema de tema venezolano. Caracas: Ministerio de Educación/UCAB,1973. 436 p.


Juan de Castellanos 18 ,

18 Isaac Pardo: Juan de Castellanos, estudios de las Elegías de varones ilustres de Indias. Prólogo: Ángel Rosenblat. Caracas: Universidad Central de Venezuela,1961. 493 p.


Lázaro Bejarano 19 ,

19 Pedro Henrríquez Ureña: “Erasmistas del Nuevo Mundo” en La utopia de América. Caracas: Biblioteca Ayacucho,1978,p.110-116


Gonzalo Zúñiga 20 ,


20 Julio Febres Cordero González: Historia del periodismo y de la imprenta en Venezuela. Prólogo: Ramón J.Velásquez. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1983. 640 p. Ver en este caso la p.44, nota 37.


el dean Rodríguez de Robledo 21 .

21 Roberto Lovera De-Sola: Hispanagente. Caracas: Veneriz,1984. 291 p. Ver en este caso la p.21.



En el siglo XVII varios versificadores contribuyeron, con sus ripiosas composiciones, al libro del padre

Jacinto de Carvajal 22 .

22 Fray Jacinto de Carvajal: Relación del descubrimiento del río Apure hasta su ingreso en el Orinoco. Prólogo: Miguel Acosta Saignes. Madrid: Edime, 1956. 307 p.


Y en él surgió nuestro primer plagio, como lo documentó José Antonio de Armas Chitty(1908-1995) 23 .

23 José Antonio de Armas Chitty: Guayana: su tierra y su historia. Caracas: Coorporación Venezolana de Guayana/Ministerio de Obras Públicas,1964-1968. 2 vols. Ver en este caso el t.II,p.86-88.



También en esos años algunos religiosos nos ofrecen algún verso como los de fray

Cristóbal de la Concepción 24 ,


24 Roberto Lovera De-Sola: Hispanagente,p.33.


fray Juan Moro 25

25 Roberto Lovera De-Sola: Hispanagente,p.34.


o fray Diego de los Ríos. Este último los componía para luego ponerles música. No han llegado hasta nosotros.

Pero a fray Diego de los Ríos se le considera también como nuestro primer compositor 26 .

26 José Antonio Calcaño: La ciudad y su música,p.35.



A fines del siglo XVII existió en Caracas una élite intelectual cuyos rasgos destacó Carracciolo Para León(1901-1939) 27 .


27 Caracciolo Parra Léon: Obras. Madrid: Editorial JB,1954. 810 p. Ver en este caso “La instrucción en Caracas”(p.19-280).



La formaban el obispo Antonio González de Acuña, Juan de Arrechederra, Nicolás Herrera y Ascanio, José Mijares de Solórzano, Antonio Tovar y Bañes, José Martínez Porras y José Oviedo y Baños. Todos eran sacerdotes con la excepción de

Oviedo y Baños. Entre ellos sólo fueron escritores González de Acuña, Arechederra, Herrera y Ascanio, Mijares de Solórzano y Oviedo y Baños. Entre todos resalta don José, la figura intelectual más importante en los años que precedieron a creación de la

Universidad de Caracas, como recalcó Parra Léon 28 .


28 Ver también: Susana Romero de Febres: Aproximación al sentido de la Historia de Oviedo y Baños como un hecho del lenguaje. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1984. 154 p.



Cuando el citado Oviedo publicó su Historia de la conquista y población de la provincia de Venezuela, en

1723, en sus primeras páginas encontramos textos poéticos de Alfonso Escovar, Rui Fernández de Fuenmeayor 29 , José de Fuentes y Francisco de Hoces y Camas.


29 No el Gobernador del mismo nombre y apellido sino su nieto, hecho que algunos autores ingnoran, confundiéndolos.


Del siglo XVIII proceden los trabajos del obispo Diez Madroñero, del padre Bastardo y Loaiza 30

30 Ver nuestro : “Noticias historiales de la Nueva Barcelona” en El Nacional, Caracas: Noviembre 9,1985, Cuerpo C,p.14.


de José Joaquín Moreno de Mendoza, del ilustre José Ignacio Moreno, quizá los de Pedro Blanco Infante. Son de

este período dos escritores jocosos, el padre Juan Antonio de Eguiarreta y José María Romero, la primera mujer escritora, sor María de los Angeles, José Antonio Montenegro y Juan Nepomuceno Quintana.

Ahora bien, el primer conjunto de escritores venezolanos no fue el que, al caer la tarde, se reunía en Nueva Cadiz de Cubagua sino aquel que se daba cita en la mansión caraqueña de los hermanos Ustariz, en los postrimerías del siglo XVIII 31


31 José Antonio Calcaño: La ciudad y su música,p.97 y 103.


Estos, a veces, se encontraban en la “Cuadra Bolívar”, en cuya puerta escribió Bello un pensamiento en latín 32 .


32 Manuel Rafael Rivero: Memorias y fantasías de algunas casas de Caracas, Caracas: Academia Nacional de la Historia,1980. 178 p. Ver en este caso la p.20, nota 4.


También de esa época proviene uno de los primeros testimonios orgánicos de nuestra literatura colonial, y el mejor trabajo en prosa de los tres siglos provinciales. Nos referimos al Diario de don Francisco de Miranda, que él escribió entre 1771-1792. Fue

totalmente escrito lejos de Venezuela fuera de las primeras anotaciones que hizo el 25 de enero de 1771 día de su salida desde el puerto de La Guaira a España. Esta obra personalísima tiene su significación para la literatura. No es sólo un libro de viajes.

Mediante sus cotidianas anotaciones don Francisco se asomó, con sus ojos de criollo cultísimo, al mundo de

la Ilustración. Si bien escribía para sí mismo, y nunca pensó editar su relato, en él consignó cuanto veía, leía y sentía, incluso sexualmente. Es la muestra de su alma, es el testimonio de su cultura, nos deja ver cómo este caraqueño sin par, supo ver el conmovido tiempo que le tocó vivir. Este Diario fue publicado mucho después de haber sido escrito, en 1929, a ciento

treinta y siete años se haber redactada su ultima entrada 33


33 Puede verse el Diario en el Archivo del General Miranda. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1929-1950. 24 vols. Está en los tomos I-IV de esta edición. Se ha reimpreso en la reedición de todos los papeles del Precursor: Colombeia. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República,1979-2007. 20 vols. Colombeia es aun obra en proceso de edición, llega hasta el 17 de septiembre de 1803, faltan aun por editarse los años comprendidos entre 1804-1816.



El humanista dominicano Pedro Henriquez Ureña(1884-1946) llamó la atención sobre su importancia dentro del contexto de la literatura hispanoamericana de su tiempo 34 .


34 Pedro Henríquez Ureña: Las corrientes literarias en la América Hispánica. México: Fondo de Cultura Económica,1969. 340 p. Le mención en este caso procede de la p.99.



Pese a esto no poseemos aun un estudio sobre él, apenas algunos acercamientos a algunos de sus temas.

En 1801 Simón Rodríguez(1769-1854) tradujo y publicó en París, la primera versión castellana de Atala o amores de dos salvages(París: En la casa del traductor, 1801) del vizconde Francois René de Chateaubriand(1768-1848). Firmó don Simón su versión con su seudónimo de Samuel Robinson 35 .


35 Ver la traducción en Simón Rodríguez: Obras completas. Compilación: Pedro Grases. Caracas: Universidad Simón Bolívar,1975. 2 vols. Está en el t.II,p.430-499.



Lo expuesto plantea la necesidad de un estudio de los testimonios conocidos. Para un examen de esta materia no deberá soslayarse la influencia que tuvo en el desarrollo de esa literatura las prohibiciones reales contra las obras de ficción y la carencia de imprenta en Venezuela, la cual sólo se instaló hasta 1808, del 24 de octubre 1808 data nuestro primer impreso, la Gaceta de Caracas.

De aquí habrá que entrar a señalar si estos productos forman una literatura propia y son un simple eco o reflejo de la española de aquellas centurias. Habrá que determinar cuál es el significado de las letras que se escriben en Venezuela durante ese período dentro del contexto de la literatura que se escribió coetaneamente en Hispanoamérica. Habrá que explicar como un país marginal, como lo fue Venezuela, produce la concepción orgánica de lo que será la literatura hispanoamericana a partir de la emancipación, en los escritos de Bello, precisamente desde 1823. Habrá que tratar de responder cuando se inicia nuestra literatura: ¿en el siglo XVIII, en 1810, a partir del descubrimiento? 36


36 Toda la segunda parte que acaba de leerse corresponde a nuestra ponencia: “Algunas observaciones sobre la literatura colonial venezolana” que presentamos, el 9 de mayo de 1986, en el “Encuentro sobre historiografía literaria venezolana”, organizado por la Escuela de Letras de la Universidad de Los Andes, evento celebrado en el Hotel Prado Río, Mérida.



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