"Teluria...Un pasado vinculado a la tierra y al fuego que hemos olvidado" (IV). Josefina Weidner
Galeria Universitaria "Braulio Salazar" Valencia (Edo. Carabobo)
Historia de una confrontación nacional anual. El otro aspecto al que deseo referirme
en este recuento es al de la confrontación anual de las obras de los artistas de las artes
del fuego, en la que tienen un papel muy importante también la ciudad de Valencia, la
Universidad de Carabobo y la Corporación Cerámica Carabobo, en las personas de
sus directivos Dr. Janos Magasrevy y Frida Añez, mecenas ambos de las artes regionales,
y quienes han patrocinado año tras año la edición del catálogo del salón, y todos los detalles
que la universidad no puede asumir por sus limitados presupuestos hasta hoy.
Para mayores detalles recomiendo leer el trabajo "Aproximaciòn a una especialidad que desde
Valencia hizo historia en el arte nacional" publicado en este mismo blog..
En el salón “Arturo Michelena” del Ateneo de Valencia, inaugurado en 1943, se crea en 1961 el
Premio “Cerámicas Carabobo”, que lo obtiene la esmaltista María Tallian; en 1962 lo gana
Eduardo Gregorio. En 1964 lo obtiene Graciela Gómez. Este premio reaparece en 1969 y
llega a las manos de Gilberto Martínez; en 1970, Carlos Prada y en 1971, Mérida Ochoa y
Alicia Benamú. Ese año de 1971 es marcado por un acontecimiento muy importante: el 28
de Junio, Humberto Jaimes Sánchez director, de la EAPAM, en nombre de una comisión
existente para tal fin en el seno de la Escuela “Arturo Michelena” dirige una carta al
presidente del INCIBA (Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes), Dr. Alfredo Tarre
Murzi, planteándole la necesidad de crear un Salón Nacional de Cerámica para celebrarse
en Valencia, el cual fue aprobado y comunicado en memorándum del 14 de Julio del
mismo año, en el que el organismo oficial apoya la creación de un premio de Bs. 5.000 más
gastos de afiches y catálogos. Inmediatamente la comisión organizadora cursó
invitaciones a todos los artistas dedicados a trabajar las Artes del Fuego, y se instaló el
primer Salón entre los días 12 al 28 de diciembre de 1971, siendo su jurado de admisión y
de calificación: Inocente Palacios, Angel Ramos Giugni, Giselle Volcán, Carlos Luis
Ferrero T. y Víctor Valera. El premio es ganado por Colette Delozanne, además obtienen
el premio Ejecutivo de Estado Carabobo: Josefina Alvarez; premio “Universidad de
Carabobo”, Francisco Porras; premio “Giselle Volcán”, Mérida Ochoa y menciones
honoríficas: José Sigala, Zielke y Alicia Benamú. (anexo fotocopias de los 25 catálogos de
los Salones Nacionales de las Artes del Fuego) Como vemos ya la U.C está presente en
dicha confrontación en la persona del Dr. Angel Ramos Giugni, Director de la Cultura de la
U.C en esa época y como patrocinante del Premio “Universidad de Carabobo” que
permanece hasta hoy.
Entre 1972 y 1973 no se realizá el Salón porque un grupo delINCIBA deseaba trasladarlo a
Ciudad Bolívar y sólo en el XXXI Salón “Arturo Michelena”
reaparece el premio Cerámicas Carabobo ganado por Maritza Iturriza con sus joyas.
En1974, Marcos Castillo, artista carabobeño, integrante del personal de la Escuela de Artes
“Arturo Michelena”, jefe del Departamento de Expresión Plástica de la Dirección de
Cultura de la Universidad de Carabobo retoma las banderas del Salón Nacional de las Artes
de Fuego, solicita nueva ayuda del Ateneo de Valencia y del INCIBA y convoca a la
segunda edición del Salón, el cual es ganado por Josefina Alvarez y Anabella Schaffer.
Enel mismo año y hasta 1975 existirá en el Salón Michelena, el premio “Artes del Fuego” y
es otorgado en 1974 a María Teresa Torras y en 1975 a Enrique Cohen. A partir de ese
año, el Salón de las Artes del Fuego sólo, será el premio anual a los artistas de esas
especialidades, efectuándose entre 1975 y 1978 en la Sala de Exposiciones de la
Universidad en el F-2 del Hotel Don Pelayo en la avenida Montes de Oca. Ese año regresa
al Ateneo de Valencia, en 1979 no se efectúa por problemas de local y en 1980 aparece
estrenando la Sala de Exposiciones “Braulio Salazar” de la Universidad de Carabobo,
construída gracias a las diligencias del Departamento de Expresión Plástica de la Dirección
de Cultura de la U.C., integrada en esos años por: Marcos Castillo, coordinador, motor y eje
organizativo, artista a quien Valencia le debe un homenaje por hombre honesto y luchador,
dentro de su gran sencillez; Nordis Velásquez, Braulio Salazar, Suardo Castillo, Felipe
Herrera Vial (fallecido), Humberto Jaimes Sánchez y Eglée Ramos en la secretaría, equipo
que trabajó con el arquitecto Pedro Mateo y el arq. paisajista Fernando Tavora en el plano
de la Galería “Braulio Salazar” en Prebo, Mateo quien era en aquel entonces Jefe de
Planeamiento Urbano del Concejo Munincipal del Dto. Valencia, la obra fue ejecutado por
los hermanos Mattioli, encargándose Cerámicas Carabobo de donar los pisos y baños.
Gracias a ellos reaparece en Valencia el Salón en 1990 y ya van con la del año 97, 24
ediciones del mismo. En las últimas confrontaciones Nacionales hemos ido notando la
ausencia de piezas utilitarias, el incremento del número de artistas que utilizan otros
materiales y la presentación cada vez más frecuente de obras de gran formato y de carácter
escultórico lo cual indica el cambio que está pasando en el trabajo de la cerámica en los
últimos 20 años el desarrollo que ha tenido como expresión plástica en los últimos años,
que ha llevado a la arcilla a ser considerada como unos de los materiales más plásticos,
ricos y de grandes posibilidades expresivas, y era necesaria la ruptura con formas y
concepciones tradicionales para que esas búsquedas y planteamientos encuentren lenguajes
nuevos de verdadero valor estético, pues no todo lo novedoso es válido, ni de calidad; por
tanto, creo que debemos acercarnos a esa irrupción de formas y estilos con un juicio crítico
que no obedezca ni al radicalismo ciegos, ni a impactos del momento o de modas efectistas,
porque existe el peligro que sean algo pasajero, producto de la improvisación experimental
con muy poca investigación que la sustente y empleo de técnicas con poco dominio del
oficio, que eleve al rango de artistas a personas con poco conocimiento pero respaldados
por publicidad eficiente y amigos en el medio, paralizando un desarrollo que podría ser
valioso con el tiempo y el trabajo tesonero, como es posible ya observar al hacer el
seguimiento a ceramistas “consagrados” por un premio dado prematuramente y cuyo
trabajo en 20 años no ha proseguido, sino que se ha detenido, en cambio otros perduran a lo
largo de los años mejorando su propuestas.
El trabajo no es superficial No comprendo la diferencia esencial entre cerámica
utilitaria y artística, pues los argumentos que escucho demuestran, a mi entender, una falta
de comprensión de las reglas y “espíritu” que anima a la primera que tan bien nos ha
trasmitido los grandes maestros de la tradición china y japonesa, artistas actuales como
Shoji, Hamada, Bernand Leanch, Warren Mackenzie; y en Venezuela, Reina Herrera,Josefina
Alvarez, Gigliola Caneschi, Rodrigo García Alejo, María Pont, entre otros,
“espíritu” que se siente al tener entre nuestras manos una pieza que aunque sea de uso
diario, nos transmite una belleza y toque humano que nos llega muy adentro, que no todo
ceramista puede improvisar e inventar sin verdaderamente sentirlo, ni haberlo aprendido a
lo largo de su carrera. Por qué diferenciar de manera tan radical lo utilitario de lo artístico,
cuando una bella jarra o un estilizado bowl nos produce una placer estético, deleite de los
sentidos y del espíritu por la armonía que puede transmitirnos a su vez, y un mural artístico
cumple con una utilidad en el lugar al que ha sido asignado ¿donde ubicar entonces la línea
que los divide? Creo que es necesario que los nuevos ceramistas tomen conciencia de la
necesidad del estudio serio del oficio y adopten posiciones realmente comprometedoras a la
hora de elegir ese género como forma de expresión luego pueden seleccionar lo que más se
adapte a su búsqueda personal. El diseño, el dominio del oficio, el conocimiento de las
tierras, de las técnicas (por ejemplo el profundo sentido espiritual del rakú y que no se ha
comprendido ni tomado en cuenta) y de los esmaltes, no se obtiene en 2.3 ó 10 años sino es
proceso que lleva toda una vida y al cual se entrega el hombre: cuerpo y alma, mente y
espíritu en una búsqueda de sí mismo, de su expresión a través de un material tan vinculado
a sus orígenes como es el barro...
La seriedad de quienes la trabajan, su compromiso total deben estar acorde con el momento que
vive la cerámica como género, tan importante como la pintura o la escultura, como dice Enrique
Mestre ceramista español, quien en agosto de 1991 dictó un curso en la AVAF de Caracas: “Es
que la cerámica es un medio en que se da igualmente el curso de la evolución y de todas las artes.
Y para mí ella representa en si misma una posibilidad de integración de las artes porque involucra
problemas de luz, color, forma, textura”. Está llegando el tiempo en que las piezas escultóricas,
muralísticas hechas con ese material deben ser consideradas a un nivel que les permita a sus
hacedores competir, no sólo en Salones exclusivos para las Artes del Fuego, sino en
cualquier otra confrontación nacional de importancia. “A través de la cerámica es
posible llegar al arte puro.
Los chinos y los japoneses son los únicos pueblos que lo han
logrado verdaderamente; para ello, el gres la porcelana tenían un valor expresivo tan
poderoso como para nosotros puedan tenerlo la pintura, sólo que más hermético” nos dice
el ceramista Josep Llorens Artigas, pero para eso hay que responsabilizarse en la elección
de ese género como medio de expresión, de la importancia de ser honestos como artistas
lejos de ceder a la facilidad y al deseo de utilizar este arte para adquirir fama o dinero
inmediato por el boom que está viviendo, y no como lenguaje para comunicar la esencia
humana y divina de quien la trabaja.
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