HISTORIA DE LA PRESENCIA OCULTA Y FELIZ DE LAS MUJERES EN VENEZUELA"(VIII). Roberto Lovera De Sola
1792: LOS DERECHOS DE LA MUJER
Como los venezolanos hemos sido avanzados en tantas cosas, hechos que olvidamos en nuestra constante dinagración del país[1], fue un criollo, don Francisco de Miranda(1750-1816), en los días de la Revolución
[1] Sobre este grave hecho que se halla a todo lo largo de nuestra historia son muy gráficas las expresiones de dos altos historiadores venezolanos. Don Augusto Mijares expresó en Lo afirmativo venezolano.3ra.ed.aum. Caracas: Dimensiones,1980.364 p. si “Tanta insistencia en la autoacusación, ¿indica que nuestra conciencia moral está exacerbada, no signfica que está muerta?”(p.38), señalaba: “Creo muy saludable perseguir hasta estos extremos grotescos aquella manía de autoacusación”(p.310), ya que, según él, tenemos, para superarla, “la necesidad de estudiarnos sin disimular nuestras culpas, pero también sin exagerarlas”(p.339). Manuel Caballero en sus Polémicas y otras formas de escritura. Caracas: Alfa, 2008.191 p. se refiere como un mal nacional a “nuestra tendencia a la autoconmiseración, a lamentarnos a diestra y siniestra de nuestros fracasos”(p.153), a la necesidad de dejar de ser “tan lloriqueantes, tan autocominserativos y tan autodestructivos”(p.184): Es decir, llegar a una conclusión sensata, no seguir diciendo que Venezuela es el mejor país del mundo, cuando a cada paso denigramos de él, sin ver sus conquistas, ni los períodos en que hemos tenido buenos gobiernos.
Francesa(1789-1799), en la cual actuó, en pedir, el 26 de octubre de 1792, se concediera a la mujer los derechos que le correspondían. Esto escribió aquel día, en carta al general galo Jerome Petión(1756-1794). Le dijo:
“Le recomiendo una cosa de mi parte, sabio legislador, ¡y son las mujeres! ¿Por qué, en un gobierno democrático, la mitad de los individuos no está directa o indirectamente representada, mientras que ellas están igualmente sujetas a la misma severidad de las leyes que los hombres han hecho a su voluntad?¿Por qué, al menos, no se les consulta sobre las leyes que les atañen más directamente como son las del matrimonio, divorcio, educación de los hijos?...Confieso a Ud. que todas estas cosas me parecen usurpaciones irritantes y muy dignas de ser tomadas en consideración por nuestros sabios legisladores. Si yo tuviera mis papeles, encontraría algunas observaciones que he hecho sobre este mismo tema, hablando de ello con algunos legisladores de América y de Europa, que nunca me dieron ninguna razón satisfactoria, habiendo convenido en su mayoría de la injusticia”(Colombeia,t.X,p.275-276).
Esto fue escrito el mismo año de 1792 cuando nació el feminismo, a través de La vindicación de los derechos de la mujer, de Mary Woltonecraft(1759-1797). Tanta importancia dio don Francisco a esta comunicación que la inició con esta línea: “No me lea hasta que Ud. tenga veinte minutos libres, ya que es importante que Ud. lo lea todo”. Esto dijo en aquel momento nuestro general, quien siempre fue el primero en todo.
1793: PROPOSICION DE UNA ESCUELA PUBLICA PARA NINAS
Ya hemos señalado que la educación femenina, de carácter privado, se inició en Caracas en 1768. Pero la primera proposición para la creación de una Escuela Pública para Niñas, la presentó el primer gran innovador de nuestra educación pública en aquella época, don Simón Rodríguez(1769-1854) cuando, ante el Cabildo de Caracas, el 11 de noviembre de 1793, hizo la proposición. En el Acta del Cabildo de ese día se lee:
"En este Cabildo Don Simón Narciso Rodríguez Maestro de la Escuela de Primeras Letras de esta Capital, por su representación del día propone la creación de una Escuela de Niñas; bajo las reglas y métodos que expresa, y habiéndose leído por mí el Escribano la enunciada representación interesados estos Señores de cuanto en ella se comprende dijeron: que por lo mismo de ser un asunto de bastante importancia necesita de meditarse con aquel pulso y eficacia que requiere la materia, y a este propósito quedaron en cuenta dichos Señores de tomar los informes competentes e ilustrarse de todas las circunstancias que se estimen necesarias y con ellas tratar lo conducente en los Cabildos subsecuentes, y acordar las providencias correspondientes, según sus resultados”[1].
1797: JOSEFA JOAQUINA SANCHEZ, LA REVOLUCIONARIA, ¿NUESTRA PRIMERA PRESA POLÍTICA?
[1] El texto procede de las Actas Capitulares del Ayuntamiento de Caracasa, del día 11 de noviembre de 1793, Folio 482 vuelto y Folio 483. Documento citado por Gustavo Adolfo Ruiz: Simón Rodríguez, maestro de la Escuela de Primeras Letras.Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1990. 301 p. Está citado en la p.249. Sobre todo lo relativo a la Escuela Pública en Caracas y a las acciones del maestro Simón Rodríguez esta que hemos referido es la obra fundamental. Momento esencial de tal proceso es el informe del propio don Simón Rodríguez “Reflexiones sobre los defectos que vicían la Escuela de Primeras Letras de Caracas y modos de lograr su reforma por un Nuevo Establecimiento de ella”(Caracas: mayo 19,1794), singular trabajo, de los grandes textos de nuestra Ilustración, que pasó guardado en los archivos del común hasta que el cronista de Caracas,don Enrique Bernardo Nuñez, lo hizo imprimir en 1946. Este se puede leer, entre otras fuentes, en el libro del profesor Gustavo Adolfo Ruiz, que hemos citado(p.261-284). De este cuidadoso análisis expresó el maestro Arturo Uslar Pietri que “es el más antiguo ensayo de renovación de la escuela venezolana”, cosa que se lee en sus Letras y hombres de Venezuela.2ª.ed.aum. Caracas: Edime, 1958. 345 p. Ver: “Simón Rodríguez, el americano”(p.67-95). La cita procede de la p.70.
Josefa Joaquina Sánchez Bastidas(1765-d1811) fue la esposa de José María España(1761-1799), uno de los principales dirigentes de la Conspiración de Picornell, Gual y España, que debió estallar en 1797, inspirada en ideas revolucionarias. Hija de Joaquín Sánchez y Ana María Bastidas, nació en el pueblo de La Guaira. Su padre era un comerciante de origen cumanés establecido en La Guaira, de espíritu liberal y amigo de los grupos que, desde fines del siglo XVIII, se organizaron para promover las ideas separatistas, republicanas y democráticas tal como había sucedido en Francia en 1789; en este ambiente familiar de nuevas ideas y de constante discusión de los entusiastas partidarios de la causa independentista, se va formando la hermosa “niña Joaquina”, como cariñosamente la llamaban; sus estudios de la escuela los ampliaba con las lecturas de la biblioteca familiar. Casó(1783) con José María España con quien compartía los ideales revolucionarios. En julio de 1797, José María España, implicado en la conspiración, huyó del país, tras el descubrimiento por las autoridades españolas de la conjura revolucionaria destinada a dar libertad e igualdad al “pueblo soberano” de Venezuela; pero este regresó clandestinamente a La Guaira en 1799, dispuesto a encabezar un levantamiento de negros esclavos y libertos que diera plena libertad a Venezuela. Nuevamente delatado fue apresado, y su esposa Josefa Joaquina también fue hecha prisionera y encarcelada en la Casa de Misericordia de Caracas el 30 de marzo de 1799; en la prisión, a pesar del aislamiento a que fue sometida, le llegó la noticia del ahorcamiento y posterior decapitación de su esposo, el 8 de mayo de 1799; en febrero de 1800 se la condenó a ocho años de reclusión en la Casa Hospicio de Caracas, separación de sus hijos y confiscación de sus bienes. Se la procesó por no haber delatado a su marido y ocultarlo durante tres meses cuando la Real Audiencia lo había condenado como “reo de Estado” y por repartir papeles llamando a la rebelión. El sitio de su reclusión fue la llamada Casa de la Misericordia, estaba situada en lo que es hoy el Parque Carabobo. Junto a Josefa Joaquina se condenó por idéntico delito a la servidumbre más allegada de su casa, con penas de cuatro a seis años para las mujeres y trabajos forzados durante el mismo tiempo para los hombres.
Josefa Joaquina Sánchez fue liberada en junio de 1808, después de ocho años y diez meses de cárcel, y de inmediato fue obligada a desterrarse junto con sus hijos a la ciudad de Cumaná, con prohibición de volver a Caracas y La Guaira.
Los sucesos de 1810, y la posterior declaración de la Independencia, animaron a doña Josefa Joaquina Sánchez a huir de Cumaná y presentarse en Caracas a presenciar y participar en el nacimiento de la República. En 1811 solicitó del nuevo gobierno una pensión, que se le concedió en agosto de ese año. Pero pronto desaparecen sus huellas, debió morir aquel año, o al siguiente.
Tiene doña Josefa Joaquina un especial lugar en nuestra historia, fue ella nuestra primera presa politica, una presa de conciencia, como se denomina hoy a todo perseguido por sus ideas[1].
1808: LAS MUJERES LLAMADAS A COLABORAR EN LA GACETA DE CARACAS
Esto que vamos a explicar tiene mucho valor en la historia de las mujeres en Venezuela, tiene sus antecedentes en el llamado que hizo don Andrés Bello(1781-1865), en el primer editorial de la Gaceta de Caracas(octubre 24,1808), escrito por él como Redactor de esa publicación, pero no firmado como es lo habitual en los editoriales. En él llamó
[1] Nos hemos basado en: Carmen Clemente Travieso:“Josefa Joaquina Sánchez: esposa de José María España”, en sus Mujeres de la Independencia, p.89-157; Omar Alberto Pérez: “Sánchez Bastidas, Josefa Joaquina”, en Varios Autores: Diccionario de historia de Venezuela,t.III,p.1070-1071 y Ermila Troconis de Veracoechea: “Doña Joaquina Sánchez de España”, en sus Gobernadoras, cimarronas, conspirtadoras y barraganas,p.58-82.
a las mujeres a colaborar en la Gaceta de Caracas, lo cual nos indica que conocía bien el talento de las caraqueñas que entonces escribían. Ninguna llegó a enviar ninguna producción pero la noticia no deja de tener su singularidad, dado que lo que se conocía escrito por mujeres era poco, fuera de los poemas de nuestra primera escritora, la monja Carmelita sor María de los Ángeles(1865-c1818).
1810-1823: LAS MUJERES DURANTE LA GUERRA EMACIPADORA
En todo el período bélico las mujeres siempre estuvieron presentes, quizá por ello Teresa de la Parra(1889-1936) consideró su presencia “oculta y feliz”. Pero su palabra no pareció ser ignorada, como señaló Inés Quintero. Todo lo contrario, fue escuchada, pero siempre en la intimidad de los hogares patriotas. Fueron ellas las que empujaron a los maridos, hijos, hermanos y novios a actuar para hacernos libres. Y cuando pudieron ellas mismas dejaron el testimonio de su actitud, caso de doña Josefa Palacios(1778-1824), esposa de José Felix Ribas(1775-1815), tía materna del Libertador[1].
1810: JUANA ANTONIA DIAZ PADRON ACTUÓ EL 19 DE ABRIL
Y una de ellas, Juana Antonia Díaz Padrón, fue la única mujer que participó en los sucesos del 19 de abril de 1810. Fue la madre de los próceres Montilla, a quienes ella impulsó a la acción. Y caída la Primera República, en 1812, le tocó establecer un principio político. Fue cuando estando presos sus hijos, patriotas todos, fue ante el jefe realista Domingo Monteverde(1773-1832) a pedirle su libertad. Este la dejó haciéndole antesala tanto tiempo que nuestra
[1] El mejor estudio de conjunto del tema, impresionante por su amplio registro, ya que supera a todos los anteriores, es el de Mirla Alcibíades: Mujeres e Independencia. Venezuela,1810-1821. Caracas: Casa Nacional de las letras,2013.298 p.
Juana Antonia se molestó tanto que le dejó un papel en donde escribió: “Para que quiere gobierno sino escucha”. Todo un principio político: quien manda debe escuchar sino debe renunciar a la posición que ocupa. Don Augusto Mijares(1897-1979) encontró, en los fondos de nuestro Archivo General de la Nación, la hoja en donde la señora Díaz Padrón estampó su pensamiento[1].
Juana Antonia murió, en 1814, en plena guerra. Con el tiempo, manos misóginas borraron el nombre de Juana Antonia de nuestros anales. Fue el feminismo contemporáneo quien la volvió a poner en su sitio por la pluma de una de ellas, Irma De-Sola Ricardo(1916-1991)[2].
1810: LAS MUJERES PRESENTES EN LAS SESIONES DE LA SOCIEDAD PATRIÓTICA.
No se debe confudir dentro del proceso venezolano de estos días la Sociedad Patriótica de Agricultura y Economía, creada por la Junta Suprema(agosto 14,1810), la cual no comenzó a funcionar dos años más tarde(febrero 23,1812) con la entidad politica Sociedad Patriótica, organización revolucionaria puesta a funcionar por Miranda, Bolívar y diversos patriotas, después del regreso de ambos a Caracas, en diciembre de 1810. Esta Sociedad no fue, como se ha señalado, el primer partido politico fundado en Venezuela, esas agrupaciones no existían entonces, pero si el primer grupo de presión establecido en el país, cuya acción fue singular para empujar la decisión de la emancipación plena de Venezuela(julio 5,1811).
Lo que nos interesa aquí y está documentado fue el hecho de que en las sesiones de la Sociedad Patriótica, que
[1] Augusto Mijares:“Los Oidores de Monteverde”(p.97-101), en Lo afirmativo venezolano, p.98. [2] Irma De Sola Ricardo: “Juana Antonia Díaz Padrón, prócer civil del 19 de Abril de 1810” en Revista de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, Caracas, n/ 126,1980,p.73-84. Ver también Marcos Falcón Briceño: Notas históricas. Caracas: Academia Nacional de la Historia,1989.260 p. Ver: “Una mujer del 19 de abril de 1810”(p.167-169).
comenzaban a las 6 de la tarde y eran muy largas, participaban miembros de todas las clases sociales y también mujeres. Esto llevó al arzobispo Narciso Coll y Prat(1754-1822) a protestar por la presencia de las féminas, diciendo en una carta(mayo 7,1811) que ellas “no puden comprender nada de filosfemas, ni de revoluciones politicas, ni de lectura de rudimentos”. Y proseguía sus críticas señalando: “Para entender que las cosas andan mal, baste verlas metidas en retóricas con libros en la mano, opiniones y hablando en las tertulias. Eso no se ha visto en las civilizaciones, si no entre pueblos que caerán en el desalgadero con ellas en tono de capitanes. Mujeres opinando lo que no pueden saber; pueblo sufriendo. ¿Y las consecuencias solo Dios la sabe!”[1].
Pero en verdad, si sabían de aquello que hablaban y su presencia en los días por venir lo demostrarían. Pero había más. Antes de la llegada del diocesano a Caracas, el 15 de julio de 1810, antes de que arzobispo dijera sus palabras, en 1808, don Andrés Bello, como lo hemos visto antes, había invitado a las mujeres a colaborar en las columnas de la Gaceta de Caracas,
1815-1821: LA PROTESTA DE JOSEFA PALACIOS
Tía materna de Simón Bolívar fue Josefa Palacios y Blanco(1778-1824), esposa que fue el general José Félix Ribas(1775-1815), solo tuvieron un hijo, José Felix Rivas y Palacios, este nació en 1812. Fue Josefa patriota como todos los suyos y muerto el marido, ajusticiado por los realistas en Tucupido, en el actual estado Guárico(enero 31,1815), al saberlo ella en Caracas decidió encerrarse en su habitación y no salir hasta que los suyos no volvieran a gobernar. Así lo hizo. Fue tan férrea en su decisión la tía Josefa que cuando el Libertador se encontró con el general Pablo Morillo(1778-1837) en el pueblo de Santa Ana(noviembre 27,1820), en el estado Trujillo, tras la firma
[1] Citado por Elias Pino Iturrieta: Ventaneras, castas, diabólicas y honestas,p.44-45.
de los acuerdos de armisticio y regularización de la guerra(noviembre 25 y 26,1820), el Caraqueño le pidió al realista que se acercara casa de su tía Josefa a pedirle saliera de su cuarto a donde tenía cinco años recluida. Morillo cumplió. Mandó a uno de sus edecanes a hablar con doña Josefa, pero esta le dijo que no saldría de su encierro hasta que los suyos volvieran a mandar. Y lo cumplió. Así lo hizo, al menos hasta los días posteriores a la batalla de Carabobo cuando su sobrino Simón llegó a Caracas(junio 29,1821) con los laureles de la victoria. Tuvo la suerte de verlos gobernar durante los tres últimos años de su vida, antes de fallecer(marzo 18,1824)[1]. Así eran de férreas aquellas mujeres, las que encabezaron las influencia “oculta y feliz” que ejercieron nuestras mujeres desde muy atrás en la vida venezolana, como lo indicó Teresa de la Parra(1889-1936), también descendiente, como doña Josefa, del vasto tronco que las dos hermanas Rojas fundaron en el siglo XVI[2].
1810-1823: LAS MUJERES PELEAN
“Acompañaron a sus hombres en el trance auroral de Venezuela. Heroísmo leve, fino y recio, de la clase de las estoicas matronas de la antigüedad clásica, ilumina con notas de tertura los anales de este tiempo”.
José Luis Salcedo Bastardo: Historia fundamental de Venezuela.13.ed. Caracas: Universidad Central de Venezuela,2006,p.270.
Es imposible trazar la historia de este período bélico sin fijarnos en los nombres de las mujeres, que junto a los hombres, participaron en el combate por nuestra libertad, ya que en ellas, escribió el cardenal José Humberto
[1] Los datos biográficos de doña Josefa Palacios los traen Antonio Herrera-Vaillant en La estirpe de las Rojas, t.I,p.721 y t.II,p.504-505 y Augusto Mijares: El Libertador. Caracas: Editorial Arte,1964. 586 p. Ver las p.14-15. [2] Teresa de la Parra: Influencia de las mujeres en la formación del alma americana, p.59; Antonio Herrera-Vaillant: La estirpe de las Rojas,t.I,p.102.
Quintero(1902-1984), “podemos ver el símbolo de todas aquellas mujeres que, como madres, esposas, hermanas o novias, estimularon a nuestros héroes para que marcharan bajo la dirección del Padre de la Patria en los tremendos días de la epopeya”[1].
EL PREGON: LA CARTA DE LAS BARINESAS
Las mujeres, repetimos, siempre estuvieron siempre presentes. Quizá uno de los más antiguos documentos, ya iniciada la guerra, fue el suscrito el 18 octubre de 1811, por un grupo de mujeres de la ciudad de Barinas. En él se lee que ante la gravedad de los hechos que se sucedían,
“no han podido las representantes nuestras menos que extrañar no se haya contado con ellas para proteger su seguridad, cuando se está incomodando las tropas de los pueblos suburbios que podían[ellas] reemplazar…Nosotras revestidas de un carácter firme y apartando a un lado la flaqueza que se nos atribuye, comocemos en el día los peligros a que está expuesto el país; él nos llama a su socorro y serpia una ingratitud negarle unas vidas que sostiene. El sexo femenino, Señor, no teme los horrores de la guerra: el estallido del cañón no hará más que alentarle: su fuego encenderá el deseo de su libertad, que sostendrá a toda costa en obsequio del suelo Patrio. En esta virtud y deseando alistarse en el servicio para suplir el defecto de los militares que han partido a San Fernando[de Apure], suplican a Vuestra Excelencia se sirva tenerlas presente y destinarlas a donde parezca convniente, bajo el supuesto de que no omitirán sacrificios que concieran a la seguridad y defensa”[2].
Son numerosas las firmas, entre ellas de muy destacdas mujeres de la ciudad.
AQUELLAS FUERON LAS MUJERES PRINCIPALES
[1] José Humberto Quintero:Al final del otoño. Caracas: Editorial Arte, 1974. 111 p. Ver:”La partida de bautismo del Libertador”(p.45-54). La cita procede de la p.53. [2] El documento lo publicó Virgilio Tosta en su Historia de Barinas. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1986-1993. 5 vols. Está en el t.II,p.72. Hemos modernizado la ortografía al citarlo.
Por ello debemos estudiarlas. Y lo hacemos teniendo como primera fuente el extenso artículo que publicó un alemán, con raíces en el Perú, Pedro Creutzer, en las páginas de la Biblioteca Americana, la primera de las revistas que nuestro Andrés Bello y otros patriotas editaron en Londres, entre ellos el colombiano Juan García del Río(1794-1856). Se trata de “De la influencia de las mujeres en la sociedad: y acciones ilustres de varias americanas” [1], trabajo que muy pronto tuvo mucha suerte, fue casi inmediatamente editado en un folleto, con ediciones en París, Filadelfia y Caracas. Este estudio es a nuestro entender el primer libro de conjunto dedicado a las mujeres latinoamericanas. Creutzer, consagra una parte a las acciones de las venezolanas.
JUANA ANTONIA DIAZ PADRÓN
Entre las mujeres que debemos señalar se encuentran Juana Antonia Diaz Padrón, muerta en 1814, madre de los hermanos Montilla, Mariano(1782-1851) y Tomás(1787-1822), a quien ya hemos mencionado; varias damas de la familia Tovar.
JOSEFA PALACIOS
Josefa Palacios, a quien hemos mencionado antes, quien expresó claramente ante el edecán del general Pablo
[1] Pedro Creutzer: “De la influencia de las mujeres en la sociedad; y acciones ilustres de varias americanas”, en revista Biblioteca Americana, Londres, 1823, t.I,p.368-411. Fue firmado con las iniciales de su autor, P.C., de esta fuente proceden las citas que haremos. Hemos modernizado la ortografía al citar los pasajes que aquí se leerán. Lo dicho por Josefa Palacios, que citamos, está en p.397. La edición venezolana es Pedro Creutzer: Las ilustres americanas de la infuencia de las mujeres en la sociedad y acciones ilustres de varias americanas. Caracas: Imp. de Domingo Navas Spínola,1826. 59 p. Esta reproducido en forma facsimilar en El colombiano de Francisco de Miranda y dos documentos americanistas. Edición al cuidado de Pedro Grases. Caracas: Instituto Nacional de Hipódromos,1966.LXXII,184 p. Ver:”Las ilustres americanas”(p.123-181),
Morillo(1778-1837): “Diga Ud. a su general que Josefa Palacios no abandonará este lugar mientras que su patria sea esclava; no lo abandonará sino cuando los suyos vengan a anunciarla que es libre, y la saquén de el”.
LUISA CÁCERES DE ARISMENDI
A la caraqueña Luisa Cáceres de Arismendi(septiembre 25,1799) siempre se la ha tenido como el arquetipo de las heroínas venezolanas.Fue hija de Domingo Cáceres y Carmen Díaz. Casó con el general margariteño Juan Baustista Arismendi(1770-1841).Desde muy niña aprendió a leer y escribir. Ya casada los años de 1814-1818 serán los años de su conocida acción pública y de su valor como mujer. 1814 fue el año de la gran ofensiva de José Tomás Boves(1782-1814). En aquel momento ella estaba en Ocumare, había sido invitada allí por Juan José Toro(1779-1839). En ese momento el pueblo fue invadido, el 6 de marzo por el temible realista Francisco Rosete(c1775-1816), asesino vesánico, quien allí cometió todo tipo de tropelías. En Ocumare murieron su papá(marzo 6) y su hermano Félix(marzo 16).
Cuando el gobierno patriota se enteró de lo que sucedía en Ocumare organizó en Caracas una expedición, conmanada por Juan Bautista Arismendi, para defender a aquella ciudad(marzo 14). Esta fue derrotada.
Las cosas se agravaron tanto que el 7 de julio de ese año salió de Caracas la Inmigración a Oriente, encabezada por el Libertador. La familia Cáceres Díaz iba entre aquella multitud. Murieron en ella varios miembros de esa familia, solo se salvaron Luisa, su mamá y su hermano menor. A fines de agosto la Inmigración llegó a Barcelona. Lograronpasar a la isla de Margarita en donde Arismendi les ofrece cierta seguridad. Ya el amor había prendido entre Luisa y Juan Bautista, coronel entonces. Allí contrajeron matrimonio(diciembre 4,1814). Vivieron durante algunos meses en las afueras de La Asunción, vigilados por las autoridades realistas. En 1815 los españoles ordenaron apresar a Arismendi. Este huye y Luisa, en estado de gravidez, fue hecha presa(septiembre 24). Se negó en todo momento a delatar el lugar a donde había huido su esposo. Por ello fue primero encerrada en la casa de la familia Amnés, luego fue traslada a una pequeña celda en la fortaleza de Santa Rosa. Los hispanos le propusieron a Arismendi canjear los presos realistas que tiene por su esposa. Este se negó, “Sin patria no quiero esposa”, fue su respuesta. El 26 de enero de 1816 Luisa dioa luz, en la pequeña celda donde estaba, una niña que murió al nacer. Se ordenó entonces la pasaran al Fortín de Pampatar. Luego fue trasladada a una prisión en La Guaira y, porteriormente, siempre como prisionera, al Convento de las Monjas Concepciones en Caracas(marzo 22,1816). Se la mantuvo incomunicada y no pudo recibir noticias de su familia, que vivía en Caracas. Entonces, dados los triunfos patriotas, tanto de Arismendi como la batalla de Matasiete(julio 31,1817), ganada por el general patriota Francisco Esteban Gómez(1783-1853), que fue el hecho singular de la guerra en Margarita. Ya en aquel momento Páez actuaba también con suerte en el llano. La situación que se vivía hizo que el gobierno español decidiera trasladar a Luisa presa a España. Laenviaron a la ciudad de Cádiz, previo paso por La Guaira(noviembre 24,1816) y luego fue embarcada(diciembre 3). Durante el viaje un buque corsario asaltó la embarcación y dejó a los pasajeros en la isla de Santa María de las Azores. Por ello fue solo hasta el 17 de enero de 1817 que Luisa logró llegar a Cádiz. El Capitán General de Andalucía, al conocer su caso, consideró que se le ha dado un trato arbitrario y le otorgó la condición de confinada, le asignó una pensión de 10 reales de vellón diarios y la confió a la familia del médico José María Morón y su esposa Concepción Pepet. En ese tiempo se negó, en Cádiz, a firmar un documento de adhesión al rey en el cual renegaba de la condición patriota de su marido, respondiendo que el deber de su marido era servir a su patria y luchar por su independencia. En marzo del año siguiente logró escapárse y viajar a Filadelfia. Lo pudo hacer con la ayuda del teniente Francisco Carabaño
y el inglés Mr. Totten. Dos meses mas tarde llegó(mayo 3,1818) a Filadelfia donde la familia del general venezolano Lino Clemente(1767-1834) le brindó amistad y apoyo. Fue así como pudo llegar a Margarita y reencontrase con su esposo(julio 26,1818). En 1819, al año siguiente, el Consejo de Indias la declaró en completa libertad y le concedió el derecho de fijar su residencia donde deseara. Desde ese año, hasta su deceso, cuarenta y siete años más tarde(junio 2,1866) vivió en Caracas, en una casa situada entre Carmelitas y Santa Capilla, en la cual está actualmente la Escuela Superior de Música. El 22 de junio de 1841 quedó viuda al desaparecer su esposo el general Arismendi. En 1876, a poco de ser ianugurado el Panteón Nacional, por el presidente Antonio Guzmán Blanco(1829-1899), sus restos fueron traslados a la casa de la patria(agosto 24), siendo la primera mujer supultada en él y, caso curioso, ella y su esposo son los únicos conyúgenes sepultados allí. En 1899 nuestro gran pintor Emilio Mauri(1855-1908) pintó su retrato, está colocado en el Salom Eliptico, del Palacio Federal[1].
JUANA BOLÍVAR PALACIOS
Juana Bolívar Palacios(1779-1847), la hermana de Bolívar, patriota plena, cuyo esposo e hijo varón murieron en la lucha. Patriotas fueron sus hermanos Juan Vicente y Simón José Antonio, menos María Antonia la indoblegable realista. Juana debió salir al exilio, desde Caracas, en 1814. Pasó a Curazao en donde un amigo de Bolívar, Mordechay Ricardo(1771-1842), la protegió, junto con María Antonia y sus hijos. Juana más tarde pasó a Hiati, allí se encontró con su hermano Simón, quien siempre la llamó Juanica. Cuando el Libertador se trasladó a Angostura allí se dirigió Juana. Regresó a Caracas
[1] Hemos utilizado aquí los datos documentales ofrecidos por Omar Alberto Pérez, en su semblanza: “Cáceres de Arismendi, Luisa”, en Varios Autores: Diccionario de Historia de Venezuela,t.I,p.569-570. Hemos inserto algunos datos más, la interpretación es, desde luego, nuestra.
después de la batalla de Carabobo. Siempre silenciosa, amó grandemente al hermano. Juan Vicente, el otro hermano, patriota también, había muerto en un naufragio en 1811. En 1826, cuando el Libertador llegó a Puerto Cabello, en el último viaje que hizo a Venezuela, allá lo esperaba Juana para hacerle compañía. Debió pasar con él, aunque no hay noticias ciertas, a Valencia y luego a Caracas, donde el Héroe residió hasta el 5 de julio de 1827.
JOSEFINA MACHADO
Sobre Josefina Machado(c1793-1820) hemos leído que era hija natural de Carlos Machado, información que hemos tomado con cuidado por no tener otra información con que cotejarla. Sobre esto el doctor Vicente Lecuna, siempre autoridad en el tema, dice que el nombre su papá era Pedro Machado.Si la fecha del nacimiento hallada es aproximadamente la correcta Pepita, como todos le decían, tenía quince años cuando conoció a Bolívar, en 1808, ya que las haciendas de ambas familias eran vecinas, en Yare[1]. Según esto Pepita, como le decían todos, fue novia de Bolívar desde ese año y no desde 1813, como siempre se ha dicho; lo secundó en sus ideales, salió al exilio en 1814; lo acompañó, dos años más tarde, en la Expedición de Los Cayos(1816) y vivió con él en Angostura(1818-1820). Cuando, tras la victoria de Boyacá(1819), él decidió pasar a Bogotá, Pepita lo siguió a poco por la vía de los ríos, estaba ya muy enferma de tuberculosis. Debió deternerse en Achaguas, en el actual estado Apure, allí rindió la vida, debía tener aquel
[1] Vicente Lecuna: Resumen del descubrimiento y formación de Venezuela. Caracas: Banco Caracas/Fundación Vicente Lecuna,1990. 111 p. Los datos que usamos aparecen en dos cartas de Lecuna a Teresa de la Parra(p.52 y 59-60), escritas, en 1930, para asesorar a Teresa en la preparación de su libro Vida íntima de Simón Bolívar, que aunque proyectado, en casi todos sus puntos, no pudo terminar por haberse enfermedado de la dolencia que la llevó a la tumba.
año la edad de viente y siete años. Allá yacen sus restos. Meses después el Libertador estuvo en Achaguas(marzo 22,1821), debió visitar su tumba y derramar muchas lágrimas ante ella. Ella fue la única caraqueña entre sus seis grandes amores, y la única que pudo ser su segunda esposa, ya que tanto Fanny du Villars como Manuelita Saenz eran mujeres casadas. Y Pepita siempre fue soltera.
DOMINGA ORTIZ
Doña Dominga Ortiz(1782-1875), patriota por si misma y no solo por haber sido la esposa de Páez[1].
EULALALIA RAMOS
Eulalia Ramos de Chamberlain(1796-1817), ofreció su vida en el ataque realista a la Casa Fuerte de Barcelona(abril 7,1817), también murió aquel día junto a ella su segundo esposo, el coronel inglés William Charles Chamberlain(c1790-1817), quien había sido también edecán del Libertador. Fue a Eulalia Ramos de Chamberlain a quien Bello honró en los versos de su “Alocución a le poesía”[2].
ANA MARÍA CAMPOS
Ana María Campos(1796-1828), zuliana de los Puertos de Altagracia, clave en la lucha final de Maracaibo por su libertad, durante la cual fue puesta presa y azotada
[1] Inés Quintero: Mirar tras la ventana. Caracas: Universidad Central de Venezuela,1998. 180 p. Sobre Pepita, Dominga Ortiz, Barbarita Nieves ver las p.148-151. [2] Andrés Bello: Alocución a la poesía”, en Biblioteca americana, t.I,p.14..
públicamente por sus ideas, lo que llevó a aquel pueblo a la unidad, culminada con la batalla naval del Lago de Maracaibo(julio 24,1823). Cecilia Mujica, la prócer yaracuyana; muerta en el patíbulo, por sus ideas revolucionarias en 1813, por orden del jefe realista de San Felipe.
OTRAS
La cumanesa Leonor Guerra, quien en 1816, dio valientemente su vida por nuestra libertad.
María del Carmen Ramirez de Briceño(c1780-1875) gocha, había nacido en San Cristóbal, fue muy activa durante la guerra en el bando patriota.
Doña Margarita Sanojo, la madre de los hermanos Salias, todos cuyos hijos, Juan, Mariano, Carlos y Pedro murieron en la Guerra a Muerte, sólo se salvó Francisco(c1785-1834), el hombre que desató los hechos del 19 de abril de 1810. Uno de sus hermanos también, Vicente(1776-1814), médico y poeta, fue el autor de la letra del Gloria al bravo pueblo, desde 1881 Himno Nacional.
Ana Teresa Toro, madre de los hermanos Ibarra, Andrés(1807-1875) y Diego(1798-1852).
Luisa Arambide de Pacanis(1798-1826) tenía la rebeldía en la sangre. Hija de Javier de Arambide y Petronila Roldan. Aunque nació en La Guaira al año siguiente de la Conspiración de Picornell, Gual y España, sucedida en su pueblo natal, su padre fue acusado de participar en aquella intentona. El ambiente politico estuvo presente en las tertulias familiares. Se dice, sin que podamos documentarlo, que Bolívar como Tomás Montilla participaron en aquellos paliques alguna vez, sucedido en la casa de los Arambide en Caracas. Fue por ello puesta presa y condenada a ser azotada por el régimen realista. El suplicio fue en la plaza de Capuchinos, en San Juan. Lusia Arambide casó con Tomás Pacanins. Emigraron a Puerto Rico, donde, al parecer nacieron sus cinco hijos y falleció ella a la edad de 28 años, en 1826.
Petronila Mata(1794-1854) fue una patriota en Margarita, esposa del general Francisco Esteban Gómez(1783-1853).
Josefa María Ramírez, fue mujer muy activa en aquellos años en la región guariqueña.
Concepción Mariño(c1790-1854), cuyo apoyo fue esencial para la organización de la Expedición de Chacachacare, encabezada por su hermano el general Santiago Mariño(1788-1854)[1].
Juana Ramírez(c1790-1856), una antigua esclava liberada, llamada La Avanzadora, miembro del Batería de las Mujeres, en Maturin(1813).
Josefa Camejo(1791-c1870), cuya actividad fue fundamental para la incorporación de Coro al proceso de la independencia(mayo 3,1821), semanas antes de la victoria de Carabobo(junio 24,1821).
De las mujeres llamadas Concepción Perera, Reyes Torres, Dolores de Picón, Ana de Castro, Manuela Zárraga, Bárbara Blanco no hemos encontrado noticias, pero existe sobre sus acciones la memoria viva de la tradición, aquella que como escribió el paraguayo Augusto Roa Bastos(1917-2005), “es la única fuente de comunicación que no se puede saquear, robar ni borrar”.
EL CASO DE TERESA HEREDIA
Un joven historiador venezolano Alexander Zambrano, ha rescado de entre nuestros viejos papeles el nombre de una
[1] Nomina establecida por José Luis Salcedo Bastardo: Historia fundamental de Venezuela. 13.ed. Caracas: Universidad Central de Venezuela,2006. 649 p. La cita procede de la p.270, esta es la nómina más amplia que hemos leído. Inés Quintero: El relato invariable. Independencia, mito y nación. Caracas: Alfa,2011.207 p. Ver: Alexander Zambrano:”Mujeres ausentes, mujeres presentes”(p.183-212). La cita de Augusto Roa Bastos que se leerá más adelante procede de su libro Vigilia del Almirante. Madrid: Alfauaguara, 1992. 378 p. Está en la p.78.
mujer de aquellos mismos días, poco conocida. Estos son los datos que nos ofrece[1].
El año catorce fue el de las matanzas encabezadas por José Tomás Boves. El 3 de abril de 1814, tomó Valencia con sus tropas e inició una gran matanza, sobre todo en los saraos organizados por el oficial, quien tras jurar ante el Santísimo que respetaría la vidas, en las fiestas que organizó, hizo quedarse allí a las mujeres, todas aterradas, pues se estaban dando cuenta que estaban sacando a sus esposos y que estos erán asesinados mientras sonada el Piquirico, la tétrica canción, se ha dicho que era un joropo, que hacía entrar a aquel tirano en un delirio de sangre.
Días después hizo sacar a las calles, desnuda, a una joven viuda de 17 años, Teresa Heredia, a quien humillaron mediante un suplicio a la vista de todos. Su delito había sido el ser afecta a la causa republicana.
Teresa había nacido en Ospino, “de oficio costurera, quien en sus tiempos libres solía enseñar a los niños a leer, y que, como afirman algunos testimonios, tenía una especial belleza. Cumplido el penoso castigo, Teresa obtuvo su libertad”(p.204).
Tras ello decidió mudarse a La Guaira, donde continuó con sus actividades conpsirativas, razón por la cual fue detenida por segunda vez.
Teresa era deslenguada como buena venezolana. Por sus comentarios anti-realistas y favorables de la causa emancipadora fue detenida por tercera vez y enviada a la Cárcel Real de Caracas.
A la larga decidieron expulsar a Teresa a los Estados Unidos, a quien consideraban persona incorregible, para que viviera en una sociedad republicana como lo deseaba. No sabemos si ello sucedió y que fue de Teresa el resto de su vida. Pero su firmeza en sus convicciones merece admiración.
LAS LUCHADORAS ANÓNIMAS
[1] Alexander Zambrano: “Mujeres ausentes, mujeres presentes” en Inés Quintero: El relato invariable,p.183-212.
Los nombres de todas estas mujeres, valientes todas, fieles a la palabra empañada a favor de la emancipación de Venezuela, deben registrarse en este recuento pero siempre unidas a aquellas mujeres anónimas cuyos nombres no conocemos pero quienes también estuvieron en la vanguardia. Hay que mencionar también, porque son esenciales en toda acción bélica, a las que estuvieron en la retaguradia. Sobre ella escribe Alexander Zambrano, “Existe otro modelo comunmente asumido en cuanto a la participación de la mujer en la guerra…y tiene que ver con su aparición en la retaguardia…mujeres que se encuentran al borde de la frontera de la guerra, las cuales no están militarizadas pero tienen participación según su posición politica. Sean del bando republicano o monárquico, los autores se han referido a aquellas que aparecen por ser donadoras de patrimonios para mantener una economía en crisis durante la guerra, las que proporcionan víveres, municiones o indumentarias, que cumplían una labor sanitaria ateniendo a los enfermos, heridos y que hospedaban cual hospitales de campaña en las diferentes batallas, las clandestinas; mujeres que ofrecían los espacios privados de sus hogares para realizar tertulias y reuniones, las que se encargaron como mensajeras o espías, que utilizaban los propios aspectos relacionados al sector femenino como verdadera arma para la ejecución de una empresa arriesgada según su campo de actuación en la guerra…En casos más extremos, se les indica en su papel de servir a las tropas como enfermeras, como seguidoras del campamento y auxiliares del campo de batalla”[1].
Un testigo de la época, Henri Ducoudray Holstein(1772-1839), indica también la presencia de la “servidumbre, y las amantes o las esposas de muchos de ellos…Cada dama iba con su madre, sus hermanas o alguna amiga”[2].
[1] Alexander Zambrano: “Mujeres ausentes, mujeres presentes” en Inés Quintero: El relato invariable,p.196-197. [2] Citado por Inés Quintero: Mirar tras la ventana,p.122-123.
ESTO DIJO BOLIVAR DE ELLAS
Podemos cerrar con estas líneas del Libertador(Trujillo: junio 22,1813):
“nuestras amazonas han combatido contra los tiranos de San Carlos…¡Las mujeres, sí, soldados, las mujeres del país que estáis pisando combaten contra los opresores, y nos disputan la gloria de vencerlos. Y con esos ejempos de singular heroísmo en los fastos de la historia,¿habrá un solo hombre en Colombia, tan indigno de este nombre que no corra veloz a engrosar nuestras filas, que deben marchar a San Carlos a romper las prisiones en que gimen esas verdaderas Belonas?. ¡No, no! Todo hombre será soldado, puesto que las mujeres se han convertido en guerreras”(Escritos,t.IV,p.326).
1814: MARIA JOSEFA SUCRE: UNA POETA PATRIOTA
MARIA JOSEFA SUCRE
María Josefa Sucre(1786-1821), cumanesa, hermana del Gran Mariscal, hija de una familia plenamente patriota, fue ella la única mujer que nos dejó unos versos propios de aquella lucha. María Josefa Sucre fue cronológicamente la segunda mujer escritora de las letras venezolanas. Antes de ella sólo había compuesto sus poemas sor María de los Angeles (1795-c1818). Los textos escritos por María Antonia Bolívar, los cuales se perdieron, aunque los escribió como ella misma lo dice en una carta a su hermano Simón[1]. Allí señala María Antonia "Te remito esos versos para que veas que ya soy poeta". Estos son
[1] Así lo afirma ella en una carta enviada a su hermano Simón. Esta fue publicada por Vicente Lecuna en "Cartas dirigidas a Bolívar" en Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, n/62 (1933), p. 267. Sobre el punto ver también Irma De Sola Ricardo, María Antonia Bolívar, mujer brújula de la patria. Caracas: Concejo Municipal del Distrito Federal,1973.19 p.La referencia está en la p.8.
muy posteriores a la única composición de la Sucre que ha llegado hasta nosotros.
María Josefa Sucre, bella mujer, alta, de ojos negros, de espíritu vivaz e inquieto, hábil para diversos menesteres y amiga de componer versos, nació en Cumaná en 1786. Fue hija de Vicente de Sucre y Urbaneja(1761-1824) y María Manuela Alcalá. Uno de sus hermanos fue Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacuchi(1795-1830).
María Josefa Sucre fue en su adolescencia la novia de don Andrés Bello(1781-1865). Sucedió que durante largos años el padre del humanista, don Bartolomé Bello(1758-1804), ejerció en Cumaná el cargo de Fiscal de la Real Audiencia(1789-1804). Durante esos años su hijo Andrés solía ir durante las vacaciones a esa ciudad oriental. Los Bello, don Bartolomé y doña Ana Antonia López, vivían en la calle denominada La Matilde, la cual años más tarde su denominó El Juncal. En esa casa se hospedó el joven siempre que pasó por Cumaná, urbe donde había nacido su maestro fray Cristobal de Quesada(c1750-1796). Una placa recuerda hoy al viajero el sitio donde habitó el futuro sabio las veces que estuvo en la ciudad[1]. Fue allí en Cumaná donde Bello conoció a María Josefa. El poeta
[1] La mayor parte de los datos que utilizamos provienen de Angel Grisanti: Relación biográfica, la más extensa, exacta y documentada publicada hasta la fecha sobre la familia Sucre. Quito: Imp. Municipal, 1945, cubierta, 31 p.; Alberto Sanabria: Cumanes ilustres. Caracas: Editorial. Arte, 1965. 319 p.Ver:”Los hermanos del Mariscal”(p. 69-78); Alberto Sanabria: Evocaciones y recuerdos. Caracas: Editorial Cecilio Acosta, 1943. 201 p. Ver: “Don Andrés Bello”(p. 17-19) y “Don Andrés Bello”(p.194-195); Emir Rodríguez Monegal: El otro Andrés Bello. Caracas: Monte Avila Editores, 1969. 472 p. Los datos están en las p. 20-21 y Enrique Planchart: "Bello, Arístides Rojas y la familia Loynaz" en Pedro Grases: Antología del bellismo en Venezuela. Caracas: Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, 1969. 391 p.Ver las p. 282-288).En Angel Grisanti: Relación biográfica, la más extensa, exacta y documentada publicada hasta la fecha sobre la familia Sucre,p.16 es esta la única fuente en que hemos hallado el poema. estuvo enamorado de ella. No llegaron a terminar aquellos amores frente al altar como consecuencia de la grave enfermedad, lepra, que padeció uno de los hermanos Sucre, Vicente. No volvieron a verse los dos jóvenes después de 1804, año en que falleció don Bartolomé Bello. Luego los acontecimientos de la revolución de 1810, el viaje de don Andrés a Londres, la participación activa de los Sucre en la guerra, hicieron imposible que la relación entre ambos se reanudara.
Como todos los suyos Maria Josefa fue patriota convencida. Participó en los sucesos de aquellos años hasta el punto que en 1814 fue detenida por los realistas. Fue recluida en un calabozo en el cual se encontraban otras mujeres. En el presidio, en su nombre y en el de sus compañeras de infortunio, escribió, María Josefa, unas cuartetas dirigidas al padre José Ambrosio Llamozas, capellán de Boves, implorando su libertad y la de las demás mujeres que estaban junto con ella.
La composición dice:
"No sé que cierta confianza
nos infunde tu presencia,
Dándole a nuestra dolencia
Algún rasgo de esperanza.
Vuestra intervención oída,
Será del Gobernador,
Pues movido de dolor,
Pedís por tanta afligida".
Logró su cometido la joven poeta pues a los pocos días quedó en libertad y pudo tomar el camino del exilio. Se residenció en La Habana. Al dirigirse de La Habana a St. Thomas, para reunirse con sus amigos los Loynaz Salcedo, la nave en donde viajaba se hundió y en el naufragio pereció María Josefa. Corría el año de 1821.
Bello conservó siempre tierno afecto por María Josefa. Esto lo sabían muy bien amigos de su intimidad como José Agustín Loynaz(1775-1853) y su esposa. En la casa de los Loynaz, en la esquina de Curamichate, en la cual se rindió siempre culto al gran ausente, se conservó con especial celo un retrato de María Josefa que esta había obsequiado a Francisca Salcedo, esposa de Loynaz, y que ambos legaron a sus descendientes. Aquella miniatura tenía para los Loynaz un doble valor: era a la vez el rostro de la amada del grande amigo y el testimonio del afecto que siempre sintió María Josefa por ellos[1].
1816: LA PRIMERA HUELGA DE MUJERES
Y el 14 de septiembre de 1816, en pleno régimen realista, fueron las mujeres, las lavanderas de Valencia, las que organizaron la primera huelga que cuentan nuestros anales, dos documentos de ese mismo día lo prueban[2].
1817-1820: ANGOSTURA
En Angostura sucedieron dos hechos con relación a las mujeres que deben ser anotados en nuestra historia. El primero lo subraya María Eugenia Díaz(1949), es el artículo “Bello sexo” aparecido en tres entregas del Correo del Orinoco(enero 20, enero 27 y febrero 3,1821) el cual se refería a la educación de la mujer y su misión en la sociedad e incluso se refiere a la disolución del matrimonio
[1] Sobre la literatura venezolana en el período emancipador consultar Lubio Cardozo: Debajo de un considero me puse a considerar. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1987. 173 p. Ver:”La literatura venezolana de 1810 a 1830: la literatura de la guerra de la Independencia”(p.33-57), estudio en el cual examina los géneros usados en la época: la oratoria, el artículo periodístico, la carta, los libros de memorias, los diarios y autobiografías, la poesía. Parelelo a este estudio es del mismo Lubio Cardozo: Antología de la poesía venezolana escrita en la Guerra de Independencia. Mérida: Universidad de Los Andes,1994.188 p. [2] Miguel Colombet: Carabobo, histórico y pintoresco. Valencia: Biblioteca de Autores y Temas Carabobeños, 1968. 433 p. Ver: “Huelga de lavanderas”(p.7-8).
al divorcio, que no se establecería en Venezuela hasta 1905, fecha muy adelantada con relación a otras partes, desgraciadamente hecha la necesaria innovación para complacer al gobernante de turno, Cipriano Castro(1858-1924), quien deseaba separarse de su esposa para casarse con una niña bien. Fue su esposa, misia Zolia Martínez de Castro(1868-1952), mujer bravía como bien lo sabía aquel caudillo descocado, quien puso fin a su deseo, “Si Ud. se divorcia de mi yo lo mato”, hasta allí llegó el asunto, pero ya el establecimiento del divorcio había sido aprobado.
El artículo de el Correo del Orinoco, y esto es lo segundo que deseamos señalar, muy bien pudo ser eco del proyecto de la educación de las mujeres presentado por el Libertador, el 15 de febrero de 1819, dentro del proyecto de Constitución que presentó aquel día, del cual el Discurso de Angostura, leído aquella mañana, después de las once, era su exposición de motivos. En el proyecto aparecía su idea de la Cámara de Educación, sección del Poder Moral(Tercera Parte, artículo 10), presentado a los legisladores aquel día, uno de cuyos puntos lo constituía la importancia que concedía a la educación de las madres, clave para la buena educación de los hijos e hijas. En esta concepción, señala Luis Beltrán Prieto Figueroa(1902-1993) fue novedoso e innovador[1]. Fue aquello nuevo porque “la educación de la mujer no existía ni aun como embrión y la del hombre era deficiente”, como también indicó el maestro Prieto[2]
1823: LONDRES, LA MUJER EN LA BIBLIOTECA AMERICANA
[1] Luis Beltrán Prieto Figueroa: El magisterio americano de Bolívar. 2ª.ed.Caracas: Monte Ávila Editores,1981. 238 p.La referencia está en las p.127-128. [2] Luis Beltrán Prieto Figueroa: El magisterio americano de Bolívar,p.130.
Ya en la guerra emancipadora, en Londres, en la Biblioteca Americana, dirigida por nuestro don Andrés Bello(1781-1865), apareció un trabajo de uno de sus compañeros en aquella empresa, el alemán, con muchas raíces en el Perú, Pedro Creutzer, muerto después de 1826, quien fue el autor del trabajo “De la influencia de las mujeres en la sociedad; y acciones ilustres de varias americanas”(Biblioteca Americana, Londres, t.I,1823,p.368-411), quien firmó su trabajo con sus inciales P.C., las cuales como ha establecido el profesor Guillermo Guitarte, del Boston College, corresponden a este personaje y no como se creyó durante mucho tiempo a Pedro Cortés de Campomanes(c1775-d1835),P.C., quien vivía entonces en Londres, fue destacado patriota, uno de los participantes en 1797, en la Conspiración de Picornell, Gual y España, a quien se había atribuido. Tuvo mucha suerte este estudio de Creutzer, ya que impreso en 1823 fue rápidamente reimpreso, como folleto en Filadelfia: F.Hurtel, 1824; en Paris, en 1825, y tras la guerra, en Caracas como Las ilustres americanas; de la influencia de las mujeres en la sociedad; y acciones de varias americanas, en la imprenta de Domingo Navas Spínola[1]. Fue Navas Spínola, al decir de Guillermo Morón(1926), el editor que trazó el “plan editorial de la República”[2], uno de cuyos venerables impresos es precisamente este. Debe ser considerado como el primer libro dedicado a las mujeres latinoamericanas, tras la proclamación de Independencia. Con relación a Venezuela trata de las acciones de las Montillas, Josefa Palacios, viuda de José Félix Ribas(1775-1815), tía del Libertador, Leonor Guerra, Josefa María Ramírez de Castro, Ana María Campos, Luisa Cáceres de Arismendi(1799-1866) y otras próceres. A todas las encabeza doña Juan Antonia Díaz Padrón, la madre de los próceres Montilla, la única mujer que
[1] Pedro Creutzer: Las ilustres americanas; de la influencia de las mujeres en la sociedad y acciones de varias americanas. Reimpreso en Caracas por Domingo Navas Spinola,1826. 59 p. [2] Guillermo Morón: Historia de Venezuela,t.III,p.9.
participó en los hechos del 19 de abril de 1810 y dos años después sentó cátedra de politica al decirle a Domingo Monteverde(1773-1832), quien se negó a escucharla, cuando fue a pedirle la libertad de sus hijos presos, “Para que quiere poder sino escucha” [1].
1830-1865: LA MUJER EN EL PROCESO DE TREINTA Y CINCO AÑOS DEL SIGLO XIX
En la exploración que practicamos en esta parte sobre la presencia de la mujer en el siglo XIX venezolano nada más estimulante que hacer una lectura critica del libro de Mirla Alcibiades(1953): La heroica aventura de construir una república[2], consecuencia de la lectura y estudio que hemos hecho de su sorprendente tarea de investigación, casi toda dedicada a tópicos, temas y personajes del siglo XIX venezolano. Ella es autora, además de esta obra, de un también fundamental libro sobreManuel Antonio Carreño[3], el autor del Manual de urbanidad y buenas maneras[4], uno de los dos libros venezolanos que nunca se han dejado de editar, el otro son los Medicamentos indígenas de Gerónimo Pompa(c1810-c1880). Suyo es también un lbro sobre Concepción Acevedo de
[1] Ver Manuel Segundo Sanchez: Obras. Estudio preliminar: Pedro Grases. Caracas: Banco Central de Venezuela,1964. 3 vols. La referencia está en el t.I,p.172, ficha 411; Pedro Grases: “Nota preliminar” en Biblioteca Americana. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República,1972,p.III-V. Ver en este caso la p.IV; Iván Drenikoff: Impresos venezolanos del siglo XIX(1808-1830). Caracas: Instituto Autónomo Biblioteca Nacional,1984. 238 p. Ver en este caso la p.83, ficha 268. La frase de la señora Díaz Padrón la refiere Augusto Mijares en “Los oidores de Monteverrde” en Lo afirmativo venezolano,p.97-101. Verla en la p.98. [2] Milra Alcibiades: La heroica aventura de construir una república,1830-1865, ya citado. [3] Mirla Alcibiades: Manuel Antonio Carreño. Caracas: El Nacional/Banco del Caribe,2005. 128 p. [4] Manuel Antonio Carreño: Manual de Urbanidad y buenas maneras. Caracas: Imp.de Carreño Hermanos,1854, esta es su primera edición.
Tailhardt,1855- 1953[1], la primera mujer que en nuestros anales que dirigió un periódico, Brisas del Orinoco(1888).
Nos vamos a centrar especialmente aquí en La heroica aventura de construir una república, pues constituye una contribución singular a la comprensión de la república surgida entre nosotros tras el final de la Gran Colombia. Varias, y significativas obras, han sido las contribuciones recientes de nuestros intelectuales a la comprensión del siglo XIX. Tales Una vasta morada de enmascarados, de Paulette Silva Beauregard, la completa visión de nuestra poesía en aquellos tiempos; Teatro, cuerpo y nación, de Dunia Galindo, sobre los orígenes de nuestro teatro en aquel tiempo; Francisco Javier Pérez: El sabio en ruinas, sobre la curiosísima figura de Félix Bigotte(1833-1907); Adolfo Rodríguez con La llamada del fuego, la más completa biografía del caudillo de montoneras Ezequiel Zamora(1817-1860), La heroica aventura de construir una república y otra vez Paulette Silva Beauregard: Las tramas de los lectores[2].
SU FUENTE
Si algo caracteriza la obra de investigación de Mirla Alcibiades es el hecho de proceder esta especialmente de
[1] Mirla Alcibiades: Periodismo y literatura en Concepción Acevedo de Tailhardt, 1855-1953. Caracas: Celarg,2006. 178 p. [2] Paulette Silva Beauregard: Una vasta morada de enmascarados. Caracas: La Casa de Bello,1993. 255 p. y La trama de los lectores. Estrategias de la modernización cultural en Venezuela, siglo XIX. Caracas: Fundación para la cultura urbana,2007. XXXIV, 258 p.; Dunia Galindo: Teatro, cuerpo y nación. Caracas: Monte Ávila Editores. 2000. XVI,219 p.; Francisco Javioer Pérez: Un sabio en ruinas. Biografía escritutaria de Félix E, Bigotte. Caracas: Fundación Bigott,2007. 336 p.; Adolfo Rodríguez; La llamada del fuego. Vida, pasión y mito de Ezequiel Zamora. Prólogo: Simón Alberto Consalvi. Caracas: Academia Nacional de la Historia,2005.377 p.; el de Mirla Alcibíades; La heroica aventura de construir una república, ya citado. De Paulette Silva Beauregard nos ha sido imposible ponernos en un ejemplar de su De médicos, idilios, y otras historias. Bogotá: Convenio Andrés bello,2000, el que nos hubiera gustado mucho considerar dado el gran valor de los anteriores libros suyos que hemos refeerido.
la consulta de nuestra prensa periódica, revistas y periódicos “como fuente fundamental para obtener noticias”(p.195).
AQUELLOS TIEMPOS
Ha elegido Mirla Alcibiades en este libro los años 1830-1865 para realizar el copioso análisis que nos ofrece. No fueron aquellos nuestros “primeros tiempos republicanos”(p.303), ni las concepciones manejadas fueron, como dijo otro,“las ideas de los primeros venezolanos”, ya que las raíces de todo lo que vamos a ver estaba ya sembrado en el pensamiento de aquellos que fraguaron y realizaron la emancipación. Aquel fue “el proyecto de América” como lo denominó Augusto Mijares(1897-1979)[1]. De allí venimos pero no sólo de allí pues en Venezuela todo tiene como raíz los días coloniales, tanto que dijo Isaac Pardo(1905-2000) que ya en nuestro primer el siglo, el XVI, todo lo que se iba a hacer y a debatir en el nuevo país había sido sembrado en aquella centuria[2]. Y porque, además, la independencia más que ruptura con los días provinciales debe tomarse como la madurez de aquellos tres siglos, es nuestra opinión.
No hay que olvidar aquí que Venezuela al lograr su independencia(1821 y 1823), siendo aun parte de la Gran Colombia, fue una sociedad que tras la emancipación comenzó su andar gracias a tres hechos: la publicación de un libro de historia, al hacer, en un taller caraqueño la impresión de la segunda edición(1824)la Historia de la conquista y población de la provincia de Venezuela, de don José de Oviedo y Baños(1671-1738), que es el primer libro venezolano porque hasta 1723, fecha de su edición príncipe, todos nuestros libros habían sido escritos por
[1] Augusto Mijares: “El proyecto de América” en Lo afirmativo venezolano,p.311-349. [2] Isaac Pardo: Esta tierra de gracia. Buenos Aires: Imp.López,1955. 363 p.
autores españoles; le siguió la edición un texto de ciudadanía, el Manual del Colombiano(1825), publicación anónima, siempre atribuida a Tomás Lander(c1792-1845)[1] y la fundación de la primera institución de la sociedad civil: la Sociedad Económica de Amigos del País(1829).
Manuales de ciudadanía, tras el Manual del Colombiano, seguirían proliferando: tal en 1839 el Manual político del venezolano de Francisco Javier Yanes(1777-1842)[2]; en 1841 con Las lecciones de buena crianza, moral y mundo de Feliciano Montenegro y Colon(1781-1853)[3] como en el célebre Manual de Urbanidad y Buenas maneras de Manuel Antonio Carreño(1814-1874), que ya hemos citado, del cual, como nos ha enseñado Mirla Alciabiades, en su biografía de aquel ductor, es más importante la segunda parte por ser un compendio de normas de comportamiento ciudadano. Fue el Manual de Urbanidad y buenas maneras de Carreño uno de los primeros libros plenamente latinoamericanos, el mismo año de su edición príncipe hecha en Caracas se reeditó en Nueva York y circuló por todo el continente. Fue sin duda el primer libro hispanoamericano escrito por un venezolano.
Importante nos parece señalar, cosa que no siempre se hace, y debería hacerse, que dentro de este panorama no hay que dejar de señalar que también, varios de estos hombres, hicieron proyectos de leyes, para normar la vida de la sociedad, tal aquellos proyectos legales que preparó el doctor Julián Viso(1822-1900) durante los días más oscuros de la dictadura de los Monagas, como nuestro primer Código civil; otros entraron, también suyos, en vigencia durante la llamada dictadura “senil” del general José Antonio Páez(1790-1873). Lo hizo Viso, y muchos
[1] Tomás Lander: Manual del Colombiano. O explicación de la Ley Natural. Van añadidos los deberes y derechos de la nación y del ciudadano. Caracas: Reimpreso por Tomás Antero,1825. 48, 7 p. [2] Francisco Javier Yanes: Manual Politico del venezolano. Caracas: Imp.de Valentín Espinal,1839.251 p. [3] Feliciano Montenegro y Colón: Las lecciones de buena crianza, moral y mundo.Caracas: Imp. de Francisco de Paula Nuñez,1841.
como él, porque sabían que el país perviviría, era una cadena, siempre iba a haber Venezuela.
UNA AVENTURA CIVILIZADA
La heroica aventura de construir una república tiene como tema, más que lo heroico, y más que lo solamente político, los “estudios de género, de mentalidades y las historias de vida”(p.XIII), razón por la cual su contribución al estudio de la mujer en la sociedad venezolana resulta tan particular, tan sustancioso. Y, además, “el papel que le correspondía desempeñar a la familia en el proceso de la formación nacional…con la importancia de otorgarle al niño/niña el correspondiente lugar en el entramado social”(p.XIII). Por ello indica: “Hasta donde tengo noticias, el tema que desarrollo en estas páginas no ha sido tomado en cuenta por los estudiosos de la etapa de formación del Estado venezolano en el siglo XIX. Afanados(y atrapados) en investigaciones que privilegian acercamientos consensualmente aceptados(mayoritariamente la economía, la política y las acciones militares) y, en una significación menor, la historia regional y el abordaje de cuestiones relativas a la educación, han concedido poca estima a lo relacionado con los estudios de género, de mentalidades y la historias de vida”(p.XIII).
Ha tomado nuestra autora para su análisis los treinta y cinco años que van de la decisión de volver a ser una república autónoma, 1830, hasta 1865, cuando ya era evidente que el proceso de la Guerra Federal(1859-1863), y las ideas que la sostuvieron, habían fracasado bajo el gobierno del mariscal Juan Crisóstomo Falcón(1820-1870) y en el país se vivía, en 1865, los muy graves siete años que separaron el final de la Guerra Larga del inicio, en 1870, del régimen de Antonio Guzmán Blanco(1829-1899). Siete años de guerras y desolación(1863-1870), apenas estudiados, en los cuales por poco no desapareció el país, como casi sucedió durante la Guerra Federal(1859-1863) y en el período final del siglo XIX, desde el intento continuista de Raimundo Andueza Palacio(1846-1900) en 1892, que rompió la paz guzmancista, hasta la llegada a Caracas, el 22 de octubre de 1899, de Cipriano Castro(1858-1924), Juan Vicente Gómez(1857-1935) y los andinos que los acompañaban.
Pero lo que venía, lo fundado, en 1830, por la elite que secundó al general Páez, no era menor y había que estudiarlo con atención, allí está un proyecto de país, de nación, que siempre que lo estudiamos nos lleva a la comprensión de lo que se puede hacer en una nación es solo aquello que se proyecta con sentido, “El mérito de los proyectos está en la previsión, donde no hay previsión no hay mérito” había dicho don Simón Rodríguez(1769-1854)[1]. Solo que ya en 1846 aquella elite clarividente no supo ver que la alternativa republicana era una necesidad, que otros hombres debían ocupar el poder, que había una oposición legítima, el Partido Liberal(1840). Y le cerraron las puertas a aquel cambio y frustraron, en medio de la crisis económica que vivía, lo que debía hacerse. Vino el mal: el nepotismo de los hermanos Jose Tadeo(1784-1868) y José Gregorio(1795-1858) Monagas, la crisis de 1858, pese a su gran momento con la Convención de Valencia y la Constitución de 1858, el inicio de la Guerra Federal(febrero 20, 1859), guerra, que como todas no trajo nada, “áspero fardo de dolor”(p.320) la denomina Mirla Alcibíades. Y solo trajo una cosa: que el más preparado, el mas ambicioso, quien también tenía un sólido proyecto, llegara al poder: el general Guzmán Blanco. Pero esa es otra historia.
Dice Mirla Alcibiades:
“Un abordaje como el aquí propuesto privilegia un sesgo inusual en el tratamiento de la materia histórico-cultural, porque los sujetos históricos puestos de relieve no han ganado lugar destacado en la historia social de nuestro país”(p.XV)
tal la singularidad de lo que expone. Y continúa:
[1] Simón Rodríguez: Obras completas. Caracas: Universidad Simon Rodríguez,1975, 2 vols. La cita procede del t.I,p.321.
“A lo largo de estas páginas el lector podrá advertir de qué manera los letrados de entonces, los que dominaron la escena pública entre 1830 y 1865, supieron de los avatares, sinsabores y fracasos que significaba la heroica aventura de construir una república”(p.XV), “la confianza depositada en las leyes, al atribuirles una inequívoca capacidad ordenadora, y al entenderlas como instrumento expedito para alcanzar la paz y el orden social, no admitió fisuras en la mentalidad letrada durante los primeros años de existencia republicana”(p.5), “Pero si arraigó el convencimiento de que echar a andar una república era una empresa que trascendía el gesto de consignarla en el papel”(p.30). La moral fue “el requerimiento común de todos los discursos”(p.40), lo que enfatiza cuando se refiere(p.74) a la pieza El libertino arrepentido de Gerónimo Pompa(c1810-c1880)[1]. La moral tuvo gran importancia en aquella construcción, pero recuérdese que el discurso de la moral lo encontramos entre los padres fundadores, el Libertador lo dijo en su oración de Angostura(febrero 15,1819), con palabras muy parecidas a las que se leen aquí(p.75), decirlo no es estar obsesionado por Bolívar, sino porque que toda sociedad es una cadena. Y siempre hay una personalidad egregia que la guía.
Veníamos de atrás, del proyecto emancipador, “hay un argumento determinante que acerca no solo a[Fermín] Toro(1806-1865) y a [Juan Bautista] Alberdi(1810-1884), sino a estos dos con [Esteban] de Echeverría(1805-1851) y con los demás jóvenes de la Asociación de Mayo, es la cuestión generacional y la idea de una filosofía para la construcción(de la república) y no para la destrucción(que fue la obra de los libertadores, en opinión abierta de Echeverría”(p.55), por lo cual el propio Libertador había dicho “temo más a la paz que a la guerra”(Escritos,t.XX,p.62).
Pero “El verdadero reto surgió cuando se quiso vincular la moral con la vida pública, con lo social”(p.59), por ello los “discursos que hablaban de una escolaridad para la ciudadanía, de la moral ciudadana, fueron entusiastas”(p.95). Aunque advierte: “Creo no exagerar al decir que los objetivos relacionados con la moral ciudadana tuvieron poco cumplimiento”(p.95). Allí habla otra vez la historia, “lo viejo en Venezuela es la corrupción, la nuevo la democracia” ha advertido más de una vez la mente aguda de Ramón J.Velásquez(1916-2014).
[1] Gerónimo Pompa: El libertino arrepentido. Caracas: Imp.A. Damiron, 1838. 94 p.
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