HISTORIA DE LA PRESENCIA OCULTA Y FELIZ DE LAS MUJERES EN VENEZUELA..."(IV). Roberto Lovera De Sola
1535: PARA LA HISTORIA SEXUAL DE LOS VENEZOLANOS
En verdad que la historia sexual de los venezolanos no se ha hecho
como se debiera. Ella nos urge porque sin saber todo lo que sucede
en la cama y en la mesa estamos incapacitados para comprender
cualquier sociedad, en este caso la nuestra. Esto es así, porque
como lo indicado el maestro mexicano Octavio Paz(1914-1998):
“Tratatese del sexo o del gusto, el placer deja de ser satisfacción de una
necesidad para convertirse en una experiencia en la que el deseo
simultáneamente nos revela lo que somos y nos invita a ir más allá de nosotros
mismos para ser otros…Desde la perspectiva de la erótica o la gastronomía
´podemos dar una vistazo a la sociedad” 103 .
No hay que olvidar que la práctica del sexo es una forma de
conocimiento, de nosotros mismos y de nuestras parejas.
LA SEXUALIDAD EN LA SOCIEDAD COLONIAL
Quien mayor número de noticias sexuales y eróticas de la sociedad
colonial ha logrado reunir ha sido el historiador Carlos
F.Duarte(1939), en una de sus más largas investigaciones, lo que
nos dice, bien fundamentado siempre en papeles del pasado aun
guardados en nuestros repositorios, se hallará en su obra 104 .
Antes de mostrar algunos ejemplos que nos ha parecido
significativos al hacer nuestra investigación, debemos señalar los
temas que Duarte pone ante nuestra consideración, al historiar el
asunto, lo hace en base a los datos que ha encontrado en nuestras
colecciones de papeles, fundamento de todo historiar.
LOS ASUNTOS DE NUESTRA VIDA SEXUAL
Los temas examinados por este analista, el primero en ofrecer
tantos pormenores sobre estos tópicos, son: desde luego el
significado del deseo, de la pasión y el erotismo; la entrega a
cambio de la palabra de matrimonio; el problema de la pérdida de la
virginidad y del honor; el amor en el matrimonio y en la familia; los
matrimonios desgraciados; el adulterio en la mujer; la viudez y la
liberación del yugo conyugal, asunto este más que importante, pues
al enviudar las mujeres en la colonia recobraban su libertad, la que
antes nunca había poseído, razón por la cual algunas no se
volvieron a casar; los escándalos producidos cuando las pasiones
son llevadas al extremo, y el hecho de la falta de recato; la mujer
como víctima del matrimonio; el matrimonio no consumado; las
mujeres feas; el divorcio, el canónico, que era el que existía en la
sociedad colonial, asunto que permite ver que la primera vez que
las parejas se separon en Venezuela no fue a partir de la
institucionalización del divorcio civil, gracias a la reforma del Código
Civil, a principios del siglo XX(1904).
Otros asuntos muy bien tratados por Duarte son lo que sucede con
la excesiva libertad otorgada a las mujeres; su modo de actuar ante
el galanteo masculino; también toca al lesbianismo en aquellos
siglos, cuyo ejercicio existió, aunque indica que tales modos de
vida “el mundo de la homosexualidad femenina pasó casi
inadvertido ante los ojos revisores de las autoridades religiosas”
(t.I,p.159), pese a ello encuentra un caso sucedido en Maracaibo,
hecho anotado por el obispo don Mariano Martí(1721-1792) en su
Libro personal 105 .
Observa Duarte en su estudio también como eran las mujeres en la
intimidad; cuál era la libertad sexual que podían tener en tiempos de
tanta prohibiciones, sobre todo de orden sexual y erótico; las
mujeres provocativas; el ejercicio de la prostitución; los lugares, casi
siempre oscuros, en donde se encontraban las parejas y las visitas
de los confesores a las señoras, una costumbre importada de Italia,
las cuales muchas veces, “terminaba por degenerar en amor
sensual”(t.I,p.172).
PARA COMENZAR
Quizá debemos comenzar por hacer una cita del viajero francés
Francisco Depons(1751-1812), que cita Duarte, como una forma de
comenzar la exploración de estos temas, tan singulares siempre.
Dijo el agudo observador galo: ”Hay mujeres que ceden, con toda la
debilidad de su sexo, a las exigencias de su temperamento, a las
intrigas del amor y a las necesidades domésticas. Esta clase, poco
numerosa en realidad, halla más sencillo satisfacer los deseos que
combatirlos. Por lo general todas las dificultades son cuestión de
apariencia, y una vez salvada esta, lo demás se hace solo. De estas
entrevistas clandestinas resultan con frecuencia embarazos que
alejan al seductor, mientras se desespera la seducida” 106 .
Al analizar estos asuntos hoy en día, tomados de lo que se dijo en
los tribunales, indica Duarte que “Hoy estos testimonios tienen un
enorme valor por los sentimientos expuestos, la manipulación de los
mismos y el lenguaje coloquial que nos acercan al sentir, a la
intimidad y al alma misma de los protagonistas”(t.I,p.112).
Hay que tener en cuenta, al lado del testimonio, de Depons, las
observaciones sobre la belleza de las caraqueñas de esa época,
siglo XVIII, que debemos a otro viajero francés, Pierre Daniel Martin
Maillefer(1798-1877):
“Benditas son de Dios las hijas de Caracas. Andalucía les envidiaría sus
atavíos, y su andar, y su piel de terciopelo. Brazos redondos, pies menudos,
manos gentiles, senos palpitantes, cuyo firme contorno desdeña la ayuda del vil
corsé; mirada ardiente y lánguida sonrisa…El irresistible imperio de sus gracias
agotó los dones de los climas propicios” 107 .
1535: LA ORGIA DEL VALLE DE LAS DAMAS
No podemos tocar el tema de la sexualidad del venezolano y su
práctica sin seguir a Francisco Herrera Luque y sus observaciones
sobre el tema que hemos podido leer en "Los viajeros de Indias" y en
sus novelas históricas "La luna de Fausto", relativa a la conquista y
"Los amos del Valle", sobre los siglos coloniales, vistos desde la
fundación de Caracas(1567) hasta el bautizo de Simón
Bolívar(1783).
¿Es verdad la Historia de Venezuela? Esta es la pregunta que
desde hace largo tiempo se hace el pueblo de Venezuela, ese
grupo de hombres y mujeres siempre suspicaces, desconfiados,
astutos, desengañados, recelosos. Fue la misma interrogación que
se hizo Herrera Luque al enfrentarse a ella, al tomarla como
elemento clave para la elaboración de una obra literaria, tanto la
ensayística como la de ficción, la cual se basa y se respalda en los
sucesos del pasado venezolano. Y lo hizo desde el momento en
que los Viajeros de Indias formaron la sociedad venezolana entre
1492 y 1570, especialmente en aquellos años en los cuales “el
semen de España cayó sobre las indias” 108 , según su feliz
expresión, formación en la cual jugó un papel decisivo la gran orgía
llevada a cabo por trescientos noventa hombres, casi todos
hispanos, quienes habían venido a nuestra tierra sin sus mujeres,
cuando en el denominado “Valle de las Damas”, un lugar entonces
cercano a Barquisimeto, seguramente el 26 de junio de1535 (109) , se
acoplaron con cuatrocientas indias que allí hallaron. Doscientas de
ellas quedaron preñadas tras aquel suceso que él narra con todo
pormenor en La luna de Fausto(p.162 y 164). Podría decirse que allí
nació Venezuela, que ese día se alumbró nuestra sociedad mestiza,
la que el Libertador llamó(septiembre 6,1815) un “pequeño género
humano” en la Carta de Jamaica (Escritos,t.VIII,p.232).
Empecemos aquí por La luna de Fausto, que es cronológicamente
anterior a Los amos del valle, por suceder esta durante los días de
la conquista, de hecho se cierra en 1546, antes de la fundación de
Caracas, 1567, donde se inician Los amos del valle.
El protagonista de La luna de Fausto fue el gobernador alemán
Felipe de Hutten(1511-1546).
Hutten fue, por lo tanto, aquel que, si bien nació con todo para
triunfar, se equivoca, fracasa. Y comete sus desaciertos por estar
permanentemente huyendo del destino aciago, el cual, además,
conocía. Si seguimos La luna de Fausto nos daremos cuenta que el
protagonista se pasa la vida intentando una quimera. No percibe
que no debe seguir buscando el Dorado porque está ante él (p.47,
60-61). El no se da cuenta que el camino de la riqueza, del triunfo,
que es lo que parece moverlo, está cerca de sí. No lejos (p.259). Por
ello en La luna de Fausto, Herrera Luque contrapone los Belzares a
los españoles. Mientras los primeros andan errantes en busca de la
Ciudad de Oro, los peninsulares se asientan sobre la tierra, al
menos desde la fundación de El Tocuyo. Esta es la más honda
reflexión que este libro nos propone (p.303-304). Es la otra cara de
las míticas colinas de Manoa, nunca encontradas. En esta
concepción reside el carácter de lo que aquí plantó el conquistador
hispano. Y esto lo podemos observar a través de las muchas
contradicciones que aquejan el alma de Hutten (p.167, 230, 258) a
través de sus erráticas marchas, en su manera de marginarse
cuando se producen hechos importantes.
Tal cosa le sucede en el denominado “Valle de las Damas”, en el
valle del río Yaracuy, situado cerca de la actual Barquisimeto. Allí
llegó con su tropa después del 29 de junio de 1535. Quienes le
acompañan se dedican a una inmensa orgía durante la cual preñan a más de doscientas indias. Y mientras el semen español alumbra un mundo mestizo(p.160-164), Hutten permanece de lado, metido en su hamaca, acosado por sus muchas cavilaciones. Sólo “escucha con sentimientos encontrados los ruidos orgiásticos que a cincuenta pasos provocan los conquistadores y las indias de Varavarida”(p.162). Fue tras aquella desefrenada vacanal que Varavarida dejó de llamarse así y pasó a ser conocida como El Valle de las damas(p.164).
Es así como podemos ver que de los orígenes de la sociedad venezolana partió Herrera Luque, ese fue su punto de ida para hacerse las numerosas interrogantes que su obra nos ofrece, asunto que nos llevará ahora a discurrir a través de uno de sus tópicos: la forma como en su obra, tanto ensayística como en sus novelas históricas, encontramos las formas que lo hicieron el humanizador crítico de la historia.
Por lo señalado es que para llegar al meollo de lo que es la vida sexual de los venezolanos, debemos ir a sus orígenes. Y debemos deternos en varios tópicos, que el mejor que los ha tratado es Francisco Herrera Luque en sus tres libros que antes hemos mencionado. De hecho Los amos del valle constituye un nuevo desarrollo, en clave de ficción, de Los viajeros de Indias. Recuérdese siempre, para una correcta lectura de Herrera Luque que el fue el primer autor en trazar la historia psiquiatrica de Venezuela, en ser el primer estudioso quien miró la evolución del país desde el sesgo de la ciencia de la conducta y desde el ángulo de lo que proponían las teorías de la herencia que el fue el primero en aplicar a nosotros, cuando estos conocimientos apenas se comenzaban a desarrollar. El fue el primer intelectual venezolano en utilizarlas.
Debemos tratar aquí, siguiendo a Herrera Luque, varios tópicos que tocan estos asuntos.El primero de ellos es el relativo a la formación de la población venezolana. Nuestra gente se formó como consecuencia de la desordenada actitud sexual de los conquistadores del siglo XVI. Para Herrera Luque la explicación de muchos de nuestros males está en este desenfreno. El asunto se repite constantemente en Los amos del valle. Al examinar el tema se refiere el autor al mal que significa para el desarrollo humano seres que engendraron hijos por todas partes pero quienes se mostraron siempre tan “divorciados de su hembra”(t.I,p.44). O como dice uno de sus personajes:
“estáis distorsionando con vuestro ejemplo…el sentido de la familia. No podemos tomar para goce de nuestros sentidos la hembra que no puede elegir”(t.I, p.85).
No sólo eso. Sino que, con los derechos del conquistador, los de la guerra, tomaron a todas las mujeres y luego no quisieron reconocer a los hijos(t.I,p.234). Y es la comprensión de este hecho el que hace exclamar a otro de los protagonistas que:
“la lujuria desbordada del Valle es la causante de muchos males presentes y por venir”(t.II,p.20).
Y es por ello que:
“El mestizaje va ligado necesariamente a las bastardía. Venezuela a causa del mal uso que hicieron de la mujer, es un mundo a cuadros, impedido de la coherencia”(t.II,p.343).
Este es un primer tema. Escrito para pensar y hacer pensar. No se trata de que el autor utilice lúdicamente el tema sexual sino que lo usa para indagar y explicar los daños causados por el abuso del sexo.
Un segundo tema, el cual puede ser explorado a través de toda nuestra peripecia histórica, es el de la violencia. Somos un país hijo de ella(t.I,p.329).
1642: FRAY MAURO DE TOVAR
Que Caracas fue siempre ciudad de mucha actividad sexual, las noticias más antiguas que hemos logrado allegar fueron los sonados escándalos de los días del obispo fray Mauro de Tovar(c1605-1666), en el siglo XVII(1640-1654), de hondas connotaciones sexuales, tal lo revelan quienes han estudiado el tema como Andrés F.Ponte(1881-1948) en su Fray Mauro de Tovar[110], Blas Millán(1901-1960) en su delicioso El agresivo obispado caraqueño de don fray Mauro de Tovar[111] y Francisco Herrera Luque en Los amos del valle[112]. El historiador Luis Alberto Sucre(1865-1942) lo caracterizó así: “Era Fray Mauro joven todavía, fogoso, de espíritu invasor, de carácter tiránico, fanático, imbuido de las ideas de los inquisidores españoles; con talento, honrado y ambicioso, procedía con decisión extralimitando sus atribuciones, convencido de que trabajaba para el bien y por el triunfo de la justicia”[113]. Y Lucas Guillermo Castillo Lara(1921-2002), dijo de él que era “Apasionado en extremo, defendía a ultranza lo que creía…poseía una peronalidad dominante y hasta tiránica, orgulloso, despiadado y hasta arbitrario en sus procederes”[114]. Ángel Raúl Villasana(1920-2004), nuestro sutil bibliógrafo, lo llamó “Fogoso y pendenciero obispo”[115]. Además, nuestra literatura, no es casual, está cargada de sexualidad, lo que nos facilita la comprensión de estos sucesos, uno de los grandes escándalos de la vida venezolana.
Fray Mauro siempre tuvo grandes polémicas, tanto con la comunidad Mercedaria como contra el gobernador Rui Fernández de Fuenmayor(1603-1651).
Pero la más intensa algarabía que provocó fue con sus polémicas del llamado “caso Ponte”, el cual se dio cuando una mujer, Ana de Cepeda, pidió al obispo el divorcio de su esposo Pedro Navarro a quien acusó de los malos tratos de él recibidos por ella y por estar amancebado con su hermana Jimena Ponte. Después de los interrogatorios el obispo dio la orden de detención de los dos hermanos, Jimena y Pedro; también excomulgó a los hermanos Gabriel Navarro y Elvira Ponte por haberse negado a presentarse al juicio incoado por el metropolitano contra su familia. En 1643 los dos acusados, Pedro Navarro y Jimena Ponte, una vez condenados por fray Mauro se escaparon de la prisión. También condenó a la madre de ambos por encubrir el incesto de los dos hermanos. Fue entonces cuando la familia Ponte acudió a pedir justicia ante la Real Audiencia de Santo Domingo y ante el arzobispado de esa ciudad, pidiendo justicia. También el gobernador acusó a fray Mauro ante el rey Felipe IV(1606-1665). En ese momento tanto el gobernador Fernández de Fuenmayor, su teniente general y los alcaldes ordinarios había sido excomulgadois por el obispo por su actutud en defensa de los acusados. Entonces al pedirle la Real Audiencia y al arzobispado a fray Mauro los papeles del juicio este se negó a entregárselos, lo que era ilegal, por lo cual fray Mauro también fue excomulgado por la aruidiocesis de Santo Domingo, de la cual dependía el obispado caraqueño. El caso fue entonces enviado al Consejo de Indias. En 1646 el Consejo de Indias perdonó y amonestó a fray Mauro, mándandolo a cumplir la leyes. En 1650 el Consejo de Indias nombró a fray Mauro obispo de Chiapas. Después de haber provocado todos estos sucesos, fray Mauro en el momento de tomar el barco en La Guaira dijo sacudiendo sus sandalias: “De Caracas no quiero ni el polvo, ahí se los dejó”[116].
Desde luego, la gran controversia sucedida en una ciudad tan pequeña como Caracas, que no tenía aun ni 6000 habitantes, fue grande escándalo. Y aquello tuvo connotaciones sexuales, dado el asunto que se trató ante el mitrado: un caso de incesto. O varios. Y también por el hecho de haber mandado el obispo a latigar a doña Jimena desnuda en plena calle.
No queda duda por las características de su carácter y por las tropelías que hizo, que este obispo que tanta bulla creó en Caracas era una personalidad psicopática[117].
1765: JUAN VICENTE BOLIVAR Y PONTE
También conocemos bien hoy en día, de forma documentada, como veremos más adelante, la vasta actividad sexual de don Juan Vicente Bolívar y Ponte(1726-1783) en San Mateo, acciones que corresponden a lo que hoy conocemos como actos de acoso sexual. Todo esto lo hizo siendo soltero, lo cual no lo exculpa, ¿cambió al casarse?. Don Juan Vicente fue el padre de los hermanos Bolívar Palacios, de Simón José Antonio entre ellos.
1771: EL DIARIO DE MIRANDA
Desde luego tenemos el Diario (1771-1792) de don Francisco de Miranda(1750-1816), el primer venezolano en consignar por escrito todos los detalles de su rica vida sexual. Su biógrafo Tomás Polanco Alcántara(1927-2002) señala que estuvo con cerca doscientas mujeres[118]. Eso es lo que hoy, en el cine, se llama “dormir con” cuando es al revés: es “estar despierto con” sobre el lecho, no es “salir con” sino “entrar con” a la habitación: ¿para que ser hipócritas al registrar tan decisivo y vital hecho?.
1793: JOSEFA LOVERA OTAÑEZ
Existen, sin embargo, algunas otras historias pesquisadas por los estudiosos de la historia de nuestra vida cotidiana, como uno fielmente reconstruido por Dora Dávila sobre Josefa María Lovera Otañez y Bolívar, una ascendiente de quien esto escribe, como todos los Lovera Otañez. Fue aquella Josefa mujer de activa vida sexual, se escapaba por los muros de su casa para irse a encontrar con su amante. Y, pese a su pasión, llegó a embarazarse de su secreto enamorado, no se usaban en la Caracas del siglo XVIII los condones que ya existían, como nos lo indican testimonios europeos de la misma época que hemos podido leer. “Vaina profiláctica” la llamaban. Fue el condón el que nos explica que un hombre de aquella misma época, de tan activa vida erótica, como el precursor Miranda no tuviera hijos sino hasta el día que los deseó tenerlos. Otro contemporáneo suyo, el ilustre James Boswell(1740-1795), los usaba, como él mismo lo dice[1]. Al condón lo definió nuestro Salvador Garmendia(1928-2001) como un “simpático verdugo demográfico”[120]. Tal fue el vivir de Josefa que fue demandada en divorcio por su esposo Martín Nicolás Xerez de Aristiguieta y Bolívar(1736-1807), hombre infiel también él, pero había entonces la doble conducta con la relación a las mujeres, estas debían ser castigadas por sus infidelidades, ellos no[121]. Por cierto, que el divorcio existía entonces, hubo varias mujeres divorciadas ya en aquellos años. Desde luego no existía el divorcio civil, establecido en nuestro país en 1904, sino el eclesiástico.
1774: BELEN JEREZ DE ARISTIGUIETA
Otra historia que conocemos, con bastante nitidez, es la de Belén Jerez de Aristiguieta Blanco(1765-1850), una de las Nueve Musas, madre la de los próceres, Manuel Carlos Piar(1774-1817) y José Félix Blanco(1782-1872).
1792: MARIA ANTONIA BOLIVAR
Aquí nos encontramos con unos hechos que desarrollaremos con más amplitud en este estudio. Son las historias amorosas de María Antonia Bolívar Palacios(1777-1742), mujer de intensa vida íntima, extraconyugales las dos primeras, de las cuales nacieron dos hijas, descendientes suyas, probadas documentalmente, pero que los genealogistas no registran, estos siempre soslayan las relaciones tenidas fuera del matrimonio, no saben hasta qué punto se equivocan porque sortean un hecho en la vida social venezolana: la importancia de los hijos naturales en nuestro devenir. Sobre las hijas naturales de María Antonia ya había tratado Inés Quintero(1955) en La criolla principal; la tercera de sus relaciones conocidas, vivida ya como viuda, lo era desde 1821, mencionada brevemente en La criolla principal, fue la que tuvo con José Ignacio Padrón, lo hizo casi tangencialmente por carecer entonces de la documentación que después halló, esta le permitió tratar con pormenor esos amores en El fabricante de peinetas. Aunque aquello era conocido pues, en aquellos mismos días, sir Robert Ker Porter(1777-1842) había dado noticias del hecho en su Diario.
Si asuntos personales, como este de María Antonia Bolívar, llaman aun hoy tanto la atención ello se debe que aun no se ha hecho, cosa que urge, la historia sexual de los venezolanos y las venezolanas[122].
¿QUÉ LIBROS EROTICOS LEIAN LOS VENEZOLANOS?
Hay otro hecho que ha sido anotado por José Balza(1939): el desconocimiento que aun tenemos sobre cuáles eran los libros eróticos que leían los caraqueños del siglo XVIII[123]. Solo hemos hallado hasta ahora un solo indicio en una obra de ficción, es un libro titulado Los placeres del amor, citado por Ana Teresa Torres(1945) [124]. En Caracas este libro llegó en inglés, The Plausure of Love. Sobre esta obra el historiador Ildefonso Leal(1932-2014) encontró un documento en el Archivo de Indias, Sevilla(Sección Audiencia de Caracas, Legajo 434), que dice:
“En la ciudad de Caracas, a trece de enero de mil setecientos noventa y cuatro[1794]. Los señores Presidente, Regente y Oidores de este día vieron un librito dosavo impreso en Londres en el año de mil setecientos cincuenta y cinco[1755], en idioma inglés e intitulado The Plausure of Love, que entregó al mismo acuerdo[Real Audiencia de Caracas] el señor don Juan Nepomuceno Pedroza, expresando habérsele entregado un eclesiástico, y en cumplimiento de la ley siete, título viente y cuatro, libro primero de la Recopilación de Indias, acordaron que pase a las manos del ser Presidente, Gobernador y Capitán General con oficio reservado y testimonio al Reverendo Obispo de esta Diócesis y lo rubricaron. Es copia fiel de su original que queda archivado en esta Real Auciencia. Rafael Diego Mérida. Escribano de la Cámara interino”[125].
Indica también el profesor Leal, trascrito el documento que acabamos de citar,
”Sin duda que con este libro, la traducción del Contrato social de Rousseau realizada en Caracas en 1796 por el ingeniero Patricio Ronán y los versos satíricos que clandestinamente llegados de Madrid repartía don Manuel Gual(1759-1800) sobre el famoso Motín de Esquilache(1766), las autoridades civiles y eclesiásticas andarían muy preocupadas por el tremendo cambio en el gusto de las lecturas de los moradores caraqueños”[126].
Y refiriéndonos a Los placeres del amor, que es la traducción del título que hemos citado en inglés, las indagaciones que hemos hecho en obras bibliográficas y catálogos de bibliotecas internacionales, nos indican que al parecer este título puede ser una edición del Kamasutra, el amplio tratado sánscrito sobre la sexualidad, procedente de los siglos IV al VI de nuestra era. Todo esto nos interesa porque el siglo XVIII fue una centuria donde la sexualidad tuvo lugar particular, fue el tiempo, entre otros, de la novela libertina, época del marqués Donatien de Sade(1740-1814) y de Giacomo Casanova(1725-1798), autores ambos de famosas obras eróticas.
El único testimonio venezolano exacto que tenemos sobre estos asuntos es el hecho de que Miranda, ¡siempre don Francisco, precursor en todo!, tenía en su biblioteca, en 1780, un libro sobre la masturbación, se titulaba según el catálogo de sus libros: Onanisme, su autor fue Thisos, en diez volúmenes[127]. El que lo tuviera lo podemos explicar muy bien hoy en día gracias al vasto estudio sobre la masturbación de Thomas Laqueur[128], especialmente en su capítulo primero, que se refiere al asunto en el siglo XVIII(p.15-99). Sospechamos, gracias a la notable investigación de Laqueur sobre el tema, que este Thisos, que dice el catálogo mirandino, pudo ser muy bien Samuel Auguste David Tissot, un destacado tratadista del tema en aquellos días, “quien logró finalmente dar respetabilidad a la exposición del onanismo en 1759”(p.43).
Debemos recordar aquí que onanismo y masturbación son dos hechos distintos. Aunque ambos de naturaleza sexual. Onanismo fue lo hecho por Onán, que traen los textos bíblicos, quien para no embarazar a su esposa, quien era la viuda de su hermano, como lo mandaba la ley hebrea, arrojaba a la tierra el semén con que debía preñarla(Génesis; XXXVIII,8-11), esto sucedió en las tierras de Canaán. En verdad por aquella acción, Dios lo castigó.
El onanismo es un método anticonceptivo, es lo que hoy denominamos un “cogitus interrumpus”.
En cambio la masturbación es el acto más personal e íntimo que existe de producirse placer utilizando la mano derecha para provocarse placer, acariciandose el pene los hombres, el clítoris las mujeres.
Son estas, algunas de las noticias sobre la vida íntima que habrá que anotar en la futura historia de la vida sexual venezolana.
CITAS BIBLIOGRAFICAS:
103. Octavio Paz: El ogro filantrópico. Barcelona: Seix Barral, 1979. 548 p. Ver: “La mesa y el lecho”(p.212-234). La cita procede de la p.215. Este ensayo ha sido uno de los ejes seguidos para tratar el asunto que exploramos en este capítulo.
104. Carlos F. Duarte: La vida cotidiana en Venezuela durante el período colonial. Caracas: Fundación Cisneros,2001. 2 vols. Esta es una obra más que esencial para el estudio del vivir venezolano durante las tres centurias del período hispánico.
105. Este Libro personal constituye los tomos I-II de Mariano Martí: Documentos relativos a su Visita Pastoial de la Diócesis de Caracas. Estudio preliminar: Lino Gómez Canedo. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1969. 7 vols. Ha sido un error
llamarlo el Libro secreto.
106. Francisco Depons: Viaje a la parte oriental de la tierra firme en la América Meridional. Traducción: Enrique Planchart. Caracas Tip. Americana/Academia Nacional de la Historia, 1930. VII,XIX,518 p.. La cita procede de la p.122. La primera
edición de esta obra fue impresa en francés en 1806. Fragmento citado también por Carlos F.Duarte: La vida cotidiana en Venezuela durante el período hispánico,t.I,p.111.
107. Pierre Daniel Martin Maillefer: Los Novios de Caracas.2ª.ed. Traducción y preámbulo: Santiago Key Ayala. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República,1954. 155 p. La cita procede de la p.51. La primera edición de esta obra fue
impresa en francés en 1829.
108. Francisco Herrera Luque: Los viajeros de Indias, p.101; Los amos del valle. Barcelona: Pomaire, 1979. 2 vols; La luna de Fausto, ya citada. Ver sobre la orgía del Valle de las Damas o Valle de las Hermosas, el capítulo IV,p.146-164.
109. Varios Autores: Descubrimiento y conquista de Venezuela. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1962. 2 vols. La referencia está en el t.II,p.350; Nieves Avellán: La Nueva Segovia de Barquisimeto. Caracas: Academia Nacional de la
Historia,1992. 2 vols. Ver el t.I,p.29,41,314,559.
110. Andrés F. Ponte: Fray Mauro de Tovar..Caracas: Editorial Cecilio Acosta,1945.359 p.
111. Blas Millán: El agresivo obispado caraqueño de Fray Mauro de Tovar.Caracas: Tipografía Vargas,1956. XII,205 p.
112. Francisco Herrera Luque: Los amos del valle, t.II,p.21-82. Sobre este hecho se debe consultar hoy la novela histórica de Ana Teresa Torres: La escribana del viento. Caracas: Alfa, 2013. 283 p.
113. Luis Alberto Sucre: Gobernadores y Capitanes General de Venezuela.2ª.ed. Caracas: Litografia Tecnocolor, 1964.323 p.La cita procede de la p.131. La primera edición de esta obra, aun de vigencia plena, fue impresa en 1928.
[
114. Lucas Guillermo Castillo Lara: Los Mercedarios y la vida politica y social de Caracas en los siglos XVII y XVIII. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1980. 2 vols. La cita procede del t.I,p.83. Esta parte es un buen estudio, el más certero a la hora de tratar este asunto, que se haya dedicado al obispado de fray Mauro. Esta obra es, además, una rica fuente para el estudio del siglo XVII venezolano, centuria de la cual seguimos careciendo de un mayor número de estudios, después del que nos ofrece Guillermo Morón en su Historia de Venezuela.
115.Angel Raúl Villasana: Ensayo de un repertorio bibliográfico venezolano(1808-1950). Caracas: Banco Central de Venezuela,1969-1976. 6 vols. La cita procede de la t.V,p.599.
116. Esta es la síntesis del litigio que ofrece Astrid Avendaño en “Tovar, Mauro de”, en Varios Autores: Diccionario de Historia de Venezuela,t.IV,p.69-71.
117. Consultar aquí el libro psiquiátrico de Francisco Herrera Luque: Las personalidades psicopáticas. 11.ed. Caracas: Alfaguara, 2007.221 p. Este estudio académico, especialmente concebido por sus alumnos de la Cátedra de Psiquiatría de la UCV, publicado originalmente en 1969, nos permite comprender las ideas que aplicó a la descripción del personaje en su novela histórica Los amos del valle.
118. Tomás Polanco Alcántara: Francisco de Miranda. ¿Ulises, Don Juan o Don Quijote?. Caracas: Ediciones GE,1997. 779 p. La cita procede de la p.335.
119. James Boswell: Diario londinense. Barcelona: Ediciones del Bronce,1997. 439 p.La cita procede de la p.78.
120. Salvador Garmendia: Crónicas sádicas, p.44.
121. Sobre esta pareja ver el estudio de Dora Dávila inserto en Varios Autores: Quimeras de amor, honor y pecado en el siglo XVIII venezolano. Caracas: Planeta,1994.290 p. Ver: Dora Dávila: “Se tiraban fuertemente el honor. La separación de dos aristócrátas en el siglo XVIII venezolano”(p.65-100).
122. Inés Quintero: La criolla principal. María Antonia Bolívar hermana del Libertador. Caracas: Fundación Bigott, 2003. 160 p.; Inés Quintero: El fabricante de peinetas. Ultimo romance de María Antonia Bolíavr. Caracas: Alfa, 2011. 223 p.; Sir Robert Ker Porter: Diario de un diplomátiico británico en Venezuela. Prólogo: Malcolm Deas.Traducción: Teodosio Leal. Caracas: Fundación Polar. 1997. 1040 p.. La información a la que aludimos está en las p.775-776.
123. José Balza: Pensar a Venezuela. Caracas:Bid & Co. Editor,2008. 226 p.La referencia está en las p.107.
124. Ana Teresa Torres: Doña Inés contra el olvido. Caracas: Alfa, 2008. 255 p. La cita procede de la p.125. También se refiere a este libro Ildefonso Leal en sus Nuevas crónicas de historia de Venezuela. Prólogo: José Ángel Ciliberto. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1985. 2 vols. Ver “Un libro erótico y unos versos satíricos en la Caracas del siglo XVIII”(t.II,p.189-191).
125. Citado por Ildefonso Leal: Nuevas crónicas de Historia de Venezuela,t.II,p.190.
126. Ildefonso Leal: Nuevas crónicas de historia de Venezuela,t.II,p.190.
127. Los libros de Miranda.2ª.ed. Prólogo: Arturo Uslar Pietri. Estudio bibliográfico: Pedro Grases. Caracas: La Casa de Bello,1979. Varias paginaciones. Ver en este caso la p.XLV.
128. Thomas Laqueur: Sexo solitario,p.43.
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