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HISTORIA DE LA LITERATURA COLONIAL EN VENEZUELA.(1498-1810) (III) por ROBERTO LOVERA DE-SOLA.


¿POR QUÉ TAN ESCASO CULTIVO?


Una pregunta que subyace siempre entre quienes examinan esta época de nuestras letras es una: por qué fue tan escaso el cultivo de la literatura entre nosotros, ya que si bien se pueden señalar la existencia de un conjunto de obras estas no son tantas como para permitir un examen crítico hondo y destacar entre ese conjunto un grupo de obras valiosas. Entre nosotros solo podemos apelar, por su hondura literaria, a las Elegías de varones ilustres de Indias(1589) de Juan de Castellanos a las cuales sigue ciento treinta y cuatro años más tarde la Historia de la conquista y población de la provincia de Venezuela(1723) de José

de Oviedo y Baños y a esta, cuarenta y ochos años después, el Diario(1771) de Miranda, el Arca de letras y teatro universal del padre Navarrete debió escribirse en las décadas finales del siglo XVIII y desde allí hasta la madurez de la obra de Andrés Bello, con la“Alocución a la poesía”(1823), transcurriran otros cincuenta y dos años. En el medio quedan un grupo de poemas, sermones, y algunas obras teatrales, la primera de autor conocido, al primera del teatro venezolano, es la Venezuela consolada(1804) de Bello. Ninguna novela, ni un relato. La ausencia de obras ensayísticas las llenaron los sermones, los

cuales al decir de Octavio Paz(1914-1998), “Del mismo modo que las preocupaciones intelectuales de nuestro

tiempo asumen la forma del ensayo, las del siglo XVII adoptaron la del sermón” 71 . Observación que podemos hacer extensiva tanto al siglo XVI como al XVIII.


71 Octavio Paz: Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. Barcelona: Seix Barral,1982. 656 p. La cita procede de la p.83.



Todo esto que hemos planteado tiene varias respuestas. Con relación a las obras narrativas es bien

conocido que pese a ser España la patria del género novelístico, desde que Miguel de Cervantes y Saavedra(1547-1616) publicó el Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha(1605), existió una prohibición, que fue consecuencia de una Real Cédula(abril

4,1531), de no enviar a territorio americano, y filipino, entonces bajo el dominio hispano, de “libros de romance, de historias varias y profanas ‘como los Amadis’ por considerarse su lectura perniciosa para los indios. Esta disposición...nunca tuvo aplicación” 72


72 Ildefonso Leal: Libros y bibliotecas en Venezuela colonial. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1978. 2 vols. La cita procede del t.I,p.XXV. Ver también Irving Leonard: Los libros del conquistador. México: Fondo de

Cultura Económica, 1953. 396 p.; Manuel Pérez Vila: Los libros en la colonia y en la independencia. Prólogo: Pedro Grases. Caracas: Oficina Central de Información, 1970. XIII,236 p.



En esto tanto la Corona como la Inquisición fracasaron. El historiador norteamericano Irving Leonard(1896-1996) demostró, con espléndido acopio de pruebas, lo que hemos señalado. Pero, sin embargo, pese a ello el cultivo de la ficción fue escaso entre nosotros y bastante exiguo a nivel continental, como lo podemos comprobar si seguimos el estudio sobre las más destacadas figuras de la literatura colonial hispanoamericana realizado por el novelista José Balza 73 .


73 José Balza: Iniciales. Anuncios de la teoría literaria en América Latina. Caracas: Monte Ávila Editores, 1993. 110 p.


En esa obra analiza lo escrito por un memorialista, el Inca Gracilaso de la Vega(1539-1616), cuatro poetas, Hernando Domínguez Camargo(1606-1659), Juan de Espinosa Medrano (1630-1688), Carlos Singüenza y Góngora(1645-1700) y Sor Juana Inés de la Cruz(1651-1695), un cronista, Juan Rodríguez Freyle(1566-1642), la obra de tres críticos: uno anónimo, quien compuso el Discurso en loor a la poesía(1608), que quizá fuera una mujer 74 .


74 José Balza: Iniciales,p.32


Los otros dos firmaron sus trabajos, Domínguez Camargo su Invectiva apologética(1652) y Espinosa Medrano, el Lunarejo, su Apologético a favor de don Luis de Góngora(1662). Todavía quedó uno que cultivó la prosa, Singuenza y Góngora, el cual, según Balza, fue mucho lo que se acercó al discurso narrativo 75 .

75 José Balza: Iniciales,p.70


De Espinosa y Medrano indica Balza su convencimiento de haber sido con él que nació nuestra prosa ensayística 76 .


76 José Balza: Iniciales,p.56


Para que este cuadro estuviera completo sólo falta un nombre: el dramaturgo Juan Ruíz de Alarcón(1580-1636), el primer

hispanoamericano, había nacido en México, en imponerse con su obra en España. Sus obras más representativas, las cuales todavía se ponen en los esceneraios, fueron Las paredes oyen(1628) y La verdad sospechosa(1634). Como se verá en este cuadro no hay ningún narrador. Y no lo tendremos entre nosotros hasta que el también mexicano Joaquín Fernández de Lizardi(1776-1827) publique El periquillo sarniento(1816), que es la primera novela de las letras latinoamericanas. Y esto se explica: la novela es un género de las épocas de crisis. Por ello surgió el Quijote cuando España entró en grave decadencia. La

crisis de la sociedad colonial hispanoamericana será la que hará posible el surgimiento de nuestra novela y más tarde, tras el costumbrismo, de nuestra narración corta.

Pero en aquellos tiempos la literatura latinoamericana se formó desde peculiares perpectivas. Detengamonos ante las observaciones que sobre su génesis trazó Arturo Uslar Pietri(1906-2001). Uslar Pietri, en 1951, en su ensayo “Lo criollo en la literatura” de su libro Las nubes 77 ,

77 Arturo Uslar Pietri: “Lo criollo en la literatura” en Las nubes.3ra. ed. Caracas: Monte Ávila Editores, 1997,p. 103-121.



se pregunta qué es lo novedoso que América Latina implica para el mundo, responde:

”Viejo era el indio y viejo era el europeo...Lo nuevo fue el contacto entre ambos. Nuevos fueron los unos para

los otros. Enteramente desconocidos y sin precedentes”(p.23),

”El indio se hizo al caballo, elespañol al maíz...como el español que vivió en la nueva tierra ya se diferenció para siempre del español que no había venido. El indiano y el indio latino son los seres alterados por el poder del contacto...hasta que la novedad termina en el criollo...

El criollo ya no tiene la sensación de estar en presencia de una novedad.

Tiene como el instinto de que aun lo desconocido deAmérica le pertenece y le es afín, como lo es afín lo

español, y lo latino, y lo hebreo y lo griego”(p.26).

Por ello el idioma, la palabra española, que se usa para bautizar los nuevos descubrimientos y los nuevos

hechos, es tan importante porque de “la lengua castellana toman palabras para designar las

cosas nuevas que no conocían”(p.25);

el contacto también lo es con los nuevos alimentos y

por ello también: “nueva era la suavidad y el complicado refinamiento del trato”(p.24).

Y es de allí de donde surge el mestizaje.

“Un apetito de mestizaje lleno de contenido vital, de

donde nace el destino de lo criollo...el fecundo mestizaje espiritual...está en la raíz de la vida criolla y

que ha determinado los valores y los ideales de la civilización hispanoamericana”(p.48-49).


Es así como del mestizaje nació el mundo criollo y todas sus expresiones:

“cuya esencia es una suprema empresa de mestizaje”(p.51),

por ello “lo mestizo, lo impuro...es una de las características

que más se marcan en lo hispanoamericano”(p.77),

por eso: “el gran problema simbólico, el gran problema criollo,

es llegar a saber lo que es”(p.78).

El proceso es tan amplio y denso, nos dice Uslar Pietri,

que “Todo lo original que ha creado la literatura hispanoamericana está marcado por el

mestizaje”(p.27-28).

Es por ello mismo, y Uslar Pietri medita en ello, que la literatura latinoamericana es distinta a la española y lo

fue desde el albor de nuestra historia, mucho antes de Andrés Bello(1781-1865) y de su “Alocución a la poesía”(1823) y antes del modernismo, anterior a Rubén Darío(1867-1816) y desde luego antes del “boom” de la novela en los años sesenta del siglo XX.

Nuestra literatura tiene para nuestro escritor, desde muy atrás, al menos ocho rasgos que la definen y distinguen de las letras castellanas que se cultivaban en la península para el momento del encuentro entre hispanos e indios. Y esos caracteres son:

1)”presencia de la naturaleza”;

2) el mestizaje: ”la literatura hispanoamericana nace mezclada e impura, e impura y mezclada alcanza sus más altas expresiones...Nada es mas difícil que clasificar a un escritor hispanoamericano...Tiende a extravasarse, amezclar, a ser mestizo”(p.110);

3)posee: “su antigua devoción por las formas más artísticas....La larga permanencia del barroco, y la profunda

compenetración del alma criolla con ese estilo, es un fenómeno harto revelador en este sentido. Es el estilo que más se naturaliza y se arraiga en América. En cierto modo adquiere en ella un nuevo carácter propio. Sació el amor del criollo por lo oscuro, lo difícil, lo elaborado”(p.112-113);

4)siempre será evidente en nuestras letras el “primitivismo”(p.113), “Hay en la

literatura hispanoamericana cierta forma de realismo que no es sino realismo de primitivo” (p.114);

5) la “truculencia moral y anormalidad psicológica”(p.125);

6)”sonríe poco. El buen humor le es extraño”(p.116);

7)es una “literatura...predominantemente concebida como instrumento”(p.118);

8) ”lo objetivo le es extraño” (p.119).


Todas estas características, enumeradas por Uslar, algunas de las cuales pueden haberse mutado durante

la gran transformación que sufrieron nuestras letras continentales en los años sesenta del siglo XX, deben

tenerse en cuenta al estudiarla, ya que ellas:

“afirman la necesidad de considerar la literatura criolla en su ser, en su circunstancia, en su condición con un

destino tan propio y tan caracterizado como el mundo americano que expresa. Literatura original de un nuevo

mundo”(p.121).

Si bien Uslar atrapa nuestra primera figuración literaria en la colonia hay otros tres momentos que es necesario recalcar, necesario que sean tomados en cuenta: el primero sucedió en 1823 cuando don Andrés Bello(1781-1865) publicó en el primer número

en su revista londinense la Biblioteca Americana su poema “Alocución a la poesía”, considerado la

proclama de la emancipación cultural latinoamericana.


El segundo momento es el modernismo, datado de la publicación en 1888 de poemario Azul de Rubén Darío, con los lógicos antecedentes de la poesía de José Martí(1853-1895), sobre todo en su Ismaelillo(1882) y en Venezuela con los poemarios de

Juan Antonio Pérez Bonalde(1846-1892), aunque hayan sido impresos en Nueva York. En Venezuela los momentos esenciales de esa escuela lo vimos con la publicación el mismo año de 1896 de las Pentélicas(Caracas: Tip. El Cojo, 1896. 100 p.) delpoeta Andrés Mata(1870-1931) y del emocionario Sensaciones de viaje(Paris: Granier, 1896. 177 p.) de nuestro Manuel Díaz Rodríguez(1871-1927). Fue Díaz Rodríguez quien marcó el suceder de aquella generación al señalar que se había producido el

“retorno de las carabelas” 78


78 Manuel Díaz Rodríguez: Camino de perfección. París: Ollendorff, 1911.296 p.


pues por vez primera América Latina se hizo escuchar en la península, fue el viaje inverso al de los descubridores. En ese momento ya no era un escritor latinoamericano que se imponía en España en un momento crucial de su literatura, el Siglo de Oro, como sucedió al dramaturgo mexicano Juan Ruiz de Alarcón(1580-1639), ni un continente que tomaba su camino autónomo en las letras en los días de la guerra emancipadora, que fue a aventura de Bello. Ahora en el modernismo logramos influir en los

senderos de las letras hispanas. El cuarto momento fue el singular instante del de la “nueva novela latinoamericana” de los años sesenta del siglo XX, realizado a partir de la muy publicitada edición de La ciudad y los perros(Barcelona: Seix Barral,1963.343

p.) de Mario Vargas Llosa(1936, Premio Nóbel de Literatura,2010) pero con nítidos antecedentes ya en la

prosa de Jorge Luis Borges(1899-1986) y en los grandes nombres del realismo mágico, cuya figura

mayor es Gabriel García Márquez(1927-2014, Premio Nóbel de Literatura,1982) y sus Cien años de soledad(Buenos Aires: Sudamericana, 1967. 351 p.).

Pero en aquel vasto proceso había sucedido un hecho que fue precisamente Uslar Pietri quien mejor lo

explicó al escribir:

“El siglo XX fue sin duda, el primero en el que la literatura de los países hispanoamericanos adquirió una presencia y un prestigio universales…Para este final del siglo, en los catálogos de las principales bibliotecas de Occidente figuran los libros

hispanoamericanos con toda la plenitud de un prestigio bien ganado que le da validez universal…cuando se habla de América Latina…cuando se habla de literatura y de arte, todo aquel inmenso conjunto de creación viviente y actuante entra por propio derecho en lo más alto y válido de la creación universal” 79 .


79 Arturo Uslar Pietri: “Los libros latinoamericanos tienen ganada su validez universal”, en El Universal, Caracas: mayo 11,1975.


Así es, así son nuestras letras, esas cuya figuración en Venezuela tratamos de atrapar desde sus más lejanos

y tenues fundamentos y memorias.

Pese a todo el cultivo de la literatura fue escaso en Venezuela. Casi siempre parece que se cultivaron como simple adorno, ya que muchas de las obras conocidas, sobre todo los poemas y sermones, fueron trabajos de ocasión: la exaltación de un hecho, la toma de posesión de un gobernador, la llegada al trono de un nuevo soberano, la muerte de un Obispo o de una persona esclarecida, una acción digna de registro a través de la palabra escrita.

Y luego los frenos jurídicos, las normas establecidas para publicar un libro, que siempre debían ir primero al censor, y la carencia de una imprenta en muchos lugares, hecho sin duda de grande influencia en lo que se refiere a la literatura venezolana, ya que carecimos de prensas de imprimir hasta 1808 y la mayor parte de las obras publicadas conocidas lo fueron realizadas en

España, tal las Elegias de varones ilustres de Indias, que sin duda la obra de nuestro primer poeta, que en la parte venezolana de las Elegías, podemos considerar como nuestro primer aeda. Igual podemos decir de la Historia de la conquista y población de la

Provincia de Venezuela de Oviedo y Baños y los Sermones magistrales de Mijares de Solórzano o los de Bartolomé de Villanueva. Otras obras fueron editadas en México, como los sermones de Nicolás Herrera y Ascanio o el poema anónimo Rasgo épico,

firmado por “Un ingenio Cántabro” en el cual se recrea un hecho venezolano.

Sobre la carencia de imprenta en Venezuela señaló Guillermo Morón:

“La falta de una imprenta es una de las causas por las cuales no puede apreciarse, con mejor criterio, el estado de la cultura intelectual en Venezuela durante la épóca colonial, y causa de la dolorosa impresión de pobreza que ha producido en las generaciones posteriores hasta hoy” 80 .


80 Guillermo Morón: Los cronistas y la historia. Caracas: Ministerio de Educación, 1957. 192 p. La cita procede de la p.132.


Fue este hecho el que llevó a Héctor García Chuecos(1896-1973) a anotar: “No fue abundante ni valiosa en calidad la labor artística, literaria y científica de la época colonial venezolana” 81


81 Héctor García Chuecos: Historia de la cultura intelectual de Venezuela desde su descubrimiento hasta 1810. Caracas: Editorial Sur América, 1936.125 p. Este importante trabajo, pionero en su tema, lo citamos a lo largo de este libro por su segunda edición: “Cultura intelectual de Venezuela desde el descubrimiento hasta 1810” en El Real Colegio Seminario de San Buenaventura de Mérida. Caracas: Biblioteca de Autores y Temas Merideños,1963,p.197-314. La cita procede de la p.199.


Por su parte Joaquín Gabaldón Marquez(1906-1984) dedicó un trabajo a la dilucidación de este asunto 82 .


82 Joaquín Gabaldón Marquez: Causas del atraso literario en la colonia. Caracas: Editorial Sur América,1928. 7 p.


En él anota “Las escasas manifestaciones de la literatura venezolana colonial, presentan los caracteres de una identidad casi absoluta con las de la península, cuyos hijos hallaron en estas tierras campo propicio para desarrollar sus tendencias sin someterse a las reacciones de la raza indígena y modificándose apenas por virtud del medio físico y de la

circunstancias de orden económico, más o menos poderosas, pero incapaces por si solas para dar nacimiento a una literatura autónoma”(p.4). Y más adelante insiste “Otras de las causas a que hechos hecho referencia fue la rígida estrechez de las medidas legislativas tomadas por España en todo cuanto se refería a la imprenta y al comercio de libros”(p.6).

Esta es una de las explicaciones del por qué del número escaso de obras. La carencia de imprenta hacía que los escritores no trabajaran en sus escritos porque estas eran de muy difícil, y a veces casi imposible, divulgación una vez redactadas. Y esto fue

así pese a que un medio tan intenso de estímulo como lo son los libros para la creación literaria hoy sabemos que circularon con mucha libertad, pese a las normas de prohibición y también sabemos que es falso que la Corona haya insistido en mantener ignorantes a los hispanoamericanos, carentes de toda formación. El proceso educacional, las universidades y los colegios son un mentís a una pegrina tesis según la cual el rey Carlos IV(1748-1819) habría declarado “No conviene

instruir a los Americanos”, palabras que seguramente nunca pronunció, ya que al contrario lo que hizo fue poner su firma a iniciativas que llevaron al desarrollo de la educación y por ende de la cultura. Tal su decisión de crear en Mérida el Colegio Seminario de la ciudad, matriz, como el de Caracas, de la Universidad de aquella urbe. Caracciolo Parra León(1901-1939)

aclaró que la frase atribuida a Carlos IV fue forjada durante los días de la guerra emancipadora por el colombiano Juan García del Río(1794-1856) quien la publicó en un estudio aparecido en la revista londinense El repertorio americano, en 1826, que este

editaba junto a don Andrés Bello 83 .


83 Guillermo Morón: Historia de Venezuela,t.IV,p.387-388; Caracciolo Parra León: Obras,p.388-389. De donde procedió la conseja fue del patriota Juan García del Río: “Revista del estado anterior y actual de la instrucción pública en la América antes española”, en Repertorio americano, Londres, t.I(1826),p.231-253. La falaz observación puede leerse en la p.144.



Es por lo expuesto que lo que debemos hacer es acopiar lo que existió en Venezuela durante esas tres

centurias, examinarlo y estimar su valor desde el punto de vista crítico sin obviar su valor como elemento de la

historia del espíritu venezolano. Ya que serán estas obras un puente hacia lo que será, una vez logremos ser una sociedad bien constituida, cosa que sucedió a mediados del siglo XVIII. Fue en esa época cuando se hizo verdad el apotegma de José Martí(1853-1895) según el cual “no hay letras, que son expresión, hasta que no hay esencia que expresar en ellas” 84 .


84 José Martí: Obra literaria. Caracas: Biblioteca Ayacucho,19787. XXII,497 p. La cita procede de la p.404.Pensamiento también citado por José Balza: Iniciales,p.11.


PARA DAR LAS GRACIAS

No podemos cerrar este trabajo que hoy hemos culminado sin dar las gracias a aquellos que estuvieron cerca de nosotros durante los catorce años en los cuales trabajamos en la constitución de esta obra.

Por ello debemos dar las gracias a Virginia Betancourt Valverde(1935) quien al llamarnos a trabajar a la Biblioteca Nacional, a nuestro regreso de los Estados Unidos, en 1980, nos hizo integrarnos a un equipo de investigación que primero dirigió Domingo

Miliani(1934-2020) y mas tarde Iraset Páez Urdaneta(1952-1994). Allí entramos a laborar en la preparación de un Diccionario de autores venezolanos y venezolanistas, que nunca se llegó a publicar pese a que su primer tomo fue terminado(1498-1810). Nuestra obligación era preparar las fichas bio-bibliográficas de autores de nuestra literatura durante la época colonial.


Así el trabajo se concatenó con la investigación que a solas veníamos realizando para lograr vertebrar este estudio. Es una lástima, según nos han informado en la propia Biblioteca Nacional, que los originales de esos trabajos se hayan perdido. Nuestra parte se salvó porque siempre conservamos copia de los trabajos que entregábamos a través del doctor Horacio Jorge

Becco(1946-2005). Al saber la pérdida de aquellos originales dimos a conocer en un congreso la parte que habíamos realizado nosotros, para que así no se perdiera totalmente el fruto de aquellas pesquisas sobre temas sobre los cuales se conoce muy poco

entre nosotros 85 .


85 Roberto Lovera De-Sola: “Escritores venezolanos de la época colonial y emancipadora” en nuestro Con el lápiz en la mano. Caracas: Contraloría General de la Repúbliuca, 1990,p.13-58.


Junto a nosotros, en el escritorio de al lado, trabajaba la poeta y estudiosa de la filosofía María Teresa

Ogliastri(1952). Ella hacía la misma tarea pero examinando la labor cumplida por los pensadores y filósofos del mismo período. Y siempre nos estimuló a proseguir en nuestra indagación una vez que debimos dejar la Biblioteca Nacional para ir a cumplir con otro destino. Se prendió además entre nosotros, desde aquellos días, un entrañable afecto.

Igual gratitud tenemos empeñada para con nuestra primera amiga Mirentxu Calvo quien puso en limpio, varias veces, las primeras versiones de los primeros capítulos, varios de los cuales formaron parte de un libro nuestro sobre figuras de la Venezuela hispánica 86 .


86 Roberto Lovera De-Sola: Hispanagente, ya citado; nuestros articulos: “¿Existió una literatura colonial venezolana?, en revista Resumen, Caracas: Marzo 29,1981,p.50-51 y “Algunas observaciones sobre la literatura colonial venezolana” en Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, n/283(1988),p.691-694.


También nos ayudó en el decurso del tiempo Aracelis Aular.


Y a Guillermo Morón, el de el estimulo constante, por su invitación a participar en el “V Congreso Venezolano de Historia” en una de cuyas sesiones pudimos divulgar aquello en lo que veníamos trabajando 87 .


87 Roberto Lovera De-Sola: “Escritores venezolanos de la época colonial y emancipadora” en Varios Autores: Memoria del V Congreso venezolano de historia. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1992,t.II,p.507-558, estudio inserto después en nuestro Con el lápiz en la mano, p.13-58, libro este publicado gracias al estímulo del poeta José Ramón Medina(1919-2010).

88 Roberto Lovera De-Sola: “Las inquietudes intelectuales del Precursor”, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, n/ 329(2000),p.129- 200, la edición estuvo al cuidado de nuestra entrañable Mirentxu Calvo.


Algunos capítulos de este libro han sido presentados como ponencias en invitaciones académicas, en congresos de historia o literatura. “Las inquietudes intelectuales del Precursor” 88 fue nuestro trabajo de incorporación al Consejo General de La Casa de Bello, fue pronunciado en la sede de esta institución en Caracas el 29 de noviembre de 1996; a “El maracucho José Domingo Rus fue leído, por invitación del historiador Tomás Straka, en las IX Jornadas de Historia y Religión, organizadas por la Universidad

Católica Andrés Bello, celebrada en su sede de Montalbán la tarde del 15 de mayo de 2009; la titulada “Vicente Salias y la Canción de Caracas” fue leída en la sesión del X Congreso Mundial de Sociedades Bolivarianas, celebrado en la Universidad de las Fuerzas Arnadas, Unefa, el 19 de abril de 2010; nuestro examen de la personalidad del padre Juan Antonio Eguiarreta, nuestro primer humorista, fue parte de nuestra ponencia “El humorismo venezolano” 89 ,


89 Coloquio Los Tertulieros se reúnen, Fundación Francisco Herrera Luque, Caracas, mayo 18, 2010 impreso en www.arteenlarered, Caracas: junio 2,2010.



aunque al ser redactada fue enviada a nuestro admirado Manuel Graterol Santander(1935-2010),

Graterolacho, como nuestra contribución al Museo del Humor que este escritor festivo pensaba fundar. Razón

tuvo nuestro gran Zapata(1929-2015) al llorar el deceso de Graterolacho al decir, al pie de su diaria

caricatura, “Con Graterolacho se fue el amigo y gran parte de la alegría que tanto necesitamos los venezolanos”.

Otros fueron dados a conocer mientras trabajabamos en obra para divulgar los resultados de nuestras

pesquisas: el relativo a la antología de antiguos papeles formada por Caupolican Ovalles(1935-2001) es una primera aproximación a la Autobiografía de Braulio Fernández 90


90 Tal nuestra: “La antología de la literatura marginal” en El Nacional, Caracas, 1977.



la relativa a un aspecto de la obra de Simón Rodríguez(1769-1854) es el examen de su traducción de Atala de Chataeubriand 91 ;

91 Roberto Lovera De Sola:“Simón Rodríguez traductor”, en El Nacional, Caracas: Enero 14,1980.


el que se refiere al historiador don José de Oviedo y Baños fue uno de los fundamentos del trabajo que dedicado a este historiador 92 ;

92 “La segunda parte de la Historia de Oviedo y Baños” en Boletín de la

Academia Nacional de la Historia, Caracas, n/ (1980),p.,


la aproximación a nuestra escena teatral fue la reseña del trabajo del crítico cubano

Carlos Miguel Suarez Radillo; el artículo sobre María Josefa Sucre debe tenerse como el primer borrador del

estudio que le dedicamos 93 ;

93 Roberto Lovera De-Sola: “María Josefa Sucre, la novia cumanesa de

Bello”, El Nacional, Caracas: septiembre 7,1981.


el artículo sobre nuestra primera escritora es el fundamento del capítulo dedicado a sor María de los Ángeles, nuestra primera

poeta 94 ;


94 Roberto Lovera De-Sola: “La primera escritora venezolana”, El Nacional, Caracas: septiembre 21,1981;


el relativo al poeta de Barcelona es el que comenta el libro preparado por monseñor Constantino Maredei Donato 95 ;


95 Roberto Lovera De-Sola: “Noticias historiales de la Nueva Barcelona”, en El Nacional, Caracas: noviembre 9,1985.

tocando el conjunto de nuestro temas son los dos siguientes 96 :


96 Roberto Lovera De-Sola: ¿Existió una literatura colonial venezolana?, en Resumen, Caracas: marzo 29,1981,p.50-51 y

“Algunas observaciones sobre la literatura colonial venezolana”, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, n/

283(1988),p.691-694. Una síntesis de este libro aparece en nuestra indagación: “La literatura colonial venezolana” en Varios Autores: Aproximación a nuestra cultura. Caracas: Fundación Venezuela Positiva,2011,p.564-592, obra editada bajo la dirección del abogado Heraclio Atencio Bello.

el de Domingo Navas Spinola está en el Diccionario de Historia de Venezuela 97


97 Roberto Lovera De-Sola: “Navas Spinola, Domingo” en Varios Autores: Diccionario de Historia de Venezuela,t.III,p.313-314.



San Bernardino:

Marzo 15,1994-Junio 12,2010














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