Retomando "La trama secreta còsmica de una crónica extraña y silenciada....
Continuo mi trabajo sobre la importancia del Cinturòn de Hipòlita entre las òrbitas de Marte y Jùpiter en nuestro sistema solar, y los asteroides alli ubicados como esenciales en nuestro principio evolutivo, pues se potencia la búsqueda del equilibrio en la constelación arquetípica masculinidad/ feminidad constituye un desafío tensional cuyo epicentro radica en el retorno de los dioses al estilo del ambiente cultural de la Alejandría antigua y el desplazamiento holográfico del spiritus artísticus como contenido del imaginario político-cultural (Parra, 2006) Se trata en consecuencia, de la posibilidad de pulsar nuevas configuraciones gnoseo-epistemológicas que faciliten la reestructuración simbólica –integradora- del saber que ya se sabe, y que permitan comprender desde otro sentido el pensar-se y el pensar-nos como sociedad; en fin, que permita situarnos desde la perspectiva del otro lugar: el sentimiento; la intuición; el perfil estético. El retorno de la feminidad como eje sustantivo de los saberes sociales, tiene a su vez un fuerte impacto en lo que se entiende como Complejidad Gnoseológica. (REVISTA ESTUDIOS CULTURALES Vol. 4 - N° 8, Julio-Diciembre, 2011 127)
Parra, G. (2006). Educación, Reforma y Sociedad del Conocimiento. Caracas: Editorial Metrópolis, C.A., UCV-ORUS-IESALC/UNESCO-UNESR, 209 p.
En otra parte (Parra, 2006) se indica que la definición de ésta responde a un “… constructo derivado del término griego gnósis, que implica tanto la episteme como la aisthésis; es decir, el conocimiento integrador de los fundamentos de la ciencia y de la percepción sensorial” (p. 19). De modo que no se trata de un reforzamiento de los imperativos del Logos (Ética) sino de una reivindicación del lugar-fuerza-desplazamiento que tiene el plano intutitivo-emocional (Eros; la Estética) en la producción de conocimientos. Es evidente que este tipo de integración simbólica pasa por superar la noción de diferencias agregadas. La integración de lo diverso aquí no se entiende como la anexión sumativa de las diferencias, lo que en términos sociales se agota en el encuentro de los opuestos complementarios y el “convivir” en un espacio específico previamente renegociado como “saludo a la bandera”. Suficientes ejemplos de este tipo existen ya en el campo de la práctica política. De lo que se trata en este caso es de una integración armónica, maática, que tiene consecuencias en lo político-cultural y que toca el fondo del asunto/problema en la investigación basada en los recortes del paradigma de la cientificidad (Morin, Edgar (2001). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 122 p). De modo que no puede entenderse la integración de la constelación arquetípica masculinidad/feminidad como planos excluyentes susceptibles de simples relaciones o identificaciones convergentes en aras de una armonía prefabricada: se trata de los rostros del dios Janus –uno mira al pasado y otro al futuro-pero bien sabemos que al final, las miradas se encuentran. Esa realidad es la misma de la imagen del diamante: por cualquiera de las caras desde donde se mire, puede visualizarse el diamante completo. La integración armónica sólo podría producirse, en consecuencia, a partir de una antropoética del amor y del sentimiento, lo que supone excluir el debate del campo estrictamente político -donde se encuentra atrapado- para pensar la búsqueda del equilibrio desde el arte; desde la estética; y del lenguaje poético. Esta es la principal observación que debe considerarse, a propósito de un diálogo civilizatorio como estrategia capaz de frenar la escalada creciente de los fundamentalismos religiosos de todo tipo (Huntington, S. (1997). El choque de civilizaciones. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica S.A., 422 p.). Pensar la integración armónica y equilibrada del universo forma parte del pensamiento shintoista, en lo que se conoce como filosofía Mutualista (Kato, S. (1996). “El núcleo vacío del Japón”. En: Fin de Siglo, pp. 203-217. México: Mc Graw-Hill Interamericana Editores, 312 p.). En cierto modo, esa necesidad de equilibrio aparece también en la filosofía budista, fundamentalmente en el relato del violín: si sus cuerdas están flojas, no suena; pero si se tensan demasiado, se rompen.
La mayor parte de la tradición utópica o mítica se pasea a sus anchas en el imaginario de un mundo armónico. En el libro del Apocalipsis, el destino final de los justos guarda relación con una vida eterna marcada por el Absoluto y la armonía (Apocalipsis, 21:3-5).Los relatos que tratan de la Edad de Oro hablan así mismo de un escenario paradisíaco venido a menos por las bajas pasiones humanas. En el relato del Jardín del Edén, el pecado original trastocó la felicidad eterna destinada a la primera pareja. El equilibrio y la armonía están siempre allí, acechándonos, y haciendo evidente el entramado de nuestras pasiones; nuestras contradicciones; en fin, la pequeña brecha que nos separa de la promesa de la felicidad. Así las cosas, vale preguntarse: ¿Por qué es posible pensar hoy a María Magdalena de este modo? En principio, porque se trata de un pensamiento que toca con fuerza las lógicas del sentimiento. El pensamiento cotidiano integra al parecer desde el sentimiento -María Magdalena se resguardó allí, donde el poder de la verdad reglamentada no tiene acceso directo- aunque las circunstancias históricas muestren dificultades en cuanto a que ese proceso intersubjetivo se haya traducido en correaje armónico en el plano de las constelaciones arquetípicas. Al señalar esos otros caminos, (Maffesoli, M. (1997). Elogio de la razón sensible. Barcelona: Editorial Paidós. 270 p.) deja abierta la posibilidad del abordaje y la aproximación a lo real a partir de lógicas diferenciadas de la razón analítica -lo que permitiría el “pensar al lado de”, en términos metanoicos- tomando como referencia las particularidades y la complejidad del pensamiento arcaico-moderno. Mi propuesta ha sido visualizar el asunto/problema para plantear ¿por qué ese retorno del vuelo de la diosa? (Baigent, M. y otros (2004). El Enigma Sagrado. Bogotá: Editorial Planeta Colombiana S. A., 475 p.y Baigent, M. (2007). Las Cartas Privadas de Jesús. Madrid: Ediciones Martínez Roca, S. A., 381 p.) argumenta que este ambiente psíquico ocurre porque “En el Occidente de hoy se registran un cinismo, una insatisfacción y una desilusión cada vez mayores. Crecen la tensión psíquica, la angustia y la desesperanza. Pero hay también una creciente búsqueda de significado, de realización emocional, de una dimensión espiritual de nuestras vidas” (p. 401). Es evidente que el ritual y el dogma parecen decirle muy poco al hombre posmoderno, angustiado más por el éxito personal en la sociedad de consumo y los problemas de la exclusión, la desesperanza y la injusticia social. El rito religioso toca sólo la superficie de una sociedad que ya no ve la felicidad en términos de religiosidad, sino de espiritualidad. La visión del futuro cada vez es más secular, por lo que la iglesia –ya sea cristiana o nono tiene la fuerza teológica o moral suficientes para superar el descreimiento y la apatía que se ha enraizado en el colectivo social. La impresión que ella da, es que ha perdido las llaves del reino, y por lo tanto no tiene ningún poder para realinear los entuertos que para ella supone el posicionamiento creciente del pensamiento alternativo en los ámbitos religioso y secular. La iglesia clásica ortodoxa no tiene ya el poder de la Edad Media, cuando le bastaba establecer alianzas con el poder político para iniciar masivas cruzadas contra los herejes. La iglesia ortodoxa se repliega en la renegociación con los nuevos ejes multipolares del poder, mientras se aferra con vehemencia a sus postulados doctrinales. Pero es claro que la civilización ya no se rige por la verdad revelada a “la iglesia verdadera” y que el epicentro del poder político parece haberse instalado en otra parte. La conspiración que al parecer, está en marcha, es la Conspiración de Acuario, aquella que sustituye la Era de Piscis –instaurada a partir de Jesús de Nazaret, cuyo símbolo es el pez- y que abre la posibilidad de pensar por nosotros mismos y no desde el poder.
Pensamos a María Magdalena como la podemos pensar hoy, porque tenemos la posibilidad de pensarla desde nosotros mismos, desde nuestra propia esfera de sentimientos. Se trata de una acepción del respirar conjuntamente y su símbolo astrológico es el de Aquarius, el joven Ganímedes, el aguador que tiene un ánfora en los brazos para verter en el cielo su corriente luminosa y apagar así una antigua sed.
La Era de Acuario es el reinado del corazón en la balanza, que hace contrapeso a la pluma de avestruz que sostiene la diosa Maat en el Juicio de Osiris. (Ferguson, M. (1990). La Conspiración de Acuario. Barcelona: Editorial Kairós S.A., 4ª. Edición, 547 p.) la concibe como la era del posicionamiento de la intuición como factor clave en la elaboración del sentido y la direccionalidad del pensamiento. Desde esa perspectiva, entiende que la crisis de los saberes no es más que la resultante de la traición a la naturaleza por parte de las instituciones de la modernidad (pp. 30-31). (Brown, D. (2003). El Código Da Vinci. Barcelona: Ediciones Urano, S. A., 559 p.) destaca la importancia de esta transición astrológica, a partir del argumento siguiente: … el ideal de Piscis defiende que son los poderes superiores los que deben dictar al hombre lo que debe hacer, pues él es incapaz de pensar por sí mismo. Por tanto, este ha sido un tiempo de religiosidad ferviente. Ahora, sin embargo, estamos entrando en la Era de Acuario, el receptáculo del agua, cuyo ideal defiende que los hombres aprenderán la verdad y serán capaces de pensar por sí mismos. El cambio ideológico es enorme, y está teniendo lugar en este mismo momento” (p. 332). Para (Norwood, R. (2005). Las mujeres que aman demasiado. Buenos Aires: Editorial Salvat.) esta transición supone un cambio radical en nuestro ámbito gnoseológico-cultural: … consiste más en un misterioso movimiento energético que en uno lineal y temporal, y nos está afectando a todos de maneras difíciles de explicar. El tiempo parece fluir con mayor rapidez, las presiones se incrementan, los conflictos globales y personales se intensifican. Las antiguas soluciones a las que estamos acostumbrados ya no parecen efectivas, ni siquiera adecuadas” (p. 17). La vertiente cultural y política que abre la Era de Acuario favorece la integración arquetípica equilibrada y armónica en nuestro tiempo y el retorno de la feminidad, de la diosa novia-esposa, de la mano de la Magdal-er (La Magnífica) del Cantar de Los Cantares. Su constelación simbólica puede traducirse en el fundamento de una cultura de la paz y de la convivencia, en la medida en que desde aquí, se concibe la otredad como una cosmogonía que asume sentido a partir de una antropoética educativa como referente de una nueva ciudadanía planetaria como megapulsión del Eros; del amor y el sentimiento vistos en su acepción maática. María Magdalena como desplazamiento gnoseológico, tiene la virtud de reconciliarnos también con el lenguaje poético. Por algún tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo -como se dijo al profeta Daniel- desde las nebulosas del Águila y Orión, donde nacen estrellas y planetas, los astronautas en su ruta a la conquista del universo desconocido seguirán escuchando su voz citarina envuelta en los halos nucleares de la atmósfera densa: “Negra soy, o morena, hija de Jerusalén, pero soy bien parecida; soy como las tiendas de Cedar, como los pabellones de Salomón” (Cantar de Los Cantares, 1:5).
MARÍA MAGDALENA: EL SÍMBOLO ARQUETIPAL DE LA DIOSA PERDIDA...María Magdalena representa un intento por volver la mirada de nuestro tiempo hacia la diosa perdida; la novia-esposa del Cantar de Los Cantares. Una fuerte disposición por rescatarla del olvido y la disminución protagónica a la que ha sido sometida por la iglesia cristiana canónica se produjo en el siglo XII, cuando los cátaros o albigenses dispersos en el norte de Italia y la región de Languedoc, Provenza, del sur de Francia, hicieron de ella su mayor fuente de inspiración. La primera versión acerca la Magdalena se encuentra en los evangelios canónicos, donde se le señala como una de las discípulas que acompañaron y financiaron con sus bienes la misión del Nazareno. Se le menciona como una de las pocas personas que estuvieron presentes en el momento de la crucifixión de su maestro y a quien primero éste se apareció, luego de su resurrección. Más tarde, su nombre desaparece prácticamente de los textos canónicos –el apóstol Pablo olvida mencionarla en sus epístolas- hasta reaparecer en la teología cristiana católica como penitente; como la mujer que derramó sobre Jesús, en una fiesta celebrada en Betania, un costoso frasco de perfume de alabastro [3]; como “la prostituta arrepentida”.
Pero, ¿quién fue María Magdalena? (Picknett, L. (2005). María Magdalena, ¿el primer Papa? Barcelona: Ediciones Robinbook, S.L., 267 p.) comenta que “María Magdalena fue, antes que nada, alguien que no armonizó del todo con la gente y la cultura de su tiempo” (p. 33) Su nombre deriva probablemente de su condición de habitante de Magdala, Magdala-Tarichaia (la ciudad de la torre del pescado salado) o Magadan, situada a las orillas del Tiberíades. Otra acepción remite a Magdal-er (la magnífica) la mujer que según Cristo, “lo sabe todo”. Es probable que haya sido hija de un próspero empresario ligado a la preparación de delicatessen derivados del pescado salado y que tenían como principal cliente a los más importantes jerarcas del imperio romano (George, M. (2003). María Magdalena. Barcelona: Ediciones B, S.A., 762 p). La vena literaria de Miguel Otero Silva (Otero Silva, M. (2004). La Piedra que era Cristo. Caracas: Editorial CEC, S.A., Los Libros de El Nacional, 113 p. 2004) permite destacar que “María había nacido en Magdala, un poblado de pescadores arrimado a orillas del lago de Galilea, hija de un padre adinerado que era propietario de trigales, olivares, viñedos y trenes de pesquería” (p. 105) Su ciudad de origen era también una ciudad famosa por sus empresas de hilatura de lana fina. Messadié (El Complot de María Magdalena. Barcelona: Random House Mondadori, S.A., Edición de Bolsillo, 295 p.) refiere que Magdala también era conocida por los nombres de Dalmanauta y Gabara; y que era “… una de las tres ciudades de Galilea cuyas contribuciones al Templo eran tan importantes que había que transportarlas en tres carros” (p. 290). Es posible pensar -y así lo hace Margaret George desde la ficción literaria que la Magdalena de los evangelios es una mujer altamente instruida en los conocimientos de La Torá y la filosofía griega. Visto desde esta perspectiva, es fácil entender la predilección de Jesús por ella y de por qué los evangelios apócrifos o gnósticos le atribuyen la capacidad de interpretar –a diferencia del resto de los discípulos- el metalenguaje simbólico y el uso de parábolas o narrativas cosmogónicas utilizadas por su maestro. Es posible identificar tres importantes tradiciones o escenarios gnoseológicos, desde los cuales se intenta una aproximación histórica del personaje: la tradición francesa; la tradición egipcia; y la tradición grecorromana.
La Tradición Francesa que aniquilò la MASONERIA Y LA REVOLUCION FRANCESA: Esta tradición parte de la hipótesis de que María Magdalena fue la amante/esposa de Jesús de Nazaret. Plantea además que para la fecha cuando éste fue crucificado, ella se encontraba embarazada y en espera un vástago suyo. Refiere que María Magdalena –en este caso la mayoría de los investigadores tienden a aceptar que es la misma María de Betania- y sus hermanos Lázaro y Marta huyeron de Palestina mediante la ayuda de José de Arimatea. Viajaron en una barca –probablemente desde el puerto de Joppa- y llegaron hasta el sur de Francia (Marsella) donde se dedicaron a proclamar el evangelio y las enseñanzas del Maestro de acuerdo a lo que hoy se entiende como el evangelio perdido. María Magdalena habría dado a luz allí a una hija llamada Sara, con lo cual se preservó el linaje real judío y es lo que explica el origen de la leyenda del cáliz sagrado o Sangreal (Sangre Real).
¿En qué medida la descendencia de la Magdalena y Jesús de Nazaret corresponde a un linaje real? El argumento es que Jesús es descendiente directo de la tribu de Judá, de la tribu del rey David; y que María Magdalena lo era de la tribu de Benjamín, la tribu del primer rey de Israel: el rey Saúl. Se trataba entonces de las dos tribus pertenecientes al linaje real hebreo. Un matrimonio entre ellos significaba no sólo la reivindicación de Jerusalén como patrimonio de la tribu de Benjamín (el rey David había despojado a los benjamitas de la ciudad y decidió gobernar desde allí) sino el derecho de ambos a reclamar legítimamente el trono de Israel. Baigent y otros (El Enigma Sagrado. Bogotá: Editorial Planeta Colombiana S. A., 475 p.2004) expresan: “Un matrimonio de esta clase hubiera constituido una importante alianza dinástica, una alianza cargada de importancia política” (p. 336) La insistencia del Procurador Pilato en indagar con el acusado acerca de su condición de rey y el escrito colocado en la parte alta de la cruz por órdenes suyas, no parecen inocentes. La sospecha en torno al auténtico linaje de Jesús –y de la cual seguramente el Procurador estaba informado- podría responder a la tradición oral, puesto que el emperador Augusto había ordenado destruir –por razones políticas- toda la documentación genealógica hebrea. En la tradición francesa se argumenta además, que el cáliz sagrado y la descendencia de Sara, la hija de los esposos-reyes conformó la dinastía merovingia, los reyes melenudos franceses (Dagoberto; Sisgiberto; Childerico III; y otros) Los merovingios eran la dinastía real de los francos, una tribu que se guiaba por la ley tribal de los teutones. De modo que la documentación que confirma el matrimonio de Jesús de Nazaret y la Magdalena, así como la supervivencia del linaje real en Europa, sería el auténtico Grial, y no la copa donde Jesús tomó vino en la última cena. Ese al parecer, es el secreto que guarda celosamente el Priorato de Sión y defendió la extinta orden de los Caballeros Templarios. Eso es también al parecer, lo que oculta la historia en torno a Rénnes-le Cháteau, un pequeño pueblo situado al sur de Francia, cerca de los Pirineos y que ocupa el principal suspenso de la novela de Brown "El Codigo Da Vinci 2003 En ella, un cura modesto y ascético, Bérenger Sauniere, cambia repentinamente de vida después de iniciar la remodelación de la iglesia. Al parecer encontró debajo del piso del altar un sarcófago contentivo de documentos antiguos -y lo que se sospecha- de restos humanos. Inmediatamente después, Sauniere hizo viajes subrepticios a diversos lugares de Francia e Italia e hizo gala de una gran fortuna: remodeló la iglesia de La Magdalena, construyó una villa lujosa y edificó una torre (la Torre de La magdalena) a orillas de un acantilado para su uso como biblioteca y lugar de meditación. Cuando el obispo de su jurisdicción le pidió explicaciones acerca del origen de los fondos, el sacerdote se negó a suministrarle detalles justificativos. Inmediatamente fue destituido. Cuando Sauniere contactó a sus nuevos amigos -príncipes, clérigos de alto rango y artistas- el Vaticano dio la orden de restituirlo en su cargo. ¿Qué encontró realmente Sauniere? A juzgar por la escultura que mandó a colocar a la entrada de la iglesia, el cura encontró un tesoro. Por ello colocó como vigilante de la puerta principal a Asmodeo(1), el demonio que resguarda los tesoros
[1] Asmodeo aparece en losmitologemas judaicos como el espíritu perturbador del rey Salomón. Se dice que supervisó la construcción del templo y que para perturbar su espíritu, le escondía a propósito su capa real. En el libro de Tobías, del Antiguo Testamento, aparece como el demonio celópata que quitaba la vida en el lecho conyugal a los recién desposados con una mujer aldeana, de quien Tobías se enamora. Al día siguiente del matrimonio, los padres de la joven debían darle sepultura a los desafortunados. No ocurre así con Tobías, quien contrajo matrimonio con esa dama hermosa e incendió vísceras en el aposento conyugal que alejaron al demonio. Ese es el origen del uso de los sahumerios en la tradición católica. Dice la tradición que Asmodeo fue entonces hecho prisionero, encadenado y deportado más allá del Alto Egipto.
Sorprende además la frase que adorna la entrada: “Este lugar es terrible”. Se especula que encontró la tumba de la Magdalena; o que encontró los restos del propio Jesús. Otros argumentan que la clave radica en que encontró documentos que demuestran el matrimonio de Cristo y la Magdalena, así como pruebas en torno a que Jesús de Nazaret vivía aún en el 45 d. C. (Baigent y otros, 2004). En el resguardo de esta información, tendría una participación activa El Priorato de Sión y su brazo militante en la iglesia católica vaticana: el Opus Dei. La crónica en torno a la versión francesa se nutre de pistas adicionales, vinculadas al papel desempeñado por José de Arimatea. Una antigua tesis relata que para el momento de la crucifixión del Nazareno, María Magdalena estaba embarazada. Arimatea habría asumido entonces la responsabilidad de trasladarla en secreto desde Palestina hasta Alejandría, Egipto, con el propósito de resguardarle la vida y preservar así el linaje real. (Ramos, O. (2005). La Elegida. Buenos Aires: Editorial Planeta, 395 p.) destaca al respecto: Egipto fue siempre el lugar de asilo habitual para los judíos que estaban en peligro. Desde Judea era fácil llegar a Alejandría, ciudad en la que había algunas comunidades judías muy bien establecidas en tiempos de Jesús. Con toda probabilidad, Egipto fue el lugar de refugio para María Magdalena y José de Arimatea. Más tarde buscarían asilo en la costa de Francia” (p. 214). Alejandría era entonces una ciudad cosmopolita, epicentro de las manifestaciones paganas del mundo conocido. Su talante cultural llegó al clímax con la creación de su famosa biblioteca, contentiva de más de 42.000 rollos sobre una amplia diversidad de temas, y que fue destruida en el 391 d. C., por órdenes del emperador romano Teodosio. Se dice que Arimatea –tal vez asumiendo un compromiso y en cumplimiento de una promesa personal con el maestro Jesús- se encargó de cuidar a María hasta que ésta dio a luz. El nacimiento de una niña, Sara, cambiaría los planes, por cuanto la restitución del trono de Israel sólo era posible mediante la descendencia masculina; eso hizo que Arimatea no la llevara de vuelta a Palestina, como al parecer era lo previsto, sino que se trasladara con ella al sur de Francia. Hablamos obviamente de una estrategia combinada de exilios paralelos donde el maestro se resguardaba aparte, luego de que habría sido rescatado con vida de los tormentos de la crucifixión, mediante un complot organizado por la propia Magdalena, José de Arimatea y Nicodemo (Messadié, G: El Complot de María Magdalena. Barcelona: Random House Mondadori, S.A., Edición de Bolsillo, 295 p). En esta versión, se sospecha que Jesús decide abandonar presurosamente el territorio judío y se dirige hacia Damasco, hasta radicarse finalmente en Cachemira [2].
(2)En el libro de Faber-Kaiser Jesús Vivió y Murió en Cachemira. Madrid: Editorial Edaf, S. A. Ferguson, M. (1990). se dice que Jesús vivió en Cachemira –un país situado entre la India y Pakistán- hasta una edad muy avanzada y fue conocido allí bajo el nombre de Yuza Asaf. Una tumba existente en Srinagar, su capital, es considerada la morada final del profeta hebreo.
El encuentro con los dos discípulos –luego de los acontecimientos de la crucifixión- se produce en el camino a Emaús, un poblado que está casualmente ubicado en la ruta entre Jerusalén y un puerto de importantes conexiones con el exterior: el puerto de Joppa. La pregunta que queda abierta, gira en torno a lo siguiente: ¿Cuáles son las implicaciones políticas de esa historia? En primer lugar, puede decirse que el mayor impacto de la tradición francesa guarda relación con la divinidad de Cristo, en la medida en que todo el andamiaje teológico de la iglesia cristiana canónica – heredada de las tesis paulinas- se fundamenta en ese dogma. Ese principio de fe entra en crisis a partir de la hipótesis del matrimonio sagrado entre Jesús de Nazaret y María Magdalena, en la medida en que priva un rezago de naturaleza gnóstica desde el cual se estigmatiza toda expresión de la sexualidad y se niega el carácter humano del profeta nazareno [3]
(3)Una visión humana de la vida de Jesús de Nazaret puede revisarse en una de las obras cumbres de Gerald Messadié : El Hombre que se convirtió en Dios. Madrid: Ediciones Martínez Roca, S. A., 550 p.
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En segundo lugar, es evidente que la dificultad mayor resulta para la iglesia católica vaticana, creada por CONSTANTINO que ha sustituido ex profeso la adoración de la imagen de la novia-esposa (María Magdalena) por la de la diosa-Madre (María, La Mayor) Paralelamente fue infiltrada por la MASONERIA que destituyo a ambas de la fe para iomponer su RAZON como ùnica diosa, las consecuencias son enormes, si consideramos que la influencia del Vaticano abarca cerca del 30% de la feligresía mundial y la MASONERIA TIENE TENTACULOS EN TODO EL MUNDO OCCIDENTAL DE PODER. (Huntington, S. (1997). El choque de civilizaciones. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica S.A., 422 p.; p. 75) Paradójicamente, vale destacar que la posibilidad de una descendencia por vía de un linaje real-davídico no parece ser un problema para el resto de las organizaciones cristianas en el mundo moderno. La tradición francesa enfrenta otro tipo de obstáculo, relacionado con la evidente congruencia e identificación de Jesús con el pensamiento esenio. Muchas investigaciones sugieren que tanto Jesús como Juan el Bautista eran esenios, y que probablemente vivieron –aunque temporalmente y a muy temprana edad- en el desierto de Judea formando parte de la comunidad del Qumrán, a orillas del Mar Muerto. De ser así, Jesús de Nazaret tendría voto de castidad y en consecuencia, no estaba obligado a contraer matrimonio. Los esenios se habían retirado a vivir lejos de Jerusalén, asqueados de la corrupción de la clase sacerdotal del templo. Estaban comandados por un maestro, el Maestro de la Justicia, quien tomaba decisiones ayudado por doce o catorce discípulos rigurosamente escogidos; tenían un fuerte discurso contra los saduceos y los fariseos, a quienes acusaban de violar la Ley de Moisés; tenían una visión ascética de la vida y mantenían una disciplina estricta con el aseo personal y las comidas; los bienes personales de cada uno habían sido legados a la comunidad; eran célibes; tenían su propios guardias armados; y la vigilancia en la torre principal de la comuna no era para avistar oportunamente a los potenciales enemigos, sino para avistar permanentemente los cielos: esperaban que de un momento a otro, Yahveh se manifestaría entre las nubes para imponer al rey Mesías. Sus más importantes escritos fueron encontrados por un pastor en unas vasijas de barro, en 1947, en lo que se conoce como Manuscritos o Rollos del Mar Muerto. Muchos de los principios misioneros de Jesús de Nazaret y de sus discípulos coinciden con estos postulados.
La Tradición Egipcia El argumento clave de este enfoque, es que la Magdalena fue una sacerdotisa pagana. Se cree que era de piel negra, practicaba los rituales del sexo sagrado y que formaba parte de algunas de las romerías que –cual gitanos- andaban de pueblo en pueblo, haciendo alarde de sus hechizos y actos de magia. Picknett (2005) dice que “Si fue de origen etíope o egipcio, es muy probable que haya sido negra, y que su color haya inspirado el culto a la Virgen Negra, siempre asociada con ella y con antiguas diosas paganas” (p. 223) Es probable entonces, de ser así, que su empatía con Jesús derivaba del conocimiento y la familiaridad del maestro con las artes mágicas egipcias, pues “… como indica el Talmud, Jesús había sido instruido en la magia egipcia” (Picknett, 2005; p. 217 VER: Picknett, L. (2005). María Magdalena, ¿el primer Papa? Barcelona: Ediciones Robinbook, S.L., 267 p). El acontecimiento que refuerza esta tesis, es el del ensalme con el perfume de nardo en Betania, que tiene toda la simbología del matrimonio sagrado o hieros gamos. La esposa unge al esposo para la sepultura, lo que implica un altísimo contenido mítico. Para sorpresa de los propios discípulos, el maestro no se escandaliza ante el hecho que una mujer pecadora lo toque en público, sino que, por el contrario, recrimina la protesta de ellos y del anfitrión (Evangelio según San Marcos, 14:3-9) Algunos investigadores perciben en este acto el convenio matrimonial entre Jesús y la Magdalena; otros piensan que la fiesta matrimonial es la de las bodas de Caná. La tradición egipcia subyace en las artes mágicas de Simón el Mago y en los temores de Herodes Antipas, el tetrarca de Galilea, en torno a la substanciación mágica de Jokanaán en los prodigios de Jesús. Simón el Mago era uno de los discípulos preferidos de Juan el Bautista, y tenía –según la tradición pagana- el poder de sostenerse en el aire ante las multitudes atónitas que además se extasiaban ante la danza de sus odaliscas danzantes. Para Herodes, el espíritu de Juan el Bautista –a quien había ordenado encarcelar y luego decapitarse había posesionado del cuerpo del Nazareno, en una auténtica captación emocional propia de la hechicería egipcia.
La Tradición Grecorromana Constituye la versión que más se adapta a la historia narrada por los evangelios canónicos y el referencial teológico del Nuevo Testamento bíblico conocido. Sirve de fundamentación al engrame discursivo y ritual de la iglesia cristiana católica vaticana, que ha sustituido a la Magdalena como novia-esposa para convertirla en la “prostituta arrepentida”: ergo: la gracia de Dios puede redimir los pecados más oscuros y hacer de cada ser arrepentido un penitente integrado al proyecto de la salvación espiritual. El otro rostro de la feminidad rescatado fue el de la diosa-Madre; la poderosa Isis; y para ello, el poder eclesiástico apeló a la figura de la madre de Cristo, María La Mayor. Sólo que ambas constelaciones de la feminidad fueron supeditadas al símbolo patriarcal, al arquetipo masculino, en virtud de la necesidad política de resaltar la figura del Hijo del Hombre, como rezago sociosimbólico del culto al Dios Solar grecorromano tan exaltado por la MASONERIA. Según esta tesis, luego de los acontecimientos de la crucifixión y la persecución desatada por los sacerdotes del templo y los guardias romanos, los principales líderes del movimiento cristiano se dispersaron por todas las regiones de Palestina; algunos de ellos se refugiaron en el extranjero. Esto hizo que María Magdalena, María La Mayor y el apóstol Juan se residenciaran en Éfeso, una importante ciudad de cultura griega. “Cuenta una tradición… -dicen Baigent y otros (Ibid 2004)- que la madre de Jesús murió en su exilio de Éfeso, lugar de donde, según se dice, salió luego el cuarto evangelio” (p. 333) En esta versión, la Magdalena es una de las principales discípulas del Maestro y no tiene con él vínculo alguno de carácter afectivo personal; esto es: amante-esposa. Ella es aquí una discípula culta y aventajada, hasta el punto que se cree haya sido la fundadora de la Iglesia de Éfeso [4].
(4)Picknett (2005) utiliza en el subtítulo de su obra la siguiente interrogante: María Magdalena, ¿el primer Papa?
La Éfeso de entonces era una urbe donde se rendía culto a la diosa griega Artemisa, hija de Zeus y Leto, cuyo templo era considerado una de las maravillas del mundo. Su arquitectura reflejaba la majestuosidad de la cultura grecorromana. (George, M. (2003). María Magdalena. Barcelona: Ediciones B, S.A., 762 p.) elabora artísticamente la impresión del primer encuentro de la Magdalena con esa ciudad, en los términos siguientes: Nuestro barco atracó en el puerto y, al desembarcar con piernas temblorosas, nos impresionó la opulencia y la sofisticación de esa gran ciudad provincial de Roma. Una amplia avenida pavimentada con losas de mármol, la llamada vía del Puerto, conducía hasta el corazón mismo de la ciudad, directa al teatro. Galerías con arcos flanqueaban la avenida por ambos lados, y cincuenta farolas iluminaban la calle a todo lo largo (p. 751). La decisión de radicarse allí no parece casual. Implica, en principio, una gran coincidencia con la hipótesis según la cual, la Magdalena tenía una amplia formación educativa y cultural, así como un pleno conocimiento de las artes y la filosofía griegas. En esa ciudad precisamente, se escribió el Evangelio según San Juan, lo que reafirma ampliamente la posibilidad de que Juan se haya residenciado allí y haya acompañado a las dos mujeres clave de la simbología cristiana moderna. La presencia de María La Mayor, coincide con la solicitud de protección que el Maestro le hace al discípulo amado: “Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a la madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: ahí tienes a tu madre…” (Evangelio según San Juan, 19: 26-27) El amplio bagaje cultural y filosófico de la Magdalena le permitió ganarse la confianza y el apego afectivo de su Maestro, no así de algunos de los discípulos, quienes veían en ella una fuerte competidora por el liderazgo de la iglesia naciente. María Magdalena ha enfrentado desde entonces, una acérrima discriminación machista cuyos registros aparecen desdibujados en toda la versión evangélica apócrifa. Según esta tradición, la apóstol murió en Éfeso a edad muy avanzada (alrededor del año 90 d. C.) linchada por una turba de fanáticos durante una procesión en honor a Artemisa. La anciana habría pronunciado un sermón contra la idolatría ante la multitud y destrozado una efigie de la diosa contra un piso marmolado
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