"Teluria...Un pasado vinculado a la tierra y al fuego que hemos olvidado" (I). Josefina Weidner.
“El agua y el aire subían primero; después
el elemento fuego, que los artistas
sagaces reconocerán fácilmente. La tierra
quedará en el fondo del átanor; tú la
recogerás muchos la han buscado y
pocos la han hallado..”
Paracelso, 1540
Agua, tierra y fuego son los elementos necesarios para dar vida a la cerámica, un arte u oficio que, como en el caso de la investigaciòn que realice entre 1986-2000, desde la ciudad de Valencia (Edo. Carabobo, Venezuela) tiene el don de convocar el pasado de una Venezuela rural y mucho más sencilla. Jarras, ollas, tinajas, floreros o alcancías que comunican fuerza y gran complejidad cultural, expresiones de ancestrales tradiciones capaces de trasmitir un sentido de comunidad, de sentimiento grupal, de reconocimiento. Ese estudio y el nombre que lo titula lo realicè cuando tenia en mi casa en Valencia, Carabobo un taller de ceràmica junto al artista Braulio Rivero, y pude disfrutar del grato y diverso mundo de los artistas de las artes del fuego, en la prodiosa etapa entre 1986-1992, que me permitio descubrir el valor de la ceràmica en Venezuela desde su epoca prehispànica. El nombre se lo debo al poeta Jose Joaquin Burgos, quien me abrio un espacio para publicarlo en columnas en el Suplemento Cultural Dominical "Letra Inversa", creado por èl en el diario valenciano Notitarde. En el 2004 fui enviada en comisiòn de servicio a la Galeria Universitaria "Braulio Salazar" donde se realizaba el Salòn Nacional de las Artes del Fuego, para completar mi investigaciòn y publicar un libro, qure no se dio, por eso comparto lo poco que queda de ese estudio, que espero les sirva para conocer un poco ese hermoso mundo, que fue mi alegria en esos años..
INTRODUCCION
En los últimos 30 años, las “Artes del Fuego” han tenido un crecimiento y florecimiento impredecibles, a pesar del silencio y segundo plano a que estaban relegadas en los años anteriores y aún en el presente, a pesar de su importancia.Gracias a los descubrimientos de piezas cerámicas, joyas etc., en las excavaciones arqueológicas, nuestros investigadores han podido reconstruir el pasado prehispánico de nuestra historia, ante la ausencia de códices u otra forma de expresión de nuestros
aborígenes.
Después de la producción artesanal utilitaria y de figuras, vasijas, sellos y otros productos refinados del arte, que se dió en tiempos de la Colonia, un largo silencio cubre los años siguientes. A partir de la muerte del General Juan Vicente Gómez a finales de 1935, encontramos una actividad en el campo de estas especialidades, sobre todo en la cerámica, que se ha ido incrementando hasta llegar al momento actual, en el que estamos ante una producción y trabajo sólidamente constituídos y de alto nivel artístico.
Si bien Lara es el “Estado artesanal de Venezuela”, Carabobo, en especial Valencia, representa en la actualidad un importante centro en la investigación y desarrollo de la cerámica y de las Artes de Fuego en general. La Universidad de Carabobo ha sido a través del taller de cerámica fundado en 1982, eje de formación profesional y artística de especialistas en estas áreas como lo veremos más adelante, y como entidad organizadora del Salón Nacional de las Artes del Fuego durante más de 25 años. En
mis reflexiones he sentido la necesidad de compartir la importancia, historia, elementos, planteamientos y procesos técnicos indispensables del oficio, y las proposiciones de los hombres y mujeres dedicados a esas artes milenarias, que desde su origen han llevado al hombre no sólo a construir objetos útiles en su diario vivir, joyas que le adornen, sino a despertar el impulso creador al contacto con la arcilla, el fuego, el metal, elementos vinculados a sus orígenes, presentes en su esencia humana, existentes desde el comienzo de la creación, a las que se ha acercado sin necesidad de conocimientos, y con los que ha ido progresando a medida que avanza el desarrollo de su historia.
"Hablar del hombre es hablar del barro primigenio, del fuego alquímico transmutador del metal y de la piedra preciosa, unidos a él como símbolos de sus componentes atávicos compañeros eternos en el progreso de la civilización.Solo tengo mis dos manosy en ellas solo la tierray el agua y el horno son mis dos compañeros” Frere Daniel de Taizé.
1.-La historia que duerme bajo la tierra
No es mi idea hacer un estudio crítico, especializado y minucioso de la cerámica en el estado Carabobo, sino un recuento que nos permita interesarnos en el movimiento cerámico de la región en que vivimos y reflexionemos sobre la importancia que tiene esta manifestación del arte considerada “menor” y silenciada por los años, presente en el desarrollo de nuestra cultura desde su origen más remoto, siendo testimonio de ello el rico material encontrado en las excavaciones que nos permiten reconstruir nuestro pasado prehispánico compuesto por piezas en arcilla con temas de animales, principalmente monos y ranas; figuras
femeninas con caderas abultadas, glúteos muy desarrollados, cabeza achatada en forma de tablilla, que representan algún culto a la fertilidad, además de objetos de singular perfección y belleza de uso diario, los cuales han sido estudiados y
celosamente conservados por la Dra. Henriqueta Peñalver G., a través de la Fundación “Lisandro Alvarado” y los Institutos de Antropología de los Estados Aragua y Carabobo fundado por resolución Nº18 del Ejecutivo Regional presidido por el Dr. Luis Rivero Salas para “estudiar, divulgar y conservar en Museos Especiales el material arqueológico e histórico que aún se pueda recopilar en la cuenca del Lago de Valencia, zona rica en hallazgos 1históricos que necesitan ser
rescatados antes que el crecimiento demográfico violento y el cultivo del suelo con fines industriales los hagan desaparecer definitivamente”. Estructurándose su directiva con la Dra. Peñalver a la cabeza y el Prof. José Alezones Aponte como
coordinador, asignándoseles personal obrero de las obras públicas estadales para realizar las excavaciones. “(Luis Augusto Nuñez, “Génesis y Evolución de la Cultura en Carabobo”,Ejecutivo del Estado Carabobo [Secretaría de Educación y Cultura], 1967 - 1213 páginas Tomo II, pág. 404).Nadie mejor que la Dra. Peñalver para describirnos la cerámica de esa época pre-hispánica: “Los primeros grupos étnicos... practicaban también la elaboración de cerámica..: ésta es muy refinada para el grado cultural que se les atribuye. Es pulida o alisada, modelada e incisa y tiene desgrasante de arena de cuarzo que puede ser de color gris, blanco y anaranjado, muy similar a la del Orinoco Medio, la de Cayo Hueso, en Cuba y República Dominicana... La segunda oleada de población que se establece en Carabobo y en las márgenes del lago, tienen un
desarrollo cultural más avanzado... haciendo que los primeros grupos los asimile pacíficamente... y establecen una tradición... tiene un desarrollo cerámico sorprendente. Dada la cantidad de restos de cerámicas localizados en los montículos de vivienda y en los cementerios, se deduce que esta cerámica no era elaborada sólo para el uso doméstico, sino también con carácter comercial, ésto crea una especialización del trabajo que formó verdaderos artistas en la elaboración de las mismas y en su elaboración y en las decoraciones realistas que adornaban las piezas...
En arqueología se les conoce como grupos de cultura Velenzoide y llegan a tener 1600 a 1800 años, 100 2d.C. Su cerámica es predominantemente anaranjada, es alisada, se han localizado más de 10 tipos de cerámicas diferentes con una cantidad de
variantes entre ellas las figuras antropomorfas y zoomorfas, sobre todo la que se conoce como figurilla “Diosa de Tacarigua”... La última oleada de población es la Caribe, pero según datos históricos es una etnia emparentada con los Guaraníes, no
desarrollaron una cerámica en especial por su afán de destruir los hombres Arawacos y tomar como esclavos a las mujeres y niños para asimilarlos a su cultura y disponer de ellos para la elaboración de cerámicas y demás técnicas que ellos conocían
formarán los pueblos de misión en la Conquista...”(Henriqueta Peñalver Gómez: “El lago de los Tacarigua” En: Revista Pequiven, Sept.-Octubre 1989, pp.54-58) Citamos nuevamente al escritor Luis Augusto Nuñez quien en su libro mencionado
anteriormente dedica estas páginas a la cultura de nuestros pueblos aborígenes. “ En Venezuela, de algún tiempo acá, se ha despertado el interés por el rescate de lacultura autóctona. La aparición hace unos 30 años, del libro del Doctor Requena
“Vestigios de la Atlántida” fue saludada por la critica oficial como una anunciación.
Acaso hubo en esta actitud un interés palaciego, en razones de que el notable científico
era a la sazón favorito del General Juan Vicente Gómez. Pero puede advertirse que a
partir de las primeras excavaciones realizadas en las márgenes del Tacarigua cobra
importancia el estudio del pasado aborigen y se abre paso una corriente indigenista,
saturada de polémica, en ansia de investigación y de esclarecimiento. Esta corriente se
trasunta en el libro, en el poema, en el lienzo, y va a lavar viejos prejuicios y a
trazar rumbos...”En el año 1940 el reputado escritor indigenista Gilberto Antolínez
realiza un brillante ciclo de conferencias en el Ateneo de Caracas, bajo el titulo global
de “Sociografía y Psicología de la Mitología Indígena en Venezuela”. En una de esas
conferencias, de gran contenido revolucionario, Antolínez sostiene la tesis de la
primacía del indio sobre los otros elementos del mestizaje: “Lo blanco y lo negro no
privarán aunque digan lo contrario nuestros poetas y escritores deslumbrados por el
espejismo afroantillano...”.“A partir de estas conferencias, la polémica esta encendida.
En lo adelante, nuevas voces habrán de oírse en el ámbito nacional, respaldando la
tesis indigenista de Antolínez o expresando nuevas concepciones. Más tarde, Antolínez
publica su hermoso libro: “Hacia el Indio y su Mundo”. Entre tanto, nuestro excelente
indigenista ha publicado en las notas bibliográficas de la “Revista Nacional de
Cultura” sus opciones sobre obras de interés indioamericano como “Fritz Graebner y
el Método Etnológico”, de Fernando Marquez Miranda, La Plata (República
Argentina), 1941, y “Primeros Contactos Europeos con el Hombre Americano”,
Buenos Aires, Imprenta López (1945), del mismo autor.”“En el avance de la
polémica... (o de los planteamientos, porque parece que Antolínez no ha habido quien le refute
certeramente sus puntos de vista) Antolínez concede al Dr. Mario Briceño
Iragorri el derecho de primogenitura de “La teoría de los Círculo y Ciclos Culturales”,
tan importante para la explicación del desarrollo etnológico".
El profesor Miguel Acosta Saignes, armado de cultura sedimentada,
publica su libro “Estudios de Etnología Antigua de Venezuela”, en el cual aborda los
estudios de las áreas culturales prehispánicas de Venezuela. O sea que Miguel Acosta
Saignes busca el origen del hombre americano en este caso, el hombre venezolano,
desde vetas remotas, en busca de una orientación definitiva, pero sin empeñarse
románticamente en esa especie de taxidermia de un indio puro en que están
encerrados algunos indigenistas.”
En Venezuela muy poca cosa deja el acervo del abuelo aborigen. Carabobo, situado
entre la costa, la llanura y la serranía, fue sin duda asiento de interesantes grupos aborígenes.
Pero hasta hace poco tiempo no se había manifestado la preocupación científica por el estudio de esta
realidad cultural.
Apenas encontramos hitos de orientación en el mencionado libro del Dr. Requena
“Vestigios de la Atlántida”, vistos más bien con pasión romántica, tal vez con la
nostalgia subconsciente del indio...”
Es la celebración del VI Congreso Panamericano de Historia y Geografía, que despierta en la dirección
del Museo de Ciencia Naturales de Caracas año de 1946 la idea de una exposición indigenista,
la cual se realiza en aquel año en los salones del museo. Se inicia así la divulgación de nuestra cultura pre-
hispana o precolombina.”“Al calor de un sentimiento racial, se va intensificando en el
país la voluntad de encontrar un camino que nos conduzca a la realidad del indio. Y es
entonces cuando en el ámbito de los “Tacariguas” cobra interés científico la búsqueda
de los posibles testimonios 5de una cultura aborigen.”Valiosa es, sin lugar a duda, la
labor realizada por el profesor Cruxent y el Dr. Miguel Acosta Saines en la zona de Vigirima;
labor indagadora que ha descubierto éstos y otros lugares de la región
carabobeña a la curiosidad científica de estudios y estudiantes de las ciencias
naturales. Y en la senda del indio, a falta del documento escrito, herencia literaria de
la conquista, debemos estudiar nuestro pasado, que es parte de nuestro presente, en el
documento vivo de la piedra, en esos petroglifos que nos indican la inquietud de la
tribu; esa misma inquietud que se traduce en sus cacharros, idolillos, metates y otros
utensilios y ornamentos de un arte primitivo.“Para buscar la contribución autóctona
del Tacarigua al gran mundo del indio americano, se precisa explorar científicamente.
Es de señalar para lo que atañe a nuestra indagatoria de cultura indigena regional, el
parentesco entre “la alfarería de Tacarigua en los asuntos zoomorfos y
antropomorfos” y caracteres análogos de la cultura de los mayas.”“Estas afirmaciones
toman evidencia en los “hallazgos” efectuados en la zona Tacariguense. Tomamos al
efecto, como corroboración de lo dicho, el siguiente párrafo del artículo “Cultura
Indígena”, aparecido en el Nº IC de la revista “El Farol”, correspondiente al mes de
agosto 1947: “El material del Lago de Valencia (región llamada tacarigua por los
aborígenes) está ornamentado a base de aplicaciones, modelaciones e incisiones.
Abundan muchos recipientes con figuras zoomorfas. De Tacarigua son los collares
hechos de piedra, 6conchas y caracoles, pertenecientes a la colección Requena”.“Se
refiere el artículo a una parte del material de diversas regiones que forman hoy el
Museo de Ciencias Naturales, en cuya organización inicial trabajaron cuidadosamente
el experto arqueólogo Walter Dupouy, el Dr. Antonio Requena y el Profesor J. M.
Cruxent. En otros párrafos del interesante escrito refiriéndose a la zona de “El
Palito”, se expresa lo siguiente: “Los fragmentos hallados en esta zona pone de relieve
un singular aspecto de la cultura indígena. El Palito fue explorado por los arqueólogos
Dupouy, Requena y Cruxent, con los espléndidos auspicios de Eugenio Mendoza.
Después del importante descubrimiento efectuado en este lugar, la Sociedad
Interamericana de Antropología, Grupo Caracas, declaró Miembro Benefactor a
Eugenio Mendoza”.“Y es muy importante para el estudio de los grupos humanos que
poblaron nuestra zona litoralense, la confrontación de parecidos a que se refieren
párrafos posteriores. Por juzgarlos de tal forma los insertamos en este
capítulo:“Después de cavar profundamente en El Palito, la comisión trasladada a esa
región en el primer semestre del año pasado (se refiere al año 1946) regresó con
varias toneladas de material arqueológico, del cual extrajo desconocidos restos de
alfarería, siete esqueletos, instrumentos y trabajos líticos.Este nuevo yacimiento
permitió a los científicos establecer una relación con la cultura barracoide,
llamada así por haber sido localizada en Barracas (Estado Monagas), a su vez con la
cultura de Santarem, en Brasil. Los arqueólogos, pues, explican la semejanza como
consecuencia de las inmigraciones desde las enmarañadas tierras amazónicas hasta el
septentrión venezolano, pasando por las costas del Orinoco.Los restos recogidos en El
Palito están guardados en el Museo de Ciencias Naturales, aunque muy destruídos
por las dificultades que se presentaron al extraerlos. Justamente, el mismo Museo
exhibe muchos fragmentos de la alfarería de tipo barracoide para que el público
pueda apreciar la extraordinaria similitud que guardan los burdos cacharros de
ambas regiones”.“También descubre Oramas en su citada obra “Culturas Primitivas
de Venezuela” un parentesco cultural entre algunas “piedras esféricas con escotadura
circular” (arte primitivo de Tacarigua) y similares manifestaciones de los
“Sambaquis”, al sur de Brasil.
Igualmente nos señala el interesante estudio de Oramas la semejanza de algunos aspectos
culturales de la región del Tacarigua con otros que fueron y que son características con la gran
cultura incaica: semejanza en algunos ritos, como por ejemplo: adoración al Sol y a la Luna;
cuerdas con nudos para el registro del tiempo, deformación anteroposterior, construcción
de murallas y tejidos con labores especiales”, etc.“Y seguimos citando a Oramas: “En algunas
vasijas del Tacarigua se nota tendencia 8incaica en la formación ápoda, orejeras de
oro y otras características de los recipientes de fondo cónico”. Esta observación de
Oramas nos hace suponer que las civilizaciones mayores de los aborígenes (o sea: la de
los Aztecas, Mayas e Incas) extendieron sus dominios por todo el ámbito de las tierras
y aguas descubiertas por Colón, o al menos influyeron en las demás zonas
demográficas y culturales del indio... Esto es, aquellas culturas buscaban su norma de
unidad, marchaban hacia la integración de un hermoso complejo cultural
indioamericano.”
Volvemos a Oramas e insistimos en las citas de su obra, por el
fervor con que ha estudiado lo referente a la zona del Tacarigua, vínculo cultural que
nos atañe particularmente en este libro. En las excavaciones realizadas por el autor
de “Culturas Primitivas de Venezuela”, y concretadas a las zonas de Vigirima,
encontró “murallas de mamposteria en forma de dolmen”, y un parentesco con la
cultura Diaguita-Calchaqui, de la Argentina. Y, al hilo de estas confrontaciones y
hallazgos, surge una interrogante: ¿No es acaso el momento de hablar de una cultura
indígena del Tacarigua?...“Abundando en estas consideraciones merece destacar el
hecho de ser esta antigua comarca de los Tacariguas en toda la región ribereña de su
lago, punto de atención de antropólogos, indigenistas, investigadores científicos del
hombre americano. Y este respeto dice el comentado articulo de la revista “El Farol”,
citado arriba: “...Tacarigua es la región arqueológica donde se ha excavado más
intensamente...” y ésto que para la fecha de esta afirmación (1947) no se habían
realizado otras excursiones, como la que hiciera el 12 de octubre de 1958, Raúl
Alvarado Jahn a la zona de Vigirima, donde fueron encontrados interesantes
monumentos megalíticos.”“Ya desde los días precursores de esta búsquedas, allá por
los comienzos del siglo, se podían localizar a la orilla de la cuenca fluvial del
Cabriales, o cerca de la hoya hidrográfica del Lago de Valencia restos indígenas que
comenzaban a descubrirse como indicio de una civilización, que aunque no muy
avanzada habría de tener sin duda sus virtudes características propias.”“El autor de
esta obra (Luis Augusto Nuñez), en los días de su niñez, por el año de 1920, fue testigo
de uno de esos hallazgos que relata el autor de “Vestigios de Atlántida”. El maestro de
obra Pedro Tellechea, contratado por la administración del Central Azucarero
“Tacarigua” ubicado en el sitio denominado “Los Cerritos”, y propiedad del General
Juan Vicente Gómez, entonces Presidente de la República, al ordenar una excavación
para colocar los cimientos de una casa destinada a recepciones campestres, hizo el
hallazgo de un botijón conteniendo huesos pulverizados y un inmenso collar de piedras azules...
Tal sorpresa le fue comunicada al Dictador, y coincidiendo la noticia con uno de sus paseos a
“El Trompillo”, pasó a verificar el hallazgo y se llevó a la capital de Aragua los restos indígenas.
Es posible que este sea unos de los collares de la Colección Requena.”“Y siempre sobre las huellas de los
hijos o descendientes de Guacamaya, el cacique simbólico, reproducimos en estas líneas
las opiniones de quienes con pasión aborigen e interés científico, han abordado la investigación de
nuestro pasado autóctono. Importante las afirmaciones de Raúl Alvarado Jahn, descubridor, junto con los
esposos Kobe, de los petroglifos de Vigirima. Expresa
rotundamente Alvarado: “Tenemos que tomar en cuenta que los aborígenes del lago Tacarigua tenían un
grado de cultura inferior pero con francos rasgos de organización social. Esas tribus o clanes se habían
ubicado en la región. Mas, acosados por otros grupos de indígenas, y muy posteriormente por los españoles
intrusos, se vieron obligados a tomar el camino de las montañas. En efecto, conviene recordar que en la
misma zona entre Patanemo y Borburata, así como la región entre Turiamo y Ocumare, estaban en contacto
con los habitantes de Tacarigua por medio de caminos montañosos que existen entre esas localidades”.
“Afirmada así la condición un tanto nómada de nuestros pasados tacariguenses, insistimos en la
relación de las formas culturales –vasijas, piedras, collares y otros elementos indígenas de las inmediaciones
del lago de Valencia- que aportamos en esta hora de búsqueda, con la fuente de otras culturas.”“Por eso,
mientras se adelantan investigaciones históricas y se realizan excavaciones, en la cual se apasionan
antropólogos venezolanos, y toma primer plano “La Sociedad de Ciencias Naturales, nada puede decirse en
forma definitiva de que haya habido o no una cultura aborigen valiosa en el ámbito de los “tacariguas”. Pero
si puede afirmarse ya, plenamente, que aquí existió una civilización con características propias y de una firme
11y acentuada tendencia artística. Lo comprueban las “muestras” recogidas y estudiadas por los arqueólogos
y antropólogos que han explotado la zona. A este respecto, tomamos del mencionado articulo “Cultura
Indígena”, citado al correr de este capítulo las siguientes observaciones: “Tacarigua es la región arqueológica
donde se ha excavado más intensamente. Todas las figuras de ese lugar tienen senos pequeñisimos, que
contrastan con las amplias caderas; carecen, por otra parte, de sexo grabado o dibujado. En Tacarigua
también se ha encontrado figuras zoomorfas, con incrustaciones de cuarzo. Tortugas, mamíferos, saurios y
búhos eran estilizados con mucha frecuencia”.“En otras fuentes hemos hallado que los idolillos encontrados
en la cuenca del Lago Tacarigua tienen formas sexuales femeninas. Y , para nosotros, tal característica viene a
encarnar el símbolo de la fecundidad de nuestro ámbito, toda vez que la mujer es el recipiente de la creación.”
“En conclusión: no tuvieron nuestros aborígenes la opulencia de los Incas, ni la vertebrada
organización de los aztecas, porque en la fraccionada geografía americana les tocó a ellos ser apenas una
representación de grupos aislados, sin la densidad y la riqueza que les hubiera proporcionado una vertebración
social y una organización política de mayores alcances. Pero el indio de Tacarigua- como sus hermanos los
cumanagotos, los caquetíos, los timoto-cuicas, los jirajaras, etc.-, representa una realidad autóctona dentro de
la gran familia indioamericana. Una rama del árbol de la cultura prehispánica o precolombina.”Luis Augusto
Núnez, ob. Cit, pp. 395-40412En rápido esbozo recordaremos también que toda la cerámica que Venezuela
incorporó a las necesidades y al gusto de la vida de sus habitantes desde la conquista , vino desde España y
luego desde las grandes fábricas que se desarrollaron en Mexico, importaciones que se mezclaron con el
contrabando desde Inglaterra, Holanda y Francia. Aún los indios en 1799 cuando el Barón Alejandro Von
Humboldt pisa estas tierras, no conocían el torno milenario a pesar de tener 3 siglos la dominación española
en nuestro territorio, lo que era compensado con un conocimiento cabal de todos los que les proporcionaba la
naturaleza como materia que estos tenían, además de haber sido víctimas del fanatismo de los clérigos que
destruían sus ricas cerámicas rituales.
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